martes, 9 de junio de 2020

EFEMERIDES 9 DE JUNIO DE 1956-2020.

El General Valle sabe que está recorriendo los minutos finales de su vida.

Toma la estilográfica y le escribe a su ex amigo y hoy presidente:

"Dentro de pocas horas usted tendrá la satisfacción de haberme asesinado.
Debo a mi Patria la declaración fidedigna de los acontecimientos. Declaro que un grupo de marinos y de militares, movidos por ustedes mismos, son los únicos responsables de lo acaecido.
Para liquidar opositores les pareció digno inducirnos al levantamiento y sacrificarnos luego fríamente. Nos faltó astucia o perversidad para adivinar la treta.
Así se explica que nos esperaran en los cuarteles, apuntándonos con las ametralladoras, que avanzaran los tanques de ustedes aun antes de estallar el movimiento, que capitanearan tropas de represión algunos oficiales comprometidos en nuestra revolución. Con fusilarme a mí bastaba. Pero no, han querido ustedes, escarmentar al pueblo, cobrarse la impopularidad confesada por el mismo Rojas, vengarse de los sabotajes, cubrir el fracaso de las investigaciones, desvirtuadas al día siguiente en solicitadas de los diarios y desahogar una vez más su odio al pueblo. De aquí esta inconcebible y monstruosa ola de asesinatos.
Entre mi suerte y la de ustedes me quedo con la mía. Mi esposa y mi hija, a través de sus lágrimas verán en mí un idealista sacrificado por la causa del pueblo. Las mujeres de ustedes, hasta ellas, verán asomárseles por los ojos sus almas de asesinos. Y si les sonríen y los besan será para disimular el terror que les causan. Aunque vivan cien años sus victimas les seguirán a cualquier rincón del mundo donde pretendan esconderse. Vivirán ustedes, sus mujeres y sus hijos, bajo el terror constante de ser asesinados.
Porque ningún derecho, ni natural ni divino, justificará jamás tantas ejecuciones.
La palabra "monstruos" brota incontenida de cada argentino a cada paso que da.
Conservo toda mi serenidad ante la muerte. Nuestro fracaso material es un gran triunfo moral. Nuestro levantamiento es una expresión más de la indignación incontenible de la inmensa mayoría del pueblo argentino esclavizado. Dirán de nuestro movimiento que era totalitario o comunista y que programábamos matanzas en masa. Mienten. Nuestra proclama radial comenzó por exigir respeto a las Instituciones y templos y personas. En las guarniciones tomadas no sacrificamos un solo hombre de ustedes. Y hubiéramos procedido con todo rigor contra quien atentara contra la vida de Rojas, de Bengoa, de quien fuera. Porque no tenemos alma de verdugos. Sólo buscábamos la justicia y la libertad del 95% de los argentinos, amordazados, sin prensa, sin partido político, sin garantías constitucionales, sin derecho obrero, sin nada. No defendemos la causa de ningún hombre ni de ningún partido.
Es asombroso que ustedes, los más beneficiados por el régimen depuesto, y sus más fervorosos aduladores, hagan gala ahora de una crueldad como no hay memoria. Nosotros defendemos al pueblo, al que ustedes le están imponiendo el libertinaje de una minoría oligárquica, en pugna con la verdadera libertad de la mayoría, y un liberalismo rancio y laico en contra de las tradiciones de nuestro país. Todo el mundo sabe que la crueldad en los castigos la dicta el odio, sólo el odio de clases o el miedo. Como tienen ustedes los días contados, para librarse del propio terror, siembran terror.
Pero inútilmente. Por este método sólo han logrado hacerse aborrecer aquí y en el extranjero. Pero no taparán con mentiras la dramática realidad argentina por más que tengan toda la prensa del país alineada al servicio de ustedes.
Como cristiano me presento ante Dios que murió ajusticiado, perdonando a mis asesinos, y como argentino, derramo mi sangre por la causa del pueblo humilde, por la justicia y la libertad de todos no sólo de minorías privilegiadas.
Espero que el pueblo conocerá un día esta carta y la proclama revolucionaria en las que quedan nuestros ideales en forma intergiversable.
Así nadie podrá ser embaucado por el cúmulo de mentiras contradictorias y ridículas con que el gobierno trata de cohonestar esta ola de matanzas y lavarse las manos sucias es sangre. Ruego a Dios que mi sangre sirva para unir a los argentinos. Viva la patria."

