lunes, 7 de septiembre de 2015

OPINION Las cuentas del Central

Por Alfredo Zaiat
El equipo de devaluadores seriales despliega su estrategia de ataque por diferentes frentes. En estos meses la intensidad es mayor que la habitual alentada por un contexto económico internacional desfavorable. Para imponer su táctica están siendo ayudados por el daño autoinfligido de Brasil que está implementando un ajuste ortodoxo con devaluación vertiginosa. La unidad de asalto sobre las reservas fracasaron a fines del año pasado cuando impulsaban una corrida cambiaria para condicionar el período electoral, ofensiva bloqueada por el oportuno cambio en la conducción de la autoridad monetaria acompañado por el acuerdo de intercambio de monedas con China (swap que también han rubricado otras bancas centrales de 23 países). No lograr el objetivo en esa instancia no los ha desalentado pues tienen experiencia en generar estados de incertidumbre en la búsqueda de la profecía autocumplida. Dólar blue, devaluación de la moneda brasileña, dólar ahorro, la caída de la Bolsa de Shanghai, las economía regionales afectadas por el descenso de los precios internacionales de los productos de exportación, el retroceso de la soja son mensajes de alerta para determinar la inevitabilidad de una brusca devaluación. A esa colección de amenazas le han sumado la que advierte sobre el deterioro del balance del Banco Central y la escasez de reservas. El argumento que han empezado a sembrar respecto de la fragilidad del balance del Banco Central dice:
- El patrimonio neto de la entidad monetaria es reducido y hasta negativo si “se hacen bien las cuentas”.
- Que en el activo del Central no hay oro y divisas en magnitud y sí muchos papeles (bonos, títulos públicos intransferibles a 10 años recibidos a cambio de dólares para pagar deudas –por ejemplo, la del FMI el 3 de enero de 2006–).
- Además en el activo han aumentado los Adelantos Transitorios al Tesoro que se renuevan automáticamente.
- La calidad de las reservas internacionales ha desmejorado porque se contabilizan el swaps de China, los encajes en dólares de los bancos y otros créditos externos (Banco de Francia y de Basilea). Por lo tanto, gran parte de las reservas no es del Banco Central y lo relevante es calcular las reservas netas, que son insuficientes para pagar los futuros vencimientos de deuda.
- En octubre se cancelará el último cupón de intereses y capital del Boden 2015 entonces las reservas bajarán aún más.
El Instituto Argentino de Análisis Fiscal de Nadin Argañaraz, ex titular del Ieral-Fundación Mediterránea, elaboró un documento de 17 páginas para demostrar el deterioro del balance del Banco Central. Incluye definiciones como Patrimonio neto “depurado” y respaldo “genuino” en la conformación de las reservas. El documento desarrolla una serie de sumas y restas en función de alcanzar la conclusión de que “se aprecia un importante deterioro del balance del BCRA, fundamentalmente dado por la pérdida de reservas de los últimos dos años y por la mayor asistencia financiera al Tesoro del gobierno nacional”. La única comparación con otras bancas centrales para defender esa sentencia es en la tasa de acumulación de reservas en el período 2005-2014: Argentina tuvo una variación positiva del 12 por ciento mientras que la de Brasil fue del 576 por ciento, Uruguay un 470 y Chile un 139 por ciento, sin mencionar que ese saldo es consecuencia del intenso ciclo de desendeudamiento local. El informe no presenta ninguna otra comparación con otras bancas centrales a partir de los otros indicadores detallados como negativos (patrimonio neto, activos, calidad de las reservas) para que la realidad no se interponga en el objetivo planteado.
Este tipo de análisis que se ha empezado a filtrar en grandes medios y en comentaristas de títulos de diarios tiene una falencia de base: equiparar el balance del Banco Central al de los bancos comerciales. Evaluar el ejercicio económico de la autoridad monetaria con criterios contables deriva en interpretaciones que sólo sirven para alimentar la confusión. El economista Sergio Arelovich de la Universidad Nacional de Rosario ilustra en ese sentido, al plantear que la base monetaria es registrada como un pasivo, una obligación, y la técnica contable considera obligación a algo que o tiene vencimiento o en el algún momento se transforma en exigible. “¿La base monetaria es entonces un pasivo? Claramente no porque no reúne ninguna de las dos condiciones”, afirma. El economista Matías Vernengo explicó en “Leyendas urbanas y mitos sobre las cuentas del BCRA”, publicado en Ambito Financiero el 31 de agosto de 2012 que “los balances de los bancos centrales no pueden ni deben ser interpretados como si fueran los de un banco comercial, porque un banco central tiene que crear la liquidez necesaria para garantizar el funcionamiento de la economía”. Por lo tanto, el funcionamiento de la banca central no es ni debe ser evaluado como el de un banco privado, cuyo objetivo es la rentabilidad. Es un error conceptual y de gestión hacer ese tipo de análisis. Es caer en la lógica destructiva de la regla de convertibilidad: base monetaria igual reservas.
Vernengo se adelanta en el artículo mencionado a varios de los cuestionamientos de la ortodoxia acerca de la calidad del balance del Banco Central, como el que dice que sólo valen como activos “genuinos” aquellos que tienen cotización en mercados secundarios. Esto significa que los Adelantos Transitorios y las Letras intransferibles del Tesoro deben restarse del activo porque no se comercializan en el mercado. Vernengo señaló que “es un caso curioso de contabilidad creativa. A ninguno de los que propician este ‘ajuste’ en las cuentas del BCRA se les ocurriría restar los redescuentos (o préstamos por ventanilla) en los balances de los bancos comerciales por el hecho de que no existe un mercado secundario de redescuentos”. La mayoría de las entidades privadas registraría entonces un patrimonio neto negativo porque sus activos están integrados por papeles de derechos a cobrar los créditos sin cotización de mercado, como también por títulos públicos, acciones, obligaciones negociables y letras del Banco Central.
El concepto de reservas “genuinas” es otro aporte de la ortodoxia para la construcción de una ficción contable. Las reservas de todos los países están constituidas por “papeles” porque rinden intereses y acumulan una proporción menor en oro –como lo hace el BCRA– porque es un activo que no brinda una renta. El cuestionamiento al balance del Banco Central también se dirige hacia al pago de la deuda con reservas y a la utilización de los Adelantos Transitorios como vía de financiamiento del Tesoro. Esas críticas incluyen la propuesta de cambiar esa estrategia que brinda márgenes de autonomía de la política económica y que evita una crisis por otra que consiste en endeudamiento en los mercados financieros internacionales (para cancelar vencimientos) y ajuste fiscal (para disminuir la asistencia del BCRA al Tesoro Nacional). Esas observaciones ocultan que la capacidad del BCRA para financiar al Tesoro no es nueva y estuvo, bajo formatos diferentes, en gobiernos pasados. En realidad, es lo que hacen todas las bancas centrales. Esto quedó en evidencia a partir de la crisis internacional iniciada a fin de 2007 cuando la Reserva Federal (banca central estadounidense), el Banco Central Europeo y la autoridad monetaria inglesa y japonesa –con mayor o menor entusiasmo– han volcado un financiamiento masivo a los bancos comerciales para que éstos a su vez compren títulos de deuda emitidos por los respectivos tesoros.
Las reservas sirven para pagar deuda en moneda extranjera y para garantizar la estabilidad cambiaria. Están para ser utilizadas, no son un objeto decorativo o una cuenta para mostrar solamente como se acumula. Es una obviedad que es mejor tener más que menos, pero las reservas están para aplicarlas según la circunstancias para evitar perturbaciones mayores, lo opuesto a la pasividad exhibida en estas semanas por la banca central brasileña con más de 350 mil millones de dólares de reservas dejando que el mercado determine el nivel del tipo de cambio.
La advertencia acerca del deterioro del balance del Banco Central forma parte de la estrategia de los devaluadores seriales. Colaboraría en reducir un poco la construcción de esa ficción contables y de esas expectativas devaluatorias si, además del rechazo de esa opción regresiva en discursos por parte del candidato a presidente con más votos en las PASO, sus economistas más vinculados a la city fueran más enfáticos en diálogos privados con empresarios acerca de que un salto más fuerte que los miniajustes diarios del tipo de cambio no está incluida en la agenda de gobierno de Daniel Scioli.
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Imagen: Luciana Granovsky
 
