miércoles, 6 de noviembre de 2013

Amelia Podetti: una trayectoria olvidada de las Cátedras Nacionales

Por Juan Pedro Denaday Las Cátedras Nacionales fueron una construcción político-intelectual que se propuso trasladar al campo académico la resistencia a la dictadura de la llamada Revolución Argentina, desarrollando el “pensamiento nacional” en la carrera de Sociología entre 1967 y 1972. Amelia Podetti tuvo una participación fundacional a través del Seminario de Pensamiento Argentino y fue una de las representantes de la corriente “filosófica” dentro de las CN. En contraste con las elecciones mayoritarias de los involucrados en aquel proceso, la filósofa no se vinculó a la más afamada izquierda peronista, sino a la “ortodoxia” peronista mediante la agrupación política Guardia de Hierro. De esta manera, en contraste por ejemplo con el sociólogo Roberto Carri, en la coyuntura de 1973 no abandonó su producción intelectual para convertirse en “combatiente”, sino que animó un proyecto de intervención intelectual en la arena política a través del lanzamiento de la tercera época de la revista teórico-política Hechos e Ideas. A lo largo de este artículo reconstruimos los aspectos salientes de esta trayectoria, sintomática y expresiva de toda una corriente política e intelectual con gravitación en el período setentista de la “violencia de las ideas”, que reflejó tanto como alentó la beligerancia política en curso. Una versión preliminar del artículo fue presentada como ponencia en la mesa “Figuras poco exploradas: Mujeres intelectuales / Intelectuales mujeres” en elCongreso Latinoamericano de Historia de las Mujeres, Buenos Aires-San Juan, 20 y 21 de septiembre de 2012. Introducción Amelia Podetti nació en Villa Mercedes, provincia de San Luis, el 12 de octubre de 1928 y falleció el 27 de marzo de 1979 en la ciudad de Buenos Aires. Su temprana muerte a los 50 años de edad interrumpió un trabajo intelectual en pleno desarrollo, entre otros su libro La irrupción de América en la historia y su tesis doctoral sobre la Crítica de la Razón Pura de Kant dirigida por Eugenio Pucciarelli. En 1958 se egresó con una tesis sobre Husserl como Licenciada en Filosofía en la Universidad de Buenos Aires y en 1960 lo hizo en Bibliotecología. En los años 1962 y 1963 fue becada para cursar en el exterior, en la Universidad de París y en el Institut Catholique. Desde 1963 comenzó una fecunda carrera en la docencia universitaria1. Asimismo, había desarrollado un conocimiento del alemán filosófico que le permitió contribuir a la laboriosa tarea de traducción al idioma castellano, entre las que se destacaron varios textos de Husserl y la Introducción a la Fenomenología del Espíritu de Hegel, con un comentario de su autoría2. Hacia fines de los sesenta formó parte de las llamadas Cátedras Nacionales (CN) en el marco del proceso de radicalización política vinculado a la lucha contra la dictadura de la Revolución Argentina y en favor del regreso de Perón a la Argentina. Como veremos, la experiencia de los “pensadores nacionales” sufrió un proceso de reacomodamientos en función de los lineamientos políticos dentro del peronismo. El caso de Podetti puede considerarse peculiar, puesto que no se acercó a la entonces más masiva y afamada Tendencia Revolucionaria sino a la organización de cuadros Guardia de Hierro3. Transitando aquella experiencia política dirigió la tercera época de la revista teórico-política Hechos e Ideas, que publicó nueve números en formato de revista-libro entre septiembre de 1973 y mayo-julio de 19754. Desde allí divulgó las ideas teóricas de su núcleo, participando activamente de la lucha política e ideológica interna del peronismo, en una abierta postura “ortodoxa” y “verticalista”5 de alineamiento primero con Perón y luego con su sucesora Estela Martínez; bajo cuyo gobierno dirigió la Secretaría de Cultura durante el año 1975 hasta el golpe de Estado de marzo del año entrante. En este trabajo apuntamos a realizar una primera aproximación a la reconstrucción de aquella trayectoria, justificando porque consideramos relevante la incorporación de este “linaje” al panorama político-intelectual de los conflictivos setentas. El “pensamiento nacional” en la carrera de Filosofía El proceso de las llamadas CN tuvo su origen luego de la intervención universitaria realizada por el gobierno de facto de Onganía. Expresó en el campo académico-intelectual la fuerte resistencia civil al régimen militar de la auto-denominada Revolución Argentina, en el marco de la radicalización y “nacionalización” de la juventud de sectores medios que le fue concomitante. Su área específica de desarrollo fue la carrera de Sociología de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, donde sus principales mentores, Gonzalo Cárdenas y Justino O´Farrell6, llegaron en el año 1969 a ocupar respectivamente la dirección del Instituto de Sociología y de la Carrera7. Como tal, la experiencia de las CN se circunscribió a un período comprendido entre 1967 hasta los concursos impulsados por el lanussismo en el año 1972 con el explícito fin de perjudicar a sus exponentes. No obstante, más allá de los nominalismos y de la experiencia específica en Sociología, consideramos que debe adoptarse una mirada más amplia conceptual y cronológicamente para evaluar y rastrear la influencia del “pensamiento nacional”8 en las cátedras universitarias; que fue más amplio y variopinto que lo que aquella experiencia concreta pudo expresar, en forma quizás más intensa pero de ninguna manera excluyente. La mayoría de los análisis9 sobre las CN destacan a Amelia Podetti como una de sus mentoras y en algunos casos subrayan la formación filosófica que junto con Gunnar Olson y Norberto Wilner10 les permitió realizar un aporte particular. Podetti tuvo un papel fundamental en la génesis de las CN al inaugurar el Seminario de Pensamiento Argentino que dirigió junto a la profesora Guillermina Garmendia de Camusso en 1968, donde estudiaron entre otros autores a Juan B. Alberdi y José Ingenieros11. Pero, además, la filósofa puntana desarrolló una trayectoria particular que evaluamos relevante a los fines de complejizar y ampliar el panorama de corrientes intelectuales de fuerte impronta política en los conflictivos setentas. Porque si en Filosofía las CN como tales tuvieron una influencia de menor extensión y sin peso institucional dentro de la carrera, su ámbito de producción intelectual fue significativo tanto en relación a los fundamentos filosóficos del “pensamiento nacional” como para entender sus distintas corrientes internas que devinieron en trayectorias disímiles e incluso abiertamente enfrentadas. Las diferencias son epistemológicas e históricas, puesto que en la UBA la historia de la carrera de Filosofía