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domingo, 5 de julio de 2015
Fanon, el colonialismo francés y la lucha por la liberación del pueblo de Argelia
Cristina Fernandez de Kirchner agregó 2 fotos nuevas.
Grecia: Rotunda victoria de la Democracia y la Dignidad. El pueblo griego le ha dicho NO a las imposibles y humillantes condiciones que se le pretenden imponer para la reestructuración de su deuda externa.
Los argentinos sabemos de que se trata. Esperamos que Europa y sus líderes comprendan el mensaje de las urnas. No se le puede exigir a nadie que firme su propia acta de defunción. Aún resuenan las palabras del Presidente Kirchner en la Asamblea General de ONU del año 2003: “Los muertos no pagan sus deudas”.
En nombre del Pueblo y del Gobierno argentino, toda nuestra solidaridad con el valiente Pueblo griego y su Gobierno.
Los argentinos sabemos de que se trata. Esperamos que Europa y sus líderes comprendan el mensaje de las urnas. No se le puede exigir a nadie que firme su propia acta de defunción. Aún resuenan las palabras del Presidente Kirchner en la Asamblea General de ONU del año 2003: “Los muertos no pagan sus deudas”.
En nombre del Pueblo y del Gobierno argentino, toda nuestra solidaridad con el valiente Pueblo griego y su Gobierno.
Kunibert Raffer: “El rescate económico a Grecia empeoró su crisis”
El economista austriaco Kunibert Raffer analizó la delicada situación financiera de Grecia. El prestigioso profesor de la Universidad de Viena dijo que hasta 2010 la relación de la deuda de ese país con su Producto Interno Bruto era del 120 por ciento y hoy, tras la ayuda, es de 175 por ciento.
En una entrevista en los estudios de la Radio Pública, Kunibert Raffer afirmó que el rescate a Grecia – por parte del Fondo Monetario Internacional y del Banco Central Europeo- no fue para el país sino para la banca privada. Según el doctor en economía el dinero entró a Atenas y salió inmediatamente para pagar a los acreedores.
Para Raffer, Grecia no va a pagar su deuda porque “no es posible hacerlo”.
¿Qué son hoy la derecha y la izquierda? Por Edgardo Mocca
Durante lo que Hobsbawm llamó siglo XX corto, el período histórico que va desde 1914 con el estallido de la Primera Guerra Mundial a la caída del Muro de Berlín en 1989, derechas e izquierdas fueron el nombre de la lucha entre dos sistemas sociales: el capitalismo y el socialismo. Ciertamente, en el cuadrante izquierdo no tardaron en surgir profundas divergencias ideológicas sobre lo que había que entender por socialismo; la ruptura ente socialdemócratas y comunistas, que se produce al comienzo del siglo corto, tendrá el signo de la discusión sobre la Revolución Rusa, particularmente sobre la relación entre socialismo y democracia. Unas décadas después, la consolidación del Estado de Bienestar europeo como una forma de “capitalismo social”, relativamente satisfactorio para las demandas de grandes masas de trabajadores, constituiría la matriz práctica de la socialdemocracia. Habría desde entonces una derecha liberal pro-capitalista, una izquierda revolucionaria anticapitalista y, en el medio, una izquierda reformista y gradualista que llegaría al socialismo a través del perfeccionamiento de las instituciones de la democracia en el capitalismo. Esta última corriente llegó a fundirse en la práctica con sectores liberales que comprendían la necesidad de construir un capitalismo más sensible.
La cartografía tuvo en ese período una extraordinaria potencia explicativa. Servía como mapa cognitivo para pensar todos los acontecimientos mundiales, aun cuando algunos de los más importantes y más trágicos, como la Segunda Guerra, encontrara derechas e izquierdas unidas contra el eje nazifascista. La experiencia de los “amplios frentes antifascistas” podría ser considerada como un antecedente doctrinario de cierta coalición actual entre republicanos de derecha y de izquierda contra el populismo sudamericano, a no ser porque no hay en la nueva unidad nada que se parezca a una crítica y mucho menos a una praxis que cuestione al capitalismo. Izquierda y derecha fueron en esos años un dispositivo para la interpretación del mundo y una materialidad política expresada en las dos grandes potencias mundiales de la época, Estados Unidos y la Unión Soviética. Sin embargo, la diversidad político-cultural del mundo no podía ser reducida a lo que sin duda era la disputa central. Uno de los grandes temas no resueltos por ese paradigma interpretativo, entonces ni ahora, es la cuestión nacional. El capitalismo, el más internacionalista de los sistemas que conoce la historia es, al mismo tiempo, un régimen creador y multiplicador de las desigualdades entre las naciones. Las más importantes resistencias anticapitalistas del siglo corto tuvieron un signo nacional-popular que solamente en algunos casos históricos (China, Vietnam, Cuba, entre otros) fue captado políticamente por las izquierdas. En muchos casos, las formaciones clásicas de la izquierda (tanto las reformistas como las revolucionarias) miraron con ojos de desconfianza a los nacionalismos, hasta el punto de confluir con las fuerzas “democráticas” de las oligarquías que los combatían. Es en gran parte por eso que en muchos países de América latina la díada derecha-izquierda no representa fielmente los conflictos históricos reales de la nación; Argentina es claramente un ejemplo de eso.
Ahora bien, en 1989 el mapa cognitivo sufrió un duro golpe. En un lapso de pocos meses lo que había sido, aun cuando criticado y hasta execrado por muchos, el soporte material de la interpretación de izquierda del mundo, desaparecía de la historia sin dejar huellas. Con él desaparecía también la idea de la alternativa entre sistemas. Ciertamente la socialdemocracia europea no sufrió exactamente el mismo cimbronazo, pero con el panorama que da el cuarto de siglo transcurrido desde entonces, estamos en condiciones de decir que los viejos nombres no son más que referencias honrosas para prácticas políticas en declive: ¿qué queda hoy de la vieja socialdemocracia europea aparte de los nombres que designan a las burocracias que actúan en su nombre? Nadie puede negar el tremendo efecto destructivo que la reconfiguración del mundo en los años noventa trajo a las izquierdas. El principal de esos efectos fue el de escindir el universo de las izquierdas entre un ala que aceptaba “hacer política” aceptando todas las nuevas reglas del canon neoliberal, y otra ala que se refugiaba en las viejas y sacrosantas verdades y se resignaba a una vida políticamente marginal. Fue la época de oro de los “progresismos” y las “centroizquierdas” que pugnaban vanamente por establecer una línea de sentido entre los sueños libertarios del socialismo y las novedosas “terceras vías” con su carga de aceptación de la reconfiguración neoliberal de sus sociedades bajo la exigencia de pulcritud republicana y sensibilidad social en su aplicación. La tradición de izquierda pasó a ser una de las múltiples vías de acceso al mundo ideológico del neoliberalismo.