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ARANCEDO DESAUTORIZO LA OPOSICION DE CASARETTO A LOS JUICIOS Verdad con Justicia

Por Horacio Verbitsky


La Iglesia Católica desautorizó al obispo jubilado Alcides Jorge Pedro Casaretto, quien hace un mes dijo en la Pontificia Universidad Católica, PUCA, que había que privilegiar la verdad sobre la Justicia por los crímenes de la última dictadura. Casaretto fue ordenado obispo en diciembre de 1976 y durante el Congreso Eucarístico Internacional de 1981 se alojó en una unidad militar, donde jugaba al fútbol con los militares. Ante una solicitud de explicaciones de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, de la Asociación de Familiares de Detenidos-Desaparecidos por Razones Políticas y del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), el presidente de la Conferencia Episcopal, José María Arancedo, ratificó la posición fijada en 2012 con el documento “La fe en Jesucristo nos mueve a la verdad, la justicia y la paz”. Casaretto había dicho que la justicia “no es totalmente imparcial” y que “cuanta más justicia aplicamos, menos verdad recuperamos, y cuanta más verdad queremos recuperar, más suaves tenemos que ser en la justicia aplicada. Tenemos que desandar esa ecuación de tanta justicia, que va en contraposición con la verdad”. Los organismos sostuvieron que Casaretto contradijo los principios del derecho internacional de los derechos humanos, la voluntad del conjunto de las instituciones democráticas del país y la amplia mayoría de la sociedad. Ahora su superior jerárquico dice que “la reconciliación no es borrón y cuenta nueva, y menos impunidad. Es necesario el empeño en la búsqueda de la verdad, el reconocimiento de cuanto sea deplorable y la reparación en justicia de los daños causados. También debemos reconocer que el perdón y la reconciliación son dones de un Dios que nos ha hecho hermanos”.

La justicia como venganza

En una entrevista con Santiago Del Carril que publicó el diario Buenos Aires Herald, el organizador de la Conferencia en la PUCA y su director de estudios papales, el italiano Marco Gallo, dijo que los juicios por crímenes de lesa humanidad son ideológicos y conducen a la venganza y el rencor. Cuando Del Carril, quien es nieto del fundador del CELS, Emilio Mignone, le preguntó si compartía la teoría de los dos demonios, Gallo intentó negarlo, pero lo confirmó: “No. El único demonio es la violencia”. También dijo que “la venganza no debería impulsar los juicios. El sistema judicial está politizado. Necesitamos analizar quienes fueron responsables. Es obvio que la tortura es un crimen, pero ¿y los que no la practicaron?” Gallo desconoce que entre 2006 y septiembre de 2014, 503 personas fueron condenadas y 42 absueltas y que antes de llegar al debate oral, los jueces resolvieron la falta de mérito de 112 imputados y sobreseyeron a 54. Que el 30 por ciento de los imputados fuera sobreseído, absuelto o se le dictara falta de mérito, prueba la plena vigencia del derecho de defensa.
El profesor de la PUCA reclamó eliminar la idea de que hay una sola verdad, ya que también son responsables quienes colocaron bombas y usaron la violencia con fines políticos. En su opinión, los juicios “van muy rápido y no prueban nada”. Ni siquiera como hipótesis admitió la existencia de un pacto de silencio para ocultar lo sucedido. “Puede ser que muchos miembros de las Fuerzas Armadas simplemente no supieran.” Gallo dijo que había hablado del tema con el papa Francisco, quien apoyaba la reconciliación pero que no tuvieron tiempo de tocar el tema de los juicios.
Casaretto y Gallo expresan el pensamiento confesional sobre el tema. En su formal respuesta a los organismos, Arancedo reconoce los límites que el Episcopado Católico no consigue superar. Están dados por la repugnancia social hacia los criminales y por la negativa de éstos a cumplir con las condiciones que el catecismo católico fija para el sacramento de la reconciliación, el perdón o la penitencia: el reconocimiento de los yerros, su detestación y la búsqueda de posibles caminos de reparación. Pero los represores rechazan la justicia y no tienen la humildad de pedir perdón, por crímenes que no reconocen y de los que no se arrepienten.

Orgullo sin retroceso

Los organismos defensores de los Derechos Humanos han resistido cada uno de estos avances. Pero esta vez los acompañaron protagonistas menos previsibles, como el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, quien dijo que constituían una política de estado. En una somera revisión histórica recordó que el reclamo de juzgamiento nació en las calles, por la lucha de los organismos, y que “cuando no había jueces se buscaron en otros países”. Enumeró años de avances y retrocesos y sostuvo que la actual situación “es un orgullo para el país, para el pueblo y un ejemplo internacional”. Este “proceso indetenible no cambia por la política del momento, son procesos históricos, no hay una opción electoral, es una decisión constitucional, con estandares internacionales que estamos aplicando”. El principio fundamental de la Convención Americana sobre Derechos Humanos es el de progresividad, por lo que “no vamos a ir para atrás. El juzgamiento se realiza en base a la ley vigente, con los jueces del sistema ordinario y sin reformas procesales especiales. Nadie puede decir que no hay respeto del debido proceso, se intenta hablar de una politización que no existe”. Mencionó las absoluciones, reclamó celeridad y firmeza hacia el futuro y dijo que los crímenes de lesa humanidad han sido definidos por la jurisprudencia, que “no hace distinciones según el tipo de actividad. Hay condenados militares, pero también procesos a sacerdotes, civiles, jueces”. Según el presidente de la Corte, no se trata sólo de una reparación sino de un mensaje hacia adelante. “En todos los países en que hubo tragedias de este tipo, pasado el tiempo hay política del olvido y renacimiento. Si hay neonazis, ¿cómo no pensar que pueda haber quienes quieran que las cosas se olviden? No hay que permitirlo, porque el juzgamiento de los crímenes de lesa humanidad forma parte del estado de derecho. Debemos dejar a las generaciones que vienen la posibilidad de que disientan, de que critiquen, sin que sean perseguidos. Por eso hemos dicho que es tan importante la educación y que la comisión interpoderes sea ampliada para trabajar también en la educación, qué tipo de juicios fueron, por qué las condenas, etc”.

El modelo argentino

En nombre de la verdad completa, Casaretto falta por completo a la verdad, Su opción por el modelo sudafricano de canje de información por impunidad sólo se sostiene en abstracto. Cuando se pasa del esquema a los hechos se constata la insatisfacción prevaleciente entre las víctimas sudafricanas. Ese diseño institucional sirvió como puente de plata para el fin del apartheid blanco y la convocatoria a elecciones democráticas en las que cada hombre valiera un voto. En ese sentido fue adecuado para las necesidades de aquella sociedad en ese momento de su terrible historia. Pero ni satisfizo a las familias desechas por una dictadura impiadosa, ni alteró las relaciones de subordinación económico-social de la mayoría de la población y mucho menos puede ser exportado a otras realidades.
El modelo argentino ha sido el de la justicia, que ha funcionado como un camino hacia la verdad. Para ello ha sido fundamental el aporte de los familiares de las víctimas y de los organismos defensores de los Derechos Humanos; de algunos abogados querellantes sin organismo, como Pablo Llonto, y de extraordinarios periodistas como Alejandra Dandan, Diego Martínez y Victoria Ginzberg, pero también el hallazgo, desclasificación e interpretación de documentos oficiales por parte de las unidades creadas al efecto en los ministerios de Defensa y de Justicia y Derechos Humanos, a cargo de Stella Segado, Luciano Hazan y Eli Gómez Alcorta; las investigaciones de la unidad especial de la Procuración General de la Nación que dirigen Jorge Aguad y Carolina Varsky; los testimonios de personas que sin ser parte del conflicto vieron y escucharon cosas que recién cobran pleno sentido en la reconstrucción judicial, e incluso las declaraciones de los propios represores que, aunque no sean la vía maestra, también aportan elementos útiles. Esta semana, por ejemplo, las Abuelas de Plaza de Mayo anunciaron la identificación de la nieta N 117, hija del matrimonio de detenidos-desaparecidos formado por Walter Domínguez y Gladys Castro. La denuncia anónima sobre una joven nacida en marzo de 1978 que apareció en el hogar de una pareja mayor fue comunicada en 1994 a las Abuelas de Plaza de Mayo por el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos de Mendoza. El abogado de ese organismo, Pablo Salinas Cavalotti, ha sido el principal impulsor del juzgamiento en Cuyo de los jueces cómplices con la política de desaparición forzada de la dictadura. Entre 1977 y 1979 fueron presentados cuatro recursos de hábeas corpus a favor de Gladys Castro de Domínguez y Walter Hernán Domínguez, en los que constaba que la muchacha tenía un embarazo avanzado. Cuando los familiares recurrieron a la Iglesia Católica, el obispo de Mendoza les dijo: “no gasten pólvora en chimangos”. Todos los recursos fueron rechazados, por distintos jueces, que cargaron las costas del trámite a los familiares. El fiscal que no cuestionó esas decisiones y encubrió la apropiación de la criatura fue el hombre fuerte de la justicia mendocina en las últimas cuatro décadas, Otilio Roque Romano, quien está detenido y bajo proceso, por ese caso entre otros. Es ostensible que sin su detención, fuga, extradición y procesamiento, la nieta 117 no se hubiera realizado el análisis que demostró su identidad, ante una unidad de acercamiento creada por el Secretario de Derechos Humanos Martín Fresneda en la Comisión Nacional por la Identidad. También en Cuyo, el jefe de la guarnición militar de San Luis, coronel Miguel Angel Fernández Gez, declaró que el arzobispo Juan Rodolfo Laise le pidió que hiciera desaparecer a un sacerdote que se había casado. Fernández Gez fue condenado a prisión perpetua y Laise se escapó a Italia, donde vive con protección eclesiástica, desde que fue citado a declarar. En la megacausa de Córdoba se determinó el rol de la Casa Cuna en el robo de hijos de detenidos-desaparecidos. Cuando dos testigos consignaron que la religiosa Monserrat Tribo anotó en un cuaderno negro el nacimiento del nieto de la presidente de Abuelas de Plaza de Mayo de esa provincia, Sonia Torres, y el traslado de la madre, Silvina Parodi de Orozco, el Vaticano la sacó del país para que no fuera interrogada. Otro militar que confesó en los tribunales fue el cabo del Ejército Miguel Angel Pérez. Según El Diario del Juicio que editaron los HIJOS de Córdoba, Pérez contó cómo asesinó de un tiro en la cabeza al detenido Raúl Augusto Bauducco, en la Unidad Penitenciaria 1 y acusó a sus superiores que se lo ordenaron. “Responsabilizo al Ejército por haberme arruinado la vida a los 20 años”, dijo. Luego pidió perdón a la familia Bauducco: “A Diego, que creció sin su padre; y a su mujer, a la que le arruiné la vida. Sólo a ellos les debo explicación”.

Los vuelos

Los procesos reabiertos también han permitido un detallado conocimiento de los vuelos con que las distintas fuerzas asesinaban a sus víctimas arrojándolas desde aviones al mar, con aprobación de la jerarquía eclesiástica y consuelo de los capellanes. En los tribunales de San Martín ya declararon medio millar de soldados conscriptos del Batallón de Aviación de Ejército de Campo de Mayo. Esos testimonios se cruzaron con la documentación desclasificada y permitieron reconstruir estructuras, jerarquías y responsabilidades, conocer qué vehículos se utilizaban para transportar a los detenidos, dónde y cómo eran torturados, qué droga se les inyectaba y en qué aviones eran conducidos a la nada. En abril, la juez federal Alicia Vence ordenó la detención de cuatro de los responsables: los ex jefe y subjefe del batallón, teniente coronel Luis del Valle Arce y mayor Delsis Angel Malacalza, y a los capitanes Horacio Alberto Condito y Alberto Luis Devoto, este último actual asesor del gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota. Un soldado identificó entre las personas asesinadas en uno de esos vuelos al segundo jefe de Montoneros, Roberto Quieto. En la causa ESMA III, sobre los vuelos, la fiscal Mercedes Soiza Reilly contó con los archivos secretos de la Armada y Prefectura, sus reglamentos y memorias anuales, los legajos de los acusados para reconstruir las estructuras y los procedimientos seguidos para asesinar a los prisioneros y corroborar los testimonios que desde hace décadas prestaron las víctimas sobrevivientes. El fiscal Federico Delgado también interrogó a centenares de conscriptos durante la investigación sobre los vuelos desde las brigadas de la Fuerza Aérea en Palomar y Morón con aviones Fokker y Hércules. Pese a la falta de colaboración de la Fuerza Aérea identificó a varios represores y a algunas de sus víctimas y el juez federal Daniel Rafecas procesó a los jefes de ambas brigadas, Hipólito Mariani y César Comes. También consiguió identificar al jefe del campo de prisioneros Mansión Seré, el oficial Juan Carlos Hrubik, a quien los prisioneros sólo conocían como Huguito. Rafecas pudo esclarecer que Patricia Roisimblit (hija de la vicepresidente de Abuelas de Plaza de Mayo) y su pareja José Manuel Pérez Rojo, estuvieron secuestrados desde el 6 de octubre hasta el 14 de noviembre de 1978 en la Regional de Inteligencia de Buenos Aires (RIBA), en Morón. Por esos secuestros y posterior desaparición está detenido y procesado el ex jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea, Rubens Omar Graffigna, quien en el juicio de 1985 había sido absuelto. En otra causa, el mismo juez consiguió identificar al jefe del Campo El Vesubio, quien hasta ese momento sólo era conocido como “El Francés”. Por la tenaz investigación de Ana Nora Feldman, hermana de la detenida-desaparecida Laura Feldman, Penny, pudo saberse que ese hombre era el oficial de inteligencia del Ejército Gustavo Adolfo Cacivio, hoy condenado a prisión perpetua. También se logró reconstruir el itinerario completo de Penny, secuestrada a los 18 años, y recuperar sus restos. Otra fuente de información que sin los juicios no hubiera sido accesible son los vecinos que se presentan espontáneamente y los sobrevivientes que recién ahora declaran sobre su calvario. Esta visión incompleta y desordenada del tesoro de informaciones revelado durante la instrucción de las causas o en los juicios orales, podría extenderse a lo largo de todas las páginas de esta edición, pero así basta para refutar la falacia de que el mejor camino hacia la verdad no es la justicia sino la impunidad y el olvido.

LULA HABLA DE BRASIL Y DE SUDAMERICA Y EXPLICA SU APUESTA POR SCIOLI “Que gane alguien que quiera una buena relación con Brasil”

Por Martín Granovsky
Desde San Pablo
Con el pelo más canoso y fuera de la presidencia desde que terminó su segundo mandato el último día de 2010, Luiz Inácio Lula da Silva no perdió ni la sonrisa ni la emoción ni el énfasis. No está retirado de la política brasileña ni mucho menos. Tampoco de la política sudamericana: pasará casi toda esta semana en la Argentina, donde llegará para hacer su tercera apuesta pública fuerte por la candidatura de Daniel Scioli.
El ex presidente brasileño, que asumió el 1 de enero de 2003, conoce al candidato presidencial del Frente para la Victoria desde que era vice de Kirchner. Luego lo trató también como gobernador de Buenos Aires. En abril último lo recibió aquí mismo, en el Instituto Lula, una sencilla construcción entre las lomas del barrio de Ipiranga donde el presidente honorario del Partido de los Trabajadores instaló su base de operaciones. Entonces habló tres horas con Scioli y ambos encomendaron continuar con la relación a sus respectivos equipos. El de Lula, conducido por el ex secretario general de la presidencia Luiz Dulci. El de Scioli, encabezado por su secretario de relaciones internacionales Rafael Follonier, viejo amigo de Lula, de Dulci, de la presidenta Dilma Rousseff y del asesor de la presidencia Marco Aurélio García. Luego, a fines de mayo, el gobernador envió a otro miembro de su equipo, Javier Mouriño, al congreso del PT en Bahía para que entregara una carta de solidaridad. Y Lula la retribuyó mandando un mensaje de aliento en la campaña.
Esta semana, en la tercera participación del ex presidente en la política argentina, que para él es parte de la política regional, aparecerá varias veces con Scioli. Juntos irán a José C. Paz para inaugurar un UPA, una Unidad de Prevención y Asistencia en salud. Juntos irán a La Matanza para que Lula reciba dos doctorados honoris causa, uno de la universidad local y otro de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo que conduce Nicolás Trotta. Juntos estarán con Cristina Fernández de Kirchner en una agenda que todavía está siendo supervisada en los últimos detalles por Clara Ant. Directiva del Instituto Lula, Ant ya viajó a Buenos Aires y estableció su centro de actividad en la oficina de su amigo Pablo Gentili, el secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales que vive en Brasil desde hace 20 años y construyó una relación de confianza política y técnica con el PT y Lula. El mismo Lula que aquí llega, abraza a su fotógrafo y documentalista Ricardo Stuckert y a su asesor de prensa José Crispiniano, se sienta, toma café, sorbe agua de su botellita y se prepara para el ping pong.
–Después de que usted se reunió con Scioli aquí mismo, trascendió una frase suya al candidato argentino: “Daniel, tenés que ganar para que la Argentina no retroceda”. ¿Fue así?
–Voy a decir una cosa de todo corazón. Voy a contestar la pregunta a corazón abierto. Tengo una relación muy digna y muy respetuosa con la Argentina. Comprendo perfectamente el papel de la Argentina. Tuve una relación extraordinaria con Néstor Kirchner, y también la tengo con Cristina. Entonces desde Brasil obviamente yo hincho para que Cristina consiga que sea elegido el sucesor que ella quiere ver en la Presidencia. Y más todavía cuando el sucesor es Scioli. Yo hincho para que Scioli gane las elecciones. Quiero que gane las elecciones alguien que quiera mantener una buena relación con Brasil. Alguien que vea a Brasil como socio y no como adversario. Que quiera acrecentar la relación comercial, política y científica entre los dos países. Por eso no debe haber retroceso. Ya sufrimos la era militar. Ya vivimos la etapa de Carlos Menem y Fernando Henrique Cardoso, cuando fueron desmontados el Estado argentino y el Estado brasileño. Después pasamos por momentos de dificultades pero más tarde vino la bienaventuranza para nuestros pueblos. Hoy el momento es difícil. Ahora tenemos que buscar más que nunca esa aproximación.
–¿De qué manera?
–No creo que fuera de América del Sur y del Mercosur tengamos mucha salida. Para volver a crecer tenemos que creer en nuestro potencial. En el potencial del mercado interno del Mercosur y de la Unasur, en la capacidad productiva, en la capacidad de nuestros intelectuales, científicos y nuestros investigadores. No podemos basarnos en la idea de que el Norte es la palanca que nos ayudará. No hay que pensar: “Tengo que ser bueno con Estados Unidos porque me va a ayudar, tengo que ser bueno con Europa porque me va a ayudar, tengo que ser bueno con China porque me va a ayudar”. No. Los primeros amigos de nosotros somos nosotros mismos. Entonces cuidémonos. No podemos hacer política del mismo modo en que usamos el celular. El celular es una desgracia.
–¿Una desgracia?
–Sí. Por más útil que sea. Distancia al que está cerca tuyo y acerca al que está lejos. Invitás a alguien a comer a tu casa. Se sienta en tu mesa, come de tu comida y toma tu vino, pero mientras agarra el celular y habla con Nueva York. Y te quedás solo. La política es lo mismo. Hagamos más política cara a cara. Brasil y la Argentina, Brasil y Venezuela, Brasil y Uruguay, y puedo nombrar a todos los países, ya hicimos todo lo que era posible para explotar nuestro potencial. En vez de filosofar, usemos a nuestros académicos para que piensen lo siguiente, en términos concretos y prácticos: ¿qué falta hacer entre nosotros? ¿Qué falta hacer en cada país? Nosotros, en cada país, ¿qué tenemos que hacer dentro nuestro para que después en forma bilateral podamos hacer algo entre los dos países? A veces pensamos que nuestra solución está en la casa del vecino. No. Ahí no. La solución está en casa. Hay que explorar el tema. Sobre todo en momentos de crisis. Escuchamos que la economía norteamericana va a crecer apenas un 2,5 por ciento, que la europea crecerá 0,5 por ciento, que la economía china bajará su crecimiento no sé cuánto. Dicen, como si fuera una novedad, que el mundo está en crisis. OK, todo bien, pero el mundo está en crisis desde el 2008. Y el mundo está en crisis por una razón. El sistema financiero ya invirtió diez billones de dólares para resolver la crisis del propio sistema financiero y no logró resolver la crisis. Si hubiera invertido la mitad de ese monto para incentivar a los países pobres del mundo tal vez hubiera tenido otra suerte y hubiese acabado con la crisis. En este momento en que todo está más difícil tenemos que pensar qué podemos hacer. Tenemos que examinar cuál es el potencial de nuestro mercado interno.
–¿El mercado interno nacional, el del Mercosur o el sudamericano?
–Hablo de todo. Solo con la sumatoria de 40 millones de argentinos y los más de 200 millones de brasileños llegamos a los 250 millones de habitantes. ¿Qué podemos hacer juntos? ¿Qué podemos flexibilizar? ¿Cuál es el potencial de ese enorme mercado interno conjunto? ¿Cómo ser pujantes otra vez? Ya una vez Brasil y la Argentina llegamos a tener 40 mil millones de dólares de flujo comercial. Es una buena cifra la de 40 mil millones. Entonces hay, como mínimo, un potencial ya experimentado para que volvamos a esa situación. Tenemos todas las condiciones para discutir el futuro. Por eso me gustaría que ningún país retrocediera. Que en este caso la Argentina no retrocediera. Por eso quiero la victoria del candidato que vea la solución en la Unasur, en el Mercosur, en la integración. Es muy importante. Voy a contar el caso de un presidente latinoamericano. Una vez un presidente de Bolivia, Goni, fue a Brasilia a conversar conmigo.
–¿Gonzalo Sánchez de Losada?
–Sí. Goni. Me dijo: “Me quiero acercar a Brasil porque durante toda la historia de Bolivia creímos que los Estados Unidos nos ayudarían”. Me dijo también: “En siglos y siglos nunca nos ayudaron, así que ahora quiero mirar hacia Brasil a ver si tenemos más suerte”. Eso hay que hacer. Creer en nosotros mismos. Por supuesto que respeto el derecho del pueblo argentino a elegir a quien quiera como presidente. Y Brasil tendrá que convivir con quien gane las elecciones en la Argentina. Pero sería extremadamente importante que gane quien tenga vocación integracionista y latinoamericanista y no quien piense que la solución está en el Norte y que el Norte será nuestro salvador.
–¿Qué falta? Hace dos años, durante una reunión en la embajada de Brasil en Buenos Aires, dijo que hacía falta una teoría de la integración.
–Sigue faltando. Pero no es lo único. Voy a contar una cosa. El 2 de abril del 2009 hicimos una reunión del G-20 en Londres. La primera cosa que se dijo allí fue que una de las formas de generar empleo y cuidar el salario era evitar el proteccionismo. Que hacía falta más comercio. Claro, ése fue el plano del discurso político. Pero inmediatamente después en la práctica cada jefe de Estado salió de ahí y comenzó a cerrar su economía. A mí me parece que el proteccionismo es un error. En los momentos de crisis debe haber más comercio, más crédito, más inversiones.
–¿A qué responden las inversiones?
–Las inversiones dependen de la credibilidad que la gente tenga en el gobierno.
–¿Cuál es su concepto de la credibilidad?
–La confianza. Y para lograr confianza hay que convencer a la gente. A todos. Para lograr confianza el Estado tiene que tener capacidad de inversión. Ahora, cuando los Estados se debilitan y tienen menor capacidad de inversión hay que apelar aún más a la sociedad. Hay que saber cuál es la capacidad de financiamiento que tiene la sociedad y qué nivel de crédito precisa. Cuando uno sabe eso se puede hacer que el pueblo vuelva a entrar en el escenario económico de cada país. Si no, ¿qué pasará? No crecerá la economía. Si la economía no crece el Estado no recauda. Si el Estado no recauda el Estado no invierte. Si el Estado no invierte los empresarios no invierten, porque no tienen confianza. Si el Estado no recauda por culpa de ese ciclo el Estado tendrá que aumentar los impuestos. Si el Estado aumenta los impuestos se debilitará políticamente. Es decir: hay toda una ingeniería que no está en los libros de economía. Porque es política. Podés juntar a diez economistas y encerrarlos en una habitación. Les planteás que hay problemas y podés pronosticar lo que te dirán: cortá, cortá, cortá, cortá...
–El famoso recorte.
–Cuando era presidente de la república me cansaba de decir que no era economista pero que adoraba a los economistas, porque cuando están fuera del gobierno saben todo. Yo aprendí economía con mi mamá, que era analfabeta. Cuando cobraba algo por un trabajo tomaba el dinero y lo ponía en sobres. Este de acá es para pagar el supermercado, éste para la cuenta de luz, éste para el agua, éste para viajar al trabajo... Si sobraba algo le daba un poco más a cada uno. ¿Cuál es la lección que yo aprendí? Que uno no puede gastar más que lo que percibe. Que uno no puede gastar más que lo recaudado. Que si querés endeudarte no podés hacerlo más allá del límite de tus posibilidades de pago. Si no podés pagar una cuota del auto nuevo mucho menos vas a poder pagar dos. Si no podés pagar dos, mucho menos tres. Si te metés igual en las cuotas del auto cero kilómetro y no te alcanza después vas a tener que vender el auto a un precio bajo, por menos de lo que vale, para pagar las cuotas atrasadas. Y no te va a convenir. Bien, lo que vale para un ciudadano vale para el gobierno. El gobierno siempre tiene que estar midiendo. Hacer política económica es como manejar las compuertas de una represa hidroeléctrica. Tenés que saber cuándo hay que dejar salir el agua y cuándo no. Hay que gastar lo que se puede gastar, con un límite. Cuando adoptás una política de exención impositiva tenés que saber cuál será la consecuencia. Para el Estado nacional, para una provincia o para una intendencia, no importa. Es el mismo criterio para todo. Lo que importa es la capacidad de recaudación del Estado, porque eso es lo que marcará sus posibilidades de ser inductor en la economía. A mí me parece que el Estado no debe meterse en todo y ser empresario pero sí quiero que sea inductor y pueda convencer a la gente de que hay que hacer tales y tales cosas, con tales y tales prioridades, porque será bueno para todo el mundo. Así se llegará al punto en que la gente creerá. La gente no invierte cuando hay confusión política. Precisamos recuperar esa confianza en la capacidad de inducción del Estado.
–¿De qué manera?
–Del modo en que acabo de plantearlo y, a la vez, sin que por eso tampoco descuidemos la necesidad de generar en todos la convicción de que el Estado no va a derrochar, de que el Estado va a cuidar el bolsillo. También tenemos que tener el coraje de decir a los empleados públicos que el dinero no será solo para ellos sino para todos. Éste es un período en el que intentamos reconstruir lo que hicimos en 2003. La Argentina pasó por un ajuste. Brasil pasó por un ajuste. No fue pequeño. En Brasil fue del 4 por ciento. Mucha gente se fue del PT por eso. Pero hice lo que tenía que hacer: cambiar parte de mi gordura política por un ajuste para ganar credibilidad y poder llegar a los resultados que quería. Y conseguimos hacerlo. Este momento exige otra vez algo así. En economía no existe la magia. Cuando tenés diez dólares en el bolsillo y le preguntás a 50 banqueros, cada uno te va a decir algo diferente. Pero siempre vas a poner el dinero en la institución a la que le tenés más confianza. La que para vos sea la más creíble. Con la economía de un país es lo mismo. Debés generar confianza para la inversión. Previsibilidad. Si no, no te van a seguir.
–¿El recorte ofrece confianza?