difiere sustancialmente de la de Sociología. Mientras esta última surgió institucionalmente bajo la Libertadora como expresión “modernizante” frente a las opresiones académicas del peronismo y con un tono claramente hostil frente a aquella experiencia gubernamental, la Filosofía había vivido un proceso de desarrollo significativo en las décadas previas y bajo los gobiernos justicialistas12. La más clara manifestación de esta dinámica fue la realización del Primer Congreso Nacional de Filosofía en la ciudad de Mendoza entre el 30 de marzo y el 9 de abril de 1949. Allí se hicieron presentes destacadas figuras nacionales e internacionales y el Presidente de la Nación presentó el texto La Comunidad Organizada13. En los años de las CN, en Filosofía podemos destacar tres titulares de Cátedra que daban lugar al desarrollo de posiciones “nacionales” dentro de su currícula. Los más importantes fueron Conrado Eggers Lan de Filosofía Antigua, Andrés Mercado Vera de Filosofía Moderna y, aunque de menor influencia, Orlando Pugliese de Introducción a la Filosofía. Podemos añadir a Ansgar Klein de Filosofía Contemporánea, quien si bien no se definía intelectualmente afín al “pensamiento nacional” ni políticamente al justicialismo tampoco se manifestaba contrario, y tenía como ayudantes a “Johny” Flescas de Guardia de Hierro y a José Pablo Feinmann14. Eggers Lan fue un intelectual de relevancia que acompañó su vasta elaboración filosófica -entre las que se destacaron la traducción comentada del Fedón y su Introducción histórica al estudio de Platón- con la producción de varios libros netamente políticos. A principios de los sesenta impulsó el diálogo cristiano-marxista avanzando hacia un creciente acercamiento al peronismo, muy evidente hacia fines de la década15. Armando Poratti16 recordaba que: “Las cátedras nacionales fueron un fenómeno bastante específico de Sociología, más allá de que su influencia haya transcendido la carrera. En Filosofía Conrado Eggers Lan (que era mi titular) estaba en una posición política cercana, aunque diferente. Si bien nuestra materia, Historia de la Filosofía Antigua, no parecía prestarse a la intervención política, Conrado se las arreglaba para elegir temas y enfoques que confluyeran de algún modo; y lo notable, dentro de la más estricta severidad académica específica que se podía encontrar en la Facultad”. En verdad, aún adhiriendo al “pensamiento nacional” e incluso ya con una actitud militante dentro del peronismo, Eggers Lan se auto-consideró exterior al fenómeno de las CN, por las cuestiones disciplinares antedichas pero también por ciertas limitaciones que le atribuía al fenómeno en términos políticos. En su último libro de intervención política, titulado Peronismo y liberación nacional y publicado a principios de 1973, aunque reivindicaba su papel cuestionaba la “ilusión óptica” de las CN de pensar que “dentro de un régimen antiperonista y proimperialista, es posible gestar una Universidad peronista, o bien una Facultad peronista, o siquiera una carrera peronista”17. La posición de Eggers Lan era peculiar, puesto que si bien ideológicamente estaba más cercano al “peronismo de izquierda” de la Tendencia que al “ortodoxo” de Podetti, cuando asumió la dirección de la carrera de Filosofía en 1973 comenzó a tener crecientes conflictos con Montoneros. Para Poratti, que formaba parte de su grupo, intentó una experiencia insostenible al pretender desarrollar una actividad que no se encontrara definidamente alineada ni con Montoneros ni con Guardia. Amelia Podetti se desempeñaba como jefa de trabajos prácticos en la cátedra de Introducción desde 1966 y en Moderna desde 1967, pasando respectivamente al cargo de adjunta en 1970 y 1971. Pero fue con Mercado Vera con quien compartió militancia y desarrolló buena parte de su formación en los clásicos europeos que, en lo que a primera vista puede resultar curioso, vertebraron el eje de producción de su pensamiento. El filósofo rosarino fue profesor en las Universidades de Buenos Aires, de Rosario y de La Plata, siendo recordado como un docente que estimulaba una sistemática tarea de estudio directo de los filósofos modernos europeos, en lugar de la característica lectura indirecta a través de intérpretes. Su interés por el “pensamiento nacional” y su adhesión al justicialismo resultan menos llamativos si ponemos de relieve la dimensión filosófica que gravitó en torno al pensamiento de Perón y, en consecuencia, advertimos el papel protagónico que su maestro, Carlos Astrada, desempeñó en el Primer Congreso Nacional de Filosofía del año 1949. Aunque Astrada transitó distintas etapas ideológicas, tanto Rodolfo Agoglia18 como Mercado Vera rescataron su vertiente “nacional” y, en el caso del filósofo rosarino, también su hegelianismo19. En un artículo publicado a mediados de 1983, intitulado “La idea de libertad en la doctrina justicialista”, Mercado Vera señalaba que “El concepto justicialista de libertad retoma, así, en su raíz metafísica, el sentido de la misma que proviene del pensamiento ético-político más vigoroso de Occidente, expresado entre los griegos por Platón y Aristóteles y, entre los modernos, por Hegel”20. No obstante su militancia en Guardia de Hierro, durante los setenta Mercado Vera tuvo una postura cuidadosa en la incorporación de textos que desbordaran el sentido académico de su Cátedra, tal como se desprende del relato de Poratti: “Un hecho notable es que en 1972, si no me equivoco, los estudiantes logramos rajar al ultracatólico y arbitrario Soaje Ramos de Ética, y terminó asumiendo Mercado, que dio Kant y Hegel, con un apéndice, pedido por algunos estudiantes, de Fanon, cuyo dictado delegó elegantemente en quienes lo habían pedido, y que al final no dio nadie”21. Otro aspecto que revela la importancia del pensamiento filosófico en la experiencia de las CN es la significación epocal de la tesis de Filosofía de la UBA de Norberto Wilner, dirigida por Justino O´Farrell. El texto fue publicado en 1969 por Galerna bajo el título Ser social y tercer mundo con un prólogo de Amelia Podetti. Que una tesis de Filosofía haya sido la obra más representativa en una franja de la sociología argentina nos advierte que, tal como lo destaca Rubinich, esta experiencia disruptiva no podía más que significar “patear el tablero” en el campo de su propia disciplina22. Una crítica al libro de Wilner fue realizada contemporáneamente por Oscar Terán, en noviembre de 1969 desde la revistaLos Libros. Allí se ensaya una defensa del marxismo y en rigor ocupa más espacio el debate con Podetti, puesto que lúcidamente se advierte que “el Prólogo posee una consecuencia anti-marxista de la que carece el texto de Wilner”23. Es destacable la conflictividad ideológico-política latente en dos figuras