De dónde venía el dinero? "And the money came rolling in!" Millones han escuchado la canción de la Ópera Evita de Lloyd Weber. Desgraciadamente, como ya se ha señalado en otros trabajos del sitio Evita Perón Historical Research Foundation, la Ópera Evita se basa en una “biografía” de Evita escrito por María Flores, seudónimo de Mary Main, un libro sin notas de página, ni referencias, fuentes, bibliografía o entrevistas documentadas que le darían credibilidad. El 19 de junio de 1948, el Decreto 220.564 creó jurídicamente la Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón. Evita donó $10,000 pesos argentinos como patrimonio inicial. “[A] mediados del año 1948, la Fundación poseía como todo capital la suma de m$n 10.000 …” (Fundación Eva Perón: Memoria y Balance al 31 de Julio de 1952, Presentada por el Administrador General, Dr. Ramón A. Cereijo (Buenos Aires, 1952). El 13 de octubre de 1955, cuando el gobierno militar confiscó sus bienes, la Fundación tenía “un activo de tres mil doscientos ochenta millones cuatrocientos cincuenta y ocho mil ochocientos doce pesos con diez centavos: $3.280.458.812,10. (Néstor Ferioli, La Fundación Eva Perón/1 Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1990, 37). ¿De dónde venía el dinero? Setenta por ciento de la capital de la Fundación venía de los trabajadores. Tanto Marysa Navarro (Evita, Buenos Aires: Corregidor, 1981, 250) como Néstor Ferioli señalan que la mayor parte del dinero de la Fundación venía de donaciones; Ferioli es específico: setenta por ciento venía de las donaciones de los trabajadores (Ferioli/FEP/I, 41).
“Los recursos con los cuales se manejaba la Fundación provenían de las siguientes fuentes: - aportes sindicales dictados por ley
- donaciones espontáneas de trabajadores agremiados o asociados
- porcentajes deducidos de determinados convenios colectivos de trabajo
- subsidios estatales, provinciales o municipales
- donaciones y colaboraciones empresarias
- donaciones de particulares
- recursos eventuales” (Ferioli, FEP/I, 40)
No fueron los legisladores peronistas del Congreso los primeros en aprobar leyes que designaban fondos a obras de asistencia social. Por ejemplo, en 1945, el presupuesto de la Sociedad de Beneficencia fue $22,232,280 pesos argentinos y $21,889,906 de esos pesos provinieron del gobierno argentino como subsidio (lo que quiere decir que el sector privado sólo contribuyó $342,374 pesos a la Sociedad). Otras instituciones recibieron subsidios pero ninguna con la generosidad que beneficiaba la Sociedad de Beneficencia. (La Nación, 27 de mayo de 1945). La minoridad radical del Congreso se opuso ferozmente a destinar fondos a la Fundación aunque nunca se había opuesto a los generosos subsidios de los gobiernos anteriores a la Sociedad de Beneficencia. “Es curioso que el partido radical no se opusiera nunca a las viejas damas, a las que también subvencionó el Estado y al boato que las mismas usaban en el reparto de sus limosnas.” (Carmen Llorca, Llamadme Evita (Barcelona: Planeta, 1981, nota 27, pié de página 206)
De 1950 a 1955, leyes y decretos asignaron recursos a la Fundación: • Ley 13.941 (30-09-50) aumentó la entrada al Hipódromo de Buenos Aires en un tres por ciento. • Resolución 266 (06-10-50) requirió que la CGT retuviera y depositara los sueldos del primero de mayo y del 12 de octubre en el Banco Nación para transferirlos a la Fundación. • Ley 13.992 (31-10-50) designó una contribución de dos por ciento que los empleadores debían descontar del aguinaldo de los trabajadores. • Ley 5.627 de la Provincia de Buenos Aires (16-11-50) establecía un impuesto adicional del tres por ciento sobre las apuestas en los Hipódromos de la Provincia. • Ley 14.044 (2-8-51) se destinaban las multas recogidas por la Ley 4097 sobre juegos de azar a la Fundación. • Ley 14.060 (1951) otorgaba mejoras en las asignaciones para todo el personal de la Administración Pública Nacional que eran del ocho al veinte por ciento más un adicional por costo de vida y salario familiar; de esta mejora se deducía un porcentaje destinado a la Fundación. • Decreto 6000 (25-3-52) actualizaba las mejoras obtenidas por el decreto 7025. • Ley 14231 (31-10-53) se le asignaba a la Fundación el cincuenta por ciento del excedente neto que arrojaba el seguro de vida para espectadores y participantes de juegos deportivos. (Ferioli, FEP/I, 43-44)
