sábado, 4 de abril de 2015
Debieron admitir que su opereta con el dólar ilegal fue un “mal negocio”
Luego de machacar meses y meses con el autodenominado “dólar blue” (para esconder su verdadera naturaleza de ilegal), el Grupo Clarín salió a lamentarse que la divisa no oficial se haya desplomado en su cotización y que haya terminado significando un mal negocio para sus lectores.
Sergio Villone // Viernes 03 de abril de 2015 | 10:30
“Van a sobrar dólares en la Argentina a partir de diciembre. Lo vamos a tener que sostener porque van a venir tantos recursos que la moneda va a tender a apreciarse
En una nota titulada “El que apostó al dólar "blue" perdió: vale $ 12,55, igual que hace nueve meses”, Clarín admite que “el dólar blue sigue cayendo y se consolida la impresión de que al menos por lo visto en los últimos nueve meses, fue un mal negocio. Sí, aunque suene raro, el que apostó al dólar, perdió”.
El periodista Gustavo Bazzán cuenta que, el miércoles, el dólar que le sirvió en los últimos años al establishment para presionar al gobierno cotizó a 12,55 pesos, un valor similar al de julio del año pasado, luego del pico de $13,80 que alcanzó a fines de 2014, momento en el que Clarín y sus socios presionaban al gobierno nacional con una nueva devaluación como la que lograron a principios de ese año.
“En el mercado parece estar cada vez más firme la impresión de que este Gobierno no piensa devaluar en las vísperas de una elección crucial. Y al mismo tiempo, los analistas consideran que el cambio de Gobierno vendrá con un cambio de clima que, lejos de alentar la salida de capitales, los atraería”, trasluce el periodista.
La nota se permite soñar con una devaluación del 50% que podría adoptar un gobierno más afín a los intereses del Grupo: “Si se elimina el cepo cambiario y se vuelve a un mercado único de divisas, el tipo de cambio estará muy cerca del precio actual del paralelo, y no mucho más arriba”.
Hasta ahora, sólo Mauricio Macri ha prometido un desequilibrio económico de tal magnitud, cuando días atrás y envalentonado con algunas encuestas que hablan de su supuesto crecimiento electoral, prometió que “a partir del 11 de diciembre, no hay más cepo”.
“Van a sobrar dólares en la Argentina a partir de diciembre. Yo dejo flotar el tipo de cambio. Pero lo vamos a tener que sostener porque van a venir tantos recursos que la moneda va a tender a apreciarse”, asustó tanto el porteño, que hasta Roberto Lavagna y Aldo Pignanelli (del massismo) salieron a tildarlo de “irresponsable”.
La decepcionante cotización de la moneda que algunos medios pro mercado llegan a llamar “libre” también echa por tierra, una vez más, los pronósticos de los economistas del establishment, siempre dispuestos a presionar sobre la economía para beneficiar a sus clientes.
El suplemento Cash de Página 12, en diciembre del año pasado, recordaba: “El economista y funcionario del PRO Rogelio Frigerio difundió a través de su estudio Economía & Regiones que la cotización del dólar ilegal superaría los 22 pesos para fines de 2014. “En la medida en que el mercado perciba que finalmente no se resolverá el problema de la deuda y se esfumen las posibilidades de crédito, las expectativas de suba del dólar irán en aumento y meterán más presión”, indicaron a mitad de septiembre desde la consultora.
- “Lo que vamos a ver es un desgaste lento hasta que el dólar no se pueda contener. No es descabellado pensar en un blue a 17 pesos para los próximos meses. Además, si se suma el déficit cuasi fiscal, el precio del dólar da 19, lo cual marca la tendencia clara de hacia dónde irá el paralelo”, repitió Tomas Bulat en distintos medios gráficos y audiovisuales entre agosto y septiembre.
- “Más pesos dando vueltas, con meses en los que caerá el ingreso de dólares que entran por la ventanilla del comercio, incrementarán la presión en el mercado cambiario (en el último trimestre de 2014). Va a ocurrir una nueva devaluación”, dijo Carlos Melconian a partir de junio.
- “Existen problemas de coordinación de la política económica. Es difícil pensar que no habrá coletazos cambiarios. Es muy posible que se amplíe la brecha con el blue, que cotizará por arriba de 15 pesos”, mencionó Ricardo Delgado, director de Analytica y asesor del Frente Renovador de Sergio Massa”.
Y PAUL SINGER PUEDE SER EL PRESIDENTE NO?
El columnista invitado
Hay que privatizar el Banco Nación
Por Federico Sturzenegger
Para La Nación
Para La Nación
productor agropecuario visita el Banco Nación para ampliar su financiamiento accediendo a los créditos promocionales que se estaban publicitando en los medios de comunicación.
Sin embargo, el empleado, después de revisar su legajo, le explica que no puede acceder porque está al día y los créditos a tasas preferenciales son únicamente para refinanciaciones.
"Atrásese unas cuotitas -es la sugerencia amistosa-, que con eso alcanza para otorgárselo sin problemas."
Para cualquier argentino entrado en años, esta historia reaviva la pesadilla de un sistema de incentivos equivocados y de reglas que abren la puerta a la discrecionalidad y a la corrupción.
La defensa que podría hacer el banco es que ante la imposibilidad de pago, la refinanciación a tasas bajas es la única vía que permitirá, quizás en el futuro, recuperar algo. Esto puede ser cierto. Pero igualmente cierto es que es perverso darle, automáticamente, mayores facilidades al empresario incumplidor (o al que fracasa) que las que se dan al cumplidor.
