sábado, 26 de agosto de 2017

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CONTRATAPA 26 de agosto de 2017 · Actualizado hace 11 hs País Saturno

Todos le ponemos un rostro al horror. Yo le puse cara al mío muy temprano. Fue a comienzos de los ‘70, cuando mis abuelos hicieron un crucero a bordo del Enrico C. Entre la montaña de souvenirs que trajeron de Europa, había un catálogo del Museo del Prado que estudié muchas veces. A partir de la primera ojeada, me cuidaba de saltear la página que reproducía un cuadro de Goya: el Saturno devorando a un hijo. Esa pintura –el viejo de ojos y fauces desorbitadas, el crío a medio masticar con proporciones adultas y tamaño de bebé– me daba pesadillas.    
¿Se acuerdan del relato mitológico? Saturno era el dios máximo del panteón romano. Hijo del Cielo y de la Tierra, a quien su hermano Titán le había cedido la corona con una sola condición: que no tuviese hijos. Pero Saturno desposó a Ops –Rhea, en el original griego– y los bebés empezaron a llegar. Temeroso de ser destronado, Saturno optó por una solución drástica: devorarse a sus hijos tan pronto nacían.
etrato de Goya me escaldó el alma. Todavía sufro escalofríos cuando lo miro. Lo trágico fue que, con el correr de los años, empecé a creer que la necesitaba, que me era imprescindible; porque, a mi pesar, me había proporcionado una clave sin la cual no lograba entender ni mi lugar ni el tiempo que me había tocado en suerte. (En todas mis novelas hay jóvenes o niños perseguidos por adultos autoritarios: ¡desde El muchacho peronista al Walsh veinteañero de El negro corazón del crimen!) 
Yo estoy convencido de que vivo en un país-Saturno, de que Argentina ES saturniana: una tierra compelida a devorarse a sus propios hijos. Lo intuí cuando era niño y descubrí el cuadro que mostraba a ese viejo abominable, desgarrando lo que debía amar –su propia carne, su propia sangre– con los dientes. Lo certifiqué cuando, de adolescente, vi que los adultos pedían a gritos la muerte de jóvenes a quienes, por razones ideológicas, consideraban peligrosos. 
Durante una temporada pensé que se había tratado de una ocasión excepcional. Pero las décadas pasaron y nuevos adultos pedían la cabeza de nuevos jóvenes, con una nueva excusa: en los 90 eran peligrosos porque eran pobres, y en consecuencia chorros potenciales. Y los que no eran peligrosos sobraban, en tanto no conseguían trabajo y debían emigrar. Más tarde volvieron a señalarlos con el dedo, porque en el siglo XXI los jóvenes devinieron militantes y, según los adultos, la política suponía un tipo de perversión a ser reprimida. (Se parecen a la Hitler Jugend, justificó una comunicadora.) Hoy los Saturnos contemporáneos secuestran, violan y matan muchachas a diario. Son víctimas sacrificiales, inmoladas sobre el altar que la Patria consagra al deseo de que nada cambie.
Dirán: Es que los jóvenes simbolizan el cambio real y el sistema lo resiste, ocurre siempre y en todas partes. A lo cual yo respondería: sí y no. En las naciones que desde aquí se admira, se controla a los jóvenes de otras formas: endeudándolos, entreteniéndolos, desmovilizándolos. Se los educa en el encanto de la banalidad y, así, se los envejece prematuramente. La violencia queda reservada para las minorías: los negros, los musulmanes, los inmigrantes.
Pero aquí la violencia es horizontal, democrática en el sentido más perverso. Si bien revela predilección por ciertas poblaciones –las jóvenes, los morochos, los niños como El Polaquito o aquel que casi linchan en Córdoba por un celular–, no frena su golpe ante una víctima blanca y/o de clase acomodada. No lo hizo en los 70 y tampoco lo hace ahora. (¡Cuánta claridad hay en los ojos con que Santiago Maldonado nos mira sin pestañear!)    
¿Por qué insiste nuestro país en emular al Saturno del mito? Quizás porque erigió sus cimientos mediante la represión –el genocidio que además intentó barrer con la cultura y los sueños de los pueblos originarios– y la entrega de sus riquezas a una elite sin otro mérito que su desmesurada violencia. 
