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domingo, 10 de septiembre de 2017
MIAMI EN ARGENTINA
Lejos del furor por el huracán Irma, en diversas localidades de las provincias de Buenos Aires y La Pampa el agua hace estragos.
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Opinión Santiago y un enigma histórico
10 de septiembre de 2017 · Actualizado hace 15 hs
Opinión
Santiago y un enigma histórico
Por Edgardo Mocca
Se les fue. Con esa breve y macabra frase empieza a circular una explicación de lo sucedido con Santiago Maldonado. Claro, la frase no deja dudas respecto a sus referentes: ¿a quiénes se les fue Santiago? A los gendarmes. Por lo pronto la afirmación abre una brecha dentro de lo que es un proceso de deliberada negación, ocultamiento, falseamiento y protección que tiene muy pocos antecedentes en la historia argentina más o menos reciente. No funcionó así la ostensible protección de los principales medios de comunicación a la dictadura; en esa época reinaba el silencio y no la posverdad. Era una época de terror y no de globos amarillos. Ahora todos los días aparece alguien que vio a Santiago, que estuvo con él. En todos los casos el relato termina en la afirmación de algo (cualquier cosa) que pueda desincriminar a la Gendarmería y a su mando natural, es decir al gobierno de Macri. “Se les fue” denota la responsabilidad estatal. Pero al mismo tiempo la relativiza: no había intención, no responde a un plan preconcebido. Reaparece la imagen del “exceso”, de lo no deliberado, de lo no pensado.
Desde que Patricia Bullrich asumió en el Ministerio de Seguridad asistimos a una mascarada que gira en torno del orden. De modo irresponsable se mezclan las demandas de seguridad individual urbana con la necesidad de ordenar el espacio público y acotar el desarrollo de la protesta social. Esto tiene detrás de sí una larga historia. En su fase más reciente esa historia nos remite a la explosión social de diciembre de 2001 y los meses subsiguientes. El tiempo de las cacerolas y los piquetes. El tiempo de la sanguinaria represión del 19 y 20 de diciembre con epicentro en Buenos Aires pero con alcance nacional, de las muertes en el Puente Avellaneda, del clima de rebelión y desobediencia que atravesaba entonces las calles del país y reconocía en la pueblada de Cutral Co en 1997 su más notable antecedente. Fue el gobierno de Néstor Kirchner el que instituyó el principio de que la protesta social no podía ser contestada con la criminalización. El orden no podía ser impuesto por la policía sino que era una misión de la política. Ese postulado se mantuvo aún cuando en 2008 la mesa de enlace de los exportadores sojeros bloqueó las rutas del país y desabasteció las góndolas de alimentos a escala nacional. El orden de las calles se ha constituido en la historia argentina reciente como un problema central y el macrismo le ha puesto su sello a su concepción del problema, a través de una ministra que no escatima gestos patoteros que intentan fundamentar una gran gesta para despejar la calle a favor de la “gente de bien”.
Lo que está claro es que el actual gobierno modificó drásticamente la orientación hacia las fuerzas de seguridad en esta materia. Desde los primeros días de su gestión asistimos a una brutalidad persistente y creciente de su accionar, concentrada, claro está en la intimidación y la violencia contra los sectores más desprotegidos, menos “visibles” de la sociedad. Contra los pobres. El orden de la calle se revela claramente como una pieza vital de un proyecto político, como una respuesta a la pregunta de qué hacer con la gente que protesta porque se quedó sin trabajo, sin protección social o no puede pagar los servicios públicos indispensables para una vida aceptablemente digna. El ajuste neoliberal y la represión de la protesta no son dos caminos paralelos, son parte de la misma trama, que se completa con la manipulación publicitaria. Avanzar con la “modernización” –nombre pudoroso de la reestructuración económica, social y cultural neoliberal–, negar sus consecuencias sociales reales e invisibilizar y/o reprimir la resistencia es la hoja de ruta política central del actual gobierno. Como fácilmente se ve, esto no puede funcionar si carece de un anclaje de solidaridad de una parte importante de la población con el objetivo de “despejar la calle”. El principio central del operativo de orden está en la construcción de un “nosotros individuos”. Es decir gente de bien, gente de trabajo, que no va por el mundo haciendo bardo y molestando al otro. Gente que se ocupa de sus cosas, que vive y deja vivir. Si miramos en profundidad, esta idea de libertad es el corazón del mensaje oficial y buena parte de la explicación de su arraigo en un sector –minoritario pero considerable– de la sociedad. Sobre esta idea de libertad gira todo el discurso. Es lo que el filósofo Isaiah Berlin llamó la “libertad negativa”, es decir la del individuo frente al Estado, la que pone un freno a la acción de agentes “externos” a la voluntad del individuo, contra la “libertad positiva”, la libertad para actuar creadoramente en la construcción del proyecto común. Al Estado se le pide exclusivamente que resguarde ese aspecto de la libertad individual, que asuma su rol de gendarme (nunca tan actual la metáfora). Curiosamente este enfoque ganó una parte importante de su buena prensa utilizando el registro de los derechos individuales, después de los atropellos producidos por regímenes tiránicos impuestos para asegurar la libertad del mercado y el retiro del Estado de cualquier función reguladora de la propiedad individual y la empresa privada. El neoliberalismo hizo su fama en todo el mundo apropiándose de la bandera de las libertades individuales frente a los abusos del Estado. Y hoy es, en sí mismo, la materialización de la forma contemporánea de un nuevo totalitarismo, el totalitarismo de las grandes corporaciones económicas.
