Hola, ¿cómo estás? Espero que bien. Las preguntas sobre la viabilidad de la economía argentina se agudizaron esta semana. Mientras la vicepresidenta denunciaba un festival de importaciones, la posición de los bonos y acciones argentinas seguía retrocediendo en los mercados financieros. Cada uno a su modo, pero todos los actores con poder real coinciden en dudar de la capacidad de Argentina para generar los dólares que necesita para crecer y atender sus deudas, sociales y financieras. Desde el ministerio que comanda Martín Guzmán matizan los diagnósticos pesimistas y señalan que la economía continúa creciendo y recuperando empleo. Destacan los muy buenos datos de desempleo correspondientes al primer trimestre, que lo ubican en mínimos de los últimos años. Respecto de las dificultades en la acumulación de reservas, señalan al rubro energético donde las importaciones crecieron por encima del 200% por el alza de los precios internacionales. Y, en lo que podría ser un reproche a la gestión del renunciado Matías Kulfas o al propio Miguel Pesce, señalan una administración del comercio sólo compatible con una Argentina capaz de crecer al 10%. Según las fuentes de economía, Argentina cuenta con divisas para sostener un crecimiento del 5% sin inconvenientes. En Economía ponen énfasis en acomodar lo fiscal tras la disparada del déficit en mayo, con un crecimiento del 17% del gasto impulsado por los refuerzos de ingresos y los subsidios para sectores afectados por las subas de precios internacionales. “Sin estos dos aspectos, que son estacionales, el gasto crece 7%”, explican en el entorno del ministro. La mención expresa de Alberto Fernández desde Alemania, sobre la necesidad de consolidación, y la presencia de publicidades anunciando la próxima quita y reducción de subsidios da cuenta de la importancia que desde ese sector del gobierno otorgan al mensaje en este ámbito, donde las diferencias con la vicepresidenta son evidentes. De todos modos, ni en el gobierno ni el FMI ven por delante un gran ajuste fiscal que sea viable políticamente, mucho menos frente a la conmoción social provocada por las protestas en un país con acuerdo con el Fondo como es Ecuador. En ese contexto, las dudas sobre la capacidad de tomar deuda en pesos cobran aun mayor importancia, con el financiamiento monetario del déficit limitado tanto por el acuerdo como por sus consecuencias sobre el dólar y las reservas internacionales. La reunión con los bancos nacionales y extranjeros fue sintomática: los representantes del sector le marcaron al gobierno que “una fogatita devino en un incendio”. Es por esto que el BCRA junto al sector privado están trabajando en un esquema para asegurar la valuación y el cobro de los títulos del tesoro en pesos. En la revisión en que el Fondo Monetario aprobó el último desembolso de recursos para el país, fortalecer y profundizar el mercado de bonos de deuda en pesos apareció como un componente clave junto a los compromisos fiscales y monetarios asumidos en el programa de facilidades extendidas. Un objetivo un poco más difícil en un contexto de subas de tasas en los Estados Unidos y riesgos de deuda en emergentes evidenciadas en los impagos y dificultades incurridas por países como Sri Lanka y Pakistán. La reunión entre Cristina Kirchner y Carlos Melconian se recorta sobre esa secuencia. El encuentro, gestionado por la presidenta de la Fundación Mediterránea, Pía Astori -hija de uno de los cofundadores de la entidad en 1977-, a través del intendente de Leones, Fabián “Pipi” Francioni, se extendió a solas entre el economista y la vice durante más de dos horas. ¿Por qué una fundación, cuyo último sponsoreo había sido Domingo Cavallo, pide una audiencia con la quintaesencia del populismo argentino? Una hipótesis es que no crean que lo sea tanto. La otra, más probable, que Melconian -oriundo de Valentín Alsina y con más picardía que sus competidores para el ministerio de Economía opositor- haya querido escuchar de primera mano cuál era la posición de CFK frente al plan de reformas que impulsaría la oposición. Acá se da una situación interesante: Melconian, aparentemente