Sorpresa: Trump sale del hospital para saludar a sus fans
El presidente Donald Trump hizo una visita sorpresa el domingo por la tarde a quienes llamó los "patriotas" reunidos frente al Centro Médico Militar Nacional Walter Reed.
Trump fue conducido entre la multitud y fue visto con una máscara mientras saludaba a cientos de personas reunidas alrededor del hospital que agitaban banderas de campaña y sostenían carteles de apoyo.
El presidente, que fue diagnosticado con coronavirus el viernes, fue aclamado por la multitud mientras pasaba.
Antes de aparecer fuera del hospital, Trump publicó un clip de 75 segundos en Twitter donde anunció que se aventuraría fuera de los muros de Walter Reed. En el video, nuevamente agradeció a los médicos y enfermeras que conoció y señaló que había "aprendido mucho sobre la Covid".
Peor aún, los esteroides como la dexametasona aplastan importantes células inmunes, lo que genera preocupación sobre si la elección del tratamiento podría obstaculizar la capacidad del cuerpo del presidente para combatir el virus.
Conley ha sido el médico de Trump desde 2018 y ya ha recibido algunas críticas por sus decisiones. En mayo, Conley le recetó a Trump el medicamento contra la malaria hidroxicloroquina para protegerse contra el coronavirus después de que dos miembros del personal de la Casa Blanca dieron positivo. Estudios rigurosos han dejado en claro que la hidroxicloroquina, que Trump defendió durante mucho tiempo, no sirve para tratar o prevenir el virus.
"Si realmente están hablando sobre el alta mañana y él realmente no está recibiendo oxígeno, entonces es más probable que la dexametasona se agregue allí como una cosa más que probablemente no sea necesaria y que ni siquiera sea útil", dijo por su lado el Dr. Steven Shapiro, director médico y científico de la Universidad de Pittsburgh Medical Center.
"Los próximos días van a ser clave", señaló Shapiro.
Agencia AP
Politics
Armenia y Azerbaiyán: los enfrentamientos entre ambos bandos tras una semana del recrudecimiento del conflicto de Nagorno Karabaj
Redacción - BBC News Mundo
Las acciones militares entre fuerzas de Azerbaiyán y Armenia continúan tras más de una semana del recrudecimiento del conflicto por el enclave de Nagorno Karabaj.
Ambas exrepúblicas soviéticas se disputan este territorio poblado y controlado por una mayoría armenia, pero reconocido internacionalmente como parte de Azerbaiyán.
En Ganyá, la segunda ciudad azerí más poblada, varios edificios han quedado destruidos.
Y testigos civiles viven con miedo las consecuencias visibles de los enfrentamientos entre ambos bandos.
Tanto Armenia como Azerbaiyán se acusan mutuamente de comenzar las hostilidades, atacarse y tomar posesiones sobre el terreno.
Estas dos repúblicas vivieron una cruda guerra entre 1988 y 1994 por el control de Nagorno Karabaj, que terminó siendo creado como un Estado independiente de facto para los armenios.
Aunque en aquella guerra se declaró un alto al fuego, la disputa de esta región ha permanecido y nunca se ha llegado a un acuerdo permanente.
Pero desde entonces no se vivía un episodio tan violento como el que ocurre desde hace una semana.
Se habla de más de 220 muertes, pero se teme que la cifra real de víctimas de ambos bandos militares y civiles sea mucho mayor.
De momento, el número de fallecidos no ha podido verificarse de forma independiente.
Azerbaiyán dice que sus tropas militares han retomado el control de siete localidades cerca de Nagorno Karabaj.
Mientras, desde esa región se asegura que han "reforzado" sus posiciones en el frente.
A comienzos de semana, Armenia dijo estar "lista para participar" en un diálogo con mediadores de Francia, Rusia y Estados Unidos para acordar un alto al fuego.
Azerbaiyán, apoyada abiertamente por Turquía, ha exigido la retirada de tropas armenias de Nagorno Karabaj y las áreas adyacentes.
Turquía, por otro lado, condenó los ataques aéreos de Armenia sobre Ganyá, acusándolos de "atacar civiles".
¿Qué ha pasado en el campo de batalla?
En un breve comunicado emitido este domingo, el ministro de Defensa de Azerbaiyán, Zakir Hasanov, acusó a fuerzas armenias de atacar la ciudad azerí de Ganyá, al norte de Nagorno Karabaj.
Hasanov dijo que era un movimiento "claramente provocativo" que agravaba el conflicto.
De acuerdo a medios locales, un civil murió.
"Como resultado del fuego enemigo, civiles, infraestructuras civiles y antiguos edificios históricos fueron dañados", dijo el Ministerio de Defensa en otro comunicado.
Por otro lado, las autoridades armenias de Nagorno Karabaj afirman haber destruido el aeropuerto militar de Ganyá.
