jueves, 22 de octubre de 2020

KU KLUX KLAN ENTRERRIANO....

 EL PAÍS

Le ofrecieron un "salvoconducto" para irse "sin ningún problema" de sus propias tierras

Tenso cruce entre Dolores Etchevehere y ruralistas

El episodio ocurrió en la trasnoche en la tranquera de la Estancia Casa Nueva, donde un grupo de varones ruralistas se apostó en representación de “los dueños del campo”. "¿Me vienen a dar un consejo de lo que yo hago en mi casa? No entiendo por qué yo les tengo que dar una explicación”, respondió la hermana del exministro de Macri.

Dolores Etchevehere, la hermana del exministro de Agroindustria Luis Miguel Etchevehere,

 protagonizó en la madrugada de este jueves un tenso cruce con ruralistas 

que afirmaban representar al exfuncionario y le ofrecían un "salvoconducto

presuntamente acordado con la Policía de Entre Ríos "para que se puedan ir

 sin ningún problema".

El episodio ocurrió en la trasnoche en la tranquera de la Estancia Casa Nueva,

 ubicada en el distrito entrerriano de Santa Elena, donde un grupo de varones 

ruralistas se apostó en representación de “los dueños del campo”.

"Quiero que esto se solucione en paz y que ustedes tengan un 

salvoconducto para tratar de salir de la provincia sin ningún problema

Hablé con la Policía de Entre Ríos para que se puedan ir sin ningún problema

La gente que está afuera no los va a tocar, ni nada. 

Quiero que entiendan que yo puedo estar muy tranquilo, pero no todos están tranquilos", 

lanzó uno de los hombres.

“Acá aparentemente hay una situación muy irregular porque los dueños están acá afuera”, 

dijo el ruralista, pero fue interrumpido para aclararle que “los dueños están adentro”. 

“Dolores (Etchevehere) está acá adentro”, anunció alguien antes de ir a buscarla.

La hermana del exministro acudió a la tranquera. “¿Quiénes son para usted los dueños 

del campo? ¿Me vienen a dar un consejo de lo que yo hago en mi casa? 

No entiendo por qué yo les tengo que dar una explicación”, manifestó

Los presuntos enviados del exministro y extitular de la Sociedad Rural Argentina 

reiteraron que su objetivo es ofrecer “una solución pacífica”. “¿Usted me está amenazando?

 ¿Cuál es la otra manera si no es la pacífica?”, inquirió Etchevehere.

La mujer sostuvo que ella habla “con el expediente”. “Nos encontramos en Tribunales. 

No voy a arreglar en negro acá nada", respondió

Dolores Etchevehere no solo denunció hechos de corrupción cometidos 

por integrantes de su familia, sino que 

donó el 40 por ciento de su herencia a Proyecto Artigas,

 un modelo de producción agraria sostenible, libre de agrotóxicos y explotación

. Los ruralistas y el exministro del macrismo pretenden desalojar a la cooperativa agropecuaria

GRAN HERMANO.

 EL PAÍS

El libro que inquieta al ex presidente Mauricio Macri

El testimonio de Mariano Macri: adelanto exclusivo de "Hermano" 

Este fragmento del texto del periodista de Página/12 que Editorial Sudamericana publicará este fin de semana explica cómo se originó la idea de que el hermano del ex presidente contara los secretos de la familia y cuáles son algunas de sus principales revelaciones. 
Mariano Macri, el testimonio del hermano menor del ex presidente.
Mariano Macri, el testimonio del hermano menor del ex presidente. 

Domingo de marzo soleado y fresco en el coqueto barrio de La Horqueta, en la unión entre los dos ramales de la Panamericana, a la altura de Beccar y San Isidro. La cita es en el Seven Eleven, un discreto bar-restorán con fachada de ladrillo y galería con mesitas a un costado, detrás de un gran kiosco de revistas, en un centro comercial abierto y arbolado sobre la avenida Blanco Encalada. A la hora convenida, él ya me está esperando. Me llama con el brazo desde una mesa al aire libre, la más alejada de la vereda. Recuerdo el silencio. Faltan siete horas para que Alberto Fernández anuncie la esperada cuarentena, que entrará en vigor al día siguiente. La Horqueta parece un pueblo fantasma, pero el Seven Eleven de Beccar, milagrosamente, sigue abierto.