La represión sistemática tiene problemas para afirmarse como política de Estado. Una de ellas, tal vez la principal, sea el escándalo de la muerte. Y en nuestro país ese escándalo adquirió históricamente el rostro particularmente terrible de la desaparición. Ahí parece haber, como se desprende de los hechos actuales, una barrera política. Una barrera masiva, intensa y apasionada que concurre con una mirada especial desde fuera de nuestras fronteras. También la repercusión internacional está en la base del nuevo maquillaje que el Gobierno le ha puesto a su discurso sobre el tema. La ministra de Seguridad parece no tener un futuro más allá de las elecciones de octubre. Pero esa lógica decisión no cerraría el problema que está planteado ni despejaría sus enigmas. Los trucos de la posverdad macrista respecto a un supuesto paralelo del caso de Santiago con el de Julio Jorge López no resisten ningún análisis serio: los captores de uno y de otro provienen de la misma cantera de clase, de la misma ideología, del mismo proyecto de país; la única diferencia es que ahora gobiernan. Lo más probable es que el Gobierno apueste al tiempo y al olvido. Es decir a no revelar lo que sin duda saben sobre la suerte de Santiago. Es un fardo ominoso para el porvenir de la empresa política de Macri y tiene que convivir con la posibilidad de alguna quiebra en el pacto de silencio, lo que claramente complicaría aún más que la revelación. Pero el problema no está en tal o cual eventualidad que podría o no darse sino en la economía simbólica del proyecto macrista: ¿cómo se podrá legitimar hacia el futuro la concepción de la mano dura contra la protesta social después de semejante acontecimiento nunca realmente cerrado? En este punto, hasta ahora Cambiemos ha apostado todas sus fichas al aparato mediático-judicial-político de tergiversación y de olvido. De tal manera que la inaudita capacidad de creación de un mundo artificial que ha mostrado ese aparato estaría frente a una prueba de fuego porque se vería obligado no solamente a adulterar los hechos del presente sino a inventar una nueva historia del país. Y a lograr que la comunidad crea en esa historia.
Así como la dinámica política llevó a la experiencia kirchnerista por caminos de antagonismo político que nunca estuvieron en ningún plan inicial, el macrismo puede quedar envuelto en una saga histórica de imprevisibles derivaciones. Sus ideólogos no creen en estas cosas, están convencidos de que no hay nada que merezca el nombre de memoria, de verdad y de historia. Pero a los ideólogos siempre termina por desbordarlos la realidad. Desgraciadamente, un sector considerable de la clase política no puede pensar hoy más allá de los resultados de la próxima elección; salvar la ropa en las legislativas y quedar bien posicionado para las presidenciales es el límite de su mirada estratégica. Está claro que no aprendieron nada, que van siempre detrás de los acontecimientos, que no terminan de comprender el drama del que son protagonistas. La democracia argentina se recreó en 1983 sobre el principio del “nunca más”. Es un acuerdo vago, impreciso y polémico. Para algunos es el freno definitivo a la violencia política irresponsable de bandos indiferenciados e igualmente criminales; para otros es el límite para la solución estatal-terrorista de los antagonismos sociales. Pero esa diferencia, profunda e inconciliable, no es un obstáculo para el común rechazo al regreso de la impunidad criminal como arma política. Y ese rechazo es (puede ser, podría ser) mucho más amplio que una determinada visión ideológica sobre el país al que cada uno aspira. Se puede entender perfectamente las razones pragmáticas de la Unión Cívica Radical para sostenerse en la nueva alianza de la que forma parte. Se pueden esgrimir razones de gobernabilidad, de institucionalidad y cosas por el estilo. También se puede agregar que Cambiemos parece ser la forma menos violenta de aceptar el ocaso de una experiencia política más que centenaria. Lo difícil es aceptar que esas razones puedan sostener una renuncia al último jalón democrático y popular de esa historia como fue la condena del terrorismo de Estado que puso a Raúl Alfonsín en la historia grande de este país.
Asistiremos en los próximos días a nuevas maniobras de los responsables estatales de la desaparición para reducir los daños políticos del acontecimiento. Estarán guiados centralmente por el objetivo de que el episodio no merme las chances electorales de la coalición gobernante. Pero la cuestión no se resuelve en octubre. En el cuerpo de Santiago Maldonado están muchos de los enigmas que los argentinos tendremos que resolver en una etapa no demasiado larga.