más cercano a Mauricio Macri que a Horacio Rodríguez Larreta, elige el camino de la aproximación en el aspecto político. Hacer hincapié en todas las diferencias que tuvieron el economista y la VP sería un sinsentido. Sin embargo, hubo una coincidencia inquietante: ambos ven, por motivos distintos, la posibilidad de un deslizamiento hacia la alza del tipo de cambio -como llamó alguna vez al proceso de pérdida de valor de la moneda un ex jefe de Gabinete- con su consecuente impacto social. Esto es importante porque podría explicar algunos aspectos de los últimos meses. Uno de ellos es que, así como en la previa a la constitución del Frente de Todos, Cristina está “de rondín” como bromean en su entorno. Al mitin con el líder de IERAL se le sumó un encuentro el jueves a la tarde en el Senado con el jefe cegetista Héctor Daer. No fueron los únicos. Tampoco en la oposición. En su gira internacional, Horacio Rodríguez Larreta se reunió con Alberto Nuñez Feijóo, presidente del Partido Popular y principal opositor a Pedro Sánchez en España, quien busca recuperar para su espacio el perfil de moderación y acuerdos de Estado que parecía haber perdido durante la etapa de mayor protagonismo de su antecesor, Pablo Casado, y de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Su gira continuó en Israel, donde resaltó las virtudes de la estabilización encarada por el país en la década del 80. El jefe de Gobierno porteño recordó el modo en que el Likud y el laborismo pactaron y cogobernaron durante el período de estabilización de aquel país, donde la inflación llegó a superar cómodamente los tres dígitos. También la Moncloa española fue -con mucho más- un acuerdo de precios y salarios, pero, incluso suponiendo un posible acuerdo político, Larreta enfrentaría un problema más complejo en su intención de estabilizar la economía. Sin acceso al financiamiento, ni reservas y tomando sus propias palabras sobre la necesidad de reducir la brecha y los subsidios a los servicios públicos, ¿existe un programa de estabilización viable que no suponga previamente una enorme devaluación con sus consecuencias sobre los ingresos? Larreta reconoce en privado que su mayor posibilidad de triunfo es si el oficialismo llega en un deterioro sostenido, pero sin estallido. En esto difiere de Macri que trabaja activamente para forzar una devaluación y rigorea a los empresarios que anuncian proyectos de inversión porque, dice, eso ayuda al gobierno a tomar aire y alejar la posibilidad de un crash. “Esta vez los costos los tienen que pagar ellos”, repite el ex Presidente en privado. El Presidente, mientras tanto, aterrizó hoy en un país tan desordenado internamente -tanto a nivel político como económico- que pasó relativamente desapercibida incluso su participación consecutiva en la cumbre de BRICS -donde Argentina es un invitado habitual- y del G7, el grupo de siete naciones más desarrolladas, en el que por primera vez un mandatario argentino pudo dar un discurso. En días casi consecutivos, Fernández hizo oír su voz en los foros que reúnen a las mayores potencias del norte y del sur global. Los temas sobre los que giraron fueron comunes. Financiamiento -con especial énfasis en la posibilidad de emisiones de derechos especiales de giro por parte del Fondo Monetario Internacional-, la necesidad de establecer un diálogo con propuestas de paz urgentes ante las consecuencias globales de la guerra que se prolonga en Ucrania, y las asimetrías entre el centro y las periferias. En los asuntos concretos, los diálogos se bifurcan. Es posible preguntarse aun respecto de cuál será su verdadero alcance, pero el Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS aparece como una herramienta de financiamiento potencialmente de mucho interés. Los países que componen el bloque se encuentran colectivamente entre los que mayor cantidad de reservas internacionales acumularon en el mundo. Son, en consecuencia, acreedores globales con una enorme capacidad de financiamiento. Durante el último año, se sumaron al banco países diversos como Uruguay, Bangladesh y los Emiratos Árabes Unidos, este último