lunes, 22 de julio de 2019

EL PAÍS 22 de julio de 2019 Los conejos

Los conejos son los de la galera que Ex Cambiemos se propuso sacar a razón de, como mucho, uno por semana, y que tuvieron en estos días una expresión monumental.
Ya se sabía, o se supone que debería saberse, del bombazo de humo en torno del acuerdo Mercosur-Unión Europea. Es mucho más grande que una cortina apenas se advierte que no pasa de un convenio marco entre el zorro y las gallinas. Un pacto neocolonial que, de todos modos, debe atravesar -a años vista- el límite aprobatorio de los parlamentos de cada país victimario, y del conjunto de los que representan a las víctimas.
Esos detalles no interesan en absoluto al diagrama cambiemita, que excede a la campaña. Bastantes o muchos pueden ser capaces de creer que se firmó algo histórico gracias a Macri.
Cerca, a comienzos de mayo pasado aunque hoy nadie lo recuerde salvo que se lo apunten, llamaron a un diálogo político consistente en que la oposición pusiera el gancho a cuanto el Gobierno implementó desde 2015. Era simplemente ridículo siendo un año electoral, pero marcaron la agenda durante varios días.
Agotado el tema, le siguió la intentona de colocar como atentado político el doble crimen en cercanías del Congreso Nacional. De lo fugaz y bizarro que era el experimento, se transformó enseguida en estigmatizar a toda la comunidad gitana.
Eso tampoco duró pero, ya empezado junio y con la carga de la masacre policial en San Miguel del Monte -que nunca registró siquiera una mera declaración condenatoria de la gobernadora Vidal- problemas respiratorios de Alberto Fernández se convirtieron en la posibilidad de una afección pulmonar grave.
El entretenimiento también fue efímero y a los pocos días llegaría la “sensación” Pichetto, que a su vez provocó (sigue hasta ahora) otra detonación de humareda: los mercados externos se llenaron de confianza súbita, hasta el punto de explicar buena parte del dólar planchado.
En caso de que usted quiera optar por otras alternativas ficcionales, puede escoger que la gran novedad es una inflación del 2,7 por ciento en junio, en baja, en lugar de que el acumulado interanual es de casi el 56 por ciento. Es decir, lo que en cualquier país de los “serios” o de los otrora llamados bananeros sería una híper. O algo más inimaginable aún porque la suba de los precios es sin emisión monetaria, en medio de un proceso recesivo con ola de suspensiones y despidos, y con tasas de interés que son récord mundial.
Y en eso llegó Pato Bullrich, además del Tigre Verón que completa el zoológico como ariete de la feroz campaña antisindical, para anunciar la creación de un Servicio Cívico Voluntario en Valores, a cargo de una Gendarmería que para la ministra llega a tener más valoración popular que la escuela pública.
La respuesta obvia fue y es que más les valdría dedicarse a que disminuya el número de los jóvenes que no trabajan ni estudian, multiplicados en la práctica macrista cualquiera sea el indicador que se tome.
Pero muy antes que esas reacciones ocurre que no hay noticia. No existe el hecho práctico, en su incidencia real.
El Gobierno guiona como trascendente que en el último cuatrimestre del año habrá seis lugares de experiencia piloto, una vez por semana, para 1200 jóvenes que asistirían gratuitamente a los cursos en todo el país.
Lo banal no es ese ejercicio de posverdad conejeado por los cambiemitas, sino dedicarse a contestar lo inexistente. No es desde la “moral política” donde debe eludirse la trampa, sino señalando que el anuncio es falso.
Y es que, además, el sentido del orden y de la protección a la juventud desamparada, de contenerla aunque más no fuere en un cuartel, pega simpáticamente en muchos de los propios sectores populares.
¿O acaso al kirchnerismo no se le extravió que el valor “seguridad” es un fuerte reclamo no sólo de las clases medias, sino del abajo de la pirámide?
La revista digital Socompa, que es de lo mejor en periodismo de opinión, publicó a comienzos de este mes una entrevista al sociólogo Saúl Feldman, autor de ese libro indispensable que es La conquista del sentido común.
