jueves, 19 de febrero de 2015
"Saldremos a la calle a abrir los caminos por donde transitará la victoria de octubre"
La legisladora provincial Karina Nazabal reflexiona sobre la marcha de este 18 de febrero. Una mirada con elementos autocríticos.
Por Karina Nazabal
Uno de los aprendizajes más notables que los conservadores lograron los últimos años fue la movilización masiva. Desde 2008, cuando lograron sabotear las retenciones móviles, los “republicanos” han convocado sucesivas marchas con diferentes excusas y el mismo objetivo: interrumpir la experiencia política que conduce Cristina Fernández de Kirchner.
Obviamente, las marchas no son simétricas, ni se responden una con otra automáticamente. Hay diferencias fundamentales. Las opositoras han mantenido en términos generales el mismo manual: son convocadas formalmente por actores ignotos y justificaciones despolitizadas, para luego ser ultrapublicitadas por los medios oligopólicos y aprovechadas por una oposición sin rumbo con el objetivo de dar marcha atrás la historia reciente.
Desde el adiós a Néstor, las marchas k se han “formalizado”. O se acude a un estadio (lo que no es tan fácil para quien no tiene una pertenencia a las agrupaciones convocantes) o se marcha a la Plaza del 24 de marzo, o el 10 de diciembre, con banderas propias pero que también nos exceden. Si la hipótesis desplegada es cierta, hemos perdido los actos explícitos y abiertos para apoyar al gobierno nacional, a Cristina como conducción de ese gobierno, al Frente para la Victoria como estructura politica que lo sostiene.
Mientras nosotros nos cerramos, el partido del statu quo marcha, invita y se manifiesta en los espacios públicos. La estrategia de ellos, en víspera de campaña electoral, parece más inteligente. Ni hablar si el establishment recupera el poder ejecutivo en diciembre de este año.
Nosotros, mi generación, somos la juventud que resistió al liberalismo ideológico, al conservadurismo político y al neoliberalismo económico, nos hicimos en la calle, en los barrios con comedores y ollas populares, en el debate doliente del peronismo que se traicionaba a sí mismo y nos expulsaba a la nada. De alguna manera resistimos y contruimos la avanzada para que el tiempo de Néstor fuera posible. No habrá continuidad sin calle, sin resistencia y sin vanguardia.
Quienes deben convocar a la movilización sobredelegan en la Presidenta la decisión de tomar la calle, temerosos de asumir quizás el error. Quienes deben ser la avanzada, han delegado en ella todos los debates, incluso aquellos que no puede dar.
Debemos resistir de nosotros mismos, de nuestras comodidades, de nuestras aspiraciones y de nuestros egos. Cristina se merece que arriesguemos aun nuestras blancuras para que ella, artífice y garante de este proyecto, salga sin rasguños de las batallas de este año.
Confío en los míos, en quienes levantamos las banderas de Eva Perón y el Che, entre la bronca del indulto y la desolación del hambre y de sueños, que saldremos a la calle, ya maduros, a abrir los nuevos caminos por donde transitará la victoria de octubre.
Que hoy vayan los que tengan que ir, pero igual mañana no pasarán.
miércoles, 18 de febrero de 2015
› OPINION La “independencia” judicial
Por Julio Maier *
Si existe un principio cuya invocación casi religiosa une a todos los jueces y funcionarios judiciales –creo que sólo yo me he permitido dudar sobre el alcance de este principio– es aquel nombrado en el título. Todos los jueces y casi todos los funcionarios, según conozco, son, ideológicamente, “independentistas” extremos y conceden al principio importancia republicana básica. Por lo demás, el principio es entendido tanto funcionalmente, esto es, relativo al poder estatal que los tribunales ocasionalmente representan frente a los otros poderes del Estado, al momento de proceder y decidir según su competencia, como también como característica personal de la definición de la palabra “juez”. Posiblemente mis dudas, acrecentadas mientras más próxima esta segunda visión, sean consideradas pecado mortal, blasfemia, brujería.
Pero he aquí que, pese a ese mandamiento primero, los mismos jueces no sólo han tolerado una organización judicial regida por el principio inverso, verticalizada al extremo, de modo que unos, denominados “superiores”, les enmiendan y corrigen las decisiones a otros, llamados “inferiores”, y aquéllos, los “superiores”, todavía tienen superiores a ellos mismos: existen tantos tribunales superiores como recursos con distinto nombre y fe de bautismo prevé la ley sobre el procedimiento judicial. Pero, además, los “inferiores”, a pesar del delito de prevaricato (CP, 269), se permiten decidir explícitamente en contra de su saber y entender, cuando la jurisprudencia –esto es, la decisión o las decisiones previas de los “superiores”– les indica comprender el caso de un modo distinto a aquel que constituye el leal saber y entender del juez que decide.