Recientemente, la ley 25.299 introdujo modificaciones en la carta orgánica que, al menos en su letra, señala un cambio de énfasis en el papel que aparentemente jugará el Banco Nación en los próximos años. Se explicita que debería convertirse en un puente para asistir a ciertas actividades, en particular a las pequeñas y medianas empresas.
No quiero opinar en esta columna si otorgar subsidios a algunas empresas o sectores es bueno o malo. Supongamos que sí, que es bueno, y que hemos decidido como sociedad que debemos favorecer y ayudar a ciertas actividades. Sobre lo que sí creo que debería existir consenso es sobre que es peligroso que estos subsidios se otorguen por intermedio del Banco Nación sin estar consignados en el presupuesto nacional y discutidos por la sociedad mediante sus representantes en el Congreso.
Que estos subsidios sean definidos por el banco nos aleja del objetivo deseado de tener cuentas fiscales transparentes y de poder evaluar en qué gastamos el dinero de nuestros impuestos.
Cuando las cuentas no son transparentes, terminamos descubriendo sólo cuando es demasiado tarde que se había abierto la canilla sobre un barril sin fondo.
Para colmo de males, los problemas del Banco Nación son en definitiva un problema fiscal, porque siendo, como dice el Art. 2 de su Carta Orgánica, es la Nación Argentina la que garantiza las operaciones del banco, y sus pérdidas deberán ser solventadas por el conjunto de la sociedad.
En pocas palabras, usando un ejemplo que vale por mil: si la curtiembre Yoma hubiera tenido que conseguir un subsidio del gobierno -visible en el presupuesto nacional- nunca lo habría logrado. Sin embargo, sí logró un préstamo importante del Banco Nación, del que la sociedad en su conjunto se enteró demasiado tarde. Por otro lado, en el Art. 3 de la nueva Carta Orgánica se explicita que el banco no podrá financiar proyectos en montos superiores a 1 millón de pesos (en conjunto con otros bancos, hasta 5 millones). ¿Cuál es la lógica de esta regulación? Obviamente, la de favorecer a las Pyme a costa de una menor rentabilidad para el banco.
Nuevamente no hago juicio de valor sobre la conveniencia de asistir a las Pyme. Asumamos que es correcta. Pero entonces, ¿no sería mejor que el banco tuviera un manejo independiente y que la mejora de rentabilidad que se podría lograr se utilizara para conformar un fondo que permitiera subsidiar explícitamente a los productores que lo necesiten? Sólo entonces podremos los argentinos decidir, a través de nuestros representantes, si ésta es la manera en que queremos gastar el dinero público.
Para un gobierno que busca -creo que sinceramente- la transparencia, esta manera de asignar subsidios avanza exactamente en la dirección opuesta a sus objetivos.
Finalmente llama la atención el Art. 6 de la ley 25.299, que indica que "en cada región de la Nación funcionará un consejo consultivo, que tendrá a su cargo la recepción, formulación y canalización de los requerimientos, iniciativas y propuestas de los sectores representativos de la industria, la producción agropecuaria, el comercio y los servicios. También integrarán dichos consejos representantes de los gobiernos provinciales y municipales de la región. Los consejeros se desempeñarán sin percibir retribución alguna, durarán dos años en sus funciones y serán nombrados por el directorio a propuesta de las respectivas entidades".
Hay un área en economía que estudia los mecanismos más apropiados de gobierno corporativo , es decir, cómo estructurar una organización para alinear los objetivos de los participantes, evitar la corrupción interna y mejorar resultados.
Asumiendo que el objetivo del banco es otorgar préstamos a proyectos económicamente viables, este artículo tiene, a la luz de esa teoría, todos los vicios imaginables.
Entroniza como filtro de los proyectos a los potenciales beneficiarios. En una empresa sería como dejar que los proveedores propusieran la política de compras.
Las Pyme probablemente queden relegadas, si es que no cuentan con poder político suficiente en las organizaciones que las representan.
INTERESES EMPRESARIALES
El interés del empresario entonces deja de ser el de mejorar su productividad y pasa a ser el de aumentar su cuota de poder dentro de la organización que pueda canalizar sus reclamos en el consejo.
Finalmente, obsérvese que estos consejeros no percibirán retribución alguna. Es decir que se apela enteramente a su buena voluntad y a su ética. Todos los esquemas modernos de compensación intentan justamente lo contrario: que el ingreso del empleado esté lo más alineado posible con los de la empresa. Imagínese una empresa donde el gerente general trabaje gratis; no hay que extremar el poder de imaginación para darse cuenta del descalabro que rápidamente se produciría. Esto sólo para decir de manera elegante que nadie trabajará gratis a menos que se le permita llevar algo del agua a su cántaro. Claro, no todo está perdido. Una privatización del banco podría aislarlo de las presiones corporativas y políticas. Pero si no se elige esta ruta, queda la salvaguardia del directorio, el presidente de la institución y sus cuadros gerenciales, que siguen teniendo el poder para usar la razonabilidad, ignorar estas presiones y defender el patrimonio de los argentinos. La rentabilidad sobre activos durante este año no ha estado tan lejos de la de los bancos privados (y su desempeño ha sido mejor que el de los dos últimos años). Preservar estos resultados está hoy en manos de la dirección del banco. Que así lo hagan, y si no, que la patria se los demande.