El ¿problema? es que, con el tiempo, la Argentina se apartó del contexto latinoamericano al generar una tradición de educación pública de excelencia, hoy amenazada. En consecuencia, los jóvenes así formados ampliaron su horizonte: aspiraron a más, se vacunaron contra los charlatanes que pretendían que lo que los perjudicaba era bueno para ellos. Aquellos que se familiarizaron con sus derechos se negaron a ser mansos y no aceptaron las migajas del banquete ajeno por toda remuneración. Y por eso han tendido, desde los 60 hasta el presente, a la más razonable de las rebeldías. No les gusta el statu quo y no se resignan. A veces canalizan su fuerza a través de la política, lo hacen a diario a través de la cultura y también, en otras oportunidades, consagran organizaciones sociales como actores de nuestra sociedad. Son ellos los que sostuvieron y sostienen el reclamo de Madres y Abuelas, que además de su misión manifiesta transmiten un cuestionamiento a esa Patria tan autoritaria como masculina. (¡Cuánto mejor estaremos cuando la reemplacemos por una Matria!)
Si algo nos separó del destino abismal que tiró tantas dentelladas, ha sido la energía de nuestros jóvenes. Los Júpiter que, amparados por madres como aquella de la leyenda, escaparon del instinto asesino de su progenitor para cuestionar el orden establecido.
Por eso espanta el encarnizamiento de los Saturnos de hoy. Su accionar prueba que entienden que todo joven (en especial si manifiesta que, además de serlo en años, también lo es de alma) pone en peligro su permanencia en el trono. Suena paradójico que la administración Macri, joven en términos estadísticos, se muestre matusalénica. ¿Tendrá que ver con el hecho de que sus representantes lo tuvieron todo desde niños –definidos por la condición de herederos, en su mayoría– y en consecuencia nunca han podido ser sino conservadores? 
Lo indiscutible es que devoran carne y sangre joven con apetito pantagruélico. Entre sus víctimas, además de aquellos que se verán arrojados otra vez al exilio existe ya una generación que perderá desarrollo neuronal, a causa de la malnutrición; que en consecuencia no estudiará bien, ni conseguirá insertarse en un mercado de trabajo increíblemente menguante. Nuestro país resonará más temprano que tarde como eco de The Wire, en tanto el dilema que la serie planteaba en su cuarta temporada se aplicará a millones de jóvenes: ¿qué sentido tendrá trabajar doce horas en un puesto precario, cuando se gane mil veces más vendiendo drogas en una esquina? (Entonces los Saturnos de clase media protestarán su inseguridad, justificando la violencia de los Saturnos de uniforme, la condena de los Saturnos de toga y la demagogia de los Saturnos políticos; y así el ciclo se retroalimentará ad infinitum.)   
En el mito, Saturno (así como más tarde Herodes y también el Arturo de la leyenda consignada por Malory) se convertía en infanticida para evitar el cumplimiento de una profecía. Pero la secuencia de los hechos permite hablar, más bien, de una profecía autocumplida: ¿se alzó Júpiter/Zeus contra su padre en cumplimiento de la profecía, o simplemente en respuesta a la violencia criminal de que había sido objeto?
Si algo anticipa aquel que se comporta como Saturno, es que será víctima de su propia ignorancia: no está al tanto del mito o bien lo subestima a su riesgo, porque nadie –nadie– frena la dinámica de la Historia.
Según la tradición, Saturno cree devorar a su hijo Júpiter cuando en realidad traga el atado lleno de piedras que Ops le proporcionó. Y se da por satisfecho aun cuando no puede digerirlas, convencido de que su ingenio le ha permitido aventar el peligro definitivamente. 
Pero está equivocado. Aunque al mirar en derredor la Creación entera le cante alabanzas, sus días en el trono ya están contados.

