lunes, 9 de mayo de 2016

Hace agua el relato oficial sobre Fleg Trading


› Por Tomás Lukin
La firma offshore Fleg Trading, sociedad radicada en Bahamas donde el presidente Mauricio ocupó el cargo de director, no solo estuvo activa en Brasil sino que formó parte de la estrategia societaria del Grupo Socma para instalar Pago Fácil en el país vecino. Hasta ahora ese vínculo se había mantenido oculto ya que el desembarco de Fleg Trading en esa compañía se dio en 2003 a través Owners do Brasil Participacoes: una inversora del holding familiar donde la offshore encabezada por Franco Macri junto con sus hijos Mauricio y Mariano mantuvo una participación mayoritaria en el capital. Cuando estalló el escandalo de los Panama Papers, el mandatario informó que la firma encabezada por su padre fue creada en 1998 para “extender Pago Fácil a Brasil” pero aseguró que la empresa quedó inactiva porque esa operación nunca se concretó. “Ni siquiera tuvo cuenta corriente la sociedad, con lo cual fíjense lo poco que llegó a operar”, esbozó Macri a comienzos de abril. La documentación de la Junta Comercial del Estado de San Pablo a la que accedió Página/12 contradice definitivamente el relato oficial.
A través de los registros comerciales paulistas este diario reveló en abril cómo el grupo Socma puso en marcha Pago Fácil en Brasil a comienzos de 2001. El emprendimiento que según afirmó el Gobierno nunca se llevó a cabo fue canalizado con una subsidiaria del holding llamada Global Collection Service. Aunque afirman que el negocio nunca prosperó, la puesta en marcha de Pago Fácil en Brasil fue confirmada a este diario por ex directivos de Socma. En segundo lugar, la publicación del Comprobante de Inscripción de Fleg Trading en el país vecino demostró la registración formal de la offshore para diciembre de 2002. Esa información dejó en offside la explicación de Macri pero hasta ahora no se habían hallado vínculos directos entre el negocio de Pago Fácil y la compañía radicada en Bahamas ni operaciones de la offshore en Brasil.

Novedades offshore

Creada en 1998 con la colaboración del estudio panameño de Mossack Fonseca, Fleg Trading ingresó en Owners do Brasil Participacoes en noviembre de ese mismo año, un dato hasta ahora ignorado. La empresa offshore de acuerdo a la versión oficial estuvo inactiva fue admitida como “Socio Gerente” con una participación valuada en 11.715.449 de reales. Su desembarco en la firma brasileña del holding Macri coincidió con la salida de Socma Americana, empresa argentina utilizada por el grupo en el exterior que tenía un capital de 11.316.010 de reales.
Aunque ese “cambio” de dueños incrementó levemente el capital social de Owners, cinco semanas después del ingreso de Fleg Trading la compañía le informó a las autoridades brasileñas una redistribución de sus acciones y la reducción en el capital que pasó de 11,7 a 1,4 millones de reales. El semanario Tiempo Argentino publicó ayer una investigación que deja al descubierto el destino de esos fondos y la intensa actividad de Fleg Trading en Brasil a través de Owners do Brasil Participacoes. Allí se afirma que, una vez radicada en Brasil, la offshore bahameña de Macri se utilizó para cancelar un préstamo otorgado en 1996 por el Hotel Nuraghe Protorotondo. El establecimiento era propiedad de Giorgio Nocella, productor cinematográfico e íntimo amigo de Franco Macri.
Los archivos consultados por este diario corroboran la versión sobre la descapitalización de Owners do Brasil Participacoes: “Considerando excesivo para las operaciones de la sociedad el capital de la misma, los socios decidieron reducir el Capital Social por un monto de 10,3 millones de reales entregando a título de devolución del capital de forma proporcional a la participación societaria a los socios cuotistas los derechos del crédito que la sociedad posee resultante del contrato celebrado el 6 de mayo de 1996 y sus aditamentos posteriores con la empresa Hotel Nuraghe Protorotondo”, afirma la empresa en la alteración de su contrato comercial realizada tras el desembarco de Fleg Trading. Sobre el monto total de la descapitalización, una cifra cercana a los 8 millones de reales fueron transferidos y utilizados por Nocella para financiar la apertura de una sucursal de Iter Producciones en Buenos Aires.

Mamushkas brasileñas

Los registros comerciales paulistas no solo revelan que Fleg Trading tuvo actividad en Brasil sino que dejan al descubierto su participación en el desarrollo de Pago Fácil. Los dos elementos negados de cuajo pr Macri. Aunque ya había desembarcado en el país vecino, la empresa bahameña fue inscripta formalmente en Brasil recién en diciembre de 2002. De acuerdo a los registros del Catastro Nacional de Personas Jurídicas del Ministerio de Hacienda del país vecino la recibió el CNPJ 05.456.410/0001-65. Concretado el trámite la empresa offshore concretó en enero de 2003 su desembarco en Global Colletion Services-Pago Fácil. No lo hizo con nombre propio sino a través de Owners do Brasil Participacoes. Ese esquema de cáscaras ofrece una herramienta adicional para garantizar la opacidad de la operatoria de las empresas que las bases de datos públicas del país vecino empiezan a desnudar.
Entre los directivos a cargo de las operaciones de Owners do Brasil Participacoes-Fleg Trading y Global Collection Services-Pago Fácil se repite en ambas empresas el nombre de Iván Santos de Nadai, ex gerente de importaciones de Sevel que fue procesado en la causa por contrabando. Cuando quedó implicado en la investigación judicial Santos de Nadai fue retirado de ambas empresas del holding y reemplazado p el hermano menor del presidente y compañero en el directorio de la bahameña Fleg Trading, Mariano Macri. El empresario radicado en Brasil fue asignado como administrador de Global Collection Service do Brasil el 25 de marzo de 2004 de acuerdo a la Ficha Catastral Completa de la compañía. Tres meses después, Mariano también quedó como gerente en Owners do Brasil Participacoes.

EL PAIS › OPINION ¿Tiene límites?

Por Eduardo Aliverti
Hace pocos días, un directivo de la banca extranjera dijo en declaraciones obviamente reservadas que el crédito está tan muerto como la actividad y que, de seguir así, con tasas de interés por las nubes y una caída irrefrenable del consumo, será tan probable reducir la inflación como acabar en un ejército de pequeñas y medianas empresas desaparecidas.
Esa confesión de partes es una de las tantas circulantes, de modo casi permanente, entre los grandes sectores corporativos que son beneficiados por el brutal programa ajustador del Gobierno. Hay, entre ellos, quienes piensan que debió haberse aprovechado la luna de miel, inmediatamente posterior a la asunción de Macri, para ejecutar un shock generalizado. Cuestionan a las autoridades económicas por derecha, aunque pueda resonar inverosímil. Son quienes entienden a la receta aplicada como “gradualista”, en lugar de haberse dispuesto de entrada un remedio ortodoxo que, según pasa el tiempo, se torna inviable por la reacción social y el desgaste gubernamental. Son los gurkas que extrañan el sinceramiento del menemato a comienzos de los 90. En aquel entonces, después de la apuesta a Bunge & Born en el comando directo de la economía con la pretensión de que el grupo más relevante de la burguesía interna se hiciera cargo de los negocios nacionales, terminó resolviéndose que Argentina debía ser estrella de la ola mundial de neoliberalismo, especulación financiera y desguace del Estado. Cavallo fue el agente del uno a uno con el dólar que reprodujo a Martínez de Hoz, literalmente remataron al país y la fiesta, sostenida por las expectativas consumistas de unas vastas franjas de clase media que no aprenden más, acabó como se sabe. La diferencia con esa etapa, para quienes sueñan con su reproducción, es que al revés de ahora no había un proyecto político, o una experiencia, capaz de demostrar que se podía otra cosa. El vacío de alternativas se había llevado puesto al alfonsinismo y la bandeja, en términos de esperanzas masivas, estaba servida para el saqueo. Hoy, con todos los errores e insuficiencias que quieran atribuirse a la etapa kirchnerista, el escenario dista de ser el mismo porque –aunque no parezca, gracias a la maquinaria comunicacional hegemónica– sí que continúa existiendo el piso, más un liderazgo recortado pero liderazgo al fin, de las conquistas sociales y la energía combativa, protestataria o disgustada. La muchedumbre masiva el 24 de marzo, la que acompañó a Cristina el 13 de abril y la impresionante manifestación gremial de días pasados son prueba incontrastable de una capacidad de reacción que nada tiene que ver con el desierto popular de hace 25 años.
Las gerencias intelectuales y operativas de esos núcleos convencidos de que a la derecha de Macri no está la pared, sino algunas probabilidades más feroces todavía, confían en que el momento da para creer en un símil del comienzo noventista. Lo que se vive, de acuerdo con esa interpretación, es una instancia fusible y sería esperable que el gobierno de Macri tenga un as bajo la manga, a poner sobre la mesa cuando las papas de inflación y recesión terminen de quemar. Pero no saben explicar en qué consistiría esa quimera, como no fueren las pócimas archisabidas de flexibilización laboral para servirse de los dos dígitos de desocupados que necesita un modelo como el vigente. O un blanqueo de capitales, previsto para el dichoso segundo semestre como si esa zanahoria pudiera ser mejor que el formidable negociado financiero a que habilita la política del Banco Central. De Macri, es decir. Las prevenciones del Gobierno contra la denominada ley antidespidos, que tal como quedó sancionada por el Senado es más el efectismo político de una oposición alarmada que un instrumento confiable, no deja de ser emblemática. La ley, claro está, regiría hacia delante, por seis meses, y nunca para atrás. Si tanto se descansa en la recuperación económica a partir de mediados de año, ahora dicen que por vía de reactivar obra pública, ¿cuál es el problema de impedir los despidos durante un lapso tan corto? Uno solo, y no precisamente relativo al efecto en las empresas sino a la ejemplaridad de que ni el Gobierno ni el Congreso deben meterse con la fantástica mano invisible del mercado. Por fuera de artilugios parlamentarios, a lo que el Ejecutivo ya echa mano para sacar al corner a como sea, Macri tiene la decisión de vetar la ley porque obedece a sus intereses de clase, no a dudosos perjuicios políticos. La mayoría relativa, silenciosa y achicada, que según todas las encuestas aún lo apoya, seguiría esperando de él que muestre imagen de dureza frente a las presiones de atorrantes sindicales, mierda K y esferas por el estilo que más bien responden a la sección estrictamente gorila de sus votantes. En el alrededor de tercio variable de su electorado, el cambiante de humor entre la noche y la mañana, ya se sienten los efectos de que ni se come, ni se conserva el trabajo, ni se mantiene el consumo, ni se afronta el pago de luz y nafta, con la cadena nacional sobre las andanzas de unos kirchneristas corruptos. El chiste del viernes pasado de Daniel Paz y Rudy refirió justamente a eso. A la pregunta de cuánto aguantará Lázaro Báez, un oficinista de la Gerencia de Felicidad responde que uno o dos tarifazos más porque, después, habrá que inventar otra cosa.