Justificaron dicha acción tras decir que Stepanakert, la capital de Nagorno Karabaj, había sido impactada por misiles y que el aeropuerto de Ganyá estaba siendo utilizado por fuerzas azeríes para lanzar ataques sobre zonas civiles.
En Stepanakert se reportaron graves víctimas y la ciudad se quedó sin electricidad, de acuerdo a la agencia de noticias Armenpress.
Armenpress agregó que el líder de la región separatista, Arayik Harutyunyan, advirtió que "de ahora en adelante, las instalaciones militares desplegadas de forma permanente en las ciudades principales de Azerbaiyán son objetivos legítimos de la defensa armada".
Harutyunyan añadió que ordenó frenar la ofensiva para "prevenir la muerte de civiles pacíficos inocentes".
De forma independiente, la portavoz del Ministerio de Defensa de Armenia, Shushan Stepanyan, dijo que "no se está abriendo fuego desde territorio armenio en la dirección de Azerbaiyán".
Armenia provee apoyo militar y económico a Nagorno Karabaj sin reconocer oficialmente como suya la región autoproclamada.
"Víctimas por todo Ganyá"
Konul Khalilova,servicio de Azerbaiyán de la BBC
La mañana de este domingo trajo horrores para más de 300.000 residentes en Ganyá después de los ataques de fuerzas peleando por Armenia.
"Escuchamos una gran explosión. Fue horrible e impactante. Los niños estaban asustados", nos dice un residente.
"Dejamos nuestro apartamento y fuimos a un refugio", continuó.
Una enfermera de uno de los principales hospitales dijo que habían traído a varios civiles heridos.
"Mi marido vio el cuerpo de una mujer en una piscina de sangre. Hay víctimas por toda la ciudad", contó.
Los separatistas de Nagorno Karabaj han instado a los residentes de las grandes ciudades de Azerbaiyán a marcharse con urgencia, advirtiendo que estas zonas son ahora objetivos legítimos.
Pero Elnur Bayramov y su familia, también residentes de Ganyá, no tienen miedo.
"No vamos a dejar nuestra casa, nuestra ciudad, para convertirnos en desplazados internos", dijo Bayramov.
Las autoridades de Naborno Karabaj han confirmado que 201 personas de su servicio personal y otro número de civiles han muerto desde el recrudecimiento del conflicto el pasado 27 de septiembre.
Azerbaiyán dice, por otra parte, que 22 civiles han muerto, aunque no ha provisto información sobre víctimas militares.
Región de NagornoKarabaj - datos clave
Es una región de unos 4.400 kilómetros cuadrados
Tradicionalmente habitada por armenios cristianos y turcos musulmanes
En época soviética, se convirtió en una región autónoma dentro de la República de Azerbaiyán
Es internacionalmente reconocida como parte de Azerbaiyán, pero la mayoría de la población es de etnia armenia
La guerra de los años 90 dejó unos 30.000 muertos y cerca de un millón de personas desplazadas
Fuerzas separatistas capturaron territorio adicional azerí alrededor del enclave en la guerra de los 90
Hay una situación de punto muerto desde la tregua de 1994
Rusia se ve tradicionalmente como aliado de los armenios
El rey de Marruecos se compra un palacio en París de 80 millones de euros
LA NACION
RABAT.- El rey de Marruecos, Mohamed VI, se compró el 28 de julio un palacio en el distrito número siete de París, según revela el confidencial Africa Intelligence, editado en París, y ha verificado el sitio marroquí Le Desk. Según estos medios, la céntrica mansión "se extiende sobre no menos de mil metros cuadrados habitables" y dispone de un jardín contiguo a la explanada Campo de Marte, que se encuentra a los pies de la torre Eiffel. El importe de la compra permanece secreto, aunque ambos digitales estiman que el valor de la vivienda ronda los 80 millones de euros.
Los citados medios indican que el monarca compró la mansión al príncipe saudí Khaled bin Sultan bin Abdulaziz al-Saud, exviceministro de defensa de Arabia Saudí, quien a su vez la compró en 1988 al magnate inmobiliario Claude Ott. La compra ha sido gestionada a través del secretario particular del rey, Mounir Majidi, y de su abogado particular, Hicham Naciri.
El palacio fue construido en 1912 y se encuentra en el número 20 de la avenida Émile Deschanel. Desde allí a la torre Eiffel se tardan nueve minutos a pie, según Google Maps. Al palacio nacional de los Inválidos, trece minutos andando. Catorce minutos se tardaría en llegar dando un paseo hacia el Museo del Louvre y 22 hasta la catedral de Notre Dame.
Cuando viaja a Francia por motivos privados Mohamed VI suele hospedarse en el castillo que posee en Betz, un municipio de solo 1200 habitantes situado a 60 kilómetros al noreste de la capital francesa. El castillo, que se asienta sobre 70 hectáreas (equivalente a 70 campos de fútbol) fue comprado por su padre, Hassan II, en 1972. La discreción de la que goza el monarca en Betz es absoluta.