El rol de Noceti en la desaparición forzada de Maldonado ¿A mí por qué me miran?
10 de septiembre de 2017 · Actualizado hace 5 hs
El rol de Noceti en la desaparición forzada de Maldonado
¿A mí por qué me miran?
El ministro de Chubut Durán puso el foco en Noceti, confirmando todo lo que se publicó aquí desde 2016. El fiscal Delgado realizaría las pruebas que el juez Otranto rechazó en defensa propia dada su comunicación habitual con Noceti. El Código Penal y la ley antiterrorista frente a reclamos mapuche fueron una definición política, coincidentes con acuerdos internacionales, dada la riqueza hidrocarburífera de la zona. La posición de Piñera y Netanyahu. Sólo habrá que esperar que pasen las elecciones.
Durante la interpelación al ministro de gobierno de Chubut, Pablo Durán, el diputado de otro sector peronista, Javier Tourinian, le preguntó:
–¿Por qué los gendarmes ingresaron al territorio de la comunidad si el
Durante la interpelación al ministro de gobierno de Chubut, Pablo Durán, el diputado de otro sector peronista, Javier Tourinian, le preguntó:
–¿Por qué los gendarmes ingresaron al territorio de la comunidad si el delito no era federal y no había ninguna orden de allanamiento para que intervinieran en esa zona, quién lo ordenó?
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En vez de contestar, Durán recurrió a un argumento ad hominem:
–Y el 21 de junio de 2012 ¿quién le autorizó a Gendarmería Nacional a entrar a Cerro Dragón?
Entonces Tourinian era el Ministro de Gobierno. Cerro Dragón es el mayor yacimiento petrolero del país. Los 400 trabajadores que lo ocupaban y provocaron graves daños en las maquinarias fueron desalojados por Gendamería y la policía provincial. De regreso, el ómnibus de los gendarmes chocó con un camión y hubo una decena de muertos y medio centenar de heridos. La presidente CFK prometió que no volvería a enviar gendarmes para intervenir en conflictos provinciales.
El ministro Durán se acercó así a un punto central: la misión del jefe de gabinete del Ministerio de Seguridad, Pablo Noceti, en los hechos que culminaron con la desaparición forzada de Santiago Maldonado. Asistentes al diálogo del 31 de julio en Bariloche entre el funcionario nacional, los ministros de Chubut y Río Negro, los jefes de Gendarmería, Policía de Seguridad Aeroportuaria, Prefectura Naval y ambas policías provinciales coinciden con lo que Noceti afirmó públicamente al terminar la reunión, en dos reportajes concedidos a radio Nacional de Bariloche y a la FM Sol. Allí dijo que estaba dirigiendo los operativos de individualización y captura de los mapuche de la RAM. Explicó que no era necesaria una orden judicial porque se trataba de hechos de flagrancia. Agregó que se les aplicaría el artículo 213 bis del Código Penal, que reprime hasta con ocho años de prisión la mera pertenencia a una agrupación cuyo objeto principal o accesorio sea “imponer sus ideas o combatir las ajenas por la fuerza o el temor”. Ese artículo fue introducido en el Código Penal en 1974 por el presidente Juan Perón como parte de su confrontación con la organización declarada ilegal en primer lugar y con la organización declarada ilegal en segundo lugar, según la jerga de la época. La distancia entre Perón y Noceti es similar a la que media entre aquellas organizaciones político-militares insertas en grandes movimientos sociales y políticos y la RAM, un grupo minúsculo que sólo puede compensar su escasez de alianzas en la sociedad blanca pero incluso entre los mismos mapuche, con la interesada repercusión de la prensa nacional que apoya al gobierno en el intento de construir un enemigo funcional a sus objetivos de control social. Durante la interpelación Durán dijo que el único rol de la policía provincial había sido advertir a los automovilistas que no podían continuar su trayecto porque la Gendarmería estaba desalojando un corte en la ruta.
–Si como afirman, Pablo Noceti no era parte del operativo y la ruta estaba cortada por la policía de Chubut ¿quién lo dejó pasar y por qué? –insistió Tourinian.
–No puedo responder porque no soy el abogado de Noceti.
Ante la reiteración de Tourinian, Durán dijo:
–No le puedo contestar porque no soy el juez federal Guido Otranto.
El debate sobre flagrancia
En un post en Facebook, Tuny Kollmann dijo que podía confirmar lo que sostuve aquí el 7 de agosto en la nota “Macrì ya tiene su desaparecido”. Mientras los ministros provinciales decían en la reunión del 31 de julio que debía buscarse una figura penal agravada para el daño que se imputaba cuando la RAM quemaba algo, Noceti insistía en que era posible detenerlos por flagrancia sin orden judicial, que las fuerzas debían actuar con autonomía de la Justicia. A la mañana siguiente salió hacia Esquel, a mediodía pasó por el corte (y paró a saludar, según Caperucita Bullrich), mientras los gendarmes que ya lo habían despejado ingresaron a la comunidad, donde permanecieron seis horas más. En Esquel le adelantó al juez Otranto que las fuerzas no necesitaban orden judicial, que les bastaba con la figura de flagrancia. El juez le contestó que eso valía para despejar e incluso detener en la ruta, pero no habilitaba a entrar a territorio mapuche porque eso requería una orden de allanamiento, que él no firmó. “Noceti volvió a usar el criterio de la autonomía de las fuerzas”, concluye Kollmann.