Panorama político Déficit record

Por David Cufré

El record de Argentina en déficit comercial se produjo en 1994, con un desequilibrio entre exportaciones e importaciones de 5751 millones de dólares. Es una de las marcas que dejó Domingo Cavallo como ministro de Economía en los 90, responsable de una apertura indiscriminada que sometió a la industria nacional y disparó la desocupación a niveles también record. Más de veinte años después, otro gobierno de impronta neoliberal amenaza con superar aquel pico. En los primeros siete meses de 2017, el déficit comercial escaló a 3428 millones de dólares, con importaciones en rápido ascenso y exportaciones que no logran despegar a pesar de la devaluación y la quita de retenciones. El presidente de la Cámara de Exportadores, Enrique Mantilla, defensor del actual modelo económico, estimó que el saldo de este año será negativo en 5600 millones de dólares. En julio el rojo alcanzó a 798 millones, el segundo más alto del año, provocado por un salto de las compras al exterior del 29,9 por ciento (15,4 en lo que va del año) y una suba de las ventas de apenas 5,2 por ciento (1,4 en el año). Lo mismo que la lluvia de inversiones, la promesa de Mauricio Macri de que la Argentina se convertiría en el supermercado del mundo no será verdad cuando haya completado la mitad de su mandato. La perspectiva, por el contrario, es que cada vez ingresarán más productos extranjeros, como los cerdos de Estados Unidos autorizados la semana pasada, generando una fuente adicional de inestabilidad en el frente externo que se monta sobre la imparable fuga de capitales.
El trabajoso proceso de sustitución de importaciones de la década kirchnerista, insuficiente y con debilidades, está siendo reemplazado por su opuesto. Las compras de bienes de consumo tienen cada vez más preponderancia, dejando de lado producción nacional. Los más afectados son rubros sensibles como textiles, calzados, marroquinería y muebles, entre otros, con fuerte incidencia en materia laboral. Entre enero y julio de 2015, las importaciones de bienes finales totalizaron 3735 millones de dólares, con una participación sobre el total de las compras del 11 por ciento. En igual período de este año, la cifra avanzó hasta 4698 millones, 25,7 por ciento más, y la participación subió al 12,8. Medidas en cantidades, las compras de artículos de consumo crecieron 12,5 por ciento en lo que va de 2017. Esta evolución se dio al mismo tiempo que el mercado interno encadenó veinte meses consecutivos de caída de las ventas, por lo cual la pérdida de demanda para los sectores manufactureros fue especialmente grave. En los rubros mencionados anteriormente, las empresas están ajustando sus planteles a una proyección de producción entre 25 y 30 por ciento inferior en promedio a la que tenían hasta 2015, dado que el horizonte que perfila la política económica es de continuidad en el aumento de las importaciones.
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El otro gran rubro de disparada de las compras externas es el automotor. En los primeros siete meses de 2015 estas importaciones involucraron 1874 millones de dólares, con una participación del 5 por ciento sobre el total. Este año, el monto trepó hasta 3518 millones, un aumento del 87,7 por ciento en divisas, en tanto que la participación sobre el conjunto de las importaciones llegó al 9,6 por ciento. El boom de la venta de autos responde esencialmente a la llegada de vehículos brasileños. Las terminales buscan en el mercado local una demanda que el país vecino perdió por el violento ajuste fiscal del gobierno de Temer. Es una estrategia definida por las multinacionales del sector que el gobierno de Cambiemos acepta sin mayores reparos. Los vehículos son ofrecidos a precios promocionales, por debajo del aumento de la inflación, y eso permitió afianzar casi el único brote verde en materia de consumo. Pero los efectos positivos en producción y empleo son para las terminales brasileñas. Entre enero y julio, de los 488 mil vehículos patentados en el país, apenas 143 mil fueron de producción nacional (el 29,3 por ciento). En el mismo lapso de 2015, los patentamientos totalizaron 348 mil, pero de ellos 158 mil fueron vehículos nacionales (el 45,6 por ciento). Además de los autos brasileños, hay una explosión de importaciones de vehículos de alta gama, con la incorporación de más de diez marcas que no figuraban en 2015, hasta totalizar entre las nuevas y las históricas, como BMW, Audi, Volvo o Alfa Romeo, 30.900 unidades patentadas en lo que va del año. En igual período de 2015, las marcas de lujo habían colocado 17.700 unidades. El incremento es del 75 por ciento.