El rey de Marruecos suele pasar también buena parte de sus vacaciones en el mar. En 2019 el monarca compró el Badis 1, uno de los diez yates de velas más grandes del mundo, con 70 metros de largo por 13 de ancho, según publicó en su día el semanario marroquí Telquel. El importe de la compra también permanece secreto, aunque su anterior propietario, el estadounidense Bill Duker, dijo haberse gastado en la embarcación entre 60 y 90 millones de euros.
Entre las grandes aficiones del monarca se encuentran también la de los relojes. En 2018 al menos un par de medios marroquíes -Yabiladi y Le Desk- reprodujeron una foto donde se veía a Mohamed VI con un reloj de la colección Nautilus, perteneciente a la marca suiza Patek Philippe. El reloj es una joya en sí mismo, hecho a base de oro blanco y con 1.075 diamantes incrustados. Su precio no ha trascendido, aunque las estimaciones oscilan entre el medio millón y el millón de euros.
En 2016, cuando decenas de dignatarios ofrecieron al mandatario estadounidense Barack Obama un regalo con ocasión de su último año como presidente de Estados Unidos, Mohamed VI aportó los obsequios más caros. Regaló a Obama diversas joyas, además de un reloj con diamantes y esmeraldas incrustados. El Registro Federal de Estados Unidos valoró entonces los cuatro artículos en 101.200 dólares (87.536 euros). Los obsequios fueron trasladadas a la Administración Nacional de Archivos y Registros (NARA), el destino habitual de los regalos que se reciben en la Casa Blanca procedente de otros dignatarios.
Mohamed VI ascendió al trono en 1999. La revista Telquel informó en su día de que durante los primeros nueve años de reinado, el monarca incrementó su fortuna por cinco. Pasó así, de 443 millones de euros a 2.300 millones de euros. En 2007, la revista estadounidense Forbes situaba a Mohamed VI como el séptimo monarca más rico del mundo, con una fortuna de 1.775 millones de euros. Ocho años después, en 2015, la misma publicación cifraba su fortuna en 5.000 millones de euros, más del doble.
Armenia y Azerbaiyán “al borde de la guerra”: la Guerra del Alto Karabaj, el conflicto que dividió para siempre las dos naciones y que sigue vigente más de 30 años después
Lioman Lima - @liomanlima - BBC News Mundo
Una guerra que nunca ha terminado vive su capítulo más sangriento desde la última gran tregua.
A más de 30 años del inicio del conflicto del Alto Karabaj (o Nagorno Karabaj), Armenia y Azerbaiyán cruzan otra vez disparos y misiles y dejan muertos y heridos en una de las zonas de mayor tensión del planeta.
Los dos países, que están técnicamente en guerra desde 1988 y que acordaron un inestable alto al fuego en 1994, volvieron a las armas hace una semana por motivos todavía confusos.
Cientos de personas han muerto desde entonces en ambos bandos, según cifras oficiales, como resultado de ataques de artillería, misiles y drones.
Tras fallidos intentos de negociaciones a lo largo de la semana y, luego de intensas presiones de Francia y Rusia, el gobierno armenio anunció este viernes que "estaba dispuesto a comprometerse" a un alto al fuego.
Sin embargo, según cuenta el enviado de la BBC a Nagorno Karabaj, Jonah Fisher, misiles y drones han continuado volando sobre la región que dividió para siempre el destino de las dos naciones desde antes de la caída de la Unión Soviética.
"A intervalos regulares escuchamos el sonido de misiles aterrizando. A la hora del almuerzo, las explosiones fueron más fuertes", cuenta Fisher.
Pero más allá de la buena noticia del anuncio de la tregua, los expertos consultados por BBC Mundo cuestionan no solo su duración, sino su envergadura.
"Por 26 años estos países no han demostrado realmente un compromiso para la paz, ambas partes creen que pueden ganar a través del poder militar", cuenta a BBC Mundo el politólogo Ariel Cohen, experto en seguridad internacional y política energética del Atlantic Council, un think tank con sede en Washington.
Y es que la Guerra del Alto Karabaj no fue solo el más grave de todos los conflictos que se dieron tras la desintegración de la URSS, sino que ha sido a lo largo de los años una "bomba de tiempo" para una escalada aún mayor no solo en el Cáucaso, sino incluso hasta Medio Oriente.
"Es un conflicto que tiene todo el potencial para escalar. Primero, puede crecer hasta convertirse en enfrentamiento entre un poder nuclear como Rusia y un poder regional como Turquía", señala Cohen.
"Pero también, puede crear una tragedia humanitaria de grandes proporciones e incluso, desestabilizar el mercado global de petróleo (por los oleoductos que cruzan desde Azerbaiyán hasta Europa", agrega.