Feldman se especializa en los modelos culturales como ámbitos de consumo y trabaja el concepto de “cinicracia”: remite al modo desplegado en todo el mundo por el neoliberalismo, en el marco de “una revolución tecnológica inédita (…) que desarrolló un individualismo exacerbado y que, sumado a un aparato de disciplinamiento social por el cual los medios dominantes y la justicia están cooptados por sectores funcionales al poder, constituye un sistema de gestión de (ese) poder”. Lo que hace el ensayista es, justamente, deconstruir la política comunicacional del macrismo.
Advierte que el eje de la cinicracia es cuando la manipulación instalada es admitida como normal. “Es Dujovne ufanándose de que nunca se hizo un ajuste de la magnitud actual sin que caiga el Gobierno”.
En otro ejemplo práctico, Feldman repara en quienes todavía sostienen que Macri y Menem se parecen. Una afirmación de renovada vigencia, por aquello de que estamos mal pero vamos bien.
“Pero no es lo mismo. El mentiroso miente para ocultar su intención y, paradojalmente, al mismo tiempo reconoce la existencia de una ley que obstaculiza su objetivo. El cínico no se preocupa por ocultar su intención. Rompe el pacto de sinceridad. Menem te guiñaba el ojo, reconocía que estaba mintiendo, establecía una complicidad. El macrismo, en cambio, exhibe su poder. Desprecia al interlocutor. No hay contrato (…) Instala el desasosiego, el sentimiento de desamparo (…) Puede publicitar el vaciamiento previsional como reparación histórica (en todo estás vos, como le subraya el colega que lo entrevistó) (…) Consiguieron instalar conversaciones sociales que fijan agenda alrededor de un puñado de ideas y asertos muy difíciles de rebatir mediante una reflexión crítica (…) Buscan instaurar que se dedican a los hechos, a construir cañerías que no se ven, a impulsar un crecimiento invisible”.
Por último, en este intento de síntesis que el autor se permite sobre la nota a Feldman, vale rescatar su título respecto de que esto va a ser (es, vaya si es evidente) una lucha entre la decepción y el miedo. “Van por el miedo y te dejan la decepción”, para tomar el implícito de Jaime Durán Barba y… “más claro imposible”.
Lo que no está claro, al menos si se habla de las próximas elecciones, es cuál de los dos sentimientos terminará imponiéndose.
Ahí es donde, entre otras cosas, la oposición globalmente entendida debe hallar el nudo de una campaña propositiva.
Recurriendo a otra cita muy valiosa, la del colega Martín Rodríguez en su último artículo para La Política On Line, gana el que convence el voto del que dice que “gane quien gane al otro día me levanto y tengo que ir a trabajar igual”.
Hace algunas columnas, siempre con el pudor de la autoreferencia, enfocamos a esa dirección paradojal de que, al cabo de tanta intensidad ideológica, resulta que definen los indiferentes. Pero, como precisamente excita Rodríguez, “no indiferentes a lo que les pasa sino a las ‘soluciones’ que se les ofrecen. Ganan si convencen al que dice ‘yo no le debo nada a nadie’. Gana quien primero se anime a usar en un spot el auténtico ‘futuro’ para la Argentina: ‘volver a la clase media’, ese hecho maldito del país peronista”.
Se coincida o no, lo que mínimamente debe acordarse -a riesgo de ser cansadores- es que a la campaña opositora le falta tocar, o acentuar, cierto nervio decisivo.
Quizá no sea así, rige demasiada ansiedad y la táctica radica en que se acelerará más cerca de las primarias y, sobre todo, hacia octubre. Quizá haya un tsunami silencioso, o una diferencia indescontable, a favor de Fernández y Fernández. Pero eso recién se comprobará en las urnas.
Hasta entonces, es un riesgo dormirse en que “la realidad” decide por sí sola, tener mensajes o signos contradictorios, carecer de una jefatura de campaña y de una bajada de línea más o menos unificada. Es un peligro que no estaría a la altura del desastre (y de la cinicracia) con que opera la banda gobernante.
El paseo que le pegó Alberto Fernández al animador macrista cordobés Mario Pereyra, durante la entrevista en Cadena 3, fue un buen modelo de cómo eludir provocaciones con altura, enojándose sin perder la calma y atendiendo al rumbo que identifica los problemas centrales.
En opinión personal, es por ahí más trazar unas propuestas concretas, pocas pero terminantes, de cara a los indiferentes que serían capaces de suicidarse dos veces.

