sábado, 22 de junio de 2019

EL PAÍS 22 de junio de 2019 Declaraciones en la megacausa campo de Mayo / Mercedes Benz “La empresa dio los datos a los represores”

Los testimonios son claros y prueban que la firma alemana denunciaba a delegados y comisiones internas. La presencia de directivos de origen nazi.
La causa Mercedes Benz es parte del megajuicio por crímenes de lesa humanidad cometidos en Campo de Mayo.
La causa Mercedes Benz es parte del megajuicio por crímenes de lesa humanidad cometidos en Campo de Mayo. 
“La empresa dio los datos a los represores, vi algunos legajos en el Juicio por la Verdad con la foto que nos sacaban cuando entrábamos a trabajar a Mercedes Benz”. La frase fue pronunciada en la última audiencia del megajuicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en Campo de Mayo, por el ex trabajador de la automotriz alemana Ramón Segovia. En jornadas anteriores otros testigos revelaron que hubo directivos nazis en la sede argentina y mostraron la relación de la empresa con varios ejércitos latinoamericanos que integraron el Plan Cóndor. En este juicio no hay ningún empresario de la multinacional, ni dirigentes de la lista Verde del Smata imputados. Se juzga solo a seis militares por crímenes de lesa humanidad cometidos en los cuatro centros clandestinos de detención que funcionaron en el complejo militar de Campo de Mayo, entre ellos Santiago Riveros, Eugenio Guañabens Perelló y Miguel Castagno Monge.
Muchas de las víctimas que pasaron por esos centros clandestinos de detención y tortura eran trabajadores y activistas, miembros de comisiones internas de fábricas y empresas. En el caso de Mercedes Benz, algunos de ellos fueron Alberto Arenas, Juan José Mosquera, Jorge Leichner Quilodran, Alberto Gigena, Diego Nuñez, Fernando Del Contte, que continúan de­saparecidos, y Héctor Ratto, que sobrevivió y declarará en julio.
Ramón Segovia, que trabajó en la planta de González Catán desde 1974 hasta 1993, fue parte de los trabajadores de base que se oponían a la conducción de José Rodríguez. “La huelga de 22 días de 1975 se inicia porque estábamos disconformes con el sindicato por la paritaria. Les pedíamos que se consulte lo que se iba a firmar y se negaban a hacer asamblea”. En su testimonio, relató que entre los operarios se cuidaban, porque había infiltrados. “Una vez ingresó una persona en el turno noche y mientras trabajaba se le cayó una pistola aparentemente militar que a la vigilancia se le pasó a pesar de que había detectores de metal. Pero desde ese día esa persona no pisó más la fábrica”. 
Este testigo contó el secuestro de Ratto, el 13 de agosto de 1977. Juan Tasselkraut era uno de los gerentes de Mercedes Benz. Ratto fue obligado a ir a su oficina y le pidió que se entregara, mientras estuvo ahí escuchó que el gerente que les daba el domicilio de Diego Nuñez, otro trabajador secuestrado ese mismo día y que continúa desaparecido. A Ratto desde la planta lo llevaron a una comisaría y luego a Campo de Mayo, donde estuvieron otros trabajadores de la planta Mercedes. “El sindicato no hacía nada por los desaparecidos, al contrario”, dijo Segovia. En plena dictadura los obreros de Mercedes hacían colectas para las familias de sus compañeros desaparecidos. “Era sin que se entere la empresa porque era muy peligroso, iban 3 o 4 compañeros a llevarles lo que se recaudaba todas las quincenas”.