Pero ¿cómo empezó esta guerra que todavía no ha terminado? ¿Qué la provocó hace más de 30 años?
Siglos de diferencia
De acuerdo con Cohen, para entender las diferencias étnicas, políticas y religiosas que llevaron a la Guerra del Alto Karabaj hay que remontarse varios siglos atrás, cuando comenzaron a florecer las diferencias que explotarían a finales de la década de 1980.
"Este es un conflicto muy antiguo, de cientos de años. Los armenios son los residentes más antiguos de esa área y para el siglo XII pierden su independencia porque imperios más grandes emergen en el área, que fue gobernada primero por los persas y después por los otomanos y el imperio ruso", recuerda.
De acuerdo con el académico, a lo largo de los años se asentaron las diferencias étnicas, religiosas y lingüísticas entre dos grupos que darían paso posteriormente a dos naciones independientes, Armenia y Azerbaiyán.
"Lo que pasó hace cien años es que cuando cae el imperio ruso, ocurre una gran limpieza étnica de armenios en Turquía y en esta área de Nagorno Karabaj, Armenia se enfrenta con Azerbaiyán por alrededor de dos años. Es entonces es cuando llega la Rusia soviética y ocupa ambas naciones y Georgia", dice.
El experto recuerda que etonces, Stalin, que estaba a cargo de las políticas étnicas en el gobierno soviético comisario de nacionalidades, declara esta área de Nagorno Karabaj como una región autónoma dentro de Azerbaiyán.
"Era como un juego de muñecas rusas: la mayor sería la Unión Soviética, dentro una muñeca más pequeña que es Azerbaiyán y dentro otra más pequeña que es un territorio con mayoría armenia", explica.
El doctor Vasili Rukhadze, profesor invitado de ciencias políticas en la Universidad de Pittsburgh (EE.UU), cuenta a BBC Mundo que fue entonces, cuando Moscú transfirió el control de la región de mayoría armenia al Azerbaiyán recientemente soviético, cuando se creó un caldo de cultivo para el conflicto.
"La parte armenia nunca reconoció este arreglo territorial ya que históricamente tenía una fuerte presencia étnica, cultural y religiosa en esta región", señala.
De acuerdo con el académico, los armenios consideraban el enclave como uno de sus principados orientales, mientras los azeríes sentían fuertes derechos históricos sobre esta región.
"En resumen, las raíces del conflicto son extremadamente complejas y notablemente simples al mismo tiempo: ambas partes ven Karabaj como la parte indivisible de su patrimonio histórico y ninguna de ellas planea comprometerlo", considera.
La escalada
Pero si las tensiones se mantuvieron prácticamente estáticas por la férrea política soviética sobre el área, el debilitamiento de la URSS y su eventual caída fueron una mecha inevitable en un polvorín que se había contenido por décadas.
"Mientras el régimen soviético fue fuerte, se las arregló para controlar el conflicto. Una vez que la Unión Soviética se derrumbó a fines de la década de 1980, perdió el control sobre la región", señala Rukhadze.
"Y en adición a esto, las autoridades centrales soviéticas, debido a una grave mala gestión y pasos en falso a fines de la década de 1980, exacerbaron aún más el conflicto", considera.
Era solo cuestión de tiempo: el 26 de febrero de 1988 retumbaron por primera vez los ecos de la artillería.
No dejarían de sonar hasta seis años después.
La guerra, coincide Cohen, fue consecuencia directa de "la ruptura de un imperio".
"Mientras el control de Moscú se volvía más débil y (Mijaíl) Gorbachov no estaba seguro de querer utilizar mucha fuerza como habían hecho Stalin o Brezhnev, las animosidades locales y étnicas entre Azerbaiyán y Armenia afloraron", cuenta.
Pero de acuerdo con el autor de Russian Imperialism: Development and Crisis, lo que decidió el curso catastrófico de la guerra fue el propio fin de la URSS.
"Fue entonces cuando ambas partes comienzan limpiezas étnicas y matanza de civiles", dice.
Según estimados, más 30.000 personas murieron y más de un millón fueron desplazados por el conflicto, que se agravó todavía más con la caída de la URSS en 1991.
Sucesivas masacres, como la de Xocalı, en la que se estima que murieron más de 600 personas, o los sucesos del Enero Negro, en el que perdieron la vida más de un centenar de personas y dio paso a una limpieza étnica, sucedieron mientras las bombas caían de un lado a otro.
Rukhadze recuerda que con la disolución de la Unión Soviética, los restos de las bases militares soviéticas en el sur del Cáucaso armaron completamente a las nacientes fuerzas armadas armenias y azerbaiyanas.
"Sin esto, la matanza que se desarrolló en Karabaj en la primera mitad de la década de 1990 sería difícil de imaginar", dice.
El alto al fuego
Cohen recuerda que la inestabilidad regional que generó la guerra y los intereses en juego llevaron a que varios países intentaran mediar o intervenir en el conflicto.
