Andrés Arauz, ministro de Rafael Correa, aseguró que las manifestaciones contra el gobierno de Mauricio Macri fueron decisivas para el triunfo de Lenin Moreno en el balotaje.
lunes, 3 de abril de 2017
GLOBOLANDIA NOS HUNDE
Gracias globoludos!
Luego de las marchas de anteanoche en todo el país, Macri ordenó acelerar la agenda de cambio; habrá nuevos planes en materia de vivienda e inversiones;…
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"¿Cómo recuperar el honor aun sin una victoria? En el caso de la guerra de Malvinas, es una tarea difícil: el sacrificio de millares de argentinos estuvo manchado por los deliberados intentos de la conducción militar de utilizar “la guerra justa” de Malvinas y el apoyo popular que suscitó para diluir las responsabilidades por su catastrófica conducción y morigerar las denuncias por la represión ilegal. El sacrificio en nombre de la patria, los ideales que esta idea implica, bloquean los matices, las diferencias y, entonces, lavan las culpas. Miradas de ese tipo regresan cada tanto", escribió hace un año el historiador Federico Lorenz. En un nuevo aniversario, Haroldo recuerda este análisis.
Las guerras y su recuerdo constituyen una materia prima fundamental para las historias nacionales. Los relatos de guerras de liberación o independencia se nutren de episodios bélicos, o de campañas de conquista y aún exterminio. En…
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CACEROLAS PRO
La producción del fotógrafo Pablo Piovano en Plaza de Mayo, durante la movilización en apoyo al Gobierno, realizada el sábado pasado.
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03 de abril de 2017 | El país OPINIÓN Las marchas y la grieta
Muchísima gente en la marcha macrista de este sábado. Guste o no, deprima o no, fue el hecho nacional de esta semana. En el mundo, en cambio, conmovió más la muerte del gran poeta ruso Yevgueni Yevtushenko, aquí casi ignorada.
Fue una gran manifestación antiperonista, realizada en día feriado para subrayar que los marchantes eran “gente de trabajo” y no vagos acarreados en micros a cambio de choripanes y 500 pesos, según la delirante suposición del Sr. González Fraga.
Convocados y alentados disimuladamente por el Gobierno, e incentivados por la telebasura que durante horas no se ocupó de otra cosa, la insistencia en que el Gobierno no tenía nada que ver fue la prueba perfecta de lo contrario. El macrismo se maneja con astucia en las redes sociales, que domina, pero en cuestiones territoriales se les ve siempre la costura, como cuando llevan a Macri a barrios, bondis o centros de jubilados previamente montados para parecer “naturales”.
Para esta marcha, nueva e inteligentemente se apropiaron de un sentimiento caro y fuerte: “Por la democracia”. Y aunque no fue tan masiva como las cinco manifestaciones populares de marzo, corresponde reconocerla aunque lo multitudinario se redujo a la otrora llamada Capital Federal, donde la Policía de la Ciudad calculó que llegaron unas 25 mil personas para hacer, por fin, una Plaza de Mayo incontaminada de peronistas, gronchos e inmigrantes, libre de Kas, Abuelas, Madres y populistas, exenta de zurdos y villeros.
En el interior del país, en cambio, sólo hubo algunos miles en Córdoba y algunos centenares en una docena de ciudades. Pero, como fuere, el impacto fue grande y superó lo que muchos esperaban. Pocos jóvenes y mayoritariamente up 50-60, es cierto, y el grueso de ellos de clase media y media alta. Pero muchos. Y fue por eso, por número y composición, una manifestación importante que merece atención y análisis. Necio es negarlo. Y sobre todo porque fue el perfecto indicador del estado de la grieta que enferma a nuestra sociedad.
Y éste es el punto. Porque es verdad que lo que se entiende por grieta –como quiebre o abismo que separa clases sociales– siempre hubo y va a haber, en la Argentina y en todo el mundo. Pero lo que aquí y ahora se propagandiza como “la” grieta es el producto de la fenomenal canallada que inventaron, impusieron y fomentan con ferocidad los medios dominantes. A eso aludía esta columna la semana pasada: al invento perverso que instalaron para dividir y polarizar a la sociedad, utilizándola para su propaganda electoral, y que siguen usando para dibujar una realidad que no existe mientras niegan y deforman la realidad evidente. Y para incendiar ánimos, cultivar incautos, engordar resentimientos y joder la pobre inocencia de la gente.
Es curioso, además, que odien tanto a Venezuela aunque hacen todo lo posible para igualarse en la actual desdicha de ese país hermano. Responden a marchas populares con marchas burguesas y un obsesivo odio de clases; al resentimiento social con el resentimiento de ricos, que es peor. Y fingen ignorar la objetivamente ilegal e infame cárcel a Milagro Sala.
Todos perdemos con la grieta. No elecciones solamente; también afectos, amistades, confianzas históricas con quienes simplemente piensan distinto. A muchos nos dolió y nos duele que en estos años parientes, amigos, colegas, compañeros de trabajo o de la vida, estén tan inflamados de odio, ese sentimiento despreciable y indignificante, y enojados sin saber por qué ni quién ni cómo los indujo a odiar.
La grieta no fue, no es y nunca será más que una tramoya, un engaño. Ni siquiera un espejismo, que, como las ilusiones, al menos sirven para imaginar nobles fantasías. La grieta mediática que inventaron algunos periodistas y fogonean redacciones y canales muestra la peor cara de la democracia degradada que hoy rige este país atormentado.
La siguen fomentando, ahora con el negacionismo, y siempre con frivolidades como bailes machistas y viejas señoras que comen banquetes a la vista de un país con 14 millones de pobres e indigentes. La grieta la profundizan hablando de nada mientras Clarín y La Nación se ocupan de estupideces como las ropas de la primera dama en Holanda para proteger a su Gobierno títere silenciando negociados con los bienes públicos mientras se destruyen la Educación, el Trabajo, la Producción y la Seguridad Social.
Y todo con la insólita, vergonzosa complicidad de un partido centenario que supo ser intérprete de sentimientos nacionales y populares. Hoy degradado hasta lo inconcebible, el radicalismo en licuación macrista no interpreta el sentimiento de miles de radicales. Pocos son los que reaccionan, como ahora Ricardo Alfonsín, quien parece decidido a tomar distancia de los bandidos del Grupo de Tareas, Negocios y Negacionismo.
Intoxicados de un revanchismo antiperonista que no se veía desde los fusilamientos y los bombardeos aéreos a Plaza de Mayo hace 60 años, polarizan y agrandan la grieta al ritmo que les marca Durán Barba y que repiten los mentimedios. “O amigo o enemigo” es la consigna. Y enemigo declaran a todo aquel que, aunque decente, consideran corrupto porque apoya a los “que se robaron todo”. Estupidez vacía con la que exculpan el robo sistemático que practican familiares, amigos y parientes de este Gobierno protegido por un hato de jueces y fiscales y los grandes mentimedios.
Las lindas piernas y la sonrisa angelical de la gobernadora María Eugenia Vidal frente al porte panzón y barbudo del morochazo Roberto Baradel simbolizan, hoy, las dos fracciones en que desdichadamente han logrado partir a este país que durante 200 años luchó por ser una nación integrada e integradora gracias a más de 10 millones de inmigrantes llegados de todo el mundo, y en las últimas décadas mayoritariamente de Nuestra América.
Romper sistemáticamente esa tradición y ese logro es, por lo menos, miserable.
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