domingo, 21 de julio de 2019

Un informe de la UBA revela la sangría de beneficiarios del programa para estudiantes primarios, secundarios y universitarios. Las cifras del derrumbe en la era Macri.
Anna-Lisa Marjak contó que la empresa Fiat, auspiciante de la muestra "Mujeres célebres argentinas que ya no están", le prohibió incluir retratos de Azucena Villaflor, “Chicha” Mariani y Cris Miró.

Las diez incongruencias del relato publicado por Clarín Atentado a la Amia, la historia según los servicios

Basada en supuestos "Informes de inteligencia" se difundió una versión del atentado, sin pruebas ni respaldo judicial y llena de inexactitudes y contradicciones, que encaja justo en la política belicista de Washington para Irán y Medio Oriente, a la que Macri decidió someterse sin tomar nota de los peligros que implica.
Un sujeto que no figura en la causa judicial supuestamente entró en la Argentina a principios de 1992 y enterró explosivos en Parque Centenario para perpetrar el atentado contra la Embajada de Israel. Parte del explosivo quedó enterrado hasta 1994, cuando lo desenterraron para el atentado a la Amia. Todo fue decidido en una reunión en la ciudad sagrada iraní de Mashad en la que estuvo presente un ayatolah fallecido tres años antes. En la Embajada hubo un suicida, algo que nunca figuró en la causa, mientras que en la AMIA el suicida fue un hombre sobre el que se hicieron estudios genéticos a partir de sangre entregada por dos hermanos. Esos análisis dieron negativo y están en el expediente. Estas son algunas de las inexactitudes y contradicciones que figuran en dos notas que publicó Clarín por el 25 aniversario del atentado contra la AMIA y en el marco del vals que bailan el gobierno argentino y el de Estados Unidos . 
La historia, originada en servicios de inteligencia --según relata el propio firmante de las notas Nicolás Wiñazki-- intenta entregar como un paquete cerrado una versión de los atentados que en su mayor parte no figura en el expediente ni en la acusación formulada en su momento por el fiscal Alberto Nisman. Son aportes de inteligencia en las que se entonan las melodías de interés geopolítico de Washington, Jerusalén y la Casa Rosada: fue Hezbollah, fue Irán. Todo indica que se intentará una jugarreta parecida a las perpetradas por el falso abogado Marcelo D'Alessio. La mecánica es la siguiente. Se publica un texto de servicios de inteligencia en Clarín y, a continuación, el fiscal (Sebastián Basso, un hombre designado por el gobierno de Macri), lo blanqueará incorporándolo a la causa como si fuera una evidencia.
Página/12 resume el relato de Clarín señalando lo que está y lo que no está en el expediente y una serie de incongruencias que resultan hasta asombrosas:
1.- Clarín afirma que un hombre llamado Hussein Ibrahim Mohammad Suleman Abu Abas llegó de Brasil a principios de 1992 y enterró cinco kilos de C4 y TNT en el Parque Centenario.
El nombre de Abu Abas nunca figuró en las listas de capturas ni fue mencionado siquiera por el fiscal Nisman. El perito oficial en explosivos en el caso de la Embajada y perito de parte en la AMIA, comandante retirado de la Gendarmería Osvaldo Laborda, le dijo a este diario: "no tiene ningún sentido enterrar explosivos. Uno se expone dos veces, cuando entierra y desentierra. Algo tan valioso queda expuesto a que cualquier persona vea donde se entierra. Se esconde, pero en lugares privados, no públicos. Que sepamos, no hay un caso en el mundo en que haya ocurrido así".
2.- Dice Clarín sobre los cinco kilos de C4 y TNT enterrados en Parque Centenario. El material fue usado como detonador en los dos atentados.