claves que rodearon la publicación de la tesis de Wilner, puesto que mientras unos años después Justino O´Farrell fue el “decano montonero” de Filosofía y Letras; la prologuista del libro dirigió una revista para combatir teórica y políticamente precisamente la tendencia política que aquel animaba dentro del peronismo. Hechos e Ideas: un proyecto intelectual para la lucha política Los ya clásicos trabajos de Terán24 y Gilman25 apuntan a resaltar en sucesivos momentos históricos como hacia mediados de los sesenta se inició un proceso que terminaría anulando la actividad intelectual como campo autónomo. Al verse crecientemente invadido por la dinámica política, se inició un periplo que transitó del “intelectual comprometido” al “intelectual revolucionario” u “orgánico”. Una perspectiva sensiblemente distinta es la que propone Silvia Sigal, quien manifiesta que la creciente intervención en política de los intelectuales no implicaba necesariamente su licuación absoluta como tales, dado que seguían proponiéndose realizar un aporte específico. En comparación con el espacio político-intelectual marxista Sigal considera que los “intelectuales populistas” por su adhesión a una identidad nacional logran desligarse del problema del origen de clase tan caro a los “intelectuales progresistas”, y “puede emerger una palabra autónoma, sin contradicciones exteriores al discurso intelectual, que puede proponer una intervención específicamente intelectual sobre lo político“26. En tal sentido, la figura de “intelectuales populistas” nos parece mucho más fructífera para abordar la trayectoria de Amelia Podetti y la revista Hechos e Ideas (HeI), que si bien apelaba al compromiso “nacional y popular” de los intelectuales no reproducía al mismo nivel el discurso anti-intelectual propio de los sectores de la izquierda revolucionaria vinculados al ideario pro-cubano. Al respecto, resulta ilustrativo realizar un contraste entre los itinerarios de Roberto Carri y Amelia Podetti27, considerando que en el momento en que el primero se incorporó a Montoneros y abandonó la reflexión teórica para pasar decisivamente a la acción como “combatiente”, la segunda inició precisamente su momento de mayor producción teórico-política desde la revista HeI. Ramiro Podetti comenta que cuando se vinculó con Guardia de Hierro hacia el año 1968 a través de su hermano Humberto28, que militaba en la Facultad de Derecho, “Amelia nos miraba con simpatía, pero estaba en otra, en su carrera académica, en la traducción de los filósofos alemanes”. En ese momento, la organización se proponía “sacar cuadros” de la Universidad para mandarlos al barrio. La vinculación de la filósofa con Guardia ocurre precisamente cuando “cambia de línea” hacia el año 1971, al fusionarse con el FEN y dotarse de una política específica hacia el sector universitario e intelectual: “Yo creo que es a partir de ese momento que Amelia comienza a comprometerse más y de a poco aparece el proyecto de la revista (…) Amelia en particular, su compromiso con Guardia va a ser básicamente a través del proyecto de la revista (…) El proyecto de la revista era de Amelia, desde Guardia se dijo “ah que bueno”, pero el proyecto era de Amelia. Ella venía con la idea de hacer una revista hace bastante, hace unos cuantos años. Quería ponerle “Cuadrante”, que es un instrumento para guiarse en la navegación, entonces la idea era la revista que viniera a marcar rumbo. Pero después apareció Hechos e Ideas porque ahí había una cuestión medio familiar, que era reivindicar la historia familiar con el radicalismo29. Yo no me acuerdo si apareció o consiguió una colección completa de la revista y apareció la idea de recuperar el nombre, porque daba mucho con el perfil que ella buscaba. Una revista comprometida con el peronismo, pero al mismo tiempo independiente, no apéndice de una organización política que busca una cuestión de propaganda (…) Me parece importante entender ese perfil, como que no es ni un intelectualismo supuestamente independiente, cosa que a mi juicio no existe, o una revista que se asume como un órgano de propaganda. No, esta era una revista intelectual pero con una declaración de compromiso”30. El análisis de la tercera época de HeI nos parece significativo si retomamos el planteo que hiciera Oscar Terán sobre el predominio de la “violencia de las ideas” en este período. En general observar el “clima de ideas” y el “espíritu de época” resulta un criterio relevante para reconstruir el sentido y los impulsos que tenían las prácticas de los protagonistas en un contexto histórico determinado. Pero además esta perspectiva necesita ser particularmente resaltada en las décadas argentinas del sesenta y setenta, “habitadas por intensas pasiones ideológicas”, donde “los actores involucrados en violentas confrontaciones políticas resultaron en buena medida configurados por concepciones con fuertes tendencias totalizadoras, cuando no realmente integristas”31. Es en este contexto que consideramos indispensable recuperar el entramado de perspectivas teóricas, ideológicas y políticas sostenidas en HeI para recomponer y clarificar desde el plano intelectual los distintos proyectos políticos en pugna, en este caso, dentro del mismo peronismo. La presencia de los intelectuales “guardianes” nos permite aproximarnos a una recomposición holística del complejo panorama epocal, evitando que la espectacularidad de la lucha armada actúe como un reduccionismo que absorba toda la realidad social y política. En tal sentido, nos parecen fructíferas las perspectivas que, como la de Torre32, destacan otras lógicas y espacios de la vida social presentes en la coyuntura histórica, apuntando a escaparse del eje exclusivo de la violencia armada. El relanzamiento de HeI se plantea como la continuación de sus antecesoras, atestiguando “la continuidad de la línea histórica que a lo largo del siglo XX mantuvo viva la lucha secular por la liberación en la Argentina”. Se reivindica tanto la primera época de la revista entre 1935 y 1941, como uno de los medios mediante los cuales el radicalismo denunció al régimen de la “década infame”, enfatizando su linaje yrigoyenista; como, lógicamente, su segunda etapa reiniciada en 1947, destacando que fue el canal de una incorporación radical al proyecto justicialista. Precisamente del primer número de su segunda etapa se transcribe una cita donde se reivindican las revoluciones de Yrigoyen en 1916 y de Perón en 1944/45. Es interesante destacar la ausencia de referencia a Alvear que, como lo indica Cattaruzza33, formaba parte de la tradición “auténticamente” radical que se reivindicaba en la segunda etapa de la revista, no siendo exclusivamente yrigoyenista como en la tercera época se la presenta. No parece que estemos frente