Triunfante en el mundo académico y hegemónico en el mundo intelectual el canon del progresismo neoliberal entró en crisis en el terreno político. Lo conmovieron las crisis. La de nuestro país primero, por más que quisiera ser interpretada como una anomalía con raíces en nuestro “atraso institucional”. Y hoy la de Europa. ¿Qué piensa el neoliberalismo de izquierda argentino sobre la situación en Grecia? De lo poco que se sabe se desprende que defienden el “orden europeo” y desconfían de las “aventuras populistas”; apoyan a Capriles en Venezuela, al PSOE en España y consideran la defensa de las instituciones (el FMI y la troika entre ellas) como la madre de todas las batallas. ¿No existe más entonces la izquierda? ¿No hay una huella de sentido entre las viejas luchas obreras y populares que se libraron en su nombre y los conflictos políticos actuales?
Hay, tal vez, una agonía de la izquierda. Agonía en el sentido de la lucha entre lo que muere y lo que renace de nuevas formas. Por lo pronto vivimos una aguda crisis civilizatoria que no es ajena a los viejos y gloriosos dogmas que justificaron a la izquierda del siglo pasado. Es una crisis del capitalismo. No la definen así solamente las capillas sobrevivientes de la ortodoxia comunista. Desde economistas académicamente prestigiosos hasta el papa Francisco nos están hablando de una aceleración del tiempo histórico, de una acentuación de los procesos críticos del capitalismo. De un proceso de destrucción del planeta en el doble sentido de su sustentabilidad ambiental y de las condiciones sociales de la existencia humana. El colonialismo, la financiarización de la economía, la mercantilización del mundo, el consumismo desaforado, la persecución racial y nacional, la extorsión sistemática de la democracia por parte de los poderes fácticos del capital son, entre muchos otros, signos de un tiempo de profunda crisis y de grandes mutaciones. No es extraño que en este tiempo haya renacido y crecido una vieja y a la vez siempre nueva tradición política. Llamarla simplemente “izquierda” tiene el peligro de convocar fantasmas añejos de división y encono. Pero negar la influencia de una memoria popular e intelectual construida con ese nombre sería una injusticia.
La derecha también se renueva, también crece, también se desprende de viejas verdades doctrinarias y aprende a convivir con el nuevo universo de demandas populares. En la Argentina ha formado –por primera vez desde que el radicalismo derrotara al conservadurismo en 1916– un partido político electoralmente competitivo. Han contribuido a sincerar el sistema de alternativas políticas. Su interpretación de la realidad argentina en términos de “república o populismo”, que tiene ilustres antecedentes en la historia reciente y no tan reciente del país, ha terminado por hegemonizar el discurso de quienes quieren cambiar drásticamente el curso político. Una hegemonía que se ha plasmado a la perfección –ironía de la historia– en la incorporación del radicalismo como proveedor de sustento territorial al proyecto político del macrismo. Como lo demuestra el agudo trabajo recientemente publicado de Gabriel Vommaro sobre el PRO, se trata de una derecha pragmática dispuesta a renunciar o relativizar sus dogmas, con tal de establecer un nuevo diálogo con la sociedad argentina. Una derecha que cree que la política tiene que asumir los valores y la metodología de la empresa privada y combinarla con una política social inteligente. Una fuerza que convoca a la utopía de una sociedad justa construida sobre la base de la competencia meritocrática: una utopía, hay que decirlo, con un marcado sesgo de clase, hostil a toda lucha por la igualdad social.
Podría decirse que las izquierdas y las derechas existen en la Argentina aunque hayan mutado con los cambios del país y del mundo. Hay quien cree que el rumbo nacional tiene que ser el regreso a la normalidad: a la supervisión del FMI y las relaciones carnales con el militarismo intervencionista de los Estados Unidos, a la fórmula mágica de la acumulación del dinero en el polo del privilegio para esperar el goteo de esa prosperidad hacia los sectores populares . Hay, por otro lado quienes apuestan a un mundo en proceso de transformación, a un cambio de época. Y los que hacen esta apuesta están construyendo una nueva familia. Una familia plural, contradictoria y conflictiva que tiene en su interior muchas memorias diferentes, la de las diferentes formas de socialismo, las del nacionalismo, el indigenismo y el cristianismo popular, entre ellas. Es una familia que empieza a tomar forma en el país y en el plano regiona y mundial. No tiene centros rectores ni etiquetas ideológicas, crece con las experiencias de lucha y de cambios. Y tiene, en el día de hoy, un desafío central, nada menos que en la cuna de la civilización moderna, en Grecia.
05/07/15 Página|12
La cartografía tuvo en ese período una extraordinaria potencia explicativa. Servía como mapa cognitivo para pensar todos los acontecimientos mundiales, aun cuando algunos de los más importantes y más trágicos, como la Segunda Guerra, encontrara derechas e izquierdas unidas contra el eje nazifascista. La experiencia de los “amplios frentes antifascistas” podría ser considerada como un antecedente doctrinario de cierta coalición actual entre republicanos de derecha y de izquierda contra el populismo sudamericano, a no ser porque no hay en la nueva unidad nada que se parezca a una crítica y mucho menos a una praxis que cuestione al capitalismo. Izquierda y derecha fueron en esos años un dispositivo para la interpretación del mundo y una materialidad política expresada en las dos grandes potencias mundiales de la época, Estados Unidos y la Unión Soviética. Sin embargo, la diversidad político-cultural del mundo no podía ser reducida a lo que sin duda era la disputa central. Uno de los grandes temas no resueltos por ese paradigma interpretativo, entonces ni ahora, es la cuestión nacional. El capitalismo, el más internacionalista de los sistemas que conoce la historia es, al mismo tiempo, un régimen creador y multiplicador de las desigualdades entre las naciones. Las más importantes resistencias anticapitalistas del siglo corto tuvieron un signo nacional-popular que solamente en algunos casos históricos (China, Vietnam, Cuba, entre otros) fue captado políticamente por las izquierdas. En muchos casos, las formaciones clásicas de la izquierda (tanto las reformistas como las revolucionarias) miraron con ojos de desconfianza a los nacionalismos, hasta el punto de confluir con las fuerzas “democráticas” de las oligarquías que los combatían. Es en gran parte por eso que en muchos países de América latina la díada derecha-izquierda no representa fielmente los conflictos históricos reales de la nación; Argentina es claramente un ejemplo de eso.
Ahora bien, en 1989 el mapa cognitivo sufrió un duro golpe. En un lapso de pocos meses lo que había sido, aun cuando criticado y hasta execrado por muchos, el soporte material de la interpretación de izquierda del mundo, desaparecía de la historia sin dejar huellas. Con él desaparecía también la idea de la alternativa entre sistemas. Ciertamente la socialdemocracia europea no sufrió exactamente el mismo cimbronazo, pero con el panorama que da el cuarto de siglo transcurrido desde entonces, estamos en condiciones de decir que los viejos nombres no son más que referencias honrosas para prácticas políticas en declive: ¿qué queda hoy de la vieja socialdemocracia europea aparte de los nombres que designan a las burocracias que actúan en su nombre? Nadie puede negar el tremendo efecto destructivo que la reconfiguración del mundo en los años noventa trajo a las izquierdas. El principal de esos efectos fue el de escindir el universo de las izquierdas entre un ala que aceptaba “hacer política” aceptando todas las nuevas reglas del canon neoliberal, y otra ala que se refugiaba en las viejas y sacrosantas verdades y se resignaba a una vida políticamente marginal. Fue la época de oro de los “progresismos” y las “centroizquierdas” que pugnaban vanamente por establecer una línea de sentido entre los sueños libertarios del socialismo y las novedosas “terceras vías” con su carga de aceptación de la reconfiguración neoliberal de sus sociedades bajo la exigencia de pulcritud republicana y sensibilidad social en su aplicación. La tradición de izquierda pasó a ser una de las múltiples vías de acceso al mundo ideológico del neoliberalismo.