"Respecto del explosivo --explica Laborda--, nunca se incorporó semejante información. Ese material no sirve de detonador, es la carga explosiva. Pero no alcanza ni remotamente. Nosotros y los expertos internacionales coincidimos en que en la Embajada se usaron entre 65 y 130 kilos de trotyl/hexógeno y pentrita. En el caso AMIA fueron unos 300 kilos de nitrato de amonio y trotyl, amonal". El diario habla de amodal, pero tal vez los servicios de inteligencia cometieron un error de tipeo. Es curioso que saben exactamente de los cinco kilos, pero no de dónde salieron los 300 del amonal.
3.- Clarín afirma que todo fue decidido en una reunión en la ciudad iraní de Mashad, en un encuentro de las máximas instancias del régimen de Teherán.
Según consta en la causa --con información proporcionada por la oposición iraní y nunca verificada-- el cónclave tuvo lugar el 14 de agosto de 1993, o sea que nunca pudo decidirse allí el atentado contra la Embajada de Israel, ocurrido un año antes. Nisman sostenía que en Mashad se resolvió el atentado contra la AMIA.
4.- Clarín sostiene que estuvo en aquella cumbre el "ayatolá Ruholla Jomeini" (sic)
Es algo imposible ya que el ayatola Jomeini murió en 1989, tres años antes del ataque a la Embajada y cuatro antes de la supuesta reunión de Mashad. Pero, además, afirma el diario que de esa cumbre participó Hashemi Akbar Rafsanjani, que --según consigna la nota-- era el presidente de Irán. En realidad, Rafsanjani asumió la presidencia de Irán en julio de 1989, después de la muerte de Jomeini (3 de junio de 1989). O sea que nunca co-existieron Jomeini líder y Rafsanjani presidente. Los iraníes siempre dijeron que aquella cumbre salió en los diarios de Irán, de manera que no fue secreta, y consignan que se hizo en Teherán y no en Mahsad, ciudad a mil kilómetros de la capital iraní.
5.- Clarín dice que quien armó el explosivo fue un tal Malek Obeid,
El nombre nunca figuró en las órdenes de captura pedidas por los jueces y por Nisman. Tampoco se consigna ninguna entrada o salida del país. Al menos hasta el momento.
6.- Clarín afirma que el suicida en el caso de la Embajada fue Muhammad Al--Din Nur Al--Din.
Es también un nombre desconocido en el expediente. Pero lo más serio es que en esa causa no se concluyó que hubo un suicida. Dice el perito Laborda: " no existe en esa causa un solo indicio de un conductor suicida comprobado, es decir, no se encontraron restos orgánicos cuyo ADN no fuera compatible con los fallecidos o los heridos".
7.- Dice Clarín --siguiendo a informes de inteligencia en los que se apoya-- que en la Embajada hubo 29 muertos.
La investigación de ese atentado fue un bochorno protagonizado por la Corte Suprema. El máximo tribunal naufragó en la investigación y finalmente designó al secretario penal de la Corte, Esteban Canevari, a la cabeza del expediente. Este realizó un minucioso análisis y el 23 de diciembre de 1999 se firmó una acordada de la Corte en la que oficialmente se determinó la cantidad de muertos: 22. La lista de los nombres, exactos 22, está en la placa de la plaza seca de homenaje a las víctimas. No se encontraron más cuerpos que esos y nadie reclamó por fuera de esas 22 personas.
8.-Clarín afirma que después del atentado contra la Embajada de Israel todos los terroristas salieron del país.