El autor es economista y director de la Escuela de Economía Empresarial de la Universidad Torcuato Di Tella.
miércoles, 1 de abril de 2015
Venezuela: la amenaza externa, el enredo interno
Venezuela vive días muy complicados. Tras la amenaza directa de Estados Unidos, los profundos debates internos dentro de la izquierda nacional pueden quedar diluidos por las amenazas del enemigo interno y del imperialismo del norte.
Por Equipo Otramérica
Barak Obama decidió tensar la cuerda con quien es uno de sus principales proveedores de petróleo: Venezuela. La declaración de Venezuela como “extraordinaria e inusual amenaza a la seguridad nacional y la política exterior” de Estados Unidos ha prendido todas las alarmas y el Gobierno de Caracas ha respondido con unas masivas maniobras militares en todo el territorio nacional que parecen una puesta en escena para mostrar músculo armado.
La reacción a las amenazas de Estados Unidos, aunque con una tibieza poco normal en estas circunstancias, ya ha llegado de parte de Unasur, de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), del Mercado Común del Sur (Mercosur) y de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), que han mostrado su respaldo a Caracas.
La respuesta más razonable al órdago de Washington ha sido del jubilado presidente uruguayo José Mujica: “No joda Estados Unidos. Se llevarán mal, pero ¿va a decir que Venezuela es una amenaza para EE. UU? ¿Dónde estamos parados? Cualquiera que mire el mapa, mire la cantidad de habitantes, el PIB, la Armada, los barcos que tiene... decir que Venezuela puede ser una amenaza para EEUU debe andar pasado de manija”.
También dio en la diana Mujica cuando planteó que este es un tema de soberanía y que los venezolanos deben resolver sus problemas sin injerencias. “Venezuela tiene problemas y los tiene que solucionar, pero entre los venezolanos”, dijo el ex presidente en una entrevista radiofónica y añadió: “Hay una cosa que se llama la autodeterminación. Siempre que se meten de afuera es para peor. Mire lo que pasó en Libia, en todos lados. Déjenlos tranquilos. Que los venezolanos resuelvan sus problemas”.
Tratamos de entender algo de lo que ocurre en Venezuela a través de los testimonios de varios generadores de opinión desde la izquierda que publican habitualmente sus análisis y puntos de vista. Lo que pase en Venezuela es clave para el resto del continente y el continente está en un punto delicado.
Los problemas
Venezuela vive una profunda crisis política, económica y social. La versión oficial del Gobierno de Nicolás Maduro es que se trata de una “guerra económica” por parte de la oposición de derechas aliada con Estados Unidos y con otros actores externos. Nadie con un mínimo de información duda de que la heterogénea oposición venezolana se frota las manos y empuja en dirección al abismo, pero hay más razones de fondo que el discurso vacío de Maduro no puede ocultar.
El sociólogo Edgardo Lander lo explicaba así a finales de 2014. “Lo que ha ocurrido en estos tres lustros ha sido una profundización del modelo rentista, incrementándose la dependencia de los ingresos provenientes de las exportaciones petroleras. El petróleo, en el valor total de las exportaciones, pasó de representar un 68,7% en el año 1998 a 96% en los últimos años. En términos absolutos se ha dado durante estos años una reducción del valor de las exportaciones no petroleras y de las exportaciones privadas. La contribución de la industrial al PIB bajó de 17% en el 2000 a 13% en el año 2013”. Habría que añadir que el principal cliente petrolero de Venezuela sigue siendo EEUU, que recibe algo más de 700 mil barriles de crudo diarios provenientes del país suramericano, que recibe algo más de 10 mil millones de dólares anuales a cambio.
Lander considera que el proyecto chavista ha sido incapaz de generar alternativas productivas no capitalistas o de carácter postextractivista. “Los avances importantes que han ocurrido en el área social son consecuencia de un muy importante re-direccionamiento en el reparto de la renta petrolera en el cual se le ha dado una clara prioridad a responder a carencias y demandas de los sectores populares. Esto hace que estas políticas no solo sean extraordinariamente vulnerables a las variaciones del ingreso petrolero, sino que igualmente generan crecientes expectativas que solo sería posible satisfacer sobre la base de ingresos petroleros en sostenido ascenso”.
Maduro no es Chávez
A la crisis petrolera que está sufriendo Caracas, con el desplome del precio del barril en un 50% en los últimos seis meses, hay que sumar la crisis de liderazgo político. El politólogo Nicmar Evans era uno de los más destacados pensadores del núcleo duro del chavismo durante los últimos años, pero ahora impulsa una nueva corriente denominada Marea Socialista. Declarado chavista, Evans considera que Maduro ha traicionado el legado de Hugo Chávez y no ha seguido ni una de las recomendaciones marcadas por el difunto presidente venezolano en su discurso El Golpe de Timón, pronunciado tras su última victoria electoral en 2012. “El madurismo se convirtió en una tendencia de control del gobierno que pareciera deslindarse del legado del Presidente Chávez. (…) el Presidente Maduro en los últimos dos años no ha reconocido un solo error de su gobierno; toda la culpa es del otro. Es verdad que hay toda una campaña promovida por sectores de la oposición y económicos nacionales, así como grupos mayameros, apoyados por el gobierno norteamericano que buscan eliminar de la faz de la tierra todo vestigio de Chávez. Pero no es menos cierto que dentro del gobierno hay quintas columnas, que están infiltrados y que son responsables de la ineficacia, ineficiencia y la mediocridad de la gestión pública”.
