viernes, 13 de febrero de 2015

REVISTA ANFIBIA: EL ROMPECABEZAS NISMAN.

Cuando lo policial y lo político se mezclan, en la batalla mediática por el verosímil, quizás triunfe la operación mejor orquestada. El caso Nisman genera enormes consecuencias sobre la política y la campaña electoral. La muerte del fiscal saca del clóset a un actor cada vez más influyente desde la vuelta de la democracia: los servicios de inteligencia. Su estrecha relación con sectores de la justicia federal queda al desnudo. De esa trama oscura y de un hombre solo habla esta investigación de Revista Anfibia.

A la sala más moderna y amplia de Comodoro Py le dicen sala AMIA. Se esperaba que el juicio por el atentado que dejó 85 muertos durara como mucho 6 meses. Terminó a los 3 años, en 2004. Ubicada en el subsuelo, sin señal de celulares, con aire acondicionado, micrófonos, vidrio que separa a los asistentes de los jueces, es la que mayor cantidad de gente puede albergar.

En cada audiencia, frente a los testigos y al lado de los imputados, uno de los querellantes se sentaba junto al fiscal Alberto Nisman. Todas las mañanas, antes de empezar,el fiscal le mostraba orgulloso una carpeta llena de recortes periodísticos con todo lo publicado sobre el juicio: un clipping. Al abogado le impresionaba lo pendiente que estaba ese hombre de la repercusión del proceso.


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Cuando le tocaba hablar ante los jueces, Nisman era verborrágico y apresurado.

—Hablá más despacio, Alberto, ni yo que me conozco la causa completa te entiendo —le decía el abogado.

En las primeras audiencias, Nisman se ubicaba junto a los otros fiscales: Eamon Mullen y José Barbaccia. Los tres habían firmado, en la primera instancia, el requerimiento de elevación a juicio en el que se aseguraba que la Bonaerense extorsionó a Carlos Telleldín para que vendiera la camioneta Traffic a los autores del atentado. Se movían en bloque. Cuando se empezaron a hacer evidentes los testimonios falsos, las imputaciones arbitrarias y las pruebas plantadas, Nisman se fue alejando de sus colegas. Lo único visible de la alianza de aquel equipo eran los escritos firmados en conjunto.

El 13 de abril de 2003, los jueces Gerardo Larrambebere, Miguel Pons y Guillermo Gordo ordenaron que Barbaccia y Mullen fueran apartados de la causa. Dijeron que sabían y ocultaron que Telleldín, acusado como “partícipe necesario”, recibió 400 mil dólares en 1996 para declarar contra policías bonaerenses. Barbaccia no estaba presente. Mullen se levantó en silencio. Nisman permaneció sentado.

Quienes defienden la figura de Nisman, recuerdan que el día que Telleldín firmó la declaración falsa el fiscal aún no se había sumado al equipo que investigaba el atentado a la AMIA. Quienes lo cuestionan, aceptan que eso es real pero recuerdan que el fiscal comenzó a trabajar junto a Mullen y Barbaccia en junio de 1997: o sea, que acompañó sus presentaciones y actuaciones hasta que se precipitó el final.

Nisman ingresó a Comodoro Py signado por esa escena histórica en la que sus pares pasaron al cadalso jurídico. Unos y otros se preguntan por qué Nisman no quedó marcado por el encubrimiento, por qué no apeló la acusación a Mullen y Barbaccia si sostuvo lo último.

En el ámbito judicial, por ese hecho y por su estrecha relación con los servicios de inteligencia, a pesar de su dedicación permanente a la causa AMIA, Nisman era visto con reservas por la mayoría de sus colegas.

Tras la muerte del fiscal, Mullen publicó un texto en la sección fúnebres del diario La Nación. 

* NISMAN, Alberto, Z.L. – Nich, rezo por vos. Mis sinceras condolencias para Sandra, Iara, Kala, Sara y Mario. Eamon Mullen. 

Algunos allegados a Nisman interpretan el aviso como un último mensaje de reconciliación.
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La mayoría de las 24 fuentes judiciales consultadas por el equipo de Anfibia dan por real y por conocida la relación estrecha entre el fiscal y la Secretaría de Inteligencia. Ese fue el pacto desde el inicio, cuando en 2004 el entonces presidente Néstor Kirchner impulsó la investigación poniendo a la Secretaría de Inteligencia al servicio de la flamante UFI AMIA, a través del espía que luego se convertiría en enemigo del kirchnerismo, Antonio “Jaime” Stiuso. Siempre en estricto off the record, las fuentes admiten que el caso Nisman deja al descubierto una  zona de convivencia admitida, normalizada e histórica: la de los servicios de inteligencia con la justicia federal. Once personas que trabajan en altos puestos de la justicia federal, cuatro que trabajaron en la fiscalía con Nisman, tres querellantes, seis ex funcionarios importantes de Justicia o Seguridad lo admiten y describen. En este punto crucial, veinte de ellos –casi todos—están de acuerdo: esa relación es carnal. Los únicos que no lo confirman, tampoco lo niegan: prefieren –aclaran ante las preguntas– no hablar del tema.

Un ex compañero de Nisman y dos jueces federales se animan a decir (protegiéndose siempre en el off the record) que Nisman era “un agente” de inteligencia. Cuando se los interroga para que definan con precisión a qué supuesto servicio reportaba, dos de ellos aseguran que a la central norteamericana, la CIA. Mientras que la tercera fuente lo considera un agente del Mossad, el servicio secreto israelí.

Es difícil evaluar las afirmaciones de estas fuentes calificadas. En las entrevistas sobre servicios de inteligencia, cuando se intenta profundizar este tipo de hipótesis el límite es la palabra clave: secreto.

—Si te sale bien, sos procurador o presidente del Congreso Judío Mundial. Si te sale mal, te mandan un arma. Alberto no era solamente un fiscal —dice un ex funcionario de Seguridad vinculado a Nisman por el caso AMIA.

Es fácil de comprobar que, varias veces, el nombre de Nisman sonó como candidato para la Procuración General.

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Un fiscal federal y un juez federal escucharon a Nisman hablar sobre las lujosas camionetas negras que lo esperaban cada vez que pisaba Estados Unidos. Consultado al respecto, el fiscal dice:

—Siempre me lo hice de la CIA: alguna vez compartimos un curso patrocinado por ese servicio secreto. Estaban Nisman y (María Romilda) Servini de Cubría.

Y luego reflexiona sobre el lugar donde fue enterrado Nisman, en el cementerio judío de La Tablada.

—Lo pusieron frente al monumento a los muertos al servicio de Israel. Y él no era un religioso convencido y practicante.

Fuentes ligadas al cementerio confirmaron este dato: la tumba de Nisman está muy próxima al “Monumento de recordación a los caídos por la defensa del Estado de Israel”: mucho más cerca que la manzana donde están enterradas algunas de las víctimas de la AMIA.

—Si dividís al mundo entre la gente de reflexión y la gente de acción, Nisman era de los segundos. Le gustaba más la actividad secreta que ser fiscal.

El ex Director Ejecutivo de la DAIA, Jorge Elbaum, afirma que Nisman se suicidó y, sin el pudor de otros, acusa al fiscal muerto de haber armado la investigación según las necesidades de la CIA y el Mossad.

—A su camioneta se la alquilaba una empresa manejada por la CIA.

En este dato coinciden en “off”también un fiscal federal y un juez. Elbaum dice que a partir de 2009, quiso“operarlo”a él y a Sergio Burstein: Irán tenía que ser culpable.

—Lo usaron hasta el último minuto, le prometieron una gran recompensa, y de pronto Nisman se encontró sin nada.
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Cuando lo policial y lo político se mezclan, los casos se convierten en una cuestión de fe: la realidad llega al extremo de lo subjetivo; en el barro mediático, quizá triunfe la operación mejor orquestada. Es la batalla por el verosímil. En el caso Nisman, la trama jurídica se enreda con traiciones íntimas y lealtades corporativas. El rompecabezas de la muerte del fiscal reúne al terrorismo internacional y a la omnipresencia de la CIA, al gobierno, a la oposición culpando del crimen a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner; a las lecturas sobre el trabajo de Nisman, su obsesión y su vanidad personal. Los conflictos históricos se vuelven estridentes: la autonomía de algunos sectores de la Secretaría de Inteligencia (SI); las relaciones entre la justicia y los servicios. Mientras la evidencia lo permita, se exaltará o disimulará la importancia de cada pieza. Más allá de que la fiscal Viviana Fein descubra qué pasó el domingo 18 de enero dentro del baño del departamento de Le Parc, la “zona opaca”transitada por juristas e Inteligencia está quedando expuesta.

Los vínculos entre un funcionario judicial y los servicios secretos no se generan de un día para otro. Se basan en la construcción de una relación personal que incluye sociales amenas y hasta escenas de tiempo libre. La amistad suele teñir la relación profesional.

Un fiscal federal dice que un ofrecimiento para formar parte de una operación surge de una conversación cualquiera, quizá tomando un trago con el amigo espía. El otro deja caer la propuesta.