La cuestión no figura en el expediente. El diario menciona al "ingeniero" Obeid y al organizador Samuel El Reda . Dos años después --según la nota-- volvieron y se afirma que "El Reda volvió con su hermano Samuel". Seguramente fue una confusión del informe de inteligencia o el autor de la nota, pero remite al problema de identificación del sujeto ya que son numerosos hermanos, entre ellos uno que se llama Salomón y otro que se llama José. Este último estuvo detenido en Rosario por falsificación de billetes. Los fiscales post--Nisman primero determinaron que el verdadero nombre del individuo sería Salman Raouf Salman , y además le tomaron declaración a un hermano que dijo que Salman vive en El Líbano. Lo que no hizo fue confirmar que fuera de Hezbollah. Según parece, el fiscal Basso estuvo recientemente en Estados Unidos y le tomó declaración a un detenido que tienen en ese país y que habría dicho que Salman era su jefe. Como se ve, tanto el diario como la investigación por ahora únicamente transita el carril de los informes de inteligencia. Hasta el momento, no hay constancia judicial alguna de las salidas y entradas del país.
9.- Clarín transcribe del informe de inteligencia que Ibrahim Berro fue el suicida en la AMIA.
Fue la hipótesis que puso en marcha Nisman, incluso después de un viaje a Chicago donde declararon dos hermanos de Berro, Hassan y Abbas. El fiscal dijo ante los medios que ambos confirmaron que Ibrahim fue el suicida, pero en la declaración judicial ambos negaron que haya estado en Buenos Aires y que haya sido el suicida. Dijeron que murió en El Líbano. Más importante que eso fue que los fiscales post--Nisman, Roberto Salum, Santiago Eyerhabide y Leonardo Filippini, por primera vez usaron los avances de la genética en la causa, algo a lo que se había negado Nisman. De esa manera, cotejaron los restos que no tenían compatibilidad con los familiares de las víctimas, con la sangre aportada por los dos hermanos de Berro. El resultado, que está en el expediente, fue negativo. Berro no fue el suicida, al menos según la causa AMIA.
10.- Clarín transcribe que el objetivo del atentado no era la AMIA sino una sinagoga o un centro deportivo. Fue Rabbani el que resolvió que fuera contra la mutual judía.
Nada de esto figura en el expediente y es de imposible comprobación. Resulta curioso todo lo que supuestamente se sabe, incluyendo que Abu Abas entró al país y tenía los cinco kilos de C4 y TNT en una valija Samsonite en la que había ocho paquetes de chocolates y cinco de shampoo y galletita. Sin embargo, lo más grueso, lo más decisivo se desconoce: de dónde salió todo el trotyl, de dónde salieron casi 300 kilos de amonal, dónde armaron la camioneta con los explosivos, qué es lo que prueba que tal persona entró y salió del país. En 2004, el Tribunal Oral Federal número 3, después de cuatro años de juicio, demolió la investigación señalando que se hizo "al servicio de políticos inescrupulosos". En Londres, un tribunal puso en libertad a Hadi Soleimanpour, quien fue embajador de Irán en la Argentina en la época del atentado. Se mandaron 400 páginas de evidencias y el tribunal consideró que no había pruebas.
Ahora se difunden informes de inteligencia, cuyo origen ni siquiera está claro, para tratar de darle un cierre a la cuestión del atentado con conclusiones justito a la medida de la política belicista de Washington y que, al menos hasta ahora, no se condicen con buena parte del expediente judicial. Nada resulta fácil a 25 años, pero las víctimas y los familiares merecen que la investigación sea seria, discreta, y que las conclusiones se hagan públicas después --sólo después-- de que se encuentren pruebas que se puedan incorporar a la causa judicial.
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LA LEGRAND....MILITANTE