dueño de varios de los mayores fondos soberanos del mundo. El ingreso de Argentina al Nuevo Banco de Desarrollo como miembro pleno se confirmará en el corto plazo y podría ser una oportunidad para financiarse sin las condicionalidades políticas que suelen venir atadas a los programas con el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial. En la reunión de BRICS, Férnandez también insistió sobre un viejo anhelo que planteó por primera vez la actual vicepresidenta durante su segundo mandato. Sumar a la Argentina al bloque como miembro pleno. Esto no sucederá. No habrá BRICSA en el corto plazo, a pesar de los apoyos recogidos por Daniel Scioli en su función de embajador en Brasilia y Sabino Vaca Narvaja en Beijing. En cambio, Argentina podría integrar una instancia que tomaría carácter permanente -que es habitual en otros foros como la OPEP- que incluiría a nuestro país y posiblemente a varios de las potencias intermedias del sur global que participaron de la cumbre como Indonesia, Egipto, Nigeria o Malasia: BRICS + o BRICS ampliado. Quien conozca el funcionamiento de OPEP +, que consiguió integrar a Rusia en las discusiones concertadas sobre la producción global de petróleo, puede advertir la potencialidad de este formato para los países del sur global. En el futuro inmediato el bloque enfrenta, sin embargo, un factor de incertidumbre insoslayable. Los dos principales países que lo integran, China e India, mantienen entre sí una relación conflictiva que incluyó el año pasado incluso escarceos en la frontera con algunos muertos. Los intereses convergentes y divergentes entre los dos gigantes abren un interrogante sobre la capacidad del foro de confirmar la potencia esbozada en sus primeros años de existencia. Las sanciones contra Rusia por su agresión contra Ucrania son un factor adicional de complicación, a pesar de no haber sido abrazadas por casi ningún país emergente. Entre las reuniones bilaterales que acompañan inevitablemente a estos foros, donde el presidente insistió a los líderes europeos sobre las posibilidades de Argentina como proveedor de energía y alimentos y a un debilitado Boris Johnson sobre el reclamo por la soberanía de las Islas Malvinas, se destacó la reunión con el premier indio Narendra Modi. India se convirtió el año pasado en el cuarto socio comercial de la Argentina, con un volumen de 5.600 millones de dólares de comercio bilateral, y un saldo superavitario para nuestro país cercano a los 2.900 millones. El mandatario argentino quedó conforme con la sintonía alcanzada con su par y con la posibilidad de profundizar un comercio que es importante en volumen pero todavía poco diverso y que podría fortalecerse con minerales y productos industriales. India mantiene históricamente una política exterior independiente que la acerca también a una Argentina interesada en atemperar el clima de crecientes tensiones y conflictos a nivel global. En el G7 el presidente reclamó, además de una solución dialogada a la guerra que incluyera retomar el diálogo entre las partes, por un orden global más equilibrado. Lo escuchaban los gobernantes de Estados Unidos, Alemania, Japón, Francia, Italia, Canadá y el Reino Unido, a los que reclamó también por las barreras proteccionistas y subsidios que los países centrales aún mantienen para la producción de alimentos, donde nuestra producción es más competitiva. A Fernández le preocupa especialmente que la prolongación de la guerra podría generar un estallido en el problema energético y de alimentos con 300 millones de personas amenazadas por el hambre según la FAO. Con China en el horizonte, las naciones del G7 anunciaron la creación de un fondo de 600 mil millones de dólares para financiar infraestructura en países emergentes y en desarrollo. Ver para creer. Al final de su discurso, Fernández destacó que todavía no se han cumplido los aportes al Fondo Verde del Clima, anunciado en la última COP como parte del cumplimiento del acuerdo de París. Ojalá hayas disfrutado de este correo tanto como yo. Estoy muy agradecido por tu amistad que, aunque sea espectral, para mí no tiene precio. Iván |