El macrismo va por todo? Si se tiene en cuenta los frentes abiertos en simultáneo, la respuesta pareciera obvia. Basta enumerarlos: sacar a Venezuela del Mercosur, levantar el cepo cambiario y negociar con los holdouts, elevar el piso impositivo, modificar la estructura policial sometiendo en los hechos la Federal a la Metropolitana, derogar el DNU que devuelve a las provincias el 15% de los fondos coparticipables, eliminar las retenciones a las exportaciones agrarias, recibir los atributos del mando en la Casa Rosada.
No es una enunciación taxativa, sino un registro de la escarpada escalada discursiva entre Cristina y Mauricio. Ambas partes juegan fuerte, pero conviene no equivocarse: Macri no ganó las elecciones para dejarse torcer el brazo, salvo que no le quedara ningún otro remedio.
El realineamiento internacional de la Argentina está en la naturaleza de la victoria amarilla. Esperar otra cosa sencillamente resulta insensato. Deducir del realineamiento la fractura del Mercosur supone desconocer el mapa sudamericano actual. Ahora bien, ese mapa está en pleno proceso de transformación. En Venezuela se está votando la renovación parlamentaria, y el resultado no es un asuntillo menor. La derrota del oficialismo chavista, perfectamente posible, iría acompañada de un segundo peligro: el gobierno de Dilma Rousseff atraviesa el peor momento del segundo mandato; en medio de una grave crisis económica soporta un nivel de asedio parlamentario capaz de destituirla constitucionalmente. Y nadie ignora que Brasil es el aliado "secreto" decisivo del chavismo. De modo que si la victoria electoral de Nicolás Maduro se terminara produciendo, la derrota de Dilma lo pondría en un terreno sumamente resbaladizo. Pues bien, la apuesta de Macri es clara: la suerte de ambos estaría resuelta en el tiempo y por tanto el frente Caracas- Brasilia-Buenos Aires sólo podría rearticularse mediante una renegociación con USA. No tiene por qué suceder ya, pero los vientos soplan en esa dirección; por tanto, la apuesta internacional conservadora no resulta insensata.Y la negociación con los holdouts, con los bonistas del juez Griessa, viaja en ese combo. En el marketing político amarillo levantar el cepo, conviene señalarlo, tiene el valor de una bandera diferencial. Dos argumentos se cruzan para sostener la decisión: el cepo no sirve, reza el primero; no sólo no permite conservar las reservas del Banco Central, sino que espanta el ingreso de dólares. El segundo impacta más fuerte: si tengo dinero para ahorrar quiero los dólares. Si tengo que pagar el valor del blue me estan metiendo la mano en el bolsillo, ya que tengo tanto derecho como las empresas a resguardar mi patrimonio. Es posible criticar el argumento, señalar sin equivoco su carácter "propioculista", pero tampoco exageremos: los que disponen de capacidad de ahorro optan –mas allá de su ideología- por resguardarlo en moneda dura. Y pedir otra cosa supone medir a los particulares con una vara distinta que a las empresas. En las actuales condiciones del capitalismo globalizado ese comportamiento perdió principio de realidad, y basta leer las declaraciones patrimoniales de los senadores para comprobarlo.
Retomemos el hilo. El argumento sobre la ineficacia del cepo no es novedoso y, si bien la merma de reservas puede explicarse de varios modos –abrupta caida de los intercambios comerciales en el mercado mundial, sin olvidar la fuga estructural de divisas–, la falta de cash no puede ignorarse. Por tanto, recomponer activos líquidos es una tarea del nuevo gobierno mas allá de su coloratura política. Y la relación entre reservas y paridad cambiaria tampoco puede desconocerse. Los dueños de los granos ensilados, equivalen a mas 7000 millones de dólares, estarían aguardando el cambio de cotización, sumado a la baja de las retenciones, para vender; es decir, para terminar ingresando dólares a las arcas del Banco Central.
