domingo, 12 de julio de 2015

CHINA

Entre la ladera del monte Li y el río Wei, en la provincia china de Shaanxi, un túmulo con forma de pirámide se eleva más de 40 metros sobre la planicie. Bajo su cúspide, hoy hundida, un palacio subterráneo alberga los restos de uno de los personajes más fascinantes de la historia de China: Zhao Zheng, rey de Qin y primer unificador de China, al que conocemos como Qin Shihuang di, "el primer emperador" (259-210 a. C.). 
A principios del siglo XX circulaban historias sobrecubrimientos en la zona, protagonizadas por agricultores que excavaban en búsqueda de agua, aunque su veracidad no es fácil de contrastar. Pues, la convulsa situación política de China en la primera mitad del siglo XX impidió comprobar si aquellas apariciones tenían algún valor desde el punto de vista arqueológico.
El gran descubrimiento ocurrió en 1974. Aquel año la región de Shaanxi estaba sufriendo una de sus peores sequías, y los campesinos, desesperados por encontrar agua, habían empezado a excavar pozos más profundos de lo habitual. Uno de esos agricultores era Yang Zhifa, que salió junto a sus hermanos un día para buscar agua. El pozo que estaba perforando tenía ya más de cuatro metros de profundidad cuando la pala de Yang dejó a la vista una forma circular. Pensando que se había topado con algún cuenco antiguo, excavó con cuidado alrededor de la cerámica hasta dejar al descubierto el cuello de una escultura de terracota. Acababa de despertar a los guerreros de Xian.
Los improvisados arqueólogos siguieron escavando alrededor de la figura hasta que dieron con un suelo de ladrillo. Sospechando que habían realizado un descubrimiento singular, informaron a las autoridades y de inmediato la zona se llenó de arqueólogos e historiadores.
El 11 de julio de 1975 se dio la noticia al mundo del hallazgo del ejército de Guerreros de terracota. Hasta la actualidad se han descubierto en Xian más de 8.000 soldados de tamaño ligeramente superior al natural, uniformados de acuerdo con su rango, vistiendo armadura y pintados de colores brillantes. Aunque resulte difícil de entender, no hay dos caras iguales entre los guerreros de Xian.
Sin embargo, durante las excavaciones se puso de manifiesto que los soldados de terracota habían sido desprovistos de sus armas, y muchos habían sido destruidos. La historiografía china cuenta que, tras la muerte del emperador, acontecieron numerosas revueltas. Durante una de ellas, encabezada por el general Xiang Yu, del reino de Chu, los rebeldes ingresaron en la tumba, la saquearon y quemaron en su huida las estructuras de madera que cubrían el recinto. Los restos calcinados fueron quedando paulatinamente cubiertos por tierra y vegetación, y así quedó sellado el destino de los guerreros de Xian.

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