Adentro no hay clientes. Afuera, el único es Mariano Macri. Camisa celeste, pantalón kaki, ojos verdes, nariz importante, barba, sienes templadas, boca de jóker: la viva imagen de su papá. Erguido en la silla, hombros abiertos, espalda derecha, saluda afectuoso: “¿Cómo va, querido?”, con su voz grave y nasal. Me recibe con el codo, sin beso en la mejilla. “Se está cuidando. Tiene tres chicos jóvenes”, pienso. Una hora antes me había llamado desde su casa en un country de Pacheco y me dijo que teníamos que hablar. Nos encontramos a mitad de camino. 

Desde la última vez que nos vimos hace dos semanas, el mundo se dio vuelta por culpa de la pandemia. La recomendación es no salir de nuestras casas. “Ayer estuve con Mauricio, me dice, y entiendo. Hace dos meses que nos venimos reuniendo una o dos veces por semana para completar una larga entrevista que daría forma a este libro testimonial sobre su pelea con el expresidente. Y justo dos días antes de la cuarentena, por iniciativa de Mauricio, se reunieron. 


Se acerca una moza y le pido un tostado y un café con leche. Él dice: “Ya estoy bien”, le sonríe atento y no pide nada. Parece contento de verme. Prendo el grabador del celular, lo dejo sobre la mesa vacía y le apunto con el micrófono. Él lo endereza apenas y se lo acerca un poco más, como si quisiera asegurarse de que una ráfaga de viento no se lleve lo que está a punto de decir. Empieza a hablar y yo lo interrumpo pidiendo detalles. Retoma y lo vuelvo a interrumpir. Quiero clima, quiero diálogo, quiero horarios, direcciones, quiero todo. Vamos y venimos. Mariano cuenta, yo lo interrumpo, Mariano vuelve a empezar.

Hasta que sucede algo que me deja mudo. Mariano empieza a hablarle a Mauricio. Lentamente, en un ligero crescendo, con la voz firme, con enojo apenas contenido. 

Mauricio, ¿vos me estás jodiendo? No te importó la salud del viejo, la angustia que el viejo vivió. ¿Te das cuenta, Mauricio? Tampoco te importó la enfermedad de mi hija. Tuve que acudir a mi primo Ángelo a pedirle plata porque el médico oncólogo del Fundaleu que me traía la droga de afuera me cobraba una fortuna y ustedes me dieron vuelta la cara, me habían cortado el grifo, me habían dejado totalmente seco. No logré siquiera que reaccionaran frente al episodio de cáncer de mi hija y tuve que recurrir a mi primo, que fue el que me ayudó. ¿Te das cuenta? Vos te fuiste en todo este proyecto tuyo de poder cuando para mí el proyecto era velar por el crecimiento de la gente y evitar que la empresa se fagocitara a la familia. Vos y yo somos de dos galaxias distintas.

Parece poseído, enajenado, la mirada fija en el celular como si le habla-ra a un fantasma que no lo deja en paz. Un recitado cadencioso y gutural, haciendo caer palabras como piedras, pausando para que aturdan. Cuando apago el grabador cuarenta minutos después lo veo respirar aliviado, liviano. Entonces entiendo.

Haberle dicho a su hermano en la cara la tarde anterior lo que pensaba de él no le sirvió de mucho. Es como si le hubiese hablado a una sábana. Para conjurar su fantasma, debe repetirlo delante de un periodista, palabra por palabra, y hacer que todo el mundo se entere. No importa que ese mundo, ese día, se esté cayendo a pedazos. 

                                                                      * * *

Este libro cuenta, a partir de un relato autobiográfico de Mariano Macri, cómo se fue generando un abismo entre él y Mauricio por profundas diferencias de visiones, principios y posturas éticas. Después de décadas de compartir, o más bien de competir, con Mauricio por la herencia y el legado de su padre, Mariano, el quinto hijo de Franco, habla por primera vez y revela el lado oscuro de su hermano mayor, con un nivel de precisión y detalle que ni los peores enemigos del expresidente llegaron a imaginar.