Con su compulsión a fundamentar la doctrina de la flagrancia, Noceti se identificó ante Soraya Maicoño, Andrea Millañanco y Nicolás Daniel Huala Hernández, tres miembros de la comunidad retenidos por la Gendarmería cuando intentaban dar aviso del ataque en preparación. Así se sabe que cuando se produjo la irrupción, Noceti estaba allí.
Con el hecho consumado, el juez Otranto optó por guardarse sus objeciones y consideró que los gendarmes actuaron ante un delito flagrante. Peor aún, rechazó el pedido de la Procuvin de peritar los celulares de Noceti, en lo que sólo puede leerse como un gesto de autodefensa. El cruce de llamadas mostraría que el jefe civil del operativo estuvo en contacto permanente con el juez. Es probable que esa prueba sea solicitada por alguien sin esas restricciones: el fiscal Federico Delgado, que investiga el posible encubrimiento oficial para fastidio del nuevo vocero oficial en el tema, Claudio Avruj, quien lo acusó de cínico, en una nueva demostración del aprecio oficial por la división de poderes. El ministro Durán le recomendó a Delgado que leyera completa la interpelación, porque allí vería que él nunca dijo que Noceti haya organizado el operativo. Ni falta que hace, ya que lo dijo el propio Noceti en dos reportajes radiales. Y el comandante de Gendarmería Diego Conrado Héctor Balari agregó detalles ante el canal 4 de Esquel. Dijo que viajó a Bariloche para “una reunión con autoridades del Ministerio de Seguridad y para coordinar determinadas acciones”. Agregó que de regreso de Bariloche “nos dimos con este tema, así que a partir de ahí recibí la orden de la superioridad institucional de hacerme cargo y coordinar las acciones. Bueno, el operativo se armó en base a los hechos que se sucedieron, y en base a orientaciones y órdenes precisas emanadas del Ministerio de Seguridad”.
Durante su informe al Senado el miércoles 6, Marcos Peña Braun expuso el cambio de actitud oficial. Luego de un mes largo de ningunear la desaparición forzada de Santiago Maldonado, la Alianza Cambiemos y su base empresarial se preocuparon y decidieron mostrar que se ocupaban, con un hiperactivismo que intenta compensar el menoscabo anterior. Las razones son la caída de todas las hipótesis alternativas a las que se aferró hasta entonces, la masiva concentración en la Plaza de Mayo del viernes 1º, la chapucería del operativo policial posterior que quiso imponer autoridad y convocó el fantasma del caos, y el riesgo de que el caso Maldonado se convierta en el temido cisne negro capaz de trastocar todas las previsiones electorales. Pero pronto se vieron los límites del cambio. Avruj declaró que la principal hipótesis de la investigación era la Gendarmería pero después de una llamada de Peña Braun lo rectificó: era una hipótesis más pero no había pruebas.
A diferencia de Patricia Bullrich, Peña Braun se preocupó más por defender al gobierno que a la Gendarmería, declaró que no estaba excluida de la investigación, algo que debería haber sido una obviedad, rechazó cualquier comparación con la dictadura y negó “la idea de que puede haber una orden política de este gobierno de promover una desaparición forzosa”, cosa que nadie le había imputado. La primera acepción de forzosa es ineludible, inevitable. En cambio, forzada significa literalmente ocupado o retenido por la fuerza, escribieron las abogadas Ileana Arduino y Elizabeth Gómez Alcorta en la revista Anfibia. El título del artículo explica la dificultad del gobierno para manejar una situación que se le escapó de las manos: “Negacionistas del pasado, responsables del presente”.
Pero no es la única encrucijada oficial. La respuesta represiva a los reclamos de las comunidades indígenas en cuyas tierras ancestrales se asentaron grandes latifundios y explotaciones de minerales e hidrocarburos es una decisión política del gobierno nacional. Es difícil atribuir al azar que el operador elegido de esa política sea Noceti, defensor de los jefes de la dictadura en Concordia y Santa Rosa. En sus alegatos descalificó los juicios y reivindicó el terrorismo de Estado. También es socio del estudio que el comisario Fino Palacios eligió en la causa por el espionaje ilegal en la que también estuvo imputado Macrì. Cuando designó a Palacios como primer jefe de su flamante policía, Macrì dijo que se lo habían recomendado los servicios de inteligencia de Estados Unidos e Israel.