Triunfante en el mundo académico y hegemónico en el mundo intelectual el canon del progresismo neoliberal entró en crisis en el terreno político. Lo conmovieron las crisis. La de nuestro país primero, por más que quisiera ser interpretada como una anomalía con raíces en nuestro “atraso institucional”. Y hoy la de Europa. ¿Qué piensa el neoliberalismo de izquierda argentino sobre la situación en Grecia? De lo poco que se sabe se desprende que defienden el “orden europeo” y desconfían de las “aventuras populistas”; apoyan a Capriles en Venezuela, al PSOE en España y consideran la defensa de las instituciones (el FMI y la troika entre ellas) como la madre de todas las batallas. ¿No existe más entonces la izquierda? ¿No hay una huella de sentido entre las viejas luchas obreras y populares que se libraron en su nombre y los conflictos políticos actuales?
Hay, tal vez, una agonía de la izquierda. Agonía en el sentido de la lucha entre lo que muere y lo que renace de nuevas formas. Por lo pronto vivimos una aguda crisis civilizatoria que no es ajena a los viejos y gloriosos dogmas que justificaron a la izquierda del siglo pasado. Es una crisis del capitalismo. No la definen así solamente las capillas sobrevivientes de la ortodoxia comunista. Desde economistas académicamente prestigiosos hasta el papa Francisco nos están hablando de una aceleración del tiempo histórico, de una acentuación de los procesos críticos del capitalismo. De un proceso de destrucción del planeta en el doble sentido de su sustentabilidad ambiental y de las condiciones sociales de la existencia humana. El colonialismo, la financiarización de la economía, la mercantilización del mundo, el consumismo desaforado, la persecución racial y nacional, la extorsión sistemática de la democracia por parte de los poderes fácticos del capital son, entre muchos otros, signos de un tiempo de profunda crisis y de grandes mutaciones. No es extraño que en este tiempo haya renacido y crecido una vieja y a la vez siempre nueva tradición política. Llamarla simplemente “izquierda” tiene el peligro de convocar fantasmas añejos de división y encono. Pero negar la influencia de una memoria popular e intelectual construida con ese nombre sería una injusticia.
La derecha también se renueva, también crece, también se desprende de viejas verdades doctrinarias y aprende a convivir con el nuevo universo de demandas populares. En la Argentina ha formado –por primera vez desde que el radicalismo derrotara al conservadurismo en 1916– un partido político electoralmente competitivo. Han contribuido a sincerar el sistema de alternativas políticas. Su interpretación de la realidad argentina en términos de “república o populismo”, que tiene ilustres antecedentes en la historia reciente y no tan reciente del país, ha terminado por hegemonizar el discurso de quienes quieren cambiar drásticamente el curso político. Una hegemonía que se ha plasmado a la perfección –ironía de la historia– en la incorporación del radicalismo como proveedor de sustento territorial al proyecto político del macrismo. Como lo demuestra el agudo trabajo recientemente publicado de Gabriel Vommaro sobre el PRO, se trata de una derecha pragmática dispuesta a renunciar o relativizar sus dogmas, con tal de establecer un nuevo diálogo con la sociedad argentina. Una derecha que cree que la política tiene que asumir los valores y la metodología de la empresa privada y combinarla con una política social inteligente. Una fuerza que convoca a la utopía de una sociedad justa construida sobre la base de la competencia meritocrática: una utopía, hay que decirlo, con un marcado sesgo de clase, hostil a toda lucha por la igualdad social.
Podría decirse que las izquierdas y las derechas existen en la Argentina aunque hayan mutado con los cambios del país y del mundo. Hay quien cree que el rumbo nacional tiene que ser el regreso a la normalidad: a la supervisión del FMI y las relaciones carnales con el militarismo intervencionista de los Estados Unidos, a la fórmula mágica de la acumulación del dinero en el polo del privilegio para esperar el goteo de esa prosperidad hacia los sectores populares . Hay, por otro lado quienes apuestan a un mundo en proceso de transformación, a un cambio de época. Y los que hacen esta apuesta están construyendo una nueva familia. Una familia plural, contradictoria y conflictiva que tiene en su interior muchas memorias diferentes, la de las diferentes formas de socialismo, las del nacionalismo, el indigenismo y el cristianismo popular, entre ellas. Es una familia que empieza a tomar forma en el país y en el plano regiona y mundial. No tiene centros rectores ni etiquetas ideológicas, crece con las experiencias de lucha y de cambios. Y tiene, en el día de hoy, un desafío central, nada menos que en la cuna de la civilización moderna, en Grecia.
05/07/15 Página|12
La legendaria Dolores Huerta apoya boicot contra Donald Trump Por Ilka Oliva Corado
Por supuesto que la palabra “boicot” no podía venir de nadie más que de la legendaria Dolores Huerta, activista por los derechos civiles y laborales. Líder sindicalista toda su vida. Voz poderosa en la lucha por los derechos de los trabajadores agrícolas indocumentados. Convertidos en mitos César Chávez y Dolores Huerta cambiaron el rumbo de la historia en Estados Unidos. La palabra boicot en voz de Dolores Huerta es poderosa. Hay que ir a darse una vuelta por la historia de los campos de cultivo en California y la explotación laboral que sufrían los trabajadores indocumentados a los que ambos activistas les demostraron que tenían voz y que ésta era acción de cambio si se unían y perdían el miedo. Ni cadenas televisivas, ni artistas, ni dirigentes sindicales, ni mucho menos activistas por los derechos de los indocumentados han tenido los arrestos para llamar a un boicot. Eso solo lo puede hacer un mujerón como Dolores Huerta.
Tan típico de nosotros los latinoamericanos que a la menor oportunidad aprovechamos para hacer alarde de nuestros logros y hablar de nuestros triunfos. Estos días hemos visto desfilar en las redes sociales y en los medios de comunicación, cantidad de cartas y videos de latinos viviendo en Estados Unidos que recitan un rosario de logros y se confiesan ser personas de valores “honrados.” Hasta enumeran sus logros materiales más por fanfarronería que por activismo social. No necesitamos que periodistas acomodados en televisoras hispanohablantes escriban artículos en los que llenan de flores a la comunidad latinoamericana. Queremos acciones coherentes. Un boicot es lo más acertado.
