LA BIBLIA JUNTO AL CALEFON POR:
TA TAN TA TAAAAN:
En el peronismo hay desorientación. En el kirchnerismo, silencio. Esos estados de ánimo obedecerían a la conducta de Cristina Fernández. La mandataria ha enfrentado con frialdad el escándalo que desataron las elecciones en Tucumán. La razón del renovado trastorno para Daniel Scioli. El candidato K no sabe hacia dónde rumbear cuando se avizora el tramo crucial para las elecciones presidenciales de octubre.
Aquellas elecciones sirvieron para arrancar, tal vez, la última de las máscaras a la década ganada. El modelo económico y la inclusión están bajo fuego por los fuertes desajustes y la revelación de cifras de pobreza en la Argentina. Según el Observatorio de la UCA crece desde el 2011 y abarca a más del 40% de niños y adolescentes. El Congreso sesiona, esporádicamente, sólo para satisfacer necesidades del Poder Ejecutivo. La intoxicación de kirchnerismo en el Poder Judicial llegó al extremo de impedirle la semana pasada al juez Claudio Bonadio –que destapó enjuagues financieros de la familia Kirchner– disertar en un foro público. Pero no eran tantos en el país los que sospechaban sobre las turbiedades del sistema electoral. Tucumán repuso con crudeza esa realidad. Permitió incluso remitir a imágenes de la década infame, que comenzó en 1930 con el derrocamiento de Hipólito Yrigoyen. E inmortalizó un periodista, José Luis Torres. El voto ciudadano estaría sujeto ahora mismo a extorsión y trampa. Así observado, el colapso del ciclo kirchnerista asomaría estructural.
La Presidenta apenas se animó a pedirle a la oposición que reconozca la victoria del oficialista Juan Manzur, su ex ministro de Salud. Eludió hablar de la represión policial contra las protestas populares en la capital tucumana. Sobrevoló al gobernador, José Alperovich, responsable de todas las decisiones en aquella comarca. Omitió a Scioli.
Nadie sabría discernir si Cristina pretendió hacerle un favor o no al candidato cuando bajó la instrucción a Diputados y el Senado para que bloquearan cualquier intento de la oposición de repudiar la represión de Alperovich. El oficialismo se comprometió en las dos Cámaras a debatir la cuestión en Comisión. Es decir, nunca. La habilitación del tema, es verdad, se hubiera convertido en un festín para los opositores. En el Senado hubo un atisbo cuando Beatriz Rojkés, la esposa de Alperovich, casi ofendió a la radical Silvia Pérez con una alusión a la violencia de género. Manzur le habría hecho una súplica al gobernador: “Decile a tu mujer que no hable más”. Pero aquella negativa cerrada impidió al candidato K potenciar la condena que había hecho de los episodios. No fue el único perjudicado. Juan Manuel Urtubey, mandatario de Salta, que le tiró una soga al candidato K en medio del temporal, también se había ocupado de condenar a Alperovich. La brújula del pejotismo parecería extraviada.
El desperfecto no representa una señal menor para Scioli. El candidato se ocupa de subrayar que las garantías de previsibilidad y gobernabilidad a partir de diciembre se afincarían en su histórica pertenencia al PJ. Tucumán lo desdijo. Tampoco ese escándalo sería nuevo ni significaría una excepción. Estalló simplemente por la combinación de varios factores. El cansancio social por tres períodos consecutivos y abusivos de Alperovich. Las grietas que el epílogo de Cristina empieza a causar entre el PJ y el kirchnerismo. La crisis en los rubros productivos básicos de la provincia. La aparición de una fuerza alternativa algo deshilachada, aunque competitiva.
Tampoco ocurren cosas diferentes en otros territorios. La Cámara Nacional Electoral pidió informes sobre el ingreso de ciudadanos paraguayos por los pasos fronterizos con Formosa el día de la elección de las primarias. Todavía no tuvo respuesta. Esa práctica sería tan vieja, o más, que la presencia de Gildo Insfrán en el poder. Los humoristas de aquella provincia apuntan que Formosa sería la primera región electoral binacional. Las irregularidades ya tuvieron un volumen llamativo en el 2011. Pero pasaron de largo, como tantas cosas en la Argentina.
¿Cómo sería el mecanismo? Los ciudadanos paraguayos fijarían previamente un domicilio en suelo formoseño, lo que les permitiría acceder a dos derechos. Un DNI argentino y una módica pensión por invalidez. Formosa registra el índice nacional más elevado por incapacidades laborales. Escala casi al 9% de la población total. Un fenómeno difícil de explicar. Un trabajo a destajo de la ANSeS sobre el cual se interesó alguna vez la Presidenta.
Insfrán sería otra de las piezas pejotistas en la articulación de Scioli. Pero tampoco se esmeraría en ayudarlo. El candidato no podría reprocharle nada en el plano electoral porque cosechó allí en las primarias el 61% de los votos. Pero el mandatario, de modo incomprensible, fogoneó una polémica contra el futbolista Carlos Tevez por sus críticas a la pobreza provincial. Scioli debió hablar salomónicamente sobre lo que jamás hubiera querido.
Los mecanismos de Alperovich e Insfrán serían familiares para otros gobernadores. Algunos parecen haber alambrado sus provincias. En Santiago del Estero, Scioli obtuvo el récord de votos en las PASO: el 66%. Es la tierra del senador radical ultra K Gerardo Zamora. Pero ahora gobierna su esposa, la abogada Claudia Abdala Ledesma. Casi un calco de la dinastía peronista de los Juárez (Carlos y Nina), que administró medio siglo con mano férrea y terminó mal. El senador llegó a Tucumán para celebrar con Alperovich en el avión más lujoso que dispondría cualquier gobernador. Su mujer lo acompañó ataviada con ropas despampanantes, que hasta la Presidenta envidiaría. Mauricio Macri y Sergio Massa apenas arañaron allá el 15% de los votos. Ambos tuvieron severas dificultades para intentar consolidar sus fuerzas. Ocurrieron varias cosas extrañas.
El concejal Héctor Chabay Ruiz era el representante massista. Pero sufrió una denuncia por acoso sexual. La Justicia santiagueña intentó detenerlo y se fugó. En la clandestinidad existió una negociación de la cual habría participado el propio Zamora. Convino su regreso a la provincia y la admisión de la culpa a cambio de un juicio abreviado y una pena leve. Hubo otro tópico nunca escrito: el concejal se comprometió ante Zamora a dejar durante tres años la política. Está cumpliendo. El candidato del Frente Renovador se vio obligado a improvisar para las PASO.
Desde el Norte se podría viajar hacia el confín del Sur sin que el paisaje político e institucional variara demasiado. En Santa Cruz, la provincia de Cristina, existiría quizás algo más de sofisticación que brutalidad. Pero el objetivo del dominio sería idéntico. La Cámara de Apelaciones provincial declaró constitucional la Ley de Lemas después de un fallo adverso en primera instancia. Eso le permitirá al kirchnerismo presentar dos candidatos: el actual gobernador, Daniel Peralta, y la ministra Alicia Kirchner. De esa manera buscarían neutralizar la posibilidad de una victoria del radical Eduardo Costa.
El escándalo de Tucumán añadió otro costado a los problemas de Scioli y de Cristina. Hizo sonar el despertador de la oposición para alertar que la rigurosa fiscalización que desarrollaron en las PASO sería una defensa insuficiente. El sistema de boletas de votación posibilita una infinidad de ardides en un proceso conducido, en su médula, por el Gobierno. El ministerio del Interior y el Correo estatal. La adulteración de telegramas no ha sido una sorpresa tucumana. Felipe Solá lo denunció en Buenos Aires. Algunos kirchneristas poseerían idéntica presunción. Le sucede todavía a Julián Domínguez, que perdió su interna para gobernador bonaerense del FpV frente a Aníbal Fernández.
El Correo se ha convertido en un búnker camporista. En especial desde que Amado Boudou cayó en desgracia. En los últimos cuatro años se incorporaron 2 mil militantes de esa organización. Manejan la informática logística y comercial. Poseen acceso directo al transporte y la carga de la información electoral. Hubo muchas constancias, en la PASO y en Tucumán, de telegramas volcados al escrutinio con números distintos a los originales. Difícil creer en un error tan consecuente.