— Si no lo frenás en el acto, les estás mandando un mensaje ambiguo y las propuestas van a seguir llegando. A mí me dijeron: “Si nosotros te hiciéramos saber una información que te llevaría a investigar a la presidenta, ¿vos qué harías?”. Yo respondí que no me interesaba. “No me voy a hacer socio tuyo para desequilibrar a un Gobierno democrático”.
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A los 24 años, Nisman se peinaba con raya al costado y tenía un bigotito a lo Clarke Gable, que le daba un aire policial. Hijo de Sara Garfunkel, propietaria de una farmacia, y del empresario textil Isaac Nisman, su situación económica lo ubicaba uno o dos escalones por encima del resto de los abogados de su edad que trabajaban en el juzgado provincial Nº 7 de Morón, a cargo del juez Alfredo Ruiz Paz. El secretario era Santiago Bianco Bermúdez, el mismo que ahora es el abogado de Antonio Stiuso.

Entre el calor asfixiante de esa construcción con algunos techos de chapa y su rol subalterno en el escalafón judicial, Nisman estaba eximido de la formalidad de usar traje. A pesar de que viajaba apretujado en el tren que iba de Once hasta Morón calzaba saco y corbata casi todos los días. Era flaco y le gustaba jugar al tenis. No era un judío religioso practicante, pero su apellido lo volvía una notoria excepción en un mundo católico.
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Sus colegas de aquellos tiempos, los que lo estiman y los que no, coinciden en que ya entonces era vanidoso y audaz. “Mirá, es una vip del Cielo”, le mostró a un ex compañero. “¿De dónde la sacaste, Ruso?”, quiso saber el otro, también interesado en entrar a la zona exclusiva de la disco. “Me la conseguí chapeando con la ayuda de un policía amigo”, se jactó.

Un ex compañero que compartía los viajes en tren desde Morón lo describe impiadoso.

—Siempre, desde el comienzo, fue competitivo.

Pronto, de ese juzgado provincial Nisman saltó al juzgado federal de Morón.

—Ahí, dejó de saludarnos.
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En el Itamae de Puerto Madero, Nisman siempre pedía lo mismo: sashimi de salmón, sashimi de atún rojo, un roll New York de salmón y palta, y un niguiri de langostinos sin cola. Eso, más una botella de agua de medio litro y un juego de palitos de madera con elástico. Se sentaba solo en alguno de los box más apartados. Prefería los que dan al río.

Cada domingo al mediodía mantenía ese ritual junto a sus dos hijas, Iara, de 15 años, y Kala, de 7. Las chicas guardan las selfies que allí se sacaban los tres.

Desde hacía diez años, a diferencia de los demás fiscales federales, que manejan cientos de causas, el único trabajo de Nisman era investigar el atentado contra la AMIA, ocurrido en 1994.

El viernes 16 de enero al mediodía, menos de 48 horas antes de su muerte, llegó al local ubicado a cuatro cuadras de su departamento, en las Torres Le Parc, y pidió su menú habitual. Si bien solía pasar desapercibido dentro del restaurante, ese viernes ya se había convertido en una especie de celebridad de la política, luego de su denuncia por encubrimiento del atentado contra la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. A dos metros de su box, un hombre le comentó con cierto orgullo a la camarera: “Ese es el fiscal Nisman, el que denunció a Cristina”.

Al día siguiente, a las dos de la tarde, 20 horas antes morir, mandó al policía federal Rubén Benítez, de particular bigote ancho, a Itamae, con su pedido de sushi detallado en un papel. De los diez agentes que se turnaban en parejas para cuidarlo, él era el que tenía más antigüedad y, sobre todo, mayor confianza con el fiscal.

—Picante no le pongas, que no le gusta.

A los 10 minutos el suboficial Benítez estaba de vuelta en el restaurante.  

—Agregame el wasabi, por favor —le pidió a la camarera.

El domingo de su muerte, los responsables de custodiarlo eran los suboficiales Armando Niz y Luis Miño. El día anterior, Niz le había pedido franco porque tenía pautada una operación de riñón para el martes siguiente, pero Nisman, quizá por miedo, se lo negó.

Niz y Miño llegaron a Le Parc a las 11 de la mañana, tal como habían acordado con el fiscal. Desde entonces según el relato que hicieron ante la fiscal Viviana Fein los policías esperaron, tocaron el timbre, llamaron a la secretaria de Nisman y finalmente a la madre, Sara Garfunkel. Entraron al departamento pasadas las 22.30, con la ayuda de un cerrajero. Niz fue el primero en encontrar su cuerpo: Nisman todavía tenía el arma de Lagomarsino en la mano derecha. Una semana después su muerte, el jefe de la Federal, Román Di Santo, pasó a disponibilidad a Miño y Niz: resulta inexplicable que tardaran casi doce horas en ocuparse de verificar si el hombre al que custodiaban diez policías estaba en peligro. Y mucho más, que nunca avisaran a ningún superior de lo que estaba pasando.
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Foto: Claudio Fanchi/Telam

En el expediente hay un lapso de media hora que se mantiene como un agujero negro dentro de la causa, infomó la agencia Infojus Noticias. El misterio es qué pasó durante dos momentos clave: desde que la madre y Niz encontraron el cuerpo y se constató la muerte, y desde el llamado al 911 –hecho por Swiss Medical– y la llegada del primer policía. En ningún momento los custodios comunicaron a sus jefes que el fiscal yacía sobre un charco de sangre y con una pistola en la mano dentro del baño de su departamento.
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El 23 de enero de 1989, el Movimiento Todos por la Patria (MTP) asaltó el Regimiento de Infantería Mecanizada 3, de La Tablada. La operación liderada por Enrique Gorriarán Merlo terminó con 39 muertos (entre civiles, policías y militares) y cuatro militantes desaparecidos.

El juez Larrambebere llegó al Regimiento poco después que el presidente Raúl Alfonsín, cerca de las 10 del martes 24 de enero. En la Oficina de Logística, sobre los fondos del cuartel de la Tablada, hizo un reconocimiento rápido de los detenidos. Estaban semidesnudos, atados y boca abajo. Al día siguiente constituyó el juzgado en el cuartel y comenzó a tomar declaración a todos los militares.

Nisman, que en esa época tenía 26 años, veraneaba en Florianópolis. Había viajado con un amigo de la adolescencia a quien, años más tarde, le dio un contrato generoso en la UFI-AMIA. Cuando se enteró del copamiento de La Tablada por televisión adelantó la vuelta de sus vacaciones. Larrambebere necesitaba un secretario más que lo ayudara en la instrucción del copamiento: el puesto sería de Nisman.

Larrambebere, jefe de Nisman, investigó el copamiento y la denuncia por apremios ilegales presentada por los militantes del MTP detenidos fuera del cuartel; y la supuesta desaparición de Iván Ruiz y José Díaz.

Sobre las torturas y maltratos, el juez dijo no haber encontrado elementos para imputar a nadie. En el caso de la desaparición de Ruiz y Díaz, le encargó a Nisman seguir su pista junto a los hombres del Ejército que los habían tenido bajo custodia. Según ellos, Ruiz y Díaz lograron salir de la Guardia de Prevención, saltando por una ventana cuando el techo se desplomaba por el fuego que consumía la estructura.

Nisman convalidó el increíble relato oficial: que los dos guerrilleros lograron escapar desarmados y heridos, después de combatir durante ocho horas, en un cuartel rodeado de policías y militares.

Hace tres años, como parte de su investigación para el libro La Tablada. A vencer o morir. La última batalla de la guerrilla argentina, Pablo Waisberg y Felipe Celesia pidieron una entrevista con Nisman, que ya encabezaba la UFI-AMIA.

Después de anunciarse ante los dos prefectos de la recepción, y ante otros tres a la salida del ascensor, se encontraron con Nisman. Elocuente y amable, parecía más interesado en escucharlos que en dar su versión de Tablada. Estaba acostumbrado a tratar con periodistas. Los recibió en el salón de reuniones de la fiscalía —una mesa larga, sillas de madera y una bandera argentina clavada en un rincón—, en el séptimo piso de Hipólito Yrigoyen 460, justo en diagonal a la Casa Rosada.

Le preguntaron por la causa judicial de La Tablada, donde operaron desde el minuto uno los servicios de Inteligencia del Ejército y hasta de la SIDE, y en especial preguntaron por los guerrilleros Ruiz y Díaz. Nisman dio una respuesta sugestiva y que hasta hoy se ignoraba:

—¿Entendieron o sintieron que los militares les habían mentido?

—En ese momento, no tanto; bastante después, sí, como que en definitiva a esos tipos los habían sacado del cuartel con vida. Estaban los que opinaban que evidentemente los sacaron y los mataron, y los que no creían para nada en eso. Algunos decían que en el fragor del combate, cotejando con otras declaraciones que los militares habían hecho con anterioridad, más o menos cerraba que hubieran muerto en combate. No te digo cincuenta y cincuenta, pero legalmente se llegaba a ese punto. La duda pasaba por un tema de convicción, pero no basado en prueba del expediente.
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Foto: Mario Sayes
El caso Tablada marcó un punto de inflexión en su carrera. Nisman consolidó su perfil judicial: pasó a ser secretario y después Fiscal General ante los Tribunales Orales en lo Criminal Federal de San Martín. Ahí estuvo casi tres años, antes de ser convocado como ayudante de Mullen y Barbaccia, el siguiente gran trampolín de su trayectoria. En San Martín, una vez que ascendió a fiscal, le tocó lidiar con una jueza de orgulloso linaje progresista: Lucila Larrandart. Trabajó la paciencia y no tuvieron peleas que desbordaran el trato ameno y profesional. Pero la decoración de la oficina de Nisman hablaba por sí misma: un mapa de Malvinas debajo del vidrio de la mesa ratona; plaquetas de la Policía Federal, un plato de la gendarmería y una gorra de la DEA colgada en un rincón. 
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Desde el quiebre con Mullen y Barbaccia se convirtió en un paria ante los ojos corporativos de la familia judicial y cuando en 2004, por iniciativa de Kirchner quedó al frente de una fiscalía dedicada exclusivamente al caso AMIA  —junto a Marcelo Martínez Burgos—, su condición de “extranjero” se potenció. Se mudó desde el noveno piso de Comodoro Py a un piso frente a Plaza de Mayo, y así redujo al mínimo su roce con los otros fiscales y jueces federales. 

Uno de los pocos fiscales que estimaba a Nisman, y que además destaca su “valiente denuncia” contra el poder político, opina que “a lo largo de diez años, uno se infecta  con una investigación. No haber trabajado con alguien que le diera perspectiva o una segunda mirada fue un error de él”. 

Nisman intentó sumar esa suerte de mano derecha que le faltaba. En 2005, llamó al actual fiscal general de la Cámara Federal de Casación, Javier De Luca, y le ofreció trabajar con él en la fiscalía del caso AMIA.

—Disculpame, Ruso, pero no me quiero encerrar en una sola causa—le respondió.

Si bien sus colegas envidiaban el presupuesto, estructura y la enorme autonomía de que gozaba Nisman, no había muchos dispuestos a incorporarse a una investigación tan compleja, atravesada por operaciones y la presión de los familiares de las víctimas que, desesperados, cansados, buscan justicia y aún no perdonan los manejos del juicio anterior. A más de diez años del atentado, era imposible dar con pistas nuevas, y casi ningún fiscal de prestigio estaba dispuesto a hacer una apuesta tan riesgosa. En 2007 su compañero en la unidad, Martínez Burgos, envuelto en un escándalo por supuesto tráfico de influencias con un abogado de iraníes, renunció. Así fue que Nisman concentró todo el poder y la información de la UFI-AMIA. Así fue que empezó, en términos de un amigo suyo, más que a trabajar, “a vivir” esa causa. Sergio Burstein, quien siempre fue crítico con Nisman, cuenta que, como él, se levantaba a las 6 y media de la mañana. “Tenía carácter fuerte. Te quería convencer a toda costa, era una catarata de palabras. En eso, éramos parecidos”. Su amigo, el fiscal Raúl Plee, organizador de la marcha del silencio del 18 de febrero, dice: “si tenía que trabajar 10 horas, lo hacía. Era como un caballo de calesita”.
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 Cada jueves a la tarde, en  el gimnasio de planta baja, Nisman empieza a calentar en la cinta. Su entrenador le recomendó aprovechar el tiempo.

—¿De qué le iba a servir que yo lo vea caminar?

Meticuloso, sólo una vez llega tres minutos tarde; se disculpa varias veces.  Daniel Tangona le sugirió dejar de correr, y no usar carga en las sentadillas. Para aliviar los dolores lumbares, le cambió aquella rutina por gimnasia funcional. A las dos semanas, el fiscal le escribe un mail agradeciendo: las molestias desaparecieron.

Si hace calor, Nisman va a una de las tres piletas de Le Parc. En cueros, traje de baño azul y con los lentes de contacto que resaltan sus ojos celestes, se recuesta a leer en una reposera; siempre con su Nextel y los dos celulares al lado. Solo.
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La UFI-AMIA es una especie de fiscalía VIP: para 2015 el presupuesto era superior a 31 millones de pesos. Empleaba a 45 personas, de las cuales diez eran contratadas y no pertenecían a la planta permanente. Monotributistas con sueldos más altos que la media de la Procuración General, manejaban su día a día con total flexibilidad. El propio Nisman cobraba 100 mil pesos en mano, casi 40 mil más que el promedio de sus pares.

Sin la obligación de presentarse en la fiscalía, los contratados le reportaban directamente a Nisman. De ese grupo de diez, el más célebre a la fecha se llama Diego Lagomarsino, tiene 35 años, es técnico informático y trabaja desde 2007 para Nisman. 
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Foto: Claudio Fanchi/Telam

Lagomarsino facturaba 41.280 pesos por mes y fue quien, el sábado 17 a las 20.30 le prestó a Nisman la pistola Bersa .22. En el ranking de ingresos le sigue Claudio Rabinovitch, con 32.400 pesos. Abogado y periodista, su tarea era armar resúmenes de prensa y asesorar en comunicación. A Nisman no le alcanzaba con el trato personal que él mismo lograba tener con un grupo de periodistas especializados en el tema AMIA, ni tampoco con una consultora externa. Porque para mejorar el perfil mediático que siempre quiso darle a su trabajo, en 2009 también había contratado los servicios de una agencia de prensa y comunicación rutilante en el mercado. Su propietaria es una relacionista pública eficiente y célebre por organizar cocktails en los que se mezclan el mundo del arte y la cultura con el de la política y la economía. Entre sus cuentas además de la de Unidad Especial AMIA se destacan Papel Prensa, Grupo Clarín, diario La NaciónRevista 23 y marcas como Cartier, Baume Mercier y Estée Lauder Companies.
Tanto a Lagomarsino como a Rabinovitch la Procuración de Gils Carbó les rescindió los contratos el lunes 9 de febrero.

Las otras personas son ocho mujeres. Todavía no está claro qué rol cumplían para la UFI-AMIA. Ninguna de ellas supera los 35 años: Marina Pettis (licenciada en nutrición, cobra 28.780 pesos),  Felicitas Mas Feijoo (20.525 pesos), María Victoria Buigo (17.700 pesos), Magalí Dietrich (16.225 pesos). La fiscalía gastaba en este tipo de sueldos 2.541.660 pesos al año.
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En 2013, en la enorme sala de sesiones de las Naciones Unidas, Sergio Burstein, ex esposo de una víctima, se acomodaba junto a su hija Rita sobre un palco. Esperaba el discurso de Cristina Kirchner sobre el memorandum con Irán. Su nextel sonaba cada 15 minutos. Siempre era Alberto Nisman.

—Contame qué va a decir.

Lo mismo había hecho en 2012 y 2011.

—Alberto, no me rompás las pelotas, te dije que no tengo idea. ¿Te pensás que me adelantan los discursos a mí?

—Basta papá, por favor, estamos acá, dejá de discutir—le pedía su hija, sentada al lado.
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Las políticas de seducción de la SI sobre las que hablan con los personajes del poder judicial son varias y dependen del fiscal, del magistrado o de la necesidad de los servicios.

Las técnicas más intensas pueden consistir en una invitación a un bar, a una fiesta privada. Y, en un determinado momento, un ofrecimiento de drogas. Al otro día, al invitado le llegan las fotos comprometedoras, y quizás una amenaza o un pedido. Y esa persona, “ya no tiene paz”. El juez Norberto Oyarbide acusó extorsiones de agentes de la Side en el affaire que protagonizó en 1998.


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No siempre es así. Muchos frecuentan lugares de socialización pacífica: asados en la curia donde se juntan quienes de jóvenes fueron compañeros en colegios católicos y hoy trabajan en distintas profesiones. Cenas en círculos policiales. Cócteles en embajadas.

Varios fiscales federales aseguran que todo depende de la ambición del influenciado: algunos se contentan con viajes a congresos, otros con dinero en efectivo. También, claro, hay quienes están por fuera de los arreglos y viven con su sueldo y su auto oficial con chofer. No se involucran. Tres fuentes dicen que “hay muchos ‘servicios’ que no trabajan de servicios’. Trabajan como legisladores, fiscales, funcionarios  o periodistas”. La estrategia de la red incluye actores que “son parte de los servicios sin saberlo”. Operan en un eslabón específico de un plan general.  Llevan sobres, hablan con gente para influenciarlos pero ignoran el objetivo último. “Prestan armas con inocencia”, dice un funcionario judicial que conoció a Nisman. Es probable que a un juez federal, que lleva muchas causas, sólo se le pida que influya en un par, asume. Con el resto, tendrá libertad absoluta. Nisman estaba solo y dependía de las investigaciones de Antonio Stiuso. A eso se limitaba su libertad, concluye.
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Hasta hace pocos días Stiuso era un agente secreto: aún el director de Operaciones de la SI. A Stiuso le dicen Jaime o Ingeniero e investiga el caso AMIA desde 1994, aunque su intervención fue variando con el tiempo. Su nombre ahora se repite casi tanto como el de Nisman. Hasta 2004, antes de que Gustavo Beliz mostrara su rostro en televisión —aún no se cerró esa causa por violar un secreto de Estado—, unos pocos periodistas judiciales conocían sus rasgos. Que tuviera una relación con Nisman era lógico: en causas de terrorismo internacional, el servicio de inteligencia es el encargado de investigar. A Stiuso lo echaron de la Secretaría de Inteligencia el 18 de diciembre de 2014. Nisman lo llamó varias veces el 17 de enero, antes de morir.

Al especialista en Inteligencia en América Latina y profesor de la UBA, José María Ugarte, no le sorprende demasiado el caso Nisman, que reflota internas entre sectores de la SI. La conducción política de la Secretaría no es real, dice. Quien conduce se limita a transmitir las necesidades del poder político del momento. “Hacia abajo, Stiuso sí representaba una conducción más efectiva, aunque hacia adentro siempre hay margen para hacer operetas políticas menores”. Ugarte fue miembro del grupo redactor de la Ley de Inteligencia, sancionada 18 días antes del estallido social del 20 y 21 de diciembre de 2001, cuando la SIDE pasó a ser la SI.

Un legislador experto en el tema dice que durante el menemismo la SIDE era corrupta pero la conducción política era clara con Carlos Vladimiro Corach y Hugo Anzorreguy. El kirchnerismo no intervino políticamente en su dirigencia; dejó a la gente de la gestión anterior, sin un líder claro. La relación entre servicios y poder judicial se había vuelto intensa en los años 90 y creó una serie de hábitos. Se aumentaron los fondos reservados: se desviaban para pagar sobresueldos a jueces y funcionarios.

A la estrategia se le suma una motivación más pedestre, casi sindical. Durante la democracia, los agentes aprendieron sobre los vaivenes del gasto público dedicado a su área. ¿Cómo hace un jefe si de pronto un gobierno decide recortarle el presupuesto? ¿Qué pasa con los infiltrados en la Triple Frontera que investigan contrabando cuando se les paga por mes y no por trabajo? El reclutamiento para tareas específicas se realiza en diversos grupos sociales. Muchas veces, personal de limpieza recibe un plus por mirar mientras barre, cuenta un ex funcionario que intervino ayudando a desmantelar grupos inorgánicos. La solución está en usar fondos para otros emprendimientos económicos: ilegales, como los denunciados por Lorena Martins, pero también legítimos para, en caso de crisis, mantener la estructura de recursos humanos. En este mundo de opacidades, nadie duda de que Stiuso o los jefes desplazados de la SI no tengan problemas económicos.
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—Nisman también era un tipo nervioso.

El abogado de ojos y barba negrísimos dice tener manchas en la pierna, de psoriasis, parecidas a las que tenía Nisman en la cabeza y por las que debía aplicarse cremas. Cuando empezó a trabajar con el caso AMIA, el abogado andaba afeitado y de traje y estaba al tanto de cada detalle de la causa. Hoy, más relajado, de chomba y zapatillas de cuero repite lo que se escucha en Comodoro Py: “Yo lo veía todo el tiempo con Stiuso”,  quien había convencido a todos de que “iba a investigar de verdad”. Y este hombre, ahora lejos de Comodoro Py y de la unidad AMIA, no acordaba con el fiscal Nisman: estaba –y continúa estando—convencido de que los pasos que la SI lo hacía dar en su investigación eran un “escenario armado por la SIDE, dirigido por la CIA y el Mossad. Nisman era su ejecutor”.
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Foto: Claudio Fanchi/Telam

El abogado solía decirle a Nisman, después de reuniones fuera de la oficina:

—Stiuso te va a mandar a tocar timbre donde él quiera.

El testimonio del ex funcionario judicial resulta creíble no por su convicción sobre las relaciones entre el fiscal y el espía, sino porque al tiempo que critica a Stiuso por su coerción a la justicia, lo describe con elogios masculinos: un tipo “genial”, “muy inteligente y sencillo”; “súper carismático”. “Jamás se pone corbata, anda en zapatillas y con toda la plata que maneja, vive como un tipo humilde. Y realmente piensa ocho pasos más adelante”, lo piropea.

—¿Qué vas a esperar? ¿Que un tipo de inteligencia sea buena persona? Eso no. Pero es realmente brillante. Lograba que le tengas respeto.

El vínculo local con el Mossad y la CIA en el caso AMIA es, desde luego, previo al trabajo de Nisman en la fiscalía y a veces excede las reglas permitidas de la cooperación. El abogado y los querellantes recuerdan que se dio autorización al secretario de una fiscalía israelí para viajar a entrevistar a Telledín en la cárcel. Todo se hizo sin dejar registro de las conversaciones como indica la ley, sin presencia de un fiscal o un juez, como consta en el fallo del Tribunal.

Aparentemente, el hombre no trabajaba para ninguna fiscalía israelí.

—Era del Mossad.
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Nisman vivía paranoico. Denunciaba cada amenaza que recibía, por inverosímil que sonara. A raíz de ese estrés, había cambiado las sesiones de psicoanálisis por una terapia más pragmática: El Arte de Vivir. Su maestra de respiración era la coordinadora en Latinoamérica, Beatriz Goyoaga. Por recomendación de un juez federal, también visitaba a un acupunturista en la calle Santa Fe. La primera vez, le vio cara conocida: el hombre de ambo tendría su edad. Era un excombatiente de La Tablada. No le guardaba rencor.

La primera denuncia de Nisman por supuestas amenazas fue a mediados de 2010 contra el juez federal Claudio Bonadío, el ex ministro del Interior, Carlos Corach, su hijo Maximiliano y el ex comisario Alberto “Fino” Palacios. Por mail, recibió un documento que enumeraba supuestas reuniones de los Corach, Palacios y Bonadío para apartarlo de la causa AMIA. El 12 de julio de 2010 se presentó ante una fiscalía y los señaló a los cuatro.

“Nunca me citaron, no escuché ni sabía nada”, asegura sorprendido Corach junior, hoy presidente de la junta comunal de Palermo por el macrismo. Activo tuitero y dirigente del staff de Horacio Rodríguez Larreta, jura que desconoce la trama que lo vincula con las amenazas.
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Foto: Claudio Fanchi/Telam
Luego, Nisman explicó en la fiscalía 10, de Diego Iglesias, que “integrantes de la agrupación Quebracho verían con agrado llevar a cabo dichas intimidaciones”. Por su historial violento y su simpatía con Irán, para Nisman el grupo era la representación del miedo.  

El sábado 17 de enero de 2015, mientras repasaba carpetas y resaltaba papeles con marcador flúo, refiriéndose a su exposición de la denuncia en el Congreso le dijo por chat a un periodista: “Espero que el gobierno no deje entrar a Quebracho”.

La causa de 2010 quedó en la nada. “Se intervinieron los teléfonos de un dirigente de Quebracho y de su familia, pero no surgió absolutamente nada”, dicen en la fiscalía. Hasta el momento de su muerte, Nisman estuvo pendiente de esa investigación, convencido de que pretendían atacarlo.

Meses después, Nisman denunció a Agustín Zbar, un dirigente de la comunidad judía. Candidato a presidente en las elecciones de la DAIA. En agosto de 2010, aseguró ante el juez federal Ariel Lijo que Zbar, ex funcionario porteño de Jorge Telerman, lo había llamado para amenazarlo. 

La presentación ante Lijo se coló en las elecciones de la DAIA, al punto que Zbar tuvo que declinar su candidatura. “A fin de evitar un papelón que su ego no podría soportar, Zbar decidió bajarse y encontró la excusa justa”,le dijo entonces Nisman a la Agencia Judía de Noticias. El juez Lijo, quien a su vez maneja la causa por el encubrimiento al atentado a la AMIA, sobreseyó a Zbar el año pasado: las supuestas amenazas eran “inextrincables”.

“Rusito dejá de joder con el Mossad”, “Rusito estás marcado”, amenazaban  los mails que Nisman dijo recibir en agosto de 2012, en noviembre y en marzo de 2013. Otra vez, Nisman denunció. Y su denuncia se incluyó como parte de una del Ministerio de Seguridad, a raíz de una sucesión de hackeos a ministros y diputados que se conoció como Leakymails, una especie de wikileaks nacional y con tono a acciones de algún sector de los servicios de Inteligencia. 

En medio del divorcio entre Nisman y la jueza Arroyo Salgado, su ex mujer investigó una importante red de espionaje, con varios puntos en común con las denuncias de su ex. En 2012, procesó al ex jefe de la SIDE menemista, Juan Bautista “Tata” Yofre, al general retirado Daniel Reimundes y al titular de Seprin por pinchar e-mails de funcionarios. A los periodistas Carlos Pagni y Roberto García los acusó de “encubridores”. Un combo entre representantes de la SIDE, el ejército y los medios. La jueza está ahora a punto de tener que evaluar la elevación a juicio oral presentada por el fiscal de esa causa.

Salvo en la cruzada contra Zbar, ante cada denuncia de Nisman, “Jaime”Stiuso aparecía de inmediato para revelar amenazas casi idénticas en su contra. Los jueces, a pesar de los pedidos del agente, intentaban ponerlas en una causa aparte.

