domingo, 15 de enero de 2017

EL GOBIERNO AVANZA CON LA DESREGULACIÓN DEL MERCADO DEL TRIGO Sin garantía de abastecimiento

El gobierno derogó varias resoluciones dictadas durante la gestión anterior utilizadas para la regulación del mercado del trigo, entre las cuales sobresale la Ley de Abastecimiento. La decisión de la Secretaría de Comercio no tiene un impacto a cort plazo sino que formaliza lo que viene funcionando desde el inicio del gobierno de Cambiemos: la desregulación del negocio triguero. Bajo el nuevo esquema de administración del mercado, subió la producción pero disminuyó el stock de trigo que usualmente permanece en el país como salvaguarda de los precios internos.
El Gobierno derogó la Resolución 67 del 2013, por la cual el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, estableció que “los sectores intervinientes en los procesos productivos de trigo pan y harina que detenten tenencia física de dicho producto deberán ejecutar las acciones comerciales tendientes a proveer adecuadamente al mercado interno”. Aquella resolución se amparó en la Ley 20.680, “de Abastecimiento”.
“Los productores estamos en alerta porque vemos que quieren crear una herramienta para confiscar la producción de los campos. Hay mucha preocupación, hay bronca, la Ley de Abastecimiento es un nuevo ataque e intención de un gobierno por entrar a los campos a sacar lo que no le pertenece”. Así se refería el titular de la Sociedad Rural, Luis Etchevehere, al proyecto de modificación de la Ley de Abastecimiento votado por el Congreso Nacional en septiembre de 2014. “El objetivo del gobierno es confiscar las reservas de soja de los productores para contrarrestar errores de dos célebres fracasados: Axel Kicillof y Guillermo Moreno”, agregaba el presidente de la Federación Agraria Argentina (FAA), Eduardo Buzzi. No sólo no ocurrió nada parecido a la confiscación de la cosecha. Ni antes ni después de los cambios legislativos fueron utilizados en el agro los atributos de la Ley de Abastecimiento por parte del kirchnerismo. La intención del Gobierno anterior era que esa ley permitiera que en caso de notables faltantes de trigo en el mercado local el exportador se vea forzado a importar trigo para el abastecimiento doméstico.
Los testimonios antes citados ilustran el grado de rechazo de la dirigencia agraria al refuerzo de las atribuciones del Estado. De hecho, la eliminación de la norma busca convertirse en otra señal para el empresariado del sector, al tratarse de una medida puramente gestual. La resolución 67 fue dictada en 2013 por Moreno ante una situación de escasez de trigo en el mercado interno a causa de que el Gobierno había autorizado cupos demasiado elevados de exportación, lo que disparó los precios.
La Secretaría de Comercio ayer también derogó la Resolución 325 de agosto de 2015 que creó el “Registro de oferta de trigo disponible para su comercialización” en la provincia de La Pampa y el sur bonaerense. La medida tenía que ver con la organización de una vía directa de exportación de trigo ante la aparición de un excedente de peor calidad que era inutilizable por parte de los molinos locales. Por último, se eliminó el “Registro de demanda de trigo disponible para su comercialización”, confeccionado septiembre de 2015 para agilizar las ventas en el mercado.
Los cambios normativos van en línea con la rápida eliminación de los permisos de exportación que el Gobierno aplicó hace un año para liberalizar el mercado triguero. De todas maneras, se trata de un mercado con escaso número de jugadores (pocos exportadores y pocos molinos) en donde persiste cierto grado de negociación para no desabastecer la demanda local.
Según el último informe oficial de estimaciones agrícolas publicado en diciembre, la superficie implantada de trigo creció 19,7 por ciento interanual en la campaña 2016/17 y la producción avanzó en un 38,9 por ciento. Sin embargo, los datos oficiales marcan que el stock final de trigo que quedó en el país es de apenas 0,4 millón de toneladas, cuando solía estar bien por encima de ese número. Hace un año, el stock era de 4,5 millones y el año anterior, de 1,8 millones de toneladas. Ese stock tiene un papel regulador del precio interno.

