lunes, 1 de julio de 2019

ECONOMÍA 01 de julio de 2019 · Actualizado hace 5 hs El empresario agropecuario celebró el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea

Grobocopatel: "Hay que permitir que haya sectores que desaparezcan"
El empresario agropecuario Gustavo Grobocopatel volvió a celebrar el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europa y propuso una particular hoja de ruta para llevarlo a la práctica: "Hay que permitir que haya sectores que desaparezcan". El titular de la firma Los Grobo destacó la apertura comercial y la competencia que significará para las industrias locales y anheló "tratar de ser cada vez más Europa".
Grobocopatel, quien se manifestó públicamente a favor de la política económica del Gobierno, destacó que el acuerdo alcanzado con la Unión Europea exigirá una "transformación productiva" de la industria argentina para ser más competitiva y en ese camino, ejemplificó: "Si la industria láctea argentina no produce quesos de calidad y a menor costo que los europeos, sí, va a sufrir, pero también es un gran desafío para el sector mejorar la calidad".
En ese tono, el denominado "Rey de la soja" pidió nivelar la industria "para tratar de ser cada vez más Europa, no cada vez menos" y propuso: "Hay que permitir que haya sectores que desaparezcan".
Para el empresario, uno de los tres mayores productores de trigo y soja del país, con negocios que trascienden las fronteras argentinas, el problema no será que desaparezcan sectores sino focalizarse en los rubros más competitivos. "Tiene que haber más nuevos que viejos que dejen de existir", sostuvo.
"En vez de vender trigo, vamos a poder vender pastas. En vez de aceite crudo, una latita con marca", señaló sobre las posibles ventajas del acuerdo en la producción de valor agregado y aclaró: "Obviamente, si somos competitivos". Los primeros análisis sobre el documento firmado el viernes apuntan a conseguir competitividad con baja de impuestos y reformas en las leyes laboral y previsional.
El empresario fue uno de los que reaccionó rápidamente para celebrar el acuerdo desde sus redes sociales con un mensaje en cadena, que compartió con personas como el productor Nacho Viale. "Celebremos el acuerdo UE-Mercosur. Nuestra Argentina integrada al mundo, compitiendo en base a su capacidad de hacer y crear, es el mejor camino al desarrollo y la generación de empleo", copió y replicó Grobocopatel el viernes pasado.
La puesta en marcha del "acuerdo de asociación estratégica" firmado el viernes pasado se estima que demorará entre 3 y 10 años, debido a que, en principio, llevará cerca de 12 meses la traducción del documento pactado y luego el debate y aprobación en los parlamentos de los cuatros países del Mercosur y los 28 de la Unión Europea.
Desde entonces, comenzará a correr el acuerdo con los años establecidos para la libre exportación de los productos, muchos de ellos con cuotas progresivas y límites. Por ejemplo, de las 300 mil toneladas anuales de carne solicitadas por el Mercosur, el acuerdo habilita la exportación de 99 mil toneladas, alrededor del 1 por ciento del mercado cárnico europeo.

SOCIEDAD 01 de julio de 2019 · Actualizado hace 1 hora Opinión Se durmió muerto de frío