Juan José Valle
Buenos Aires, 12 de junio
9 de junio de 1956
Cronología de 27 fusilamientos
Por Pablo José Hernández
El soldado Blas Closs, el infante de marina Bernardino Rodríguez y el inspector de policía provincial Rafael Fernández son muertos a causa de la insurrección, en tanto que la represión se cobra la vida de Ramón Raúl Videla, Carlos Irigoyen, Rolando Zaneta y Miguel Angel Mouriño. La nómina más extensa y siniestra, sin embargo, no es la que integran los muertos de ambos bandos caídos en combate sino, por el contrario, la de quienes fueron fusilados luego de haber sido detenidos. El fusilamiento de Valle el 12 de Junio en la penitenciaria de la calle Las Heras, en efecto, era sólo la culminación de un baño de sangre.

El 10 de Junio, en Lanús, habían sido ejecutados el teniente coronel José Albino Irigoyen, el capitán Jorge Miguel Costales y los civiles Dante Hipólito Lugo, Clemente Brauls y Osvaldo Alberto Albedro.

En la misma fecha, pero en los basurales de José León Suárez, habían corrido la misma suerte Carlos Alberto Lizazo, Nicolas Carranza, Francisco Garibotti, Mario Brión y Vicente Rodríguez, cinco ciudadanos algunos de los cuales no tenían ni idea, siquiera, de que horas antes se había producido un reducido levantamiento.

El 11, en tanto, fue el turno de los militares. El teniente coronel Oscar Lorenzo Cogorno fue muerto en La Plata, mientras que en campo de Mayo eran fusilados los coroneles Eduardo Alcibíades Cortines y Ricardo Santiago Ibazeta, los capitanes Néstor Dardp Cano y Eloy Luis Caro, el teniente primero Jorge Leopoldo Noriega y el Teniente de banda Nestor Marcelo Videla.

Son siete los suboficiales -cuatro e la escuela de Mecánica del Ejercito y tres en la Penitenciaria- que completan la macabra lista de ese día: Hugo Eladio Quiroga, Miguel Angel Paolini, Ernesto Garecca, José Miguel Rodríguez, Luciano Isais Rojas, Isauro Costa y Luis Pugnetti.

El 12, en tanto, al igual que Valle pero en La Plata, le llegaría el turno al subteniente de reserva Alberto Juan Abadie. A la gravedad de los veintisiete fusilamientos se le suma, además, las irregularidades de diversa índole que violan hasta los propios decretos y resoluciones emanados del gobierno dictatorial que encabezan el general Aramburu y el almirante Isaac Francisco Rojas.

La Ley Marcial, por ejemplo, no fue anunciada por ningún medio antes de las 24 del 9 de junio, por lo cual no correspondía que fuera aplicada a quienes se hubiera detenido antes de su difusión.

Fueron muertos en los basurales de José León Suárez, sin embargo, un grupo de civiles detenidos la noche del 9 mientras escuchaban un match de boxeo en una sencilla casa de Florida.

Al día siguiente, en tanto, se reúne en Consejo de Guerra que, presidido por el general Juan Carlos Lorio, juzga a los militares rebeldes que actuaron en Campo de Mayo. El fallo, terminante, los absuelve: "Este Consejo ha resuelto que no ha lugar la pena de muerte". Desde el Ministerio del Ejercito le comunican a Lorio que, pese a lo resuelto por el tribunal, es orden del gobierno que los detenidos sean fusilados. Éste, sorprendido, trata de hablar con Aramburu. La respuesta será celebre: "El Presidente duerme", le contestan a Lorio. Susana de Ibazeta, la esposa del coronel, recibe igual contestación cuando, contrariando la voluntad de su marido, trata de conectarse con Aramburu para solicitarle clemencia. Valle, por último, también es muerte pese a que cuando se entregó contaba con la palabra de Francisco Manrique, dada a un amigo común, de que su vida sería respetada".