La oposición tomó tanta conciencia de toda aquella debilidad que produjo un milagro circunstancial. Juntó a Macri y Massa con los radicales y Margarita Stolbizer. La ausencia de Adolfo Rodríguez Saá, entre tanta malaria, resultó una buena noticia para Scioli. El encuentro no fue lo más trascendente. Sí, en cambio, la decisión de plantearle un nuevo reto público al pejotismo y al kirchnerismo: buscar una manera más confiable de votar en las presidenciales. Boleta única, como en Santa Fe, o voto electrónico, como en Brasil. Nadie sabe si será factible, por el escaso tiempo que resta. Aunque ni para Scioli ni para Cristina será gratuito resistirse tozudamente ante una sociedad que agigantó sus sospechas después de lo ocurrido en Tucumán.
Sería impensable en un país más o menos normal el replanteo del sistema de votación cuando las elecciones están a la vuelta de la esquina. Esa fotografía que retrata ahora el tiempo político de la Argentina desnudaría su raquitismo democrático.
Copyright Clarín 2015
La Presidenta apenas se animó a pedirle a la oposición que reconozca la victoria del oficialista Juan Manzur, su ex ministro de Salud. Eludió hablar de la represión policial contra las protestas populares en la capital tucumana. Sobrevoló al gobernador, José Alperovich, responsable de todas las decisiones en aquella comarca. Omitió a Scioli.
Nadie sabría discernir si Cristina pretendió hacerle un favor o no al candidato cuando bajó la instrucción a Diputados y el Senado para que bloquearan cualquier intento de la oposición de repudiar la represión de Alperovich. El oficialismo se comprometió en las dos Cámaras a debatir la cuestión en Comisión. Es decir, nunca. La habilitación del tema, es verdad, se hubiera convertido en un festín para los opositores. En el Senado hubo un atisbo cuando Beatriz Rojkés, la esposa de Alperovich, casi ofendió a la radical Silvia Pérez con una alusión a la violencia de género. Manzur le habría hecho una súplica al gobernador: “Decile a tu mujer que no hable más”. Pero aquella negativa cerrada impidió al candidato K potenciar la condena que había hecho de los episodios. No fue el único perjudicado. Juan Manuel Urtubey, mandatario de Salta, que le tiró una soga al candidato K en medio del temporal, también se había ocupado de condenar a Alperovich. La brújula del pejotismo parecería extraviada.
El desperfecto no representa una señal menor para Scioli. El candidato se ocupa de subrayar que las garantías de previsibilidad y gobernabilidad a partir de diciembre se afincarían en su histórica pertenencia al PJ. Tucumán lo desdijo. Tampoco ese escándalo sería nuevo ni significaría una excepción. Estalló simplemente por la combinación de varios factores. El cansancio social por tres períodos consecutivos y abusivos de Alperovich. Las grietas que el epílogo de Cristina empieza a causar entre el PJ y el kirchnerismo. La crisis en los rubros productivos básicos de la provincia. La aparición de una fuerza alternativa algo deshilachada, aunque competitiva.
Tampoco ocurren cosas diferentes en otros territorios. La Cámara Nacional Electoral pidió informes sobre el ingreso de ciudadanos paraguayos por los pasos fronterizos con Formosa el día de la elección de las primarias. Todavía no tuvo respuesta. Esa práctica sería tan vieja, o más, que la presencia de Gildo Insfrán en el poder. Los humoristas de aquella provincia apuntan que Formosa sería la primera región electoral binacional. Las irregularidades ya tuvieron un volumen llamativo en el 2011. Pero pasaron de largo, como tantas cosas en la Argentina.
¿Cómo sería el mecanismo? Los ciudadanos paraguayos fijarían previamente un domicilio en suelo formoseño, lo que les permitiría acceder a dos derechos. Un DNI argentino y una módica pensión por invalidez. Formosa registra el índice nacional más elevado por incapacidades laborales. Escala casi al 9% de la población total. Un fenómeno difícil de explicar. Un trabajo a destajo de la ANSeS sobre el cual se interesó alguna vez la Presidenta.
Insfrán sería otra de las piezas pejotistas en la articulación de Scioli. Pero tampoco se esmeraría en ayudarlo. El candidato no podría reprocharle nada en el plano electoral porque cosechó allí en las primarias el 61% de los votos. Pero el mandatario, de modo incomprensible, fogoneó una polémica contra el futbolista Carlos Tevez por sus críticas a la pobreza provincial. Scioli debió hablar salomónicamente sobre lo que jamás hubiera querido.