Imagen: Bernardino Avila
Sergio Zacariaz tenía 52 años. Apareció muerto en la vereda. En la calle, Perú entre Venezuela y Belgrano. Murió de frío aunque en su situación morir de frío es tanto como decir que alguien que murió baleado murió por un paro cardiorrespiratorio. Zacariaz murió de frío porque primero murió de hambre y de falta de techo y de falta de miradas que lo sostengan y de falta de brazos que lo levanten. Y claro, todas esas ausencias terminan matando de frío.
Decir que apareció también es sensiblemente erróneo, porque aparecer hace rato que Zacariaz aparecía como tantes de sus copartícipes de la resaca del neoliberalismo. Pero son esas maneras de aparecer que no se quieren ver y se naturalizan, y de tanto naturalizarse dejan de verse. Pero aparecer a la vista de todes, hace rato que Zacariaz aparecía.
No más en el último censo (cuyos resultados se publicarán próximamente) de las organizaciones dedicadas a luchar contra las inclemencias del Estado inhumano, Zacariaz debía ser uno más de los seguro más de 20 mil personas que viven donde no se puede vivir, en la calle. En el último censo, el año pasado, ya eran más de 20 mil las personas que vivían a cielo abierto o a cielo tapado de nubes heladas, pero nunca bajo techo.
Y por primera vez en vaya a saber cuántos años Zacariaz tuvo techo provisto por el Estado: una carpa policial para cubrir su cadáver de la mirada de la sociedad. No vaya a ser que Zacariaz moleste incluso después de muerto.
A Zacariaz lo molestaba, en cambio, el no tener techo, el no tener para comer, pero en estas fechas, el tener frío. Anoche, la temperatura fue cercana a 0 grados.
El grado cero.
Las noticias dicen que toda la semana hará frío y que las temperaturas oscilarán entre 3 y 5 grados de mínima. Basta abrigarse y tomar un desayuno caliente para resolver el problema y hacer del frío algo que se puede "soportar". Fue lo que le faltó a Zacariaz, soporte. No podía pasar los 3 grados a la noche, con el viento que soplaba helado, apenas cubierto con unos puloveres desilachados, y unos cartones, con nada caliente en la panza que lo pudiera mantener a flote.
En términos médicos posiblemente se diga que Zacariaz murió por hipotermia. Una palabra que esconde todo el frío que se tiene que sentir para que no solo los dedos se entumezcan, ni los labios tiemblen ateridos de frío, sino que el corazón se enfríe a tal punto que no quiera seguir más.
Se durmió muerto de frío Zacariaz.
Y no se despertó. Lo mataron las políticas de hambre y ninguneo de un Estado que sólo le procuró una carpa policial y una bolsa de nylon para que no lo vieran ni siquiera muerto.

ECONOMÍA 01 de julio de 2019 · Actualizado hace 25 min Antes de sumarse al Gobierno, decía que era "equivalente a dos hamburguesas"

Cuando Etchevehere criticaba el acuerdo con la UE
El secretario de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, junto al canciller Jorge Faurie y el ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, fueron los funcionarios que quedaron retratados como la comitiva que consiguió la "histórica" firma del acuerdo comercial Mercosur-Unión Europea. Sin embargo, un mes antes de sumarse al Gabinete de Macri, Etchevehere había sido muy crítico de la oferta europea para la exportación de carne desde el cono sur. "Es el equivalente a dos hamburguesas para cada habitante de la Unión Europea por año", había apuntado en octubre de 2017, respecto de la "muy escasa" oferta de la UE, que no se modificó respecto de lo firmado el viernes y muy lejos de la pretensión original.
El acuerdo celebrado por el oficialismo contempla una cuota de 99 mil toneladas anuales de carne, equivalentes con hueso, por lo que el volumen real es de 76 mil toneladas. Además, del total, el 45 por ciento es de carne congelada, que no es vista con atractivo por el sector. Lo que se destacó del acuerdo fue el bajo arancel del 7,5 por ciento y la eliminación en el caso de la cuota Hilton.
"La integración inteligente en el mundo es el camino. Se abre un futuro de oportunidades para la agroindustria argentina. Orgulloso de ser parte del equipo que lidera Mauricio Macri", celebró el secretario el viernes. Sin embargo, en octubre de 2017, un mes antes de ser nombrado ministro por Macri y cuando participaba de las negociaciones con la UE como representantes de la Sociedad Rural, la mirada de Etchevehere era mucho más crítica respecto del acuerdo.
Las pretensiones de los cuatro socios del Mercosur —que representan el 20 por ciento de la producción mundial de carne bovina y el 22 por ciento de su comercio internacional— era de 300 mil toneladas, un equivalente a solo el 3 por ciento del mercado cárnico europeo. La oferta que los negociadores de la UE ponían sobre la mesa era muy similar a la alcanzada con el acuerdo del viernes pasado: 70 mil toneladas anuales, siempre a dividir entre los cuatro países por mecanismos aún no discutidos.
"Muy escasa", había calificado el entonces titular de la Sociedad Rural la oferta de los europeos y graficó: "Europa consume, anualmente, ocho millones de toneladas de carne, y esa oferta a los cuatro países del Mercosur es el equivalente a dos hamburguesas para cada habitante de la UE por año".
La mirada de Etchevehere era compartida por sus pares de Federación de Asociaciones Rurales del Mercosur (FARM), que tras la ronda de negociaciones, había resaltado: "Europa consume casi 8 millones de toneladas de carne vacuna por año, por lo tanto, esas 70 mil toneladas significarían para los 500 millones de habitantes, unos 130 gramos en promedio".
"La magra oferta de la Unión Europea no llega a significar el 30 por ciento del volumen total exportado por el Mercosur con ese destino es una propuesta avara que no contribuye al necesario ánimo de integración comercial que se persigue con las actuales negociaciones", era la postura de la FARM un año y medio antes de los mensajes festivos que compartieron Macri y su par brasileño, Jair Bolsonaro. 