Como ejemplo de cómo la mayor parte de los fondos venían de los trabajadores, Ferioli cita el primer semestre de 1949. “[D]el total de donaciones en efectivo o en objetos recibidas por Evita en la Secretaría, un sesenta y cuatro por ciento provienen de sindicatos o asociaciones gremiales; el resto se divide en partes iguales: un dieciocho por ciento corresponde a delegaciones de trabajadores no en representación gremial y el otro dieciocho a particulares. Las sumas donadas van desde el millón cien mil pesos donados por la Unión Ferroviaria el 11 de mayo, hasta… las cinco mil camas metálicas donadas por Robert Sherower de la Compañía Products Transportation Line, Inc. De New York…” (Ferioli, FEP/I, 42). Cuando Evita mediaba en los conflictos entre obreros y empleadores, cuando solucionaba sus desacuerdos y gracias a su mediación se firmaba los convenios o contratos, después de 1948, se acostumbraba destinar un porcentaje a la Fundación (Ferioli, FEP/I, 44). La donación era en proporción con el aumento. “Por ejemplo, consta el Convenio N° 120 del 21-9-50, que se retuvo el dos por ciento de los haberes correspondientes al primer mes de sueldo, de las mejoras obtenidas por los empleados y obreros de la Industria de Artículos para el Escritorio. [U]no de los máximos aportes lo realizó el gremio de Empleados de Comercio… destinando a la Fundación el cincuenta por ciento de los aumentos de los meses de mayo y junio del año 1950 (Convenio N° 141 del 31 de julio de 1950).” (ibid)
En 1948, Rafael Urruela, Presidente del “Inter-American News Association”, visitó la Argentina y conoció a Perón y Evita. Durante una tarde que el Sr. Urruela pasó con Evita, ella se reunió con varios delegaciones de obreros que aportaron donaciones a la Fundación. El Sr. Urruela hizo una lista parcial en pesos de los donadores y de las contribuciones de un día de 1948:
- Sindicato de Obreros de la Gelatina - Colegio Normal N° 3 de Almafuerte - Personal de La Martona - Empleados del Banco Hipotecario Nacional - Obreros de La Vascongada - Comité Coordinador del Frigorífico Municipal - Confederación de Pilotos del Río
| 600 7,740 25,100 7,800 6,065 1,600 5,000 | (Rafael J. Urruela, Argentine Journey (Louisana: Inter American News Association, 1948) 77. |
Una vez por mes, La CGT depositaba los aportes en la cuenta que la Fundación mantenía en el Banco de la Nación. (Ferioli, FEP/I, 44).
El Estado destinaba una parte del presupuesto anual a la Fundación para subvencionar jubilaciones, pensiones a la vejez y becas para la enseñanza secundaria. Pero como la suma destinada a la Fundación fluctuaba según el presupuesto, el Dr. Ramón Cereijo, prudente administrador de la Fundación, propuso que se le diera el aumento del impuesto a las ventas, determinado por la Ley 13.343, ya que un impuesto a las ventas daría una suma-y por lo tanto permitiría proyectar un prepuesto-más estable. Pero nunca lo pudo lograr (Ferioli, FEP/I, 45).
Evita presenciaba las donaciones recibidas por el ministro de Hacienda o el administrador de la Fundación, pero trató de no tener contacto directo con el dinero en efectivo. Los donadores recibieron comprobantes y recibos. Muchas veces los ciudadanos quisieron ayudar con una contribución a su obra social. Por ejemplo, en su testamento la Sra. María Sebastián de Miniaci dejó un millón dos cientos mil pesos a la Fundación para construir un hogar escuela (ibid). El 14 de enero de 1949, el diario Democracia contó la historia de José Rodríguez García. Después de ganar la lotería, usó parte del dinero para construir una casa y el resto lo donó a la Fundación. En La Razón de Mi Vida, Evita cuenta la historia de una mujer que recibió una máquina de coser de la Fundación y le envió cinco pesos de sus primeras ganancias. Es evidente que Evita recordó la importancia de una máquina de coser como arma de trabajo en una familia monoparental.
