En un artículo publicado en el diario La Repubblica, en diciembre de 2017, se registran las informaciones proporcionadas a la justicia italiana por Francesco Galdi, un arrepentido que declaró en el proceso Minotauro bisque se llevó a cabo en Turín. “Francesco Galdi, licenciado, ex profesor, dice ser uno de ellos”. O sea, un ‘ndranghetista y en lo específico un custodio de los códigos de la organización: un vangelista. Dice haber ordenado y escrito las instrucciones relativas a los rituales: “Los boss Carmine Chirillo y Franco Giampà me encargaron escribir las reglas, yo era uno de los pocos custodios, habremos sido cuatro o cinco, teníamos que corregir las fórmulas y los rituales porque habían sido escritos con muchas faltas gramaticales. […] Me enseñaron reglas, signos convencionales para reconocerse recíprocamente, creados con el objetivo de evitar que las fuerzas del orden pudieran captar esos signos”. Ya dije que todas las dotesque integran la cultura ‘ndranghetista encuentran un correlato en la religión católica y que la cúpula de la ‘ndrangheta se junta una vez por año en una iglesia que está ubicada en el pueblo de San Luca d’Aspromonte. La parte más relevante que revela Galdi acerca de la dote de santista es esta: “Existen frases, líneas convencionales, también signos como tocarse el mentón o rozarse la barbilla, es una manera de presentarse como santista porque recuerda a Garibaldi y Mazzini que tenían barba” [7]. Las declaraciones de este arrepentido, más ampliadas, están registradas también en el estudio académico de Arcangelo Badolati, Santisti e ‘ndrine. Narcos, massoni deviati e killer a contratto (Cosenza, Pellegrini Editore, 2018). En ese texto se retoman otras declaraciones del propio Galdi: “Para declarar la ‘Santa’ […] se hace referencia a Giuseppe Mazzini, Giuseppe Garibaldi e Ferdinando La Marmora, todos masones […]. La señal de reconocimiento es tocarse el mentón” (p. 354).

En mayo de 2018 el entonces Presidente de la Nación asistió al Tedeum en la Catedral Metropolitana. Según los medios y las redes hizo un papelón por su incapacidad de persignarse y aparecieron notas, memes, chistes, videos, etc.: pequeñas formas de la venganza del campo popular. Pues bien, la hipótesis que me gustaría formular aquí es distinta. Mientras el cura estaba leyendo el evangelio “según San Lucas” –en San Luca se ubica la iglesia de la Madonna di Polsi–, Macrì se tocaba el mentón luego de trazarse una línea sobre el pecho partiendo de la izquierda hacia la derecha, que –según Badolati (p. 354)– es la seña del Trequartino. Detrás de Macrì estaba otro político que en vez de hacerse la señal de la cruz se tocaba también el mentón. 

Una manifestación fenoménica es una manifestación, pero dos ya permiten adivinar una tendencia. El año anterior, en 2017, en el Tedeum de la celebración de los 207 años de la Revolución de Mayo, en el video que está a continuación aparece de nuevo la misma señal de reconocimiento: tocarse el mentón.

Existe una frase célebre adjudicada a Schiller que dice: “No existe la casualidad, y lo que se nos presenta como azar surge de las fuentes más profundas”. En la Argentina resta investigar sistemáticamente, a nivel político, social, científico, educativo, militante sobre esas fuentes profundas, pues parecen estar emparentadas con los sótanos de la democracia. Si es que no son lo mismo.

Fuente: El Cohete a la Luna