a una omisión por desconocimiento, dado que Amelia Podetti había estudiado en profundidad las épocas anteriores de la revista34. Presentándose como una continuación del nacionalismo popular yrigoyenista y peronista, HeI se proponía expresar una tendencia ideológica “ortodoxamente” justicialista, apuntando a dotar de coherencia doctrinaria a los diversos planos del pensamiento teórico y técnico, con una fuerte base filosófica cuyos orígenes nos remiten a La Comunidad Organizada. El primer número de HeI salió en el mes de septiembre de 1973, lo que en sí mismo nos resalta un aspecto del sentido del proyecto en ciernes. Mientras para otros sectores políticos e intelectuales se cerraba una etapa de esperanza y se habría una caracterizada por la desilusión y el desconcierto, como lo evidencian el ocaso de las revistas Envido y Antropología 3er Mundo; para HeI era justamente el momento preciso de aparecer en escena a los fines de, a tono con el discurso del líder, resguardar la doctrina peronista de las desviaciones de “los que tiran de la izquierda y de la derecha”. Una revista con un contenido técnico preciso, donde se otorga la palabra legítima a los profesionales de cada área, que así son presentados y legitimados en su pericia temática, no la encontramos y consideramos que hubiese sido impensable en el marco de la lógica de la primacía de la acción propia de las organizaciones armadas. En ciertos aspectos un proyecto con puntos de contacto había sido la experiencia de Envido iniciada en julio 1970, aunque más volcada a las ciencias sociales y el ensayismo, mientras HeI priorizaba la filosofía y los artículos científico-técnicos. Las dificultades políticas de la coyuntura truncaron la unidad política del grupo de intelectuales que la animaba, puesto que Envido encontró su fin en noviembre de 1973 al ligarse en su último número a Montoneros, al unísono que cuestionaba a su conducción contribuyendo al nacimiento de la facción JP Lealtad35. Mientras tanto, Montoneros se unificaba con las FAR y en términos de apoyatura teórica pasaba a estar más cercano a la revista Pasado y Presente de los “gramscianos argentinos” provenientes de las “Cátedras Marxistas” de Juan Carlos Portantiero36. Más allá de homologaciones entre Envido y HeI, en el sentido de proponerse dotar de un andamiaje teórico y técnico al peronismo, ciertamente respondían a distintas tendencias internas. Mientras Envido había intentando sostener al gobierno de Cámpora, los “guardianes” le otorgaron un apoyo meramente táctico pero lo rechazaron estratégicamente en todo momento37. De esta manera, las revistas Antropología 3er Mundo, Envido, HeI y Pasado y Presente son ilustrativas de los cruces ideológicos y las transformaciones dinámicas que vivía en su interior el movimiento peronista y que estalló en contradicciones durante la convulsionada coyuntura de 1973. La aparición de HeI mientras las otras publicaciones declinaban es síntoma de una diferencia significativa de la cultura política de los “guardianes” con respecto a las organizaciones guerrilleras. Si bien los “guardianes” compartían una concepción revolucionaria transversal a las juventudes de la época y no eran “democráticos” tal como lo podemos entender desde una mirada actual, no obstante, su perspectiva apuntaba a fortalecer el centro político en un momento de fuertes extremismos38. De esta manera, su orientación era más política, conceptualizada como una actividad que permite establecer un campo específico de disputa y negociación, que evita el ejercicio de la mera violencia para imponerse sobre el contrincante. En tal sentido, los “guardianes” le otorgaban mayor relevancia al papel de las ideas que los sectores vinculados a la lucha armada donde regía como lógica omnipresente la primacía de la acción. Si en Montoneros los intelectuales debían transformarse en combatientes como cualquier otro militante para dejar de ser “pequeño-burgueses” o “individualistas”, en la OUTG tenían margen para realizar un aporte diferenciado. En la editorial del Nº 4 de HeI, publicada en mayo-junio de 1974, se indicaba que los intelectuales tienen una función que cumplir actuando como “antenas sensibles capaces de captar la conciencia, la experiencia y la voluntad del pueblo y la Nación y plasmarlos teóricamente”. Es decir, si por un lado los intelectuales no deben separarse del pueblo y la nación sino nutrirse de su experiencia, constituye su rol propio la elaboración teórica. En la revista HeI no se aborda una reflexión sobre los intelectuales como problema, pero si pueden encontrarse algunos elementos implícitos en las editoriales y algunos artículos. Resulta especialmente sugerente un texto de Leopoldo Marechal publicado en el Nº 3 de marzo-abril de 197439. El artículo reproducido se intitula “Proyecciones culturales del momento argentino” y fue originalmente publicado en 1947 en el tomo I de Argentina en marcha de la Comisión Nacional de Cooperación Intelectual. Allí Marechal desarrollaba un enfoque radicalmente diferente al tono anti-intelectualista jauretcheano muy en boga desde mediados de los sesenta, agudizado en los setenta por la intensa politización y el clima de creciente beligerancia. El poeta peronista distinguía entre una “minoría creadora” de artistas e intelectuales y la mayoría de los hombres del pueblo, que actúan como “asimiladores”. Justamente su prédica promovía el desarrollo de un vínculo entre ambos espacios, donde el intelectual no debe malograrse estérilmente en el aislamiento de una “torre de marfil”, procurando que su obra llegue al pueblo de “asimiladores”. Sin embargo, advertía que no se trata de adaptarse al “nivel popular”, sino de lograr que las obras de calidad lleguen al pueblo a través del aparato de difusión cultural garantizado por el Estado, “gracias al cual el asimilador participa de iluminaciones que no está en su naturaleza producir”40. A continuación, Marechal señalaba que los equipos de colaboración estatales “deben estar formados por “los mejores” dentro de cada especialidad” para evitar el peligro de apoyarse en “algunos estratos inferiores de la cultura” que salen a la superficie con los movimientos revolucionarios como el peronismo, pero que no pueden adjudicarse “derechos que, en esa materia, sólo confieren la capacidad y el talento creador”. En tono de advertencia política agregaba que “Si el nuevo Estado trabaja con esos elementos, los mejores, al quedar desplazados de la vía estatal, realizan por la vía privada hechos de cultura muy superiores en calidad a los que cumple el Estado. Como consecuencia, el Estado se desprestigia. Y el Estado no debe desprestigiarse con ninguna de sus obras”41. Como se desprende con bastante evidencia, la selección precisamente de este texto por parte de