El fusilamiento del General Valle se hizo en cumplimiento del decreto firmado por Pedro Eugenio Aramburu, al mando de la Nación después de que un grupo de militares bombardeara la plaza de Mayo el 16 de junio de 1955, donde murieron más de un centenar de civiles. Ahí se empieza a contar una negra historia. En sus oscuros escritos se cuentan 27 muertes producidas entre el 9 y 12 de junio de 1956.
(De: Compañeros, perfiles de la militancia peronista)

GENERAL JUAN J. VALLE IN MEMORIAM.

El presidente duerme
Fusilados en junio de 1956. La generación de una causa. Un libro de Daniel Brión
El autor es hijo de Mario Brión, oficinista, casado, quien encontró la muerte en los basurales de José León Suárez el 10 de junio de 1956, a los 33 años. El libro relata detalladamente, lugar por lugar, donde fueron sucediéndose y como fueron asesinados y fusilados quienes intervinieron en el Movimiento de Recuperación Nacional 9 de Junio que, encabezado por los generales Valle y Tanco y los dirigentes sindicales Andrés Framini y Armando Cabo, quienes se levantaron contra la dictadura en un intento por restablecer la vigencia de la Constitución Nacional.
El presidente duerme fue presentado en 2001 en un acto en el que hablaron Mario O´Donnell e Inés Pérez Suárez. El título fue tomado de un poema escrito en junio de 1956 por el periodista José Gobello, que había sido diputado nacional y estaba entonces preso en la cárcel de Caseros. Aludía a la infructuosa gestión que intentó una noche la esposa de uno de los fusilados. Decía: "La luna se ha escondido de frío o de vergüenza,/ya sobre los gatillos los dedos se estremecen/una esperanza absurda se aferra a los teléfonos/y el presidente duerme".
Introducción
Por Daniel Brión

No se ha escrito mucho sobre los fusilamientos de Junio de 1956, mucho menos es lo que ha trascendido a la memoria histórica nacional sobre estos acontecimientos que marcaron un hito en nuestra Patria.

Pero estos mártires, que representan la sangre y la simiente del movimiento nacional y popular, nunca murieron continuaron viviendo en cada tiza y en cada carbón con las que un pueblo proscripto, “seco y en patas”, los recordó en las paredes de ciudades y pueblos durante dieciocho años, vivieron cada vez que una voz se levantó contra un dictador, vivieron con cada luchador popular y en el corazón de miles de compatriotas que levantaron sus banderas y las llevaron a la victoria.

Con el odio y el rencor no se construye, pero la falta de memoria destruye, y la memoria del Pueblo no ha permitido que, pese al silencio de tantos años, esta sangre derramada por la causa popular haya sido en vano.

Resulta maravilloso y emocionante, como hijos y familiares de estos hombres, darse cuenta que cada vez que contamos nuestra historia a nuevas generaciones, cada vez que rescatamos del olvido su epopeya nacional, cada vez que conciudadanos a quienes nunca se habían relatado estos sucesos comienzan a enterarse de los mismos, la chispa de la utopía y la libertad, de las convicciones políticas, del amor a la Patria y a su Pueblo, comienza a encender nuevos fuegos en los corazones, que se vuelven ávidos por conocer mas detalles de lo sucedido.

Vivimos actualmente en un país que se ha dado en llamar “mediático”, entendemos que la noticia hoy pasa por otro lado, pero es bueno tener presente que “los pueblos que no tienen memoria no tienen futuro”, y que “conocer la realidad es empezar a dominarla”.

Una vez alguien me preguntó: “¿por qué su papá era peronista?...”, y entonces recordé una anécdota que, de niño, mi madre me contó cuando yo le hice la misma pregunta...

Mi padre trabajaba en la administración de la fábrica SIAM, de noche estudiaba Teneduría de Libros, quería progresar.

En aquel entonces en cada puesto de trabajo había un jefe que controlaba, despóticamente, a los empleados.

En un momento mi padre bostezó mientras trabajaba, esto fue suficiente para que ese jefe, ironizándolo, lo obligara a subirse al escritorio y comenzara una cruenta burla delante de todos los empleados. Bajo apercibimiento de ser despedido mi padre debió subir a su escritorio y simular bostezos delante de todos sus compañeros.

Fácil resulta comprender el sabor amargo que esta actitud dejó en su alma.

Nadie pudo alzar su voz para defenderlo, el no pudo negarse pues sería despedido.