Posverdad petrolera

hijo de Franco Macri regresó de otro de sus períodos vacacionales renovado. Bajo el ímpetu de su entusiasmo rozitchneriano, anunció que el sector energético registrará una “revolución del trabajo” gracias a inversiones que en 2017 sumará 5000 millones de dólares. El instrumento que, según el oficialismo, posibilitaría el flujo de nuevos recursos es el más simple imaginable, la baja de los costos laborales sectoriales conseguida con apoyo gremial, otro éxito de la política. Sugerimos al lector poner en marcha el contador y la cuenta regresiva para confirmar en diciembre el cumplimiento del relato. También agregar un detalle teórico molesto: las decisiones de inversión no dependen solamente de la baja de costos, y mucho menos en una actividad donde la relación costo laboral-costo total es marginal. Si bien esta proporción es uno de los secretos mejor guardados por las operadoras, el recorte podría neutralizarse solamente con la apreciación cambiaria esperada para 2017.
El resto de los anuncios sectoriales fueron la promesa de estabilidad fiscal, la baja gradual del barril criollo hasta la convergencia definitiva con precios internacionales, el mantenimiento durante 2017 del precio del gas nuevo en boca de pozo en 7,5 dólares el millón de BTU y la promesa de subas trimestrales en los surtidores. Adicionalmente se anunció la eliminación de las retenciones móviles, que hasta hoy, con precios internacionales desplomados respecto a cuando fueron instrumentadas, representaban un ingreso simbólico y, en la práctica, sólo alcanzaban a la producción de crudos pesados (Escalante) principalmente de las cuencas del Golfo (PAE), poco aptos para las refinadoras locales y, en consecuencia, con destino “natural” en el exterior. Con los precios de 2016 la tasa de retención fue del 1 por ciento y la recaudación de 5 millones de dólares en total.
El entusiasmo del regreso estival estuvo más ligado a los objetivos del gobierno en el ámbito laboral. Si 2016 fue el año del shock redistributivo, se espera que 2017 sea el de la consolidación y reconfiguración de este “mercado”. En este camino, la idea es mostrar al sector petrolero como el primer ejemplo. Pero la tarea será ardua. La poda significará para las empresas una baja de costos laborales unitarios, calculada en torno al 30 por ciento, sobre la base de los recortes de los “extra”, como jornadas laborales especiales o pagos de tiempos muertos. Sin embargo, el de los hidrocarburos es el sector privado formal con los ingresos más altos del país. Operarios de calificación entre elemental y media reciben salarios en torno a los 50 mil pesos, y abundan también los que rondan los 100 mil o más. La poda difícilmente provocará una reacción social. Prevalecerá la voluntad de mantener el súper empleo en un escenario con nuevas relaciones de fuerza.
La lectura, de todos modos, no debe limitarse a las medidas coyunturales. Desde el mismo día en que el ¿ex? Shell Juan José Aranguren asumió en Energía comenzó el regreso progresivo y acelerado a la desregulación sectorial de los 90, es decir, el abandono del tibio retorno del modelo que, especialmente a partir de la recuperación de YPF, volvió a considerar a los hidrocarburos como  recursos estratégicos y no como simples commodities.
Una vez más: el ciclo económico argentino está determinado por la Restricción Externa (RE). También el ciclo político, en tanto la historia muestra que cuando aparece la RE los gobiernos cambian. La RE es también el principal límite al desarrollo y, a la vez, su guía, en tanto desarrollarse implica alejarla. Para la economía local no existe ninguna cuestión más relevante y determinante que la RE. El freno relativo del PIB durante el tercer gobierno kirchnerista se debió, precisamente, a la proximidad y reaparición de la RE por razones globales y locales. Entre las primeras se destacó la caída de los precios internacionales de las commodities, dato coyuntural que aceleró un proceso estructural, y entre las segundas fue clave la pérdida del autoabastecimiento energético. Los hidrocarburos no sólo son estratégicos porque la energía está en la base de todos los procesos productivos y porque su valor forma parte del precio de todas las cosas, sino también porque al sustituir o aportar divisas contribuyen a la estabilidad macroeconómica en el marco de procesos de expansión de la economía. Resulta difícil exagerar la centralidad del sector.