En anteriores audiencias había declarado Hilda Fernández, parte de la asesoría letrada de Mercedes Benz y secretaria del ex director de Asuntos Jurídicos de la empresa durante la dictadura, Rubén Cuevas. Este abogado, junto a Tasselkraut y otros directivos, aportaron a los genocidas los nombres y las direcciones de las víctimas. Fernández era quien confeccionaba los contratos que la automotriz tenía con el Ejército argentino y con otros países latinoamericanos, a los que les vendían las Unimog. Además la mujer confirmó que trabajó con una persona de apellido Mossetti. “Era uno de los directores alemanes de la empresa, a pesar de que no era alemán. El señor era un agente doble, tanto de Alemania como de los aliados, un servicio de inteligencia de la Segunda Guerra Mundial”, dijo. William Mosetti había sido oficial de Benito Mussolini hasta que en 1943 se pasó al bando de Estados Unidos. 
Otro de los testigos, Hugo Crosatto, también habló de los nazis que eran parte de cargos jerárquicos de la empresa y sobre cómo estaban infiltrados desde antes de 1976. “Ya en enero de 1974 mi jefe de sector, un ex nazi de apellido Snuck, tenía una lista con nombre de trabajadores que éramos activistas y clasistas. Los milicos estuvieron pero las que dieron los datos fueron las empresas, está demostrada su responsabilidad”, declaró.

ECONOMÍA 22 de junio de 2019 Panorama económico Dos dígitos, de indigencia

Un millón de indigentes. Ese es el número de personas que no alcanzan a cubrir los costos de la canasta básica alimentaria en el conurbano bonaerense. La cifra exacta informada por el Indec es 1.031.257 personas. Representa el 8,5 por ciento del total de la población en los populosos partidos del Gran Buenos Aires. El dato corresponde al segundo semestre de 2018 y es el último informado hasta el momento por el organismo oficial. El próximo se conocerá el 30 de septiembre, a cuatro semanas de las elecciones. La novedad allí será que la indigencia podría alcanzar los dos dígitos por primera vez desde la crisis de 2001-2002, un retroceso social del que deberá rendir cuentas la gobernadora María Eugenia Vidal.
De aquellos tiempos de la campaña de 2015, cuando Cambiemos prometía pobreza cero, a la realidad de fábricas que cierran, empleos que se caen y pobres que se multiplican lo que pasó fue el fracaso del modelo económico que supuestamente debía derramar bienestar y solo trajo una lluvia de calamidades. Vidal es la cara amable de ese proyecto político-económico. Lo promueve a pesar de que Buenos Aires es una de las provincias que más lo está sufriendo en el conjunto del país. En particular, el conurbano, donde los indicadores de desocupación, pobreza y equidad social empeoraron notablemente los últimos cuatro años, a la par de la caída de la industria, el comercio y la actividad económica en general. En la provincia, en cambio, lo que más ha crecido en ese tiempo es la deuda en moneda extranjera.
Las elecciones de 2015 en la provincia de Buenos Aires las ganó Vidal con el 39,4 por ciento de los votos (3.609.312), sobre el 35,2 por ciento de Aníbal Fernández (3.230.789) y el 19,2 de Felipe Solá (1.763.241). Las expectativas que despertaba la ex vicejefa de gobierno porteño en amplios sectores de la sociedad chocan cerca del final de su mandato con estadísticas sociales que causan alarma. La indigencia creció en el último año del 6,2 por ciento en el segundo semestre de 2017 al 8,5 por ciento en igual período de 2018. Ese salto de 2,3 puntos porcentuales implicó la caída en la indigencia de más de 280 mil personas, al pasar de 743.345 a 1.031.257. En el primer semestre de 2018, en tanto, la indigencia también había sido del 6,2 por ciento, con 745.058 personas afectadas. Es decir que la estampida inflacionaria de la segunda mitad del año pasado fue demoledora.
Como el ritmo de suba de precios volvió a ser intenso en los primeros seis meses de este año, la perspectiva es que la indigencia en el conurbano bordeará los dos dígitos cuando se comunique el próximo resultado a fines de septiembre. En marzo pasado, sin embargo, el Gobierno adelantó todos los aumentos previstos para el año de la Asignación Universal por Hijo, con un ajuste del 46 por ciento, lo cual atenuará el incremento de la indigencia. Aun así, estimaciones privadas aseguran que la indigencia volverá a trepar en el próximo reporte de la Encuesta Permanente de Hogares.