"Armenia, que fue parte del imperio ruso, ha estado históricamente aliada con Rusia, mientras Turquía está aliada con los azeríes, que fueron parte del imperio otomano. Para Estados Unidos resulta relevante porque están interesados en otros jugadores en la región: Rusia, Irán, el petróleo en el Mar Caspio… Y Francia por el gran número de armenios que emigraron allí tras el genocidio otomano", dice.
Tras una mediación en mayo de 1994, ambos países acordaron un cese al fuego, no sin que antes Azerbaiyán tuviera que realizar duras concesiones.
"Con gran ayuda rusa, Armenia derrotó a Azerbaiyán. Consiguió ocupar no solo Nagorno-Karabaj, sino también otras partes de Azerbaiyán que rodean la región. Actualmente, Armenia ocupa alrededor del 14% del territorio soberano de Azerbaiyán. Formalmente, sin embargo, Armenia niega la ocupación, mientras que Nagorno-Karabaj se presenta como la autoproclamada República de Artsaj", explica Rukhadze.
Los expertos consultados por BBC Mundo recuerdan que la guerra dejó -y todavía tiene- un impacto profundamente negativo en ambos países.
"Ha habido tensiones constantes, también varios altercados militares que han llevado a enfrentamientos y tensiones a lo largo de casi tres décadas", señala Cohen.
Rukhadze agrega que el estado de guerra de facto también ha ejercido una inmensa presión sobre los sistemas políticos y económicos de ambas naciones y cerró aún más las perspectivas ya remotas de integración económica y política entre los estados independientes del Cáucaso.
"La guerra afianzó la amargura y la división en la región, que será muy difícil de curar durante generaciones. Y no menos importante fue su saldo de víctimas humanas, las tragedias personales de cientos de miles de refugiados y la devastación económica total que infligieron un inmenso trauma psicológico y físico en estas sociedades", dice.
Coronavirus. Alain Touraine: "La gestión de Trump resultó una catástrofe para EE.UU."
Hugo Alconada Mon
"¿Prefiere que hablemos en francés, inglés o italiano? No le digo en español porque hace un tiempo que no lo practico y no quisiera cometer errores". Del otro lado de la línea, un afiladísimo Alain Touraine cuenta desde París a LA NACION que terminó de escribir un nuevo libro y avanza con la reescritura de otro. Confía en que ambos salgan en 2021, cuando cumpliría 96 muy vigentes años.
Considerado uno de los sociólogos más importantes del último siglo, la visión de Touraine es panorámica, al mismo tiempo que precisa y profunda. Ofrece un pantallazo sobre Europa, mientras desgrana ideas sobre América Latina y Asia, y señala por sus apellidos a los líderes que lo inquietan. Pero la coyuntura no lo obsesiona, sino cómo encarar los nuevos tiempos.
"Estamos ante el fin de la sociedad industrial y eso conlleva una confusión generalizada, ausencia de ideas, ausencia de debates, ¡incluso ausencia de las libertades que resultan fundamentales para la generación de ideas!", plantea, para después ir a fondo: "No tenemos que volver al pasado, sino entrar en un nuevo mundo, en una nueva sociedad, un mundo de nuevas ideas y acciones".
Touraine explica, también, que siente cierta ambivalencia. "El precio que pagamos en esta crisis es muy alto, pero aun así soy optimista", explica. "Resulta extraordinario observar que, por primera vez, prácticamente el mundo entero ha priorizado salvar vidas humanas, la salud de sus ciudadanos, por encima de sus economías, con la clara excepción de dos o tres países importantes", sobre los que carga con dureza.
-Después de tantos años, ¿cómo ve lo que afrontamos a nivel global? En la entrevista que concedió a El País en abril, usted planteó que le extrañaría "mucho" que no vivamos "catástrofes ecológicas importantes" durante la próxima década, pero al mismo tiempo remarcó que "las epidemias no lo son todo".
-[Ríe] ¿Cuánto tiempo tenemos? Primero, remarquemos que esta pandemia no es la primera que afrontamos, ni tampoco es la primera fuera de control durante el último siglo, ni siquiera en tiempos recientes. Basta con recordar cuando irrumpió el virus del sida, por ejemplo. Pero lo que sí es relevante es cómo reaccionamos ante estas situaciones de crisis y eso depende, en gran medida, de la relación que la ciudadanía mantenga con sus gobiernos. Cuando las personas confían en sus gobernantes tiende a reducirse la desorganización y a mejorar la calidad de la respuesta. Pero la relación entre las personas y los Estados es una relación cambiante que puede derivar en situaciones extremadamente peligrosas, con claros abusos de poder desde el Estado. En ocasiones, algunos gobiernos pueden asumir una orientación, digamos, napoleónica, dándole prioridad absoluta al propio Estado por sobre sus ciudadanos. Ahora estamos pagando un precio social muy alto debido a la orientación burocrática y nacionalista de muchos Estados. Muchos recibimos con sorpresa la evidente desorganización de los Estados para afrontar este tipo de crisis.