Es aquí donde ingresa el Relato M según el cual la pérdida del autoabastecimiento energético, y hasta el absurdo completo de “la muerte” de Vaca Muerta, serían producto de las políticas del período 2003-2015, es decir del “modelo intermedio” entre planificación estatal y desregulación –según definió el investigador Diego Mansilla– que sucedió a la nefasta desregulación de los 90, década en la que se pasó del monopolio estatal al oligopolio privado y mayoritariamente extranjero que se abocó a exprimir los pozos explorados y desarrollados por la YPF estatal. Todo ello sin la complementación de las buenas prácticas del negocio: la inversión de reposición en la exploración necesaria para expandir el horizonte de reservas. Mientras la producción y las exportaciones de naftas y petróleo crecieron y se mantuvieron elevadas durante toda la “década del 90 larga”, 1989-2001, las reservas de petróleo cayeron el 18,5 por ciento. Las de gas, básicamente debido al impacto del yacimiento de Loma de la Lata, se mantuvieron estables y comenzaron a caer fuerte desde 2001 hasta sumar un desplome del 50 por ciento durante la primera década del nuevo siglo. Durante la mayor parte de sus tres mandatos, la política del kirchnerismo no fue disruptiva con la etapa anterior. No regresó a la planificación estatal, sino que se concentró en la redistribución de la renta petrolera. El período fue acompañado por precios internacionales en ascenso desde comienzos de la década, con excepción de la crisis de 2009, y luego con valores record entre 2011 y 2014. El mecanismo de redistribución fueron las retenciones. Su objetivo principal fue separar los precios internos de los internacionales, lo que significó un beneficio para empresas consumidoras y particulares. Los efectos de trasladar el barril a más de 100 dólares a los surtidores y al costo de la energía hubiesen sido macroeconómicamente desastrosos. El mismo principio de separar precios se usó en 2015 para sostener la producción frente al derrumbe de los precios internacionales. En este caso en sentido contrario. Tal fue el origen del “barril criollo”. Otra política del período fue hacer efectiva la provincialización del dominio del subsuelo, ordenada por la reforma constitucional de 2004, mediante la llamada Ley Corta de 2006, que al dominio sumó la administración (no incluida en el mandato constitucional), lo que dio lugar a renegociaciones contractuales de las concesiones y a importantes ingresos para las arcas de las provincias petroleras, otra pata de la redistribución de la renta sectorial, en este caso territorial. Los incentivos a la inversión llegaron por el lado de los programas Plus, que premiaron con mayores precios a la producción nueva. Tal fue el origen, por ejemplo, de los 7,5 dólares por millón de BTU para el gas nuevo que todavía se paga. La suma de estas políticas no alcanzó para incentivar la inversión, situación que en 2012, empujada por el aumento sideral de las importaciones energéticas hasta casi 10.000 millones de dólares en 2011, y ya con plena conciencia de la existencia y potencialidad de los recursos no convencionales, llevó la recuperación accionaria parcial y al control operativo de YPF, una medida que idealmente debería haberse tomado en 2003 si las relaciones de poder y de fuerzas no existiesen. En los años subsiguientes, la recuperación se tradujo en aumentos de la producción, especialmente de gas. Nunca es tarde, pero la RE ya estaba presente.
El discurso de la Alianza PRO recupera el relato noventista según el cual el regreso de la desregulación permitirá el aumento de la inversión, de la producción y del autoabastecimiento. La experiencia histórica de la aplicación de estas políticas durante los 90 y su continuidad relativa en los primeros 2000 no verifican la hipótesis. Siempre juzgando sobre los resultados, el camino para lograr estos objetivos es exactamente el contrario: más planificación y control estatal. De todas maneras, tanto para 2017 como para lo que queda de la década, los analistas internacionales del sector prevén un sendero de precios crecientes. Hasta 65 dólares el barril de crudo este año y hasta los 75 en 2019, valores que vuelven rentables las explotaciones no convencionales y, en consecuencia, permiten prever la llegada de inversiones sobre la base de este sólo dato. Pero el punto central, siempre que se trata de inversión extranjera, es que su sola llegada no garantiza la retroalimentación expansiva del proceso inversor y el desarrollo. Tampoco su aprovechamiento por el conjunto de la sociedad. Al igual que los ‘90 podría generarse un proceso puramente extractivo de recursos naturales no renovables.