La mirada negativa respecto del acuerdo de uno de los principales productos de la región también era compartida dentro de la Mesa de Enlace. Por aquellos días, el presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Dardo Chiesa, proponía otro tono en la negociación: "La mezquina oferta de UE era esperable, hay que ser firmes en las negociaciones y no firmar nada hasta tener una propuesta aceptable".
La nueva lectura del secretario Etchevehere, que asegura que "pontenciará la agroindustria", dependerá de los pasos que aún restan para poner en marcha el acuerdo firmado, entre ellos, la aprobación del acuerdo por los Congresos de los cuatro países del Mercosur y los 28 de la UE.
En Francia, el presidente Emannuel Macron ya tuvo que adelantar una "evaluación completa" del acuerdo debido a las críticas recibidas por los productores franceses, los partidos ecologistas y funcionarios oficialistas que advirtieron el peligro que implicaría permitir ingresar al país alimentos producidos con químicos prohibidos en tierras francesas, entre ellos, el glifosato.

EL PAÍS 01 de julio de 2019 Opinión Cristina en Resistencia

Imagen: Captura de pantalla
Este sábado la ex presidenta visitó la capital del Chaco, donde presentó su libro Sinceramente en el centro de convenciones de la ciudad ante una multitud que ocupó las 2300 butacas y se expandió, afuera, por varias cuadras. Como en Santiago del Estero días atrás, como antes en Rosario, y como sucederá seguramente en todo punto del país que ella visite, la masiva ocupación de calles y avenidas, plazas y veredas se constituye en una manifestación de la esperanza en movimiento. 
La presencia magnética de esta mujer descontracturada que hace gala de una enorme simpatía, representa claramente una esperanza, un horizonte posible de recuperación y encauzamiento de la Argentina hacia el trabajo, la educación, la salud pública y la recomposición del aparato productivo. Es ella y su carisma lo que sobrevuela el proceso electoral y lo que fortalece la fórmula presidencial que comparte con Alberto Fernández, su viejo amigo ayer distanciado, hoy reencontrado. Eso se vio en las calles de esta ciudad de nombre emblemático: Resistencia, donde la certeza de triunfo el sábado parecía blindada Cierto que el antiperonismo más retrógrado (no digo el no peronismo tolerante, que no tiene resentimiento ni privilegios de clase) está también ahí, activo, ignorante y negador, puro resentimiento de ricos y clasemedieros, que son los resentimientos más jodidos, más perversos. Y con los que habrá que convivir aunque cueste tanto. Porque son la Argentina hasta ahora incorregible: racista, ultramontana, ignorante, necia, y sobre todo violenta. La cara negra de la luna.
Cristina en cambio fue anteayer, una vez más, la representación de la sonrisa en el poder, el desenfado expositivo y la heterodoxia que atrae y seduce. Ese fue el enorme mérito de Néstor primero, y luego de esta mujer: recuperar las mejores banderas del peronismo, por lo menos desde el 25 de mayo de 2003. 
Con buen sentido del humor (cualidad de la inteligencia, rara avis del poder)  lo que la reacción cavernaria llama despreciativamente “kirchnerismo” fue sin ninguna duda, y con todos los yerros, distracciones y malas decisiones que se quieran atribuirle, el símbolo de la recuperación de la Argentina en todos los planos: el trabajo, el empleo digno, la reactivación industrial, el crecimiento económico sostenido con sentido social, el reconocimiento de derechos y también la recuperación de la educación y la salud públicas, la previsión social y la investigación científica autónoma. 