Una decisión política
El 30 de agosto de 2016 el Ministerio de Seguridad rindió un informe de Resultados de Gestión del que se informó en esta página el 13 de noviembre, en el artículo “Celebrar la Ilegalidad”. Su diapositiva 23 se titula “Re-valorización de la ley. Problemáticas en Territorio Mapuche” y tiene como ilustración dos imágenes entonces desconocidas y hoy demasiado familiares. Una de Facundo Jones Huala, cuyo juicio de extradición se iniciaría al día siguiente; otra de tres personas con el rostro tapado en el Pu Lof En Resistencia Cushamen. Un título enumera “Amenazas de la organización Resistencia Ancestral Mapuche” y adelanta el criterio que se aplicaría de ahí en más: una sucesión de usurpaciones de territorios e incendios en varias provincias constituirían delitos federales, “ya que se proponen imponer sus ideas por la fuerza”. Un segundo título se circunscribe a la “Problemática mapuche en Neuquén” y afirma que “se arman comunidades y se toman tierras en zonas petroleras o gasíferas impidiendo constantemente la normal explotación de los pozos. Estos delitos de usurpación, turbación en la posesión y extorsión afectan un servicio estratégico de los recursos del Estado. Han estado detenidos 200 pozos (según informó YPF)”. Esa nota mencionó por primera vez a Noceti, fotografiado durante la audiencia del juicio por la irrupción en marzo de 2015 de quince miembros de la familia mapuche Jones Huala en una porción de la estancia Leleque, ocupada hasta entonces por la trasnacional italiana Benetton. Con su jactanciosa incontinencia verbal, Noceti dijo entonces a la Radio Nacional de Esquel que estaba evaluando la comisión del delito federal contemplado en el artículo 213 bis del Código Penal. Noceti viajó varias veces a instrumentar esa decisión oficial, antecedente directo de lo que ocurrió ahora. La participación de fuerzas federales de seguridad e inteligencia en tareas de espionaje a la población ya había sido denunciada por la Asociación de Abogados/as de Derecho Indígena (AADI) en agosto de 2016, cuando objetó la respuesta penal a los reclamos territoriales del pueblo mapuche, las “formas de actuación estatal excesivas, o directamente ilegales” y la pretensión de “aplicar a este caso por supuesta usurpación de tierras, la ley antiterrorista N° 26.734”. Ocho meses antes la Corte Suprema había rechazado el carácter federal y la aplicación de la ley antiterrorista a Martiniano Jones Huala y otros mapuche por los delitos de usurpación y abigeato y remitido el expediente a la Justicia provincial. El fallo de la Corte Suprema narra que el grupo repelió con piedras el intento policial de desalojarlo, cortó la ruta nacional 40 y solicitó la intervención de autoridades nacionales para conformar una mesa de diálogo sobre el reclamo por la propiedad ancestral de esas tierras. El juez provincial se declaró incompetente, considerando que estaba afectada la seguridad interior, con “la agravante prevista en el último párrafo del artículo 41 quinquies del Código Penal, de competencia federal” (es decir la ley antiterrorista vigente) que incrementa al doble la pena prevista. El juez federal Otranto sólo aceptó su competencia por la irrupción del tránsito en la ruta nacional pero consideró inaplicable la agravante ya que el reclamo indígena por la propiedad o posesión de la tierra impide calificar los hechos como actos terroristas, ya que el propio artículo 41 quinquies del Código Penal exceptúa los hechos que “tuvieren lugar en ocasión del ejercicio de derechos humanos y/o sociales o de cualquier otro derecho constitucional” y recordó que el artículo 75 inciso 17 de la Constitución garantiza la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan los pueblos indígenas argentinos”. Esa excepción fue incluida por CFK a propuesta del CELS, que objetó la ley antiterrorista. Según la Corte Suprema y el Procurador fiscal Víctor Abramovich en el caso no se daban los fines previstos en el artículo 41 quinquies de “aterrorizar a la población u obligar a las autoridades públicas nacionales o gobiernos extranjeros o agentes de una organización internacional a realizar un acto o abstenerse de hacerlo”. Tampoco encerrarían “algún tipo de conflictividad de la clase contemplada en los instrumentos internacionales sobre prevención y sanción del terrorismo”. Por el contrario, “están enmarcados en una protesta llevada adelante en reclamo de derechos sociales”. En 2014, en el caso Norin Catriman, también la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó a Chile por aplicar la legislación antiterrorista a un grupo de activistas mapuche y señaló que debía adecuar su legislación interna para compatibilizarla con el principio de legalidad del artículo 9 de la Convención Americana.