Claudio Scaletta.

CLARIN VACIADOR

#Pompeya. Vigilia durante fin de semana de los y las trabajadores ante maniobras de vaciamiento en planta gráfica de Clarín

Desafío al techo paritario del Gobierno

El gremio de aeronavegantes acordó ayer con la empresa Latam Argentina una recomposición salarial del 35 por ciento sobre el salario bruto a partir de enero, pero que en el bolsillo representará una mejora del 44 por ciento debido a que no se le aplicarán descuentos patronales hasta noviembre de 2017 y luego se compensarán con un bono. El mes próximo además se pagará un bono de 2000 pesos para cada tripulante de cabina y se incluyó un adicional de 2 por ciento por antigüedad. Los trazos generales ya se habían acordado a fines de diciembre pasado pero la negociación se encontraba empantanada por este último punto (la antigüedad), lo que motivó el paro y la consecuente cancelación de vuelos de este lunes. El Ministerio de Trabajo dictó entonces la conciliación obligatoria y ayer se rubricó este acuerdo.
Si bien comienza a regir desde enero, no se trata sólo de una paritaria sectorial de 2017 sino de un acuerdo que contempla una recomposición respecto de la pérdida de poder adquisitivo del año pasado que se viene discutiendo desde mediados de año, ya que estos convenios no siguen un año calendario sino que se pactan antes de diciembre, cuando inicia el período de mayor actividad aerocomercial. De todos modos, es una primera señal hacia un gobierno que pretende ponerle un techo a las paritarias de este año en torno a un 20 por ciento. Los acuerdos en Latam, empresa con casi nula vida gremial interna, suelen acoplarse a los que consiguen los distintos gremios en Aerolíneas y Austral.
En diciembre la línea de bandera negoció con la contraparte del Estado un aumento de 35 por ciento para los principales sindicatos. También hubo bonos y beneficios que llevaron a que el aumento efectivo en algunos casos llegara al 49 por ciento y una parte no remunerativa para evitar el pago de Ganancias en los primeros once meses de este año. Desde entonces los gremios iniciaron la pelea en Latam, lo que derivó en varias medidas de fuerza.
“Es un acuerdo que tiene en cuenta el año pasado. Como si fuese la última paritaria del 2016 y no sólo de este ejercicio”, señaló a este diario Andres Junor, secretario la Asociación Argentina de Aeronavegantes. “Todos los sindicatos firmaron el mismo acuerdo del 35 por ciento sobre el bruto”, agregó. La particularidad que tienen estos acuerdos es que no se realizarán descuentos patronales hasta noviembre, mes en que se ingresa al salario como remunerativo, con lo cual en bolsillo implica un aumento de 44 por ciento. En diciembre, cuando se lo incorpore al salario entrará en juego un bono de 7 por ciento sobre el bruto para compensar la caída por los descuentos. El bono se calculará sobre el promedio de los sueldos brutos de cada categoría de trabajadores para compensar la disminución en el salario de bolsillo al momento en el cual el aumento pasa a ser remunerativo, transcurridos los próximos once meses del acuerdo.
La novedad respecto de otros gremios radica en el reconocimiento de la antigüedad de cada aeronavegante, por el cual la empresa pagará el 2 por ciento del salario base bruto por año trabajado, lo que implica un aumento del 100 por ciento en este ítem, duplicándolo y fijándolo de acuerdo a lo que se reclamaba, por lo que los tripulantes con más años de antigüedad tendrán una recomposición en su salario superior al 50 por ciento.
Por último, se dispuso que las sumas no remunerativas en Latam, al igual que sucede en Aerolíneas, sean tomadas en cuenta para el cálculo de los dos medio aguinaldos de este año. “No sólo cumplimos con los objetivos planteados para esta paritaria, sino que también lo importante es que quedará abierta con la empresa una mesa de diálogo por el lapso de noventa días con exigencias particulares”, informó Junor.