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CENITAL.COM

Pobreza: los números desmienten a Vidal

La gobernadora bonaerense sostuvo que los niveles actuales "son similares a cuando terminó el kirchnerismo" pero los datos muestran que la afirmación es incorrecta.
Daniel Schteingart 
18 de julio de 2019 16:07 hs 
dany@cenital.com    @danyscht?lang=es
Hace unos días, la gobernadora María Eugenia Vidal fue entrevistada por los periodistas María O'Donnell y Ernesto Tenenbaum en el programa "Corea del Centro". Allí, la gobernadora señaló que "hoy los niveles de pobreza son similares a cuando terminó el kirchnerismo". Sin embargo, toda la evidencia disponible refuta esta afirmación. Veamos.
Una aclaración fundamental
Es bien sabido que entre 2007 y 2015 el INDEC no tuvo estadísticas confiables, principalmente en lo que concierne a inflación y -concomitantemente- pobreza. En 2016, el organismo recuperó credibilidad y volvió a medir la pobreza. No obstante, implementó un cambio metodológico importantísimo del cual buena parte de la población no está al tanto: modificó la canasta básica. Hoy, la canasta básica es más grande que en el pasado (por ejemplo, tiene más kilos de comida que antes) y, por tanto, es más cara. Por tal razón, hay muchas familias que compraban la canasta tradicional (que se usó desde fines de los '80) pero no compran la canasta nueva. Aproximadamente, este cambio metodológico introdujo 10 puntos nuevos de pobres. ¿Qué significa esto? Que si, por ejemplo, en 2002, la pobreza con la metodología tradicional había tocado el récord de 57%, con la nueva metodología tal cifra superó el 67%. Del mismo modo, en el segundo semestre de 2017 hubo 26% de pobres (el mínimo en 30 años), lo cual equivale a 16% con la canasta vieja.
¿Existe una metodología más verdadera? No: siempre la forma en que medimos pobreza tiene cierta dosis de arbitrariedad, dado que tenemos que tomar una decisión respecto a qué es necesidad básica o no (hoy por ejemplo la canasta básica tiene vino y cerveza: ¿es eso una necesidad básica?). Por tal razón, más que ver el número suelto de pobreza, lo más importante es ver tendencias: "hoy estamos como en tal año" es más ilustrativo que decir en abstracto "hoy la pobreza es tanto por ciento".
Vale aclarar que entre 2007 y 2015 la metodología de pobreza siguió siendo la misma que en los años previos. Lo que ocurrió es que se manipularon los precios del changuito y, por lo tanto, el INDEC mostraba un descenso de la pobreza mucho más acelerado que el real. En otros términos, la canasta siguió teniendo las mismas cosas que antes (no es que se cambió la forma de medir pobreza): lo que ocurrió fue que el precio de tales cosas estaba adulterado.

La pobreza en tiempos de Cambiemos
De acuerdo a estimaciones que hicimos con los economistas Guido Zack y Federico Favata, en el segundo semestre de 2015 la pobreza, medida con la actual metodología del INDEC, fue del 26,9% (y 29,5% en la Provincia). En términos absolutos, esto equivalía a poco menos de 12 millones de pobres en el país. En los primeros meses de gobierno la pobreza trepó más de 4 puntos, pero entre el segundo semestre de 2016 y fines de 2017 bajó significativamente, incluso perforando la marca de 2015. Para el segundo semestre de 2017, la pobreza se ubicó en 25,7% de acuerdo al INDEC, lo cual se debió a la recuperación del poder adquisitivo de los hogares y el crecimiento económico (que impulsó el empleo tanto formal como, sobre todo, precario). Es difícil entender la contundente victoria de Cambiemos en las legislativas de 2017 sin la importante baja de la pobreza ocurrida ese año. Tal como se ve en el Gráfico 1, la tendencia de la provincia de Buenos Aires (línea roja) es en general muy parecida a la del conjunto del país, aunque el nivel es ligeramente mayor [1].
Gráfico 1