En dirección a ese sentido común, hay otra parte del establishment, integrada por empresas dependientes del mercado interno sin por eso atribuirle pretensiones de justicia social, que se pregunta cuál es en definitiva el plan económico del Gobierno como no sea el ajuste por el ajuste mismo. Incluso, esa inquietud es admitida por las consultoras de los grandes grupos que son insospechables de rasgo populista alguno. La agencia calificadora Moody’s, una de esas sedes del pensamiento liberal ultraortodoxo que funciona pronosticando no lo que ocurrirá sino lo que debe hacerse para maximizar ganancias, avisó esta semana que Argentina enfrenta desafíos de largo plazo, que el retorno a los mercados internacionales (¿cuál?) no alcanza, que la economía ya está en recesión, que habrá aumento del desempleo y que la inflación de este año será superior al 30 por ciento. La Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericana (FIEL), otro cubil de la derecha más recalcitrante, reconoció que el costo de la canasta básica para una familia tipo trepó en casi un 8 por ciento sólo respecto de abril pasado, y ya había advertido que la devaluación multiplicó los costos en pesos de los subsidios energéticos. Del aumento de la nafta, que según el humorista Juan José Aranguren, ministro de Energía y hombre de Shell, debe llevar a que llegado el caso no se saque el auto, apenas un tercio se destina a ingresos fiscales. El resto va a las arcas petroleras y eso se llama decisión política, por la cual implementan el mecanismo extorsivo de no perjudicar los trabajadores de esas compañías porque, de otra manera, cesarían en la actividad. Una falacia: se trata del Estado retirándose como árbitro regulador. Eso es lo que se multiplica en todos los ámbitos de la economía. Es lo determinante del ajuste general en la seguridad o ilusión de que los ajustados no reaccionen, porque comprenderán que el pasado fue peor y que la copa derramada de los ricos, como jamás se produjo, habrá de alcanzarlos.
El modelo no cierra ni para los grupos empresariales ni para las pymes que, ajenos a la rentabilidad agroexportadora y a los sectores que no ocupan mano de obra dinámica, requieren intervención del Estado en defensa de sus intereses. No es concepción de burguesía nacional, es necesidad. La rueda de la economía no gira y el Gobierno se limita a crear un imaginario de prosperidad, desde ese mentado segundo semestre del año en que llegarían las inversiones productivas. ¿De qué inversiones hablan si la bicicleta financiera permite el rendimiento en dólares más alto del mundo? Es un escenario de rapiña, sólo sustentable con aquella ilusión de una economía desmayada y en que la cantidad de gente sin trabajo, y amenazada por perderlo, discipline el descontento. La liberación del dólar da más espíritu de libertad, eso sí, y ya pueden comprarse no dos sino cinco millones de dólares por mes. El comercio de al lado, de la vuelta o de más allá vio triplicados sus costos tarifarios, pero no puede trasladarlos a precios porque se depreció la capacidad adquisitiva. Se reducen el que vende y el que compra, es una lógica que alcanza a toda escala económica que estribe en la actividad interna y la evaporación del referí estatal no alienta perspectivas de mejora alguna. Momentáneamente, los dos o tres emporios de comunicación que manejan la opinión publicada se las arreglan para centrar el mensaje en la corrupción K, ignorar el Panamacri, hacer que todo consiste en lo mal que estábamos y lo mejor que estaremos. Se supondría que esa ficción tiene un límite, so pena de perder credibilidad por completo. La pregunta es cómo se fuerza el límite ése, porque está claro que el Gobierno no habrá de autocontrolarse. No son una gestión con sensibilidades socialdemócratas. Son conservadores duros y avasallantes.
Cansa repetirlo, pero tampoco hay tanta vuelta: la fragmentación peronista permite que sigan avanzando, junto –antes o después– con una construcción de subjetividad por la cual pareciera que los días más felices, o más estimulantes, o menos malos, sólo consistieron en una fiesta de corruptos. El límite, entonces, arribará cuando esa percepción llegue a su fin. Un límite que no será porque el macrismo, si acaso le diera la estatura para ser definido así, con el “ismo”, como si fuese una identidad, vaya a ser capaz de inteligenciarse cual derecha compasiva. Será porque lo saque del poder una fuerza popular y un liderazgo que haya aprendido de sus errores, mucho antes que arrepentirse de sus virtudes.