Los gremios aeronáuticos cierran el 2016 como uno de los pocos que lograron ponerse en línea con la inflación, mientras que el resto perdió en promedio de seis a diez puntos de poder adquisitivo en sus paritarias respecto a los precios.

Cristian Carrillo
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La Agencia Nacional de Laboratorios Públicos, aprobada en 2014, que podría generar un ahorro considerable en medicamentos, redujo su presupuesto de $…
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OPINIÓN Para leer al presi Donald

 presidente electo Trump asumirá el viernes 20. Se llama Donald como el inolvidable (¿y ya olvidado?) personaje de Walt Disney pero se parece menos a ese don nadie, torpe, ininteligible y malhumorado que a su tío multimillonario. “Tío Patilludo” se lo nombraba en las revistas que leía este cronista en su remota infancia, luego se lo apodó “Mac Pato”.
 Bien mirado, tampoco es taaan similar. Ostenta la arrogante ignorancia de los dueños del capital y del mundo. Pero la narrativa de Disney entroncaba algo con las leyendas populares que durante siglos identificaron a los ricos con la soberbia, la petulancia, el egoísmo, el amor puesto en el dinero. Una visión crítica, con perdón de la palabra. En el discurso hegemónico del siglo XXI la riqueza extrema, antaño insultante por su demasía, es parangonada con la virtud, incluso social: el preludio del derrame para beneficiar a los pobres.
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Armonía con la época: La victoria de Trump puede discutirse desde cierto purismo democrático, mediante un cuestionamiento al sistema político estadounidense. No fue el candidato más votado, prevaleció merced al capcioso régimen que se basa en el voto indirecto (sin representación proporcional en casi todos los Estados), ni obligatorio.
El sufragio “libre” discrimina, es clasista y sesgado: los más educados o los de mejor posición económica votan más asiduamente que los humildes. ¿Es factible, en este contexto cultural, insinuar un elogio al voto obligatorio, universal que rige en la Argentina? Sí se puede y lo hacemos, casi con rubor. La herencia de los gobiernos nacional populares: la brega del radical Hipólito Yrigoyen y la ampliación del derecho a las mujeres y a las personas de más de 16 años, consumadas por los presidentes Juan Domingo Perón y Cristina Fernández de Kirchner.
De cualquier forma los hechos mandan: Trump gobernará la mayor potencia del planeta, con un Congreso muy inclinado a favor de los republicanos y una Corte Suprema que agarrate Catalina.
Pero, por encima de todo, Trump no es (no del todo) un cuerpo extraño, un advenedizo que rompe la armonía mundial. Armoniza con el signo de los tiempos y sus peores inclinaciones acentúan tendencias o hechos preexistentes.
El Muro con(tra) México, por ejemplo, está erigido. Trump lo ampliará, clama que hará que México se lo pague. Por ahí lo electrifica, si llega el momento. Pero las vallas existen, en el centro del mundo,en la Unión Europea que fue ejemplo en borrar o aligerar fronteras. Trump es contemporáneo y cofrade de la ascendente derecha racista europea.
Marine le Pen podría llegar a la presidencia de Francia este año, o la próxima vez. François Fillon, un derechista algo más presentable es, acaso, la alternativa con más potencial. En Hungría ya gobiernan, acechan en Alemania, en Gran Bretaña y siguen las firmas.
Una derecha ramplona, aferrada a esquemas económicos que ya fracasaron, que se muestra xenófoba, islamófoba, machista.
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Diferencias: Si Hillary Clinton hubiese llegado a la Casa Blanca expresaría los estertores de la patética clase política de la etapa. Muy por debajo aún de los ex presidentes Bill Clinton y Barack Obama que mostraron vestigios de las diferencias entre los demócratas tibios y los republicanos desatados.
Obama no cumplió con la palabra de levantar Guantánamo. Mandó asesinar a Osama Bin Laden y difundió cómo miraba por tevé “codificada” ese crimen. Le cupo el premio Nobel de la Paz, una señal de que el viernes que viene no es el comienzo de nada sino un desenlace extremo pero no una ruptura total...