Es decir, entre las compras crecientes de bienes de consumo y las de vehículos automotores se está produciendo una fuerte salida de divisas que no aporta nada al desarrollo nacional, mientras que para conseguir esos dólares el Estado aumenta los niveles de endeudamiento de manera exponencial. Esa dinámica, junto con la fuga de capitales que también avanza a velocidad crucero, alimenta una crisis de insolvencia a mediano plazo como las que experimentó tantas veces el país a lo largo de su historia, con el ejemplo de 2001 como el más cercano.
Los rubros de importación que se vinculan con la producción local tienen una evolución que no invita al entusiasmo. Las compras de bienes intermedios, que son básicamente insumos para la industria, finalizaron 2016 con una caída estrepitosa del 14,4 por ciento en valores (de 18 mil millones de dólares en 2015 a 15.500 millones el año pasado) y del 8,4 por ciento en cantidades. En siete meses de este año, el avance es de apenas el 0,4 por ciento en cantidades y del 8,1 por ciento en valores, que se explica por el alza de los precios de 7,6 por ciento. En cuanto a la importación de bienes de capital, el año pasado creció 25,9 por ciento en valores y 26,1 en cantidades, en tanto que en lo que va de 2017 siguió con números positivos de 22,2 y 13,8 por ciento, respectivamente. Sin embargo, al analizar el detalle de la composición de esas compras, los datos relativizan el impacto sobre el aumento de la capacidad productiva.
La consultora Radar, que dirige la ex subsecretaria de Comercio Exterior Paula Español publicó recientemente un informe que advierte sobre este punto: “El avance en las importaciones de bienes de capital no es la manifestación de un proceso generalizado de aumento de la inversión, sino que, por el contrario, se limita a un número reducido de productos que no necesariamente implican una ampliación de la capacidad productiva del conjunto de la economía”. Esto es porque las compras están siendo lideradas por camiones (de 320 millones en 2016 a 660 millones en el primer semestre de este año) y vagones y locomotoras (de cero en 2016 a 160 millones de dólares este año). Entre estos dos segmentos se explica casi el 70 por ciento del aumento en las importaciones de bienes de capital. También sube el ingreso de maquinaria agrícola (de 200 millones a 310 millones) y vial (de 130 millones a 270 millones). “En contraposición, los ingresos de maquinaria para aplicaciones industriales registran un leve retroceso, de 620 millones a 610 millones este año”, puntualiza Radar.
La administración del comercio por parte del Gobierno, a su vez, tiende a facilitar cada vez más los canales para la importación, levantando controles y regulaciones, como precisó el último domingo Raúl Dellatorre en este diario, aceptando a China como economía de mercado y abriendo el acceso a producciones extranjeras como los cerdos estadounidenses. En respuesta, Cambiemos tuvo un baño de realidad con la imposición de aranceles de hasta 64 por ciento para la exportación de biodiesel a Estados Unidos. Como Cavallo en los ’90, el gobierno de Macri está pavimentando prolijamente el camino hacia un paredón.

macri bruto

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CULTURA Y ESPECTÁCULOS 25 de agosto de 2017 Opinión El derecho a elegir

El  martes 15 de agosto en horas del mediodía recibimos la visita del señor Ceferino Reato, quien se mostró molesto por no encontrar su último libro exhibido en nuestras librerías. Al parecer ello motivó una nota de Reato en Infobae, “Dicen que cayó la venta, pero esconden libros ‘molestos’”.
Al respecto creemos pertinentes algunas reflexiones: Somos una librería familiar que ha sufrido clausura, persecución y exilio de su fundador durante la dictadura cívico-militar del 76. Muchos amigos, autores, editores, clientes, lectores en definitiva, fueron perseguidos o asesinados durante ese período. No vamos a narrar acá los horrores de la dictadura, porque son conocidos, porque sus ejecutores han sido y están siendo juzgados y porque han sido narrados en muchos libros durante estos últimos 40 años. A pesar de todo esto nos reconstituimos y seguimos practicando el oficio librero, lo hacemos con amplitud y respeto por casi todos los pensamientos políticos y filosóficos  de los miles de autores que ofrecemos y de las personas que diariamente nos visitan; somos una de las librerías más bibliodiversas de habla hispana, tenemos en nuestros locales más de 60 mil títulos a la venta de pequeñas, medianas y grandes editoriales, incluidos los del señor Reato.