Entre otras historias jamás contadas, Mariano habla del millonario préstamo de un banco brasileño que jaquea al grupo Macri, y el fallido plan para evitar pagarlo a través de una venta simulada de la empresa insigne del grupo, Sideco, a un banco austríaco que, a su vez, escondería el dinero en fundaciones creadas con ese propósito en el paraíso fiscal de Luxemburgo. También, con el mismo propósito de esconder sus activos, cuenta Mariano, el holding familiar Socma se habría ido vaciando en los últimos años mediante un esquema de autopréstamos a empresas del grupo. Además, para sortear la apariencia de conflictos de interés, desde que Mauricio ingresó en la función pública el grupo fue tercerizando algunos de sus negocios en testaferros y socios ocultos, por ejemplo, en el caso de los Parques Eólicos y Autopistas del Sol o McAir-Avianca, maniobras sobre las que Mariano aporta información que confirmaría lo revelado por el periodismo y avanza más allá de lo conocido hasta ahora.

Cuenta Mariano que su hermano mayor habría amasado una fortuna haciendo negocios desde las empresas de su padre, la presidencia de Boca, la jefatura del gobierno porteño y la presidencia de la nación. Brinda detalles exclusivos y hasta ahora desconocidos de la sociedad con OCA y el gremio de camioneros, conducido por Hugo Moyano, para explotar el Correo Argentino después de su expropiación por parte del gobierno de Néstor Kirchner, a través de una triangulación negociada con el exsecretario de Comercio Guillermo Moreno. Más aún, Mariano explica de qué modo los fondos negros originados en esta maniobra pudieron terminar en cuentas offshore a nombre suyo y de su otro hermano, Gianfranco —a quien describe como el principal testaferro de Mauricio, junto con Nicky Caputo y el fallecido Jorge Blanco Villegas—, en un banco de Bélgica. Durante la cobertura de los Paradise Papers se había conocido la existencia de esos fondos, pero hasta ahora nada se había dicho acerca de su origen. Mariano también cuenta por qué sospecha, o más bien está convencido, que Macri estafó a su padre y al grupo con la venta inflada de acciones de Sevel, la venta del proyecto Lincoln West a Donald Trump y una inversión descontrolada y no autorizada en el Banco Extrader.

Según Mariano, por frenar en la justicia la presunta venta simulada al banco austríaco —que él no duda en describir como un fraude—, Mauricio le espetó en la cara que ya no recibiría el ingreso que regularmente percibía como dueño del 20 por ciento del paquete accionario del grupo, aunque el entonces jefe de gobierno porteño no mantenía ningún vínculo formal con el holding.

El testimonio de Mariano Macri es mucho más que una denuncia. Es la historia íntima de una empresa de familia, o de una familia que funciona como empresa. Es el retrato de un hombre obsesionado con el dinero y el poder, que siguió digitando y manejando los destinos de un grupo empresarial desde el sillón de Rivadavia, en completa contradicción con su promesa de colocar su patrimonio en un fondo ciego y olvidarse de él mientras ejercía la máxima magistratura. Un presidente que no tuvo empacho en involucrar a sus propios hijos en sus manejos dentro del grupo exponiéndolos al accionar de la justicia al legarles sus acciones y luego ordenarles que votasen a favor de la venta simulada al banco austríaco.

En estas páginas, encontrarán que el menor de los varones Macri habla de los grandes negocios de su padre, de su hermano y de él mismo con una crudeza inusual entre empresarios de primer nivel. Detalla, sobre todo, dos de las historias menos conocidas del grupo: el desembarco en Brasil primero y, luego, en China. En ambos casos, Mariano tuvo un rol protagónico mientras Mauricio, al amparo de la política, movió sus piezas para desactivar y vaciar de poder a su padre, a quien había transformado en su enemigo íntimo. 

Para explicar la dinámica familiar que viene desde su niñez, Mariano revela detalles desconocidos de sus padres, Franco y Alicia; sus hermanos Mauricio, Gianfranco, Sandra, Alejandra y Florencia; su tío Jorge y sus sobrinos Agustina, Jimena, Caíco y Antonia, los hijos del expresidente. Detalla reuniones que terminaron en insultos y amenazas en la residencia de Franco de la calle Eduardo Costa 3030, Palermo Chico, un gran bloque blanco de tres pisos rodeado de árboles con enormes ventanas y garaje para cuatro autos en la zona más exclusiva de Buenos Aires. Mariano cuenta también cómo fueron sus reuniones cara a cara con Mauricio en las que terminó de entender el abismo que los separaba, y anécdotas familiares como la de Nuria Quintela, la mujer de Franco, contándole a Franco que Isabel Menditeguy, entonces mujer de Mauricio, había bajado información de la laptop de Mauricio sobre los pases de jugadores de Boca para negociar un acuerdo de divorcio de ocho millones de dólares, entre otras historias del clan que sirven para entender el origen del conflicto y cómo se llegó a la ruptura. Mariano dice que rompe el silencio por tres razones.