Reafirmando la soberanía, Cristina demostró que el patriotismo no es palabrerío, sino que es base y punto de partida para la recuperación de una dignidad nacional que siempre es madre del amor a la Patria. Ése que es el sentimiento más poderoso que tienen y fomentan las naciones desarrolladas y poderosas: los Estados Unidos y Rusia, en primer lugar. Y también Inglaterra, China, Francia, Irán. Y entre nosotros México, ese asombroso país hermano que en su mar de contrastes es el muro -nuestro muro- de resistencia cultural más fenomenal que existe en el planeta.
Todo eso es también Cristina. No CFK como la llama el periodismo por afán de síntesis. Tampoco la yegua, la porota, la mersa o la cachuda como la designa el odio militante que tanto daño hace a la Argentina. Yo digo Cristina y digo que en ella se simboliza la ardua esperanza de recuperarnos de la demolición. De reconstruirnos sobre y desde las ruinas económico-sociales que nos dejarán los miserables que desde el poder político y legislativo –y el judicial, tan corrupto, hipócrita y desvergonzado– arruinaron todo lo bueno que tenía este país al que hoy mismo, y cada día, siguen demoliendo en favor de sus mezquinos intereses y en su afán de liquidar al inextinguible peronismo. Como si con ello pudieran matar la esperanza y la energía popular. Estúpido e inútil propósito, desde ya, pero tan dañino. 
Por eso Cristina en Resistencia fue una hermosa bandera de alegría y de esperanza flameando sobre una tierra adolorida. Los rostros de todas las pieles, los idiomas originarios, la cantidad de discapacitados y el fervor popular de los que Mariano Azuela bautizó para siempre en su novela Los de abajo, resultaron balsámicos en la fresca tarde chaqueña.
Cristina en Resistencia fue anteayer varias cosas más: la convocatoria a seguir resistiendo los males que padecemos por mandato del neoliberalismo rampante y de un gobierno canalla y antinacional, desde ya, pero también fue una especie de versión nueva, simbólica, de un relato que, aunque lejos literariamente, evoca a los personajes de Osvaldo Soriano, esos que en las derrotas siempre encarnan la dignidad y la esperanza. Cristina es como él, que se interesaba especialmente en los perdedores. El descenso a la desdicha signa a los personajes de toda la obra de Soriano, como también representa la dignidad cuando se expresa en actos de resistencia. Y un tercer factor apuntable: el amor a este país bello y chúcaro, amor que caracteriza toda la memorable obra de Soriano, ésa que bien harían l@s argentin@s de este tiempo en releer y dar de leer a l@s más jóvenes.
Cristina, ya se sabe, es de la estirpe de Eva Duarte de Perón, esa Evita eterna en el corazón de millones de argentin@s. Minas fieles de gran corazón, se diría tangueramente, y a la vez de dureza ejemplar. Porque las putean y difaman, y ellas siguen de pie y sonrientes, y ocupándose de lo que más les importa, que es la vida de la gente, y en particular la marginada, la carenciada, la jodida, la que hay que ayudar a sacar del barro y el estiércol. Quizás por eso el fenómeno que es esta mujer menuda asombra a propios y ajenos. 
Sinceramente quizá sirva para que nosotros, que no odiamos ni queremos exterminar a nadie, algún día amansemos a los profetas del odio. Porque somos democráticos y pacientes, vocablo doble este último porque habla de paciencia y de Paz.

