martes, 3 de abril de 2018

Paganini: Violin Concerto No.1

Sol ido.

Tenía las pestañas entrelazadas como deditos.
Los rulos ensimismados como palabritas sin espacio.
Las piernitas flaquitas o regordetas según la estación.
Un aliento verde, unos pasitos de río quieto.
Tenía ausencias breves como respirar.
Un sacón marrón, una cartera al tono.
Una sonrisa escrita por Neruda.
No tenía miedo, mas bien ansiedad y amor al otro.
Cantaba susurros a los limoneros.
Nunca le dio su espalda a los tiempos vendavales.

Se abotonaba lenta la camisola de bambula.
Latía el corazoncito como trencito desbocado cuando discutía.
"Que la luna no es, que el cielo no es, que todo es acá, ahora y ya."
Me dijo una tardecita en la placita del reloj.
"Sí, es como te dije y como vos decís".
Contesté arrinconado bajo un jacarandá aluvionado de gestos.
Drástica, inclemente, intolerante, nubes sin despojos.
Navegaba entre sauces llorones.
Se llevó dos tauras a mejor vida.
Gritó un Viva!..., como nunca.
o creo que...

Acampanados tacones.
Jeans bordados y aflecados.
Una capelina amarilla para los asaltos/ happenings y demases.

Allí fue, decidida, deslizante, pura agua.
Premonición, lucecita, luciérnaga, tacita de plata.
Todavía no fue un error.
Sus manitas rotas como vidrios de rosal seco.
GB