-¿Por qué dice eso? ¿Puede explayarse en ese concepto?
-La globalización de la economía llevó, por ejemplo, a que no produzcamos más nuestros medicamentos y todo tipo de equipos médicos, incluso algunos muy fáciles de fabricar y que nos permitirían protegernos más y mejor de este tipo de pandemias y, en general, en situaciones de emergencia. Debemos retornar a una democracia donde se le dé la prioridad a la sociedad civil por encima de los Estados. A esto se suma, en segundo lugar, que el precio que pagamos en esta crisis es muy alto, pero aun así soy optimista. Resulta extraordinario observar que, por primera vez, prácticamente el mundo entero ha priorizado salvar vidas humanas, la salud de sus ciudadanos, por encima de sus economías, con la clara excepción de dos o tres países importantes. Las excepciones las encarnaron Donald Trump en Estados Unidos, Boris Johnson en Gran Bretaña y, obviamente, Jair Bolsonaro en Brasil. Pero la respuesta general resultó muy positiva y, en la misma línea, es valioso lo que ha ocurrido en la Unión Europea, que se ha mostrado como una entidad muy débil, pero que aun así, gracias al alineamiento de Alemania y Francia, ha decidido destinar enormes sumas de dinero a la reconstrucción de la vida económica pero priorizando, insisto, las vidas de sus ciudadanos. Los europeos han demostrado así que están mejor orientados en sus prioridades de lo que muchos pensábamos, y me incluyo en eso. Mientras tanto, en Asia también podemos ver lo ocurrido en Hong Kong, en Corea del Sur y en particular en Taiwán. Han demostrado que las naciones que son verdaderamente democráticas han afrontado mejor la crisis que las viejas naciones industrializadas de Europa. Eso indica que es posible establecer una clara línea política que priorice las vidas y ciertos objetivos sociales y culturales en vez de abocarse a unos pocos y muy estrechos intereses económicos.
-Destacó a la Unión Europea. ¿Qué futuro tiene tras la salida del Reino Unido, con el Brexit, y los problemas serios y recurrentes de coordinación que evidenció durante esta pandemia?
-Diría, primero, que en estos momentos me siento muy tentado a sentirme satisfecho con el Brexit, dada la vieja tradición capitalista de Gran Bretaña, combinada con la sintonía que evidencia en los últimos tiempos con Estados Unidos. No aludo a aquel Estados Unidos de [Franklin Delano] Roosevelt o [John Fitzgerald] Kennedy, sino a este Estados Unidos de George W. Bush o Trump, y su priorización de los objetivos económicos por sobre las vidas humanas, en desmedro de otras perspectivas. Tomemos a Alemania como el ejemplo opuesto. Alemania lidia con ciertas fuerzas nacionalistas, pero resulta magnífico observar cómo la canciller [Angela] Merkel ha sido capaz de sortear esos planteos nacionalistas e imprimir otro rumbo, más positivo, en toda Europa. O Francia, donde debo reconocer que el presidente [Emmanuel] Macron ha estado muy activo en su afán por fortalecer la Unión Europea. Por todo esto, mi visión sobre la Unión Europea es que aún es demasiado débil, pero registró un progreso muy importante al aprobar un paquete de 750.000 millones de euros para afrontar las consecuencias de la pandemia, dándole prioridad a Italia y España. Eso no es menor. Veamos el caso de Italia, que está registrando un progreso muy importante, con la ayuda de las restantes naciones de la Unión y con la caída de Salvini [Mateo, ex ministro del Interior y vicepresidente italiano, referente de la extrema derecha], que es un dirigente populista muy peligroso. Algo similar pasa en España, que afronta serias dificultades, además del movimiento independentista catalán, pero que de a poco está avanzando en una senda positiva. Paradójicamente, creo que el país que se encuentra en la situación más frágil, hoy, es Francia. Veremos qué ocurre en las próximas elecciones presidenciales y regionales de 2022. Espero que Macron obtenga su reelección, a pesar de que su partido es débil y mediocre, y pueda impulsar ciertas reformas políticas, más allá de que aún existan sectores de la población que apoyen a [Marine] Le Pen y son sectores carentes de un verdadero y profundo análisis de la situación. Por todo esto, mi juicio sobre el comportamiento colectivo de la Unión Europea y en especial de Alemania y Francia, es muy positivo.
-¿Cómo interpreta el ascenso al poder de figuras como Trump, Bolsonaro o Johnson?