EL PAÍS 01 de julio de 2019 Opinión El que sale caro es Macri

Esta nota trata sobre ficciones en general y una en particular. 
Algunos guiones se caen definitivamente o eso parece. Otros se mantienen. Otros se recrean. Lo importante sería determinar cuáles son capaces de influir en forma decisoria, respecto de la lucha política. Quien tuviere respuesta para eso hallaría algo así como la fórmula de la cuadratura del círculo. Nadie la tiene ni debería aspirar a alcanzarla pero, como siempre, vale la pena tratar de acertarles a las preguntas.
Claramente fue una ficción que pudieran eliminarse las primarias del 11 de agosto. No daban ni los tiempos, ni el apoyo parlamentario. Ni siquiera, la voluntad de miembros prominentes del propio entramado oficialista. No es que no lo desearan. Sabían que el papelón hubiera sido monumental, pero no por el bochorno en sí sino como reflejo de admitir una muy probable derrota... ¿por cuánto? 
Hay coincidencia generalizada (analistas, consultores, “el mercado”, operadores) en que una diferencia desde 5 a 6 puntos le sería difícil de remontar a la alianza gobernante. 
Los votos de Sergio Massa, que hoy son incuantificables pero que en 2015 fueron decisivos hacia la segunda vuelta, ya no están en el macrismo. No, por lo menos, en alguna proporción que pudiera cambiar rumbos a su favor.
Si las primarias le salen mal al oficialismo significaría que la esperanza cambiemita del dólar quieto podría irse al demonio, con ello sería posible otra corrida financiera y, carácter transitivo, quedaría afectado gravemente que en el balotaje se juntaran todos contra la fórmula opositora. 
En consecuencia, el globo de ensayo de anular las primarias no tenía sentido probabilístico pero sí el de provocar decepción en torno de ellas porque contribuye al discurso anti-política. Y la banalidad de ese discurso favorece a Casa Rosada. Sin ninguna excepción. 
Allí donde haya un embroncado contra todos habrá un voto que, directo o funcional, terminará en Macri. Más temprano o más tarde.
También es ficcional lo caras que resultan esas PASO, apenas se compara su costo con –entre tanta obscenidad macrista– la orgía de la timba financiera. Los intereses registrados por los bancos desde que se lanzaron las Leliq, en octubre del año pasado (ver artículo de Alfredo Zaiat, en PáginaI12, el domingo 16 de este mes), superan los 350 mil millones de pesos. 
Es la artimaña para planchar la cotización del dólar, que no la única. Y algunos colegas se preocupan por los cuatro mil millones y pico que sale “la encuesta” de comienzos de agosto. Unos dos a tres días de Leliq. Maravilla.
Ficcional es además que no hay competencia, aunque sea cierto que no rige para los puestos de repercusión masiva. Otro ar­tículo en este  diario, de Sebastián Abrevaya el miércoles pasado, lo dejó bien claro.
Hay disputa para dirimir cargos nacionales en 17 de las 24 provincias y Ex Cambiemos es el frente que más compite entre sí. Casi el 90 por ciento de los distritos provinciales que eligen senadores nacionales va a disputa interna. En territorio bonaerense, nada menos, hay PASO en múltiples localidades. Y si querían ahorrar recursos, lo mejor hubiese sido que las provincias gobernadas por radicales (Jujuy, Mendoza, Corrientes) no desdoblaran su votación de la nacional. 
¿Quién les pidió y/o aceptó que lo hicieran, consciente de que su imagen podía tirar para abajo si figuraba el mismo día a cabeza de lista? El Presidente.
Quien sale caro es Macri, dicho en otras palabras dedicadas a lobbistas y tontos que dijeron rebelarse contra lo oneroso de las primarias mientras “la gente” pasa penurias.
De la ficción Pichetto ya se habló en este espacio durante dos columnas consecutivas, pero no pareciera estar de más la insistencia.