El tema forma parte de la campaña electoral chilena. El ex presidente y candidato Sebastián Piñera acaba de afirmar que la primera obligación del gobierno es asegurar y garantizar el orden público y que la actual presidente Michelle Bachelet “ha mantenido una permanente actitud de debilidad y ambigüedad en la lucha con el terrorismo. Y esta debilidad y ambigüedad del gobierno ha motivado la expansión del terrorismo y ha facilitado su total impunidad”. Prometió que durante su próximo gobierno no sólo se aplicaría la ley antiterrorista sino que además la perfeccionaría “para hacerla más eficaz y fortalecer la labor de inteligencia de nuestra policía. Para poder anticiparse a los actos terroristas y no llegar cuando lo único que queda son las cenizas”. Adelantó que se propone incorporar figuras “como el agente encubierto, los informantes, las entregas vigiladas e incluso en algunos casos cambiando la jurisdicción de los juicios a otras regiones para garantizar la seguridad e imparcialidad del tribunal”. No podría estar más en consonancia con los planteos de Macrì, Bullrich y Noceti.
Esta idea de recuperación del orden público expresada en el Protocolo sobre Piquetes que Bullrich firmó al asumir y que recién ahora empieza a aplicarse parcialmente, se combina en la Patagonia con las disputas territoriales. En noviembre vencerá la ley de emergencia territorial indígena, de 2006, demorada consecuencia de la reforma constitucional de 1994 que reconoció “la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas” y “la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que ocupan”. Esa ley 26.160 garantizó la suspensión de desalojos de tierras ocupadas por comunidades indígenas, mientras se realizaba un relevamiento técnico-jurídico-catastral que permitiera conocer en detalle la situación en todo el país. La ley se prorrogó varias veces porque los avances fueron parvos, debido a la resistencia de los interesados y la parsimonia oficial. De 1532 comunidades identificadas, el proceso de relevamiento se inició en 759 y sólo concluyó en 459. Pero tampoco en ellas se avanza en la entrega de títulos. Hay proyectos de distintos bloques para aprobar una nueva prórroga y agilizar el relevamiento, pero el oficialismo no está dispuesto a apoyarlos porque considera, como dice el Power Point de Bullrich y repitió el propagandista Jorge Lanata, que se crean comunidades inexistentes para recibir tierras que nunca les pertenecieron. Pasado mañana, Macrì firmará con el premier israelí Biniamín Netanyahu un acuerdo de seguridad y ciberseguridad, de combate al terrorismo y al narcotráfico y de provisión de parafernalia para llevarlo a cabo, que Bullrich comenzó a negociar en Jerusalén. Nadie mejor que Netanyahu para asesorar en el tratamiento a pueblos originarios que reclaman por sus tierras ancestrales, si bien en Medio Oriente, ambas partes muestran títulos equivalentes, lo cual torna tan difícil la solución. Vale la pena recordar que el enlace de Macrì con Netanyahu, quien concertó el primer viaje a Israel del entonces alcalde porteño, fue Claudio Avruj. Por todo eso el cambio de discurso tiene poco futuro. Igual que con el ajuste económico, sólo se trata de esperar a que pasen las elecciones.Mientras el gobierno cambiaba de táctica ante las críticas a su actitud por la desaparición forzada de Santiago Maldonado, el superior del juez Guido Otranto buscaba pistas sobre su paradero lejos de su sede. Javier Leal de Ibarra preside la Cámara Federal de Comodoro Rivadavia. Hombre de confianza del presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, también fue elegido como presidente de la Junta de Presidentes de Cámaras Nacionales y Federales. Más importante aún, Lorenzetti lo designó para dirigir junto con Martín Irurzun la Dirección de Captación de Comunicaciones del Poder Judicial. ¿Ese superorganismo de inteligencia le habrá indicado que Flushing Meadows era el lugar preciso para estar en el momento apropiado? Por su gesto (de remera azul en el centro de la foto) sus averiguaciones fueron positivas.
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La deuda tapa todo
10 de septiembre de 2017 · Actualizado hace 15 hs
Se profundiza el desequilibrio del sector externo. Elevados déficit comercial y de Cuenta Corriente. Además, aumenta la fuga de capitales
La deuda tapa todo
El inmenso agujero de las cuentas externas, histórico talón de Aquiles de la economía argentina, está siendo cubierto por un inédito endeudamiento en dólares.
Por Alfredo Zaiat
El balance comercial contabiliza uno de los déficit más elevado de la historia argentina. La cuenta corriente de la Balanza de Pagos alcanza uno de los mayores desequilibrios registrados. La cuenta de servicios también es muy negativa. La fuga de capitales está en el rango de los máximos anotados. La inversión extranjera directa no aporta sustanciales dólares netos a la economía puesto que la remisión de utilidades a las casas matrices es casi equivalente. Este inmenso agujero de las cuentas externas, el histórico talón de Aquiles de la economía argentina, está siendo cubierto por un inédito endeudamiento en dólares en monto e intensidad en tan corto período. Mientras el análisis económico convencional se entretiene con que si se cumplen las imaginarias metas de inflación del Banco Central y presenta un leve rebote estadístico como el comienzo de un ciclo de crecimiento sostenido, el saldo de la economía en 21 meses del gobierno de Macri es de un desequilibrio externo inquietante.
