sábado, 9 de noviembre de 2019

EL PAÍS 08 de noviembre de 2019 El presidente electo y la crisis y la herencia que le deja Mauricio Macri Alberto Fernández: "No podemos pagar la deuda en estas condiciones"

Fernández fue entrevistado por el ex presidente Rafael Correa. Responsabilizó al FMI por la crisis de la deuda y aseguró que es preciso crecer para poder pagar sin perjudicar a los sectores más desprotegidos. 
Alberto Fernández fue entrevistado por el ex presidente Rafael Correa para el canal Rusia Today.
Alberto Fernández fue entrevistado por el ex presidente Rafael Correa para el canal Rusia Today. 
"Nosotros no podemos pagar la deuda en estas condiciones", aserguró el presidente electo Alberto Fernández durante una entrevista que le concedió al ecuatoriano Rafael Correa para el canal Rusia Today. Durante la extensa conversación, Fernández se refirió a la delicada situación económica-financiera que atraviesa la Argentina como consecuencia de las políticas implementadas por el gobierno de Mauricio Macri a partir de la deuda que contrajo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
"La campaña política más cara de la historia de la humanidad es la de Macri. A los argentinos nos costó 57.000 millones de dólares", sostuvo Fernández durante el programa "Conversando con Correa", en donde se refirió a la deuda millonaria que el gobierno macrista contrajo con el FMI  y a la "difícil negociación" que su administración deberá enfrentar a la hora de sentarse a acordar con el organismo una vez que asuma.

El presidente electo declaró que la Argentina "siempre ha hecho honor a sus deudas", pero aclaró que, dada la deteriorada situación económica en la que se encuentra el país, esta vez será difícil pagarla.  "El mundo tiene que entender que nosotros no somos como Macri, nosotros no mentimos. Y nosotros no podemos pagar en las condiciones que está la economía argentina", confesó y agregó: "La economía se tiene que recuperar, tiene que volver a producir, tiene que volver a exportar y de ese modo tendrá dólares para hacer frente a sus obligaciones. Hoy nada de eso ocurre".
En esta línea, Fernández se refirió a la herencia económica y social que recibirá de Macri y la comparó con la de CFK. "Hoy enfrentamos problemas que jamás se nos ocurrió que podríamos tener" dijo en referencia a que desde 2015, la deuda externa creció del 38 por ciento del PBI (el 13 por ciento en dólares) hasta el 95 por ciento en 2019. En ese sentido, Fernández acusó al FMI de haber "sostenido" a Macri con esos préstamos y denunció que el organismo es cómplice de la debacle financiera que atraviesa el país.
Además de la cuestión económica, Fernández y el ex presidente de Ecuador Correa dialogaron sobre la crisis en Chile, las avanzadas judiciales contra líderes regionales, el rol de la prensa en la Argentina, la importancia de la unidad latinoamericana y la historia del surgimiento del peronismo. Sobre esto último, el ex jefe de Gabinete de Néstor Kirchner sostuvo que, en América Latina, existe un debate de muchos años en donde "se enfrenta una sociedad que quiere crecer y una sociedad que se conforma con el statu quo logrado: cierto patriciado, cierto sector dominante de las sociedades que lo que más necesitan es que nada cambie porque allí está su ventaja". En la Argentina, según Fernández, este debate se dio entre el peronismo ("los que queremos una sociedad más igualitaria") y el antiperonismo (los que quieren preservar sus privilegios").
"Este no es un planteo entre populismo o no, es un dilema entre una clase dominante y una clase que no quiere ser más dominada y este es el debate que ha postergado durante tantos años", indicó Fernández, quien se refirió también a las elites que prefieren ir en contra de sus propios intereses a tener que igualar su situación con los sectores más postergados. En este sentido, Fernández contó que, hace unas semanas, se había reunido con un exitoso empresario que le admitió que le había ido muy mal durante el gobierno de Macri --a diferencia de lo que le había sucedido con el de Cristina--, pero que de todas maneras no sabía si lo volvería a votar: "Le dije, ¿sabes que es lo que te pasa a vos? Que te da vergüenza votar como tus obreros. Pero la verdad es que a vos te va bien con gobiernos que quieren que vos ganes, pero que también quiere que lo hagan tus obreros. Pero tu pertenencia de clase no te permite votar como ellos".
Este dilema al cual hizo referencia Fernández durante la charla, se replica en Chile. Un país en el que, según sostuvo, ni los "dirigentes más progresistas pudieron resolver el problema de la desigualdad". "El llamado 'milagro chileno' no es su economía, el milagro de Chile es la paciencia de los chilenos. Los planes que solo privilegian a los sectores dominantes postergan a la mayoría de los habitantes", dijo. En el marco de la discusión acerca de la situación en la región, Fernández lamentó que "América Latina vive un proceso de desintegración creciente". "Está todo disperso, nos han dividido peligrosamente", sostuvo e hizo hincapié en la importancia de reconstruir la unidad latinoamericana de modo que ésta pudiera hacerle frente a la globalización. En este sentido, Alberto destacó la reunión que tuvo con el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador el día anterior: "Tal vez el país más norteño de la América Latina y el país más al extremo sur de América Latina puedan construir un eje que reviva de vuelta la unidad". Es importante, destacó, que "México vuelva a mirar al sur". 
Por último, Fernández se refirió al rol de los medios de comunicación, la Ley de Medios sancionada durante el gobierno de Cristina y la complicidad de las corporaciones mediáticas durante la gestión macrista. "La relación de la prensa con el poder siempre es conflictiva porque esta se ha convertido en un lobby de grupos empresarios", comenzó. Fernández, sin embargo, matizó la dimensión de su poder de influencia al final de la entrevista al agregar: "Hay que quitarle dramatismo. Si la prensa fuera tan poderosa, ¿cómo fue que ganamos nosotros después de que, durante cuatro años, hubieran dichos las peores cosas de Cristina?".