El senador fue presentado como un cerrajero casi perfecto para destrabar puertas peronistas. No pudo abrir ninguna. El objetivo jamás fue ése, sino la fantasía de que los cambiemitas estaban dispuestos a ser amplios. El cierre de listas demostró todo lo contrario: la “peronización” del PRO consistió en dejar afuera a cuanto peronista converso anduviera por ahí. 
Hubo asimismo la ficción de que Omar Perotti, el ganador justicialista santafesino, podía llegar a ser prescindente en la pelea nacional. Invento puro, para que los publicistas oficiales se entretuviesen varios días vendiendo al rafaelino como símil electoral del cordobés Schiaretti. 
El último hallazgo ficcional, además de la salvación “histórica” imbricada en el arreglo regional con los europeos, es que ya hay interna entre los Fernández porque Alberto articula con los gobernadores mientras Cristina sigue recorriendo el país con la presentación de su libro, por las suyas, desprendida de la campaña propiamente dicha. Es decir, exactamente lo que acordaron Fernández y Fernández. 
Él tejiendo y ella elevada sobre el barro o el entablado de las tejedurías, que la aburren como toda la vida. Pero no. Lo presentan como anticipo comprobado de enfrentamientos o rispideces. ¿Los habrá? 
Que nadie lo dude, pero en el presente es ficción. 
La unidad opositora podrá estar en duda acerca de cómo se sigue con precisión después de ganar. Pero no tiene incertidumbres acerca de lo prioritario de a quién debe vencer entre agosto, octubre y tal vez noviembre. 
Los enfrentamientos coyunturales en esa unidad (o unión, que por cierto no es lo mismo) existen pero son de pagos chicos, de egos, de tensiones naturales a la conflictividad de la política. Porque, y disculpas por una obviedad terminante: la política es conflicto y de lo contrario no es nada. Su razón de ser es el conflicto. 
El anverso es la paz de que no haya disputa y ésa sólo se la creen quienes juegan al moralismo de la impolutez.
Como con la perorata de la antipolítica, los que apuestan a mostrarse asqueados frente a contentos y heridos por, para el caso, el cierre de listas, también sirven a lo modélico del macrismo: son todos iguales y, al final, Cristina impuso sus condiciones. ¿Por qué no habría de imponerlas (a algunas, no todas), si es quien tiene los votos y si además -nada menos- ya tuvo el gesto de bajarse para mostrar amplitud electoral efectivamente comprobable? 
Pero no, de vuelta. Los medios del aparato cambiemita recargan sobre la CFK impertérrita, ladina, cínica, autoritaria, mientras enfrente resulta que amagaron con la anchura de Pichetto para, al cabo, acostar a cualquier variable “pluralista”. 
No sólo eso sino que, de tan republicanos que son, se la gastan bombeando a la derecha de la derecha, José Luis Espert, porque saben que les saca votos. Eso no tiene nada de ficción. Es objetivo. Sin embargo, la pérfida es Cristina.
Tampoco es ficcional que –mientras baja el consumo en todos los niveles sociales, con caídas de hasta más del 17 por ciento en las ventas de supermercados y centros de compra respecto del año pasado (cifras del Indec)– suene verosímil la imagen de un Macri recuperado porque lleva unos meses de veranito financiero. Más la inflación en descenso por vía recesiva.
Según cabe machacar, las necesidades populares pueden no estar en armonía con los intereses. 
Joden la vida de las mayorías o acumulado de pequeñas minorías, pero una parte importante de esa suma podría volver a comprar(se) que el problema es correr el peligro de ser Argenzuela.
P/D: Ya que hablamos de ficciones, de la construcción publicitaria oficial y del marketing del acuerdo Mercosur-Unión Europea, que nunca atravesaría la aprobación parlamentaria local entre otras extinciones del humo, no debe quedar afuera que Macri logró sentarse durante un rato al lado de Donald Trump, en la cumbre del G-20, en Japón. 
Importantísimo.