A 186 años del nacimiento del autor que marcó un antes y un después en la literatura argentina, con su obra "El gaucho Martín Fierro", repasamos en esta nota parte de su vida y su gran aporte a las letras de esta parte de la región. Además, en honor a su natalicio, celebramos cada 10 de noviembre el "Día de la Tradición".
En esta nota, recordando el aniversario de su fallecimiento, el 21 de octubre de 1886, a sus 51 años, transcribimos cuatro poemas del militar, periodista, poeta y político argentino José Hernández
Cada 10 de noviembre se celebra en la Argentina no solo el nacimiento del escritor José Hernández —autor del notable poema El gaucho Martín Fierro y La vuelta de Martín Fierro—, sino también, en su homenaje, el “Día de la Tradición”.
Hernández había nacido el 10 de noviembre de 1834, en los caseríos de Perdriel, en la chacra de su tío Juan Martín de Pueyrredón. Estudió en el Liceo de San Telmo y, en 1846, viajó con su familia al sur de la provincia de Buenos Aires, donde se familiarizó con la vida rural y las costumbres de aquel personaje tan autóctono de la región: el gaucho.
Por otra parte, las luchas políticas también caracterizaron su vida. En 1858, con 24 años y junto con varios opositores contra el gobierno de Alsina emigró a Paraná; participó en la Batalla de Cepeda y también en la de Pavón, del bando de Urquiza. Fue también un momento en el que comenzó su labor periodística. Y lo hizo en el periódico Nacional Argentino, con una serie de artículos en los que condenaba el asesinato de Vicente Peñaloza. Luego, se publicaron en forma de libro, en 1863, con el título de Vida del gaucho.
También trabajó en los diarios El Litoral; El Argentino; El Eco de Corrientes, entre otros. Allí publicó artículos sobre las tensiones de su propio tiempo y referidos a la cuestión del gaucho, de la tierra, la política de fronteras y el indio.
El compromiso político de José Hernández lo llevo a ser diputado provincial y, en 1880, ya como presidente de la Cámara de Diputados, fue un gran defensor del proyecto de federalización, por el cual Buenos Aires pasó a ser la capital del país. En 1881 fue elegido senador provincial y logró mantenerse en el cargo hasta 1885, un año antes de su muerte, el 21 de octubre de 1886, a los 51 años.
El Martín Fierro
La cuestión del gaucho siempre estuvo presente a lo largo de su vida y, paralelamente a sus inquietudes periodísticas y políticos, José Hernández escribió una de las obras literarias más importantes de la región. En esta obra que consta de dos partes, Hernández introdujo como protagonista al gaucho payador Martín, quien fue obligado a incorporarse al ejército por parte de quienes menospreciaban su existencia, al igual que la del indio. De este modo, víctima de la opresión y la injusticia, Martín huye para convertirse en un gaucho matrero, fuera de la Ley.
Si bien ya había otros escritores que dieron comienzo al género de la literatura gauchesca, como Bartolomé Hidalgo, Hilario Ascasubi o Estanislao del Campo, fue la obra de Hernández la que logró posicionarse en la cumbre de la literatura argentina, en la segunda mitad del siglo XIX. En sus páginas, el autor expresó la vida del gaucho en el país, su estilo de vida, costumbres y su más profunda cosmovisión, inmortalizándola con notables versos que se perpetuaron a lo largo y ancho de la región hispanoamericana.
Hay hombres que de su cencia tienen la cabeza llena; hay sabios de todas menas, mas digo, sin ser muy ducho, es mejor que aprender mucho el aprender cosas buenas.
Bien lo pasa hasta entre Pampas El que respeta a la gente El hombre ha de ser prudente Para librarse de enojos Cauteloso entre los flojos Moderado entre valientes
Día de la Tradición
Se sabe que la palabra “tradición” deriva del latín “traditio” y del verbo “tradere”, con el significado de “transmitir o entregar”. Así, llegó al español como aquello que pasa de una generación a otra; ese legado que continúa hasta el presente, siempre en permanente construcción y forjando determinada identidad cultural.
En relación con la figura del gaucho, a partir de la cual fue pensado el Día de la Tradición, la obra de Leopoldo Lugones, El payador, fue una gran reivindicación de la literatura gauchesca que muchos abogaron como clave de un tipo de argentinidad. Por supuesto, esto nunca estuvo libre de tensiones. Otros grandes escritores lo han dejado más que claro, como Jorge Luis Borges, que si bien admiraba a Lugones y ese tipo de literatura, también escribió el ensayo “El escritor argentino y la tradición”. Allí aventuraba una propuesta distinta mucho más cosmopolita acerca de las tradiciones, en términos de configuración identitaria (seguramente, no solo literaria) y alejada de una única génesiso canon compartido.
No teníamos más permiso, Ni otro alivio la gauchada, Que salir de madrugada, Cuando no había Indio ninguno, Campo ajuera á hacer boliadas Desocando los reyunos.
Ilustración: Carlos Roume
Poncho, jergas, el apero, Las prenditas, los botones, Todo, amigo en los cantones Jué quedando poco á poco; Ya me tenían medio loco La pobreza y los ratones.
La fecha
La celebración del “Día de la Tradición”, instaurada cada 10 de noviembre, se hizo oficial en 1939, cuando el Congreso aprobó la Ley N.º 4756, cuyo autores -Edgardo J. Míguenz y Atilio Roncoroni- reconocieron el pedido de la Agrupación Bases, que expresaba las ideas del periodista y poeta costumbrista Francisco Timpone, para homenajear y celebrar las tradiciones gauchas en la Provincia de Buenos Aires.
Sin embargo, fue más tarde con la Ley Nacional N.° 21.154 de 1975, cuando ya de forma definitiva se consagró aquella fecha conmemorativa para todo el territorio argentino.
A veces decía al volver Del campo la descubierta Que estuviéramos alerta, Que andaba adentro la indiada; Porque había una rastrillada O estaba una yegua muerta.
Ilustración: Martín Fierro por Pablo Maciel
Daban entónces las armas Pa defender los cantones, Que eran lanzas y latones Con ataduras de tiento... Las de juego no las cuento Porque no había municiones.
Ilustración: Carlos Roume
Y un sargento chamuscao Me contó que las tenían, Pero que ellos la vendían Para cazar avestruces; Y así andaban noche y día Déle bala á los ñanduces.