los intelectuales “guardianes” en los albores de la tercer experiencia gubernamental peronista no puede considerarse ingenua ni azarosa, sino funcional y sintomática. Consideramos no forzar la interpretación, si advertimos que con su reproducción se pretendía legitimar como válido el viejo diagnóstico marechaliano y se convocaba a rectificarlo en la nueva experiencia gubernamental en curso. Un tercermundismo peronista, anti-cientificista y anti-marxista La obra de Amelia Podetti no incluye ningún libro editado en vida, sino que se compone de un conjunto de artículos, ponencias a congresos, clases y conferencias que combinan la rigurosidad propia de un conocimiento erudito con una abierta toma de posición política e ideológica. Su producción teórica contiene algunos ejes definidos. Por la negativa es anti-cientificista, anti-positivista y anti-marxista, y por la positiva es filosófico-holístico, tercermundista, peronista, hispano-americanista y cristiano. Vamos a desarrollar, brevemente, los aspectos salientes que conjugan estas perspectivas. Para Podetti el problema del “cientificismo” no es relativo a su aplicación, es decir un problema extrínseco al proceso de producción científica. Al contrario, en su diagnóstico la ciencia es esencialmente política en tanto responde a las articulaciones insoslayables de lo que denomina como el “proyecto político fundamental” de una sociedad históricamente determinada. A partir de los siglos XVI y XVII, especialmente desde las elaboraciones de Galileo, la filósofa juzgaba que se establecieron los criterios de una ciencia físico-matemática que pasó a considerarse necesaria, universal y objetiva, ejecutada mediante un método pretendidamente neutral y apolítico por parte del científico. Fue Hobbes quien aplicó el mecanicismo galileano al estudio del hombre, la sociedad, el Estado y las relaciones internacionales. De esta manera, el teórico inglés pudo justificar con la fuerza de la necesariedad y la universalidad científica -diferente a la religión donde existe la herejía y la filosofía donde existe la contradicción, advertía Podetti- la proyección imperial de la sociedad británica de su tiempo. Puesto que mientras la guerra de todos contra todos entre los hombres se soluciona con el pacto que delega el poder en el Estado, en la guerra de las naciones siempre prima la ley del más fuerte. En el siglo XVIII Adam Smith, retomando el planteo antropológico hobbesiano, “universaliza y eterniza categorías económicas que sólo expresan un modo de producción histórico y determinado, el modo de producción capitalista, como Marx ha mostrado exhaustivamente”42. Finalmente, hacia el siglo XIX el positivismo de las ciencias sociales le otorgó carácter científico a la “teoría europea del progreso”, lo que les permitió estigmatizar como “bárbaras y atrasadas” a todas las sociedades que se opusieran a su proyecto. Como ya lo había señalado en su artículo “La antropología estructural de Lévi-Strauss y el tercer mundo”, publicado en el Nº 2 de Antropología 3er Mundo, a Podetti le interesaba destacar lo que evaluaba como la consecuencia política más relevante de esta premisa. El objetivo era negarle especificidad y racionalidad a las sociedades del tercer mundo y las revoluciones que ellas producen. Según su perspectiva, en la intelectualidad local las figuras más representativas de la teoría cientificista del progreso fueron Alberdi e Ingenieros a los que, como vimos, habían estudiado detenidamente en el Seminario de Pensamiento Argentino que desempeñó un papel distinguido en la génesis de las Cátedras Nacionales. Asimismo, la filósofa “guardiana” desarrolló una crítica elaborada y sofisticada al marxismo que, según Poratti, “no tenía nada que ver con las habituales posturas de derecha”43. Esta apuntaba a dos aristas centrales. Por un lado Podetti cuestionaba que Marx no había logrado superar epistemológicamente las categorías mismas del capitalismo que criticaba, y por otro, siguiendo a Perón, advertía sobre el carácter disolvente y destructivo de una propuesta política sustentada en una estrategia de exacerbación de la lucha de clases. En el Nº2 deHeI, correspondiente a enero-febrero de 1974, figura una reseña de Podetti al libro Nacionalismo histórico o materialismo histórico de Eduardo Astesano -a quien podemos definir lacónicamente como “el más peronista de los marxistas”- donde aparecen los aspectos centrales de esta crítica. Allí la filósofa reprendía a Astesano por seguir imbuido de la “cosmovisión marxista”, lo que le impedía distinguir con claridad el “socialismo tercermundista” que pone el acento en la socialización del hombre, del “socialismo marxista” que lo considera un ser económico y por tanto “es un socialismo económico que pone el eje de socialización en las cosas44. Esta crítica había sido desarrollada tempranamente por Podetti en su prólogo al ya referido libro de Wilner, donde el eje del cuestionamiento a Marx apuntaba a la “lógica extrínseca” en su teoría de la determinación del ser social, al considerar su desenvolvimiento como un sub-producto del desarrollo de las fuerzas productivas. De esta manera, en su opinión Marx produjo dos consecuencias teóricas inter-relacionadas. La primera fue naturalizar como leyes económicas independientes de la voluntad humana lo que era en verdad el resultado político de la sociedad burguesa europea, específicamente la británica. La segunda consistió en transferir ese resultado político al resto de las sociedades considerándolo un proceso ineludible mediante su naturalización. De esta manera, al no distinguir entre naciones y sociedades, según Podetti, Marx se presenta como representante del proletariado inglés frente a su burguesía, pero enmascara lo que los une, la explotación colonial. Puesto que en su perspectiva “La fuente última de la plusvalía no es la explotación de unos sectores por otros en la metrópoli, sino la explotación conjunta de las zonas periféricas por la sociedad metropolitana”45, razón por la que destacaba la presencia subrepticia de “un enmascarado imperialismo, en el núcleo lógico de una categoría marxista”46. El segundo aspecto, se halla plenamente desarrollado en el tercer y último artículo que Amelia Podetti publicó en HeI, en el número 8 de enero-abril de 1975, intitulado “La comunidad disociada y sus filósofos”. Allí, ampliando un concepto esbozado por Perón en un párrafo de La Comunidad Organizada47, vinculaba a Hobbes y Marx en una concepción antropológica y filosófica común. Podetti destacaba entre los autores un denominador común dado que “la concepción sigue siendo la misma: el egoísmo, la búsqueda del lucro, la competencia, la guerra de todos contra todos, reaparecen en Marx sólo que `socializados´ bajo la forma de la lucha de