El momento es propicio para que los millones de latinoamericanos salgan a las calles y las abarroten y demuestren su poder real. La punta del témpano es Trump pero sabemos que el cuerpo es Estados Unidos, el hombre solo dijo en voz alta lo que piensa la mayoría del pueblo estadounidense. Bueno pues hay que demostrarle a Trump y a este país que efectivamente somos la fuerza laboral, que están acomodados descansando gracias a que nosotros estamos abajo sosteniéndolos en nuestros hombros.
Es el tiempo propicio para resurgir con esa fuerza que nos caracteriza y exigir una Reforma Migratoria Integral, no queremos remedos de Acciones Ejecutivas que osen beneficiar a minorías y que aún así las encapsulen en papelerías de archivos muertos en cortes.
Es tiempo de un boicot y exigir nuestros derecho. Es tiempo de salir de las sombras y hacernos visibles. Es tiempo que Estados Unidos sepa por nuestra propia voz que no somos diez millones de indocumentados, que sus bases están fundadas en el descaro de la explotación laboral de los inmigrantes latinoamericanos. Siendo las mayorías mexicanos y centroamericanos. Es tiempo de que la historia se repita, es tiempo de ir hombro a hombro nuevamente con Dolores Huerta. Es tiempo de dejar a un lado la fanfarronería y el miedo. Es tiempo de actuar, de unificarnos y de hacer que este país tiemble cuando nos escuche en las calles, cuando nos vea caminando con la frente en alto, cuando sepa que un boicot en el corazón de inmigrantes indocumentados lo puede derrumbar como a un castillo de arena con la caricia de una ola de mar.
¿Por qué las cadenas televisivas que se sintieron ofendidas no llaman a apoyar el boicot que propone Dolores Huerta? Porque en realidad tampoco a ellas les interesa la comunidad indocumentada porque también la explotan, un boicot los llevaría a la quiebra porque perderían relaciones con los empresarios gringos. ¿Por qué no se unen los artistas que han demostrado su repudio en las redes sociales? Porque ellos también se benefician.
Un boicot son palabras mayores, un boicot solo lo acuerpan personas como Dolores Huerta, César Chávez y los campesinos jornaleros en los campos de cultivo de California que dieron vida a la “Huelga de Uva de Delano” por allá de 1965.
Malaya…
Hoy 4 de julio, la comunidad latinoamericana inmigrante en Estados Unidos, lo trabaja el doble sin pago de horas extras y sin pago doble como lo manda la ley, sin embargo también celebrarán como propio el día de la independencia de Estados Unidos, que no se nos olvide nunca que la mayoría de latinoamericanos soñamos con tener ojos azules, cabello rubio y piel blanca. Ironías de la vida…
Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado.
Julio 04 de 2015.
Estados Unidos.
Tan típico de nosotros los latinoamericanos que a la menor oportunidad aprovechamos para hacer alarde de nuestros logros y hablar de nuestros triunfos. Estos días hemos visto desfilar en las redes sociales y en los medios de comunicación, cantidad de cartas y videos de latinos viviendo en Estados Unidos que recitan un rosario de logros y se confiesan ser personas de valores “honrados.” Hasta enumeran sus logros materiales más por fanfarronería que por activismo social. No necesitamos que periodistas acomodados en televisoras hispanohablantes escriban artículos en los que llenan de flores a la comunidad latinoamericana. Queremos acciones coherentes. Un boicot es lo más acertado.
El momento es propicio para que los millones de latinoamericanos salgan a las calles y las abarroten y demuestren su poder real. La punta del témpano es Trump pero sabemos que el cuerpo es Estados Unidos, el hombre solo dijo en voz alta lo que piensa la mayoría del pueblo estadounidense. Bueno pues hay que demostrarle a Trump y a este país que efectivamente somos la fuerza laboral, que están acomodados descansando gracias a que nosotros estamos abajo sosteniéndolos en nuestros hombros.
Es el tiempo propicio para resurgir con esa fuerza que nos caracteriza y exigir una Reforma Migratoria Integral, no queremos remedos de Acciones Ejecutivas que osen beneficiar a minorías y que aún así las encapsulen en papelerías de archivos muertos en cortes.
Es tiempo de un boicot y exigir nuestros derecho. Es tiempo de salir de las sombras y hacernos visibles. Es tiempo que Estados Unidos sepa por nuestra propia voz que no somos diez millones de indocumentados, que sus bases están fundadas en el descaro de la explotación laboral de los inmigrantes latinoamericanos. Siendo las mayorías mexicanos y centroamericanos. Es tiempo de que la historia se repita, es tiempo de ir hombro a hombro nuevamente con Dolores Huerta. Es tiempo de dejar a un lado la fanfarronería y el miedo. Es tiempo de actuar, de unificarnos y de hacer que este país tiemble cuando nos escuche en las calles, cuando nos vea caminando con la frente en alto, cuando sepa que un boicot en el corazón de inmigrantes indocumentados lo puede derrumbar como a un castillo de arena con la caricia de una ola de mar.
¿Por qué las cadenas televisivas que se sintieron ofendidas no llaman a apoyar el boicot que propone Dolores Huerta? Porque en realidad tampoco a ellas les interesa la comunidad indocumentada porque también la explotan, un boicot los llevaría a la quiebra porque perderían relaciones con los empresarios gringos. ¿Por qué no se unen los artistas que han demostrado su repudio en las redes sociales? Porque ellos también se benefician.
Un boicot son palabras mayores, un boicot solo lo acuerpan personas como Dolores Huerta, César Chávez y los campesinos jornaleros en los campos de cultivo de California que dieron vida a la “Huelga de Uva de Delano” por allá de 1965.
Malaya…
Hoy 4 de julio, la comunidad latinoamericana inmigrante en Estados Unidos, lo trabaja el doble sin pago de horas extras y sin pago doble como lo manda la ley, sin embargo también celebrarán como propio el día de la independencia de Estados Unidos, que no se nos olvide nunca que la mayoría de latinoamericanos soñamos con tener ojos azules, cabello rubio y piel blanca. Ironías de la vida…
Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado.
Julio 04 de 2015.
Estados Unidos.
Cinco elecciones, cinco historias
En tres distritos se vota para gobernador. La historia electoral de cada uno. En la Capital, distintas ambiciones. En Córdoba, para romper el empate. En La Rioja, la hegemonía puesta en juego. Lo que se juega en Corrientes y La Pampa. Algo sobre debates y enojos.
Por Mario Wainfeld
Se eligen autoridades locales hoy en cinco distritos que congregan una buena fracción del padrón nacional. Córdoba y La Rioja tendrán su gobernador cuando terminen de contarse las boletas. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) eso sólo sucederá si Horacio Rodríguez Larreta supera la mitad de los votos, de lo contrario habrá segunda vuelta. La ciudadanía correntina elegirá sus autoridades legislativas. En La Pampa, una interna provincial entre peronistas gravitará para conformar el mapa local e incidir en la nómina de candidatos a gobernadores.
Cada comarca se expresa según sus particulares reglas federales. Los cordobeses y riojanos, como la mayoría de las provincias, designan sus ejecutivos en una sola ronda, en la que gana la primera minoría. Forman parte de los distritos que no adoptaron las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) vigentes en las otras y en la Nación. Así que esos argentinos irán menos veces al cuarto oscuro que los demás.