Edgardo Lander lo completa: “El presidente Maduro carece del liderazgo que le permitía a Chávez garantizar la unidad cuando proponía políticas que generaban resistencia entre sus seguidores. Objetivos tan centrales en las formulaciones de este proyecto de transformación societal como lo son la democracia participativa y el Estado comunal; la soberanía nacional; la soberanía alimentaria; la pluriculturalidad, y el reconocimiento de los derechos constitucionales de los pueblos indígenas; y el objetivo quinto del Plan de la Patria, ‘contribuir con la preservación de la vida en el planeta y la salvación de la especie humana’ no sólo presentan tensiones, sino que son estructuralmente incompatibles con un petro-Estado, con una economía extractivista depredadora cuyos ingresos estén, además, altamente concentrados en manos del poder ejecutivo”.
Esa concentración ha generado un alto grado de corrupción al mismo tiempo que el rentismo paraliza la acción del Gobierno, absolutamente dependiente del cheque petrolero. Ese, según los críticos internos, sería el fracaso histórico de la llamada “revolución bolivariana”. Aunque Rodrigo Alonso, economista uruguayo, plantea que más bien esta crisis nos dará la medida del fracaso de las tendencias que aplazan la revolución para concentrarse en las ‘reformas’: “La crisis en curso en Venezuela no nos dirá nada sobre cómo funciona y fracasa una experiencia socialista. Por el contrario, su correcta interpretación nos podrá hablar del techo histórico del capitalismo latinoamericano para combinar desarrollo e inclusión, así como de los límites de las medidas para reformarlo y controlarlo”.
En todo caso, parece que hay consenso sobre la excesiva dependencia de un modelo estatal que redistribuye pero no alienta la autonomía. Lander recuerda que “la participación democrática de base y el autogobierno comunal encuentran un límite estructural en el hecho de que en esta economía petrolera, las comunidades carecen de un piso productivo propio y dependen en una forma permanente de las transferencias (‘bajadas’) de recursos y líneas políticas desde el ejecutivo y el partido de gobierno. Sin autonomía en relación tanto al Estado como al mercado, no es posible la construcción de una genuina democracia participativa”.
En la misma línea está el que fuera viceministro de Planeación, Roland Denis, ubicado ahora en la crítica al gobierno de Maduro desde el ala de la izquierda que promueve el autogobierno. “El problema por tanto es como ha cambiado la correlación de fuerzas en los últimos años en favor de sectores apropiadores de la riqueza pública y el trabajo social, y en contra de una masa esperanzada en los cambios revolucionarios que han sido planteados. La cosa fue que se llamó a una población a apoyar al Estado y el gobierno, dándole instrumentos marginales de autogobierno, mientras este desastre crecía lentamente hasta aparecer por completo, particularmente después de la muerte de Chávez”.
Denis llama a un Gobierno Popular que acabe con la ficción estatal: “El gobierno popular es un ‘no-Estado’ insistimos, y ya demasiada prueba tenemos, bien vivida y sufrida de que solo puede ser así. Y la meta de principios de los años 2000 sigue siendo igualita ahora, solo que ya se acabó la ilusión del ‘Estado empoderador”. Él se basa en las experiencias que desde abajo, aunque minoritarias, se han construido en estos años.
Las mismas, quizá, de las que habla Lander cuando recuerda que “existen muchas experiencias de base que, si bien son minoritarias, han logrado hacer propios estos impulsos organizativos y financieros, pero sobre todo, se han nutrido de la politización y activismo que ha atravesado a la sociedad venezolana en estos años, para llevar a cabo procesos comunitarios de una extraordinariamente riqueza y autonomía. Son, en este sentido, ejemplos vivientes de lo posible en el campo popular”.
El debate interno en Venezuela es rico y plural y jamás trasciende a los medios de comunicación convencionales. Fogonazos noticiosos que muestran una Venezuela en dos colores, cuando lo cierto es que en los sectores populares y bolivarianos hay una vitalidad y un intercambio de ideas de una riqueza rescatable.
http://otramerica.com/temas/venezuela-la-amenaza-externa-enredo-interno/3330
Por Equipo Otramérica
Barak Obama decidió tensar la cuerda con quien es uno de sus principales proveedores de petróleo: Venezuela. La declaración de Venezuela como “extraordinaria e inusual amenaza a la seguridad nacional y la política exterior” de Estados Unidos ha prendido todas las alarmas y el Gobierno de Caracas ha respondido con unas masivas maniobras militares en todo el territorio nacional que parecen una puesta en escena para mostrar músculo armado.
La reacción a las amenazas de Estados Unidos, aunque con una tibieza poco normal en estas circunstancias, ya ha llegado de parte de Unasur, de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), del Mercado Común del Sur (Mercosur) y de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), que han mostrado su respaldo a Caracas.
La respuesta más razonable al órdago de Washington ha sido del jubilado presidente uruguayo José Mujica: “No joda Estados Unidos. Se llevarán mal, pero ¿va a decir que Venezuela es una amenaza para EE. UU? ¿Dónde estamos parados? Cualquiera que mire el mapa, mire la cantidad de habitantes, el PIB, la Armada, los barcos que tiene... decir que Venezuela puede ser una amenaza para EEUU debe andar pasado de manija”.