Primero, por su salud mental. Lleva trece años de enfrentamientos con Mauricio en reclamo de que le pague un precio justo por su parte del paquete accionario y lo deje seguir su vida personal y empresarial de manera independiente. En su relato, describe cómo durante todos estos años el mayor lo ha sometido a toda clase de humillaciones, ninguneos y falsas promesas. Dice que necesita sacarse el peso de encima acompañando sus acciones en la justicia con un testimonio para que sus hijos, sobrinos y descendientes conozcan la verdad, o por lo menos conozcan la contracara del falso relato de Mauricio, donde él se vende como un santo al servicio del país, que poco y nada tiene que ver con el grupo económico que en realidad maneja con mano de hierro, aprovechándose de su íntima relación con la primera línea del management, que le responde de manera incondicional.

Segundo, para romper el mito de que su padre, el legendario empre-sario Franco Macri, era un mafioso menemista que vivió toda su vida de aprietes y negociados con el Estado. Mariano está convencido de que esta es una historia inventada por Mauricio y por quienes lo asesoran en marketing político, en particular, para congraciarse con Lilita Carrió y generar una narrativa que lo hiciera más digerible para la lideresa de la Coalición Cívica. A Mariano le duele y le enoja que Mauricio le eche todas las culpas a quien él considera un gran hombre, alguien que se jugó la vida por el desarrollo de Argentina y América Latina generando empleo y crecimiento con transparencia y visión estratégica, asumiendo grandes riesgos. Un hombre a quien Mariano describe como duro, austero, de “hacer” en vez de “ser”. Mientras Mauricio, para su hermano menor, es todo lo contrario a su padre: un ser opaco, egoísta, avaro y falso.

Tercero, Mariano siente que el mismo abuso y maltrato que él recibió de Mauricio a nivel familiar el pueblo argentino lo sufrió a nivel político. La misma desilusión, la misma estafa. Para Mariano, Mauricio es un ídolo con pies de barro. Y él, que lo conoce mejor que nadie, siente la obligación ética, el deber social y el imperativo moral de desenmascararlo.

                                                                    * * *

Conocí a Mariano hace más de treinta años. Antes de entrevistarlo para este libro, lo había visto unas pocas veces a lo largo de ese tiempo. No éramos amigos, pero existía un vínculo de confianza porque es amigo de mi hermano Matías. Se conocieron en Washington cuando ambos estudiaban allá, y yo lo conocí en esa ciudad durante el casamiento de Matías a fines de la década del 80. En ese entonces yo vivía en Los Ángeles y trabajaba en el diario Los Angeles Times. Cuando me mudé a Washington algunos años después para sumarme a The Washington Post, Mariano y Matías ya se habían ido a la Argentina, pero heredé algunos de sus amigos. Al poco tiempo, Matías se separó, se volvió a casar y se fue a vivir a Chile. Pero se siguió viendo con Mariano: todos los años venía a pasar las fiestas a Buenos Aires y siempre o casi siempre se encontraba con él. Alguna vez lo llevó a casa de mamá y Mariano también conoció, en alguna ocasión, a mis hermanos María e Ignacio. También visitó a Matías en Chile varias veces. 

Yo me lo crucé en un par de ocasiones. Le tenía cariño por saberlo un buen amigo de mi hermano, pero el mundo Macri de séquitos y obsecuentes me causaba cierto rechazo y siempre mantuve mi distancia. En la secundaria había sido compañero de Gianfranco, el hermano de Mariano y Mauricio, y no nos habíamos llevado bien: en cuarto y quinto año él llegaba al colegio San Martín de Tours montado en una moto Kawasaki 1000 y, antes de bajarse, la aceleraba durante minutos interminables haciendo un ruido infernal, a propósito, hasta que todo el barrio se percatara de su presencia. A Mauricio nunca lo conocí.