Son matices, expresivos de la diversidad.
En toda la geografía argentina el pueblo participa y escoge sus autoridades, desde hace 32 años. He ahí un patrimonio colectivo construido con esfuerzo y merced a aprendizajes.
En otras páginas de esta edición se desbrozan con más minucia los datos de la previa. En nuestra crónica se harán algunas observaciones, centradas en los distritos que designan a sus ejecutivos.
No se hará especial énfasis en las encuestas, por delicadeza, pero se las mencionará al pasar. La veda prohíbe divulgar datos, pero los conocidos forman parte del saber ciudadano, fueron publicados anteayer, están cargados en los medios on line y en la memoria del público. Una cosa es respetar las reglas y otra sobreactuar.
El orden alfabético coincide con el orden decreciente de su tamaño, medido en población: la corrección político-gramatical y la gravitación concuerdan, por una vez. Vamos por la CABA, Córdoba y La Rioja, para arrancar.
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En sede porteña: Rodríguez Larreta, candidato de PRO a la Jefatura de Gobierno, es holgado favorito para salir primero hoy en la CABA. Ni falta hace repasar las encuestas donde se realizaron PASO con resultados rotundos.
Los antecedentes también son indiciarios. El actual jefe de Gobierno Mauricio Macri prevaleció en las primeras vueltas de 2007 y 2011 con números superiores al 45 por ciento. Los dos lemas de PRO que pugnaron en las PASO anduvieron por ahí.
El PRO perdió la posibilidad de sumar Santa Fe días atrás. Y nada indica que logre otra gobernación propia en este año. La Capital es su bastión único, resignarlo sería una calamidad, sobre todo cuando Macri aspira a llegar a la Casa Rosada. Rodríguez Larreta está en pole position, todo da para que sean optimistas.
Trepar hasta la mitad más uno de los sufragios y evitar el ballottage no es una hipótesis descartada, aunque no pinte como la más factible. Es difícil en la inmensa mayoría de los casos, acá y en la experiencia comparada. Hubo cuatro votaciones porteñas con el sistema actual: el frepasista Aníbal Ibarra se alzó con dos, Macri con las siguientes. Nadie sumó el cincuenta por ciento más uno. En el año 2000 se obvió la segunda vuelta porque el ex superministro transversal Domingo Cavallo, rival de Ibarra, se “bajó” tras haber causado un vergonzoso escándalo denunciando fraude que sólo existía en su endemoniada psiquis. El papelón y la perspectiva de una goleada lo indujeron... el vencedor no superó la valla. El triunfo PRO será completo si gana irrevocablemente hoy, aunque quedar cerquita también soltará globos y animará bailes.
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Los challengers, esperando revancha: El ex ministro Martín Lousteau llegó segundo en las PASO y su afán es conseguir participar en un ballotage más que achicar significativamente el margen. Va por ECO, una coalición con apoyos de la Unión Cívica Radical (UCR), la Coalición Cívica y el socialismo.
La hipótesis de las huestes de ECO es que habrá migración de votantes dolidos de Michetti para su lado. Con la incorporación de “Gabriela” a la fórmula presidencial de PRO, el cálculo da la impresión de ser aventurado pero está por verse.
El Frente para la Victoria (FpV) se jugó una parada brava al lanzar al presidente de Aerolíneas, Mariano Recalde, a competir en un territorio refractario al peronismo. Recalde es peronista, kirchnerista y de La Cámpora. Le sobran señales de identidad propias, que pueden ser una mochila pesada aquende la General Paz. Es una jugada interesante hacer jugar a los dirigentes de la agrupación juvenil, pero tiene sus riesgos.
Por añadidura, la instalación de Recalde fue tardía. El resultado en las PASO fue bajo, aun para el relativo caudal kirchnerista en las urnas porteñas. La ambición es mejorar ese número. Con mucho optimismo, rebasar la línea de Lousteau en la interna por el segundo puesto.
Llegar al ballottage sería un batacazo. Pasar el veinte por ciento, un avance posible aunque arduo.
Otro aspecto a observar será la “interna” entre fuerzas de izquierda lideradas por Myriam Bregman (FIT), Luis Zamora e Itaí Hagman. Padecerán, todo lo indica, la polarización. Siempre es deseable, en favor de la diversidad, que alcancen algún escaño en la Legislatura porteña, que es su ambición accesible.
En otros comicios provinciales de este año las PASO han sido buenas o muy buenas augures del resultado general. La tendencia, que va asemejándose a una regla, se corroborará o matizará en cuestión de horas. Esperemos.
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La electrónica en cuestión: La última palabra del párrafo anterior alude al enigma que propone la aplicación del voto electrónico. Se hace sin test parciales como se ensayó en Salta, aplicando la informática en instancias sucesivas sobre una fracción creciente de las mesas. Un criterio paulatino, aconsejable, que el macrismo desechó.
La metodología es discutible, la ensalzan ONG bien pensantes y opineitors de baja experiencia política. Los tribunales alemanes desecharon esa herramienta en 2009, por las acechanzas que la caracterizan. El hecho es recordado en una lapidaria e interesante nota de Ricardo Cohen, observador electoral de la OEA. Se publicó en Clarín el martes 30 de junio, bajo el título “El voto electrónico es un despropósito”.
Uno de los argumentos más sólidos, que este cronista comparte y pasa a glosar a su modo, es que con las compus de por medio es más difícil el control popular del escrutinio. El voto universal y obligatorio es una institución formidable que sólo se completa si todo el trámite del escrutinio se le parece. Esto es, si personas de a pie pueden recontar y, eventualmente, participar en revisiones arduas, como sucedió semanas atrás en Santa Fe. Las competencias del fiscal, pilar del sistema, deben ser lo más parecidas a la del elector raso. Cuanto más se especializa, más terreno pierde la universalidad.
Lo deseable es que todo transcurra con masividad, normalidad y sin problemas. Incluso pueden calibrarse como menores las eventuales demoras a producirse por ser la primera vez. Las pruebas de fuego son la credibilidad, la transparencia y la simplicidad para emitir el voto. Todas estarán bajo la lupa, ojalá no empañen el día y queden para más adelante los debates sin una frustración institucional.
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Con tonada y sin vueltas: La CABA ha sido hospitalaria con partidos de reciente formación: se inclinó por dos en sólo once años de historia. Tierra del Fuego, el otro distrito “nuevo”, hizo lo propio con dos fuerzas provinciales. La más reciente es la de la actual gobernadora reelecta Fabiana Ríos que se irá en diciembre.
Córdoba, en cambio, es un ejemplo de alternancia dentro del bipartidismo tradicional. Clásico reducto del radicalismo, patria chica de Amadeo Sabattini y del presidente fallecido Arturo Illia, fue reducto boina blanca a partir de 1983 y enhebró cuatro mandatos sucesivos. Su gran figura fue Eduardo Angeloz, que ganó en tres ocasiones.
La taba se dio vuelta a partir de 1999. El gobernador peronista federal José Manuel de la Sota llegó al poder entonces tras ser batido en dos ocasiones anteriores. El “Gallego” De La Sota es la figura dominante de la Docta desde hace 16 años. Su fuerza enhebró cuatro al hilo: tres con él a la cabeza, una con su aliado Juan Schiaretti.
Hoy se desempatará el cuatro a cuatro. Las previsiones favorecen al oficialismo local que propone a Schiaretti para gobernador. Las encuestas y los pronósticos lo señalan como favorito. En las abundantes municipales previas, el “cordobesismo” delasotista conservó casi todas sus intendencias.
Los correligionarios radicales van aliados con el PRO y con el senador Luis Juez. La coalición tenía aspiraciones firmes a reconquistar el territorio, hoy se medirá su real gravitación. La fórmula junta al diputado radical Oscar Aguad y a Héctor Balda- ssi, el referí de PRO.
La campaña mostró divergencias internas. Juez fue su jefe y tal vez no haya sido un acierto. El hombre resalta por su ingenio y la lengua mordaz pero no tanto por su organicidad. Criticó mucho y agudamente a los compañeros (o correligionarios o vecinos) de ruta. Incluso despotricó porque la entente “medía” flojo en los sondeos y culpó a intendentes radicales por ir a menos. Por ahí tenía su parte de razón pero no la expresó en el mejor momento. Ramón Mestre, el intendente radical de Córdoba, ambicionaba ser el candidato a gobernador y su mala onda es perceptible. Irá por la reelección comunal.
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El discreto encanto de crecer: El FpV tuvo desempeños decepcionantes en las elecciones provinciales cordobesas anteriores. Salió tercero, lejos, con un techo-piso de alrededor del diez por ciento del padrón. Ahora no fantasea con ganar, pero sí se ilusiona con horadar generosamente el techo y disputar el segundo lugar con la coalición radical-macrista.
Eduardo Accastello, intendente de Villa María, es su paladín, haciendo fórmula con el humorista Cacho Buenaventura. Accastello es un kirchnerista, muy afín al gobernador Daniel Scioli. Los baqueanos locales cuentan que tuvo mejor relación con el presidente Néstor Kirchner que con la actual mandataria Cristina Fernández de Kirchner. Y que algo de eso se palpó en el cierre de las listas para las PASO nacionales en las que pudo meter poca baza.
Todo modo, Accastello es un candidato K cuyas pretensiones van en ascenso. Medidas en serio son doblar largamente el acervo de votos y pujar por el segundo puesto. Esos guarismos serían leídos como un logro, dentro el sensato marco de lo posible.
Los cordobeses, como tantos otros argentinos, se expresan de modo diferente en las nacionales y en las provinciales. Tanto que Cristina consiguió avales altísimos en 2007 y 2011. Elevar el bajo piso local sería buena nueva para la Casa Rosada y para Scioli.
Hay semejanzas, siempre parciales, con lo que sucedió en Santa Fe, en ese caso contra el socialismo y el PRO. Omar Perotti fue el protagonista del crecimiento del FpV en Santa Fe, Accastello va por un logro análogo.
De cualquier modo, se reitera que el favorito es Unión por Córdoba, la coalición que mociona a Schiaretti. Si se confirman los presagios De La Sota podrá celebrar y presentar el veredicto como un anticipo para su interna con(tra) el diputado Sergio Massa.
El presidente de la UCR, senador Ernesto Sanz, afirmó que a su partido le va mejor en las urnas que en los sondeos. Si hoy se corrobora su pálpito sobrarán motivos para el festejo efusivo. En caso contrario el bajón será mayor para los (díscolos) émulos de Alem e Yrigoyen que para los macristas. Baldassi es una figura de reparto en su elenco y la intención de voto nacional de Macri sigue siendo estimable en la provincia del inolvidable Rodrigo.
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La Rioja con color local: La Rioja es una de las siete provincias que se viene inclinando por un mismo partido ininterrumpidamente desde 1983. Seis de ellas se pronuncian por el justicialismo lo que incluye a San Luis, dominio de los hermanos Rodríguez Saá.
El favorito por historia es el FpV autóctono que lleva como candidato a Sergio Casas.
Los radicales confían en cambiar el signo de la provincia, como consiguieron en Mendoza. Julio Martínez encabeza una lista que cuenta con el apoyo del Frente Renovador (FR) de Sergio Massa. Apuestan al desgaste del oficialismo local, a la gravitación de las dificultades de las economías regionales, al peso de las protestas populares en Famatina.
El peronismo local, que supo ser el trampolín del presidente Carlos Menem, está habituado a imponerse por diferencias amplias o tremendas. Solo una vez quedó debajo del 50 por ciento, lo excedió con largueza casi siempre. En varias instancias el segundo fue otro “lema” justicialista.
Los vaticinios auguran que esta vez las diferencias serán más estrechas y como cada cual se da por vencedor no cabe añadir más en esta columna-preludio.
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Otros pagos, otras disputas: Corrientes, como Santiago del Estero elige su gobernador en fechas diferentes al conjunto. Es la consecuencia de sendas intervenciones provinciales que alteraron el cronograma. El gobernador radical reelecto Ricardo Colombí domina su territorio en el que hoy se libran elecciones legislativas que tienen al oficialismo como amplio favorito.
En La Pampa habrá una interna partidaria del PJ para cargos provinciales. Será old fashion con formato diferente a las PASO. Una primaria abierta a afiliados peronistas y ciudadanos independientes (no afiliados a otros partidos) en las que no es obligatoria la asistencia.
Por un lado participa el oficialismo local, kirchnerista, que propone como candidato a gobernador a Fabián Bruna. Lo enfrenta un fuerte sector peronista tradicional pampeano que tiene como referentes a Rubén Marín (ex gobernador por partida cuádruple, y ex legislador nacional) y al senador Carlos Verna, quien también fue mandatario en La Pampa. Este es quien se presenta en pos de la gobernación.
En un contexto intrincado, con judicializaciones de por medio, es prudente hablar de final abierto, una forma elegante de expresar la falta de conocimiento propio.
Ojalá que el clima ayude en los cinco distritos, que la concurrencia sea numerosa como viene pasando en la maratón de comicios surtidos. La voluntad popular se expresará, ojalá que con calma y sin incidentes dignos de mención.
La previa es menos interesante que la crónica de las competencias que se escribirá mañana. La fiesta es, debe ser, hoy con millones de argentinos expresando sus preferencias en paz, durante el más prolongado período de estabilidad democrática, que estas jornadas ratifican y apuntalan.
mwainfeld@pagina12.com.ar
05/07/15 Página|12
Por Mario Wainfeld
Se eligen autoridades locales hoy en cinco distritos que congregan una buena fracción del padrón nacional. Córdoba y La Rioja tendrán su gobernador cuando terminen de contarse las boletas. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) eso sólo sucederá si Horacio Rodríguez Larreta supera la mitad de los votos, de lo contrario habrá segunda vuelta. La ciudadanía correntina elegirá sus autoridades legislativas. En La Pampa, una interna provincial entre peronistas gravitará para conformar el mapa local e incidir en la nómina de candidatos a gobernadores.