CONTRATAPA 09 de noviembre de 2019 El derecho de vivir en paz

Por Sandra Russo

Pintada en una pared de Santiago de Chile, año 2008.
Pintada en una pared de Santiago de Chile, año 2008. 
Imagen: Andrés Osojnik
Lo que pasa en Chile está más visto que contado. No cesan los relatos visuales escalofriantes, a su vez documentos sobre la represión descontrolada que castiga a hombres, mujeres, ancianos, niños, estudiantes, discapacitados; que castiga sin relación entre el balazo y el castigado. Lo que pasa en Chile nos envía también a nosotros al recuerdo de las épocas más oscuras y salvajes del siglo XX. Lo que vemos además nos reconfirma que la pelea con los grandes medios no fue un episodio argentino de la década pasada, sino que se trata de un dispositivo de blindaje que existió siempre, pero hace poco que tenemos conciencia colectiva de que los grandes medios, cuando se concentraron, fue para ser una pata más del neoliberalismo.
Los medios no sólo han actuado sólo contra los chilenos: le han ocultado al mundo qué había atrás de aquello a lo que le hacían propaganda. Y seguimos sin ver nada de Haití, seguimos sin coberturas sobre el genocidio por goteo en Colombia, no tenemos idea de lo que pasa en Africa. El nuevo intento de golpe en Bolivia se hizo visible también por las redes, en videos movidos, mostrando una de las escenas más bárbaras y asquerosas que puedan concebirse, con la alcaldesa de Vinto retenida por la turba de la derecha, vejada, golpeada, teñida de rojo. El odio es profundo y está acicateado, estimulado y otra vez quieren muertes. Y uno piensa, mientras escucha a los chilenos cantar de a miles El derecho de vivir en paz, que sí, que basta ya, que se traguen su odio y que se calmen, que a veces se gana y a veces se pierde, y que si pierden que soporten, como acabamos de hacer en la Argentina, a gobiernos que detestan. Pero la derecha no soporta no ganar. Y derroca, invade, injuria, encarcela, censura, miente, roba, mata.
Lo que pasa en Chile está más visto que contado. No cesan los relatos visuales escalofriantes, a su vez documentos sobre la represión descontrolada que castiga a hombres, mujeres, ancianos, niños, estudiantes, discapacitados; que castiga sin relación entre el balazo y el castigado. Lo que pasa en Chile nos envía también a nosotros al recuerdo de las épocas más oscuras y salvajes del siglo XX. Lo que vemos además nos reconfirma que la pelea con los grandes medios no fue un episodio argentino de la década pasada, sino que se trata de un dispositivo de blindaje que existió siempre, pero hace poco que tenemos conciencia colectiva de que los grandes medios, cuando se concentraron, fue para ser una pata más del neoliberalismo.
Los medios no sólo han actuado sólo contra los chilenos: le han ocultado al mundo qué había atrás de aquello a lo que le hacían propaganda. Y seguimos sin ver nada de Haití, seguimos sin coberturas sobre el genocidio por goteo en Colombia, no tenemos idea de lo que pasa en Africa. El nuevo intento de golpe en Bolivia se hizo visible también por las redes, en videos movidos, mostrando una de las escenas más bárbaras y asquerosas que puedan concebirse, con la alcaldesa de Vinto retenida por la turba de la derecha, vejada, golpeada, teñida de rojo. El odio es profundo y está acicateado, estimulado y otra vez quieren muertes. Y uno piensa, mientras escucha a los chilenos cantar de a miles El derecho de vivir en paz, que sí, que basta ya, que se traguen su odio y que se calmen, que a veces se gana y a veces se pierde, y que si pierden que soporten, como acabamos de hacer en la Argentina, a gobiernos que detestan. Pero la derecha no soporta no ganar. Y derroca, invade, injuria, encarcela, censura, miente, roba, mata.