Esa era la realidad social, el contexto que se vivía en esos momentos, el trabajo carecía de dignidad y los trabajadores de derechos.

Pero al poco tiempo apareció un Coronel que comenzó a hablar de la Dignidad del Trabajador, de Independencia Económica, de Soberanía Política y de Justicia Social, y bajo su doctrina comenzaron a alinearse las grandes mayorías postergadas, comenzaron a reivindicarse los derechos de los olvidados, la gente comenzó a vivir feliz y contenta con la dignidad de su trabajo.

Era el Coronel Perón.

A partir de ese momento mi padre se hizo peronista y defensor de la justicia social, y por estas convicciones entregó su vida.

Por todo ello este recuento histórico no pretende hablar de política, ni de peronismo, ni de la resistencia popular, ni de la militancia de nuestro pueblo, ni de dieciocho años de proscripción y persecuciones, ni mucho menos de muertes; porque re

cordar estos hechos es recordar estos mártires en la plenitud de sus vidas y de sus ideales, para que nos demos cuenta de que las utopías existen, y que los ideales son importantes, tan importantes como para que alguien alguna vez intente callarlos torpemente y sin darse cuenta que esas palabras se transformarán en gritos que llegaran a cientos, miles, millones de oídos que entenderán el mensaje y continuarán su historia.

Porque estoy convencido que estas epopeyas merecen ser contadas, que estas vidas son ejemplos de vida, que esta entrega es modelo de una moral digna de ser imitada, pretendo hacer un recuento de lo sucedido en la esperanza de que llegue a manos de todos aquellos que siguen buscando esos modelos y esos ejemplos de vida, en fin continúan buscando un País mejor donde vivir.
También se han pretendido desvirtuar los motivos que impulsaron a esta gesta heróica, pretendiendo imponerles consignas extrañas que nunca los animaron en su intento, por tal motivo, antes de comenzar con el relato de los hechos, transcribo la Proclama al Pueblo de la Nación que redactaron como exposición de motivos y aspiraciones de su accionar y de cuya lectura surgen claramente las circunstancias que los rodearon y los objetivos que perseguían.

Finalmente debemos recordar también que ninguno de los ejecutores e ideólogos de las muertes fue juzgado ni castigado con el posterior retorno de la democracia.

Simplemente fueron beneficiados por amnistías dictadas, oportunamente, por ellos mismos o sencillamente jamás resultó posible que se sometiera a juicio a ninguno de los implicados en estos actos de terrorismo de Estado.

Estoy convencido de que si se hubiera juzgado su accionar y se hubieran aplicado las penas que la Constitución y la Ley les imponían a estos responsables, años más tarde otros delirantes no hubieran procedido como procedieron pues hubieran tenido en claro que accionar como el que estaban dispuestos a llevar adelante sería juzgado con toda la severidad, y que las penas serían aplicadas en consecuencia; o tal vez no, pues en su delirio asesino tampoco hubieran tenido reparos, pero es una duda que siempre tendremos como ciudadanos de este país.

Hacer este tipo de recordaciones, probablemente, encienda en los corazones el patriótico reconocimiento a estos hombres.

Estos episodios constituyeron una de las páginas más gloriosas de nuestra historia. No es un ejemplo para ser solamente contado, es para ser imitado, para que sirva de ejemplo a los argentinos y para que, desde su gloria, sigan mostrando cual es el camino a millones de argentinos.

Estos hombres pertenecieron a una causa, de ahí su extraordinaria grandeza. A esa causa ofrendaron sus vidas.

Como siempre ocurre en los tiempos difíciles, surgieron entonces en nuestra tierra grupos de hombres flojos y grupos de hombres fuertes. Los hombres flojos se unieron entre ellos para dar apoyo y sustento a un gobierno de facto que proscribía, encarcelaba y asesinaba; es más participaron en forma de “Junta Consultiva” en esos mismos hechos, en contra del resto del pueblo perseguido, encarcelado y asesinado.
a historia -que es verdad y es justicia o no es historia- ha debido reconocer el extraordinario valor de estos mártires frente a la confabulación de otros y así, cuarenta años más tarde, un Presidente de la Nación rindió homenaje público a la memoria de estos valientes reivindicando su lucha por la recuperación de la libertad y la democracia.

