lunes, 7 de septiembre de 2015

INVESTIGAN A UNA EMPRESA VINCULADA CON UNA DIPUTADA DEL PRO Un negocio fantasmal

Una socia política de la diputada del PRO Cornelia Schmidt Liermann quedó en el ojo de la tormenta por una investigación que lleva adelante el juez Hernán Papa sobre una presunta empresa fantasma que intenta cobrar bonos emitidos por la dictadura. En la investigación sobre la empresa Snowy, se determinó que la firma tiene como domicilio una casa particular, la de Mercedes Moreno Kapplenbach, quien milita junto con Schmidt Liermann.
La causa judicial en la que se investiga a Snowy Sociedad Anónima se tramita en el juzgado comercial del juez Papa, quien debe decidir si habilita al Banco Central a pagar unos 311 mil dólares que la empresa demanda. Según informó el portal de noticias del Ministerio de Justicia, Infojus, esta empresa reclama una serie de bonos que fueron emitidos durante la dictadura, pero tiene una gran cantidad de incongruencias que podrían indicar que se trata de una empresa fantasma.
La firma cuenta con un directorio en el que aparecen accionistas que figuran en otros cientos de empresas. Tiene sede en Panamá, oficinas en Uruguay y una dirección en la Argentina en la que sólo hay un domicilio particular. No existe ni siquiera una página web de la empresa. El juez Papa ordenó una investigación sobre esas inconsistencias. En el expediente judicial, se pudo saber que el 17 de noviembre de 2008, Snowy registró como sucursal en la Argentina el domicilio en Avenida del Libertador General San Martín 16.051. Esto figura en el Boletín Oficial de la provincia de Buenos Aires del 30 de marzo de 2009.
Sin embargo, la dirección que fijó no es una oficina, sino una casa en un barrio de chalets. El domicilio pertenece a Mercedes Moreno Klappenbach, familiar del escribano Nicanor Moreno Crotto, que figura como representante legal de la empresa. Moreno Kapplenbach forma parte de la Agrupación Mujeres Argentinas (AMA), una organización que es parte del grupo que sustenta a la diputada del PRO Schmidt Liermann.
Las dos llevaron adelante una serie de campañas en los últimos años. Por ejemplo, Moreno Klappenbach cuestionó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, en un comunicado que firmó junto a la diputada Schmidt Liermann: “Hoy nos toca alertar sobre la posible interpretación y aplicación discriminatoria y unilateral del fallo de la Corte Suprema sobre la ley de medios, restringiendo la libertad de expresión. Una persona tiene el derecho inalienable a la libertad de pensamiento y de expresión”.
La socia de Schmidt Liermann tiene en su domicilio la “sede central” en el país de la firma Snowy, que –según un informe del Banco Central– tiene un directorio integrado por los accionistas Julio Carlevaro Carlo, José Ismael Feo Scarsi y Alfredo Acevedo. Sus nombres se repiten –según el expediente judicial– en “127 sociedades inscriptas” en Panamá, que suele funcionar como un paraíso financiero. Los investigadores tampoco pudieron establecer en ese país qué actividad tiene la firma.
Lo cierto es que la empresa reclama el cobro de una serie de bonos emitidos durante la dictadura junto con el Grupo Gotelli, que reclama el pago de los bonos de absorción monetaria (BAM) que tiene Snowy. Esta última asegura que obtuvo los bonos cuando compró parte de la deuda de la quiebra de Sebastián Badaracco y provienen de una resolución de la dictadura de noviembre de 1982. El titular del Centro de Estudios Penales del Banco Central, David Baigún, logró que se aplicara una cautelar y un embargo sobre los BAM, que frenó el pago de la renta que debía concretarse en 1986, mientras se investigaba si esos bonos eran parte de un delito financiero. Sin embargo, esa causa finalmente prescribió y Snowy se presentó para cobrar el dinero. Pero para que la causa avanzara, debía tener sede en la Argentina.
En una audiencia judicial la semana pasada, en la que se analizó el reclamo de la empresa, el abogado de Snowy Daniel Levinsonas se negó a detallar la actividad de la empresa ante los periodistas presentes. Ese día, el juez Papa decidió ordenar una investigación sobre esa compañía, que declara tener origen uruguayo.