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Dicho esto, señalaremos entonces que pese al lugar común de algunos egos autorales, “como no van a tener mi libro en vidriera, es imprescindible”, no nos es posible exhibir todo, a un ritmo de más de 1000 títulos nuevos por mes. Somos respetuosos del pluralismo porque esa es en parte nuestra tarea. Defender los derechos de todos en el acceso al conocimiento y la expresión, al menos en lo que al campo editorial se refiere. Y esa defensa no necesita de “tolerancia”, pseudo virtud con la que los autoritarios soportan crispados aquello con lo que no están de acuerdo, como una concesión de época, sino de compromiso con la libertad de expresión y aquellos que verdaderamente la defienden. Reato nos endilga livianamente, llamativo en un periodista de investigación, “vivir mejor en regímenes autoritarios que destruyen libros y apalean autores” solo por el hecho de no exhibir su libro y tal vez algunas apologías del racismo y la dictadura genocida. Malas noticias, señor Reato: a pesar de su patoteada comunicacional y editorial defendemos la libertad y el pluralismo y lo seguiremos haciendo, y en esa defensa se encuadra nuestro propio derecho como libreros a elegir qué poner en vidriera y en mesas, precisamente para eso, para que ese tipo de régimen donde nosotros y miles de argentinos (no usted que tiene la capacidad del diálogo amable con el genocida condenado Videla, al que tolerante le estrechó la mano más manchada de sangre de la historia argentina) la hemos pasado muy mal, sea una posibilidad cada vez más remota, para que nadie prohíba libros, nadie persiga autores y nadie encarcele lectores. Para que no tengamos que andar preguntando, señor Reato, dónde está Santiago Maldonado.
No se engañe el lector, no se trata de falta de pluralismo lo que molesta a un Reato que se siente con poder de sometimiento, sino por un lado los carteles que encontró en nuestra vidriera recordando el genocidio de la dictadura del 76, y por otro un tema meramente comercial, de absoluta banalidad en torno al aspecto comercial de un libro, donde su autor se pone irascible y twittea represalias  frente a una librería que no acepta como principio rector supremo la conveniencia comercial de destacarlo. 
Señor Reato, no se ponga el traje del perseguido o el prohibido que molesta con sus textos y al que le esconden sus libros. Esa vestimenta le es extraña a un oficialista del poder dominante como usted. Nosotros, que seguiremos haciendo nuestra tarea y sirviendo sus libros a quien lo solicite (permítanos en nombre de la democracia y el derecho de opinión no recomendarlos), no escondemos nada, y si alguna vez escondimos libros fue para salvarlos en la noche más oscura de la jauría dictatorial que hoy en tiempos de democracia aplaude, reciclados sus partidarios, en sus textos. No hubo errores, no hubo excesos, son 30 mil los desaparecidos durante la dictadura cívico-militar. 
* Propietarios de la Librería Hernández. 

CAMBIEMOS: ¿UNA NUEVA HEGEMONÍA?

Fernando Rosso@RossoFer

Lunes por la madrugada, se cierran los ojos trasnochados e irrumpe, una vez más, la pregunta maldita: ¿qué es esto? Una parte de la oposición al cambiemismo tuvo sensación de déjàvu, de casa tomada, de incomprensible fiesta del monstruo.
Si la previa a las PASO estuvo sobrecargada de cierto exitismo por la presunta derrota que sufriría el oficialismo, luego de las elecciones emergieron análisis que sobredimensionan el volumen y la densidad de la fuerza política que nacionalmente salió triunfante.
El nacimiento de una nueva hegemonía, que estaría tiñendo el mapa argentino de un amarillo furioso fue anunciado por el siempre agudo y controversial José Natanson en el diario Página 12. Pablo Semán también acuñó el concepto en Panamá, mientras que Jorge Aleman lo puso en cuestión desde un pos-posmarxismo que asevera que lo que verdaderamente existe, antes que una hegemonía, es una trágica dominación biopolítica que ya no crea a los sepultureros del capital, sino que produce en serie a inconscientes suicidas. Por último, Julio Burdman no lo dijo pero lo insinuó cuando afirmó que Cambiemos estaba en proceso de consolidación de un nuevo partido histórico.