También dio en la diana Mujica cuando planteó que este es un tema de soberanía y que los venezolanos deben resolver sus problemas sin injerencias. “Venezuela tiene problemas y los tiene que solucionar, pero entre los venezolanos”, dijo el ex presidente en una entrevista radiofónica y añadió: “Hay una cosa que se llama la autodeterminación. Siempre que se meten de afuera es para peor. Mire lo que pasó en Libia, en todos lados. Déjenlos tranquilos. Que los venezolanos resuelvan sus problemas”.
Tratamos de entender algo de lo que ocurre en Venezuela a través de los testimonios de varios generadores de opinión desde la izquierda que publican habitualmente sus análisis y puntos de vista. Lo que pase en Venezuela es clave para el resto del continente y el continente está en un punto delicado.
Los problemas
Venezuela vive una profunda crisis política, económica y social. La versión oficial del Gobierno de Nicolás Maduro es que se trata de una “guerra económica” por parte de la oposición de derechas aliada con Estados Unidos y con otros actores externos. Nadie con un mínimo de información duda de que la heterogénea oposición venezolana se frota las manos y empuja en dirección al abismo, pero hay más razones de fondo que el discurso vacío de Maduro no puede ocultar.
El sociólogo Edgardo Lander lo explicaba así a finales de 2014. “Lo que ha ocurrido en estos tres lustros ha sido una profundización del modelo rentista, incrementándose la dependencia de los ingresos provenientes de las exportaciones petroleras. El petróleo, en el valor total de las exportaciones, pasó de representar un 68,7% en el año 1998 a 96% en los últimos años. En términos absolutos se ha dado durante estos años una reducción del valor de las exportaciones no petroleras y de las exportaciones privadas. La contribución de la industrial al PIB bajó de 17% en el 2000 a 13% en el año 2013”. Habría que añadir que el principal cliente petrolero de Venezuela sigue siendo EEUU, que recibe algo más de 700 mil barriles de crudo diarios provenientes del país suramericano, que recibe algo más de 10 mil millones de dólares anuales a cambio.
Lander considera que el proyecto chavista ha sido incapaz de generar alternativas productivas no capitalistas o de carácter postextractivista. “Los avances importantes que han ocurrido en el área social son consecuencia de un muy importante re-direccionamiento en el reparto de la renta petrolera en el cual se le ha dado una clara prioridad a responder a carencias y demandas de los sectores populares. Esto hace que estas políticas no solo sean extraordinariamente vulnerables a las variaciones del ingreso petrolero, sino que igualmente generan crecientes expectativas que solo sería posible satisfacer sobre la base de ingresos petroleros en sostenido ascenso”.
Maduro no es Chávez
A la crisis petrolera que está sufriendo Caracas, con el desplome del precio del barril en un 50% en los últimos seis meses, hay que sumar la crisis de liderazgo político. El politólogo Nicmar Evans era uno de los más destacados pensadores del núcleo duro del chavismo durante los últimos años, pero ahora impulsa una nueva corriente denominada Marea Socialista. Declarado chavista, Evans considera que Maduro ha traicionado el legado de Hugo Chávez y no ha seguido ni una de las recomendaciones marcadas por el difunto presidente venezolano en su discurso El Golpe de Timón, pronunciado tras su última victoria electoral en 2012. “El madurismo se convirtió en una tendencia de control del gobierno que pareciera deslindarse del legado del Presidente Chávez. (…) el Presidente Maduro en los últimos dos años no ha reconocido un solo error de su gobierno; toda la culpa es del otro. Es verdad que hay toda una campaña promovida por sectores de la oposición y económicos nacionales, así como grupos mayameros, apoyados por el gobierno norteamericano que buscan eliminar de la faz de la tierra todo vestigio de Chávez. Pero no es menos cierto que dentro del gobierno hay quintas columnas, que están infiltrados y que son responsables de la ineficacia, ineficiencia y la mediocridad de la gestión pública”.
Edgardo Lander lo completa: “El presidente Maduro carece del liderazgo que le permitía a Chávez garantizar la unidad cuando proponía políticas que generaban resistencia entre sus seguidores. Objetivos tan centrales en las formulaciones de este proyecto de transformación societal como lo son la democracia participativa y el Estado comunal; la soberanía nacional; la soberanía alimentaria; la pluriculturalidad, y el reconocimiento de los derechos constitucionales de los pueblos indígenas; y el objetivo quinto del Plan de la Patria, ‘contribuir con la preservación de la vida en el planeta y la salvación de la especie humana’ no sólo presentan tensiones, sino que son estructuralmente incompatibles con un petro-Estado, con una economía extractivista depredadora cuyos ingresos estén, además, altamente concentrados en manos del poder ejecutivo”.
Esa concentración ha generado un alto grado de corrupción al mismo tiempo que el rentismo paraliza la acción del Gobierno, absolutamente dependiente del cheque petrolero. Ese, según los críticos internos, sería el fracaso histórico de la llamada “revolución bolivariana”. Aunque Rodrigo Alonso, economista uruguayo, plantea que más bien esta crisis nos dará la medida del fracaso de las tendencias que aplazan la revolución para concentrarse en las ‘reformas’: “La crisis en curso en Venezuela no nos dirá nada sobre cómo funciona y fracasa una experiencia socialista. Por el contrario, su correcta interpretación nos podrá hablar del techo histórico del capitalismo latinoamericano para combinar desarrollo e inclusión, así como de los límites de las medidas para reformarlo y controlarlo”.