Cada comarca se expresa según sus particulares reglas federales. Los cordobeses y riojanos, como la mayoría de las provincias, designan sus ejecutivos en una sola ronda, en la que gana la primera minoría. Forman parte de los distritos que no adoptaron las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) vigentes en las otras y en la Nación. Así que esos argentinos irán menos veces al cuarto oscuro que los demás.
Son matices, expresivos de la diversidad.
En toda la geografía argentina el pueblo participa y escoge sus autoridades, desde hace 32 años. He ahí un patrimonio colectivo construido con esfuerzo y merced a aprendizajes.
En otras páginas de esta edición se desbrozan con más minucia los datos de la previa. En nuestra crónica se harán algunas observaciones, centradas en los distritos que designan a sus ejecutivos.
No se hará especial énfasis en las encuestas, por delicadeza, pero se las mencionará al pasar. La veda prohíbe divulgar datos, pero los conocidos forman parte del saber ciudadano, fueron publicados anteayer, están cargados en los medios on line y en la memoria del público. Una cosa es respetar las reglas y otra sobreactuar.
El orden alfabético coincide con el orden decreciente de su tamaño, medido en población: la corrección político-gramatical y la gravitación concuerdan, por una vez. Vamos por la CABA, Córdoba y La Rioja, para arrancar.
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En sede porteña: Rodríguez Larreta, candidato de PRO a la Jefatura de Gobierno, es holgado favorito para salir primero hoy en la CABA. Ni falta hace repasar las encuestas donde se realizaron PASO con resultados rotundos.
Los antecedentes también son indiciarios. El actual jefe de Gobierno Mauricio Macri prevaleció en las primeras vueltas de 2007 y 2011 con números superiores al 45 por ciento. Los dos lemas de PRO que pugnaron en las PASO anduvieron por ahí.
El PRO perdió la posibilidad de sumar Santa Fe días atrás. Y nada indica que logre otra gobernación propia en este año. La Capital es su bastión único, resignarlo sería una calamidad, sobre todo cuando Macri aspira a llegar a la Casa Rosada. Rodríguez Larreta está en pole position, todo da para que sean optimistas.
Trepar hasta la mitad más uno de los sufragios y evitar el ballottage no es una hipótesis descartada, aunque no pinte como la más factible. Es difícil en la inmensa mayoría de los casos, acá y en la experiencia comparada. Hubo cuatro votaciones porteñas con el sistema actual: el frepasista Aníbal Ibarra se alzó con dos, Macri con las siguientes. Nadie sumó el cincuenta por ciento más uno. En el año 2000 se obvió la segunda vuelta porque el ex superministro transversal Domingo Cavallo, rival de Ibarra, se “bajó” tras haber causado un vergonzoso escándalo denunciando fraude que sólo existía en su endemoniada psiquis. El papelón y la perspectiva de una goleada lo indujeron... el vencedor no superó la valla. El triunfo PRO será completo si gana irrevocablemente hoy, aunque quedar cerquita también soltará globos y animará bailes.
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Los challengers, esperando revancha: El ex ministro Martín Lousteau llegó segundo en las PASO y su afán es conseguir participar en un ballotage más que achicar significativamente el margen. Va por ECO, una coalición con apoyos de la Unión Cívica Radical (UCR), la Coalición Cívica y el socialismo.
La hipótesis de las huestes de ECO es que habrá migración de votantes dolidos de Michetti para su lado. Con la incorporación de “Gabriela” a la fórmula presidencial de PRO, el cálculo da la impresión de ser aventurado pero está por verse.
El Frente para la Victoria (FpV) se jugó una parada brava al lanzar al presidente de Aerolíneas, Mariano Recalde, a competir en un territorio refractario al peronismo. Recalde es peronista, kirchnerista y de La Cámpora. Le sobran señales de identidad propias, que pueden ser una mochila pesada aquende la General Paz. Es una jugada interesante hacer jugar a los dirigentes de la agrupación juvenil, pero tiene sus riesgos.
Por añadidura, la instalación de Recalde fue tardía. El resultado en las PASO fue bajo, aun para el relativo caudal kirchnerista en las urnas porteñas. La ambición es mejorar ese número. Con mucho optimismo, rebasar la línea de Lousteau en la interna por el segundo puesto.
Llegar al ballottage sería un batacazo. Pasar el veinte por ciento, un avance posible aunque arduo.
Otro aspecto a observar será la “interna” entre fuerzas de izquierda lideradas por Myriam Bregman (FIT), Luis Zamora e Itaí Hagman. Padecerán, todo lo indica, la polarización. Siempre es deseable, en favor de la diversidad, que alcancen algún escaño en la Legislatura porteña, que es su ambición accesible.
En otros comicios provinciales de este año las PASO han sido buenas o muy buenas augures del resultado general. La tendencia, que va asemejándose a una regla, se corroborará o matizará en cuestión de horas. Esperemos.
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La electrónica en cuestión: La última palabra del párrafo anterior alude al enigma que propone la aplicación del voto electrónico. Se hace sin test parciales como se ensayó en Salta, aplicando la informática en instancias sucesivas sobre una fracción creciente de las mesas. Un criterio paulatino, aconsejable, que el macrismo desechó.
La metodología es discutible, la ensalzan ONG bien pensantes y opineitors de baja experiencia política. Los tribunales alemanes desecharon esa herramienta en 2009, por las acechanzas que la caracterizan. El hecho es recordado en una lapidaria e interesante nota de Ricardo Cohen, observador electoral de la OEA. Se publicó en Clarín el martes 30 de junio, bajo el título “El voto electrónico es un despropósito”.
Uno de los argumentos más sólidos, que este cronista comparte y pasa a glosar a su modo, es que con las compus de por medio es más difícil el control popular del escrutinio. El voto universal y obligatorio es una institución formidable que sólo se completa si todo el trámite del escrutinio se le parece. Esto es, si personas de a pie pueden recontar y, eventualmente, participar en revisiones arduas, como sucedió semanas atrás en Santa Fe. Las competencias del fiscal, pilar del sistema, deben ser lo más parecidas a la del elector raso. Cuanto más se especializa, más terreno pierde la universalidad.
Lo deseable es que todo transcurra con masividad, normalidad y sin problemas. Incluso pueden calibrarse como menores las eventuales demoras a producirse por ser la primera vez. Las pruebas de fuego son la credibilidad, la transparencia y la simplicidad para emitir el voto. Todas estarán bajo la lupa, ojalá no empañen el día y queden para más adelante los debates sin una frustración institucional.
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Con tonada y sin vueltas: La CABA ha sido hospitalaria con partidos de reciente formación: se inclinó por dos en sólo once años de historia. Tierra del Fuego, el otro distrito “nuevo”, hizo lo propio con dos fuerzas provinciales. La más reciente es la de la actual gobernadora reelecta Fabiana Ríos que se irá en diciembre.