En cuanto al índice de pobreza, las cifras del Indec para el conurbano bonaerense muestran una trayectoria todavía más grave. En el segundo semestre de 2018 escaló allí al 35,9 por ciento de las personas, lo que constituye el peor resultado desde la crisis de 2001-2002. Un año antes, en la segunda mitad de 2017, la pobreza en la provincia de Vidal era del 29,5 por ciento. Ese aumento impactante de más de 6 puntos porcentuales generó nada menos que cerca de un millón de nuevos pobres. Fueron 814 mil personas más que pasaron a estar sumergidas en esa condición al no poder costear la canasta básica total, que además de alimentos incluye otros bienes y servicios esenciales. En números absolutos, la pobreza pasó de 3.542.639 personas en el segundo semestre de 2017 a 4.356.789 en igual período de 2018.
Ambos indicadores, el de pobreza e indigencia, presentan en los partidos del Gran Buenos Aires números peores que el promedio nacional. En efecto, la pobreza a nivel nacional se ubicó en el segundo semestre de 2018 en 32,0 por ciento, contra el 35,9 por ciento de las personas en el conurbano bonaerense. En indigencia, la comparación es del 6,7 por ciento nacional al 8,5 en el conurbano.
“La pobreza en partidos como Moreno, José C. Paz o Florencio Varela está bien arriba del 40 por ciento. Los municipios tuvieron que aumentar la asistencia porque la situación es dramática”, describe el diputado Daniel Arroyo, quien asegura que el gobierno de Vidal también resolvió incrementar los envíos de alimentos a un número de comedores que se duplicó en los últimos cuatro años. “En diciembre la provincia potenció la cobertura con bolsones de comida porque existían riesgos de desborde social. Ahora está pasando lo mismo, antes del inicio de la campaña electoral, están mandando más comida. Es la asistencia básica, para cubrir la emergencia”, explica.
Martín Mangas, investigador-docente de la Universidad Nacional de General Sarmiento, señala que efectivamente la crisis social motivó un incremento del presupuesto para asistencia. Pasó a representar el 3,4 por ciento del gasto total de la provincia este año, contra el 2,5 en 2018. En 2015, las partidas para ese rubro concentraron el 2,9 por ciento del gasto. Sin embargo, Vidal está destinando más fondos a pagar intereses de la deuda contraída bajo su mandato que a la cobertura social. Según datos del Ministerio de Economía de la provincia, la deuda total bonaerense al 31 de marzo era equivalente a 11.959 millones de dólares, un 9,6 por ciento del PIB provincial. En 2015, Daniel Scioli había dejado una deuda que representaba el 6,3 por ciento del PIB provincial. Pero además, ahora la deuda nominada en moneda extranjera (dólares y euros) es el 81,6 por ciento del total, contra el 57,8 de cuatro años atrás. Eso significa que el gobierno de Cambiemos en la provincia desplegó el mismo programa de endeudamiento en dólares que su par nacional. Los perjuicios de esa estrategia se observan en las partidas que ahora deben destinarse al pago de capital e intereses, que van en aumento al ritmo de la devaluación del peso. En el presupuesto 2019, concentran el 6,7 por ciento del gasto total, bien por arriba del 4,5 de 2018. Como se ve, las partidas para pagar deuda subieron en 2,2 puntos porcentuales, en tanto que los fondos para asistencia social crecieron en 0,9 puntos y equivalen a la mitad de lo que se destina para cumplir con los acreedores.
Los dos dígitos de indigencia que podrían informarse el 30 de septiembre son consecuencia de los otros dos dígitos que ya existen en la provincia de Buenos Aires: los de la desocupación. “En el primer trimestre de 2019 el desempleo en los partidos del Gran Buenos Aires alcanzó el 12,3 por ciento. En el primer trimestre de 2015 ese guarismo era del 8,8 por ciento. Equivale a un aumento de la desocupación del 39 por ciento en cuatro años”, compara Mangas, en base a los datos del Indec conocidos esta semana.