Anticipar la devaluación constituye un caso clavado de mala praxis; ningún economista profesional serio actua de semejante modo. Macri hizo de la cotización del dólar una bandera electoral. De modo que obligado por su discurso de campaña debiera salir del cepo ya. Ahora bien, Alfonso Prat-Gay sostuvo ayer en declaraciones a La Nación: "Vamos a cumplir con esa promesa lo más rápido y lo más prolijo que se pueda. Si podemos hacerlo el 14 (de diciembre), lo haremos el 14, y si no, cuando veamos que estén dadas las condiciones. Entre otras, que haya nuevas autoridades en el Banco Central, porque levantar el cepo con las autoridades actuales sería bastante difícil de implementar."
Vale le pena recalcalcar que sin "nuevas autoridades" no se levantaría el cepo, y lo pongo en condicional aunque el futuro ministro fue tajante. ¿Mi razón? Han producido tantas "definiciones" en un sentido como en el contrario que considero prudente la cautela. Prat-Gay sostuvo además en la misma entrevista: "Hay un descuido voluntario de autoridades que han hecho del control un culto.
Ese control no se ve ahora. En nuestro esquema, además de liberar el cepo, tenemos en la cabeza las paritarias de marzo y vamos a plantear a mediados de enero un acuerdo amplio entre sindicatos y empresas en el que hay tres partes en la mesa y cada uno va a tener que poner una parte para que esto se coordine de la mejor manera posible. La fecha de referencia para los precios va a ser 30 de noviembre. Quiere decir que los precios van a ser revisados en el marco del nuevo acuerdo, con un compromiso muy claro de establecer metas de inflación decrecientes a lo largo del mandato."
En campaña sostuvieron que el mercado manda y ahora propician un acuerdo "amplio entre sindicatos y empresas"; antes los precios cuidados no eran política amarilla, ahora se desdicen informando que los "precios van a ser revisados" y que la "fecha de referencia" será el 30 de noviembre. Aunque la remarcación comenzó el 23 de noviembre los precios de referencia se tomarían una semana mas tarde, convalidandola; al tiempo que responsabilizan del "descuido voluntario" a las actuales autoridades. De sostener que el alza de precios era responsabilidad de Cristina, a intentar un acuerdo de precios y salarios –política tradicional del peronismo denostada por los liberales– la distancia no es breve. Queda sin embargo una zona gris: ¿Qué pasa hasta las negociaciones de enero? ¿Vale el viva la pepa del descontrol? Veremos. El realismo a lo Duran Barba pareciera la norma; solo se hace lo que se puede.
Capital político y capital semiótico
Un shock devaluatorio como el propiciado por los CEOs pareciera haber sido abandonado. Hasta los subsidios, explicó Prat-Gay, no serán desechados. Mas aún: "Vamos a proponer la devolución del IVA a los bienes de la canasta básica de una franja de la población vulnerable", sostuvo el funcionario, porque va a ser una de las "maneras en que protegemos a los sectores más vulnerables de las correcciones de precios".
Una cosa es el discurso de campaña, otra las "efectividades conducentes". De lo contrario, la capacidad de sobrevivencia de una fuerza que carece de tradición política, obligada a reclutar gerentes porque no le resulta sencillo obtener cuadros de otras procedencias, quedaría en entredicho. Plantear el fin de la "crispación K" agrada a muchos; sostenerla con igual o mayor intensidad en sentido inverso, a muy pocos. El impacto político de un shock devaluatorio pone en peligro dos terceras partes de los votos amarillos. Es cierto que no se vota hasta dentro de dos años, pero soportar el desgaste de minorias dinámicas movilizadas en compañía de una mayoría descontenta, equivale a poner el destino de la gobernabilidad en la capacidad operativa del aparato represivo. Para los que intentan someter a la Federal, en caso que continúen por tan compleja senda no pareciera una buena idea.
No se trataría, eso sí, de un virage pequeño. Y por cierto, lo que no se hace ahora será muchísimo mas difícil de ejecutar mas tarde.
De modo que Mauricio jugará su capital semiótico en otro terreno: los atributos del poder: dónde recibir el bastón y la banda mientras se ejecuta la marcha Ituzaingó. Cristina puede negarse a entregarle los instrumentos formales del poder en la Casa Rosada, en tal caso lo hará el presidente de la Corte Suprema; el gesto puede leerse en diversas direcciones, algo queda claro, Macri elige la cancha y transformar la derrota electoral en victoria semiótica no esta en manos de Cristina.
iNFO|news
No es una enunciación taxativa, sino un registro de la escarpada escalada discursiva entre Cristina y Mauricio. Ambas partes juegan fuerte, pero conviene no equivocarse: Macri no ganó las elecciones para dejarse torcer el brazo, salvo que no le quedara ningún otro remedio.
El realineamiento internacional de la Argentina está en la naturaleza de la victoria amarilla. Esperar otra cosa sencillamente resulta insensato. Deducir del realineamiento la fractura del Mercosur supone desconocer el mapa sudamericano actual. Ahora bien, ese mapa está en pleno proceso de transformación. En Venezuela se está votando la renovación parlamentaria, y el resultado no es un asuntillo menor. La derrota del oficialismo chavista, perfectamente posible, iría acompañada de un segundo peligro: el gobierno de Dilma Rousseff atraviesa el peor momento del segundo mandato; en medio de una grave crisis económica soporta un nivel de asedio parlamentario capaz de destituirla constitucionalmente. Y nadie ignora que Brasil es el aliado "secreto" decisivo del chavismo. De modo que si la victoria electoral de Nicolás Maduro se terminara produciendo, la derrota de Dilma lo pondría en un terreno sumamente resbaladizo. Pues bien, la apuesta de Macri es clara: la suerte de ambos estaría resuelta en el tiempo y por tanto el frente Caracas- Brasilia-Buenos Aires sólo podría rearticularse mediante una renegociación con USA. No tiene por qué suceder ya, pero los vientos soplan en esa dirección; por tanto, la apuesta internacional conservadora no resulta insensata.Y la negociación con los holdouts, con los bonistas del juez Griessa, viaja en ese combo. En el marketing político amarillo levantar el cepo, conviene señalarlo, tiene el valor de una bandera diferencial. Dos argumentos se cruzan para sostener la decisión: el cepo no sirve, reza el primero; no sólo no permite conservar las reservas del Banco Central, sino que espanta el ingreso de dólares. El segundo impacta más fuerte: si tengo dinero para ahorrar quiero los dólares. Si tengo que pagar el valor del blue me estan metiendo la mano en el bolsillo, ya que tengo tanto derecho como las empresas a resguardar mi patrimonio. Es posible criticar el argumento, señalar sin equivoco su carácter "propioculista", pero tampoco exageremos: los que disponen de capacidad de ahorro optan –mas allá de su ideología- por resguardarlo en moneda dura. Y pedir otra cosa supone medir a los particulares con una vara distinta que a las empresas. En las actuales condiciones del capitalismo globalizado ese comportamiento perdió principio de realidad, y basta leer las declaraciones patrimoniales de los senadores para comprobarlo.
Retomemos el hilo. El argumento sobre la ineficacia del cepo no es novedoso y, si bien la merma de reservas puede explicarse de varios modos –abrupta caida de los intercambios comerciales en el mercado mundial, sin olvidar la fuga estructural de divisas–, la falta de cash no puede ignorarse. Por tanto, recomponer activos líquidos es una tarea del nuevo gobierno mas allá de su coloratura política. Y la relación entre reservas y paridad cambiaria tampoco puede desconocerse. Los dueños de los granos ensilados, equivalen a mas 7000 millones de dólares, estarían aguardando el cambio de cotización, sumado a la baja de las retenciones, para vender; es decir, para terminar ingresando dólares a las arcas del Banco Central.
Anticipar la devaluación constituye un caso clavado de mala praxis; ningún economista profesional serio actua de semejante modo. Macri hizo de la cotización del dólar una bandera electoral. De modo que obligado por su discurso de campaña debiera salir del cepo ya. Ahora bien, Alfonso Prat-Gay sostuvo ayer en declaraciones a La Nación: "Vamos a cumplir con esa promesa lo más rápido y lo más prolijo que se pueda. Si podemos hacerlo el 14 (de diciembre), lo haremos el 14, y si no, cuando veamos que estén dadas las condiciones. Entre otras, que haya nuevas autoridades en el Banco Central, porque levantar el cepo con las autoridades actuales sería bastante difícil de implementar."
Vale le pena recalcalcar que sin "nuevas autoridades" no se levantaría el cepo, y lo pongo en condicional aunque el futuro ministro fue tajante. ¿Mi razón? Han producido tantas "definiciones" en un sentido como en el contrario que considero prudente la cautela. Prat-Gay sostuvo además en la misma entrevista: "Hay un descuido voluntario de autoridades que han hecho del control un culto.
Ese control no se ve ahora. En nuestro esquema, además de liberar el cepo, tenemos en la cabeza las paritarias de marzo y vamos a plantear a mediados de enero un acuerdo amplio entre sindicatos y empresas en el que hay tres partes en la mesa y cada uno va a tener que poner una parte para que esto se coordine de la mejor manera posible. La fecha de referencia para los precios va a ser 30 de noviembre. Quiere decir que los precios van a ser revisados en el marco del nuevo acuerdo, con un compromiso muy claro de establecer metas de inflación decrecientes a lo largo del mandato."
En campaña sostuvieron que el mercado manda y ahora propician un acuerdo "amplio entre sindicatos y empresas"; antes los precios cuidados no eran política amarilla, ahora se desdicen informando que los "precios van a ser revisados" y que la "fecha de referencia" será el 30 de noviembre. Aunque la remarcación comenzó el 23 de noviembre los precios de referencia se tomarían una semana mas tarde, convalidandola; al tiempo que responsabilizan del "descuido voluntario" a las actuales autoridades. De sostener que el alza de precios era responsabilidad de Cristina, a intentar un acuerdo de precios y salarios –política tradicional del peronismo denostada por los liberales– la distancia no es breve. Queda sin embargo una zona gris: ¿Qué pasa hasta las negociaciones de enero? ¿Vale el viva la pepa del descontrol? Veremos. El realismo a lo Duran Barba pareciera la norma; solo se hace lo que se puede.
Capital político y capital semiótico
Un shock devaluatorio como el propiciado por los CEOs pareciera haber sido abandonado. Hasta los subsidios, explicó Prat-Gay, no serán desechados. Mas aún: "Vamos a proponer la devolución del IVA a los bienes de la canasta básica de una franja de la población vulnerable", sostuvo el funcionario, porque va a ser una de las "maneras en que protegemos a los sectores más vulnerables de las correcciones de precios".
Una cosa es el discurso de campaña, otra las "efectividades conducentes". De lo contrario, la capacidad de sobrevivencia de una fuerza que carece de tradición política, obligada a reclutar gerentes porque no le resulta sencillo obtener cuadros de otras procedencias, quedaría en entredicho. Plantear el fin de la "crispación K" agrada a muchos; sostenerla con igual o mayor intensidad en sentido inverso, a muy pocos. El impacto político de un shock devaluatorio pone en peligro dos terceras partes de los votos amarillos. Es cierto que no se vota hasta dentro de dos años, pero soportar el desgaste de minorias dinámicas movilizadas en compañía de una mayoría descontenta, equivale a poner el destino de la gobernabilidad en la capacidad operativa del aparato represivo. Para los que intentan someter a la Federal, en caso que continúen por tan compleja senda no pareciera una buena idea.
No se trataría, eso sí, de un virage pequeño. Y por cierto, lo que no se hace ahora será muchísimo mas difícil de ejecutar mas tarde.
De modo que Mauricio jugará su capital semiótico en otro terreno: los atributos del poder: dónde recibir el bastón y la banda mientras se ejecuta la marcha Ituzaingó. Cristina puede negarse a entregarle los instrumentos formales del poder en la Casa Rosada, en tal caso lo hará el presidente de la Corte Suprema; el gesto puede leerse en diversas direcciones, algo queda claro, Macri elige la cancha y transformar la derrota electoral en victoria semiótica no esta en manos de Cristina.
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