Ellos fueron los hombres de una causa: la causa de la Patria. No lograron hacerlos retroceder ni la calumnia ni la intriga, porque el corazón granítico de los hombres templados no cede ni ante la acción destructora del tiempo, ni ante la calumnia o la intriga de los hombres.

Esta lección perdurará en los tiempos mientras haya un argentino con el corazón bien templado.

“El mundo está formado por hombres fuertes y por hombres flojos. Nuestra generación, es la generación de una causa. Hemos de luchar por ella si somos fuertes o iremos a pedir la ayuda a terceros si somos flojos”.

No debemos ir a buscar ejemplos ni imitaciones en ninguna parte, no nos hace falta, tenemos en nuestra historia las páginas más gloriosas que se han producido en las luchas por la libertad, la democracia y la defensa de la causa popular.

Por todo esto es que reivindico la gesta de nuestros padres y espero contribuir, en alguna medida, a reinstalar en nuestra Patria la memoria histórica para que todos estos hechos nunca vuelvan a suceder, porque nos duelen los 31 fusilados/asesinados de Junio de 1956, nos duelen los muertos en los bombardeos a Plaza de Mayo de Junio de 1955,, nos duelen todos los muertos y perseguidos en la Resistencia Popular, nos duele el Plan Conintes, nos duele la triple A, nos duelen los 30.000 desaparecidos, y no queremos más que nos vuelva a doler ninguna otra muerte ni ninguna otra violación a ningún derecho humano.

Simplemente queremos recobrar un estilo de vida, queremos volver a ver a nuestro pueblo y a nosotros mismos con una sonrisa en la cara, con la alegría de vivir en la dignidad de nuestro trabajo, mirando a los ojos a nuestros hermanos, compartiendo la vida con nuestras familias y amigos, recobrar la buena vecindad, la solidaridad, el respeto a los ancianos, el amor a los niños.

Queremos vivir en Paz y Libertad, como una vez lo hicieron nuestros padres y abuelos y como pretendemos volver a hacer nosotros y nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.

DANIEL BRIÓN

Tercera edición (junio 2011)

No se ha escrito mucho sobre los fusilamientos de Junio de 1956, mucho menos es lo que ha trascendido a la memoria histórica nacional sobre estos acontecimientos que marcaron un hito en nuestra Patria.

Pero estos mártires, que representan la sangre y la simiente del movimiento nacional y popular, nunca murieron continuaron viviendo en cada tiza y en cada carbón con las que un pueblo proscripto, “seco y en patas”, los recordó en las paredes de ciudades y pueblos durante dieciocho años, vivieron cada vez que una voz se levantó contra un dictador, vivieron con cada luchador popular y en el corazón de miles de compatriotas que levantaron sus banderas y las llevaron a la victoria.

Con el odio y el rencor no se construye, pero la falta de memoria destruye, y la memoria del Pueblo no ha permitido que, pese al silencio de tantos años, esta sangre derramada por la causa popular haya sido en vano.

Resulta maravilloso y emocionante, como hijos y familiares de estos hombres, darse cuenta que cada vez que contamos nuestra historia a nuevas generaciones, cada vez que rescatamos del olvido su epopeya nacional, cada vez que conciudadanos a quienes nunca se habían relatado estos sucesos comienzan a enterarse de los mismos, la chispa de la utopía y la libertad, de las convicciones políticas, del amor a la Patria y a su Pueblo, comienza a encender nuevos fuegos en los corazones, que se vuelven ávidos por conocer mas detalles de lo sucedido.

Vivimos actualmente en un país que se ha dado en llamar “mediático”, entendemos que la noticia hoy pasa por otro lado, pero es bueno tener presente que “los pueblos que no tienen memoria no tienen futuro”, y que “conocer la realidad es empezar a dominarla”.
Susana Valle"A mi padre lo fusilan a las 22.20 del 12 de junio [de 1956]. Pude despedirme de él. Me vio llorar. Me paró. Y me pidió un pucho. Yo estaba cuando el párroco de la iglesia Santa Elena, en la calle Seguí, donde íbamos, viene a confesarlo. Era Alberto Devoto, que lloraba, pobre. Mi padre le dice a Devoto: No llore, padre, si usted me enseñó que en la otra vida se está mejor. ¡No me haga dudar ahora!. Después viene un milico y me da 12 mil pesos. Yo le dije: métase la plata en el culo. Pero mi papá dijo: 'Llevalo, no se la vamos a dejar a éstos. Dásela a tu mamá.' El cuerpo de mi padre me lo dan al otro día. Nos lo trae Devoto que después fue obispo de Goya. Lo velamos en nuestra casa llena de espías ”.

