martes, 2 de febrero de 2016

DE LA CAMPAñA DEL 89 A LA RECIENTE IMPUTACION Lula, el blanco seguro de los medios opositores

“Ocurre que para jueces y fiscales Lula da Silva representa un ‘objeto de deseo...una obsesión’”, afirmó un ministro de Dilma.
Imagen: AFP

En Brasil, investigaciones académicas y periodísticas demuestran que desde hace más de dos décadas se aplica una estrategia de desinformación para demonizar al líder del PT.

Por Darío Pignotti

Página/12 En Brasil

Desde Brasilia

“Las barbaridades que se están diciendo contra Lula no me sorprenden porque eso viene desde hace tiempo. Yo conozco de primera mano lo que hicieron para perjudicarlo en las elecciones del 89, cuando perdió contra Collor de Melo, candidato apoyado por la (cadena) Globo. Pasaron cosas muy raras. La policía detuvo a unos guerrilleros, los obligó a ponerse camisetas del PT y después los mostraron para asociar a Lula con la lucha armada.”

Quien cuenta la historia es Carlos Paz, hijo del argentino Humberto Paz, un ex combatiente del Frente Sandinista que hace 27 años viajó a Brasil para coordinar el secuestro de un empresario. Faltaban pocos días para la segunda vuelta entre Lula y Collor cuando la policía cercó al grupo armado que sólo sería “mostrado ante la televisión el domingo 17 de diciembre, el día que la gente estaba yendo a votar. Obvio, querían sacarle votos a Lula. Y los medios, como eran parte de la operación de desprestigio, mostraron a los detenidos con remeras del PT” recordó Carlos Paz.

Radicado en San Pablo desde hace años Paz dialogó telefónicamente con Página/12 mientras arreciaba la campaña periodístico-judicial que desembocó el viernes pasado en un nuevo ataque contra el ex tornero mecánico. Citado a declarar por un fiscal Cassio Conserino que al parecer pone más cuidado en el peinado voluminoso exhibido en la golpista revista Veja, que en respetar los códigos penal y procesal.

Lula despierta la desconfianza del letrado Conserino por haber pagado cuotas de un departamento frente al mar en un edificio del sindicato de bancarios, transacción registrada ante notario, junto a otras compras ponderadas como sospechosas por la prensa incluyendo un bote de aluminio, sin motor valuado en 1250 dólares. Un diario publicó la noticia del botecito en su tapa del último sábado. Por cierto esa embarcación, que parece de lata, retrata la simpleza de Lula antes que la vida fastuosa que sería costeada con plata lavada del escándalo en Petrobras, como insinúan los medios y parte de la Justicia.

“No es un crimen comprar un departamento por medio de una cooperativa de trabajadores...no se debe criminalizar a los dirigentes de izquierda como hizo el diario O Globo de este domingo” afirmó ayer el titular de la Central Unica de Trabajadores, Vagner Freitas.
Obsesión

Ocurre que para jueces y fiscales el líder del PT representa un “objeto de deseo...una obsesión” que sólo será superada cuando lo cacen, afirmó el ministro Jaques Wagner, jefe de gabinete de la presidenta Dilma Rousseff.

Freitas habló la semana pasada al conocerse denuncias sobre las presiones del Ministerio Público Federal sobre los imputados en el caso “Petrolao” para que acusen a Lula y quienes lo hacen (no importa si mienten) se les reducen de sus penas. Esto prueba que cuando se trata de Lula, también el foro federal muestra menos apego a los códigos que a sus objetivos políticos.

La politización de la Justicia brasileña está en línea con la observada en otros países latinoamericanos que decantan hacia una restauración conservadora más o menos explícita.

En el estado de excepción que comienza a imperar en Brasil a los líderes progresistas y dirigentes populares no se les garantiza el derecho de defensa (y cada vez menos el de protesta) del que gozan, a veces rozando la impunidad, jefes conservadores como Fernando Henrique Cardoso a quien ningún juez citó desde 1997 año en que se compraron legisladores (algo admitido por el ex gobernante) para reformar la Constitución antesala de su reelección en 1998.
1989-2016

Volvamos a las elecciones de 1989 y el diálogo con Carlos Paz, el hijo del guerrillero argentino Humberto, sobre las trampas para impedir la victoria del PT. Los secuestradores disfrazados a la fuerza de petistas fueron sólo parte de aquella campaña electoral anómala en la que una ex novia de Lula lo acusó, ante cámaras, de haberla obligado a abortar, algo que ella desmentiría meses más tarde además de reconocer el cobro de un soborno de miles de dólares.

Aquel fraude electrónico de 1989 fue objeto de una investigación dirigida por la doctora en comunicación Diana Paula de Souza, de la Universidad Federal de Río de Janeiro e inspiró un documental de la cadena británica BBC, que fue prohibido por la justicia brasileña haciendo lugar a un pedido del multimedios Globo.

Desde 2012 el investigador Venício Lima, de la Universidad de Brasilia, publicó varios ensayos sobre los embates contra la democracia y contra Lula orquestados por Globo desde los años 80 hasta el presente.

En suma, investigaciones académicas y periodísticas demuestran, con rigor, que a partir de 1989 comenzó a aplicarse una estrategia de desinformación orientada a demonizar la imagen de Lula, y limar su persistente popularidad.

Hasta 2002 se buscaba impedir que llegara al Palacio del Planalto y a partir de 2003 que su gobierno fuera un fracaso.

Para la construcción de esas mentiras verdaderas (así llamadas porque acabaron por tener efecto real), la industria de la información se alió a diversos grupos de poder factual o institucional, según el caso.

En la campaña de 1989 la Federación de Industrias de San Pablo (la misma que en 2015 abogó por el impeachment contra Dilma Rousseff) amenazó con la migración en masa de empresarios a Miami a si vencía el candidato del PT, pintado por Globo como un cómplice de la lucha armada que secuestro al millonario Abílio Diniz y enemigo de la propiedad privada.

Devaríos similares, siempre dirigidos contra Lula, surgieron en 2005 cuando se publicaron extensas notas basadas en presuntos informes de la Agencia Brasileña de Inteligencia sobre los “tentáculos de las FARC en Brasil” (tapa de la revista Veja) donde la “narcoguerrilla” habría aportado dinero para financiar la campaña presidencial de 2002.

El año 2005 es importante en la reseña sobre los ataques de los que fue víctima el ex gobernante dado que a partir del escándalo del “Mensalao”, sobre los nunca bien demostrados sobornos pagados por el PT, la Justicia comenzó a trabajar como aliada casi permanente de los grupos mediáticos. Ese protagonismo compartido entre editores y jueces ocupó el vacío parcial dejado por la derecha partidaria, debido al desgaste y las disputas internas del Partido de la Socialdemocracia Brasileña de Fernando Henrique Cardoso y Aécio Neves, el candidato presidencial derrotado en 2014.
Carnaval

Fracasadas las estrategias para impedir que sea electo presidente y luego que sus dos gobiernos fueran un fracaso, la nueva premisa de los enemigos de Lula es acabar con su capital político para quitarlo de la carrera hacia los comicios de 2018. “Están tratando de derretir a Lula para después destruir al PT, esto empezó antes de que lleguemos a la presidencia en 2002” afirmó el titular del partido gobernante Rui Falcao poco después de la denuncia presentada el viernes pasado por el fiscal Cassio Conserino.

La citación del fiscal paulista Conserino para que Lula comparezca el 17 de febrero, después del carnaval, es un episodio complementario dentro de una narrativa mayor a cargo del juez federal Sergio Moro responsable de la causa por del Petrolao.

Seguramente el fiscal adoptó semejante iniciativa política, la de convocar a Lula, con la venia del gobernador de San Pablo Geraldo Alckmin, uno de los caciques del Partido de la Socialdemocracia Brasileña y aspirante a la presidencia en 2018.

Tampoco parece coincidencia que este fin de semana Alckmin haya pronunciado declaraciones duras contra Lula y su partido, mientras un diputado socialdemócrata anunciaba que solicitará a la Justicia la “extinción” del PT.

El viernes que vienen empieza el desfiles de carrozas en el carnaval de San Pablo y el domingo en el Sambódromo de Rio de Janeiro. Según un dictado popular Brasil comienza a funcionar “después del carnaval”. Habrá que aguardar para saber si la oposición espera y esa máxima se cumple en la guerra política que tiene a Lula como blanco.

01/02/16 Página|12


 

Reflexiones sobre la Cumbre de la CELAC en Ecuador Por Pedro Brieger. Director de Nodal.

La cuarta cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) realizada en Quito el 27 de enero demostró la vigencia de este organismo regional creado hace casi seis años. A pesar de las dificultades que tienen los presidentes para asistir a tantos eventos internacionales, la mitad de los 33 países envió a sus presidentes o primeros ministros. Salvo los presidentes de Argentina, Surinam y Uruguay llegaron a Quito 9 presidentes de UNASUR, lo que marca la importancia que le otorgan todos a la CELAC.

La consolidación de este organismo regional sin lugar a dudas es un logro de la corriente progresista que tomó la iniciativa de crearlo, como dijo Evo Morales durante su intervención cuando recordó que sus inspiradores habían sido Hugo Chávez, Néstor Kirchner y Lula da Silva, y que la CELAC había nacido “para liberarnos de la dominación imperial”, en clara alusión a los Estados Unidos. A nadie se le escapa que la CELAC fue creada para excluir a los Estados Unidos de un organismo continental que incluye 33 de los 35 países del continente, y para incluir a Cuba, marginada de la Organización de Estados Americanos (OEA) en la década del sesenta, como recordó Rafael Correa. De la misma manera, cualquier conocedor de la historia americana sabe que la OEA fue impulsada por los Estados Unidos en 1948 para brindarle legitimidad a sus políticas mucho antes de la revolución cubana de 1959.

Recién con el advenimiento de una fuerte corriente progresista (en el más amplio sentido de la palabra) iniciado el siglo XXI se pudo comenzar a pensar en organismos regionales independientes de la tutela norteamericana, y es así que nacieron la UNASUR en 2008 y la CELAC en 2010. El gran mérito de los fundadores de la CELAC fue plantear un diseño estratégico regional con una fuerte impronta ideológica que fuera aceptada incluso por los gobiernos que podían tener profundas diferencias ideológicas con sus creadores, de la misma manera que lo lograron en UNASUR. Es así que hoy, en el proceso de paz en Colombia -uno de los hechos más relevantes de los últimos años en el continente- es la CELAC la que juega un rol central dejando fuera a la OEA, lo que hubiera sido impensable diez o veinte años atrás. Más aún, es innegable que la incorporación de Cuba a la CELAC fue fundamental para que las negociaciones entre el gobierno de Colombia y las FARC se concretaran y tuvieran a la isla como sede de los encuentros, con Raúl Castro jugando un rol destacado. El presidente Rafael Correa, en su carácter de anfitrión de la cumbre, marcó los lineamientos estratégicos para la CELAC al plantear que ésta debería suplantar a la OEA en un futuro cercano. “Creemos –dijo Correa- que CELAC debe reemplazar a la Organización de Estados Americanos, OEA, que jamás funcionó adecuadamente pero que hoy es más anacrónica que nunca. Fidel (Castro) la llamó el ministerio de las colonias. Necesitamos un organismo latinoamericano y caribeño capaz de defender los intereses soberanos de sus miembros. La OEA nos alejó de ese propósito reiteradamente. Por ejemplo, cuando expulsó a Cuba de su sede en 1962, o 20 años después en la Guerra de Las Malvinas en 1982, cuando se destrozó el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, TIAR, que exigía una respuesta continental frente a una agresión militar externa a uno de los miembros de la OEA”.

Es posible que no todos estén de acuerdo con el planteamiento del presidente Rafael Correa, pero la paz en Colombia es un termómetro de la disputa que existe hoy entre aquellos que quieren reforzar la CELAC y los que prefieren recostarse en la OEA bajo la hegemonía estadounidense.

Nodal
www.nodal.am
 

La vuelta a la naturaleza o el buen salvaje neoliberal Por Daniel Santoro

Ingrávidos, sin el peso de las herencias simbólicas, podremos ingresar al fin, con la naturalidad del buen salvaje, al paraíso “naturalizado” del poder global financiero.

El actual gobierno se plantea, no tanto como un nuevo comienzo fundacional, sino más bien como una vuelta a la amable y eterna naturaleza de las cosas.

Esto no podría lograrlo sin antes emprender la tarea de un desmontaje de los lugares de mayor densidad simbólica e ideológica, lugares en torno a los cuales el peronismo, y luego el kirchnerismo, produjeron y replantearon la novedosa articulación entre pueblo y nación, expresada sobre todo a lo largo de los 3 últimos gobiernos.

Esta herencia simbólica se mostró en salones, monumentos, abigarrados fondos iconizados que enmarcaban las cadenas nacionales (maquetas, billetes, Eva Perón, Belgrano, Moreno, los héroes latinoamericanos, etc.), incluso afuera, por detrás de los ventanales no se dio descanso a los requerimientos escópicos, una Juana Azurduy, con su sable erecto, interpelaba a los gobernantes que se sentaban en el sillón de Rivadavia, un sillón de pronto ocupado ahora por un simpático perrito callejero, que por supuesto no tiene en su naturaleza hacer el mal.

El nuevo régimen escópico cambió estas memorabilias nacionales por amistosas fotos de familia sacadas en parques y jardines, fondos de pura naturaleza, sin requerimientos, sin claves visuales a desentrañar; solo una muda y primitiva parodia danzante en el balcón de nuestros más caros discursos fundacionales bastó para que entendiéramos el nuevo paradigma, y ésta vuelta de lo natural incluye por supuesto el papel moneda, por tierra mar y aire se muestra la incontenible fuerza de la naturaleza, se exhibe un territorio a explorar, libre de cualquier prejuicio ideológico, purgado de las molestas pretensiones del que viene con opiniones propias.

Ingrávidos, sin el peso de las herencias simbólicas, podremos ingresar al fin, con la naturalidad del buen salvaje, al paraíso “naturalizado” del poder global financiero.

Mientras tanto aquí, en nuestra tierra, los compañeros continúan tramitando el duelo de la derrota, se suceden las reuniones, las charlas informales, los intentos de alguna orgánica, se dice “algo tendríamos que hacer”, de alguna manera todo sirve para desangustiarnos, las más diversas opiniones circulan con total libertad, se duda de todo, ¿realmente hubo una voluntad de ganar?

¿Será Cristina la conducción?

¿Todo éste caos se ordenará con su vuelta al centro de la escena?

¿Será ella el factor de unidad, o precipitará las rupturas en espera?

Otros compañeros decidieron transitar esta etapa traumática reunidos en parques y plazas, dan pequeñas batallas asamblearias, se entregan a un desgaste inevitable y los hacen al ritmo y en el lugar que el adversario decide con su loco compas de verano, todo a contramano de los conocidos manuales de estrategia.

Es fácil advertir que la noticia más ansiada por nuestro enemigo será la de la ruptura del sistema kirchnero-peronista, la pinza metafísica ya está operando, por un lado el desmontaje simbólico naturalista y por el otro la inminente extracción del núcleo peronista que estructura al kirchenrismo, de modo tal que el kirchnerismo deshuesado pueda -cumpliendo una cruel paradoja- ser ese partido progresista que se insinúa en algunos parques metropolitanos (tan lejos de los conurbanos).

Hay compañeros que sueñan el sueño del enemigo, el deseo que el kirchnerismo sea ese partido, un poco PI, un poco flácido y finamente purificado de la mugre peronista.

¿Y que de los sabrosos restos óseos del peronismo? con ellos seguramente se hará un puchero (un muleto liberal opositor), alimento nutritivo para las corporaciones.

Será la tarea de quienes se asuman como la conducción del conjunto de nuestro movimiento aplicar el delicado “arte de la conducción” (también entendiendo éste arte como la posibilidad de transformar la naturaleza).

Sin éste complejo equilibrio que implicará renuncias, gestos de grandeza, extrema comprensión, empatía e incluso misericordia, la catástrofe que se anuncia en el horizonte será inevitable, y al menos los próximos 8 años serán, “naturalmente”, de Macri.