Pero, para mi horror, ha cobrado actualidad el hecho, afirmado en un libro publicado al parecer hace más de dos años –yo no lo he leído, pero procuraré hacerlo en breve si consigo un ejemplar–, corroborado por cierta prueba documental y no desmentido por sus protagonistas, de que un funcionario judicial recibía órdenes de representantes de Estados extranjeros o sometía sus dictámenes a un Estado extranjero para su corrección o se disculpaba ante los representantes de ese Estado por el hecho de haber decidido obrar de tal o cual manera o por no haber informado previamente su decisión. De eso, sin embargo, no se habla. Yo no puedo verificar si ello es o ha sido realidad, como tantas otras afirmaciones del mundo actual que alguien con cierto poder dice y a la gente de a pie sólo le es concedido creer o descreer, pero inmediatamente recordé mis años de ejercicio profesional, cuando un par de veces concurrí a los tribunales federales con la intención de hablar con un juez de esa competencia y algún empleado me sumía en el fracaso con la excusa de que el juez a entrevistar había sido invitado con sus colegas de fuero y competencia a almorzar en la Embajada de EE.UU. Todavía más: recuerdo con una sonrisa mi defensa de la madre de una alumna de la facultad –finalmente absuelta sin mi patrocinio, con defensa oficial (no aceptó ella la terminación del juicio a prueba que le proponían)–, que yo caratulé “contrabando de chinos” en un comienzo, nombre bautismal que repitió la sentencia absolutoria, causa en la que siempre sospechamos la intervención de la Embajada de EE.UU. en su promoción y aliento, por razones que aquí no viene al caso detallar ni podemos comprobar.
La primera acepción de la palabra independencia se vincula con la falta de influencia de las razones de conveniencia de un Estado extranjero en las decisiones que, según su competencia, toman los funcionarios de otro Estado soberano. Por ello esas sospechas y afirmaciones me sonrojan y provocan la llamada “vergüenza ajena”.
El significado republicano de esa palabra indica antes que nada la falta de vinculación de las decisiones de un poder del Estado con las decisiones que otro de sus poderes toma por razones de competencia y señala los límites de esta afirmación, pues, como se dijo desde antaño, todos los poderes del Estado están sometidos a un delicado equilibrio, como se debería notar, por ejemplo, en las relaciones entre la ley del Poder Legislativo y las sentencias de los tribunales.
Pero esa independencia, en el mundo actual, no puede querer decir, como lo sostiene alguna teoría jurídica, que cada juez, de los miles que existen en la República, tiene el poder de –esto es, la competencia para– no aplicar una ley del Congreso –del Poder Legislativo– bajo el fundamento de su “inconstitucionalidad” –contraria a una regla de la Constitución–, pues ello, al menos en el mundo moderno, significa incapacidad organizativa, por no decir vulgarmente “desmadre”. Ello debería hacer pensar en la competencia judicial, sobre todo, en la competencia de la Corte Suprema de la Nación, con el intento de derogar su estatuto originario –ley 48, de los albores de nuestra organización nacional y sus reformas parciales– y las consecuencias de su interpretación, para reemplazarlo por otro que nos conceda seguridad y firmeza sobre el papel real que esa Corte y sus jueces deberían jugar en nuestro Estado nacional.
Por cierto, la tan ansiada “independencia judicial” carece de ese sentido extremo si hablamos del ministerio público, tanto de la defensa como de la persecución penal. Aquí los límites se corren significativamente en razón de la predicada “unidad” del oficio.
* Profesor titular consulto de DP y DPP, U.B.A.
Un mensaje contra las operaciones de Inteligencia
Por Nicolás Lantos
El gobierno nacional apuntó contra los Estados Unidos e Israel, a los que acusó de involucrar a la Argentina en “operaciones políticas y de Inteligencia” vinculadas con “enfrentamientos históricos” que resultan ajenos este país. A través de dos cartas idénticas, destinadas a los responsables de las Relaciones Exteriores de Washington y Tel Aviv, y en la misma línea que ya había desarrollado recientemente la presidenta Cristina Kirchner en sus discursos, el canciller Héctor Timerman expresó la preocupación oficial porque la Argentina sea un “escenario en los que otros Estados intervienen para definir disputas en función de sus propios intereses geopolíticos”. En términos inusualmente duros para los canales diplomáticos, el canciller solicitó a los gobiernos de esos dos países que “el personal diplomático acreditado observe las normas y conductas estipuladas por la Convención de Viena o el Derecho local”.