Como dice Néstor Ferioli, Evita no era Robin Hood con faldas (ibid, 40), saqueando a los ricos para dar a los pobres. Sin embargo, sus enemigos estaban tan convencidos que el dinero de la Fundación venía de extorsiones que después del golpe de estado de 1955, los comerciantes fueron invitados a denunciar todo incidente de extorsión o corrupción. Aunque se estableció dos comisiones, sólo hubo una denuncia por parte de la mueblería Sagasti. La denuncia no tuvo éxito. Sagasti había querido entregar a la Fundación camas mal hechas y de madera inferior. La Corte falló en contra de la mueblería (Ferioli, FEP/II, 161-162). Ferioli señala también:
“Sobre el aporte que realizaban determinados empresarios, según los peronistas de la primera hora, emergía de una relación de conveniencia recíproca. ‘Evita no pedía nada; no rastreaba ni exigía.’ Beneficiaba a las empresas facilitándoles créditos del Instituto Argentino de Promoción Industrial y éstas, en forma de agradecimiento-o buscando precisamente el crédito-hacían donaciones en efectivo o en objetos para la Fundación. Por otro lado, esta relación de conveniencia no fue privativa de Evita, ya que los sectores empresarios han buscado a lo largo de la historia este tipo de atenciones con los gobiernos de turno.” (Ferioli, FEP/I, 40-41). |
Evita recibía ayuda de su amigo Dodero, el magnate naviero, y de los Fortabat, una familia que donó cemento para la construcción de sus obras. Evita reconocía públicamente a los que ayudaron con donaciones. Cuando inauguró la Ciudad Infantil en 1949, agradeció a muchos donadores, entre ellos la Tienda Los Gobelinos, Lutz Ferrando y Au Meuble Rustique (ibid). En su biografía Evita, Marysa Navarro presenta una lista de los haberes de la Fundación (Navarro, Evita, 251): - Donaciones en efectivo - Convenios Colectivos de Trabajo - Resolución 266 - Alquileres - Convenio cinematográfico - Hoteles y colonias - Hogar de la Empleada - Loterías - Ley 13.992, artículos 4° y 5° - Casinos - Impuestos a las carreras - Leyes 14.028 y 14.044 - Producidos varios
| 291.964.794,29 50.126.644.86 156.025.792,58 1.402.760,20 31.405,627 12.399.079 5.430.531,85 27.742.800 60.028.881,62 130.685.451,82 80.084.537,52 523.339,65 39.491.796,67 |
Meticuloso y prudente, el administrador Ramón Cereijo planificó con visión y realismo, y la Fundación siempre operaba dentro de su presupuesto. Después de la muerte de Evita el 26 de julio de 1952, Perón reorganizó la Fundación. Cereijo y Atilio Renzi, secretario infatigable e irreprochable de Evita, se quedaron como parte del equipo. Un consejo de nueve miembros (cinco obreros y cuatro delegados del estado) y Perón como presidente se reunían cada quince días. Por ejemplo, el 21 de diciembre de 1953, de 9:30 hasta las 12:00 se reunieron el Dr. Pedro Bonanni, Ministro de Hacienda; el Ing. Civil don Roberto Dupeyron, Ministro de Obras Públicas; el Sr. Eduardo Vuletich, Secretario general de la CGT; Sra. María Rosa Calviño, Senadora Nacional; el Sr. Atilio Renzi; el Dr. Ramón Cereijo; el Sr. José Alonso, Diputado Nacional; el Dr. Ricardo Finochietto; y el Presidente de la República, el General Juan Domingo Perón (Cereijo, Memoria y Balance, n/p). Más tarde Perón nombró al teniente coronel Alberto Bolaños como Gerente General. Bolaños le dio a la Fundación la organización administrativa que necesitaba después de la muerte de Evita; estableció tres ramos: ejecutivo, administrativo y financiero. La Fundación continuó a funcionar eficazmente pero había perdido su corazón; nadie tenía el amor apasionado y sacrificado de Evita, ni su dedicación total de tiempo y talento a los desamparados, ni (con la excepción de Perón) el poder de contradecir a los ministros y requerir soluciones inmediatas a los problemas. La Fundación continuó funcionando hasta septiembre de 1955, cuando un golpe militar obligó a Perón a partir al exilio. Desde que Perón fue elegido por primera vez en 1946, las fuerzas opositoras habían trabajado para derrocar su gobierno. Marysa Navarro observó, “[L]os sectores que se habían unido bajo el manto de la Unión Democrática le declararon una guerra sin cuartel. No aceptaron nunca su derrota. A pesar de que Perón fue elegido en una de las elecciones más correctas de la Argentina moderna … se comportaron como si Perón fuera por definición un gobernante totalitario. Desde el momento en que tomó el poder, lo enfrentaron como tal, jaqueándolo en las Cámaras, denigrándolo en su prensa, endureciendo constantemente sus ataques y muy pronto conspirando contra él.” (Navarro, Evita, 313-314). En 1948, Rafael Urruela, presidente del Inter American News Association, se dio cuenta de la hostilidad de la oposición: “Ya no se puede considerar la oposición al Presidente Perón como oposición a su credo político. Se ha convertido en arma de obstrucción y los partidos que se oponen al Presidente nunca ofrecen ningún programa positivo. Sus acciones son totalmente negativas. Sólo es necesario presenciar las sesiones del Congreso para apreciar la profundidad con la cual hombres que en otras circunstancias son inteligentes y de buena voluntad pueden caerse. (Urruela, Argentine Journey, 154). Después del golpe militar, la Fundación fue saqueada sistemáticamente y al final destruída. Se rompieron los frascos de los bancos de sangre de los hospitales de la Fundación porque cada frasco tenía el sello “ Fundación Eva Perón”. Los pulmotores (iron lungs) fueron secuestrados durante una epidemia de polio porque tenían placas metálicas con las palabras “Fundación Eva Perón”. Se determinó que los muebles de los hospitales, hogares para niños, hogares escuelas y hogares de tránsito eran demasiado lujosos para los ahora sin privilegios. Fueron confiscados, como fueron confiscados los regalos que los jefes de estado dieron a Evita durante su viaje a Europa (que ella usó para adornar sus hospitales y hogares), vendidos en remates privados o destruídos. Camiones militares llegaban a los edificios y depósitos de la Fundación y partían llenos. Lo que no se robó, se destruyó (se quemaron montañas de sábanas y frazadas cuando se podría haber quitado las etiquetas ofensivas para usarlos).