Estas lecturas son útiles para equilibrar los simplismos que reducen todo al “Macri basura, vos sos la dictadura”, “ganaron los boludos” o la insoportable levedad a la que estaba condenado el gobierno de los CEO, por obra y gracia de vaya a saber qué astucia de la providencia. Pero inferir de los resultados de las primarias que hay en curso la formación de una nueva hegemonía nos parece un poco mucho. O, de mínima, prematuro.
"LUEGO DE LAS ELECCIONES EMERGIERON ANÁLISIS QUE SOBREDIMENSIONAN EL VOLUMEN Y LA DENSIDAD DE LA FUERZA POLÍTICA QUE NACIONALMENTE SALIÓ TRIUNFANTE"
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Existe un largo y espeso itinerario del concepto de hegemonía desde los tempranos debates entre los marxistas rusos de principios del siglo XX, pasando por su transformación y ampliación en Gramsci hasta llegar a la deformación del posmarxismo de Ernesto Laclau y sus epígonos. Puede sintetizarse como aquella articulación en la que el interés particular de un grupo dirigente (o fracción de clase) logra imponerse -más o menos voluntariamente- como el interés universal. Este convencimiento puede tener lugar por diversas razones. Pero nunca puede reducirse a la esfera ideológica o de las superestructuras políticas y alcanzar una autonomía absoluta de las determinaciones económicas. Gramsci define que la hegemonía “si es ético-política no puede no ser también económica, no puede no tener su fundamento en la función decisiva que el grupo dirigente ejercita en el núcleo decisivo de la actividad económica” (Cuadernos de la cárcel, C13 §17). La zona núcleo es 100% verde-amarela, pero al país sojero se lo puede acusar de cualquier cosa, menos de nobles pretensiones hegemónicas. Digamos todo.
Y más allá del fantasma agitado en las elecciones con las supuestas tempestades que desataría algún resultado, la economía macrista tiene sus problemas y desequilibrios endógenos de compleja salida en el mediano plazo.
El Nagasaki violento del peronismo, expresión de una crisis de dimensiones históricas, no convierte al macrismo en el triunfador infalible que sólo debe sentarse a esperar el devenir de su edad de oro o sus “30 gloriosos”.
"LA ECONOMÍA MACRISTA TIENE SUS PROBLEMAS Y DESEQUILIBRIOS ENDÓGENOS DE COMPLEJA SALIDA EN EL MEDIANO PLAZO"
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¿Qué hay de nuevo, viejo?
Primero los datos duros. Cambiemos es una primera minoría que mantuvo su caudal de votos durante el año y medio transcurrido. Obtuvo el 34,15% en las presidenciales generales de 2015 y en las recientes primarias alcanzó el 35,90% y paró de contar. Aún se desconoce el resultado final en la madre de todos los escrutinios. Su crecimiento fue de un “contundente” 1,75%. Venció en diez provincias y perdió en trece, empató en la más importante: Buenos Aires. Perdió en la tercera, según el padrón: Santa Fe. Equiparar a la primera minoría cómoda con la absoluta mayoría abrumadora es un pecado de leso impresionismo.
Inmediatamente después del largo 13A, las comparaciones con las anteriores elecciones de medio término se multiplicaron. Con las de Raúl Alfonsín de 1985, Menem de 1991 y 1993 y con las de 2005 de Néstor Kirchner. El triunfo del caudillo radical fue pírrico y comenzó su deriva dos años después. Kirchner salió victorioso cuando la crisis (y Eduardo Duhalde) había hecho el trabajo sucio, con un potente viento de cola internacional y pivoteando la escena para contener al contencioso país que estalló en 2001.
El género próximo con el que corresponde cotejar a la actual coalición de gobierno es el menemismo: su programa neoliberal y objetivos de contrarreformas estructurales son similares. Menem alcanzó a imponer algo parecido a una “hegemonía” luego de ciertos avances que Macri todavía está lejos de lograr.