-Como un problema que deberíamos dejar atrás lo más pronto posible. No sé qué puede ocurrir en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, pero es todo un dato que los países que más han sufrido por esta pandemia hayan sido Estados Unidos, Inglaterra y Brasil. Desde una perspectiva muy concreta, quedó demostrado que la gestión de Trump resultó una catástrofe para Estados Unidos, que registra la tasa de casos y muertes más alta del mundo, mientras que Gran Bretaña es la nación con peores índices de Europa, a pesar de sus altos estándares científicos, porque permitió, insisto, que sus intereses económicos capitalistas prevalecieran por sobre las vidas de sus ciudadanos.
-Apoyado en sus conocimientos y su experiencia, ¿cuáles son las preguntas que deberíamos plantearnos en estos momentos?
-Hmm [Calla unos segundos]. Como usted sabe, América Latina siempre me ha interesado muchísimo y creo que ahora debemos observar cómo se resuelve el populismo en la región, donde acumuló un elevado apoyo popular, pero registró efectos muy negativos y provocó una reacción opuesta, como la que encarna Bolsonaro, quien está destruyendo la selva de Amazonas. Esa reacción es mucho más negativa que lo ha que ha representado el peronismo u otras variantes populistas en el hemisferio. Veo con mejores ojos lo que ocurre en Chile, un país que ha registrado un movimiento popular contra un presidente [por Sebastián Piñera] que ciertamente no es un dictador como lo fue [Augusto] Pinochet, pero es muy conservador y antipopular. Esa tensión social representa, para mí, un verdadero progreso en la relación de los ciudadanos con el Estado, tras el gobierno de la llamada "Convergencia", que en la práctica fue neoconservador y no implementó ninguna verdadera reforma social. Espero que el malestar popular que el año pasado se evidenció en Chile derive en algún resultado positivo y que la nueva Constitución signifique un gran paso hacia delante, hacia una democracia plena. O dicho de otro modo, como alguien que está a favor de los movimientos populares en Chile, tiendo a pensar que el saldo de lo ocurrido el año pasado podría resultar muy positivo para el proceso democrático de ese país. Y en términos más hemisféricos, espero que América Latina no se abandone a los intereses autoritarios de China. Si pueden sacarnos de encima a sus peores líderes, confío en que pueda transformarse y reorganizar sus procesos populares. Pero será un largo camino.
-¿Y en el campo de las ciencias sociales? ¿Qué ve?
-Considero que debemos hacer un gran hacer esfuerzo por reconstruir las ciencias sociales porque los mayores problemas, hoy, no son económicos, son sociales y culturales. Por eso insisto tanto en que debemos priorizar a los intereses humanos por sobre los económicos. Debemos ser activamente críticos y debemos abordar la "sociología de la acción", enfocarnos en la capacidad de los actores para organizar la vida social para bien de la comunidad y no de otros intereses. Debemos priorizar la reconstrucción de las bases de la democracia. La tendencia dominante hoy se centra en el antagonismo, pero debemos reaccionar y reconstruir una verdadera ciencia humana, una ciencia pensada para el bienestar de la humanidad. Necesitamos una fuerte renovación de nuestras organizaciones culturales y políticas y eso, sin ir más lejos, debería ser un eje clave en un eventual segundo período de Macron.
-¿Hay alguna pregunta que no le planteé y quisiera abordar?
-¡Oh, sí! Obviamente no puedo decirlo todo en veinte o cuarenta minutos [risas]. Creo que nos encontramos en el momento más negativo de nuestra evolución histórica. Estamos ante el fin de la sociedad industrial y eso conlleva una confusión generalizada, ausencia de ideas, ausencia de debates, ¡incluso ausencia de las libertades que resultan fundamentales para la generación de ideas! Debemos salir ahora de este barro, de este período de desorganización y construir una nueva sociedad. Lo que quiero dejar como mi comentario más relevante, hoy, es que debemos quitarnos de encima esta sociedad industrial en la que he pasado prácticamente toda mi vida. Ahora debemos entrar en un nuevo mundo y debemos reinventar un abordaje social, un análisis social para esta nueva sociedad. Debemos convencernos de la necesidad de elaborar ideas, programas y acciones para una sociedad que es esencialmente distinta de la que fue la sociedad industrial de los últimos dos siglos. Eso es fundamental. Necesitamos nuevas ideas. Nuevos instrumentos para responder las preguntas actuales. Nuevas propuestas para la acción. No tenemos que volver al pasado, sino entrar en un nuevo mundo, en una nueva sociedad, un mundo de nuevas ideas y acciones. Ese es mi mensaje.