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Sin embargo, lo que pasa en Chile no viene sólo con el olor de la opresión, sino también con el perfume de las primaveras. Por muy poco menos que esto la prensa mundial habló de la primavera árabe, que terminó siendo su propio reverso. Y es una confesión de parte que los medios hoy no hablen de la primavera chilena: ven vándalos donde, cuando a sus mandantes les convenía, veían pueblos rebelándose contra la tiranía. Entendámoslo: el neoliberalismo es una forma de tiranía.
Lo que pasa en Chile viene con el olor turbio de la opresión, pero también con el perfume de aquella resistencia que, como en Chile nunca fue reivindicada institucionalmente, reaparece ahora con una fuerza acojonante. Ver tocar ante una multitud a la Sinfónica de Chile los temas de Víctor Jara es un fenómeno de renacimiento. Lo reprimido, lo aplastado, lo hundido a sangre y fuego por la vara de la normalidad de los militares y la elite, retoma su énfasis en un pueblo que hoy es otro y es el mismo. Eso es un pueblo, una cadena transgeneracional que conserva el fuego de su identidad encendido aun en las peores circunstancias. Hay varias generaciones que no son contemporáneas a Víctor Jara. Pero la cultura popular también tiene sus clásicos, que son los que en cualquier latitud, en cualquier idioma y en cualquier época expresan lo que necesita cantar el pueblo para hacer comunión con sus emociones. Y uno ve pibes de secundario cantar sus letras y entonar sus melodías, y ve y escucha un Te recuerdo Amanda que son ellos mismos, que son los de antes y los de ahora y serán los de mañana. La identidad chilena que fue condenada guardó sus íconos y sus tótems. Guardó su espíritu.
Decían que la historia había muerto. En uno de los lugares donde anclaron esa idea fue en Chile. Que la historia había muerto significaba que habían implantado un orden inmodificable. Y a ese orden le llamaron, desde entonces, “normalidad”. Atrás quedaban los crímenes de Pinochet. Como en España los de Franco. Durante décadas los impulsores del fin de la historia nos aturdieron con los magníficos atributos del Pacto de la Moncloa y con la Concertación chilena. El modelo exitoso que nunca acercaba el foco a la población de Chile sino que mostraba planillas con números. Cada tanto las revueltas eran tan grandes, especialmente las de los estudiantes y las de los mapuches, que teníamos noticias pero luego se apagaban, porque había vuelto la “normalidad”.
Esa normalidad incluye y siempre incluyó el abuso de poder. Chile hasta ahora ha sido un gran abuso, como lo han sido los últimos cuatro años argentinos. Somos pueblos abusados por elites. Están convencidas de su supremacía. No hay supremacía posible si no se aplasta a otro. Y el otro de las elites es el 99 por ciento de la población. Pero al parecer hay una sincronía histórica que nos hace vivir a muchos pueblos al mismo tiempo un despertar de lo que parecía la vigilia y era un ensueño, un folleto, una cáscara, la publicidad de un producto que éramos nosotros mismos, vendidos como trabajadores baratos.
El Chile que vemos muestra a un gobierno y unas fuerzas de seguridad cometiendo a los ojos del mundo un monstruoso delito de lesa humanidad contra todo el pueblo chileno. Se pueden pretextar asesinatos diciendo que fueron enfrentamientos, se pueden justificar represiones salvajes diciendo que hubo vándalos, pero allá ya son más de veinte las denuncias comprobadas de violaciones a mujeres y homosexuales detenidos. Es algo que no es nazismo ni fascismo pero que pertenece a esa familia de regímenes de bajos instintos morales: es el neoliberalismo defendiéndose en el poder.
La dignidad, la claridad conceptual y la conciencia política con la que el pueblo chileno ha salido a la calle tienen mucho que ver con haber preservado, como vemos, la memoria. No tuvieron juicios a genocidas, como aquí, pero preservaron la cultura que les dejó esa generación, y con Víctor Jara hoy cantan los vivos y los muertos.  
Si llegaste hasta acá…
Es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. Página/12 tiene un compromiso de más de 30 años con ella y cuenta con vos para renovarlo cada día. Defendé la otra mirada. Defendé tu voz.