Susana sufrió persecución, privación ilegítima de la libertad, tortura y el secuestro y asesinato de su pareja.(…) esposada a una cama de mármol en el morgue de un hospital, embarazada, y sometida a picana eléctrica”. Esto le provocó el parto prematuro de mellizos, uno de ellos nació muerto y fue colocado sobre su pecho y el otro , que nació vivo, fue colocado lejos de su alcance, pero a su vista, hasta que Susana lo vio fallecer por hipotermia.

Una vez alguien me preguntó: “¿por qué su papá era peronista?...”, y entonces recordé una anécdota que, de niño, mi madre me contó cuando yo le hice la misma pregunta...

Mi padre trabajaba en la administración de la fábrica SIAM, de noche estudiaba Teneduría de Libros, quería progresar.

En aquel entonces en cada puesto de trabajo había un jefe que controlaba, despóticamente, a los empleados.

En un momento mi padre bostezó mientras trabajaba, esto fue suficiente para que ese jefe, ironizándolo, lo obligara a subirse al escritorio y comenzara una cruenta burla delante de todos los empleados. Bajo apercibimiento de ser despedido mi padre debió subir a su escritorio y simular bostezos delante de todos sus compañeros.

Fácil resulta comprender el sabor amargo que esta actitud dejó en su alma.

Nadie pudo alzar su voz para defenderlo, el no pudo negarse pues sería despedido.

Esa era la realidad social, el contexto que se vivía en esos momentos, el trabajo carecía de dignidad y los trabajadores de derechos.

Pero al poco tiempo apareció un Coronel que comenzó a hablar de la Dignidad del Trabajador, de Independencia Económica, de Soberanía Política y de Justicia Social, y bajo su doctrina comenzaron a alinearse las grandes mayorías postergadas, comenzaron a reivindicarse los derechos de los olvidados, la gente comenzó a vivir feliz y contenta con la dignidad de su trabajo.

Era el Coronel Perón.

A partir de ese momento mi padre se hizo peronista y defensor de la justicia social, y por estas convicciones entregó su vida.

Por todo ello este recuento histórico no pretende hablar de política, ni de peronismo, ni de la resistencia popular, ni de la militancia de nuestro pueblo, ni de dieciocho años de proscripción y persecuciones, ni mucho menos de muertes; porque recordar estos hechos es recordar estos mártires en la plenitud de sus vidas y de sus ideales, para que nos demos cuenta de que las utopías existen, y que los ideales son importantes, tan importantes como para que alguien alguna vez intente callarlos torpemente y sin darse cuenta que esas palabras se transformarán en gritos que llegaran a cientos, miles, millones de oídos que entenderán el mensaje y continuarán su historia.

Porque estoy convencido que estas epopeyas merecen ser contadas, que estas vidas son ejemplos de vida, que esta entrega es modelo de una moral digna de ser imitada, pretendo hacer un recuento de lo sucedido en la esperanza de que llegue a manos de todos aquellos que siguen buscando esos modelos y esos ejemplos de vida, en fin continúan buscando un País mejor donde vivir.
También se han pretendido desvirtuar los motivos que impulsaron a esta gesta heróica, pretendiendo imponerles consignas extrañas que nunca los animaron en su intento, por tal motivo, antes de comenzar con el relato de los hechos, transcribo la Proclama al Pueblo de la Nación que redactaron como exposición de motivos y aspiraciones de su accionar y de cuya lectura surgen claramente las circunstancias que los rodearon y los objetivos que perseguían.

Finalmente debemos recordar también que ninguno de los ejecutores e ideólogos de las muertes fue juzgado ni castigado con el posterior retorno de la democracia.

Simplemente fueron beneficiados por amnistías dictadas, oportunamente, por ellos mismos o sencillamente jamás resultó posible que se sometiera a juicio a ninguno de los implicados en estos actos de terrorismo de Estado.

