Por Hugo Chávez l “Quienes irrumpimos contra las tinieblas
de la injusticia y la indignidad que abrumaban a Venezuela por aquel entonces
estábamos como decía el Che Guevara guiados por grandes sentimientos de amor, un
amor bolivariano, popular, rebelde, combatiente, un infinito frenesí libertario
que nos llevó, como quería el padre Libertador, a echarnos al miedo a la espalda
para salvar la Patria”.
Desde mi corazón de soldado vaya un abrazo infinito para mi pueblo, para
Fuerza Armada Nacional Bolivariana, siéntanme entre ustedes en este Día de la
Dignidad Nacional.
Compañeros y compañeras al conmemorase el vigésimo primer aniversario de la
rebelión cívico militar del 4 de febrero de 1992, quiero dirigir este mensaje
fervorosamente bolivariano y revolucionario al Pueblo y a la Fuerza Armada como
un todo indivisible.
Cuánto lamento estar ausente físicamente del territorio patrio por primera
vez en esta luminosa fecha de parto, pero así lo exige esta batalla que estoy
dando por la plena recuperación aquí en la Cuba revolucionaria y hermana, sin
embargo mi espíritu y mi corazón está con ustedes en este Día de la Dignidad
Nacional.
Hay fechas en las que todo el caudal de la historia se revela y marca el
rumbo nuevo de los pueblos, hay fechas que signan y despejan, que se convierten
en compromiso y señalamiento de un destino que tiene que acontecer para calibrar
el pasado y ver con más claridad el horizonte libertario, así fue el glorioso 4
de febrero de 1992.
En aquella memorable jornada quedaron reivindicadas todas las luchas de
nuestro Pueblo, en aquella memorable jornada nuestra libertadora y nuestro
libertadores volvieron por todos los caminos, en aquella memorable jornada
Bolívar se hizo razón de ser y entró en batalla por ahora y para siempre.
Quienes de la mano de Bolívar, Robinson y Zamora, nos levantamos en armas y
salimos aquella madrugada a jugarnos la vida por la Patria y por el Pueblo,
teníamos plena conciencia de que Venezuela había tocado fondo tres años atrás,
con la rebelión del 27 de febrero de 1989 que nos había marcado el camino. El
Pueblo en esa fecha ofrendó su vida combatiendo en las calles al neoliberalismo
salvaje que Washington pretendía imponernos.
Quienes estábamos en filas militares no queríamos seguir cargando la
ignominia de ser una guardia pretoriana de una clase política tan opresora y
corrupta como criminal, nunca más nos iban a utilizar para ahogar en sangre el
justo clamor popular.
El Caracazo señaló un fin y un comienzo, fin de un sistema ahogado en la
desvergüenza, comienzo de una época de cambios que exigía renacer en dignidad
popular.
Quienes irrumpimos contra las tinieblas de la injusticia y la indignidad que
abrumaban a Venezuela por aquel entonces estábamos como decía el Che Guevara
guiados por grandes sentimientos de amor, un amor bolivariano, popular, rebelde,
combatiente, un infinito frenesí libertario que nos llevó, como quería el padre
Libertador, a echarnos al miedo a la espalda para salvar la Patria.
Nuestro poeta Gustavo Pereira nos dice con estremecedora simplicidad lo
siguiente: “El amor es la única cosa importante en el mundo”, han transcurrido
21 años desde aquel 4 de febrero, de angustia y madrugada, de valentía y
sacrificio, y la marcha sigue siendo dura, pero con la fuerza irresistible del
amor recordemos a Bolívar: estamos a paso de vencedoras y de vencedores hacia la
independencia definitiva, hacia la Patria socialista y liberada.
Yo quiero exaltar hoy el papel de la mujer venezolana el 4 de febrero, una
Columba Rivas, una Marisol Terán, expresan el nutrido grupo de mujeres que
acompañó la rebelión, ellas estuvieron en la hora del desprendimiento y del
heroísmo, con todo su fervor patrio, con toda su abnegación.
Ahí está la hora latiendo, ahí está la historia latiendo, echa una con el
Pueblo que la forja cada día, ahí está el 4 de febrero como un grito sagrado que
desde nuestra memoria colectiva le dijo a Venezuela levántate y anda, y así ha
sido gracias al Lázaro colectivo que es el Pueblo de Bolívar, todas y todos
somos artífices de la Patria resurrecta, de la Patria que por fin tomó en sus
brazos la bandera bolivariana para renacer en la luz de la dignidad.
Desde lo más hondo del corazón del Pueblo digo con Aquiles Nazoa que gracias
al 4 de febrero cada compatriota puede con plena certeza “tender una mañana la
mirada sobre el paisaje y decir ésta es mi ciudad, ésta es mi Patria”.
Hermanas y hermanos, hoy después de 21 años de aquella rebelión cívico
militar, de aquella decisión tomada con el mayor amor a Venezuela, pensaba y
repensaba como única vía posible para tener Patria, vivimos en un país real y
verdaderamente libre.
El 4 de febrero nuestro Pueblo vio el amanecer de su esperanza, gracias al
Pueblo el soldado se sintió de nuevo acompañado por militares patriotas,
nosotros salimos a empuñar nuestras espadas en defensa de las garantías
sociales, de los derechos de la gran humanidad venezolana, no nos movía otra
ambición que la de convertirnos en herederos y continuadores del ejercito
libertador, queríamos volver a nuestra esencia bolivariana, ser de verdad el
Pueblo en armas forjador de la libertad.