–No. Cuando recaudás menos de lo que producís, y gastás más de lo que recaudás, en el Estado o en la casa de un trabajador, está mal. El trabajador no puede viajar a Disney con la familia, comprar otro televisor o una computadora nueva para la hija si no alcanza el dinero. Tiene que tener el coraje de decir que no. Lo mismo con el Estado. Cuando percibe que gastará más de lo que recauda debe parar y hacer el ajuste para evitar que los gastos terminen superando la capacidad recaudatoria. Si, en cambio, el modelo es el ajuste del 2008, nos vamos a dar cuenta de que en todos los países que hicieron un ajuste –en todos, sin excepción– crecieron la deuda pública y la deuda líquida. Grecia es el mayor ejemplo. Hizo el ajuste y la deuda pasó a 186 por ciento del Producto Bruto Interno. Lo mismo los Estados Unidos, que pasaron de 84 a 106 por ciento. Y uno verá el mismo resultado si toma Italia, Francia, Portugal o cualquier otro país. Los ajustes empeoraron las cuentas públicas. El recorte no es la solución sino la señal de que uno es responsable. Es como decir: “No voy a gastar más de lo que tenga y entonces te puedo pedir confianza, paciencia y sacrificio porque vos vas a ver que soy serio”. El ajuste es temporal, para dar un salto de calidad el año siguiente. Es una necesidad. Una responsabilidad. El dinero del Estado no es tuyo.
–¿Cómo juega la crisis internacional?
–Es un elemento grave. Antes el petróleo estaba a 106 dólares el barril, la soja valía oro y el mineral de hierro estaba a 140 dólares la tonelada. Entonces bajó la entrada de recursos. ¿Qué hace uno cuando los recursos disminuyen? ¿Llora? No, se adapta a las nuevas realidades. Y debe pensar en esa adaptación teniendo en cuenta que las víctimas no sean justo los pobres.
–¿El impeachment está descartado en el escenario de la política brasileña?
–No hay ninguna razón, no hay ningún motivo para un juicio político a Dilma. Todo el mundo conoce el carácter de la presidenta. No se puede pensar en un impeachment solo porque hay problemas económicos. Al mismo tiempo hay denuncias de corrupción pero eso debe apartado del ámbito de la gobernanza del país.
–¿Apartado en qué sentido?
–En el sentido de que toda denuncia pueda seguir siendo investigada como corresponde, por fiscales y jueces. Mientras tanto, la obligación de Dilma es gobernar, porque fue electa para cuidar los intereses de 204 millones de brasileños. Entonces, debe concentrarse en eso y entretanto que otros asuntos sean discutidos por otras personas. No es difícil encontrar una salida. Sé que hoy tenemos cierta inseguridad en la base de sustentación política del gobierno por divergencias entre la cámara de diputados y el gobierno, entre los partidos políticos... Pero si recuperamos la armonía política también podremos resolver los problemas económicos. Hace mucho que discuto de economía. Y siempre miro la política. ¿Qué pasó en la Argentina? ¿Acaso muchas veces ustedes no vivieron tensiones? Recuerdo la tensión de hace unos años.
–¿La del 2008?
–Sí, por ejemplo ésa. Me acuerdo de que ante cada crisis uno escuchaba: “Cristina se cae”. O: “Cristina no saldrá indemne de esta crisis”. ¿Y qué pasaba? Que resurgía más y más fuerte, como el ave fénix. En Brasil vivimos lo que yo llamo “irracionalidad emocional”. Tal vez los sociólogos se reúnan a discutir si yo estoy diciendo una estupidez o no. Pero creo en esto que digo. Brasil sigue siendo un país extraordinario, con un potencial fabuloso. Brasil tiene 300 mil millones de dólares de reservas. Nunca tuvimos esa cifra. Solo tenemos un desajuste en la economía, pero para una economía del tamaño de la brasileña el desajuste no es grave. Es como una fiebre de 39 grados. ¿Alguien se muere por 39 grados? Toma un remedio y listo. El remedio que corresponda, claro.
–¿Cuál sería el remedio?
–Que los brasileños recuperen la autoestima, que recuperen la confianza en Brasil. Que se convenzan de que no se acaba el mundo. Como el ascenso social fue tan impresionante mucha gente puede estar preocupada. En 12 años colocamos más estudiantes en la universidad de lo que la élite brasileña había hecho ingresar en un siglo. Los pobres empezaron a viajar en avión y ya no quieren volver al ómnibus para distancias muy largas. La gente no quiere perder lo que alcanzó. Mucha gente de la clase C viajó a la Argentina.
–La nueva clase media.
–Sí. Y volvían con una alegría extraordinaria. Antes no pasaba. La ilusión suprema era poder tener dinero para comprar el pasaje de 30 horas de ómnibus y visitar a los padres en el Estado natal. Ahora lleva dos horas. Hubo ascenso social en la escuela, en el empleo... Doce años de aumento de salarios. De 1.700.000 autos por año a más de cuatro millones. Es mucho. Por eso la desesperación: la gente tiene miedo de que se termine lo que avanzó. En ese contexto el papel del gobierno es que la gente tenga la certidumbre de que no habrá vuelta atrás. Y el gobierno tiene que estar convencido de eso. En 2008, cuando comenzó la crisis, la prensa de Brasil y del mundo decían que el comercio mundial caía porque la gente tenía miedo de perder el empleo y entonces estaba dejando de comprar bienes. Fui a la televisión e hice un pronunciamiento de ocho minutos. Dije: “Es verdad que vos podés perder el trabajo. Pero es más verdad aún que si parás de comprar cosas el comercio se detendrá, la industria fabricará menos y el riesgo de perder el empleo será mayor. Apelo al pueblo brasileño. Compren. De forma responsable y solo si pueden pagarlo”. Querido mío, el resultado fue que ese año las clases C y D gastaron más que las clases A y B. Entonces, creo que el gobierno tiene que estar convencido de esa necesidad. No hablo ni del ministro de Hacienda ni de cualquier economista. Hablo de la decisión política. Tomo un avión. Se cae en medio del Océano Atlántico. ¿Para dónde voy? Tengo que tomar una decisión. Debo moverme. No puedo quedarme parado porque si no me voy a encontrar con la muerte. Es momento de arriesgar. Hagamos lo que nunca hicimos. En la Argentina, en Brasil, en todos lados. Y yo insisto: la solución es más política que económica. Si nosotros elegimos la solución económica correcta habremos acertado en política. Si acertamos en política habremos solucionado la economía. Nunca pierdo mi optimismo ni creo que lo que debemos hacer sea difícil. Brasil puede salir de la situación actual. ¿Por qué? Porque el tipo está comiendo bien y no debe tener miedo de que al día siguiente se quede sin comida. Porque no se va a quedar sin comer. El tipo trabaja pero tiene miedo. Teme perder el empleo. Entonces todo va a ser peor. ¡Basta de miedo, los problemas tienen solución! Esa es la tarea de la compañera Dilma. Y tiene las condiciones para hacer esa tarea con éxito.
martin.granovsky@gmail.com
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OPINION La barrera cultural invisible