“Las medidas sobre la marcha nunca alcanzan”

Fue premiada por descubrir cómo se multiplica el virus. Aquí, explica las medidas que debieron tomarse para evitar la actual magnitud del problema. Y alerta sobre lo que hay que hacer con la llegada del frío.
› Por Mariana Carbajal
“La epidemia que estamos enfrentando ahora es la peor de la historia en Argentina. El dengue es un problema serio, una vez que empiezan los casos no hay forma de pararlo, es explosivo y las medidas que se toman sobre la marcha nunca alcanzan”, dice Andrea Gamarnik, investigadora principal del Conicet y jefa desde hace 15 años del Laboratorio de Virología Molecular del Instituto Leloir (FIL). Unas semanas atrás fue galardonada en París con el Premio Internacional L’Oreál-Unesco “Por las Mujeres en la Ciencia” por “sus importantes descubrimientos sobre los mecanismos de multiplicación del virus del dengue”. Esta científica, que creció en un barrio del sur del conurbano, fue a la universidad pública, y pudo estudiar, dice, gracias a su gratuidad, es reconocida por su excelencia y su lucha por la igualdad de género en las ciencias. En una entrevista de Página/12, poco antes de subirse a un avión rumbo a Nueva York, respondió sobre el problema del dengue en el país, analizó las medidas que debieron tomarse para enfrentarlo y no se tomaron, se refirió al lugar de las mujeres en el mundo científico y a la actualidad de la ciencia con el gobierno macrista. “El ministro Lino Barañao expresó su intención de mantener las políticas científicas iniciadas con el gobierno anterior. Pero esa intención debe ir acompañada con hechos concretos. Hasta el momento lo concreto es que los sueldos de los becarios e investigadores han disminuido estrepitosamente”, denunció y advirtió que esta situación puede generar una nueva fuga de cerebros, como la que ocurrió durante el menemismo. “En los últimos 10 años se logró la repatriación de una gran cantidad de científicos pero la situación actual los está volviendo a echar”, señaló.
Tiene 51 años y vive en el barrio porteño de Parque Patricios. Cuenta que está casada gracias al matrimonio igualitario. Gamarnik vivió nueve años en San Francisco, California. Regresó en 2001, cuando el Instituto Leloir abrió un concurso para incorporar gente nueva y ella pudo presentarse. Hacía tiempo que quería volver al país pero no podía, porque la carrera del Conicet estaba cerrada. Volvió con la idea de llevar adelante una investigación que tuviera impacto en el entramado social y al mismo tiempo, formar recursos humanos en virología en el país. “Creo que mi vuelta tuvo un componente ideológico importante”, destaca.
En Estados Unidos trabajó en relación al virus de la polio, de la hepatitis C y del sida. “Pero cuando decidí volver pensé en trabajar en un virus que fuera relevante para nuestro país. En el 2001 el dengue ya era un problema de salud importante en gran parte de América Latina. Por eso tuvo sentido para mí volver a Argentina para trabajar en ese virus. Ahora el dengue es el virus más importante trasmitido por mosquitos a nivel mundial. Esto se debe a la cantidad de personas infectadas sumado al impacto socioeconómico que tiene. A pesar de esto aún no hay medios efectivos para controlarlo”, subraya Gamarnik.
–¿Cuáles medidas debieron tomarse una vez declarada la epidemia y no se tomaron?
–El dengue no se frena en las fronteras. Ya estaba en el norte del país desde hace muchos años, pero la epidemia que estamos enfrentando ahora es la peor de la historia en Argentina. El dengue es un problema serio, una vez que empiezan los casos de dengue, no hay forma de pararlo, es explosivo y las medidas que se toman sobre la marcha nunca alcanzan. Es indispensable estar preparados antes de que comience un brote. Por ejemplo, ahora en mayo comienza el frío y empezarán a disminuir los casos de dengue, pero es precisamente cuando es necesaria la organización. Hay mucha experiencia en otros países de América Latina que Argentina puede tomar para no cometer los mismos errores. Se requiere armar equipos de trabajo que vigilen la presencia de vectores, en este caso el mosquito Aedes aegypti, se necesita generar la capacidad para responder a la demanda de diagnóstico, de profesionales de la salud entrenados. En fin, se requiere pensar en el tema en forma estratégica. Esto no se hizo antes de la epidemia de este año. Evidentemente el dengue entró en nuestro país y no hay vuelta atrás. Por esto hay que exigir a las autoridades de Salud Pública a nivel nacional que se tomen medidas preventivas para el próximo verano.
–¿Cómo recibió el premio L’Oreal-Unesco “Por las Mujeres en la Ciencia ? ¿Qué significa para usted?
–El premio me da orgullo por haber llevado adelante un proyecto de investigación de alta calidad científica en nuestro país. Es un reconocimiento al trabajo que venimos haciendo desde hace 15 años en el Instituto Leloir sobre el virus del dengue. Pero además, este es un premio que promueve la participación de las mujeres en ciencia y pone en evidencia la problemática de género en el campo de la investigación científica, donde las mujeres encuentran obstáculos permanentes para llegar a posiciones de liderazgo.
–¿Sintió a lo largo de su carrera discriminación por el hecho de ser mujer?
–Durante mi carrera vi numerosas situaciones de discriminación. En la época en que empecé, cuando aún estaba estudiando en la universidad, fines de los 80, me enfrenté a que la directora del laboratorio donde quería entrar a trabajar prefería no incorporar mujeres para hacer el doctorado. Fue un golpe duro. Entré de todas formas a esa misma cátedra pero con otra persona, quien acordó firmar los papeles para mi beca. Una vez que empecé a trabajar me llevó casi un año demostrarle a la directora del laboratorio que tenía capacidad y motivación para hacer investigación y ahí recién me aceptó. En ese momento lo sentí como un logro, haber podido cumplir con mi objetivo. Mirando para atrás, me parece terrible haber transitado ese camino.
–¿Cuál diría que es el problema en la actualidad en términos de discriminación de género?
–El problema que enfrentamos en el ámbito científico es la falta de mujeres en posiciones de liderazgo. Esos puestos están ocupados mayormente por hombres pero hay muchas mujeres científicas en nuestro país que hacen un trabajo formidable. El tema es complejo, ya que es una sumatoria de factores. Hay un componente cultural relacionado con los estereotipos de género que lleva a una percepción de la sociedad de que las mujeres no están capacitadas o no tienen las aptitudes para liderar proyectos científicos. Esta construcción cultural en una sociedad patriarcal como la nuestra condiciona a las mujeres a seguir una carrera científica o, una vez en la carrera, condiciona a plantearse el desafío que representa aspirar a un cargo de liderazgo.
–¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo?
–La libertad de pensar. La posibilidad de descubrir algo nuevo usando el razonamiento junto al trabajo experimental. Nuestro trabajo es muy creativo, es apasionante. No solo cuando llegamos a un descubrimiento sino también son fascinantes los procesos de elaboración, los intercambios de ideas con los integrantes de mi laboratorio, los debates, el diseño de experimentos para trazar el camino a seguir. Me encanta el trabajo en equipo, contribuir a la formación de investigadores jóvenes, ver como adquieren un pensamiento y criterio propio. Por supuesto que al final es gratificante cuando hacemos aportes al conocimiento, en nuestro caso aportes para entender cómo funciona el virus del dengue a nivel molecular. Yo no hubiera podido estudiar si no hubiera sido que la UBA es una universidad pública. El haber tenido esa oportunidad fue una fuerte motivación para volver al país después de casi 9 años en Estados Unidos. Mi equipo de trabajo actual está formado por investigadores jóvenes de distintas universidades del país y es gente brillante, muy preparada, con gran entusiasmo y motivación para la investigación. Siento en lo personal que cierra el círculo de devolver al país la oportunidad que me dio de estudiar.
–¿Cómo ve la política científica del gobierno de Mauricio Macri?
–Desde la creación del Ministerio de Ciencia se han realizado enormes esfuerzos para la puesta en marcha de proyectos estratégicos para nuestro país, la construcción de nuevos institutos, formación de recursos humanos, repatriación de investigadores del exterior. El ministro Lino Barañao expresó su intención de mantener las políticas científicas iniciadas con el gobierno anterior. Pero esa intención debe ir acompañada con hechos concretos. Hasta el momento lo concreto es que los sueldos de los becarios e investigadores han disminuido estrepitosamente. Un profesional universitario que comienza su doctorado tiene un sueldo de 11.000 pesos, y un investigador destacado en su área de trabajo con más de 20 años de experiencia y reconocimiento internacional gana alrededor de 26.000 pesos. ¿Cómo hacer para que los investigadores quieran seguir trabajando en el país cuando se enfrentan a esta realidad? Por otro lado, los subsidios para realizar tareas de investigación se perciben en pesos, mientras que gran parte de los insumos de laboratorio hay que adquirirlos en dólares. Lo que hace imposible llevar adelante el trabajo propuesto. En los últimos diez años se logró la repatriación de una gran cantidad de científicos pero la situación actual los está volviendo a echar. Para mantener la política científica, si eso es lo que pretenden las nuevas autoridades, se requiere de algo más que buenas intenciones. Se requiere de un presupuesto que permita llevarlo adelante. Espero que el gobierno no reaccione demasiado tarde ya que construir lleva muchos años pero para derrumbar se necesita muy poco.