Ya era mi historia conocida, las insurgencias militares de signo patriótico y
revolucionario, El Carupanazo, El Porteñazo y la sexta década del siglo pasado
abrieron una brecha histórica, y a pesar de que ambas rebeliones fueron
sofocadas brutalmente por la democracia burguesa, había quedado el surco para la
semilla. De allí venimos nosotras y nosotros y desde más atrás desde la
Resistencia Indígena, desde las rebeliones de los esclavos, desde Chirinos, Gual
y España, Miranda, Bolívar, Sucre, Zamora, Cipriano Castro.
Recuerdo esta reflexión memorable de ese gran pensador revolucionario llamado
Walter Benjamín: “El pasado lleva consigo un índice temporal mediante el cual
queda remitido toda la redención, existe una cita secreta entre las generaciones
que fueron y la nuestra”. Bien podemos decir que esta cita secreta tuvo lugar el
4 de febrero de 1992, y el pasado y el presente y el porvenir quedaron remitidos
a esa redención.
El 4 de febrero ha quedado plenamente justificado por la historia, quienes
nos revelamos contra el Pacto de Punto Fijo, hemos sido bendecidos por un Pueblo
que hoy va a la vanguardia por la lucha de la paz y la justicia, y que es vivo
ejemplo para los pueblos del mundo.
¡Honor y gloria a los soldados y a los estudiantes caídos!
En 1828 nuestro Libertador escribió: “El patriotismo es un fuego sagrado que
no puede estar oculto y que tanto, cuanto se extienda en un sentido
verdaderamente puro, tanto más habrá ganado la felicidad del país”. Cuánto he
meditado sobre estas palabras de nuestro comandante infinito y mientras más lo
hago más me convenzo de que tal fue la razón fundamental que nos llevó a
realizar aquella acción heroica del 4 de febrero, ese fuego sagrado que nos
atizaba por dentro no podía seguir oculto.
A lo valientes soldados bolivarianos, yo entre ellos, nos toco desatar aquel
libertario incendio de justicia que durara siglos y siglos, mientras tengamos
patria como ahora que por fin la tenemos.
Dice nuestro Luis Alberto Crespo sobre este servidor: “De aquel 4 de febrero
proviene su ardimiento, ahora bien tal ardimiento no es solo mío porque Chávez
no soy yo, Chávez es un pueblo, y en realidad y en verdad mientras más se
extienda el fuego sagrado en un sentido verdaderamente puro, tanto habrá ganado
la suprema felicidad el país de nuestra América y de esta patria inmensa que se
llama humanidad”.
No estábamos equivocados aquella certeza que nos alentaba a los soldados
bolivarianos es idéntica a la que en este tiempo encarnan millones de
compatriotas, y anda en cada rincón de la patria haciendo realidad lo que fue el
sentir de aquel acto de rebeldía.
Voy a decirlo con mis palabras de hace 21 años, si nuestro movimiento resulta
triunfante le entregaremos el poder a nuestro pueblo para que vivamente lo
ejerza y vaya que hoy el pueblo ejerce el poder viva y plenamente.
El 4 de febrero fue un día que generó fuerzas que todavía están en expansión,
el 4 de febrero no ha terminado, su espíritu insumiso debe acompañarnos cada día
porque los poderes que enfrentamos desde hace más de dos décadas persisten aún
en su intento de detener el curso de la historia en Venezuela, en nuestra
América y en el mundo, son los poderes que amenazan con destruir a la humanidad
y el planeta.
El espíritu de rebeldía debe vivir en cada uno de nosotros para seguir
avanzando para no estancarnos, recordemos esta sentencia del comandante en jefe
eterno, nos dice Bolívar: “Nada se hace cuando aún falta qué hacer”, por ello el
por ahora de hace 21 años es hoy un para siempre del pueblo bolivariano.
Mantengamos siempre en alto la divisa del padre Libertador, unidad, unidad,
unidad, proclamemos sin vacilaciones la unidad y construyamos cada día,
impidamos que el imperio y sus lacayos en su reiterado intento de dividirnos se
salgan con la suya, hagamos que florezca el bien inestimable de la unión,
todavía tenemos mucha patria que libertar y por eso mismo necesitamos estar cada
vez más unidos como pueblo.
Desde mi corazón de soldado vaya un abrazo infinito para mi pueblo, para
Fuerza Armada Nacional Bolivariana, siéntanme entre ustedes en este Día de la
Dignidad Nacional, estoy con ustedes llevando la boina roja y el brazalete
tricolor, multiplicado en el amor popular, el amor que me sana y me da vida, 4
de febrero bendito seas por ahora y para siempre.
¡Hasta la victoria siempre!
¡Independencia y Patria Socialista!
Hugo Chávez Frías, Comandante en Jefe de la Revolución Bolivariana.
4 DE FEBRERO 2013
RELAMPAGOS. Ensayos crónicos en un instante de
peligro. Selección y producción de textos:
Negra Mala Testa Fotografías:
M.A.F.I.A. (Movimiento Argentino de
Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs)