martes, 24 de marzo de 2015
CLARIN MIENTE......
Marchas cruzadas por el 24: el Gobierno minimiza la posibilidad de incidentes
Dos grupos multitudinarios, antagónicos políticamente, marchando hacia el mismo lugar, en horarios a priori coincidentes. Con un antecedente de cruces y manotazos hace dos años. Lo que para el común de la gente podría anticipar posibles incidentes esta tarde en la Plaza de Mayo, para el Gobierno, por estas horas, no representa un peligro mayor.
Clarín adelantó en su edición impresa de hoy, una noticia que se viene repitiendo en los últimos años. Esta tarde, a 39 años del último golpe militar, agrupaciones políticas y de derechos humanos se movilizarán partidas en dos manifestaciones: una organizada por grupos kirchneristas y aliados del oficialismo y otra convocada por el espacio Encuentro, Memoria, Verdad y Justicia (EMVJ), que integran partidos de izquierda, organismos de derechos humanos y organizaciones sociales opositoras.
Hace dos años, esta particularidad -otro ejemplo de la lógica del gobierno de impulsar amigos y enemigos aun en un campo como el de los derechos humanos-, terminó con algunas escaramuzas entre militantes de La Cámpora de un lado, y de la Corriente Clasista y Combativa y el Partido Obrero enfrente. Se peleaban por el "control de los espacios en la plaza".
Desde la izquierda, donde hoy insistirán con el reclamo de que se destituya al general César Milani, el actual jefe del Ejército que está denunciado por crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura militar, advierten sobre eventuales provocaciones: "Repitiendo una maniobra utilizada en años anteriores, las fuerzas afines al gobierno nacional publicaron un horario de convocatoria para su acto que coincide con el horario anunciado hace un mes por nosotros", plantearon ayer.
Desde el Gobierno, una fuente oficial recordó a Clarín que "ya hace cuatro años que hay dos marchas. Cuando entra una, la otra se va. Y acuerdan los horarios entre ellos. Sólo hubo un pequeño conflicto con el PO (en referencia al 2013), pero nada grave. Se intenta que se respeten los horarios de entrada y salida". Luego, confirmó que los policías y agentes de seguridad que participan del operativo van "desarmados yse trata de colocarlos en lugares poco visibles para no provocar", sobre todo en un día tan sensible como hoy.
En el Gobierno, descuentan que "habrá pintadas en edificios públicos, bancos, la sede de la UIA. Y algún grupo chico puede presionar sobre las vallas, pero en principio no esperamos mucho más".
eduardo paladini....delira.
lunes, 23 de marzo de 2015
EL CASO BLAQUIER, EL DERECHO INTERNACIONAL Y LAS RESPONSABILIDADES EN DELITOS DE LESA HUMANIDAD La colaboración civil con el terror
Por Alejandra Dandan
Para Fausto Pocar, el caso Ledesma es “interesante”. El prestigioso jurista integra el Tribunal Criminal Internacional para la ex Yugoslavia desde el año 2000, primero como juez y luego en la Cámara de Apelaciones. En una conferencia en el Consejo de la Magistratura de Buenos Aires, en la que habló de los avances en jurisprudencia del Tribunal, le preguntaron por el caso Ledesma. Pocar comparó con el ejemplo de un general que proporcionó armas y que sirvieron para matar a soldados y civiles. ¿El general es responsable por los asesinatos de civiles en los que se usaron sus armas? ¿Contribuyó con esos crímenes? Pocar sugirió que sí. Y al aporte de materiales le agregó esa otra cosa más difícil de probar que es el “conocimiento”, aquello que en estos días se conoció como el “dolo” en el caso de las camionetas de Carlos Pedro Blaquier usadas por el terrorismo de Estado. “El general que ayudó –dijo– conocía muy bien la situación en Sarajevo, donde por tres años se mató a una cantidad de civiles. Las armas se podían usar para matar civiles, con lo que la mens rea (mente culpable, elemento subjetivo) está clara.”