La política económica del gobierno de Mauricio Macri generó impactos sociales y productivos muy graves en la provincia de Buenos Aires. Vidal, como su gobernadora, en lugar de advertir por las consecuencias de ese plan dice, al igual que su jefe, que es el camino correcto. El camino, por lo que se ve, está llevando al sufrido conurbano a los dos dígitos de indigencia.

ECONOMÍA 22 de junio de 2019 Caídas del consumo en prácticamente todo tipo de bienes y servicios

De alimentos a Netflix, todo cae en el recorte
Una encuesta de D’Alessio IROL revela que el 70 por ciento de los consumidores redujo sus compras de alimentos, pero también hay recortes en gastos de Internet y Netflix.
El 80 por ciento sustituyó primeras marcas por otras más baratas. El 40 por ciento redujo sus compras de remedios.
El 80 por ciento sustituyó primeras marcas por otras más baratas. El 40 por ciento redujo sus compras de remedios. 
Imagen: Guadalupe Lombardo
El 70 por ciento de los consumidores redujo sus compras de carne vacuna y de gaseosas en los últimos meses y el 80 por ciento sustituyó primeras marcas por otras opciones más baratas en el mercado de consumo masivo. También 8 de cada 10 personas bajaron o abandonaron sus compras de indumentaria y 6 de cada 10 achicaron el consumo de artículos de higiene personal. El 40 por ciento redujo sus compras de remedios: “los medicamentos no fueron abandonados, pero sí están en disminución, en especial en el nivel socioeconómico medio bajo”, indica la última edición del Monitor de Humor Político y Social que realiza mensualmente en forma online la consultora D’Alessio IROL y Berensz- tein en base a 700 encuestados. Los datos muestran que el deterioro del poder adquisitivo que se viene acumulando en los últimos años tiene impacto en prácticamente todo tipo de consumos, desde la comida hasta Netflix. Y del otro lado está el empleo, afectado porque no hay ventas, en un círculo que se autoalimenta.
Según un reciente informe de la UMET, el poder adquisitivo del salario acumula desde el comienzo del gobierno de Mauricio Macri una baja del 17 por ciento en promedio, con caídas mensuales ininterrumpidas desde diciembre de 2017. Ese deterioro se explica porque los salarios corren muy por detrás a la inflación pero también por el aumento del desempleo, caída de horas extra, suspensiones y la incertidumbre que hace del consumidor más previsor.
El alimento más afectado por la baja de consumo es la carne vacuna, ya que el 72 por ciento de los encuestados dijo haber restringido o abandonado esas compras, junto con gaseosas. Le siguen cerveza         (-66,0), vino (-54,0), postres lácteos (-54,0) y fiambres (-51 por ciento). Entre el 40 y el 50 por ciento de los encuestados achicó o abandonó sus compras de pescado, manteca, azúcar, agua mineral, quesos y yogur, mientras que en la franja de entre el 40 y el 30 por ciento de los encuestados aparece la caída o eliminación del consumo de aceite, galletitas, leche y pan. Los únicos dos productos que mejoraron su desempeño es arroz y fideos, ya que cuatro de cada diez encuestados dice haber aumentado esos consumos.
Por fuera de alimentos y bebidas, en el tope del ranking de las restricciones según D’Alessio IROL y Berensztein está ir a comer fuera de casa, ya que el 81 por ciento de los consumidores redujo o abandonó ese gasto en lo que va del año. En el caso del delivery, el 77 por ciento achicó sus gastos. Por eso, el sector gastronomía viene siendo uno de los grandes perjudicados por la política económica del gobierno de Mauricio Macri. En el caso de las pizzerías (que no son el segmento más afectado ya que ofrecen un producto relativamente económico), el dato es que en el último año cerró el 7 por ciento de los locales (400 establecimientos).
El segundo sector de la economía más afectado por la baja del consumo es indumentaria, ya que el 78 por ciento de los consumidores dicen haber bajado o anulado esas compras. Como contraparte, los textiles vienen penando hace tiempo, afectados también por las importaciones. Se estima una reducción de un 30 por ciento de la actividad textil a lo largo de los cuatro años de la administración Cambiemos y un fuerte deterioro laboral. 
En cine, teatro y entretenimiento, hay una merma en el 76 por ciento de los encuestados, lo cual afecta a todo el abanico cultural, mientras que en viajes y vacaciones el 74 por ciento bajó su nivel de consumo. En el taxi, el porcentaje de encuestados que redujo su consumo o dejó de consumir pasó del 42 al 70 por ciento, también a causa del crecimiento de Uber.
Además, hay achicamiento de gastos en rubros más esenciales, como artículos de perfumería e higiene personal (el 66 por ciento dice haber bajado sus compras) y artículos de limpieza (63 por ciento). El 62 por ciento limitó el uso del auto propio a causa de la fuerte suba de la nafta y de los peajes, el 60 por ciento restringió el uso del gimnasio y el 5, de los cursos y otro tipo de proyectos de formación. En telefonía celular, el 55 por ciento bajó su consumo.
En la escala de los rubros más afectados por la crisis de consumo luego aparece la televisión por cable, en donde el 44 por ciento pidió cambios en los abonos, y actividades extracurriculares para los chicos (42 por ciento). Seguidamente aparecen los medicamentos, un rubro que lidera las subas inflacionarias por el alto contenido importado de las drogas, en donde el 41 por ciento de los encuestados dijo hacer achicado su consumo, un porcentaje muy alto si se tiene en cuenta que es un sector de primera necesidad. Menos afectadas que el rubro de medicamentos están las clases de apoyo escolar para los chicos (39 por ciento de los encuestados bajó o anuló el consumo), Internet (34,0) y Netflix (33,0).

CONTRATAPA 22 de junio de 2019 Rápido

“Haría lo mismo pero más rápido” fue la frase de Macri que quedó ahí flameando, como una amenaza. A la bandera nacional no la honra, pero tiene esta otra, sucia y deshilachada. La de la amenaza más vieja del mundo. Macri miente tanto que pocas veces como cuando dijo eso los argentinos entendimos que estaba diciendo la verdad. Pero el sentido de esa amenaza quedó atado al ajuste, como si lo que Macri tuviera en mente fuera sólo seguir ordeñando la ubre vacía que somos después de su gestión.  
Esa frase está deshilachada por el tiempo porque no es ocurrente, ni moderno, ni novedoso lo que Macri tiene en mente hacer más rápido. Es lo más viejo del mundo. La dominación. Este modelo ya tensó todo lo posible el ánimo y las reservas de paciencia de millones. Entonces cuando la escuchamos, cuando sabemos que es eso lo que quiere, ir más rápido, sería más preciso que pensemos que esa rapidez indefectiblemente estaría empapada en sangre. Macri amenaza, en rigor, con ponerse mucho más violento.   
Sangre como la que salió de la frente de Silvia Maldonado esta semana. Como la de esa adolescente que abrió la puerta de su casa de un barrio de Santiago del Estero y le pidió al policía, con su bebé en brazos, la orden de allanamiento antes de abrirle el paso, y lo que recibió fue un balazo en la frente. Vimos el video. Eran salvajes uniformados atacando un barrio pobre donde alguien se había robado una amoladora y un taladro. El balazo ante el pedido de la orden de allanamiento nos habla de una ruptura total del contrato social. Por eso es necesario uno nuevo.   
El propósito de “ir más rápido” seguro que incluye seguir hambreando al pueblo argentino, pero ese saqueo ya pondrá en acción a ese tipo de fuerzas de seguridad que son de inseguridad, e implica no ya la “mano dura”, sino el mismísimo gatillo apuntado a la nalga o la frente de cualquiera. La idea de “ir más rápido” de Macri se entiende mejor ahora que se sabe quién lo acompañará. Miguel Pichetto, desde el anuncio, dio varias muestras gratis del carácter de esa rapidez. Habló de la expectativa de más “emprendedores” -una palabra cínica como pocas en un país destartalado, en el que ese gobierno integrado por el mejor equipo, durante siete horas mantuvo a todo el país y a parte de los países vecinos en la oscuridad total y cuyos funcionarios se presentaron luego a decir “no sabemos qué pasó”.