clases. Marx cuestiona el individualismo pero en realidad socializa el individuo egoísta de Hobbes: la lucha de clases es la socialización del homo homini lupsus“48. Conclusiones A lo largo del texto hemos fundamentado las razones por las cuales la trayectoria de Amelia Podetti revela un conjunto de particularidades que permiten ampliar y complejizar el panorama de trayectorias político-intelectuales desde fines de los sesenta hasta el golpe de 1976. En primer lugar, Podetti expresó la permanencia de una corriente filosófica vinculada al “pensamiento nacional” que a través de su maestro Andrés Mercado Vera nos retrotrae hasta Carlos Astrada y su destacada participación en el Primer Congreso Nacional de Filosofía de 1949. En segundo lugar, esta corriente filosófica coincide coherentemente con la actividad política en una típica organización de cuadros de la época, Guardia de Hierro, que apuntaba a vertebrar una interpretación “ortodoxa” del peronismo desplegando un bagaje teórico. En tercer lugar, frente a trayectorias como la de Roberto Carri que fueron absorbidos por la lógica de la primacía de la acción, Podetti participó de una experiencia que valoraba la lucha de ideas como un espacio decisivo de la construcción política. Por tal motivo, mientras otros proyectos teórico-políticos del peronismo veían su ocaso, la filósofa “guardiana” alentó la publicación de los nueve números de la tercera época de la revista HeI. En cuarto lugar, en contraste con otros sectores de las CN vinculados a las tendencias del peronismo de izquierda que intentaron buscar diferentes grados de síntesis entre el “pensamiento nacional” y el marxismo, Amelia Podetti apuntó a sostener la doctrina justicialista como un ideario auto-suficiente. En esta perspectiva, el peronismo tenía sus propias raíces filosóficas y teóricas, geográfica e históricamente determinadas por las peculiaridades del entramado cultural americano Notas1 Se desempeñó en las cátedras de Introducción a la Filosofía, Historia de la Filosofía Moderna y Filosofía de la Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA; Visión en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UBA; Derecho Político en la Facultad de Derecho de la UBA con la intervención Puiggrós de 1973;Filosofía de la Historia en la Universidad Nacional de La Plata; y titular por concurso de Gnoseología en la Facultad de Filosofía de la Universidad del Salvador. Datos reconstruidos en base al legajo de Amelia Podetti en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, del Proyecto de Declaración S-0082/09 del Senado de la Nación presentado por los senadores Liliana T. Negre de Alonso y Adolfo Rodríguez Saá y de una pequeña reseña biográfica sin firma en Hechos e Ideas, Tercera época, Año XXII, n° 23 / 24, Buenos Aires, Noviembre 1995. 2 Amelia Podetti, Comentario a la Introducción a la Fenomenología del Espíritu,Buenos Aires: Biblos, 2007. Este libro contiene un prólogo del año 2006 de Jorge Bergoglio, el actual Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, con quien Podetti entabló un vínculo en el marco de la actividad académica en la Universidad de El Salvador y en el Colegio Máximo de San Miguel perteneciente a la Compañía de Jesús conducida a la sazón por el ahora Papa Francisco. Ver URL: http://www.terredamerica.com/2013/06/27/per-un-dialogo-genuino-con-il-pensiero-filosofico-moderno-note-di-filosofia-del-cardinal-bergoglio-a-margine-di-un-libro-di-amelia-podetti/. Asimismo, años antes fue editado como material orientado al Ciclo Básico Común de la UBA Amelia Podetti, El pensamiento de Lévi-Strauss. Una visión crítica, Buenos Aires: Eudeba, 1997. 3 Sobre las trayectorias de Guardia de Hierro, el Frente Estudiantil Nacional y su experiencia conjunta en la Organización Única del Trasvasamiento Generacional (OUTG) ver Humberto Cuchetti, Combatientes de Perón, herederos de Cristo. Peronismo, religión secular y organizaciones de cuadros, Buenos Aires: Prometeo, 2010. También pueden consultarse M. Reta, “El Frente Estudiantil Nacional (FEN): juventud y estudiantado en el proceso contestatario de los años sesenta en Argentina”, Antíteses, vol. 2, núm. 4, julio-diciembre, p. 1059-1093, Brasil: Universidade Estadual de Londrina, 2009; los estudios parciales de historia oral P. Pozzi, y A. Pérez, Entrevista a Guardia de Hierro, Taller Vol.8, Nº 23, Buenos Aires, 2006 y A. Anchou, Guardianas. Las mujeres de Guardia de Hierro, Programa de Historia Oral de la FFyL de la UBA, Buenos Aires: Imago Mundi, 2007; así como el libro periodístico sin alcance historiográfico A. Tarruella, Guardia de Hierro: de Perón a Kirchner, Buenos Aires: Sudamericana, 2005. 4 La revista volvió a salir en julio de 1983, continuando la numeración de la tercera época y planteándose como su continuación, dirigida por Ana María Aimetta de Colotti, quien fuera una discípula cercana de Amelia Podetti. Más allá de los nominalismos, dada las condiciones de producción y el consejo de redacción que la realiza, la naturaleza de la revista se vio alterada como para que podamos hablar en los hechos de una “cuarta época” que continúa hasta la actualidad y que merecería un análisis específico. 5 El “verticalismo” es una auto-definición dentro del peronismo “guardián” que, aunque no se usara frecuentemente en las publicaciones, en las entrevistas si aparece esa forma de reconocimiento, es decir, que adquiere el carácter de una categoría nativa. Por el contrario, en este caso, la “ortodoxia” es plenamente analítica. No figura en las publicaciones y si bien es comprendida en su sentido explicativo no aparece una auto-identificación de parte de los entrevistados. En su perspectiva, ellos simplemente se consideraban “peronistas” y esa identidad no puede expresarse de otra forma que no sea bajo el liderazgo político ejercido por Perón y los parámetros ideológicos de su doctrina. Para ellos no existía la posibilidad de ser peronista “de derecha” o “de izquierda”, simplemente o se era peronista o no se lo era. 6 Para las trayectorias previas de O´Farrell y Cárdenas ver Alejandro Mayol, Norberto Habegger y Arturo Armada, Los católicos Posconciliares en la Argentina,Buenos Aires: Galerna, 1970. 7 Raúl Burgos, Los gramscianos argentinos: Cultura y política en la experiencia de pasado y presente, Argentina: Siglo XXI, 2004, p. 180. 8 Utilizamos la definición de “pensamiento nacional” partiendo de la auto-definición en el campo político-intelectual para incluir a la amplia gama de intelectuales nacionalistas, focalizando en esta etapa especialmente en los vinculados al peronismo que se reconocían como partidarios de un “nacionalismo popular”. Las comillas que empleamos a lo largo del texto apuntan a tener presente que adquiere su carácter explicativo funcionando como categoría nativa. En términos analíticos, por supuesto, la cultura intelectual argentina incluye una amplia paleta de colores. 