EL MUNDO 08 de noviembre de 2019 · Actualizado hace 22 hs "A la segunda fila no volvemos nunca más" Masiva marcha feminista en Chile

Imagen: AFP
"Ooooh, ¡Chile despertó! ¡Despertó! ¡Despertó! ¡Chile despertó!." Ese grito unió a miles de chilenes convocados en la ya icónica Plaza Italia para la "Marcha Feminista, Plurinacional, con las disidencias y antirracista" que colmó el centro de Santiago de Chile por tercer viernes consecutivo para exigir cambios políticos y económicos en el país trasandino. "A la segunda fila no volvemos nunca más ", es la consigna de la marcha por los derechos de mujeres y disidencias convocada por la Coordinadora Feminista 8M. 
La Plaza Italia, desde las 17, era la última parada de una serie de acciones llamadas por la Coordinadora. Como paso previo, jugadoras, hinchas, futboleras, árbitras y aficionadas se reunieron en el cruce de las calles Seminario y Providencia, al norte de la también conocida como plaza Baqueado, para sumar la consigna "de un fútbol no sexista". Desde el sur de la plaza, otra convocatoria invitaba a homenejear a Mónica Briones , asesinada durante la dictadura de Augusto Pinochet por su condición de lesbiana. 


"¡El 8N es nuestro!" fue otra de las consignas de la masiva movilización y no es casual que la Coordinadora Feminista 8M la haya convocada para el viernes, día que se transformó en un símbolo de las manifestaciones callejeras en los últimos 20 días, luego de que se produjera la histórica "marcha del millón ", el pasado 25 de octubre, la movilización más grande desde la vuelta a la democracia. El viernes 18 de octubre fue el inicio del movimiento con la convocatoria de los estudiantes a "evadir" el pago del pasaje del subte. 
Las tres semanas de movilizaciones dejaron centenares de denuncias por casos de torturas, abusos y violencia sexual por parte de las fuerzas de seguridad, en particular, los Carabineros. La última actualización del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) de Chile advierte que sobre 219 querellas abiertas contra la fuerza, 19 son por violencia sexual, y agregó que en las últimas semanas lleva presentadas más querellas que en los últimos 9 años por desnudamientos en comisarias. 
Frente a esa situación, la Coordinadora Feminista 8M advirtió sobre las acciones de cuidado entre les manifestantes para la movilización de esta tarde. 
"No son 30 pesos son 30 años", "No perdamos el foco", "¿Quieren ver algo violento? Militar 30 años de servicio= $972.354 Profesora con 40 años de servicio: $200.000" eran algunas de las consignas que se leían en los panfletos impresos por los manifestantes, que podían descargarse de la página de la Coordinadora.  
"A esto se suma la agenda de seguridad anunciada ayer por (Sebastián) Piñera que sólo aumenta la criminalización de la protesta", subrayó la organización convocante respecto de las medidas de mano dura anunciadas ayer por el presidente, quien resiste en su cargo, a pesar de las incesantes protestas. 