EL PAIS › EL GOBIERNO PORTEÑO TUVO PARADAS DOS AÑOS LAS OBRAS DEL SUBTE H Y POR ESO OTORGO A TECHINT UN ADICIONAL INEDITO Cómo pagar 1700 millones por no hacer nada

Por Werner Pertot
Tres estaciones de la línea H de subte, que deberían haber sido inauguradas en abril de este año, están lejos de ser terminadas. Según un acta acuerdo entre la contratista y el Ministerio de Desarrollo Urbano, Daniel Chain –a la que tuvo acceso Página/12– el principal problema es que la obra estuvo parada por dos años mientras los macristas definían qué hacer con un problema con el tipo de suelo. Un estudio de la Auditoría porteña indica que, debido a estos retrasos, las empresas Techint y Dycasa cobraron 1700 millones de pesos en adicionales y redeterminaciones de precios. Esto implica un aumento del 85 por ciento sobre el precio original de la obra. Tanto el acta acuerdo con las resoluciones en las que se aumentaron los costos brillaron por su ausencia en el Boletín Oficial.
Es sabido que la relación entre Macri y las obras del subte no ha sido la mejor a lo largo de su gestión. Su campaña de 2007 la arrancó prometiendo 10 kilómetros de subte por año. “Eso incluye la finalización de la línea H, que debe llegar hasta Retiro. La extensión de la B, y la iniciación de las F, G e I”. En ocho años de gobierno, inauguró las estaciones de la línea A, H y de la B que ya venían avanzadas de gobiernos anteriores. En tanto, cerró la línea A durante el verano de 2013 y dejó sin servicio a la línea B durante fines de semanas y feriados desde abril del año pasado y hasta junio de este año para adaptar las estaciones a los vagones que compró en Madrid.
Cuando se les pregunta, los funcionarios macristas sostienen que la prioridad en los próximos años estará puesta en mejorar lo que hay y sumar formaciones para aumentar la frecuencia. Es la promesa que hizo el jefe de Gobierno electo, Horacio Rodríguez Larreta, en su campaña.
La extensión de la red no parece ser una prioridad. Un informe de la Auditoría porteña, que analiza un acta acuerdo de 2012 entre la empresa y el gobierno porteño, señala que las obras debían haberse terminado en abril de 2015 para las estaciones Córdoba, Santa Fe y Las Heras. En cambio, la estación Plaza Francia estaba prevista para 2017. En ese acuerdo de partes, también postergaron para ese año las estaciones Sáenz y Pompeya. El taller de Parque Patricios tendría que haber estado terminado a fines del año pasado.
El equipo del auditor Eduardo Epszteyn pudo averiguar que los plazos están lejos de cumplirse: hasta junio, la estación Córdoba tenía un avance del 74 por ciento; la de Santa Fe, del 60 por ciento; Las Heras, 72 por ciento y Plaza Francia, 12 por ciento. Los túneles que llegan de Corrientes a Plaza Francia tenían un avance de entre el 64 y el 50 por ciento, según el caso. En total, la obra no avanzó más de un 33 por ciento. “Por un lado hay falta de decisión política en lo que tiene que ver con la expansión del subte, y por otro, hay una gran ineficacia y situaciones sospechosas entre SBASE y las empresas contratistas”, advirtió Epszteyn.
Un acta acuerdo entre el ministro de Desarrollo Urbano y las empresas contratadas, Dycasa y Techint, de abril de este año, reconoce que la obra estuvo parada dos años. El documento que no fue publicado en el Boletín Oficial indica que entre el 10 de junio de 2012 y el 16 de abril de 2014 las obras estuvieron frenadas y que la responsabilidad fue de la gestión porteña, por lo que se le reconoció una suma de dinero adicional a la unión de empresas por otros 30 millones de pesos.
En junio de 2012, las empresas presentaron una alternativa para hacer los túneles a lo que siguió un intercambio burocrático y una serie de estudios hasta principios de 2014. Se tomaron esos dos años para resolver un problema con los suelos y el uso de otro tipo de tuneladora. Una vez que se reinició la obra en 2014, tampoco se avanzó demasiado: un año más tarde, la ejecución de los túneles había avanzado un 1,54 por ciento.
La obra original costaba 2001 millones de pesos, según el contrato de septiembre de 2011. El atraso representó un aumento del precio total del 85 por ciento, entre redeterminaciones de precios y adecuaciones que relevó el equipo de Epszteyn (ver aparte). En total suman 1700 millones de pesos. “A Macri le gusta criticar al gobierno nacional. Debiera observar muy detenidamente la forma sospechosa en que se está beneficiando a estas empresas”, indicó Epszteyn.

