La promoción de energías renovables había sido una suerte de política de estado en tanto una secuencia de iniciativas -principalmente la ley de renovables de 2015 y el plan renovar de 2016- que tendían a mejorar las capacidades y fomentar este tipo de fuente eléctrica. Sin embargo, fue un proceso que se desaceleró con la crisis macroeconómica de 2018 y nunca pudo recuperarse. Hoy ningún candidato está en contra de avanzar con las renovables, pero ninguno tiene una propuesta concreta sobre cómo fomentar el sector más allá de las dificultades financieras y del transporte de electricidad. Paradójicamente, para el desarrollo del hidrógeno verde, que es una tecnología mucho más incipiente, las dos grandes coaliciones tienen sus propuestas regulatorias para implementar una estrategia nacional. La diputada de Juntos por el Cambio, Pamela Varsay, presentó un proyecto de ley hace algunos meses y desde la Secretaría de Asuntos Estratégicos presentaron una programa hace unas pocas semanas. Luego, podemos pensar en la cuestión de las tarifas en su doble dimensión: garantizar el acceso a la energía para todos, pero también tener un precio eficiente sobre el costo de la energía. Se pueden hacer todas las campañas de concientización del mundo para promover el uso responsable de la energía, pero nada es tan eficaz como poner un precio que refleje lo que vale. En este punto, con sus obvios matices y no por una razón ambiental, todos los candidatos tienden a coincidir. Por último, la adaptación. Una cuestión realmente dejada de lado en la mayoría de los discursos y sobre todo en las estrategias y políticas. Como país del sur global con una responsabilidad muy menor en la crisis climática, nuestra mayor preocupación tiene que estar ahí en cómo adaptamos nuestra infraestructura y estructura productiva a un mundo más caliente. Sin embargo, más allá de algunas menciones laterales, no parece ser un tema de relevancia para los candidatos. Recursos naturales, comunidades y desarrollo local y nacionalAsí como con Vaca Muerta, también hay un consenso entre los candidatos o partidos -salvo en general la izquierda- acerca de la utilidad de explotar los recursos naturales existentes en el territorio argentino para aportar al desarrollo económico nacional. Además de los ya mencionados hidrocarburos, tenemos el agro o la bioeconomía en sentido más amplio, litio, oro y cobre. De todos ellos, la minería es uno de los sectores más debatidos. Hagamos doble click ahí. Podríamos trazar un gradiente que va desde la prohibición total que propone la izquierda a la explotación sin miras por la que aboga Milei. En el medio hay un amplio abanico de posibilidades para que el aprovechamiento de un mismo recurso pueda ser mejor o peor para las personas, el ambiente y la economía. Gracias a muchas movilizaciones y debates que se dieron en los últimos años, hay una suerte de batalla ganada sobre que los factores sociales y ambientales tienen que ser considerados a la hora de proponer y gestionar este tipo de proyectos y que la sociedad civil está atenta a ello. No siempre fue así. ¿En qué se diferencian entonces las ideas de los partidos y candidatos? Los matices comienzan a aparecer en cuanto al grado, la forma y la dirección de la intervención estatal en la gestión del recurso. Por ejemplo, cuando se trata de la gestión de las demandas y los conflictos sociales. Si frente a la demanda de empleo, distribución de rentas y control ambiental de las poblaciones locales se proponen esquemas de gobernanza democrática o más represivos. En el mismo sentido, el rol del estado en la discusión por la apropiación de la renta o en la cadena de valor puede ir desde solo la generación de las condiciones para la existencia del sector (que tampoco es trivial) hasta esquemas más ambiciosos de captación de renta para financiar infraestructura y desarrollo local, así como exigencia de contenido local y agregado de valor nacional. Más allá de Milei y la izquierda cuyas posiciones están más definidas, en las dos grandes coaliciones algunos de estos temas están más claramente diferenciados entre los candidatos que otros, lo cual tiene que ver con la amplitud interna de los grupos y con la experiencia gobernante -también en diferentes provincias- que genera cierto matiz y bajada a tierra de las posiciones más tajantes. Además, hay cierta “libertad de opinión partidaria” sobre estos temas, donde la línea de cada coalición no es tan cohesiva y definida. En este sentido, puede no ser tan sencillo identificar las posiciones en términos generales de cada partido, pero sí en los discursos individualizados de los candidatos, y, sobre todo, en el marco de las propuestas económicas y sociales en términos más generales. Más sobre esto en la próxima entrega. Por último, los amigos de Ecohouse y Jóvenes por el Clima armaron una campaña genial llamada #YoVotoAmbiente en el marco de la cual hicieron una serie de entrevistas a especialistas sobre diferentes temáticas respectivas al desarrollo sostenible argentino que son muy interesantes para profundizar más. Hay sobre litio, desarrollo productivo, energías renovables y más. Además, entrevistan a los candidatos para preguntarles sobre sus visiones y propuestas. Por ejemplo, acá se puede ver la conversación que tuvieron con la senadora de Juntos por el Cambio, Gladys González. Un tema que no es ambiental pero igual de importante para nuestra vida es la vivienda. La semana pasada en Cenital hicimos un especial sobre la ley de alquileres y el conflicto a su alrededor, ¡te lo recomiendo mucho! Si te copan este tipo de contenidos, podés formar parte de nuestro círculo de Mejores Amigos para apoyarnos a seguir haciéndolo. Te mando un abrazo grande, gracias por leer. Eli. |