En todo caso, parece que hay consenso sobre la excesiva dependencia de un modelo estatal que redistribuye pero no alienta la autonomía. Lander recuerda que “la participación democrática de base y el autogobierno comunal encuentran un límite estructural en el hecho de que en esta economía petrolera, las comunidades carecen de un piso productivo propio y dependen en una forma permanente de las transferencias (‘bajadas’) de recursos y líneas políticas desde el ejecutivo y el partido de gobierno. Sin autonomía en relación tanto al Estado como al mercado, no es posible la construcción de una genuina democracia participativa”.
En la misma línea está el que fuera viceministro de Planeación, Roland Denis, ubicado ahora en la crítica al gobierno de Maduro desde el ala de la izquierda que promueve el autogobierno. “El problema por tanto es como ha cambiado la correlación de fuerzas en los últimos años en favor de sectores apropiadores de la riqueza pública y el trabajo social, y en contra de una masa esperanzada en los cambios revolucionarios que han sido planteados. La cosa fue que se llamó a una población a apoyar al Estado y el gobierno, dándole instrumentos marginales de autogobierno, mientras este desastre crecía lentamente hasta aparecer por completo, particularmente después de la muerte de Chávez”.
Denis llama a un Gobierno Popular que acabe con la ficción estatal: “El gobierno popular es un ‘no-Estado’ insistimos, y ya demasiada prueba tenemos, bien vivida y sufrida de que solo puede ser así. Y la meta de principios de los años 2000 sigue siendo igualita ahora, solo que ya se acabó la ilusión del ‘Estado empoderador”. Él se basa en las experiencias que desde abajo, aunque minoritarias, se han construido en estos años.
Las mismas, quizá, de las que habla Lander cuando recuerda que “existen muchas experiencias de base que, si bien son minoritarias, han logrado hacer propios estos impulsos organizativos y financieros, pero sobre todo, se han nutrido de la politización y activismo que ha atravesado a la sociedad venezolana en estos años, para llevar a cabo procesos comunitarios de una extraordinariamente riqueza y autonomía. Son, en este sentido, ejemplos vivientes de lo posible en el campo popular”.
El debate interno en Venezuela es rico y plural y jamás trasciende a los medios de comunicación convencionales. Fogonazos noticiosos que muestran una Venezuela en dos colores, cuando lo cierto es que en los sectores populares y bolivarianos hay una vitalidad y un intercambio de ideas de una riqueza rescatable.
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El Nobel de la Paz era guerrero Por Víctor Arrogante
Se precipitaron. El galardón, se otorga «a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz». Cuando le dieron el premio Nobel de la Paz a Barack Obama, todavía no había hecho nada para merecerlo, solo palabras. No quiero quitarle otros méritos, pero paz al mundo no ha traído.
Lejos quedan aquellas declaraciones, que anunciaban una «nueva era» en las relaciones exteriores de Estados Unidos con Rusia, Europa y los países árabes, con cambios importantes sobre las políticas de George W. Bush. El 20 de enero de 2009, pasó a ser el 44º presidente, el primero afro americano de la historia. En septiembre de ese mismo año le fue concedido el Premio Nobel de la Paz, «Por sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la colaboración entre los pueblos». Tempranero fue el galardón. Si observamos las biografías de los personajes a quienes se les ha concedido, antes y después que a Obama, podría ser hasta ofensivo.
El Premio Nobel de la Paz 1993, fue otorgado conjuntamente a Nelson Mandela y Frederik de Klerk «por su trabajo para la terminación pacífica del régimen del apartheid, y sentar bases para una nueva Sudáfrica democrática» (1). En el 90 a Mijaíl Gorbachov «por su papel de liderazgo en el proceso de paz» (2). Se lo dieron a Aung San Suu Kyi «Por su lucha no violenta por la democracia y los derechos humanos» (3) y a Rigoberta Menchu «en reconocimiento a su trabajo por la justicia social y la reconciliación etno-cultural» (4). Al propio Jimmy Carter «Por sus décadas de esfuerzo incansable para encontrar soluciones pacíficas a los conflictos internacionales» (5). A Willy Brandt, por su Ostpolitik de Alemania Occidental. (6), el otorgado conjuntamente a Yasir Arafat, Isaac Rabin y Shimon Peres. Henry Kissinger y Lê Ðức Thọ (que lo rechazó), por la firma del Acuerdo de París en 1973, que establecía el alto el fuego en la guerra de Vietnam» (7). El Dalái Lama, la madre Teresa o Desmond Mpilo Tutu, entre otros personajes. Tamben a instituciones y organizaciones no gubernamentales como Cruz Roja, Amnistía Internacional, UNICEF o Médicos sin Fronteras.
No voy a cargar a Obama la responsabilidad sobre las guerras, porque guerras ha habido siempre. Se han cumplido los cien años desde que estalló la Primera Guerra Mundial y ahora se conmemoran los setenta desde que terminó la Segunda. Desde entonces no han parado: guerras mundiales, civiles, locales, regionales, de agresión o de defensa; de religión, ideológicas, coloniales, de clase y económicas, del petróleo, contra la droga, informáticas, contra el terrorismo, el independentismo o insurgentes; guerras relámpago o interminables, sin cuartel, abiertas, sin declarar o declaradas; hasta guerra fría ha habido, calientes lo son todas. En algunos casos no lo llaman guerra, sino conflicto o de baja intensidad, eufemismos que esconde intereses geoestratégicos, provocados por canallas justicieros o iluminados de la muerte. Parece como si al principio de los tiempos, alguien hubiera dicho: «¡Anda y a ver si os matáis los unos a los otros!».