"EQUIPARAR A LA PRIMERA MINORÍA CÓMODA CON LA ABSOLUTA MAYORÍA ABRUMADORA ES UN PECADO DE LESO IMPRESIONISMO"
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Previo a la consolidación del Plan de Convertibilidad –en abril de 1991–, Menem lidió con bruscos vaivenes de la situación económica que a los tumbos pudo estabilizar. Arribó a sus elecciones de medio término con un cambio cualitativo de las relaciones de fuerzas sociales y políticas. Derrotó las grandes huelgas que enfrentaron el festival de privatizaciones de YPF, los ferrocarriles o los teléfonos, entre otros. Contó con la colaboración indispensable de la dirigencia sindical “participativa” al precio de cooptar y adornar jugosamente a sus aparatos.
Pero además, existieron dos factores adicionales que contribuyeron a las condiciones de posibilidad de éxito del programa y la hegemonía menemista: el contexto internacional de un neoliberalismo que aún gozaba de buena salud y habilitó un ciclo de negocios con el arribo masivo de capitales al país, y el elemento disciplinante de la reciente hiperinflación que agobió a los argentinos y condujo casi a la impotente disolución social.
En las primeras elecciones, Menem obtuvo el respaldo de los sindicatos y las 62 Organizaciones realizaron un acto en apoyo a Duhalde, candidato del justicialismo en la provincia de Buenos Aires.
El reciente triunfo de Cambiemos (si no varía sustancialmente en el segundo tiempo de octubre) es bastante menos intenso. Consolidó los avances de sus puntadas “gradualistas” (pérdida del poder adquisitivo del salario, caída del empleo, endeudamiento salvaje que hipoteca el país a largo plazo y a la vez lubrica la coyuntura) pero está aún a una distancia considerable de las necesidades que le marca el metro-patrón de su propia vara y las reformas estructurales que reclama el “círculo rojo”. Aquellas que impliquen el asentamiento de una solución neoliberal para los problemas argentinos.
"ESTÁ AÚN A UNA DISTANCIA CONSIDERABLE DE LAS NECESIDADES QUE LE MARCA EL METRO-PATRÓN DE SU PROPIA VARA Y LAS REFORMAS ESTRUCTURALES QUE RECLAMA EL CÍRCULO ROJO"
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Después de las elecciones, un grupo de empresarios estadounidenses se reunió en Buenos Aires y presentó –con más entusiasmo, es cierto– el mismo pliego de reivindicaciones que antes: bajar el costo laboral, disminuir realmente el déficit fiscal y achicar al Estado para agrandar la ración. Ese es el único “clima de inversiones” que considera viable el termómetro del capital. Para ellos, en este punto, Macri todavía es una atractiva promesa, un arma cargada de futuro y de buenas intenciones, como las que abundan en el camino al infierno.
Francisco Olivera, editorialista económico y político del diario de los Mitre, experimentado en la escucha activa de los machos del off del universo empresario describió su estado de ánimo:“Atmósfera y palabras saludables, pero todavía insuficientes para un establishment que se ilusiona con la posibilidad de una verdadera transformación. La incógnita es si una eventual confirmación en las urnas le dará al Presidente aire para ser el que se propuso en diciembre de 2015: bastante más que un administrador de la herencia. Ese objetivo, que requerirá alentar la inversión eliminando costos, supone lo más impopular de esa transición”. (La Nación, 19/8). Traducido al lenguaje light de las campañas PRO, degustando una barrita de cereal, exigen a Macri: animémonos y andá, sé vos, el cambio es aquí y el cambio es ahora.
No pasaron ni diez días de la hora cero de la nueva hegemonía y el Gobierno enfrenta una movilización que la CGT no pudo levantar, no por ánimo combativo precisamente, sino por el descrédito que pueden seguir experimentando algunos de sus dirigentes ante el malestar de sus bases. Junto a la gravitación que alcanzaron conflictos como el de PepsiCo, son botones de muestra de que la cuestión social en general y la cuestión obrera en particular no están resueltas pese al veredicto de las urnas en las primarias.
"EXIGEN A MACRI: ANIMÉMONOS Y ANDÁ, SÉ VOS, EL CAMBIO ES AQUÍ Y EL CAMBIO ES AHORA"
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En ese mismo reservorio hay que ubicar a las impactantes movilizaciones por la defensa de las libertades democráticas: contra el 2×1 o el reclamo potente por la aparición con vida de Santiago Maldonado. Un tema que llegó hasta las editoriales de los grandes medios que hicieron infames contorsiones para ocultar la desaparición y ahora aseguran que tiene al Gobierno en un “callejón sin salida” (Van Der Kooy, 20/8).