Pocar tiene un largo currículum. Profesor de derecho internacional en Milán, estuvo 16 años en el Comité de Derechos Humanos (ONU) y fue su presidente entre 1991 y 1992. En estos días dio varios seminarios en Buenos Aires. Entre ellos, en la Facultad de Derecho de la UBA y en el Consejo de la Magistratura, donde presentó un libro del Ministerio de Justicia sobre Cuestiones actuales en la investigación de graves violaciones a los derechos humanos. En una hora y veinte minutos, Pocar dio cuenta de los avances de la jurisprudencia del Tribunal de la ex Yugoslavia, pero sobre todo de la cocina en las discusiones de casos emblemáticos. Por ejemplo, en el primer caso en el que intervino y en el que se declaró a los crímenes como delitos de lesa humanidad. O el parentesco planteado por el tribunal de Ruanda entre el genocidio y las violaciones masivas, que equipara la destrucción psíquica a la física. Más cerca de la agenda argentina de los últimos días, habló de un “tema discutido”, que es la “contribución” en crímenes de lesa humanidad: “El tema más discutido en responsabilidad penal es sobre quien ayuda a quien comete el crimen o facilita la comisión del crimen”. El que proporciona armas para la comisión del crimen, ¿hasta qué punto es responsable del crimen?
“Durante muchos años el tribunal elaboró una tesis muy simple –explicó–: el que ayuda es responsable si conocía los medios (armas) que se iban a usar para cometer el crimen. Y si la contribución que brinda a la comisión del crimen es sustancial, importante.” Ese criterio se aplicó durante un cierto tiempo, dijo, hasta que una sala absolvió a un acusado introduciendo en el actus rea un elemento adicional: la dirección específica. A partir de allí, las armas tenían que servir sólo para la comisión del crimen específico.
El caso Perisic
El caso es conocido por el general Momcilo Perisic, ex jefe del estado mayor del ejército serbio, condenado en primera instancia a 27 años de prisión por crímenes que incluyeron la matanza de ocho mil musulmanes en Srebrenica, al este de Bosnia. La Cámara de Apelaciones lo absolvió por la aplicación del criterio de la “dirección específica”. Perisic conocía el sitio de la matanza, pero aquel criterio no lo hace responsable, porque allí había una ocupación militar y las armas se podían usar no sólo para matar a civiles, sino para combatir, situación que en una guerra es legítima, explicó el catedrático. Pero aclaró: “Es evidente que con esta decisión se cae todo el sistema de responsabilidad por la ayuda porque de hecho siempre se absuelve a los que están en rangos altos”.
El caso Perisic generó polémica. Es el eje del libro del Ministerio de Justicia y llegó a introducirse en el caso Blaquier. El tribunal de la ex Yugoslavia recibió críticas de personas, grupos y otros tribunales. En otro caso, el tribunal de Ruanda rechazó la idea. Argentina lo hizo también el año pasado a través de un fallo de la Sala II de la Cámara de Casación, en el segundo juicio de la ESMA. La sala integrada por Angela Ledesma, Alejandro Slokar y Pedro David señaló que “con relación a la invención de la teoría de la ‘dirección específica’, dicho elemento no integra la participación criminal, pues se encuentra directa y materialmente en conflicto con los estándares del derecho internacional consuetudinario y con la tradición jurisprudencial del Tribunal Penal Internacional de la ex Yugoslavia desarrollada por más de dos décadas”.
Pocar mencionó ese fallo y también los fallos emitidos antes y después por el propio tribunal de la ex Yugoslavia para reducir el peso de Perisic e indicar que se volvió a la jurisprudencia anterior. Señaló a Perisic como un “incidente”, superado por fallos posteriores y al que, advirtió, “sería mejor olvidar”. “Ahora tenemos en la jurisprudencia una serie de casos que van en un sentido. Hay sólo este caso (Perisic), que va en un sentido contrario. Y después hay casos que toman de nuevo las decisiones que se tomaban la comienzo. Es decir, debería ser un problema cerrado éste del principio de la dirección específica, que no es un principio que se aplica, pero nunca se sabe qué va a deparar el futuro. Yo espero que a ese incidente le digamos así, y que el caso que introdujo el concepto de dirección específica se pierda.”
Perisic y Blaquier
Jorge Auat es el jefe de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad. En el libro escribió un comentario sobre el fallo de la Sala II, en el que advierte que ese freno a la “dirección específica” fue muy importante y un “alerta temprana”. ¿De qué hablaba Auat? De los efectos de aquel fallo en los casos de complicidad civil y económica con los delitos de la dictadura en Argentina.
El 11 de marzo de 2013, el diario La Nación publicó un editorial celebratorio del fallo Perisic en el que alentaba su uso para los civiles que estaban comenzando a ser juzgados. Con el título de “Trascendente fallo internacional”, el editorial señalaba: “La decisión de la sala de apelación del mencionado tribunal, que lleva fecha del 28 de febrero de este año, define con precisión las fronteras de la figura de la participación respecto de esos graves delitos, y seguramente tendrá efectos más allá de la jurisdicción misma del referido tribunal, incluido nuestro medio. Tanto en muchos de los procesos que, respecto de la década de los ’70, involucran a personal militar como en algunos, más recientes, que pretenden responsabilizar a algunos civiles”.
Quienes estaban en la sala del Consejo de la Magistratura leyeron estos antecedentes en el fallo de la semana pasada de la Sala IV de la Cámara de Casación. La sala integrada por Gustavo Hornos, Juan Carlos Gemignani y Eduardo Rafael Riggi no cita el caso Perisic, pero contiene elementos que en ese mismo sentido parecen elevar el estándar de la prueba como lo hacía la teoría de la “dirección específica”. Auat levantó la mano en el Consejo de la Magistratura y le dijo esto a Pocar. “Mientras usted hablaba se me venía a la cabeza el fallo reciente de la Casación”, explicó. En ese contexto, preguntó sobre lo que los jueces rechazaron: el dolo, cómo se prueba y si la reconstrucción del contexto puede pensarse como una prueba. Ahí fue cuando Pocar habló de quien contribuye con la provisión de armas a un contexto donde se sabe que desde hace años mueren civiles y combatientes.
› OPINION Más allá de octubre
Por Eduardo Aliverti
Los rebotes del caso Nisman, por más espectaculares que sean informativamente, no dejan de ser eso. El asunto se reinstaló gracias a componentes previsibles, pero es forzoso repetir que no tiene con qué sostenerse como columna monotemática.
La semana pasada comenzó con el impacto igualmente previsto de la alianza refrendada entre PRO y radicales. Duró poco, al revelarse nuevas andanzas del fiscal que sólo en parte se relacionan con su vida privada. Para variar, debiera regir un poco más de honestidad intelectual, no mucho, entre quienes argumentan que lo que se quiere es matar al muerto por vía de exponer sus costumbres en puticlubs y descansos caribeños. Allá ellos, quienes persigan ese objetivo. Mostrar la intimidad de Nisman, de todos modos, responde al espectacularismo del morbo en una proporción infinitamente más grande que los operativos políticos. Pero una cuenta en el exterior compartida con quien le proveyó el arma que lo mató y, entre otras perlas, el “vuelto” que Diego Lagomarsino debía acreditarle al fiscal, de sus honorarios estatales, todos los meses, profundizan la turbiedad del hecho y no son asuntos privados. Gente de buena fe estará preguntándose hasta dónde pudo haber sido manipulada políticamente, tras la pantalla de exigir el esclarecimiento del episodio. Reproducir el 18F es hoy impensable, a apenas un mes de que su realización fuera ostentada como el grito sagrado del republicanismo harto. No hay destino de permanencia para esa clase de maniobras, y en esta oportunidad la liebre saltó casi enseguida. Los órganos de prensa opositora sabían desde un principio que el caso desborda de núcleos y aristas complicados, en todo sentido, pero insistieron en lucirlo como blanco o negro. Gobierno sospechoso y sociedad indignada. Ahora les resulta embrollado salir del encierro que se buscaron, pero los dilemas éticos no les son preocupantes. La próxima esperanza la depositan en que el fallo de cámara avale al fiscal Moldes (...) y no al juez Rafecas, para investigar a la Presidenta en base al panfleto de Nisman. Aun cuando la ilusión se cumpliera, el proceso será largo y terminará en la obviedad de pruebas que no existen.
Váyase mejor a los indicios de este año de votaciones populares. Unos cuantos analistas –entre ellos se destaca el sociólogo y consultor Gerardo Adrogué– sostienen que, cualquiera fuere el resultado electoral, el país parece encaminarse por fin hacia una reconfiguración de su sistema de partidos políticos. No es una expresión de deseos, necesariamente, sino un registro objetivo. Desde 1983, sin perjuicio de expresiones testimoniales o pasajeras, con formato de organización partidaria o de figuras individuales, el escenario estuvo dominado por la alternancia en el gobierno de PJ y UCR, en Casa Rosada y en la inmensa mayoría de los estados provinciales. Hubo variantes, como la Alianza, conformada por radicales y viudas peronistas hacia finales de los ‘90, pero siempre partieron del mismo tronco. Otro tanto puede decirse de los orígenes del kirchnerismo, que sólo después se transformó en la “anomalía” capaz de autonomizarse. Pero no tuvo correlato por derecha y esa es quizá la novedad, llamémosle, surgida tras la Convención Nacional de los radicales que resolvió institucionalizar un sesgo conservador en componenda con el macrismo. En este punto conviene alguna aclaración, porque se atraviesa que Alfonsín está revolcándose en la tumba y que, más allá de la aprobación formal a Ernesto Sanz, merece ponerse en duda la obediencia del grueso ucerreísta. Justamente por ese factor es que cabe, primero, la pregunta de qué significa hoy la UCR como partido orgánico de voluntad unificada. La respuesta es: entre nada y muy poco. Tiene expectativas de intendencias y gobernaciones en provincias que, excepto Mendoza, carecen de relevancia electoral. El dato distinguido no es este último, sin embargo, sino el hecho de que las individualidades del radicalismo jugarán como les parezca según sea la conveniencia electoral del momento. Aquello que los radicales históricos definen como “un cura en cada pueblo”, cual expresión del tipo de poder al que aspiran, se convierte entonces en un espejo de la situación actual del ¿partido? pero ya sin disponer de liderazgos ni candidatos convincentes, ni mucho menos afirmación ideológica o fuertemente identitaria, en la pirámide nacional. A los radicales está esperándolos Mauricio Macri, si es que en las primarias se impone la potencia mediática del alcalde porteño por sobre sus ¿aparatos? distritales, o el conservador Sanz si ocurre lo contrario. Margarita Stolbizer, una persona honesta, dijo que el mendocino abdicará de su candidatura. Lo que termine siendo es derecha derecho viejo. Y cuando se suma la opción anti K del peronismo, encarnada todavía en el muy devaluado Sergio Massa como única chance presentada de opción presidenciable, aparece aquella probabilidad, alta, de que se configure una fuerza bien marcada hacia izquierda y otra hacia derecha. Fuerzas o movimientos tendenciales, pero ya sin las referencias partidarias que fueron invirtiéndose en los niveles nacionales y provinciales desde el recupero de la democracia.
La importancia de esa hipótesis, que el firmante suscribe, radica en poder situarse por encima de las incertidumbres electorales de este año. Hay dos ejes en torno de esas incógnitas. Uno lo personifica Daniel Scioli y se divide, a su vez, en otros dos. Por un lado el ideológico, gracias a que el mandatario provincial es visto como un “moderado” por propios y ajenos. Ese término es un eufemismo. En el manual de la simbología política, significa conservador sin duda alguna. Por otra parte, hay las especulaciones acerca de cómo jugará el gobernador bonaerense en el espacio kirchnerista donde nominalmente se mueve. La más mentada es que se presentará a las PASO dentro de esa área, la K, cuente o no con el favor explícito de la Presidenta. Que si las gana comenzará a independizarse paulatinamente del discurso cristinista. Y que de resultar victorioso en octubre, por mucho que pudieran haberlo entornado con las listas parlamentarias, seguirá el rumbo que le dicta su pragmatismo (otro rodeo retórico). En el segundo lugar de las conjeturas, figura que Scioli se baja de la superficie K y va por afuera con el muchacho de Tigre. Un Massa descendido a candidatearse por la gobernación provincial. Difícil que el chancho chifle, bien que no inverosímil, porque si fuera cierto que el kirchnerismo requiere de una variante electoralista por derecha en las PASO presidenciales y en las bonaerenses –como lo pronosticó el diputado Carlos Kunkel– también lo es que Scioli se ve obligado al amparo de Cristina. Esos ejes u otros cualesquiera redundan en conservador entornado o conservador “autónomo” con el concurso de lo que junte el antikirchnerismo pragmático. Y volviendo a los ejes principales, los macro, ya sin Scioli como protagonista excluyente de los laboratorios especulativos, el resto queda dando vueltas alrededor de lo mismo. Macri o Sanz, Scioli y Massa, Massa y Macri, Macri y Scioli, y lo que todo afiebramiento o juego analítico quiera permitirse, más tarde o más temprano habrá o se consolidará enfrente una conductora de espacio hacia izquierda que se llama Cristina Fernández –candidateada a algo o no, en persona o por la mística que supo conseguir– y un aglutinamiento de derecha que se llamará como se llame.
En el periodismo opositor operan que Scioli debe anunciar su propia fórmula y reclaman su inscripción en las PASO del oficialismo. Están apurados. Les preocupa la conciencia culposa de los radicales. No terminan de confiar en Macri, porque al fin y al cabo lo estiman como un ricachón sin estructura con, para empezar, dudosísima capacidad de enfrentarse a un peronismo instintivamente adverso a quien no es del palo, susceptible de generar condiciones que estimulen la añoranza del kirchnerismo. La apuesta del establishment se orienta a Macri, a estar por los signos mediáticos y algunas confidencias, pero es Scioli quien los dejaría más conformes y se guardan fichas a su favor. Como si fuera poco, el espacio de derecha formalmente constituido tras la Convención Radical de Gualeguaychú no tardó ni una semana en sacarse los trapos al sol. Sin importar a esta altura los vapores de Carrió, quien alertó que no piensa financiarse como Macri a 50 mil pesos el cubierto, empezó el cruce acerca de si habría gobierno de coalición (Sanz) o si el que gana impone condiciones y sanseacabó (Mauricio). Otra vuelta de tuerca, no más que eso, sobre una escena que no modifica lo antedicho sobre el panorama globalmente entendido.
Si Cristina le pondrá el cuerpo al candidato que mejor exprese sus convicciones ideológicas; si lo hará a dos puntas, como vaticinó Kunkel, o si no lo hará con ninguno dejando correr a todos por entender que ella debe estar por encima de la circunstancia electoral y después ver cómo quedan las cartas, es todavía un enigma al igual que una eventual candidatura con su nombre. Macri tiene su círculo rojo, compuesto por los grandes grupos económicos y mediáticos según él mismo confesó. El de la Presidenta es uno muy íntimo y es el único que conoce lo que decidirá. Pero también y como en el mercado de los conservadores, sea cual sea la resolución electoral, no cambia que a futuro de corto y mediano plazo se dibuja ese horizonte de dos grandes espacios a izquierda y derecha.
Seguramente, ninguna de estas líneas sirve para responder o aliviar misterios de la votación, que, en mucha gente, son inquietudes severas. Angustias, incluso. Uno mismo las tiene, es verdad, sin que eso signifique dejar de mirar más lejos que lo que da la vista de octubre.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)