Y dijo Pichetto: “Más emprendedores y menos cartoneros”. Después hubo traductores en los medios que le suavizaron el deseo y la intención. Quiso decir, explicaron, que quiere que más gente trabaje y menos gente deba vivir de la basura. Pero el candidato vicioso de oficialismos no sólo lo dijo, lo pronunció. Y lo pronunció con asco, con molestia, como quien huele mierda, como quien dice “más gente de bien y menos delincuentes” o “más gente que trabaje y menos vagos” o “más gente como uno y menos negros” o cualquiera de las variantes del discurso aberrante y antihumanista del macrismo. ¿Qué otra cosa puede querer decir? 
La fórmula macrista explicita lo que el actual presidente quiere hacer: sacar su lado alfa, promover los alfas en las fuerzas de seguridad y en toda la sociedad, salir del closet y por fin parecerse a ese Mito-Hulk con el que Bolsonaro se presentó en Brasil. El ajuste que le exige el Fondo no puede hacerse pacíficamente. Eso mismo le explicaba Margaret Thatcher en la década del 70 a Friedrich Hayek, el mentor del neoliberalismo, cuando le escribió desde el Chile pinochetista y le dijo que había que hacer exactamente lo que estaba viendo allí. “Usted sabrá que hay cosas que no se pueden hacer en una democracia”, le contestó la ajustadora británica. Ella hizo lo que pudo. No tanto como Pinochet, claro. 
Ahora estamos en una nueva fase de esa corriente económica y política. El capitalismo choca contra sus propios límites y la riqueza está concentrada como nunca. Los grandes medios ya no hacen periodismo sino acción psicológica. Las audiencias globales están desorientadas, indignándose por lo que no pasó. Nadie sabe exactamente quiénes manejan el poder en países opacos como los nuestros, con gobiernos que tienen mandantes en el extranjero. Esta neocolonización fraguada en el norte pero acompasada con fenómenos de época (como los neonazismos explícitos, como las violaciones en manada, como los linchamientos, como los asesinatos diarios de líderes sociales o ambientales, como la venta de esclavos en Libia, como los africanos abandonados a su propio ahogo en el Mediterráneo, y la lista es muy larga). ¿Nos damos cuenta de que el mundo retrocedió a una especie de falsa edad media en la que los nobles y sus cortes beben sus elixires y mordisquean frutas exóticas mientras el noventa por ciento de la población ha sido o será condenada a la absoluta falta de derechos y bienes y recursos? Y para eso, la dominación siempre ha requerido de la cultura de la dominación.           
Antes de las elecciones de 2015 muchos decíamos que lo que teníamos enfrente era una opción entre un modelo de trabajo y un modelo de desempleo. Suena frío, escuchado a la distancia. El modelo de Macri incluye inocular en nuestro fuero íntimo el síndrome del vencido y hacernos sentir  inútiles y porquerías. Incluye inmiscuirse en nuestra idea de nosotros mismos y lograr convencernos de que es esto lo que nos ha tocado ser. Por eso detestan a los gremios docentes. 
La bandera de Macri es vieja y está deshilachada. A lo largo de la historia humana, los tiranos, los emperadores, los señores feudales, los colonizadores y todos los que dominaron a otros no siempre lo hicieron sólo por la fuerza. Es la cultura la que se ocupa de domesticar al hambriento o de quebrar al perseguido. Pero si no lo hace, la dominación es implacable y mata. Sin culpa, sin explicaciones, sin disimulo. Por eso es imperioso mandar lo accesorio a su lugar, y tener colectivamente el eje fijo en lo imprescindible: ganar.