Hoy en Brasil se dirime otra de las grandes peleas dadas en la década pasada. No hace falta mucha ciencia política para advertir que el círculo rojo es global, que a la manera de Honduras, Paraguay, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina o Brasil, la derecha global, con su materia gris en Estados Unidos, tiene
a otras derechas corporativas locales (politicas, financieras, mediaticas, judiciales) operando para un mismo proyecto. Quieren obturar los respectivos proyectos nacionales con la sentencia de la corrupcion que ellos mismos traen a escala abismal. Brasil es el escenario donde eso se transparenta: van a destituir a Dilma, que no robo nada, un monton de corruptos con prontuario público. Acusan a los otros, siempre, de lo que son ellos, en el espejo del mal invertido.