Por último, está el mundo según Trump, el Brexit y los Estados nacionales que retornan con rabia y parecen alertar a los guías espirituales de la globalización armónica que l’etat et moi y el muerto que vos matasteis está vivito y coleando.
Empate y final abierto
En realidad, la disposición de fuerzas contiene muchos más elementos de una crisis de hegemonía o de un empate, antes que la construcción de una nueva. Las formas de las campañas descafeinadas, con características “no políticas” encierran la crisis de representación de la política tradicional (un fenómeno que en cierta medida es mundial). El lugar común gramsciano, pero que ahora corresponde: lo viejo que no termina de morir y lo nuevo que no termina de nacer, con sus correspondientes hijos aberrantes.
“Cada uno de los grupos tiene suficiente energía como para vetar los proyectos elaborados por los otros, pero ninguno logra reunir las fuerzas necesarias para dirigir el país como le agradaría”, sintetizó Juan Carlos Portantiero para referirse a momentos como el presente argentino.
"VOTO PARA QUE ELLA NO VUELVA, VOTO PARA QUE ÉL SE VAYA, VOTO PORQUE ME TIENEN HARTO TODOS"
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Además, en estas democracias degradadas y de males menores, el voto tiene un importante componente de rechazo. Las primarias no estuvieron exentas: voto para que ella no vuelva, voto para que él se vaya, voto porque me tienen harto todos. Que la fuerza de los partidos radique en el Estado y que “el Ejecutivo, dicen algunos sin eufemismos, es el partido político nacional argentino” (Burdman dixit) habla de su debilidad.
En términos de gobernanza concreta, sin los interesados y generosos donantes de gobernabilidad, el engendro que nació híper minoritario no hubiese podido administrar ni el Metrobus. Hay algo paradójico en la oposición a su majestad (de gobernadores, legisladores peronistas y dirigentes sindicales): lo sostuvieron a cuatro manos para evitar la implosión por la fragilidad de origen y ahora sorprende la magnitud y densidad del triunfo.
No existe tanto una subvaloración de los “estrategas” del PRO como una sobrevaloración del pasado inmediato, tanto en términos estructurales como coyunturales. Hay mucho de continuidad con cambios en la vida cotidiana de la gente de a pie y sobre todo en el conurbano bonaerense. Estructuralmente, el proyecto posneoliberal mantuvo pilares esenciales: precarización del trabajo y de la vida, flexibilidad y pobreza. Mientras que en la coyuntura, especialmente los dos últimos años (2014-2015), fueron de ajuste por varias vías. También hicieron su aporte los desaguisados que quedaron expuestos a cielo abierto y que ocurrieron con el vigésimo intento fallido de parir una “burguesía nacional”.
Con todo esto incluido, el oficialismo empató en el distrito estratégico y perdió en el tercero en orden de importancia (Santa Fe). Y hay otros datos que también componen el escenario:en una de las trincheras de avanzada del laboratorio macrista, Jujuy (con presos políticos ilegales y estado policial), la izquierda radical (el FIT) logró un 13% de los votos de la mano de Alejandro Vilca, un trabajador, coya y recolector de residuos. En otro bastión cambiemita, Mendoza, repitió una buena elección con el 9% y lo mismo en Neuquén, Salta y Santa Cruz. Más que hegemonía, huele a polarización con sus correspondientes aristas y pliegues.
"NO EXISTE TANTO UNA SUBVALORACIÓN DE LOS ESTRATEGAS DEL PRO COMO UNA SOBREVALORACIÓN DEL PASADO INMEDIATO, TANTO EN TÉRMINOS ESTRUCTURALES COMO COYUNTURALES"
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En síntesis: hubo triunfo amarillo que debe ser balanceado en su justa medida y armoniosamente, avanzó el ajuste con gradualismo, hay enérgica dispersión peronista que no es sinónimo de infalibilidad cambiemita. Octubre es otro partido que no necesariamente cambiará la foto actual y parafraseando al filósofo que oficia como Jefe de Gabinete de Ministros, con los resultados de las PASO, la hegemonía, por ahora, te la debo.