Estoy convencido de que si se hubiera juzgado su accionar y se hubieran aplicado las penas que la Constitución y la Ley les imponían a estos responsables, años más tarde otros delirantes no hubieran procedido como procedieron pues hubieran tenido en claro que accionar como el que estaban dispuestos a llevar adelante sería juzgado con toda la severidad, y que las penas serían aplicadas en consecuencia; o tal vez no, pues en su delirio asesino tampoco hubieran tenido reparos, pero es una duda que siempre tendremos como ciudadanos de este país.

Hacer este tipo de recordaciones, probablemente, encienda en los corazones el patriótico reconocimiento a estos hombres.

Estos episodios constituyeron una de las páginas más gloriosas de nuestra historia. No es un ejemplo para ser solamente contado, es para ser imitado, para que sirva de ejemplo a los argentinos y para que, desde su gloria, sigan mostrando cual es el camino a millones de argentinos.

Estos hombres pertenecieron a una causa, de ahí su extraordinaria grandeza. A esa causa ofrendaron sus vidas.

Como siempre ocurre en los tiempos difíciles, surgieron entonces en nuestra tierra grupos de hombres flojos y grupos de hombres fuertes. Los hombres flojos se unieron entre ellos para dar apoyo y sustento a un gobierno de facto que proscribía, encarcelaba y asesinaba; es más participaron en forma de “Junta Consultiva” en esos mismos hechos, en contra del resto del pueblo perseguido, encarcelado y asesinado.

La historia -que es verdad y es justicia o no es historia- ha debido reconocer el extraordinario valor de estos mártires frente a la confabulación de otros y así, cuarenta años más tarde, un Presidente de la Nación rindió homenaje público a la memoria de estos valientes reivindicando su lucha por la recuperación de la libertad y la democracia.

Ellos fueron los hombres de una causa: la causa de la Patria. No lograron hacerlos retroceder ni la calumnia ni la intriga, porque el corazón granítico de los hombres templados no cede ni ante la acción destructora del tiempo, ni ante la calumnia o la intriga de los hombres.

Esta lección perdurará en los tiempos mientras haya un argentino con el corazón bien templado.

“El mundo está formado por hombres fuertes y por hombres flojos. Nuestra generación, es la generación de una causa. Hemos de luchar por ella si somos fuertes o iremos a pedir la ayuda a terceros si somos flojos”.

No debemos ir a buscar ejemplos ni imitaciones en ninguna parte, no nos hace falta, tenemos en nuestra historia las páginas más gloriosas que se han producido en las luchas por la libertad, la democracia y la defensa de la causa popular.

Por todo esto es que reivindico la gesta de nuestros padres y espero contribuir, en alguna medida, a reinstalar en nuestra Patria la memoria histórica para que todos estos hechos nunca vuelvan a suceder, porque nos duelen los 31 fusilados/asesinados de Junio de 1956, nos duelen los muertos en los bombardeos a Plaza de Mayo de Junio de 1955,, nos duelen todos los muertos y perseguidos en la Resistencia Popular, nos duele el Plan Conintes, nos duele la triple A, nos duelen los 30.000 desaparecidos, y no queremos más que nos vuelva a doler ninguna otra muerte ni ninguna otra violación a ningún derecho humano.

Simplemente queremos recobrar un estilo de vida, queremos volver a ver a nuestro pueblo y a nosotros mismos con una sonrisa en la cara, con la alegría de vivir en la dignidad de nuestro trabajo, mirando a los ojos a nuestros hermanos, compartiendo la vida con nuestras familias y amigos, recobrar la buena vecindad, la solidaridad, el respeto a los ancianos, el amor a los niños.

Queremos vivir en Paz y Libertad, como una vez lo hicieron nuestros padres y abuelos y como pretendemos volver a hacer nosotros y nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.

DANIEL BRIÓN

Bloomberg

Editorial de Bloomberg: Con el país en llamas, Trump se ha dado por vencido

los editores
Bloomberg

De quién hablan así....de macri-vicentin o arribas?

lanacion.com

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LA NACION

“Con Vidal se generó un vacío sin precedentes en la salud pública provincial”


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