La última que recibió Stiuso incluía foto del domicilio de su hija mayor y de la obra de sicarios mexicanos, “como una forma de demostrarle lo que podían hacer”, explicó en el cuarto piso de Comodoro Py un secretario que vio el expediente de la investigación macro de hackeos y pinchaduras. Por la presentación de Stiuso sus hijas tienen custodia, incluida la que trabaja en uno de los juzgados federales de Comodoro Py.

En febrero de 2013 Nisman presentó un nuevo escrito en el juzgado 9. A las pocas semanas también apareció Stiuso como denunciante, junto a otros agentes de la Secretaría de Inteligencia. Los mails recibidos por el fiscal y por el ex SIDE eran casi un calco, y solo variaban en el nombre del amenazado: Nisman o Stiuso.


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“Respira, inspira, ignora y vive”, recomienda un mantra de El Arte de Vivir. Y esa fue la frase que Nisman puso como estado de whatsapp, el viernes previo a su muerte. Según uno de los instructores de esta exitosa organización, el consejo de ignorar refiere a “las actitudes dañinas de las demás personas”.
***
Después de almorzar en La Recova, el bar del patio del Cabildo, donde solía juntarse con un abogado querellante de la causa, Nisman caminó media cuadra y volvió a su despacho. En esas comidas jamás tomaba vino: siempre Coca ligth. 

Detrás de sus secretarios, la puerta de vidrio y madera blanca del despacho de Nisman casi siempre estaba cerrada. Antes de las reuniones, solía hablar sobre su hija Iara, con quien viajó a Ámsterdam, París y Madrid en enero, regalo por sus 15 años. En general, excepto cuando trabajaba junto al fiscal Martínez Burgos, recibía a los familiares de las víctimas del atentado a la AMIA solo; el escritorio impecable, sin un papel, los biblioratos en fila.

—¡Decime dónde están los avances! ¿Te das cuenta de que no estás haciendo nada?—le dice una mujer de pelo ya blanco. A su lado el abogado querellante, Sergio Burstein y dos familiares más asienten en silencio.

Nisman se levanta de su sillón con seguridad. Los gritos y los modales de la mujer no lo alteran.

—Claro que hay avances—responde y abre la puerta para gritar—. ¡Martín, traé la carpeta que te di ayer por favor!

Cada vez que sucede  algo así, Nisman no se pone nervioso ni se achica. Llama a sus colaboradores para que muestren información extra, argumenta una y otra vez y les da a los familiares esperanzas de nuevas pistas. Quienes participaban de aquellas reuniones coinciden: “No lo hacía de mala fe”.
***
“¿Cómo, no lo conocés a Jaime?”, se sorprendió Nisman ante el periodista Santiago O’Donnell en 2011. Quería charlar sobre los cables de la embajada estadounidense que el periodista había publicado en el libro Argenleaks. A diferencia de la reunión con Waisberg y Celesia, a O’Donnell lo invitó a su oficina con vista a la Plaza de Mayo.
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Foto: Rolando Andrade

Los WikiLeaks publicados por O’Donnell prueban que la línea de investigación promovida por Washington, a través de su embajada en Buenos Aires, empalmaba con la de Nisman: culpar a Irán. Algunos cables lo muestran en una actitud de acatamiento pleno a la voluntad estadounidense.

“Los oficiales de nuestra Oficina Legal le han recomendado al fiscal Alberto Nisman que se concentre en los que perpetraron el atentado y no en quienes desviaron la investigación”, informa un cable del 22 de mayo de 2008. Y otro agrega: “Nisman nuevamente se disculpó y se ofreció a sentarse con el Embajador para discutir los próximos pasos”. En la charla con O’Donnell, Nisman no negó esa información: se mostró amable y prometió adelantarle una exclusiva sobre los próximos pasos de la causa. Se sorprendió, eso sí, cuando el periodista confesó que no conocía a Stiuso.

Nisman afirmaba que “Jaime” Stiuso era el que más sabía sobre la causa AMIA. En una entrevista con la revista Noticias, durante ese frenético tour meditático desde su vuelta de Europa, que incluyó notas con Lanata, Jorge Rial, Ari Paluch y dos veces con TN, el fiscal confesó:

— Con Stiuso discrepábamos en muchos aspectos. Él venía con informes que a veces parecían muy verosímiles y yo le decía: “Perfecto, ¿y las pruebas?”. Y Stiuso me respondía: “Es de un informante que tengo infiltrado en tal lugar”. Esas personas no podían declarar y por eso muchas pruebas no se judicializaron. Pero acá no hay ninguna operación.
***
La maquilladora de TN lo sacó de su limbo mental de fojas, escuchas, fechas y detalles sobre la denuncia contra el gobierno. Con Nisman ya sentado en el estudio, tuvo que apurarse: “Como no tuve la intimidad de la sala, sólo le puse un poco de polvo porque tenía la cara demasiado brillante”. Eso recuerda de su última entrevista televisada. “Me agradeció y me fui, nada raro. Sólo lo vi un poco ansioso cuando la cámara lo enfocaba mientras entrevistaban a los demás invitados”, relata la maquilladora, que hasta esa noche no lo conocía.

Fuera de cámara, lo esperaba el enfant terrible de la escuela periodística de Jorge Lanata: Nicolás Wiñazki. “Venite al programa a las 23, si podés”, le había dicho por wathsapp esa tarde. Por esa vía solía comunicarse de forma muy fluida con los periodistas de su confianza: uno de Infobae, uno de La Nación, uno Clarín y uno de Página/12.
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Foto: Rolando Andrade

“Estaba re seguro de su denuncia. Me dijo que Luis D’Elía estaba hasta las manos, pero fue muy cuidadoso en no identificar a los agentes de inteligencia que figuraban en la presentación”, dice Wiñazki. El periodista de Clarín opina que Nisman sospechaba que el gobierno —a través de la Procuradora Alejandra Gils Carbó— lo iba a correr de la fiscalía.

Esa versión pretende explicar el apuro del fiscal por adelantar su vuelta de las vacaciones europeas y presentar la carpeta de casi 300 páginas durante la feria judicial. Sin embargo, la Procuración negó esa hipótesis, y Nisman podría haber hecho la acusación desde afuera de la UFI-AMIA. Incluso, su denuncia y hasta él mismo se hubieran cotizado mucho más desde el rol victimizante del fiscal expulsado.

Después del largo reportaje de Edgardo Alfano en TN, Nisman caminó hacia el panel de control para chequear en los monitores cómo había salido. No le importaba lo que había dicho, porque de eso estaba absolutamente convencido: el fiscal fue a controlar cómo salía su imagen en HD.

Esa tarde, en una sesión de fotos para La Nación había mostrado la misma inquietud. Primero en el lobby y después en el jardín interno del complejo de tres torres, le pidió al fotógrafo: “A ver, ¿salgo con ojeras o con cara de cansado? Estoy enloquecido de trabajo y encima esta noche salgo en TN. Te pido por favor: cuidame”.
***
Nisman había sudado, pero su remera dry fit blanca lo disimulaba. Le pidió a su personal trainer sacarse una foto. A pesar del calor de aquel día de diciembre de 2014, Nisman se sentía contento y vital. Para terminar la clase, Daniel Tangona le tiró una propuesta nueva: hacer box para liberar tensiones. A Alberto Nisman le fascinó mucho más que el arduo momento del balance sobre el bozu, esa suerte de tortuga de goma sobre el que hay que pararse durante unos segundos con un pie y mantener el equilibrio; típico ejercicio de gimnasia funcional. Antes de despedirse, exhausto y eufórico, Nisman buscó su celular— que lo tuviera apagado era una condición impuesta por el profesor—. Lo encendió, se enfrentó al espejo y abrazó a Tangona. En la foto sonríe. No se mira al espejo como sí hace su entrenador; se ve a través de la cámara.

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BATALLA DE CHACABUCO - 12 de febrero de 1817

Preliminares

La noche era de luna. Al mismo tiempo que la vanguardia realista se acordonaba sobre la cumbre de la "Cuesta Vieja", el ejército argentino formaba al pie de ella en el orden de batalla prescripto.

Repartiéronse las municiones a razón de 70 cartuchos por hombre; los soldados abandonaron sus mochilas para marchar al combate con más desembarazo, y a las 2 de la mañana del 12 empezó a ascender la montaña en columna sucesiva. Al llegar a la bifurcación de los dos caminos antes indicados, la división de Soler tomó el de la derecha, precedida por el batallón de cazadores, y la de O'Higgins el de la izquierda (rumbo sur ambas) siguiendo el general en jefe a retaguardia de ellas con su estado mayor y la bandera de los Andes custodiada por el resto del batallón de artillería, cuyos cañones de batalla no habían llegado aún. Ya no era San Martín el sableador de Arjonilla o de Bailen y San Lorenzo; ganaba las batallas en su almohada, fijando de antemano el día y el sitio preciso, y justamente en ese mismo día estaba aquejado de un ataque reumático nervioso que apenas le permitía mantenerse a caballo. Era su cabeza y no su cuerpo la que combatía.

