martes, 5 de noviembre de 2013
Atilio Boron HACE OCHO AÑOS SE ENTERRABA EL ALCA
Para recordar: hace exactamente ocho años, en un día como hoy, 4 de Noviembre, pero del 2005, se enterraba en Mar del Plata el más ambicioso proyecto de Estados Unidos para América Latina y el Caribe: la creación del ALCA, el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas. Fue una batalla decisiva librada en el marco de la IV Cumbre de Presidentes de las Américas, en la cual había una ausencia que brillaba enceguecedoramente: Cuba, pero que hablaba por la voz de Hugo Chávez.
Pese a que no estaba en la Agenda de Presidentes discutir sobre el ALCA Estados Unidos -con la ayuda de su socio/peón, Canadá- trató de imponer el tema y lograr un voto positivo en la Cumbre que abriese de par en par las puertas al proyecto imperialista. Este proponía instaurar la más irrestricta liberalización comercial bajo la forma de un tratado global de libre comercio que, como hemos visto en la experiencia práctica de países como México (la economía con mayor período de vigencia del TLC), Colombia, Perú y Chile sólo profundizaría los lazos de dependencia, la vulnerabilidad externa, la extranjerización de las economías, la polarización social y el saqueo de los bienes comunes de la región. En palabras de Eduardo Galeano, el libre cambio cristaliza la división internacional del trabajo, en la cual algunas economías se especializan en ganar y otras en perder. De eso se trataba el ALCA, y eso es lo que se derrotó en Mar del Plata.
Al pronunciar el discurso de apertura de las sesiones de la Cumbre Néstor Kirchner se pronunció en contra de la pretensión de incorporar el tratamiento del ALCA en las deliberaciones de los presidentes, lo que provocó la insistencia de Canadá acompañado por el gobierno conservador mexicano presidido por Vicente Fox, el gobierno de Panamá (Martín Torrijos, para eterna traición al legado de su padre, Omar Torrijos, quien recuperó el Canal de Panamá de manos yankees) y, sibilinamente, por el presidente de Chile, Ricardo Lagos. Pero las intervenciones posteriores de Luiz Inacio “Lula” da Silva, Tabaré Vázquez y, sobre todo, de Hugo Chávez, liquidaron definitivamente ese proyecto y en la Declaración Final quedó claro, en negro sobre blanco, que no había acuerdo sobre el tema y que, por lo tanto, quedaba postergado indefinidamente.
La de Mar del Plata fue una batalla extraordinaria, cuya importancia muchos todavía no terminan de valorar porque se niegan a reconocer la importancia crucial de la lucha antiimperialista en Nuestra América. El estratega de ese combate fue Fidel, y el gran mariscal de campo fue Chávez, contando con la importantísima colaboración de Néstor Kirchner y Lula. Muy difícil para estos, por diferentes razones. Para Kirchner, porque era el anfitrión de la Cumbre y tenía que desairar a Bush en su propia cara, y lo hizo; y para Lula, porque dentro de su gobierno había sectores -¡que todavía los hay en el gobierno de Dilma!- que favorecían el proyecto. La batalla que estos tres libraban dentro de la Cumbre fue facilitada por la extraordinaria movilización popular que se dio cita en Mar del Plata, producto de la eficacia de la campaña continental “No al ALCA” y del generalizado repudio que suscitaba la figura de George W. Bush, verdugo de Irak y Afganistán y, tal como lo denunciara Noam Chomsky, uno de los más sanguinarios criminales de guerra de los últimos tiempos. La “Contracumbre” fue un factor de enorme importancia para frenar, desde afuera del recinto donde se reunían los presidentes, la iniciativa norteamericana y para persuadir a los gobernantes dubitativos o inclinados a aceptar las órdenes del imperio que aprobar el ALCA
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