 Volví a saber de Mariano a fines de 2019, cuando un amigo de Washington me incorporó a su grupo de chat. Yo venía de publicar en mi portal Medioextremo.com un artículo sobre el derrocamiento de Evo Morales en Bolivia, en el que argumentaba que no había caído por un golpe militar, sino por una insurrección popular. Alguien del grupo me felicitó y yo, sin pensarlo, contesté: “Gracias. Ya me mandaron varias fotos de Videla y Hitler. Extraño un poco cuando me puteaba la derecha por destapar los chanchullos de Macri y Cía. con los Panamá Papers. Eran más finos: solo me decían ‘choriplanero K’”. 

Recuerdo que, unos segundos después de mandar el mensaje, me invadió una sensación de malestar. ¿Y si Mariano estaba en el grupo? Me fijé y, efectivamente, Mariano estaba en el grupo. No solo eso, estaba escribiendo. Contestó: “Hola, Santi, ¿cómo andás, tanto tiempo? Los chanchullos que en el ejercicio de su profesión encuentres del señor presidente serán una cuestión entre él y vos o la sociedad argentina a la que te interesa que rinda cuentas. En nada me atañen a mí y nada tengo que aportar en su defensa. Distinto es si hicieran referencia a mi viejo, alguien que dejó todo en la cancha desde su pura esencia de hacedor. Bacione, caro”. 

Enseguida llamé a Matías para pedirle perdón. El grupo era más de él que mío y Mariano era su amigo. “No te preocupes, Mariano odia a Mauricio”, me contestó. Pero sí, me preocupé, al punto que colgué y me bajé del grupo. Matías y un par más me escribieron para que volviera, pero me parecía injusto con Mariano: había pocas personas con las cuales se podía sentir como uno más, con su bajo perfil, y muchas estaban en ese grupo de chat. Yo, además de no ser su amigo, era periodista. Pensé que mi permanencia lo iba a poner incómodo. Le pedí a Matías que se lo explicara y me borré.

Al mes siguiente, en la semana entre Navidad y Año Nuevo, me llamó Matías desde la casa de mamá: “Hola, Santi, tengo noticias”, fue lo primero que me dijo. Mariano quería hablar conmigo. Mariano quería contarme todo. Matías estaba feliz y yo apenas podía contener mi emoción. Faltaba mucho todavía para este libro, pero la semilla había sido plantada. Nos reunimos con Mariano, me empezó a contar y no tardamos en ponernos de acuerdo. 

Fueron dos reuniones —la primera en un Café Martínez, la segunda en mi departamento de San Telmo— de unas tres horas cada una. Quedamos en que yo le iba a preguntar lo que quisiera e iba a ser dueño del material, y que nuestra relación iba a ser de entrevistador y entrevistado. Quedamos, también, en que no haría nada si no me interesaba lo que decía o si sentía que no decía la verdad, pero, si avanzábamos pasado cierto punto, si revelaba información comprometedora, tenía que publicarla sí o sí, porque si no yo podía quedar expuesto como un extorsionador que había negociado su silencio. En ese aspecto Mariano fue muy generoso, ya que me invitó a apurar el proyecto para que, en caso de que llegara a un acuerdo económico con su hermano y ese acuerdo incluyera una cláusula de confidencialidad hacia adelante, no pudiera anular ni silenciar información que ya no estaba en sus manos, sino en las mías. 

Después de esas dos reuniones iniciales, empezamos a grabar. Más de diecisiete horas en nueve encuentros en mi departamento, en la casa de mi compañera Valeria Canale en Villa Urquiza, y en lugares públicos de la capital y la provincia de Buenos Aires. Cuando le pregunté por qué me había elegido, me dijo: “Porque te conozco y conozco a tu familia”. Matías me dijo que a él le parece que a Mariano le debe haber gustado cómo me había manejado con él al borrarme del chat después de mi furcio.

Lo que sigue es lo que Mariano quiso contar y lo que yo quise preguntarle después de haber escrito un libro sobre los Panamá Papers junto con Tomás Lukin, ArgenPapers, que tiene a Mauricio Macri como gran protagonista, y durante y después de leer gran parte de lo que se ha escrito acerca de los Macri, sobre todo la biografía El Pibe, de Gabriela Cerruti. También, Macri, de Laura Di Marco; los libros de Franco Macri; los artículos del portal Nuestras Voces, que dirige Cerruti, y su Big Macri; La Dinastía, de Ana Alé; Radiografía de la corrupción Pro, de Ignacio Damiani y Julián Maradeo, y Macristocracia, de Fernando Cibeira. También entrevisté a fuentes del sector político, financiero, postal y deportivo, para sumar datos que ayudasen a entender y completasen la descripción que hace el hermano del expresidente. Esa información aclaratoria y suplementaria precede cada capítulo en letra itálica.