EL MUNDO 09 de noviembre de 2019 Cómo se consiguió y qué cambia la excarcelación. Ahora se llama Lula Libre

Hasta las 17.50 del 8 de noviembre de 2019, Lula Libre era una consigna. Un reclamo mundial. Cuando Lula traspasó la reja del presidio transformó la consigna en una vida nueva y, sobre todo, en una esperanza. 
Lula da Silva.
Lula da Silva. 
Ya no se llama más Lula. Ahora se llama Lula Libre. Hasta las 17.50 del 8 de noviembre de 2019, Lula Libre era una consigna. Un reclamo mundial. Todo cambió cuando ese tipo simpático que ama abrazar y que lo abracen traspasó la reja, dejó atrás el presidio y, a los 74 años recién cumplidos, convirtió la consigna en una vida nueva.
Hay mucho de la vida vieja, claro. A las 9 de la mañana del sábado Lula Libre estará en el mismo lugar de donde la Policía Federal se llevó a Lula hace 19 meses: el Sindicato de los Metalúrgicos de San Bernardo, en las afueras de San Pablo, donde en los últimos 40 años se hizo dirigente gremial, lideró huelgas memorables y se juntó para decidir la fundación del Partido de los Trabajadores en 1980. Después de discutir política en ese sindicato Lula resolvió ir por la presidencia hasta que ganó en el cuarto intento, en 2002. Cerca del sindicato vive. El sindicato es su identidad primaria. La que no se pierde nunca en la vida.


El sindicato es, también, el que produjo al mejor Lula. El tipo que tensa y negocia. El sitio donde Lula inició su ejercicio político de padre y madre al mismo tiempo, según lo definió en el Te Quiero de la 750 su amiga de los últimos 42 años Clara Ant. El sindicato fue su escuela de solidaridad y a la vez de realismo. La mesa de arena donde aprendió a leer tantas veces la correlación de fuerzas y donde tantas veces se propuso cambiarla.
Lula Libre marca la nueva vida del hombre que, como presidente, protagonizó la mayor epopeya latinoamericana de pelea victoriosa contra la pobreza. Más de 30 millones de personas que accedieron al trabajo, a la electricidad, a veces a la casa o al auto e incluso al agua. Solo una mirada frívola puede desconocer que, en un país esclavócrata, ésa es una revolución que no haría, y de hecho no hizo, el Banco Mundial.
En la libertad de Lula no solo pesó el Derecho de seis jueces supremos contra cincoPesó la presión internacional, donde el comité argentino estuvo en primer lugar. Gravitó el movimiento cada vez más sólido de organizaciones como la Asociación Brasileña de Juristas para la Democracia. Miles de sitios o medios como Carta MaiorCarta CapitalBrasil de Fato o 247 nunca dejaron de informar con datos ciertos. Millones los viralizaron, igual que los memes de Lula rompiendo cadenas, tocando la guitarra eléctrica o en boca de una Mafalda que lleva un bandera donde se lee, en portugués, “Lula livre”. The Intercept, la web de Glenn Greenwald, divulgó a prueba de desmentidas cómo la constelación de poder fabricó pruebas falsas. Fue un golpe en las cabezas del juez Sergio Moro, hoy ministro de Justicia, y del procurador Deltan Dallagnol.
Junto a la alegría por la libertad quedan otros datos. Sombríos. Mientras Lula estuvo preso Jair Bolsonaro se hizo presidente, y nadie puede saber si lo hubiera sido con Lula candidato y no reo. Fue aprobada una reforma laboral que consagra el trabajo intermitente. El Congreso sancionó una reforma previsional que no concede derechos universales al que tiene aportes insuficientes. El superministro de Economía Paulo Guedes impuso la subasta de áreas petroleras del pré-sal, el yacimiento petrolero de las profundidades que Lula había concebido como un fondo para elevar los niveles de salud y educación en las próximas décadas.
¿Todo esto significa que Bolsonaro ya fue? ¿Que está naciendo una nueva articulación que tiene como vértices a los generales del vicepresidente Hamilton Mourao, a la Corte Suprema y a la presidencia de la Cámara de Diputados? Y esa articulación, si existe, ¿será la que tolere la existencia, y a la vez trate de impedir el crecimiento, de ese lulismo que une a los sectores populares del Nordeste con los estudiantes de Porto Alegre los metalúrgicos de San Pablo?
Nada está dicho. Salvo Lula Libre.