Los mecanismos de Alperovich e Insfrán serían familiares para otros gobernadores. Algunos parecen haber alambrado sus provincias. En Santiago del Estero, Scioli obtuvo el récord de votos en las PASO: el 66%. Es la tierra del senador radical ultra K Gerardo Zamora. Pero ahora gobierna su esposa, la abogada Claudia Abdala Ledesma. Casi un calco de la dinastía peronista de los Juárez (Carlos y Nina), que administró medio siglo con mano férrea y terminó mal. El senador llegó a Tucumán para celebrar con Alperovich en el avión más lujoso que dispondría cualquier gobernador. Su mujer lo acompañó ataviada con ropas despampanantes, que hasta la Presidenta envidiaría. Mauricio Macri y Sergio Massa apenas arañaron allá el 15% de los votos. Ambos tuvieron severas dificultades para intentar consolidar sus fuerzas. Ocurrieron varias cosas extrañas.
El concejal Héctor Chabay Ruiz era el representante massista. Pero sufrió una denuncia por acoso sexual. La Justicia santiagueña intentó detenerlo y se fugó. En la clandestinidad existió una negociación de la cual habría participado el propio Zamora. Convino su regreso a la provincia y la admisión de la culpa a cambio de un juicio abreviado y una pena leve. Hubo otro tópico nunca escrito: el concejal se comprometió ante Zamora a dejar durante tres años la política. Está cumpliendo. El candidato del Frente Renovador se vio obligado a improvisar para las PASO.
Desde el Norte se podría viajar hacia el confín del Sur sin que el paisaje político e institucional variara demasiado. En Santa Cruz, la provincia de Cristina, existiría quizás algo más de sofisticación que brutalidad. Pero el objetivo del dominio sería idéntico. La Cámara de Apelaciones provincial declaró constitucional la Ley de Lemas después de un fallo adverso en primera instancia. Eso le permitirá al kirchnerismo presentar dos candidatos: el actual gobernador, Daniel Peralta, y la ministra Alicia Kirchner. De esa manera buscarían neutralizar la posibilidad de una victoria del radical Eduardo Costa.
El escándalo de Tucumán añadió otro costado a los problemas de Scioli y de Cristina. Hizo sonar el despertador de la oposición para alertar que la rigurosa fiscalización que desarrollaron en las PASO sería una defensa insuficiente. El sistema de boletas de votación posibilita una infinidad de ardides en un proceso conducido, en su médula, por el Gobierno. El ministerio del Interior y el Correo estatal. La adulteración de telegramas no ha sido una sorpresa tucumana. Felipe Solá lo denunció en Buenos Aires. Algunos kirchneristas poseerían idéntica presunción. Le sucede todavía a Julián Domínguez, que perdió su interna para gobernador bonaerense del FpV frente a Aníbal Fernández.
El Correo se ha convertido en un búnker camporista. En especial desde que Amado Boudou cayó en desgracia. En los últimos cuatro años se incorporaron 2 mil militantes de esa organización. Manejan la informática logística y comercial. Poseen acceso directo al transporte y la carga de la información electoral. Hubo muchas constancias, en la PASO y en Tucumán, de telegramas volcados al escrutinio con números distintos a los originales. Difícil creer en un error tan consecuente.
La oposición tomó tanta conciencia de toda aquella debilidad que produjo un milagro circunstancial. Juntó a Macri y Massa con los radicales y Margarita Stolbizer. La ausencia de Adolfo Rodríguez Saá, entre tanta malaria, resultó una buena noticia para Scioli. El encuentro no fue lo más trascendente. Sí, en cambio, la decisión de plantearle un nuevo reto público al pejotismo y al kirchnerismo: buscar una manera más confiable de votar en las presidenciales. Boleta única, como en Santa Fe, o voto electrónico, como en Brasil. Nadie sabe si será factible, por el escaso tiempo que resta. Aunque ni para Scioli ni para Cristina será gratuito resistirse tozudamente ante una sociedad que agigantó sus sospechas después de lo ocurrido en Tucumán.
Sería impensable en un país más o menos normal el replanteo del sistema de votación cuando las elecciones están a la vuelta de la esquina. Esa fotografía que retrata ahora el tiempo político de la Argentina desnudaría su raquitismo democrático.
Copyright Clarín 2015
NO HAY DEMOCRACIA ESTO ES UNA DICTADURA Y DE LA PEOR: K