Con las palabras directas de Mariano, con su ironía, con su sensibilidad, con sus sincericidios de niño bien, este, más que un testimonio, es el reclamo de la Argentina avasallada y saqueada por Mauricio Macri.

ETCHEVEHERE, ENTRE RÍOS, GRABOIS.

 

Se profundiza la disputa entre Etchevehere y Grabois por la toma de tierras en Entre Ríos

El exministro de Macri acusó a los gobiernos nacional y provincial de respaldar al dirigente piquetero. La hermana denunció aprietes y hoy la Justicia realiza una nueva audiencia para definir la situación.
El Canciller - Comentarios

La pelea por los terrenos de la familia Etchevehere en Entre Ríos escaló luego del tractorazo de productores contra los movimientos sociales que, junto con la hermana del ruralista, ocupan la propiedad en disputa.

El expresidente de la Sociedad Rural apuntó contra funcionarios del gobierno nacional, como Victoria Donda y Gabriela Carpinetti, por brindar acompañamiento y apoyo legal a las personas que se encuentran organizadas en torno del denominado “Proyecto Artigas” e intrusan los terrenos.

Juan Diego Etchevehere, hermano de Luis Miguel, respaldó los dichos del exfuncionario: “Mi hermana se desprendió hace dos años de las acciones de Las Margaritas Sociedad Anónima, que es el campo intrusado por Juan Grabois y Taboada“, indicó.

Mientras tanto, Juan Grabois y Dolores Etchevehere difundieron un video de la madrugada cuando un grupo de ruralistas le ofreció a la mujer un “salvoconducto” para “salir de la provincia”. “Yo hablo con el expediente”, fue la respuesta que obtuvieron.

En tanto, el gobernador de Entre Ríos, Gustavo Bordet, salió al cruce del exministro de Macri y aseguró que es “una situación diferente” a la toma de Guernica, en Provincia de Buenos Aires al calificar la pelea como “un conflicto familiar”.

En el plano judicial, los fiscales Oscar Sobko y María Costanza Bessa consideraron que hay una intrusión y que debe ser restituido el bien a los hermanos Etchevehere. En ese marco, hoy se realizará la audiencia en la que el juez subrogante determinará si accede al pedido de desalojo

https://elcanciller.com/opinion/sgt-peppers-lonely-hearts-club-band/

 

Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band

El Canciller - Comentarios
@HernánUn lujo leerte. La frase "El...

Esta semana se organiza como la tapa de un disco. Espejados, iguales aunque no son lo mismo, los nombres propios se superponen, componen un rompecabezas transgeneracional, hecho de lianas y de puentes: Lennon y Perón, Chacho y Ofelia, Francisco y San Francisco. Otra semana que dialogamos con la Historia (y con la histeria). El viernes John Lennon hubiera cumplido 80 años. El rock no dio otra personalidad tan mesiánica como la de Lennon. Un beatle, el beatle, y un solista sutil y salvaje con canciones cuya lírica siempre fue al hueso. Cerró con cierre relámpago una década y abrió otra de metales pesados: comprobó en su fuga fiscal hacia NYC el límite del arte y de la política cuando se cansó del simultáneo manoseo de la nueva izquierda y la persecución macartista de Nixon. Largó todo para tener en 1973 su fin de semana salvaje en la lejana costa oeste, lejos de Yoko, por empezar. Volvió y separó la paja del trigo cuando dijo que no a la música (y las drogas) y sí a la vida. Tuvo su segundo hijo al que le dio todo lo que no le dio al primero: se dedicó años a cuidarlo entre sábanas, bañeras, juguetes, dibujos animados; mientras Yoko se ponía los pantalones para ir a la oficina. Atrapado en un silencio público, entre paseos por el Central Park, un día decidió volver con un disco igualitario y lo mataron de muchos balazos. Mi abuela vivió convencida de que lo mandaron a matar y no lo mató un loco suelto, fan y perro de la calle como Mark David Chapman. Pero, claro, mi abuela creía en los mártires, que toda muerte tiene sentido religioso. Perro grandote del siglo XX, eso fue Lennon.