“El pueblo argentino no tiene que tolerar, y mucho menos sufrir, que su país sea un teatro de operaciones políticas, de Inteligencia, o peor aún, de hechos y acciones más graves, por conflictos que le son completamente ajenos a su historia, a su idiosincrasia y a sus costumbres”, dice el pasaje más fuerte de la nota entregada ayer a los embajadores de los Estados Unidos e Israel en la Argentina para ser remitida al secretario de Estado, John Kerry, y al ministro de Relaciones Exteriores, Avigdor Lieberman, respectivamente. La causa de estas operaciones, explica la carta, serían las divergencias surgida entre Estados Unidos e Israel para cerrar el acuerdo sobre temas nucleares entre los miembros del Consejo de Seguridad más Alemania y la República Islámica de Irán.
La carta reitera el pedido para que el tema de la AMIA sea incluido por estos países en sus negociaciones con Irán, algo que la Argentina solicitó en su momento y fue desoído. En forma indirecta, la misiva responde las críticas que desde Estados Unidos hacen al Gobierno por la falta de resultados en la investigación del ataque que, recuerda, es responsabilidad de la Justicia y no del Ejecutivo. “En cuanto al terrible atentado a la AMIA, ocurrido hace ya 21 años y que costara la vida a 85 personas, en su gran mayoría argentinos, seguiremos confiando en que el Poder Judicial de Argentina, responsable de su esclarecimiento en virtud de la división de poderes, aplicará la ley sobre los perpretadores de tan horrendo acto criminal, sin embargo el Poder Judicial aún no ha logrado detener, juzgar ni condenar a los perpetradores de tan aterrador hecho”, subraya. De paso, recuerda que el expediente por el ataque a la Embajada de Israel está en manos de la Corte Suprema, “la cual hace años que no informa sobre ninguna actuación o avance en la investigación”.
Otra preocupación central del mensaje, explicaban en la Cancillería, es la actuación de agentes de Inteligencia extranjeros en el país, a los que notan activos en episodios como la denuncia presentada por el fiscal Alberto Nisman –de quien eran conocidos sus fluidos contactos con la CIA y el Mossad– contra la presidenta Cristina Kirchner y en “operaciones de prensa” que ven en notas posteriores a la muerte del fiscal.
“La Argentina –dice la carta– observa con suma preocupación la creciente frecuencia con que muchos países son utilizados como escenarios en los que otros Estados intervienen para definir disputas en función a sus propios intereses geopolíticos.” Además manifiesta la preocupación por “ver cómo se utilizan mecanismos de propaganda abierta o encubierta para tales fines”, algo que este país “rechaza” y “pretende que no sucedan en su territorio”. De esta forma, el Gobierno le dio mayor precisión a los mensajes en este sentido que ya había dado la Presidenta en sus últimos discursos. “No traigan conflictos de afuera, que no son nuestros –había dicho CFK a fines de enero, luego de la denuncia y la muerte de Nisman–. Por favor, no traigamos el drama de otras regiones remotas del mundo, donde se mata, donde se tortura, donde se tiran bombas y misiles, donde se amenazan con el exterminio entre los unos y los otros. Eso no tiene nada que ver con nuestra historia.”
En el mismo sentido, la carta enviada ayer destaca que “la Argentina no tiene ningún interés estratégico ni militar, ni de Inteligencia y menos de espionaje en la zona de Medio Oriente” y que se opone “por principios políticos y morales a cualquier acto que promueva la violencia o la violación de la soberanía tanto en forma abierta como en forma encubierta”. La referencia a los episodios de las últimas semanas es evidente, como queda claro cuando Timerman enfatiza: “Argentina se ve en la necesidad de reiterar que nuestro territorio no sea utilizado para fines de intereses geopolíticos y militares de terceros países”.
La carta critica la política de Washington y Tel Aviv en la lucha contra el terrorismo. “El pueblo argentino sufrió el terrorismo de Estado” en el que “miles de argentinos fueron perseguidos, torturados, asesinados y desaparecidos” pero “no hubo un solo caso de venganza” en la persecución de los responsables de esos crímenes, recuerda Timerman, comparando esa política con las herramientas que utilizan norteamericanos e israelíes en Medio Oriente. “Ningún represor murió en Argentina ni en otro país porque explotó una bomba debajo de su automóvil, o por un misil dirigido a su domicilio o por la intervención militar, decididas cualquiera de estas acciones por el Estado. Tampoco el Estado argentino secuestra gente y las traslada a cárceles clandestinas. Simplemente nos atuvimos a cumplir con las leyes de nuestro país y con el derecho internacional en materia de derechos humanos”, agrega el texto.
Finalmente, el canciller asegura que “la Argentina ha sido, y seguirá siendo, una tierra de redención para millones de personas que fueron perseguidas en sus países de origen” y que “quienes llegaron, recibieron, durante todos los gobiernos democráticos, la oportunidad de vivir en libertad sin ser perseguidos por su origen, etnia o religión” sin que “los enfrentamientos históricos en sus países de origen sean dirimidos” aquí.
CONTRATAPA Oxido
Por Horacio González
Mientras Estévez, el chofer del viejo Lada ruso desvencijado, me lleva a la Feria del Libro de La Habana, unas olas poderosas castigan la muralla costera. Las olas son de repente estrepitosas, dice Estévez, pero siempre sienten que en su choque pierden sentido, dice Estévez. Me hace pensar Estévez y mientras él va armando dificultosamente su tabaco en un rudimentario cilindro de papel, repaso los acontecimientos de la lejana Argentina, que el gentil chofer no logra amenguar cantando “Soledad”, su tango preferido de Gardel. Y medito sobre los fiscales, figuras que en historias más consecuentes que las de ahora son sombras en las que a veces solitariamente se carga la responsabilidad de develar una verdad oculta. Ahora no es así. Lo que esos fiscales, por suerte no todos, quieren soltar con vehemencia es el óxido de la historia. Oxidarlo todo, el pasado que vuelve, gardeliano, pero para inmovilizar el presente con su hollín y su aire vetusto. Oxidan la investigación de los trágicos atentados que hay que investigar, oxidan la mismísima investigación de la muerte de Nisman, oxidan la profesión judicial, oxidan la remota justicia temporal de la propia oxidación que produce de por sí la existencia, oxidan la atmósfera política, judicial, oxidan con rencor de casamatas desfilantes, a los propios óxidos de anteriores desfiles ya oxidados que tratan de desencajar a las instituciones, oxidan el encaje y el desencaje, todo lo oxidan como nueva forma mental de las derechas, oxidadas ellas mismas, pero que precisaban de este nuevo óxido fiscal para saberse navegando en sus climas preferidos, redescubrirse en su hulla pretérita, en los ríos turbios que tan bien conocen. Oxidan palabras, oxidan los papeles impresos, las imágenes, las fotos, repiten la historia como comedia, oxidan también las comedias, salen de tubos de escape envejecidos dejando una humareda que hay que apartar con ventiladores novedosos, antioxidantes, que consigan superar esta nocturnal oda al óxido. Las historias recurrentes de las derechas argentinas saliendo de tuberías conocidas, sin fiscalización, porque la que debería haber, ellos contribuyeron muy bien a oxidarla. Ya termina el viaje. “Adiós, Estévez”, le digo al chofer del Lada, que quizá no hubiera comprendido mi metafísica antioxidatoria. Es mi reducido entremés contra la oxidación fiscal en marcha y la marcha oxidada de la historia. ¡Viva el antióxido democrático, la renovación nacional y la vida popular emancipada, sin los fuliginosos vahos que ya respiró el país, pues sólo eran para entristecerlo con penosos hierros retorcidos y oscuros!
Por Arnaldo Bocco Están apostando a una devaluación
Es evidente que productores y exportadores están apostando a una fuerte devaluación. Están viendo un tipo de cambio que no remunera a sus exportaciones, ya que teniendo en cuenta la percepción de retenciones, se encuentra entre $ 5 y $ 6. Por lo tanto, están reteniendo los granos. Esto es muy importante porque incorporaría entre U$S 3000 y U$S 3500 millones adicionales a las exportaciones y a las reservas del Banco Central. Esto tiene una afectación significativa para las exportaciones, la tenencia de reservas y las posibilidades de crecimiento o exportación. A pesar de que el Banco Nación estableció incentivos para liquidación y el gobierno hizo deducciones impositivas, el sector agropecuario no cambió su posición. Es evidente que, si hay una devaluación, van a empezar a liquidar los stocks, pero eso difícilmente suceda. El Banco Central y la Afip pueden calcular con cierta aproximación el stock a partir de lo que se liquidó y lo que se va anticipando de la cosecha futura. Los rumores dicen que el stock supera los 20 millones de toneladas, pero Estados Unidos tiene incluso formas mejores de detección que nuestro país, gracias al alcance satelital.
Por otro lado, los datos de superficie sembrada de soja siguen sorprendiendo, ya que llegan a los 22 millones de hectáreas, lo cual augura una cosecha récord. Esto se debe a que compensan con una mayor cantidad producida la menor rentabilidad. Además, la baja en algunos insumos, como el combustible, también beneficia a los productores. Esto es parte de una pulseada entre el gobierno y la Mesa de Enlace, que sigue atacando a pesar de que ahora está partida. La nueva conducción de Federación Agraria, que tiene un cierto acercamiento con las autoridades, genera ruidos en otra entidad similar, como Coninagro. Sin embargo, la semana que viene la Mesa de Enlace va a reunirse para alinear sus posiciones opositoras. Como en todas las elecciones, el agro participa, junto con el sector financiero, en una embestida que tiene como objetivo hacer escasear las divisas, lo cual drena las reservas del Central, y busca hacer que suba el dólar ilegal primero, y luego el oficial, a la espera de candidatos que convaliden las expectativas de ambos sectores.
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