› DOS SANITARISTAS DENUNCIAN LA FALTA DE PREVISION Y LA INACCION DEL GOBIERNO NACIONAL EN TORNO AL DENGUE “Es una vergüenza lo que están haciendo”

Ginés González García y Hugo Spinelli coincidieron en criticar la falta de respuesta integral. Objetan que se haya delegado en las personas la prevención, que se minimizara el problema, que no se atacara los focos y que no se hiciera suficiente campaña.
› Por Mariana Carbajal
Mientras ya son 11 los muertos por el dengue desde que comenzó la epidemia, se multiplican los casos en el país aunque no entren en la estadística oficial: solo le aplican el reactivo para confirmar si se trata de la enfermedad a 1 de cada 10 pacientes que llegan a los hospitales con la sintomatología típica, lo que demuestra que el número oficial de 35 mil casos confirmados constituye un subregistro enorme. Así lo admitió ante Página/12 el propio viceministro de Salud de la Nación, Néstor Pérez Baliño: “El número total de afectados ya no tiene valor”, se desentendió el funcionario. ¿Cómo se llegó a la peor epidemia de dengue en la historia del país? Dos reconocidos especialistas consultados por este diario coincidieron en señalar que el origen está relacionado con lo que el gobierno nacional hizo y lo que dejó de hacer. “Es una vergüenza lo que están haciendo. No es incompetencia, es desidia”, criticó el sanitarista y ex ministro de Salud Ginés González García sobre la falta de una respuesta integral para enfrentar el problema. “El Estado está delegando en cada persona la responsabilidad de la prevención, al pedir que cada uno descacharrice y se ponga repelente. Los estilos de vida sirven para culpabilizar a la víctima”, cuestionó Hugo Spinelli, director del Instituto de Salud Colectiva de la Universidad Nacional de Lanús, quien consideró además que las muertes registradas hasta el momento “podrían haberse evitado”.
“Cada paciente con dengue es un reservorio del virus. Se deben atacar los focos para mitigar la epidemia. Porque si un mosquito Aedes aegypti lo pica va a convertirse en transmisor del virus al picar a otra persona. Pero el Estado nacional se desentendió del problema. Declararon la epidemia de dengue y ningunearon el problema. El gobierno hizo una publicidad muy simple. Y concibe como si fuera responsabilidad de cada uno que no haya mosquitos en su casa. No fumigaron ni distribuyeron insecticidas en las provincias. El Ministerio de Salud tuvo una actitud indiferente y no se hizo cargo de una epidemia nacional. Debería haber mantenido la fumigación de los focos, especialmente en los espacios públicos y los barrios carenciados. Brasil incorporó al Ejército para controlar la epidemia”, objetó el ex ministro de Salud del gobierno kirchnerista.
Para Spinelli, el Estado no puede delegar la responsabilidad de prevención en los individuos, con mensajes de descacharrar y ponerse repelente. “La medicina dominante transforma las vulnerabilidades sociales en riesgos individuales”, objetó. También cuestionó que cada persona afectada no tenga conocimiento de cuál cepa la afectó. El problema es que si la gente desconoce qué cepa la afectó en esta oportunidad, y vuelve a tener dengue en el futuro con una cepa distinta, podría desarrollar dengue hemorrágico, una versión más virulenta de la enfermedad, que puede llegar a ser mortal, advirtió Spinelli. “Se le debería informar a la población que no se le va a realizar el test que determine la cepa. El gobierno debería aclarar a quién le aplican el reactivo y a quién no”, consideró Spinelli.
La denuncia de un gremio docente en la ciudad de Buenos Aires es un ejemplo de la falta de iniciativa oficial. Desde Ademys, que agrupa a profesores de escuelas medias y superiores, reclaman desde marzo que el gobierno porteño realice fumigaciones “sistemáticas” en los colegios, sobre todo aquellos rodeados de parques, y que además entregue repelente tanto a docentes como al alumnado. “Estamos viendo casos de dengue en casi todas las escuelas, en docentes y en alumnos. El 31 de marzo se murió una maestra de Barracas, Laura López. Fue diagnosticada en el Hospital Muñiz y luego derivada al Méndez, donde fue mal atendida. Tenía diabetes, pero el dengue la mató”, contó a este diario María Isabel Grau, secretaria de prensa del sindicato. El reclamo por fumigaciones y repelente no tuvo eco en el gobierno del PRO.
Desde la cartera de Salud, Pérez Baliño adjudicó a la gestión kirchnerista la falta de acciones de prevención durante 2015, consideró que “el índice de mortalidad es muy bajo” y afirmó que la epidemia ya está “en la rama descendente”, debido a la llegada del frío.

Sin reactivo

Jorge vive en el conurbano, es enfermero y trabaja desde hace más de tres décadas en un hospital porteño. Tres semanas atrás empezó a tener un cuadro febril, típico del inicio del dengue: tuvo entre 38,5 y 39 grados varios días. Y se le sumaron dolores articulares, sin ningún otro foco agregado. Seis días después de caer enfermo fue al Hospital Santojanni a consultar. Le realizaron análisis de sangre, pero no de serología para confirmar cuál cepa lo había afectado. Le explicaron que solo le aplican el reactivo a 1 de cada 10 pacientes con síntomas de dengue. Lo mismo ocurre en otros hospitales en el país. Salvo que la persona afectada tenga alguna otra patología asociada, como por ejemplo, diabetes. Jorge no sabe cuándo fue picado por el mosquito Aedes aegypti, transmisor del virus. Pero se enteró de que un vecino, que tiene un vivero, también tuvo los mismos síntomas unos días antes que él. Le preocupa no saber qué cepa lo afectó. Se sabe, por el momento, que en el país está circulando la 1, que es la más benigna, igual que en el resto de la región. Después de que cayera enfermo con dengue, Jorge no recibió ninguna visita en su domicilio, en el conurbano, para fumigar su casa y las áreas aledañas.

Subregistro

Según informó el Ministerio de Salud, desde el 3 de enero y hasta el 30 de abril -último registro disponible- se notificaron 63.952 casos con sospecha de dengue (incluyendo probables, confirmados, descartados y en estudio). De ellos, 32.441 corresponden a casos confirmados o probables autóctonos distribuidos en 15 jurisdicciones del país, mientras que 2.551 corresponden a casos confirmados y probables importados, distribuidos en 23 provincias. Se descartaron 14.035 casos y permanecen en estudio 14.925. Los datos indican que en las primeras 17 semanas de 2016, desde que se declaró la epidemia, los casos acumulados superan casi en un 32 por ciento a los registrados en el 2009 para el mismo período. La diferencia entre ambos años para el mismo período es menor a la registrada en las pasadas semanas -que daban cuenta que superaban el 70 por ciento a los del 2009- a expensas del menor número de notificaciones observadas desde la semana del 13 al 19 de marzo. Hasta el momento, indica el parte oficial, “se reportaron 11 pacientes fallecidos con dengue que están siendo evaluados para su clasificación final”. Esta es la peor epidemia de dengue de la historia argentina. Pero el subregistro de casos, en realidad, sería altísimo.
-Si no le aplican el reactivo a todos los pacientes con síntomas de dengue, ¿esa cifra no es mentirosa? -observó este diario en diálogo con el viceministro de Salud.
-Las epidemias tienen tres etapas: la de prevención, la segunda, cuando ya llegó, de contención, y la tercera, de mitigación, tratar de que la gente no se muera. Estamos en esa etapa. El número de casos pierde valor. No es necesario aplicarles el reactivo a todos los pacientes para conocer la serología -respondió el funcionario.
Se realiza el análisis cada diez casos, para confirmar qué cepa sigue circulando. Las provincias más afectadas, señaló Pérez Baliño, son Formosa y Misiones. Pero la transmisión sostenida del virus se mantiene, de acuerdo con el reporte semanal del Ministerio, en las provincias de Buenos Aires, CABA, Córdoba, Corrientes, Chaco, Entre Ríos, Formosa, Jujuy, Misiones, Salta, Santa Fe y Santiago del Estero. Por otra parte, se verifica transmisión circunscripta a localidades, barrios o conglomerados con casos autóctonos y probables en Catamarca y Tucumán, y casos aislados autóctonos en La Rioja.
Por debajo de los 12 grados de temperatura el mosquito adulto ya muere, pero las larvas, no, (pueden sobrevivir hasta un año sin agua y resisten temperaturas bajas), con lo cual, indicó Pérez Baliño, entre julio y agosto deberían comenzar las tareas de prevención, eliminando los reservorios donde puedan permanecer. Será tarea para cada hogar.