En 2012, con la salida de Tempest, Bob Dylan habló sobre su viaje a Liverpool, en su recorrida por el lugar de los hechos de la poética de Lennon. Así Dylan comprendía la materialidad de esa lírica: “Strawberry Field se encuentra justo detrás de su casa. No sabía eso. Evidentemente, se crió con su tía en un parque llamado Strawberry Field que no estaba vallado. Si has crecido en Inglaterra, ronda sobre ti toda su historia de ahorcamientos y degollamientos. Quiero decir que, si eres británico, creces sabiendo eso. Nunca tuve muy claro qué quería decir con el verso sobre colgarse, “Nothing to get hung about” (“Nada por lo que me cuelguen”, de Strawberry fields forever). Bueno, los tiempos cambiaban, y creí entender que podría significar ‘preocuparse’; nada por lo que preocuparse. Pero él estaba hablando literalmente al decir “no te preocupes, mamá, no hay nada por lo que me vayan a colgar, no hay nada por lo que puedan colgarme”.

El jueves se recordó el natalicio de Juan Domingo PerónEl argentino que fundó la política moderna.

El jueves se recordó el natalicio de Juan Domingo PerónEl argentino que fundó la política moderna. La insistencia sobre el modo en que este gobierno y este presidente se llevan con el peronismo (más precisamente, con su ortodoxia), demasiado presente en las redes sociales, pareciera suponer un pasado mítico y armonioso en el que fue posible hacer convivir las “tendencias” del peronismo. Las metáforas sobre los perros grandes y los perros chicos son a veces metáforas vidriosas sobre el pasado: odas a algo que quizás ni siquiera pasó. “Alberto no tuiteó sobre Perón”, se concluyó. El presidente toda su vida fue peronista (no pasó por el Frepaso, el Ari, ni fue radical), y fue uno de los mentores del kirchnerismo que revivió al peronismo, no en nombre de sí mismo, sino tocando “una versión del peronismo”, esto es, la actualización doctrinaria de la izquierda peronista después del menemismo. Pero la discusión sobre la esencia encierra una paradoja porque el peronismo siempre es una versión del peronismo. Todas y todos los dirigentes que lideraron y escribieron su propio ismo fueron una versión del peronismo. La neoliberal, la renovadora, la progresista o populista. La historia de las “ortodoxias” valiosas (¿Lúder?, ¿Duhalde?, ¿Scioli?) es una historia sin la suerte de los votos. La combinación entre tradición y novedad, entre estructura de poder y signo de los tiempos, traduce las fórmulas que explican 75 años de vigencia. Líderes peronistas pero parados sobre los límites del peronismo son quienes lo condujeron mejor. Como las estrellas de rock: traductores de la canción de la época, de las voces de fogón de cada una de las generaciones, del fondo barroso de las cosas. Perón, diríamos, también tuvo una versión relativa para cada época. Sólo sobrevive lo que en su verdad lleva mutar. El peronismo no fue un PRI, y por todo lo que no tuvo de PRI es por lo que sobrevivió y por lo que suscita uno de sus combustibles como es cuando los “recién llegados” conviven con los legendarios (cuyo valor fue haber sostenido la identidad en las proscripciones o cuando no estaba “a la moda”) . Combina vino nuevo con odres viejos. El peronismo sin imberbes no respira. Y sin tradicionalistas no ordena. Obreros y recién llegados ponen las patas en la fuente. Un trabajador camionero, una feminista, un recoleto y un recolector de cartones.

Líderes peronistas pero parados sobre los límites del peronismo son quienes lo condujeron mejor.

Y ahora se arrima el 17 de octubre y tendrá una versión oficial e interactiva, ¡zás!, perro grande/perrito chico: de los que cruzaron el río bravo en el siglo XX a los que se aplican y geolocalizan en la plaza virtual en el XXI. El chiste es eficaz y un poquito tramposo. Lo que se vivirá este 17 es un recuerdo. Una memoria. La Historia funciona primero con el acontecimiento, después con el símbolo. Nadie se levanta una mañana para torcer el rumbo de las cosas. Julio Morresi no salió corriendo el 17 de octubre de 1945 de la panadería de Chiclana para ir al “17 de octubre”, Elsa Baldovin no salió de un sótano de la empresa Bunge y Born para ir al “17 de octubre”. Ese día el sindicato, la marea, la corriente, la organización, la urgencia y la paciencia los arrastraron. Todo junto y allá fueron. El 18 se empezó a escribir la Historia.