Sin embargo, a partir de la crisis cambiaria iniciada en abril de 2018, la inflación -y por consiguiente la pobreza- se disparó. La última medición oficial se refiere al segundo semestre del año pasado y arroja 32% de pobres. No obstante, hace unas semanas, el INDEC dio a conocer datos de distribución del ingreso del primer trimestre de 2019, que permiten que investigadores puedan estimar -con alta precisión- de cuánto fue la pobreza en ese período. Nuestra estimación -a tono con la de otros colegas- es de 35% a nivel nacional y del 38% en la Provincia [2]. (El lector seguramente se esté preguntando por qué el INDEC no dio este dato: la respuesta es que el organismo publica datos de pobreza cada 6 meses en lugar de 3 -siempre fue así-. El próximo informe del INDEC se dará a conocer a fines de septiembre y comprenderá el primer semestre de 2019).
Es decir, la pobreza hoy es 8 puntos más alta que cuando asumió Cambiemos, y 9 puntos mayor al mejor momento de 2017. El actual 35% de pobres es comparable con los niveles del año 2008. En tanto, en términos absolutos, pasamos de unos 12 millones de pobres en todo el país a fines de 2015 a casi 16 en la actualidad (ver Gráfico 2). Los 4 millones de nuevos pobres se explican íntegramente por lo ocurrido desde 2018.
Gráfico 2
Otros estudios van en la misma dirección. La diferencia de estas estimaciones es que llegan hasta el primer semestre de 2015 en lugar de hasta el segundo (como hicimos con Zack y Favata), en el cual la pobreza bajó un par de puntos respecto al primero [3]. A modo de ejemplo, la UCA calculó -con la misma metodología que el INDEC hoy- una pobreza del 29% en el primer semestre de 2015; misma cifra estimó el Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA), en tanto que el Centro de Estudios Distributivos y Sociales (CEDLAS) calculó alrededor del 30% [4].
¿Por qué subió la pobreza? Básicamente, porque los ingresos de los hogares perdieron contra la inflación [5]. El grueso de dichos ingresos se explica por los salarios (las jubilaciones y la AUH tienen un volumen menor), de modo que en general cuando sube el salario real baja la pobreza y viceversa. Tal como se ve en el Gráfico 3, el poder adquisitivo de los trabajadores cayó 16,4% desde noviembre de 2015. Con tamaña contracción del bolsillo, es muy aventurado concluir que la pobreza se mantuvo estable. 
Gráfico 3

Fuente: Instituto Estadístico de los Trabajadores (UMET-CITRA-CONICET).
Es fundamental discutir cómo bajar la pobreza sosteniblemente. Pero para eso primero es requisito comprender la tendencia reciente de la pobreza. Creer que "acá no ha pasado nada" como dice la gobernadora es un punto de partida muy malo para la discusión.

[1] El dato del primer trimestre de 2019 está estimado para la provincia de Buenos Aires, asumiendo que se mantuvo la brecha de niveles con el total nacional del período 2008-2018.
[2] En sentido estricto, el 35% de pobres corresponde al semestre comprendido entre octubre de 2018 y marzo de 2019. La razón de medir siempre semestral obedece a que siempre haya comprendido un medio aguinaldo en la medición. Si se tomaran solo trimestres, tendríamos una serie mucho más irregular, producto de que en aquellos con medio aguinaldo la pobreza baja aproximadamente 1,5 puntos respecto a los que no tienen medio aguinaldo.
[3] La razón por la cual llegan hasta el primer semestre tiene que ver con que no hay microdatos disponibles de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del segundo semestre de 2015 (y tales microdatos son insumo clave para estimar pobreza). Con Zack y Favata realizamos un sofisticado trabajo de simulación de la EPH a partir de datos secundarios como ANSES y SIPA, e interpolación de la EPH entre las últimas ondas del período 2014-15 y las primeras del período post normalización del INDEC (2016-17). A quien le interese más información, puede leerla aquí.
[4] Nuestra estimación es del 29,6% para el primer semestre de 2015, completamente en línea con las otras.
[5] Acá nos estamos refiriendo exclusivamente a la pobreza por ingresos, que surge de comparar los ingresos de los hogares contra una canasta básica. Existen otras formas de medir la pobreza, y que van más allá de los ingresos, al incorporar cuestiones como los materiales de la vivienda, hacinamiento, acceso a servicios públicos, salud, educación, etcétera.