POR FEDERICO KUCHER Sin rumbo y a los codazos

Sturzenegger insiste en mantener la tasa de interés alta para evitar presiones inflacionarias, mientras Prat-Gay cuestiona su efecto recesivo. Melconian toma distancia de los créditos hipotecarios que impulsa el titular del Banco Central.
Las internas entre los funcionarios del equipo económico de Mauricio Macri empezaron a tomar fuerza en las últimas semanas. El nivel de la tasa de interés que rinden las Lebacs es uno de los principales puntos de discusión entre el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, y el titular del Palacio de Hacienda, Alfonso Prat Gay. El primero insiste en mantener la tasa alta para evitar presiones sobre la inflación, mientras que el segundo asegura que es tiempo de bajarla para no potenciar el enfriamiento de la economía. Pero el 37,5 por ciento de las Lebacs no es el único foco de discusión en el elenco estable de funcionarios de Cambiemos. Sturzenegger también enfrenta las críticas del presidente del Banco Nación, Carlos Melconian, quién es uno de los economistas más escuchados por Mauricio Macri. El Banco Nación, que explica más del 50 por ciento de los activos de todo el sistema financiero, se negó a ingresar a los planes de créditos indexados por inflación propuestos por el Central y comenzó a armar su propio esquema de préstamos hipotecarios, en donde las cuotas ajustarán en función de la evolución de los salarios.
Las Lebacs fueron la estrategia central de la autoridad monetaria en los últimos meses para contener la emisión, restar presiones sobre el tipo de cambio y, según las autoridades del Central, controlar el proceso inflacionario a través de la tasa de interés, en un esquema que transita hacia los modelos de metas de inflación que aplican otros países de la región. El costo de esta estrategia fue subir la tasa de interés que rinden las Lebacs hasta el 38 por ciento. En lo que va del año, la entidad a cargo de Sturzenegger pagó más de 40 mil millones de pesos en concepto de intereses generados por estos títulos y el monto para todo 2016 subiría a más de 200 mil millones, una cifra que equivale a la tercera parte de la base monetaria. La crítica del ministerio de Hacienda no se vincula únicamente al enorme pasivo que ha generado este esquema de bicicleta financiera alentado desde la autoridad monetaria, sino que se concentra en el incremento sobre el costo del financiamiento para los consumidores y empresas que provocó la suba de más de 10 puntos porcentuales en el rendimiento de Lebacs. Para tomar un ejemplo, las líneas de crédito personal para consumo pagaban una tasa del 35 por ciento a mitad del año pasado, mientras que ahora el costo de estos préstamos ascendió a 42 por ciento. “Lo que falta es que el Banco Central, que es una entidad independiente, encuentre cuál es el momento ideal para hacer el recorrido de tasas a la baja, pero no hay duda de que eso va a ocurrir más pronto que tarde”, dijo Prat Gay en los últimos días dando un mensaje directo al titular del Central. Pero por el momento Sturzenegger sólo tuvo un gesto diplomático, al hacer pasar la tasa de 38 al 37,5 por ciento, una reducción que no alcanza para modificar costos del financiamiento para la población.
Los conflictos internos entre los funcionarios de Cambiemos acerca de cómo llevar adelante la política económica fueron más allá del nivel de las tasas y se observaron también en el caso de los créditos para la vivienda a la clase medida. Esta fue una de las promesas de campaña de Mauricio Macri que, a diferencia de lo ocurrido con la unificación del tipo de cambio y la quita de retenciones, todavía no ha se ha concretado. Sturzenegger lanzó en el último mes una normativa para que los bancos comerciales empiecen a ofrecer préstamos hipotecarios con cuotas indexadas por el nivel de precios minoristas. Hubo varias entidades públicas y privadas que se comprometieron a promocionar los créditos, pero a más de tres semanas del anuncio no se han concretado operaciones. El detalle llamativo fue que el Banco Nación, la entidad financiera con mayor proporción de depósitos de todo el sistema, no acompañó la propuesta de la autoridad monetaria, quedando fuera de la lista de bancos adheridos al plan de créditos ajustables por inflación. En los últimos días desde el Banco Nación fueron aún más lejos y anticiparon que ya trabajan en una contrapropuesta a los créditos del Central. La entidad pública lanzará en el corto plazo financiamiento para adquirir una vivienda con cuotas ajustadas a la evolución de los salarios. Melconian ya le había advertido a Sturzenegger que sacar créditos indexados por precios no tenía sentido hasta que baje la inflación, la cual lejos de desacelerar continúa en alza, con abril cerrando por encima del 7 por ciento, la cifra más elevada para un mes de los últimos 14 años.
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