Continúa la guerra de Israel contra el pueblo palestino, desde 1948; y con el triunfo electoral de Netanyahu, parece que va a ir a peor. Se ha abandono la idea de un Estado palestino, sacrificando la política exterior y buena relación con EEUU y Europa, por intereses electorales. Acusó que las organizaciones izquierdistas y los gobiernos extranjeros estaban apoyando a los árabes de Israel con ingentes cantidades de dinero. En la actualidad existe desencuentro entre Israel y EEUU. Obama defiende el derecho a decidir su propia política de seguridad nacional y no seguir haciendo lo que los israelíes entiende como necesario, sobre los supuestos planes nucleares de Irán. Por su parte el presidente François Hollande, ha reconocido los «derechos legítimos de Irán al uso pacífico de la energía nuclear», en la reunión entre Irán y el 5+1 (EEUU, Reino Unido, Francia, Rusia, China y Alemania). Insiste en la necesidad de llegar a un «acuerdo duradero, robusto y verificable» sobre el programa nuclear iraní, que garantice que Irán no tendrá acceso a armamento nuclear.
Obama heredó de Bush al menos dos guerras: la de Irak y la de Afganistán. Pese a la falsa declaración, en el portaaviones Abraham Lincoln, vestido de piloto de combate, anunciando la victoria contra Irak, la guerra sigue. Del engaño de las armas químicas no quiero ni hablar. En aquel escenario y con uniforme, Bush renovó su amenaza de destruir a «personas, organizaciones o gobiernos», implicados en actividades terroristas, y utilizó el ejemplo de Irak para demostrar que sus palabras no eran vanas. Los EEUU de Obama, sigue en «en una guerra inexistente en Irak, que extendió a Siria». Guerras sin nombre, guerra solo aérea, con suficientes militares sobre el terreno.
La guerra civil afgana de 1978 y la guerra de todos contra Afganistán, ha provocado más de dos millones de muertos y no ha terminado. Conocemos que EEUU mantendrá a 9.800 militares en el territorio, al menos hasta final de año, en lugar de reducir esa cifra a la mitad, como se preveía. Promesas incumplidas. Obama, que se había comprometido a poner fin a las guerras en Irak y Afganistán, por unas cosas u otras, no lo está cumpliendo. EEUU y él tienen sus intereses.
La tercera guerra que Obama ha heredado de Bush, es contra el terrorismo, que ahora hace suya. En enero, pidió al Congreso, su apoyo para consolidar un cambio en las estrategias de guerra y la autorización del Capitolio para atacar a los yihadistas del movimiento Estado Islámico en Irak y Siria. Presentó su nueva estrategia para liderar el mundo: «evitar, en lo posible, las invasiones militares terrestres y compartir los desafíos con grandes coaliciones internacionales y transversales». Un liderazgo más inteligente, combinando el poder militar con la diplomacia fuerte, aprovechando su poder para crear coaliciones. Algo como lo que ha ocurrido, en la ofensiva internacional contra la oposición yemení, del movimiento chií y los bombardeos de Arabia Saudí en coalición con Emiratos Árabes, Kuwait, Bahréin, Qatar, Jordania, Marruecos, Egipto y Pakistán. Ppero Yemen es algo más que una guerra entre suníes y chiíes.
«Quiero que el pueblo estadounidense comprenda que el esfuerzo que vamos a desarrollar será diferente de las guerras en Irak y Afganistán. No habrá tropas de combate estadounidenses luchando en suelo extranjero», para expulsar al movimiento «Estado Islámico donde quiera que exista». Su poderío aéreo, apoyará a las fuerzas aliadas combatientes sobrere el terreno. «Es la estrategia que hemos seguido con éxito en Yemen y Somalia desde hace años». Espera calmar a quienes denuncian los 7.000 muertos estadounidenses en Irak y Afganistán. El EI, que ya tiene su propia guerra. Los 2.000 bombardeos que le han caído encima son una prolongación de la Guerra iniciada en 2003 para derrocar a Sadam Husein. No tiene visos de finalizar.
En Siria la guerra civil está en su cuarto año. Han muerto al menos 200.000 personas y 18 millones son víctimas entre refugiados y desplazados en el interior. Gran masacre humana y máxima destrucción de infraestructura. Los intereses, especialmente los de Rusia e Irán, podrían generar un diálogo político que diese resultados, pero no lo parece. Según ACNUR, las guerras en Siria e Irak elevaron las solicitudes de asilo a las cifras más altas en 22 años, las solicitudes en 2014 se sitúan en 866.000, presentadas en países industrializados, un 45% más que en 2013, cuando se registraron 596.600.
EEUU tiene intereses en la guerra de Ucrania. Podríamos decir que el conflicto empezó en noviembre de 2013, pero viene de lejos. El presidente Víktor Yanukóvich, decidió abandonar las negociaciones con la UE sobre un Acuerdo de Asociación, porque no era ventajoso para Ucrania. La guerra de los oligarcas que comenzó a mediados de los 90 sigue gozando de buena salud. Es un país con dos identidades: los que quieren mantener lazos con Rusia, y los nacionalistas que quieren acercarse a Occidente, que va contra los intereses de Rusia; y los intereses de Europa son los de EEUU. Ya dijimos que «el fantasma de la guerra civil, está más a la vista que nunca». Lo de Ucrania puede llegar a ser una guerra eterna; nadie apuesta por su fin. «Cambian los gobiernos y se producen insurrecciones que parece van a instaurar una nueva forma de hacer política», pero no. Rusia y Europa reaccionan para aprovecharse de la situación y EEUU al acecho.