Biografía
Nacido en 1925, en Normandía, se graduó de la École Normale Superieure de Paris y pasó luego por las universidades de Columbia, Chicago y Harvard. Fue investigador del Consejo Nacional de Investigación Francés y en la École Pratique des Hautes Études, donde fundó el Centro de Análisis y de Intervención Sociológicos (Cadis).Considerado uno de los sociólogos más importantes del último medio siglo, recibió numerosos doctorados honoris causa, premios y reconocimientos; entre ellos, el premio Príncipe de Asturias, junto a Zygmunt Bauman, y la Legión de Honor de Francia. Férreo opositor a las políticas neoliberales, es autor de una veintena de libros que se tradujeron a múltiples idiomas; entre ellos, "Sociología de la Acción" (1965), "Producción de la sociedad (1973), "Crítica de la modernidad" (1994) y "El fin de las sociedades" (2016) Su obra abarca tres etapas: la primera, dedicada a la sociología del trabajo (en especial, de la conciencia obrera); la segunda, al estudio de los movimientos sociales (en particular, de los acontecimientos de Mayo del '68 y los golpes militares en América Latina); y la tercera, al sujeto como principio central de la acción de los movimientos sociales
Recomendación para aprovechar el tiempo
-Dado que millones de argentinos deben permanecer en sus casas desde hace meses, ¿qué libros, películas, música u otra actividad les recomienda para distraerse o "aprovechar" el tiempo? ¿Qué hace usted en su tiempo libre?
-Como recordará, tengo 95 años, pero aún trabajo todo el día, todos los días del año. De hecho, cuando usted me llamó como acordamos estaba reescribiendo un capítulo de mi próximo libro. Un libro ya lo terminé y espero que se publique en febrero; y este otro que estoy terminando de escribir, quizá salga en septiembre de 2021. En cuanto a lecturas, uno de los últimos libros que he leído es relativamente nuevo: La nueva América Latina. Lo escribieron Eduardo Calderón, un académico boliviano que podemos decir que es prácticamente argentino, y Manuel Castells, uno de mis amigos más cercanos. Es un libro magnífico, extremadamente inteligente, como lo son sus autores.
La salud de Donald Trump. Medios estadounidenses plantean dudas sobre el parte médico oficial
Tras el parte médico oficial, en el que los profesionales que atienden al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, -internado por coronavirus en el centro Walter Reed- dieron detalles sobre su estado de salud y dijeron que se encuentra "muy bien", algunos medios estadounidenses plantearon que hubo ciertas imprecisiones con respecto a algunos datos: por ejemplo, si al primer mandatario se le suministró oxígeno o no y cuándo fue realmente diagnosticado.
El médico oficial Sean Conley aseveró, hace unas horas, que Trump no necesitaba asistencia de oxígeno y que su último dato de saturación fue de 96%. Ante la insistencia de los periodista con respecto a si al presidente norteamericano se le había suministrado, días anteriores, se limitó a responder: "Jueves sin oxígeno, tampoco a este momento. Y ayer, con el equipo, mientras estuvimos aquí, no estaba con oxígeno".
Luego, la agencia de noticias Associated Press (AP) planteó dudas sobre dichas definiciones médicas: "Esa evaluación fue inmediatamente contradicha por una persona familiarizada con la condición de Trump, quien dijo que al presidente le suministraron oxígeno suplementario el viernes, en la Casa Blanca. Además, el jefe de Gabinete de Trump, Mark Meadows, dijo que el presidente pasó por un período "muy preocupante" el viernes y que las próximas 48 horas van a ser críticas en términos de su atención".
Sobre ello, agregaron: "De acuerdo a esta persona familiarizada con la condición de Trump, al presidente se le administró oxígeno en la Casa Blanca el viernes, antes de ser transportado al hospital militar". También dejaron en claro que dicha fuente "no estaba autorizada a hablar en público" y "habló con AP en la condición de anonimato".
En AP, incluso, consideraron que "la administración ha sido consistentemente menos transparente acerca de la salud del presidente, mientras el virus se expandió dentro de la Casa Blanca" y, en relación con ello, indicaron: "Los asesores se rehusaron a compartir información básica de salud acerca del presidente, incluyendo una descripción completa de sus síntomas, qué tests se le realizaron y sus resultados. La primera palabra de que un colaborador cercano a Trump estaba infectado vino de los medios y no de la Casa Blanca".
Otro de los ejes de los cuestionamientos planteados por los medios norteamericanos, además del suministro de oxígeno, tiene que ver con el momento en que el primer mandatario fue diagnosticado con Covid-19. "Conley también reveló que Trump empezó a presentar 'indicaciones clínicas' de Covid-19 en la tarde del jueves, más temprano de lo sabido", señaló AP.
En la agencia de noticias destacaron que "el doctor de la Casa Blanca, se negó a decir cuándo Trump fue testeado por última vez, antes de que se confirme que tenía Covid-19, el pasado jueves" y en cuanto a dicha fecha, expresaron: "Inicialmente sugirió que habían pasado 72 horas desde el diagnóstico, poniendo la confirmación de su infección en el miércoles. Conley, después clarificó que Trump fue sometido a una prueba precisa para el virus el jueves por la tarde, después de que la asesora de la Casa Blanca Hope Hicks se confirmara como positiva y Trump exhibiera "indicaciones clínicas" inespecíficas del virus".