Los militares pasaron leyes prohibiendo nombrar a Perón o a Eva Perón o a tener sus fotos en casa (decreto 4.161/55, firmado por Aramburu y Rojas). La pena: hasta seis años de cárcel. Peronistas que resistieron a los militares fueron arrestados, torturados y a veces fusilados.
Se formaron comisiones y subcomisiones para desmantelar la Fundación y disponer de su capital. La subcomisión N° 39 se quejó de que una organización destinado a ayudar a los humildes los había servido con un lujo que no correspondía a la cultura y costumbres de los destinatarios (ver Vicepresidente de la Nación. Comisión Nacional de Investigaciones: documentación, autores y Cómplices de las Irregularidades Cometidos durante la Segunda Tiranía [según ellos, Rosas fue el primer tirano y Perón el segundo], Tomo III, Buenos Aires, 1958, citado en Ferioli, FEP/II, 161). Traducido del lenguaje burocrático eso significaba que un cuadro de Caravaggio no debía estar en un Hogar de Tránsito donde mujeres y niños no poseían un nivel cultural suficiente para apreciar una obra de arte. Por eso, las obras de arte serían rematadas o regaladas a gente con capacidad para apreciarlas. La oligarquía y los militares se comportaron con vándalos, a pesar de que el General Lonardi había prometido que después del golpe no habría “ni vencedores ni vencidos.”
La Comisión Nacional también tuvo que admitir que : “A pesar de la exhaustiva investigación llevada a cabo no se han llegado a comprobar hechos que estuvieran penados por las leyes, pues el procedimiento técnico y legal al que se ajustaron las licitaciones, concursos de precios y compras han sido realizados en todo momento dentro de las normas administrativas de rutina, pero tampoco cabe duda alguna que ciertos jefes de dichas dependencias se encuentran comprometidos, pues muchos detalles nos llevan a esa presunción, mas al ser imposible probarlos por falta de elementos de juicio indispensables, no puede iniciarse acción judicial alguna contra los mismos.” (Ibid, citado en Ferioli, FEP/II, 161).
En 1990, Cereijo calculó que, “Tomando la paridad dólar al 24 de septiembre de 1955, el capital de la Fundación libre de deudas ascendería hoy a doscientos ochenta y nueve millones sesenta y siete mil setecientos noventa y un dólares con ochenta y cuatro centavos, que sumando un interés anual del cuatro por ciento a treinta y dos años ascendería a mil catorce millones sesenta y seis mil setecientos noventa y seis dólares con cincuenta centavos.
¿Qué pasó con ese dinero, el patrimonio de la Fundación?
“Una dama católica, doña Adela Caprile [María Delfina Matilde Salomé Caprile de Ezcurra – ver Ferioli, FEP II, 167], que formó parte de la comisión liquidadora de la Fundación instaurada tras la caída del peronismo, nos ha confesado…’No se ha podido acusar a Evita de haberse quedado con un peso. Me gustaría poder decir lo mismo de los que colaboraron conmigo en la liquidación del organismo’.” Alicia Dujovne Ortiz, Eva Perón (New York: St. Martin’s Press, 1997), 238.
Las palabras de Adela Caprile prueban la injusticia de la canción de Lloyd Weber: “When the money keeps rolling out, you don’t keep books… Accountants only show things down, figures get in the way…Cuando sale el dinero a raudales, uno no se lleva las cuentas… los contadores sólo entorpecen; las cifras bloquean…”).
Los argentinos que participaron en el gobierno establecido por el golpe militar de 1955 tuvieron la intención de destruir, no preservar obras y documentos. Sin embargo, no tuvieron un éxito total. Los administradores de la Fundación, comenzando con Cereijo, SÍ llevaron las cuentas y SÍ pudieron rendir cuentas hasta el último centavo del dinero de los obreros. Los que han sostenido lo contrario han cometido una grave injusticia con respecto a Evita. Afortunadamente, las personas interesadas en la investigación histórica pueden encontrar la verdad. |