9 F. Mallimaci y G. Giorgi, “Nacionalismos y catolicismos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA”, en 50 aniversario de la Carrera. VII Jornadas de Sociología. Pasado, presente y futuro, Buenos Aires: Carrera de Sociología UBA, 2007; A. Ghilini, “Sociología y liberación nacional. La experiencia del grupo universitario de las ´Cátedras Nacionales´”, URL: http://www.perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/question/article/view/480/853; Rubinich, como destacaremos luego, aunque no hace referencia a Podetti, rastrea la presencia del enfoque filosófico a través de la tesis de Norberto Wilner, prologado por aquella, en L. Rubinich, “Los sociólogos intelectuales: cuatro notas sobre la sociología en los 60″, en 50 aniversario de la Carrera. VII Jornadas de Sociología. Pasado, presente y futuro, Buenos Aires: Carrera de Sociología UBA. 10 Barletta y Lenci señalan este aspecto al poner en vinculación a los “cientistas sociales” -la definición es discutible, dado que difícilmente Podetti se auto-definiera de esa manera- que colaboraban con la revista Antropología 3er Mundoy se hallaban vinculados a la experiencia de las Cátedras Nacionales, en Ana M. Barletta y M. Laura Lenci, “Politización y Ciencias Sociales en la Argentina. Incidencia de la revista Antropología 3er. Mundo 1968-1973″, en Guillermo Gutierrez, Antropología 3er Mundo, Buenos Aires: FFyL UBA, 2009. También ver Aritz Recalde e Iciar Recalde, Universidad y liberación nacional, Buenos Aires: Nuevos Tiempos, 2007. 11 Arturo Armada, al destacar la importancia del Seminario señala que “En ese seminario entramos a leer todos los autores que pudimos sobre la historia argentina y sobre la evolución del pensamiento. Ahí nació una voluntad de profundizar en el pensamiento que se había generado en la Argentina, cuáles eran sus limitaciones al captar la realidad pasada y presente cómo y por qué se había impuesto el pensamiento hegemónico de la dependencia. Desde el Facundo hasta Radiografía de la Pampa, releyendo a Alberdi, Agustín García, L.V. Mansilla, José Ingenieros, etc. Llegamos hasta José Ingenieros y después el grupo sobre Pensamiento Argentino se diluyó porque llegó la diferenciación política; algunos nos volcamos hacia el peronismo de izquierda y otros, como Amelia Podetti, se acercaron a Guardia de Hierro. Pero ese grupo de estudio del pensamiento argentino fue vital para la gestación de Envido porque, entre otras cosas, de ahí salió Feinmann. Y salió dispuesto para lo que sobrevendría con la revista: su adscripción al peronismo”. Norberto Raffoul y Rodolfo Beltramini, Entrevista a Arturo Armada, URL http://www.croquetadigital.com.ar/index.php?option=com_content&task=view&id=1768&Itemid=113. 12 Pablo Buchbinder señala que “la carrera de Filosofía no parece ser la más afectada por los cambios políticos acaecidos desde 1946″, Capítulo XII: “Enseñanza e investigación (1944-1955)”, en Pablo Buchbinder, Historia de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires: Eudeba, 1997. 13 Contrariamente a lo que usualmente se ha creído de los 22 capítulos de la versión escrita, en la sesión del Congreso Perón leyó los últimos seis, del XVII al XXII. Los primeros 16 fueron incorporados luego a las Actas del Congreso, editadas en tres tomos a partir de 1950. Oscar Castellucci, “Prefacio”, en Juan Domingo Perón, La comunidad organizada. Vigencias y herencias, Buenos Aires: IMA, 2007, p. 14. 14 El relato de Feinmann sobre Guardia y Amelia Podetti es muy claro en resaltar la sólida formación de estos “peronistas heideggerianos” pero es políticamente confuso e incluso contradictorio en cuanto a su caracterización política. Por un lado los distingue junto a los Demetrios de los grupos más derechistas como el CNU, el CdeO y la Juventud Sindical pero luego los unifica. Más allá de las confusiones propias de la memoria subjetiva y del estilo ensayístico, también puede destacarse que dicha diferenciación puede marcar evaluaciones correspondientes a la evolución de la situación política. Ver J.P.Feinmann, Peronismo. Filosofía política de una persistencia argentina, 2 tomos, Buenos Aires: Planeta, 2011. Sobre el Encuadramiento de Juventud Peronista, el otro grupo con peso específico del peronismo “centrista”, ver Juan Pedro Denaday, “Los `Demetrios´: ¿trotskistas, peronistas, nazis?”, Antíteses, vol. 6, núm. 11, enero-julio, p. 169-192, Brasil: Universidade Estadual de Londrina, 2013. URL:http://www.uel.br/revistas/uel/index.php/antiteses/issue/view/908/showToc. 15 Sus libros políticos fueron Cristianismo, marxismo y revolución social en 1964, Cristianismo y nueva ideología en 1968, Violencia y estructuras de 1971, Izquierda, peronismo y socialismo nacional de 1972 y Peronismo y liberación nacional de 1973. Para más información de su vida y obra ver “Homenaje a Conrado Eggers Lan”, en Movimiento, Año 2 - Número 16, Instituto de Altos Estudios Juan Perón, sep. De 2006, URL:http://www.institutojuanperon.org.ar/sites/default/files/Boletin16.pdf . A raíz de su participación en el diálogo cristiano-marxista recibiría una dura crítica por parte de León Rozitchner desde las páginas de la revista Pasado y Presente, Córdoba, Año 1, Nº 2-3, julio-diciembre de 1963. 16 Armando Poratti fue ayudante en la cátedra de Conrado Eggers Lan a partir de 1971 y hacia 1973 ingresó a la de Pugliese. Con el golpe de 1976 lo desplazan a Eggers Lan de la Cátedra y al año siguiente Poratti es despedido. En seguida Amelia Podetti lo incorpora a su Cátedra de Filosofía de la Historia, en la cual participa hasta su fallecimiento para luego integrarse a la cátedra de Mercado Vera. Fue Profesor y Doctor en filosofía (UBA, US). Se desempeñó como Profesor titular de Historia de la Filosofía Antigua (UNR, US), Investigador del Conicet y de la Academia Nacional de Ciencias, hasta su reciente fallecimiento el 31 de octubre de 2012.fe 17 Conrado Eggers Lan, Peronismo y liberación nacional, Buenos Aires: Búsqueda, 1973, p. 225. 18 Quien fuera Rector de la Universidad de La Plata en la intervención Puiggrós, bajo la cual Astrada recibió el nombramiento póstumo de Profesor Emérito de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires 19 Guillermo David, Carlos Astrada: la filosofía argentina, Buenos Aires: El cielo por asalto, 2004, p.363. 20 Andrés Mercado Vera, “La idea de libertad en la doctrina justicialista”, enHechos e Ideas, Tercera época, Año III, Nº 10, julio 1983, p. 25. 21 Entrevista del autor con Armando Poratti, Buenos Aires, 21 de febrero de 2012. Poratti asegura la pertenencia de Mercado Vera a Guardia de Hierro, pero lo distingue de Amelia Podetti por una actitud menos militante y política. 