Exprópiese

No es el único costo que tendrá la demora. Sucede que para avanzar con la obra se hicieron una serie de expropiaciones. Este diario informó hace tres años que un informe del entonces legislador Rafael Gentili indicaba que para construir dos bocas de subte de 10 o 15 metros, el gobierno de Mauricio Macri pretendía expropiar 3432 metros cuadrados.
La tarea de realizar las expropiaciones fue tercerizada por Sbase en una consultora que conducía Gabriel Núñez, un hombre cercano al gerente de Legales de SBASE, Juan Freire Aurich. La consultora fue creada un mes antes de recibir el primer pago de la empresas estatal de subtes, controlada por el macrismo. Un informe sobre el período 2012 de la Auditoría porteña, que conduce Cecilia Segura, indicaba que “Sbase ha delegado parte del proceso expropiatorio en una consultora, la cual es una sociedad que carece de antecedentes en el rubro y ha sido contratada bajo una modalidad no conforme a los procedimientos que en materia de contrataciones Sbase debe cumplir. Sbase cuenta con personal capacitado para realizar las mismas funciones, derivación que sin dudas significó una erogación innecesaria por parte de Sbase.
En algunas intervenciones que hizo esta consultora, acordaron hacer la expropiación del inmueble, pero luego devolverle al dueño el terreno que sobrara. Un informe de la Auditoría porteña del año pasado indica que en algunos casos, además, se agregó una cláusula por la cual si en dos años el gobierno porteño no devolvía la propiedad comenzaba a pagar una multa: “En caso de demora en la entrega, Sbase pagará a la expropiada la suma de 2000 pesos diarios de atraso hasta la efectiva entrega del mismo”.
Un ejemplo: el plazo para una de las propiedades en avenida Pueyrredón al 1400 se venció el 8 de febrero de este año. Según un calculo conservador que hizo el equipo de Eszteyn, con el atraso actual de las obras esto implicará una erogación adicional de 420 mil pesos. Un negocio redondo.
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La estación Santa Fe, una de las tres que debería haber sido terminada en abril pasado, está lejos de terminarse.
Imagen: Carolina Camps
 
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EL PAIS › OPINION Apunten a la economía

Por Eduardo Aliverti


Las reales, presuntas o inventadas amenazas de la marcha económica del país, y más específicamente su situación financiera junto con expectativas devaluatorias, ganan espacio entre las andanadas mediáticas y sus socios sectoriales. Algunas observaciones técnicas serán necesarias para discriminar lo importante y lo secundario de ese barullo.
Era de prever que el foco comenzaría a ponerse allí, en la economía. Por un lado, la campaña electoral está en una cierta meseta porque los candidatos principales no arrancaron a fondo, al margen de recorridas, declaraciones y gestos en los que se advierte que todavía están procesando el resultado de las primarias. El escrutinio definitivo recién se conoció en estos días, aunque confirmó casi exactamente las cifras del provisorio. Todas las encuestas, además, revelan hacia las presidenciales de octubre una intención de voto que mantiene esos números. Scioli no dispondría del envión inercial que generan las PASO a favor del ganador. Macri no sube su piso y, aun reteniendo los mínimos porcentajes de Sanz y Carrió, puede estar cerca de su techo. Massa también conserva un volumen oscilante entre 15 y 20 por ciento, capaz de permitirle ser el árbitro de un eventual ballottage aunque es muy dudoso que arreglar con el alcalde porteño (¿qué?) tuviera incidencia determinante en una segunda vuelta a blanco o negro. Por tanto, más que la campaña propiamente dicha sobresalen los intríngulis de los dos primeros acerca de cómo capturar lo que les falta. En el comando sciolista hay división de aguas. Los unos consideran que el gobernador bonaerense ya alcanzó en las urnas todo el apoyo K y que debe salir a buscar lo que se llama el voto “independiente”: un eufemismo para referirse al tercio fluctuante del electorado, en esencia clase media de las grandes ciudades, que hasta último momento no terminará de decidirse entre continuidad con cambios de estilo y un giro brusco a la derecha. Tampoco es un tercio que vota en masa, precisamente por su ambigüedad. Los otros dicen que a Scioli le hace falta su voto “posible”, anclado en quienes ya supieron votar por el Frente para la Victoria y que ahora requieren de algo más para convencerse. Eso sería ver a un candidato con mayor energía, frente a votantes dispuestos a horrorizarse con las perspectivas de un Macri presidente. El resultado de las primarias les daría la razón a estos últimos, porque en comparación con las elecciones inmediatamente previas el FpV tuvo números muy achicados en el conurbano bonaerense y, sobre todo, en el segundo cordón, el más pobre. Significa que los votos que le restan para llegar al 45 por ciento del total, o a fin de superar a Macri por más de diez puntos y evitar un ballottage riesgoso, están con prioridad en los sectores populares. Para ganar, es clave que el gobernador suba en su provincia al margen de mejorar en Córdoba e incrementar unos puntos en Santa Fe. En números concretos eso se llama principalmente conurbano y su expresión discursiva, para ser otra vez reiterativos, es más kirchnerismo, nunca menos. ¿Scioli está persuadido de jugar así? Mientras tanto, la margarita del macrismo es igual de desafiante. ¿Para subir su techo Macri debe insistir en “kirchnerizarse”, hablando como acaba de haberlo en contra de todo ajuste neoliberal? Estas paradojas son sensacionales, porque un tramo del escenario, que en buena medida lo constituye la opinología mediática, da que a Scioli le conviene moverse a la derecha y a Macri a la izquierda, lo cual es una contradicción en sus propios términos. ¿Por qué le convendría a Macri desderechizarse, si a su adversario lo beneficiaría justamente correrse a un discurso “moderado”? ¿Por qué a Scioli le arrimaría voluntades ir hacia donde Macri está mejor, si Macri quiere “salirse” de lo que ya tiene? Una de las dos está equivocada. ¿O ambas?
Como nadie está seguro de la respuesta, el perfil de las campañas anda en veremos y, encima, ya suena agotador el encadenado de las denuncias de corruptela. Las que afectan al oficialismo son un paisaje cotidiano, monotemático, sin interesar su solvencia. Hubo sí el suceso de la acusación contra el candidato macrista Fernando Niembro por tráfico de influencias, que los medios opositores ningunean o minimizan y que, por fuera de imputar juego sucio, no pudieron desmentir porque la probanza es o semeja demoledora. Sin embargo, a esta altura parece comprobado, o ratificadamente atendible, aquello de que fijar agenda sobre lo que la gente tiene que hablar no es lo mismo que convencerla de cómo pensar. O votar. Hay quienes sostienen que las revelaciones sobre el caso Niembro –que deberían serlo también respecto de quienes aprobaron la operatoria en el gobierno de la Ciudad– representan el fin de su carrera política. Aun si es así, como lo fueron las denuncias contra el vicepresidente Boudou y varias otras, la experiencia demuestra que son consecuencias individuales sin efecto mayor en las grandes decisiones colectivas (desde ya, si es que los escándalos no alcanzan proporciones gigantescas). Entonces, se adelantó el peso prevaleciente, terminante, que la economía tendrá, como de costumbre, a la hora de decidir el voto por parte de las franjas indecisas. La economía real, las perspectivas que nutran al imaginario social y la incidencia que tendrán en él cómo despliegue sus cartas cada quien.