Otra de las fotos de la semana del siglo fue Chacho Álvarez. Ernesto Tenembaum lo definió como el silencio más largo de la Historia. La trayectoria: peronista juvenil, de la tendencia a la Lealtad a Perón, de renovador a rebelde al menemismo, de Unidos a fundar el Frepaso, ese partido que sobrevive como metáfora de lo que amamos odiar… Chacho no importa si dijo lo que hizo (“importan más 15 minutos de televisión que dos horas de plenario”), pero con esa frase adelantó la actualización tecnológica de la izquierda y su pregunta (¿dónde está el sujeto?) para bien y para mal. Mimado de Mariano Grondona por decir la palabra “República” con dicción de izquierda. El armado de esa Alianza fue su error y decidió pagarlo con el fin de su vida pública. Dijo adiós a la vicepresidencia hace veinte años, un 6 de octubre de 2000, cuando De la Rúa creía que se quedaba con todo el poder para negar una de las pocas cosas que podía cumplir “gratis” de su promesa electoral… ser un poco más honestos. Ese día se ve en Once una columna de militantes del Frepaso al canto de “volveremos al gobierno como en el 73”. Más porteño no se consigue. Más rápido que esa columna había pasado el recorte del 13% que agujereó los bolsillos. Chacho se fue guardando en el refugio de un saber tecnocrático y frío, hasta que el paso de los años le permitió volver a su hábitat del Varela Varelita y el colectivo 12, como un anónimo de un siglo XX que aún no fue del todo contado a los centennials. Dijo adiós en un país donde un político no se retira. Un hombre honorable que pagó precios.

Justicias poéticas. Tercera encíclica del Papa Francisco: Fratelli tutti. Una llamada “encíclica social” de 287 párrafos con 288 citas en 7 capítulos. Francisco vuelve a San Francisco y hace pie en la tradición crítica al liberalismo en un texto que se organiza sobre la parábola del buen samaritano en medio de la pandemia. Cuando se apaga Zizek se enciende Francisco, el Hombre del Siglo. Abrir el “mundo cerrado” hacia la amistad social. Hay detalles de estilo de la escritura de Francisco como el uso de la primera persona, lenguaje coloquial, nombrar a la ciudad de Buenos Aires y citar a Vinicius de Moraes. Literatura del yo papal. Dirigida al mundo católico y a las personas de buena voluntad, define un contorno ideológico de los cristianos donde no se puede estar contra la inmigración, se debe condenar la economía del descarte, se debe estar contra la pena de muerte, y así. En el mundo que bajo la óptica del crecimiento de los evangélicos redefine la relación de política y religión, el Papa salta con un texto categórico que nombra: “neoliberalismo”, “populismo”, “capitalismo”, “inmigración”, “integración”. Arqueología del lenguaje para un tiempo difícil. No sabemos qué perro nos sigue, qué perro nos va a heredar. Dice en el séptimo párrafo que “si alguien cree que sólo se trataba de hacer funcionar mejor lo que ya hacíamos, o que el único mensaje es que debemos mejorar los sistemas y las reglas ya existentes, está negando la realidad”.

Te recomendamos leer

La última es la primera: la joven legisladora del Frente de Todos Ofelia Fernández, a quien la revista Time declaró entre “los 10 líderes de la próxima generación”. La revista señala que es la legisladora más joven de América Latina, que a sus 19 años trabaja desde la casa de su madre, y que en ella se representan los cambios generacionales. Para qué si la noticia ya tuvo su cita con los tanáticos en redes sociales, lo que es un triste clásico. Tuitea Alejandro Galliano: “Hace 5 horas que los que iban a abrirnos al mundo están gritándole con el google translate a la cuenta institucional de una revista”. Ofelia es joven, pero no es el meme del perro chiquito. La frente en alto que el siglo nos mira. Mientras, seguimos escuchando los discos, los de siempre, los nuevos, los que van a venir.

miércoles, 21 de octubre de 2020

ARMENIA

 

Politics

Pashinián llama a los armenios a las armas y a luchar hasta el final

Agencia EFE