22 L. Rubinich, Los sociólogos intelectuales…, p. 10. 23 Oscar Terán, “El robinsonismo nacional”, en Los libros, Nº 5, noviembre de 1969, p. 3, URL: http://izquierda.library.cornell.edu. La revista Los Libros, vinculada al maoísmo, se publicó entre 1969 y 1977. Dirigida por Héctor Schmucler, participaron entre otros Ricardo Piglia, Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano. 24 Oscar Terán, Nuestros años sesentas. La formación de la nueva izquierda intelectual en la Argentina 1956-1966, Buenos Aires: Puntosur, 1991. 25 Claudia Gilman, Entre la pluma y el fusil. Debates y dilemas del escritor revolucionario en América Latina, Buenos Aires: Siglo XXI, 2003. 26 Silvia Sigal, Intelectuales y poder en la Argentina. La década del sesenta, Buenos Aires: Siglo XXI, 2002, p. 185. 27 Cuando Podetti publicó “La Antropología Estructural de Lévi-Strauss y el Tercer Mundo” en el Nº 2 de Antropología 3er Mundo, de mayo de 1969, en la misma revista Roberto Carri publicaba la segunda parte de “El formalismo en las ciencias sociales”. 28 Ramiro Podetti, actualmente profesor especializado en estudios latinoamericanos e historia de las ideas políticas en la Universidad de Montevideo, es hermano de Amelia y en los setenta fue uno de los principales responsables de las Brigadas de JP. Humberto Podetti fue el interventor del Partido Peronista en la provincia de Salta en diciembre de 1973, donde Guardia de Hierro tenía un peso específico. Para una descripción de los hechos, con una mirada empática con la izquierda peronista y un tanto unilateral en la caracterización de los otros sectores peronistas y del rol de Perón, ver Alicia Servetto, Cap. 6: “El gobierno de Ragone en Salta: la definición de un estilo y la acumulación de tensiones”, en 73/76: El gobierno peronista contra las “provincias montoneras”, Buenos Aires: Siglo XXI, 2010. 29 En su presentación la revista se asume como una continuidad de las dos primeras épocas, tanto la radical como la peronista. Para la historia de las época previas de Hechos e Ideas ver Alejandro Cattaruzza, “Una empresa cultural del primer peronismo: la Revista «Hechos e ideas» (1947-1955)”, Madrid: Revista Complutense de Historia de América, vol. 19, 1993 y Flavia Fiorucci, Intelectuales y peronismo, 1945-1955, Buenos Aires: Biblos, 2011. 30 Entrevista del autor con Ramiro Podetti, Buenos Aires, 24 de abril de 2012. 31 Oscar Terán, “Década del 70: violencia de las ideas”, en Lucha armada en la Argentina, Año 2 - Número 5, 2006. 32 Juan Carlos Torre, El gigante invertebrado. Los sindicatos en el gobierno, Argentina 1973-1976, Buenos Aires: Siglo XXI, 2004. 33 “La revista no oculta ni su pasado radical, ni sus vínculos con el aparato partidario manejado por Alvear”. Cattaruzza, “Una empresa cultural del primer peronismo: la Revista «Hechos e ideas» (1947-1955)”, Madrid: Revista Complutense de Historia de América, vol. 19, 1993, p. 274. 34 Entrevista del autor con Alejandro Pandra, Buenos Aires, 5 de diciembre de 2011. Pandra inició su militancia en la primera Guardia de Hierro y fue un destacado cuadro político de la OUTG. 35 Mariana Pozzoni, Una mirada sobre la militancia en los primeros años ‘70 a través de la revista Envido (1970- 1973), Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Cuestiones del tiempo presente, 2012, [En línea], Puesto en línea el 30 enero 2012. URL: http://nuevomundo.revues.org/62672 36 Horacio González cuenta que “yo me acuerdo que veía la paradoja de que era más bien el grupo que no era peronista en la Universidad, el grupo de la cátedras donde estaba Portantiero, el que finalmente se encontraba con Montoneros, y nosotros, que en los años anteriores habíamos hecho el “campo intelectual” de los Montoneros, de algún modo éramos más periféricos”, en Burgos, Los gramscianos argentinos…, p. 200. 37 En el Nº 10 de Envido se caracteriza a Guardia de Hierro y al FEN-OUP como una “ortodoxia pasiva y mecanicista”, se les cuestiona la utilización excesiva del concepto de “sinarquía” para explicar los conflictos internos del peronismo y se los critica por la reciente alianza -luego del asesinato de Rucci- a favor de la “depuración marxista” con el CNU, el CdeO, la JSP y otros grupos menores de la derecha peronista. 38 En una sugestiva reflexión, uno de sus viejos cuadros definió a los “guardianes” como extremistas de centro, en contraposición a lo que consideraban como la línea ofensivista de la Tendencia. Entrevista del autor con Julio Colotti, Buenos Aires, 7 de noviembre de 2011. 39 La segunda mujer de Marechal, Elvia Rosbaco era militante de Guardia, lo que actuaba como un incentivo para la vinculación intelectual con quien otrora se bautizara como el “poeta depuesto”. 40 Leopoldo Marechal, “Proyecciones culturales del momento argentino”, en Hechos e Ideas Nº 3, Tercera época, Año 1, Marzo-Abril, 1974, p. 81 41 Ibídem, p. 83. 42 Amelia Podetti, “Ciencia y política: aportes para un encuadre del problema”, en Hechos e Ideas, Tercera época, Nº 1, septiembre 1973, p. 19. 43 Armando Poratti, “Amelia Podetti, sobre la ciencia y la política”, en Hechos e Ideas, Tercera época, n° 23 / 24 Noviembre, 1995, p. 215. Poratti si bien mantuvo lazos de colaboración intelectual, nunca se integró orgánicamente a Guardia de Hierro y era crítico de varios aspectos que consideraba “conservadores” de aquella tradición política. Por tal motivo es que resaltamos su opinión en este aspecto. 44 “Libros”, en Hechos e Ideas Nº 2, Tercera época, Año 1, Enero-Febrero 1974, p. 126. 45 Ibídem, p. 38. 46 Podetti, “Racionalidad, irracionalidad y Tercer Mundo”, en Norberto Wilner, Ser Social y Tercer Mundo, Buenos Aires: Galerna, 1969, p. 37. 47 “Cuando Marx nos dice que de las relaciones económicas depende la estructura social y su división en clases y que por consiguiente la Historia de la humanidad es tan sólo historia de las luchas de clases, empezamos a divisar con claridad, en sus efectos, el panorama del Leviathan” J.D.Perón, “La comunidad organizada”, en J.D.Perón, La comunidad organizada: vigencias y herencias, edición comentada por Armando Poratti y otros, Buenos Aires: Instituto para el Modelo Argentino, 2007. 48 Amelia Podetti, “La comunidad disociada y sus filósofos”, en Hechos e Ideas Nº 8, Tercera época, Año 2, Enero-Abril 1975, p. 84. Para citar este artículoReferencia electrónica Juan Pedro Denaday, « Amelia Podetti: una trayectoria olvidada de las Cátedras Nacionales », Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En línea], Cuestiones del tiempo presente, Puesto en línea el 29 agosto 2013, consultado el 27 octubre 2013. URL: http://nuevomundo.revues.org/65663 ; DOI : 10.4000/nuevomundo.6566 [De ahí fue extraída esta versión]

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