Uno de los problemas más agudos del Gobierno se concentra en el flanco externo, porque el ingreso de divisas se ve amenazado por la caída en el precio de las materias primas que Argentina exporta y la grave situación de su principal socio comercial, Brasil. Esas divisas son indispensables para sostener la estabilidad o el crecimiento de un país como el nuestro, cuya estructura productiva no llega a generarlas de forma propia en nivel suficiente. No se puede decir que frente a eso haya inacción gubernamental, porque allí están las políticas proactivas de respaldo a la demanda interna con el Estado como motor, la intervención regulatoria del Banco Central, o sin ir más lejos los anuncios de nuevas medidas de estímulo a las pymes efectuados esta semana. Y a la vez se rechaza el recetario tramposo de volver a endeudarse en el exterior sin más ni más, para después terminar incendiados como ya ocurrió porque la fiesta hay que pagarla y resulta que aquel andamiaje productivo siguió rengo. Sin embargo, hasta que en el mejor de los casos se pueda desplegar lo que está y deba estar en marcha para un desarrollo sostenido y sustentable, las presiones locales de los grupos ligados a la exportación e intereses corporativos diversos, junto con las adversas condiciones regionales e internacionales, son un cuello de botella complicado. Algunas economías regionales son testigo, pero la realidad y expectativas más amenazadoras pasan por el tipo de cambio –en el que influyen históricos factores culturales– y siendo que esas expectativas a veces construyen la realidad. De ahí en más, la pulseada contra el círculo rojo de los devaluacionistas, rebajadores del gasto público y reducidores de salarios.
Cuando se observan los números de “la macro”, ni el presente ni el horizonte de corto y mediano plazo dan un diagnóstico (tan) sombrío. ¿A nadie llama la atención, entre los catastrofistas, que siga bajando el otrora psicopateante riesgo-país, que los papeles de inversión argentinos gocen de buena salud, que el Gobierno haya captado el jueves más de 5 mil millones de pesos al colocar una nueva emisión de bonos? El primer dato que los gurúes ocultan a sabiendas es que la relación deuda en dólares/PBI no llega a un porcentual de 10. Es 8,9. Simplemente, Argentina debe en dólares menos del 10 por ciento del tamaño de su economía. En febrero pasado ya lo había señalado el informe de la consultora McKinsey, publicado por la Biblia del mundo financiero, el británico Financial Times, al indicar que Argentina es uno de los pocos países del mundo que en los últimos siete años redujo su deuda en relación al PBI. Las ratios de países desarrollados aumentaron desproporcionadamente: Francia y Reino Unido, 66 y 62 por ciento; España, 72 por ciento; China, 83 por ciento; Rusia, 19 por ciento; Estados Unidos, 16 por ciento. Argentina la redujo un 11 por ciento. Al hablarse de la suba del endeudamiento argentino, se entremezcla olímpicamente lo que se debe en moneda extranjera con la deuda en pesos nacionales en manos del Estado y de particulares. Es una de las tantas falacias de los economistas neoliberales, y sus parlantes mediáticos, que también esconden los balances presentados en la Bolsa por las empresas cotizantes, con ganancias de hasta el 200 por ciento respecto del mismo período que el año pasado. Bien resumido por el colega Cristian Carrillo en el Cash del domingo 16 de agosto pasado, “las industrias siderúrgica y petrolera se vieron favorecidas por una mejora en la competitividad de la moneda, aunque critican un supuesto atraso cambiario; las que sustituyen importaciones recuperaron terreno gracias al aumento de la demanda interna, y el sector bancario continúa liderando el ranking de las más rentables”. En cifras redondeadas, el Santander reportó ganancias por casi 1800 millones de pesos; el BBVA Francés, casi 1600 millones; el Galicia, más de 1700 millones; Sociedad Comercial del Plata, 202 millones; Transener, unos 1200 millones; Edesur, 430 millones; Telecom, unos 2000 millones; Grupo Clarín, ganancias por más de 1600 millones de pesos sólo en el primer semestre de este año, con una mejora de casi seis veces respecto de igual período en 2014.
Se diría, nuevamente, que a otro perro con el hueso de la profunda crisis coyuntural y estructural. Hay situaciones serias y hasta graves, alentadas por la excesiva concentración de la economía en las pocas manos que fijan la cadena de precios. Pero los lamentos no se condicen con la facturación y ganancias de esos mismos grandes grupos. El tema es si tendrán la capacidad de que alguna o mucha gente distraída se asocie en el voto con sus llantos y operaciones.


Esto estaba a la salida del Subte A. Ahí los están los jinetes del apocalipsis. La cadena del desánimo, jactándose de serlo.
Obvio que con el diario uno hace lo que quiere. Porque si viéramos el mundo tan horrible como lo pintan, jamás elegiríamos el amor, la vida y la felicidad como lo hacemos cada día.
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