La división de Soler se internó silenciosamente en los tortuosos desfiladeros de la derecha, cubierta por una larga cerrillada. La división de la izquierda trepó la cuesta formada en columna. Una guerrilla del núm. 8, con su correspondiente reserva, cubría su flanco izquierdo por un sendero paralelo separado por una quebrada, con el doble objeto de llamar la atención y reconocer la posición enemiga a la vez que precaverse de un ataque de flanco. Un piquete de caballería exploraba los rodeos del camino a fin de levantar las emboscadas en los recodos y descubrir si se habían construido fortificaciones. La guerrilla flanqueadora se posesionó de unas breñas inmediatas a la cumbre y rompió el fuego, que fue contestado por otra guerrilla que salió a su encuentro; pero apenas habían cambiado algunos tiros cuando inopinadamente apareció la cabeza de la columna de O'Higgins dando vuelta un recodo a tiro de fusil, tocando los tambores a la carga. La vanguardia realista, que no esperaba el ataque, y que había visto la columna de la derecha argentina asomar por su flanco izquierdo al término de la cerrillada que hasta entonces la enmascaraba, y que a la vez se veía acometida por el flanco y la retaguardia, abandonó precipitadamente la posición sin pretender hacer resistencia.

La cumbre fue coronada por los atacantes con las primeras luces del alba al son de músicas militares, y desde su altura pudieron divisar la vanguardia que se retiraba en formación cuesta abajo, y al pie de ella al ejército enemigo formado en la planicie de Chacabuco. El primer obstáculo estaba vencido, y la batalla se daría punto por punto, con algunas variantes, según las previsiones de San Martín.



Disposicines de los Realistas

El general realista, contando disponer de dos días más y recibir en este intervalo mayores refuerzos, se había movido en la madrugada de ese día de las casas de Chacabuco y establecido su línea a cinco kilómetros hacia el Este al pie de la "Cuesta Vieja". La marcha anticipada del ejército argentino y lo rápido y bien combinado del ataque no le dieron tiempo ni para ocupar la cumbre como lo había proyectado, ni para proteger siquiera su vanguardia que descendía en fuga, perseguida por la caballería argentina.

Las disposiciones que tomó en tan crítico momento fueron acertadas, cooperando eficazmente a ellas el valeroso Elorreaga, que según la tradición, fue el verdadero general en jefe. Tendió su línea de batalla plegada a la falda de los cerros opuestos a la serranía de Chacabuco, extendiéndose por su perfil que se elevaba como una plataforma sobre el llano, protegida en parte por tapiales y cercos de espinos, de manera de cubrir la bajada de la "Cuesta Vieja" y dominar con sus fuegos el lecho de un estero como de 400 metros de ancho, por donde corría un arroyuelo que descendía de un profundo barranco del este. Apoyó su derecha en este barranco, que era invulnerable, donde estableció dos piezas de artillería que batían diagonalmente la boca de la "Quebrada de los cuyanos", por donde debía asomar el ala izquierda argentina, y su izquierda en un mamelón escarpado que coronó de infantería.

Entre estos dos extremos formó sus batallones en columnas cerradas, intercalando entre ellas sus tres piezas restantes. La caballería fue colocada a retaguardia sobre el flanco izquierdo, y parte de ella en guerrillas para proteger la retirada de la vanguardia. En esta actitud esperó pasivamente pero con firmeza el ataque, no obstante el desaliento visible de su tropa de que él mismo participaba, aun antes de sospechar el movimiento de la columna que debía tomarlo por el flanco izquierdo y la espalda, cerrándole la retirada del valle. Eran las 9 de la mañana cuando la vanguardia realista, en fuga, pero no deshecha, alcanzó la planicie.

Momentos previos

Al tiempo de coronar la cumbre el ala izquierda argentina, los tres escuadrones de Granaderos mandados por el coronel Zapiola tomaron la vanguardia y picaron la retirada de los realistas , sosteniendo un fuerte tiroteo; pero lo escabroso del terreno no permitía a la caballería maniobrar con ventaja, y su avance hubo de ser lento, de manera que sólo pudo llegar a la boca de la quebrada a eso de las 10 de la mañana cuando la división de O'Higgins se hallaba todavía a media cuesta. La boca de esta quebrada, que da acceso a la parte más estrecha del valle de Chacabuco, se desenvuelve en un suave plano inclinado al tocar el llano, y está flanqueada por un elevado cerro al este y por un morro destacado al oeste, que desde entonces se llamó de "Las tórtolas cuyanas".

Si los enemigos hubiesen ocupado esta fuerte posición, habrían dificultado la marcha de O'Higgins; pero el avance de los Granaderos no les dio tiempo para ello, aunque lo intentaron. En un principio destacaron una guerrilla sobre el morro del oeste o de las Tórtolas, que puede contornearse por barrancos que son como caminos cubiertos; pero fue contenida por una compañía dispersa en tiradores, mientras un escuadrón impedía el aproche (sic) del cerro del este y los dos escuadrones restantes ocupaban el espacio intermedio. En ese momento las dos piezas situadas sobre la derecha realista, rompieron un vivo fuego a bala, y el coronel Zapiola, considerando inútil exponer su tropa a descubierto, tomó una posición más segura a retaguardia. Eran las 11 de la mañana. En ese momento llega el ala izquierda con O'Higgins a su cabeza, ocupa a paso de trote la boca de la quebrada y despliega en línea de masas sus batallones dejando en reserva los Granaderos plegados en columna.

La batalla

O'Higgins, al ver retirarse la vanguardia realista perseguida por los Granaderos, pidió autorización para esforzar la persecución a fin de impedir se reorganizase al pie de la cuesta, y el general se la dio, pero recomendóle que no empeñase la acción, pues su papel era meramente concurrente y sólo debía comprometerla cuando la columna de Soler hubiese ejecutado el movimiento decisivo que le estaba asignado.

O'Higgins era un héroe en el combate, pero carecía de las cualidades del general y de la sangre fría de un jefe divisionario, estando además animado de pasiones tumultuosas que lo precipitaban, como él mismo lo ha dicho disculpándose; así es que, arrastrado por el movimiento impetuoso que imprimió a sus tropas, olvidó lo acordado en la junta de guerra y las prevenciones del general en jefe, y tomó imprudentemente la ofensiva no obstante la inferioridad numérica de su fuerza.

Apenas la columna de infantería argentina hubo pisado el último plano de la "Cuesta Vieja", desplegó su línea sobre la boca de la quebrada, según queda explicado.

Enseguida se adelantó hasta el llano buscando campo para desplegar, y trabóse inmediatamente un combate de fuegos de posición a posición dentro del tiro de fusil, que se prolongó por más de una hora. A las primeras descargas cayó muerto Elorreaga, que mandaba el ala derecha del ejército realista y que constituía su nervio, experimentando por su parte algunas pérdidas los argentinos. La acción estaba parcialmente empeñada, y el ataque concurrente se convertía en principal, pero sin prometer un resultado inmediato.

La situación era crítica, pues si la retirada tenía sus peligros, el avance era temerario, y cuando menos inútil aun triunfando, pues según el plan combinado, los realistas estaban irremisiblemente perdidos desde que habían aceptado la batalla dentro de un recinto sin retirada. Si el general español hubiese tenido iniciativa, habría podido llevar en aquel momento un ataque ventajoso; pero se limitó a amagar débilmente los flancos de su contrario con guerrillas que fueron rechazadas, sosteniendo pasivamente el fuego de fusil y de cañón.

Por su parte O'Higgins, con sus instintos heroicos, y deseoso tal vez de decidir por sí solo la victoria sin el concurso de Soler con quien estaba enemistado, ordenó el avance repitiendo las históricas proclamas del Roble y de Rancagua: "¡Soldados! ¡Vivir con honor o morir con gloria! ¡El valiente siga! ¡Columnas a la carga!"Los tambores dieron la señal con el toque estremecedor de calacuerda, y lanzóse a paso acelerado en columnas de ataque con 900 bayonetas, de los batallones 7 y 8 mandados por Conde y Crámer contra 1.500 infantes bien posesionados y sostenidos por artillería, ordenando a Zapiola que con los Granaderos procurase penetrar por su derecha sobre la posición enemiga.

Los batallones argentinos marcharon valerosamente a la carga sin disparar un tiro, inflamados por las palabras y el ejemplo del general; pero antes de llegar a la falda de los cerros que ocupaban los enemigos, encontráronse con el obstáculo del arroyo que baja del barranco en que éstos apoyaban su derecha, a la vez que las piezas situadas en este punto los tomaban por el flanco y la fusilería los quemaba dentro de la zona peligrosa del punto en blanco por el frente.

A pesar de esto, hicieron tenaces esfuerzos para arrebatar la posición; pero no pudiendo salvar el perfil de la barranca en que estaban acordonados los realistas, hubieron de retroceder en desorden a su primera posición de la boca de la quebrada en que se rehicieron fuera del alcance de los fuegos. Por su parte los Granaderos habían intentado en vano penetrar por entre el flanco izquierdo del centro enemigo y el mamelón en que apoyaba este costado, que era un verdadero castillo, y volvieron en orden a situarse tras el morro de "Las tórtolas cuyanas".