La disputa electoral, la obsesión con cualquier cosa que pueda ser asimilada a la letra K, la desmesurada discusión con los fantasmas del populismo y las evaluaciones superficiales acerca de la actual evolución de la economía desplazan la atención acerca de la cuestión central: el profundo y peligroso déficit de las cuentas externas, que está siendo maquillado con la emisión desaforada de deuda en dólares. Esos déficit han sido históricamente el origen de las crisis más fuertes de la economía argentina con traumáticas consecuencias sociolaborales.
El balance comercial contabiliza uno de los déficit más elevado de la historia argentina. La cuenta corriente de la Balanza de Pagos alcanza uno de los mayores desequilibrios registrados. La cuenta de servicios también es muy negativa. La fuga de capitales está en el rango de los máximos anotados. La inversión extranjera directa no aporta sustanciales dólares netos a la economía puesto que la remisión de utilidades a las casas matrices es casi equivalente. Este inmenso agujero de las cuentas externas, el histórico talón de Aquiles de la economía argentina, está siendo cubierto por un inédito endeudamiento en dólares en monto e intensidad en tan corto período. Mientras el análisis económico convencional se entretiene con que si se cumplen las imaginarias metas de inflación del Banco Central y presenta un leve rebote estadístico como el comienzo de un ciclo de crecimiento sostenido, el saldo de la economía en 21 meses del gobierno de Macri es de un desequilibrio externo inquietante.
La disputa electoral, la obsesión con cualquier cosa que pueda ser asimilada a la letra K, la desmesurada discusión con los fantasmas del populismo y las evaluaciones superficiales acerca de la actual evolución de la economía desplazan la atención acerca de la cuestión central: el profundo y peligroso déficit de las cuentas externas, que está siendo maquillado con la emisión desaforada de deuda en dólares. Esos déficit han sido históricamente el origen de las crisis más fuertes de la economía argentina con traumáticas consecuencias sociolaborales.
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Quienes saben que es inviable el actual sendero económico lo relativizan diciendo que el mercado financiero internacional seguirá asistiendo a la Argentina, por lo menos, en los próximos dos años. Consideran que seguirá abierto el canal de financiamiento externo vía la banca internacional o, si es necesario, con los organismos multilaterales como el FMI y el Banco Mundial. Es una apuesta riesgosa por la inestabilidad de la economía mundial y, fundamentalmente, porque la percepción de la banca internacional sobre la situación argentina puede ser tan volátil como las cotizaciones de acciones y bonos. De un día al otro puede cerrarse el grifo de dólares, como en 1989 y en 2001, y el hombre alto, rubio y de ojos celestre se convierte en un presidente que no sabe modular, construir una frase coherente y no supo gobernar.
Balance
El intercambio de bienes con el exterior acumula un desequilibrio de 3428 millones de dólares en siete meses, que proyectado en el año lo ubica en uno de los déficit más elevados de la historia desde que se tiene registro (1910). Evaluar si es récord en términos nominales o uno de los más elevados en dólares constantes en 107 años es una sutileza que desvía la atención acerca del riesgo de esa tendencia. Concentrar el análisis en cuál es el orden de ese ranking evita apuntar a lo importante: la confirmación del fracaso teórico y práctico de ortodoxos y heterodoxos conservadores que postulan que las devaluaciones mejoran el comportamiento de las exportaciones. Si además se desarticulan las políticas de administración del comercio exterior y se liberan las importaciones, como lo ha hecho el gobierno, el sendero de la balanza comercial es de un desequilibrio creciente.
Al sumar el movimiento de rentas y de servicios se obtiene el resultado de la Cuenta Corriente y al agregarse el flujo de fondos especulativos y de inversión extranjera directa se alcanza la Cuenta Capital que completa la Balanza de Pagos. El Indec la define como un estado estadístico que resume sistemáticamente las transacciones económicas entre residentes y no residentes desagregadas en reservas internacionales, cuenta corriente, capital y financiera. Es una radiografía amplia del flujo de fondos de la economía. La cuenta corriente refleja el concepto de ahorro externo, o sea el endeudamiento neto de una economía con respecto al resto del mundo. Es el saldo más genuino de la situación del sector externo, lo que permite estimar la fortaleza o debilidad de la economía. Datos oficiales informan que en el primer trimestre de este año, el déficit de la cuenta corriente sumó 6871 millones de dólares, casi el 50 por ciento del monto de todo el 2016 (149.012 millones).
Este saldo negativo, que anualizado también lo colocaría entre los más abultados de la historia económica local, permite exhibir otra vez la debilidad teórica y práctica de las corrientes económicas dominantes que promueven la apertura comercial y financiera como la principal herramienta de convocatoria al capital. El gobierno de Macri ha concretado medidas pro mercado con un entusiasmo descomunal y ha fracasado: la inversión extranjera directa es igual o menor al monto de la remisión de utilidades a las casas matrices. El aumento del déficit de cuenta corriente es consecuencia del incremento en los pagos de intereses por mayor deuda y por la apertura comercial.