Córdoba, en cambio, es un ejemplo de alternancia dentro del bipartidismo tradicional. Clásico reducto del radicalismo, patria chica de Amadeo Sabattini y del presidente fallecido Arturo Illia, fue reducto boina blanca a partir de 1983 y enhebró cuatro mandatos sucesivos. Su gran figura fue Eduardo Angeloz, que ganó en tres ocasiones.
La taba se dio vuelta a partir de 1999. El gobernador peronista federal José Manuel de la Sota llegó al poder entonces tras ser batido en dos ocasiones anteriores. El “Gallego” De La Sota es la figura dominante de la Docta desde hace 16 años. Su fuerza enhebró cuatro al hilo: tres con él a la cabeza, una con su aliado Juan Schiaretti.
Hoy se desempatará el cuatro a cuatro. Las previsiones favorecen al oficialismo local que propone a Schiaretti para gobernador. Las encuestas y los pronósticos lo señalan como favorito. En las abundantes municipales previas, el “cordobesismo” delasotista conservó casi todas sus intendencias.
Los correligionarios radicales van aliados con el PRO y con el senador Luis Juez. La coalición tenía aspiraciones firmes a reconquistar el territorio, hoy se medirá su real gravitación. La fórmula junta al diputado radical Oscar Aguad y a Héctor Balda- ssi, el referí de PRO.
La campaña mostró divergencias internas. Juez fue su jefe y tal vez no haya sido un acierto. El hombre resalta por su ingenio y la lengua mordaz pero no tanto por su organicidad. Criticó mucho y agudamente a los compañeros (o correligionarios o vecinos) de ruta. Incluso despotricó porque la entente “medía” flojo en los sondeos y culpó a intendentes radicales por ir a menos. Por ahí tenía su parte de razón pero no la expresó en el mejor momento. Ramón Mestre, el intendente radical de Córdoba, ambicionaba ser el candidato a gobernador y su mala onda es perceptible. Irá por la reelección comunal.
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El discreto encanto de crecer: El FpV tuvo desempeños decepcionantes en las elecciones provinciales cordobesas anteriores. Salió tercero, lejos, con un techo-piso de alrededor del diez por ciento del padrón. Ahora no fantasea con ganar, pero sí se ilusiona con horadar generosamente el techo y disputar el segundo lugar con la coalición radical-macrista.
Eduardo Accastello, intendente de Villa María, es su paladín, haciendo fórmula con el humorista Cacho Buenaventura. Accastello es un kirchnerista, muy afín al gobernador Daniel Scioli. Los baqueanos locales cuentan que tuvo mejor relación con el presidente Néstor Kirchner que con la actual mandataria Cristina Fernández de Kirchner. Y que algo de eso se palpó en el cierre de las listas para las PASO nacionales en las que pudo meter poca baza.
Todo modo, Accastello es un candidato K cuyas pretensiones van en ascenso. Medidas en serio son doblar largamente el acervo de votos y pujar por el segundo puesto. Esos guarismos serían leídos como un logro, dentro el sensato marco de lo posible.
Los cordobeses, como tantos otros argentinos, se expresan de modo diferente en las nacionales y en las provinciales. Tanto que Cristina consiguió avales altísimos en 2007 y 2011. Elevar el bajo piso local sería buena nueva para la Casa Rosada y para Scioli.
Hay semejanzas, siempre parciales, con lo que sucedió en Santa Fe, en ese caso contra el socialismo y el PRO. Omar Perotti fue el protagonista del crecimiento del FpV en Santa Fe, Accastello va por un logro análogo.
De cualquier modo, se reitera que el favorito es Unión por Córdoba, la coalición que mociona a Schiaretti. Si se confirman los presagios De La Sota podrá celebrar y presentar el veredicto como un anticipo para su interna con(tra) el diputado Sergio Massa.
El presidente de la UCR, senador Ernesto Sanz, afirmó que a su partido le va mejor en las urnas que en los sondeos. Si hoy se corrobora su pálpito sobrarán motivos para el festejo efusivo. En caso contrario el bajón será mayor para los (díscolos) émulos de Alem e Yrigoyen que para los macristas. Baldassi es una figura de reparto en su elenco y la intención de voto nacional de Macri sigue siendo estimable en la provincia del inolvidable Rodrigo.
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La Rioja con color local: La Rioja es una de las siete provincias que se viene inclinando por un mismo partido ininterrumpidamente desde 1983. Seis de ellas se pronuncian por el justicialismo lo que incluye a San Luis, dominio de los hermanos Rodríguez Saá.
El favorito por historia es el FpV autóctono que lleva como candidato a Sergio Casas.
Los radicales confían en cambiar el signo de la provincia, como consiguieron en Mendoza. Julio Martínez encabeza una lista que cuenta con el apoyo del Frente Renovador (FR) de Sergio Massa. Apuestan al desgaste del oficialismo local, a la gravitación de las dificultades de las economías regionales, al peso de las protestas populares en Famatina.
El peronismo local, que supo ser el trampolín del presidente Carlos Menem, está habituado a imponerse por diferencias amplias o tremendas. Solo una vez quedó debajo del 50 por ciento, lo excedió con largueza casi siempre. En varias instancias el segundo fue otro “lema” justicialista.
Los vaticinios auguran que esta vez las diferencias serán más estrechas y como cada cual se da por vencedor no cabe añadir más en esta columna-preludio.
- - -
Otros pagos, otras disputas: Corrientes, como Santiago del Estero elige su gobernador en fechas diferentes al conjunto. Es la consecuencia de sendas intervenciones provinciales que alteraron el cronograma. El gobernador radical reelecto Ricardo Colombí domina su territorio en el que hoy se libran elecciones legislativas que tienen al oficialismo como amplio favorito.
En La Pampa habrá una interna partidaria del PJ para cargos provinciales. Será old fashion con formato diferente a las PASO. Una primaria abierta a afiliados peronistas y ciudadanos independientes (no afiliados a otros partidos) en las que no es obligatoria la asistencia.
Por un lado participa el oficialismo local, kirchnerista, que propone como candidato a gobernador a Fabián Bruna. Lo enfrenta un fuerte sector peronista tradicional pampeano que tiene como referentes a Rubén Marín (ex gobernador por partida cuádruple, y ex legislador nacional) y al senador Carlos Verna, quien también fue mandatario en La Pampa. Este es quien se presenta en pos de la gobernación.
En un contexto intrincado, con judicializaciones de por medio, es prudente hablar de final abierto, una forma elegante de expresar la falta de conocimiento propio.
Ojalá que el clima ayude en los cinco distritos, que la concurrencia sea numerosa como viene pasando en la maratón de comicios surtidos. La voluntad popular se expresará, ojalá que con calma y sin incidentes dignos de mención.
La previa es menos interesante que la crónica de las competencias que se escribirá mañana. La fiesta es, debe ser, hoy con millones de argentinos expresando sus preferencias en paz, durante el más prolongado período de estabilidad democrática, que estas jornadas ratifican y apuntalan.
mwainfeld@pagina12.com.ar
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