San Martín, contando llevar la victoria en el bolsillo y a la espera del desenvolvimiento de su plan, que no sólo se la aseguraba sino que le prometía la rendición del enemigo, llegó a temer por la suerte de la división de O'Higgins al verla imprudentemente comprometida contra sus órdenes, y extendiendo el brazo hacia la "Cuesta Nueva", en la actitud en que lo representa su estatua ecuestre, gritó a su ayudante de campo Álvarez Condarco: "Corra usted, y diga al general Soler, que cargue lo más pronto posible sobre el flanco del enemigo".

Enseguida, lanzó su caballo cuesta abajo con toda la velocidad que permitía lo escabroso del terreno, y llegó a la boca de la quebrada en circunstancias en que O'Higgins se había adelantado otra vez sobre el llano con el propósito de renovar el combate, y ya no podía retroceder. Era la una y media del día.

A esa hora notóse que la línea enemiga vacilaba, y que algo extraordinario pasaba en sus filas. Era que la vanguardia del ala derecha argentina, cuyo movimiento no había alcanzado Maroto, desembocaba al valle de Chacabuco y avanzaba a paso de trote y al galope sobre la izquierda de la posición. E1 momento decisivo había llegado.

Juicios acerca de la batalla

Lanzadas de nuevo las columnas de O'Higgins al ataque, San Martín ordenó a los tres escuadrones de Granaderos mandados por los comandantes Melián, Manuel Medina y mayor Nicasio Ramallo, con Zapiola a su cabeza, dieran una carga a fondo hasta chocar con la caballería realista situada a la izquierda de la retaguardia enemiga.

El escuadrón de Medina, pasando atrevidamente por un claro de la línea de infantería en marcha, cayó sobre la izquierda del centro enemigo acuchillando a sus artilleros sobre sus cañones, mientras Zapiola con los otros dos penetraba por su costado derecho, al mismo tiempo que los batallones núm. 7 y núm. 8 encabezados por O'Higgins tomaban a la bayoneta la posición. Los fuegos del mamelón se habían apagado, y la infantería realista formaba cuadro en el centro de su campo.

Simultáneamente el coronel Alvarado, que con el batallón núm. 1 llevaba la vanguardia del ala derecha argentina, desprendía dos compañías al mando del capitán Lucio Salvadores, y teniente Zorrilla que se apoderaban del mamelón, matando a Marqueli que lo sostenía. Necochea con el escuadrón Escolta, sostenido por el 4. de Granaderos de Escalada, penetraba por la retaguardia y arrollaba a la caballería realista por la izquierda a la vez que Zapiola ejecutaba idéntica maniobra por el otro extremo.

Todas las fuerzas vencedoras convergieron sobre el cuadro, que en menos de un cuarto de hora fue hecho pedazos, retirándose sus últimos restos dispersos a la hacienda de Chacabuco por entre los cerros de su espalda. Allí encontraron cortada su retirada por la división de Soler que ya ocupaba el valle, y pretendieron hacer resistencia parapetados tras las tapias de la viña y del olivar contiguo, pero fueron rendidos a discreción. Los que buscaron su salvación huyendo por el estero y en la prolongación del valle hacia el sur, fueron exterminados en la persecución, quedando el camino sembrado de muertos desde Chacabuco hasta cerca del portezuelo de Colina. Los sables afilados de los Granaderos hicieron estragos: en el campo de batalla encontróse un cráneo dividido en dos partes y el cañón de un fusil tronchado como una vara de sauce.

Trofeos

Los trofeos de esta jornada, fueron: 600 prisioneros, su mayor parte de infantería; la artillería, un estandarte y dos banderas; el armamento y parque de los vencidos y la restauración de la revolución chilena. Las pérdidas realistas fueron: 600 muertos. Las pérdidas de los argentinos fueron: 12 muertos y 120 heridos; lo que demuestra numéricamente, que si el plan de San Martín se hubiese ejecutado punto por punto, como pudo y debió hacerse, la batalla habría terminado por una rendición del enemigo, sin la inútil aunque escasa efusión de sangre que causó la temeridad de O'Higgins, quien sin embargo fue el héroe del día, como combatiente. El general vencedor al dar cuenta de esta victoria compendiaba su memorable empresa en estos concisos términos: «Al ejército de los Andes queda la gloria de decir: EN VEINTICUATRO DIAS HEMOS HECHO LA CAMPANA, PASAMOS LAS CORDILLERAS MÁS ELEVADAS DEL GLOBO, CONCLUIMOS CON LOS TIRANOS Y DIMOS LA LIBERTAD A CHILE" 

Gloria de Chacabuco

El mérito militar de la batalla de Chacabuco consiste precisamente en lo contrario de lo que constituye la gloria de las batallas. Resultado lógico de las hábiles combinaciones estratégicas de la invasión, estaba ganada por el General antes que los soldados la dieran, respondiendo a un plan metódico en que hasta los días estaban contados y los resultados previstos. Fue una sorpresa a la luz del día en que nada se libró al acaso.

El hecho de batir a una fuerza menor con otra mayor, - que es el primer resultado que se busca en la guerra para triunfar con seguridad -, fue la consecuencia necesaria de los ardides y movimientos calculados que la precedieron, dando a ciencia cierta al enemigo un golpe de muerte y apoderándose en un solo día del territorio invadido, y esto con la mayor economía de tiempo, de medios, de sangre y de esfuerzos.

Con más precisión táctica que la batalla de Hohenlinden - que en algo se le parece -, tiene la originalidad de un plan que se adapta a un terreno, en que las operaciones se encierran dentro de líneas matemáticas, a la manera de un problema geométrico con su método riguroso de solución. Habría dado por resultado - como se ha visto- una rendición completa, tal vez con una sola carga, si el plan hubiese sido ejecutado puntualmente, bastando asimismo que él se desenvolviese en parte en las condiciones más desventajosas para asegurar una victoria decisiva.

Por lo tanto, puede presentarse como un modelo clásico del arte militar, en que la habilidad debilita al enemigo y lo desmoraliza, la previsión asegura el éxito final, y la inteligencia es la que combate en primera línea, interviniendo la fuerza como factor accesorio.

Como acontecimiento político y en relación con los destinos americanos, su importancia es mayor aún, como lo han reconocido los primeros historiadores y hasta los mismos adversarios vencidos. Ella dio la primera señal de la guerra ofensiva de la independencia sudamericana, y conquistó para siempre su sólida base de operaciones en el mar y las costas del Pacífico. Dio sobre todo, el ejemplo del plan de campaña continental a la revolución del nuevo mundo emancipado, aislando al poder español en sus colonias dentro del estrecho recinto del Perú, donde había de ser vencido en palenque cerrado por efecto de su impulsión inicial.

Salvó a la revolución argentina de su ruina y contuvo la invasión que la amenazaba por el Alto Perú, suprimiendo un enemigo peligroso que la amenazaba por el flanco, y dio le expansión, sin lo cual habría tal vez sido sofocada en su cuna. Fue la primera batalla americana con largas proyecciones históricas.

El virrey del Perú, Pezuela, confiesa que marcó el momento en que la causa de España empezó a retrogradar en América y su poder a ser conmovido en sus fundamentos. "La desgracia que padecieron nuestras armas en Chacabuco, poniendo el reino de Chile a discreción de los invasores de Buenos Aires, trastornó enteramente el estado de las cosas, fue el principio de restablecimiento para los disidentes, y la causa nacional retrogradó a gran distancia, proporcionando a los disidentes puertos cómodos donde aprestar fuerzas marítimas para dominar el Pacífico. Cambióse el teatro de la guerra: los enemigos trasladaron los elementos de su poder a Chile, donde con más facilidad y a menos costa podían combatir al nuestro en sus fundamentos". 

Un historiador español, general que a la sazón militaba bajo las banderas del rey, sintetiza sus resultados generales con tanta tristeza como concisión. "La fácil pérdida del reino de Chile fue un suceso de inmensa trascendencia para las armas españolas" .

Fuentes:
- Asociación Cultural Sanmartiniana.

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- Ver en el indice más Batallas.

Fuente: www.lagazeta.com.ar

El Reparto de África, sin africanos February 10, 2015

Resulta irónico que las fronteras actuales de África hayan cambiado bastante poco desde su imposición, si se considera que éstas fueron decididas en tiempo récord de tres meses y, lo más anecdótico, sin haber participado siquiera un africano en su delimitación.

El 15 de noviembre se cumplieron 130 años desde que, frívolamente, representantes de 14 Estados (en su mayoría, europeos) decidieran la suerte del continente africano en la denominada Conferencia de Berlín. De modo que en una confortable y espaciosa sala de reuniones de la residencia oficial del canciller alemán Otto Von Bismarck, ubicada en la calle Wilhelmstrasse, un grupo de caballeros decidió la suerte y las fronteras de un continente de algo más de 30 millones de kilómetros cuadrados, casi del tamaño de la suma de todos los países participantes en el evento. Ningún soberano africano fue invitado al mismo. No fue una falla: para la época, los pueblos no europeos tenían el derecho a guardar el más disciplinado silencio, siendo considerados los africanos como niños en el marco del derecho europeo. Si en 1879 el 90% del continente estuvo gobernado por africanos, en 1900, salvo una diminuta fracción, se encontraba bajo la órbita de unas pocas metrópolis europeas.