Marcos Galperín tiene razón

Argentina, la región, el mundo, el mercado laboral y la democracia capitalista en palabras del CEO de Mercado Libre. Algunas reflexiones sobre las definiciones del empresario.
Martín Schapiro 
20 de junio de 2019 17:06 hs 
schapiro@cenital.com    @MartinSchapiro_
"A mi me gusta la democracia capitalista, que está bastante cuestionada", soltó Marcos Galperin, CEO de Mercado Libre, la empresa con oficinas en el país cuyo valor bursátil supera al de gigantes digitales como Twitter o Spotify. Se refería a los brotes autoritarios que, junto con restricciones comerciales, había traído en su opinión, la llegada al gobierno de Donald Trump.
La crisis económica del 2008 terminó de parir una etapa que ya se insinuaba, tras el atentado contra las Torres Gemelas en Nueva York, con la invasión a Irak. Una etapa en la que los grandes consensos políticos y económicos característicos de las democracias occidentales tiemblan en sus fundamentos, y lejos de la unanimidad sobre la globalización, la desregulación y la virtud intrínseca de los mercados con la que nacieron las grandes empresas tecnológicas, la circulación de las personas encuentran cada vez mayores obstáculos y las barreras a la circulación de bienes -un tabú en tiempos de cadenas globales de valor-, se normalizan como herramienta comercial y política con cada tuit del presidente norteamericano aumentando aranceles. El estancamiento en los ingresos de la mayoría se convirtió en la norma y los beneficios de la integración son puestos en cuestión ya no por jóvenes izquierdistas en manifestaciones antiglobalización sino por los emergentes partidarios de la nueva derecha, muchos de ellos, representativos de sectores del pequeño empresariado nacional, los trabajadores industriales, y de las clases medias periféricas. Aquel capitalismo que conocimos, y con el que muchos crecimos, en tiempos de Trump y de Brexit, está en crisis.
Si el sistema económico está en crisis, difícilmente el sistema político al que da sustento pueda escapar a los cuestionamientos. La pérdida de apoyo de los partidos y dirigentes tradicionales, común a todas las grandes democracias desarrolladas, languidece elección tras elección y, más allá de entusiasmar a algunos, y preocupar o enfurecer a otros, los nuevos emergentes políticos tienen un rasgo común que los diferencia de los viejos: la idea de que el sistema está podrido, que todo está por hacerse y que todo está por cambiarse. Pueden ser hasta figuras del establishment, como el presidente francés Emmanuel Macron, que dice que las reformas y ajustes no fueron suficientes, y apuesta a una Francia con más, mucho más, capitalismo desregulado y a una Europa muchísimo más integrada. Puede ser Alexandria Ocasio Cortez prometiendo muchos más impuestos para los más ricos, educación universitaria y salud gratuitas y de calidad para todos y un Green New Deal que mediante inversiones estatales de escala inédita generen crecimiento económico y enfrenten el problema ecológico o pueden ser Donald Trump y Marine Le Pen prometiendo cerrar todo lo posible las fronteras nacionales a las mercancías importadas y a las personas que sufren desde otras partes del mundo. El problema de estas visiones es que crecen, opuestas, y convierten cada elección en una disputa casi existencial para el país cada dos o cuatro años. Los partidos tradicionales occidentales encarnaron el consenso keynesiano en los "treinta gloriosos" años de posguerra y el consenso neoliberal desde finales de los setenta, cuya mejor síntesis la dio la propia Margaret Thatcher, cuando señaló que su mayor logro había sido Tony Blair y el Nuevo Laborismo. Mirando los emergentes políticos actuales, no parece haber espacio para los grandes consensos ni, por lo tanto, para democracias funcionales.
Mientras las democracias occidentales, con partidos disfuncionales, nuevos emergentes, bajo crecimiento y polarización creciente están en crisis, China, con su régimen de partido único y su aspiración a la homogeneidad social, aparece como el ejemplo de lo que sí funciona. Una economía de alto crecimiento, que saca cada día a cientos de miles de personas de la pobreza y ya no se conforma con ser un mero proveedor de productos y mano de obra baratos en los mercados occidentales sino que compite mano a mano por la primacía en las tecnologías más avanzadas y aparece, en simultáneo, como objeto de fascinación y amenaza en los imaginarios occidentales.
De allí que algunos, como el propio Galperín, saluden lo que perciben como un intento de pararse de igual a igual con China, de discutir en su propio terreno, el de las trabas y las regulaciones. "China se ha venido aprovechando de Estados Unidos y de todos durante décadas y ahora este loco de Trump (...) se plantó. En algunas cosas tiene razón. Facebook, Twitter, Amazon no es que perdieron en China porque son peores sino porque no los dejaron operar", termina su análisis. Un análisis del que, podemos imaginar, deriva la suposición de que los estados deberían apoyar su intento de convertirse, en tiempos del auge de las plataformas, en su indiscutido campeón nacional sudamericano.