DS/

Fuente: Nacioal y Popular
http://nacionalypopular.com

Compromiso Por Eduardo de la Serna*

En general sabemos qué significa esa palabra, "compromiso". Se trata de "meterse", "jugarse", "empeñarse". Puede ser vista de un modo negativo: "usted me compromete", "me pones en un compromiso", pero precisamente porque significa que esa persona queda "ligada", casi "atrapada" por aquello. Sea esto negativo… o también positivo. Antiguamente los novios se "comprometían", lo que significaba que la ligazón que ya tenían de amor en el noviazgo querían reforzarla en vistas a una unión todavía mayor, que era el matrimonio.
Es cierto que, con razón o sin ella, en general muchos escapan hoy a los compromisos. Se prefiere, por ejemplo, una pareja a prueba, o se trata de evitar comprometerse. Pero de cualquier manera los "compromisos" allí están. Un contrato, por ejemplo, es un compromiso, un juramento también lo es. Y, aunque no haya nada "firmado" el amor también compromete con el otro. Cuando es verdadero compromete tanto que Jesús dijo que el amor más grande es dar la vida por los que se ama.

En general, sin embargo, podemos decir que el compromiso no viene "de afuera" sino "de adentro". Uno no "es comprometido" sino que "se compromete", y esto "liga", "atrapa" a la persona con aquello que confirmó.

En cierta manera, pareciera más cómodo no tener compromiso alguno. Uno parece moverse en el etéreo espacio dizque de la libertad. "Hago lo que quiero porque no tengo compromisos." Y –obviamente– no quiero que "de afuera" me comprometan en aquello que yo no quiero.

Podríamos decir que el "amor light", que se caracteriza meramente por el sentimiento no que "compromete" con "el otro" (o "la otra"), tiene sólo la firmeza de un sentimiento. Pero hay otro amor que podemos llamar "militante"; un amor que compromete, que liga con el / la otro / a.
Ciertamente la característica del amor, o del compromiso, es la libertad. "Elijo" comprometerme o no, amar o no. Y nadie podría comprometerme a lo que no he elegido.
Toda militancia es compromiso. Nadie puede comprometer a otro. Aunque, por cierto, el ejemplo-testimonio de los y las comprometidos puede impulsar (a veces sin un mesurado análisis) hacia un compromiso.

Una cosa que celebro de la década pasada es la vuelta de los comprometidos, los militantes. Sin duda alguna enormemente menor que los compromisos a los que nos habituamos los militantes de los '70, pero –también sin duda– gigantemente mayor que aquella de los '90.

A lo mejor un error de los últimos tiempos fue sobrevalorar la militancia. No que esta no exista, por cierto… pero que no es de la dimensión necesaria para cambiar nuestro presente. Y la abundancia de quienes no quieren comprometerse, de los que no ven la necesidad de hacerlo resultó formidable. La abundancia de invitaciones a los espacios de "no compromiso" resulta enormemente atractiva para aquellos que prefieren "durar y transcurrir" antes que "honrar la vida". Que tienen ese derecho. Son los que prefieren los globos amarillos, la invitación a ser felices sin compromisos, los que depositan su voto sin saber –o sin querer saber– que les guste o no eso sí es un "compromiso".

Un ejemplo evidente de todo esto es la "negación de la historia". Como "maestra de vida", al decir de Cicerón, la historia "compromete". Mirándola resulta imposible decir "yo no sabía". Los cuadros de personajes de la historia en el despacho presidencial fueron remplazados por cuadros de pintores y hasta una foto del obelisco; los próceres (o no) de los billetes remplazados por animalitos. La cosa es la propuesta del discurso light. El mismo que dice que Peña Nieto, presidente de México, le preguntó dónde aprendió a bailar, o que la reunión con el primer ministro inglés había sido "muy linda". La cosa es invisibilizar el compromiso, aunque este exista.

Pero algunos hemos elegido comprometer la vida. Hacer del Evangelio una militancia, y esto significa jugarse por los pobres. Y nos dan ganas de decirle a cada uno que viene a quejarse por los aumentos de la luz: "¿y vos a quién votaste?", o de los que lloran la desocupación de un ser querido, o los aumentos de precios de la canasta básica, "Y… ¿no se te ocurrió pensarlo antes?"

Porque es cierto que el compromiso muchas veces nos pasa por la puerta. Y timbra. Y podemos dejarlo pasar de largo, o podemos ligarnos a él y saber que de nosotros también depende un futuro mejor. No es tarde… faltan dos años. Y solamente cuatro. «

* Coordinador del Movimientos de Curas en Opción por los Pobres.