 Por Mempo Giardinelli
Parto de una curiosa coincidencia: buena parte de mi más reciente novela transcurre en Brasil, en un pueblo imaginario en el litoral norte. Dos días antes de la presentación, desde Cancillería me informan que la Argentina es el país invitado de honor en la Bienal del Libro de Río de Janeiro, y me invitan a ser parte de la delegación. Esta semana, durante todo el vuelo, con Noé Jitrik hablamos de México y de Brasil como dos hermosos países entrañables cuyas literaturas amamos y comentamos.
Brasil me es completamente familiar y tengo amigos por doquier: en Foz y en Sao Luis, en Bahía y Curitiba, en Florianópolis y Brasilia, en San Paulo y Niteroi. En Barreirinha, sobre el Amazonas, vive ese monumental poeta que todavía escribe y manda cartas por correo y que se llama Thiago de Melho. Y en Rio, en el barrio de Leblon, está Eric Nepomuceno, camarada del exilio y de estas páginas. Con todos ellos aprendí a amar esa literatura que me había deslumbrado ya en mi casa de Resistencia, cuando era chico. Las obras completas de José Bento Monteiro Lobato fueron mi tesoro de infancia, y tesoro que se hizo mítico cuando en el 57 mi viejo y un amigo se cayeron en una avioneta del otro lado de la frontera, en plena selva, y estuvieron desaparecidos seis días angustiosos en los que mi mamá y mi hermana lloraban y yo leía como enajenado imaginando el regreso que finalmente se produjo.
Brasil y su literatura han sido para mí una inspiración maravillosa y mis lecturas siempre resultaron estimulantes y provocativas, quizás porque me crié en un ambiente humilde pero culto en el que se leían y apreciaban tanto el indigenismo de José de Alencar, consagrado en su novela “El guaraní”, como los poemas de Machado de Assís y los cuentos de Euclides da Cunha. Y más acá la potencia impresionante de “Cacao”, la primera novela de Jorge Amado, los poemas de Drummond de Andrade y dos novelas de Erico Veríssimo que mi madre adoraba: “Mirad los lirios del campo” y “Lo demás es silencio”.
Quizá por eso pude entrar después, en México (donde Juan Rulfo era considerado el mayor conocedor de la literatura brasileña), en la exquisita riqueza de lo que podría llamarse la modernidad literaria de Brasil: la épica de El Gran Sertón de Joao Guimaraes-Rosa, y sus cuentos atronadores; el feminismo sutil y macizo de Clarice Lispector y de Ligia Fagundes-Telles; la seducción jacarandosa de las novelas posteriores de Jorge Amado; los policiales de Rubem Fonseca, y más acá la narrativa histórica y de fronteras de Tabajara Ruas, los mundos fantásticos de Moacyr Scliar, la desesperación en los cuentos de Eric Nepomuceno, el humor feroz de Luiz Fernando Veríssimo y el delicado mundo de los poemas y cuentos de Ana Miranda.
Creo que apenas ahora me explico por qué a lo largo de los 36 números de mi revista Puro Cuento (1986-1992) en cada edición jamás faltó un cuento de autor brasileño, varios de los cuales tradujimos, con Silvia Itkin y con Ignacio Xurxo, en lo que fue un ejercicio fabuloso de comprensión textual y lingüística.
Por eso cuando me preguntan si el gran obstáculo para que circulen los libros y los autores de Brasil en la Argentina, y los nuestros allá, es la lengua, yo digo que no. Porque nuestra cercanía lingüística es precisa y es preciosa, y sólo en las fronteras del inmenso Brasil (rodeado por ocho naciones que hablan el Castellano Americano) a ambos lados habitamos más de 50 millones de latinoamericanos que nos entendemos y podemos leernos con soltura.
El obstáculo, la traba, es la ignorancia nomás, y también su hija, la desidia. Porque en Brasil es política oficial la enseñanza del castellano (que ellos llaman equivocadamente “español”) en un sistema educativo de unos 50 millones de estudiantes. Brasil viene desarrollando políticas educativas en favor del bilingüismo desde por lo menos 2005, cuando sancionaron la llamada “Ley del Español”, que de entrada se dirigió a preparar unos 12.000 docentes, cantidad que creció notablemente en esta década, sobre un total necesario que se estima en 200.000 profes de nuestra lengua. Y hoy en muchos estados la enseñanza bilingüe es obligatoria.
Pero a eso los países vecinos parece que ni siquiera lo ven. Ni la Argentina, claro. Aunque sería fantástico hermanarnos lingüísticamente por razones de cercanía, de intereses comunes y por los mutuos beneficios que se lograrían en todos los planos: cultural y turístico, obvio, pero también político, económico y social.
España, en cambio, desde la caída de Franco asumió con inteligencia el desafío, y no precisamente por amor sino porque junto con los Estados Unidos son las dos mayores potencias en didáctica del español como segunda lengua, y también en formación de profesores. Lo que tiene un fabuloso correlato político y económico que ningún gobierno sudamericano parece advertir.
El hecho es que España, y no Latinoamérica, está formando a los miles de profesores que necesita Brasil para implantar la lengua española como segundo idioma.
Y encima estamos sometidos a un mercado editorial transnacionalizado que, para vender en un país y en otro y en otro, nos mantiene lecturariamente fragmentados. Y para colmo con la inconsciente complicidad de gobiernos sudamericanos de todos los signos que son incapaces siquiera de ver el problema y por eso imponen alegremente trabas burocráticas a la circulación de libros. Es una tragedia cultural que continúa invisibilizada. Y otra muestra, patética, de la “viveza criolla”.