sábado, 6 de junio de 2015

MURAL EN BARRACAS II




ARCHIVO PERSONAL.

ROMA

Cristina y Lula

MURAL EN BARRACAS.




ARCHIVO PERSONAL.

MUSICA › OPINION Música de medio siglo

Por Litto Nebbia
A través del tiempo la música fue creciendo. Aquello que nació para ser escuchado en contra de las viejas corrientes generacionales, se fue liberando de su pasado y comenzó a tener voz propia. Eso que al inicio se llamó rock pasó a ser música. Aquellos códigos exclusivos para determinada porción de una generación comenzaron a captar adeptos de otras edades y niveles sociales. ¿De qué se trataba entonces todo eso? ¿Era algo tan simple como algunos músicos exitosos cuentan en sus reportajes con un dejo de “genialidad”? “Empecé a escribir canciones porque quería conseguir chicas...” Para nada. La verdadera y sencilla razón se encuentra en la búsqueda de libertad que todo ser humano tiene depositada en su organismo. Esa libertad luego se manifiesta acorde al nivel social, intelectual, romántico o emocional de cada uno, y estará direccionada según el destino, carisma, audacia, sueños y hasta el más mínimo poder de desesperación del individuo.
Cinco adolescentes se disponen a salir un sábado para divertirse. La soledad que arrastran los lleva a tomar aceleradamente mucho alcohol. Sólo tratan de equilibrar ese sentimiento solitario. Dos horas más tarde, aparecen peleando con otros adolescentes, por alguna razón que ya nadie recuerda cómo se motivó. Esa violencia los beneficia momentáneamente. Les permite creer por un rato que no están tan solos. Les produce un efecto de “compañía” que equilibra la verdadera situación. ¿Y dónde están las chicas?
Esa música que comenzó medio siglo atrás fue mudando de ropaje, de necesidades, de destinatarios. El mundo cambió. Cada día lo hace. Las notas van cambiando de lugar transformándose en una melodía necesaria para algunos corazones. La rítmica de las guitarras, el aporreo de los pianos o la grave pulsación del bajo, ingresan al cuerpo del que escucha. El organismo se identifica con algunos colores que le son gratos, pero también con otros que le son familiares desde su temprana necesidad.
El hombre ha crecido y la música también lo ha hecho. Cincuenta años después, ya no le interesa nombrar a esa música con un género determinado. Es solo música. Nada menos ni nada más que música.
Canciones que narran situaciones de vida. Climas de entrega que aspiran ser reconocidos por el otro.

LA JUSTICIA SOBRESEYO A LOS MEDICOS ACUSADOS DE MALA PRAXIS POR LA MUERTE DE VIDELA Sólo se puede culpar a la Providencia

Por Raúl Kollmann
El juez federal de Morón, Juan Pablo Salas, sobreseyó a tres médicos del penal de Marcos Paz que fueron investigados por homicidio culposo a raíz de la muerte del dictador Jorge Rafael Videla, el 17 de mayo de 2013. La familia acusó a los profesionales por mala praxis ya que no percibieron que Videla había sufrido múltiples fracturas en una caída ocurrida cinco días antes. El magistrado, después de un minucioso análisis de evidencias, consideró que los médicos no pudieron advertir las pequeñas fracturas internas de costillas y pelvis porque resultaron imperceptibles en las radiografías y porque, además, el dictador ni sintió dolores ni dejó de caminar con normalidad.
Los médicos del penal de Marcos Paz, Tamara Urbini, Jorge Domínguez y Cecilia Sussano, fueron imputados por homicidio culposo ya que, según la acusación, debieron darse cuenta de las fracturas que sufrió Videla en su caída del 12 de mayo de ese año. La autopsia, sin embargo, determinó que el dictador murió porque pequeñas fracturas internas derivaron en hemorragias, una embolia pulmonar y finalmente en un paro cardíaco mientras estaba sentado en el inodoro de su celda.
De acuerdo a la historia clínica, Videla fue revisado el 12 de mayo, el 14, el 15 y el 16. El dictador se quejaba de diarreas, pero no de dolores provenientes de la caída. Según la radióloga de la morgue, “en las radiografías que se le tomaron, los trazos no son nítidos para determinar que había fracturas. Las imágenes leves y sutiles no eran evidentes y manifiestas respecto de fracturas”.
A lo largo del fallo, Salas refleja algunos testimonios en los que se señala que las radiografías no eran de buena calidad, pero la clave estuvo en que Videla no sentía dolores y caminaba bastante normalmente para su edad. Sólo de quejó de dolores de espalda, producto de problemas en la columna, para lo cual usaba una especie de arnés. El dictador iba a las audiencias del juicio oral dos veces por semana. El traslado se hacía en silla de ruedas, pero es una costumbre del Servicio Penitenciario Federal para los imputados de esa edad.
El juez Salas consideró que no hubo negligencia: “Se actuó de forma diligente, cumpliendo con pautas de comportamiento de cuidado orientadas a minimizar los riesgos”. El magistrado cita fallos anteriores en los que se señala que no se puede exigir a un médico que una operación sea exitosa, si no que lo que se requiere es que no viole su deber de cuidado y que no haya actuado con negligencia e impericia.
En este caso, Videla fue visto por médicos prácticamente todos los días y en algunas jornadas varias veces; la caída no provocó hematomas ni desplazamientos de huesos, tampoco dolores, por lo cual Salas considera que se actuó de acuerdo a lo que el consenso general marca como forma de recuperar la salud de una persona enferma.
Videla murió en la madrugada del 17 de mayo de 2013. Según los informes del penal de Marcos Paz, el celador pasó por su celda cada hora y lo percibió durmiendo y hasta roncando. Se ve que cerca de las seis de la mañana se levantó para ir al baño y en esa circunstancia sufrió el paro cardiorrespiratorio.
raulkollmann@hotmail.com