Y sin embargo, cree este cronista aceptando la subjetividad de su juicio, las diferencias también existen. El primer presidente negro de Estados Unidos (que no fue sucedido por la primera presidenta) también impulsó el Medicare, un avance en la cultura gringa. Y articuló el deshielo con Cuba, un logro que lo dejará en la historia y que tiene toda la traza de ser abolido a similar velocidad que el Medicare… esto es muy pronto.
La política en Medio Oriente, sanguinaria y torpe, tendrá (todo lo indica) continuidad. Guantánamo quedará enhiesto, invasión territorial y signo de un sistema que vulnera las garantías legales para aquellos que le parecen peligrosos.
Trump escaló a la Casa Blanca en el año del Brexit, del golpe parlamentario en Brasil, de la derrota del “Sí” en la consulta popular de Colombia. En otro año en que los migrantes fueron vejados, a menudo llevados a la muerte, como poco humillados en las comarcas más ricas del planeta.
Por ridículo y caricaturesco que resulte a una primera mirada simplista, Trump expresa el signo de los tiempos.
Habrá que ver cuánto concreta el presidente horrible. Parte del daño está causado. Para calibrarlo, pensamos, hay que sopesar el valor de los símbolos en la cultura política del planeta.
Un presidente negro en el Norte, tres mujeres reelectas en Argentina, Brasil y Chile, un obrero con primaria en Brasil, un indígena en Bolivia son o fueron señales de apertura democrática, estimulantes. Un magnate mal hablado, guarro, violento, un abusador explícito de poder manejando la botonera y la chequera es otro signo, en sentido inverso. Eso ya ocurrió, es un anti ejemplo que hará escuela, porque su escala de valores ya rige.
Trump mete miedo porque “hace sistema” con la barbarie de las potencias europeas con los refugiados y con un debilitamiento mundial de los valores humanitarios.
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Proteccionismo excluyente: El proteccionismo económico que propone Trump podrá o no ser eficaz dentro de su territorio. Habrá que ver.
No es jamás un modelo a imitar fuera de él porque está inseparablemente atado a políticas públicas expulsivas, discriminadoras, xenófobas.
Los países imperiales, tal como enseñaron los referentes del pensamiento nacional-popular, “entran” o “salen” del proteccionismo al vaivén de sus conveniencias coyunturales. El librecambio, siglos atrás, y la globalización fueron ejemplos de pseudo aperturas concebidos en su propio beneficio. La bulimia del capitalismo global damnifica a sus propios habitantes. Trump se retrae a un industrialismo o cerrazón que no es novedad en Estados Unidos.
Tal vez suceda que los votantes de Trump odien especialmente a quien no deben odiar (parafraseo la expresión de alguna película del director inglésKen Loach). En todo caso la propuesta impone deportaciones, privaciones de derechos, chauvinismo.
Guantánamo no es un enclave exótico en el que rigen normas (¿normas?) de excepción. Estados Unidos rebosa cárceles que son pre embarque a la deportación, a la tortura,a castigos sin debido proceso.La remake del capitalismo imperial conlleva un nuevo arrasamiento de garantías constitucionales y del derecho universal.
El paradigma hará escuela en este Sur, ya está sucediendo. La noción de que hay personas que no son portadoras de derechos fue típica de los totalitarismos o las dictaduras del Siglo XX. Renace en regímenes democráticos que se degradan y niegan sus mejores virtudes.
El furor contra los “indocumentados” cunde. En el último año, se exacerbó en la Argentina. Ninguna persona debe ser despojada de sus derechos humanos por una circunstancia burocrática. O, por mejor decir, mediante un recurso perverso de quienes se aprovechan de ella. Los gobiernos, las fuerzas de seguridad, aquellos que los explotan de un modo u otro. Una de las medidas más interesantes, menos mentadas, del kirchnerismo fue el programa “Patria Grande” que facilitaba documentarse (y con cierta sencillez, nacionalizarse) a migrantes de naciones vecinas y hermanas.