Hay razones por las que los EEUU de Obama, pueda estar preparando el terreno para una guerra contra Rusia, utilizando la guerra civil en Ucrania como excusa provocada. La guerra es una buena justificación para continuar emitiendo deuda soberana y consolidar el dólar americano. Le permitiría controlar la UE y al resto de países europeos (que ya se ha iniciado con el Tratado Trasatlántico entre los Estados Unidos y la Unión Europea). Una guerra contra Rusia (y contra Irán) justificaría el control total sobre los medios de comunicación, reduciría la competitividad en el mercado de recursos energéticos y permitiría a Washington controlar la producción de crudo de Oriente Medio y perpetuar el sistema del petrodólar. La guerra permitiría a los gobiernos atacar derechos y libertades civiles. Algo ya conocemos por aquí. El gobierno de Rajoy ha aprobado su «trío de mordazas»: ley de seguridad ciudadana, código penal y ley antiyihadista. Tendremos tiempo de hablar sobre ello, si nos lo permiten.
Obama tiene sus propias guerras. En Pakistán incrementó los bombardeos contra líderes de Al Qaeda y talibanes. Libia fue la segunda de su propiedad, que se desarrolla en los cielos, sentado «en el asiento de atrás, dejando a franceses y británicos la conducción de la guerra». La participación de EEUU fue determinante. Los europeos en coalición no hubieran podido sostener la campaña. La guerra no fue secreta pero sí opaca, porque Obama no quería dejarse ver. La guerra en Libia, que derrocó a Gadafi en 2011, continúa y ha convertido todo en un caos. La ONU informa que entre 200.000 y 300.000 combatientes disponen de armas y luchan por alguna de las dos facciones que se disputan el poder. El movimiento yihadista EI ha tomado posiciones. La tercera guerra de Obama se está determinando entorno a Irán, junto a Israel, Arabia Saudí y otros, que consideran el supuesto programa nuclear iraní una amenaza de primer orden. Sobre la de Ucrania ya hemos hablado.
Las amenazas contra Venezuela pretenden el dominio del continente. «Venezuela es una amenaza extraordinaria para la seguridad de EEUU», dice el decreto Obama y cuando un presidente norteamericano dice algo así hay que preocuparse. La guerra económica ya está en marcha. Se insta al gobierno venezolano a liberar a los prisioneros políticos. EEUU ha congelado los activos financieros, prohibido la entrada en el país a siete altos funcionarios venezolanos y se anuncian más sanciones. El nuevo y peligroso giro que ha tomado la política de Obama contra Venezuela forma parte de una conflagración contra la Revolución Bolivariana. EEUU apoya a quienes han dirigido actos sediciosos contra el gobierno. Felipe González, parece que está jugando esa baza, en lo que podría considerarse como una injerencia en los asuntos internos del país latinoamericano. Maduro llama a Felipe González «lobbista» y lo acusa de apoyar un golpe contra Venezuela. El golpe está asegurado; otra cosa será si triunfa.
Hablando de guerras, permítanme una divagación al paso. Este año se cumplen siete décadas del fin de la Segunda Guerra Mundial, que se llevó por delante a 60 millones de personas. Se han acuñado monedas de 200 euros, en conmemoración de los 70 años de paz. Pero en España no han sido 70. Durante 35 años, sufrimos una de las dictaduras más criminales, que dejó demasiados muertos en las cunetas. Es un insulto a la dignidad, que el rey Felipe aparezca en la dichosa moneda con ese lema, que muestra nula sensibilidad hacia las víctimas y poco sentido democrático. Por cierto en el Senado, todos los grupos políticos, a excepción del PP, han pedido lacreación de una Comisión de la Verdad del franquismo, para «reconocer y apoyar a las víctimas» y cumplir con las resoluciones de la ONU, sobre el derecho a la verdad, justicia y reparación, que juzgue las desapariciones y emprenda las reformas necesarias, para que no se consideren crímenes amnistiados, a efectos de la ley de Amnistía de 1977.
Peter L. Bergen, director del programa de seguridad nacional de la New America Foundation, da un repaso a losprincipales hitos de Barack Obama. Ha diezmado a los líderes terroristas de Al Qaeda; ha colaborado en el derrocamiento de Muamar Gadafi; ha intensificado los ataques con aviones no tripulados en Pakistán; ha librado eficaces guerras encubiertas en Yemen y Somalia; autorizó triplicar el número de tropas estadounidenses en Afganistán; ordenó y supervisó la operación que acabó con Osama bin Laden y los conflictos sigue siendo los mismos y ampliados.
Obama llegó al poder con la promesa de poner fin a «una década de guerras». Ahora prepara nuevas formas guerreras y campañas bélicas sin final definido. El giro en su política exterior, promete marcar su legado. Si Obama recibió en herencia las guerras de Irak, Afganistán y contra el terrorismo, tiene en su haber los conflictos en Pakistán, Siria, Libia, Ucrania, amenazas a Venezuela y lo que esté por venir. Si «las chicas son guerreras» según el grupo Coz, porque tienen algo especial, lo especial del Premio Nobel de la Paz 2009 es que es guerrero. Por sus actos le conocemos; no por sus dichos.
@caval100Rebelion
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