La consultora ortodoxa Economía & Regiones hizo un resumen de los montos acumulados en el sector externo en la gestión económica de la Segunda Alianza que son impactantes. Los enumera del siguiente modo, desde enero de 2016: hay fuerte toma de deuda externa (acumula 37.120 millones de dólares), la inversión extranjera directa está estancada (suma 4108 millones), la fuga de capitales del sector privado no financiero es creciente (la formación de activos externos totaliza 20.103 millones) y hay un déficit de cuenta corriente cambiario que se profundiza (-23.197 millones). No lo dice pero lo deja implícito: si esa tendencia no se altera, la evolución de las cuentas externas es explosiva.
El último informe de la heterodoxa FIDE describe esta situación con precisión. Afirma que se están acentuando todos los componentes estructurales de la restricción externa y que ese proceso es “la contracara del ‘set’ de políticas pro-mercado”. Los datos duros del sector externo son indiscutibles y sólo quienes están obsesionados con el kirchnerismo minimizan o directamente los ignoran para no debilitar el proyecto político del macrismo. La fuga de capitales, el déficit comercial y los desequilibrios en las cuentas de rentas y servicios han alcanzado niveles críticos, entre los máximos históricos, y no existen señales que permitan augurar una reversión de esas tendencias.
Placebo
“El endeudamiento disimula la velocidad y la peligrosidad de esta dinámica, pero la erosión en las reservas internacionales manifiesta con claridad que se trata de un placebo de corto plazo”, se menciona en el reporte de FIDE. Para agregar que se trata de una dinámica fuertemente inestable, ya que a la fuga de capitales se suma un deterioro creciente de todos los componentes de la cuenta corriente. El déficit de los servicios reales y financieros se ubica entre los máximos históricos “y esta brecha se ve agudizada por la ampliación del desequilibrio comercial”.
La consultora Abeceb detalla que en los primeros siete meses del año, las importaciones crecieron 29,9 por ciento y las exportaciones apenas 1,4 por ciento, lo que arroja el déficit comercial mencionado al comienzo de 3428 millones de dólares. La magnitud de este déficit queda en evidencia cuando el saldo fue superavitario en 1020 millones de dólares en el mismo período del año pasado.
En el suplemento Cash de esta edición, Santiago Fernández y Mariano Kestelboim advierten que este año puede anotar el déficit de cuenta corriente más elevado desde la última dictadura militar. En 1980 y 1981 había alcanzado el 6,2 y 6,0 por ciento del Producto Interno Bruto, respectivamente, según cifras del Banco Mundial. Calcularon que si se mantiene el actual ritmo de déficit de cuenta corriente del primer trimestre, el saldo negativo superaría los 27.400 millones de dólares, equivalente a entre el 5 y el 6 por ciento del PIB de 2017. Es un desequilibrio impresionante que el placebo de la deuda permite disimular.
Para financiar ese déficit la deuda en moneda extranjera seguirá aumentando y así se seguirá girando al exterior sin restricciones dividendos y facilitando las importaciones. Dos sectores privilegiados por la política económica están acumulando déficit comerciales crecientes. El energético anotó un saldo negativo de 1916 millones de dólares en el segundo trimestre de este año, 38 por ciento más que en igual período de 2016. Y el automotor aumentó de 60 a 70 por ciento la participación de unidades importadas vendidas en el mercado local. Con la desregulación total del mercado cambiario seguirá sin límites la posibilidad de comprar dólares. El endeudamiento externo es el único sostén de este esquema económico inestable.
Todos los componentes de la cuenta corriente muestran mes a mes un mayor deterioro. El ingreso de capitales especulativos, además de la emisión de deuda en dólares, permitió compensar ese déficit externo. Pero en este año la fuga de capitales ha empezado a adquirir mayor velocidad superando en varios meses la entrada de dólares para participar de la bicicleta financiera diseñada por el Banco Central. En julio, el último mes con registros oficiales, un millón de personas compraron 3000 millones de dólares, 200 mil individuos más respecto al mes anterior, la mayor cantidad desde enero de 2016. La compra de billetes fue de 17.906 millones en siete meses del año. En los mismos períodos del año anterior, las sumas fueron 1414 y 9656 millones de dólares, respectivamente. Esto significa que en 2017 se duplicó la compra de dólares. Las operaciones netas –descontando las ventas– totalizaron 10.152 millones de dólares, 36 por ciento más que en el lapso enero-julio de 2016.
Las traumáticas experiencias en la economía argentina enseñan que los profundos desequilibrios del sector externo, como el que se está desplegando en la administración macrista, culminan en crisis de proporciones dañando el aparato productivo y la estructura sociolaboral, dejando una pesada mochila de deuda externa que termina limitando aún más los estrechos márgenes de autonomía de una política económica reparadora.
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