Los migrantes, una minoría inherentemente sojuzgada, no se rebelan contra la explotación capitalista. Apenas, nada menos, procuran adquirir el derecho a ser explotados, pensando en que sus hijos podrán pasarlo mejor. Tal la raíz de todas las migraciones, la legislación argentina llegó en la década perdida a ser de las inclusivas del planeta. El macrismo está rechazando esa herencia con entusiasmo.
Bajemos al cabotaje. Esta columna no incursiona en el complejo conflicto entre “manteros” y “comerciantes formales”. Tiene variadas facetas, es banal reducirla a una. Lo que se vio y oyó en estos días es que quien está fuera de la ley (comercial, fiscal, documental) puede ser reprimido salvajemente. Indocumentados, evasores sin fortunas “afuera”… se transforma en lícita y hasta benéfica la barbarie de molerlos a palos.
En el devenir cotidiano nacional y foráneo, la acusación equivale, ipso facto a sentencia. Las fastidiosas mediaciones (tribunales, abogados que defienden o querellan, apelaciones) son recuerdos del pasado. El mundo funciona, para sus pobladores más desdichados, como una Corte Marcial. Los medios, un fiscal, un grupo de ciudadanos acusa a “otro”, un distinto, de terrorista, de abigeo (en Chubut), de aliado de una mafia (mantero)… la sentencia sale a ritmo veloz: las autoridades fijan las penas, a menudo castigos corporales.
La anuncia o hasta la aprobación de sectores amplios de la opinión pública “agranda” a funcionarios, comunicadores o uniformados que se sienten validados para comportarse como salvajes, impunes,
El odio al semejante nutre los cambios políticos y también la revisión de leyes básicas. Trump alecciona y, en eso, su doctrina derrama. De nuevo: entre otros factores porque encuentra suelo fértil, ya sembrado.
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El imperio chueco: Los fenómenos históricos no comienzan un día determinado, fluyen. El 11 de septiembre de 2001 es un hito pero no el inicio. Desde entonces Estados Unidos agravó todos los males que quiso combatir: las guerras en Medio Oriente, el terrorismo internacional, el odio creciente en millones de personas, Las multitudes de trashumantes que huyen para encontrar vallas, guardias costeras o “gente común” hostil.
Ya lo predicaron antes de Trump, dos hombres del siglo anterior, sabios a su modo y bien diferentes entre sí: el historiador Eric Hobsbawm y el ex presidente uruguayo José Mujica. Ambos describieron al actual imperio americano como el más impopular y rechazado de la historia humana. Los imperios ampliaban la frontera de la nacionalidad, se justificaban por promover modalidades de paz y gobernabilidad. ¿Hace falta aclarar que esto no es una alabanza sino una comparación? Por si acaso, lo dejamos dicho y volvemos al núcleo.
Estados Unidos es un imperio chueco que no promueve bienestar niequilibrio ni paz en el resto del planeta pero que sí consigue todo lo contrario. La metodología de la Casa Blanca o del Departamento de Estado evoca a la de un médico demente que, ante el fracaso de los remedios que receta, duplica la dosis. No son médicos, dirá usted. El problema es que tampoco son locos.
Trump expresa y potencia la lógica de la globalización excluyente, la única que hay en plaza. El odio y la violencia se realimentan. La corroboración no justifica nada, describe.
Antes de jurar Trump congrega el repudio de México, de China, atiza el temor de millones de laburantes que tratan de hacer la diaria, que cometen el pecado de querer sobrevivir. La prensa mundial se entretiene en una discusión virulenta con un periodista de la CNN. En esa pulseada, éste tiene razón y suscita alguna variante de solidaridad. Pero la CNN, más allá de qué “votó” en las presidenciales, alimentó a ese monstruo o al sistema que lo engendró. Y no representa a quienes más lo padecerán.
¿Es posible acentuar más el odio y la exclusión y promover (sin embargo) alguna forma de gobernabilidad? Uno no es quién para responder esa pregunta pero su formulación sugiere lo que intuye. El mundo será todavía más espantoso, más compartimentado, invivible y ajeno desde el viernes que viene. Subrayemos “todavía”. Y ya es mucho decir