El avance imperial sobre África por parte de siete países europeos (Francia, Gran Bretaña, Alemania, Portugal, España, Italia y Bélgica) no fue un hecho aislado. El imperialismo obligaba al reparto completo del globo en tiempos de la “Paz Armada” en el Viejo Mundo, donde los caballeros deliberaban como tales mientras los conflictos se resolvían de puerta de casa para afuera. La violencia y la ocupación se plasmaron en regiones distantes desde antes a la convocatoria en Berlín. Por ejemplo, en 1858 los británicos, tras reprimir un duro levantamiento popular que llevó más de un año, anexionaron casi la totalidad del subcontinente indio al dominio de su gloriosa Corona que formaba uno de los imperios coloniales más vastos. Los franceses dieron pasos similares con la incorporación de Argelia en 1830 como un departamento más de la Francia metropolitana y no se detuvieron. China por poco sucumbe a la presión del colonialismo occidental bien a finales del siglo XIX. En suma, el advenimiento de la centuria posterior mostró que no quedaba punto del planeta sin repartir entre un puñado de países, los más poderosos del orbe.


Los pasos de la ocupación colonial europea en el continente africano comenzaron antes de la Conferencia que el 26 de febrero de 1885 dio por concluida sus sesiones e impuso las fronteras africanas actuales. Se evidenciaba desde hacía tiempo la rivalidad anglo-francesa, entre otras europeas. Poco antes los ingleses ocuparon Egipto (1882) como respuesta a la ocupación francesa de Senegal (1879) y Túnez (1881). Pero la constante es que hasta el momento la presencia europea en África era marginal y se remitía a enclaves costeros o a ciertas zonas de ocupación blanca, como la citada Argelia o la actual Sudáfrica. Era fácil hasta comienzos del siglo XIX recoger las riquezas del continente sin necesidad de adentrarse puesto que los esclavos fueron capturados durante siglos casi siempre por otros africanos. Sin embargo, con la Revolución Industrial, todo comenzó a cambiar. El empuje de un nuevo mundo en transformación llevó a la consumación voraz de la independencia de millones, los no europeos.

Si bien el llamado a la Conferencia tuvo una pantalla formal que disimuló el apetito voraz por repartirse el botín, las motivaciones de los países intervinientes en el reparto fueron múltiples, pero, fueran cuales fueran estas últimas, en esta verdadera “carrera por África” nadie quiso perder su boleto. La consigna fue que los reclamos debían ser notificados a los demás participantes y que las zonas ocupadas debían tener algún grado de injerencia y autoridad previa por parte del ocupante. No obstante, Alemania rompió esta norma. Junto a Italia, Estados de reciente creación, quisieron demostrar que pisaban fuerte en el escenario internacional. En efecto, Bismarck, el hombre fuerte de la Conferencia y su anfitrión, fue quien la convocó, y a cuyos gobernados les tocó la suerte de recibir territorios apenas explorados. Los italianos tuvieron interés por Libia, la cual ocuparon tras vencer la resistencia local en 1911, si bien fracasaron en el intento de anexionarse Etiopía frente a una resistencia heroica, en 1896. Portugal tuvo la idea de unir sus dos posesiones hasta el momento ocupadas en forma precaria, Angola y Mozambique, aunque los planes británicos se interpusieron como asimismo las intenciones de los demás partícipes en el sentido de bloquear la iniciativa de Londres de conectar África de norte a sur por medio de la construcción de un tendido ferroviario que uniera El Cairo con El Cabo. Además, sus adquisiciones en África occidental fueron menos de las esperadas frente a Francia. Entre tantas de las pretensiones boicoteadas entre los participantes, una vez más al designio inglés de unir de punta a punta se antepuso la ambición personal del rey Leopoldo II de Bélgica, soberano de un pequeño Estado creado hacía poco más de medio siglo y que quiso dejar su impronta como un grande más, lográndolo.

Este monarca fue el gran favorecido ya que, con la aparición de su iniciativa en 1883, los demás representantes del Congreso le autorizaron la concesión de un territorio del tamaño de Europa occidental, y bautizado como Estado Libre del Congo (1885-1908), cuyo nombre fue un engaño debido a que lo manejó como su propio feudo (un regalo autogestionado) para absorber todos los recursos disponibles, principalmente el caucho, costando de entre 5 a 10 millones de vidas entre 1885 y 1930. Aquel fue el precio de la “civilización”. España, una de las más débiles y herida en su orgullo por la pérdida irremplazable y extinción de la casi totalidad de su otrora vasto imperio colonial en las Américas unas décadas antes, no quiso quedarse sin tajada y, si bien pequeña, la obtuvo.

En suma, pese a darse en un ambiente de cordialidad y de pactos entre caballeros, la Conferencia no estuvo carente de intrigas. El objetivo principal subyacente consistió en bloquear la posibilidad de que la superpotencia, Gran Bretaña, cumpliera todos sus anhelos resultando de ello un equilibrio del poder inclinado a su favor en detrimento siempre de las víctimas de la rapacidad europea. Boicotear esto fue posible mediante la confabulación de los demás representantes, mientras Francia, debilitada a causa de la derrota contra los germanos en 1870 y con ansias de recobrar el brillo, a su vez no pudo unir sus territorios de oeste a este, debido al propio obstáculo interpuesto por los británicos. Todo tendió a un juego de suma cero en donde hubo para conformar a todos, menos a los africanos a quienes no se les notificaron siquiera los nuevos mapas elaborados desde la comodidad de una de las ciudades más importantes del mundo. No obstante estas intrigas verdaderamente palatinas, la Conferencia fue motivada (desde un plano formal) por la temática de libre navegación de los ríos Congo y Níger, los dos principales del espacio subsahariano, sumado a otros fines de una época donde se hacía imprescindible la tarea de llevar la civilización. En el Acta que cerró tres meses de trabajo se leen otros objetivos como acabar con la esclavitud, detener algunos vicios africanos (como el alcoholismo) y expandir la fe cristiana.

En tres meses quedó sellado el destino de África, con resultados tangibles hasta hoy. En efecto, la Unión Africana, el principal cuerpo continental formado por africanos, en su mandato establece el respeto por las fronteras heredadas de la época colonial y que, salvo casos muy puntuales, poco se han modificado. Las formas geométricas y casi perfectas de las actuales fronteras, que parecieran trazadas con regla caprichosamente, son el recuerdo trágico de la principal transformación de los africanos en las postrimerías del siglo XIX, el inicio del colonialismo. Si un mapa sirve para representar la realidad geográfica, en el caso de esta experiencia fue todo lo contrario, el mapa de África creado en Berlín construyó el espacio sin consentimiento de sus habitantes. Pero eso fue el comienzo de la historia, la partición en el papel debió ser llevada al terreno, y allí fue donde los africanos conocieron los planes europeos y, en contra de lo que interpretan muchos historiadores, resistieron, aunque resultaron vencidos. Como resultado, de al menos unas diez mil unidades políticas previas al reparto, solo quedaron unas decenas cuando concluyó éste y todo resultó pacificado, antes de estallar la Primera Guerra Mundial.

Para concluir, lo más llamativo de todo es que este hecho, tan desgraciado para los africanos, puesto que marcó el inicio del colonialismo por aproximadamente ocho décadas siendo su principal consecuencia la pérdida absoluta de soberanía, en la política europea haya sido marginal y de muy poca relevancia, además de breve en extensión temporal. Si bien para los africanos también pudo haber resultado no muy prolongado, no obstante incidió sobremanera. Estos son quienes todavía pagan en muchos sentidos las consecuencias de la inequidades del colonialismo.

Omer Feixa.

HUELLAS DE LA HISTORIA.




Bibliografía:

-Meredith, Martin. The fortunes of Africa. A 5000-year history of wealth, greed and endeavour, Simon & Schuster, London, 2014.

-Oliver, Roland y Atmore, Anthony. África desde 1800, Editorial Francisco de Aguirre, Buenos Aires, 1977.

-Wesseling, Henry. Divide y vencerás: el reparto de África (1880-1914), Península, Barcelona, 1999.

11 de febrero de 1814 ¿ARTIGAS TRAIDOR? - (11 de febrero de 1814)

Decreto declarando traidor a Artigas

Art. 1 Se declara a D. José de Artigas infame, privado de sus empleos, fuera de la Ley, y enemigo de la Patria.

Art. 2 Como traidor a la Patria será perseguido, y muerto en caso de resistencia.

Art. 3 Es un deber de todos los Pueblos, y las Justicias, de los Comandantes militares, y de los Ciudadanos de las Provincias unidas perseguir al traidor por todos los medios posibles. Cualquier auxilio que se le de voluntariamente será considerado como crimen de alta traición. Se recompensará con seis mil pesos al que entregue la persona de D. José Artigas vivo o muerto.
Art. 4 Los Comandantes Oficiales, Sargentos y Soldados que siguen al traidor Artigas conservarán sus empleos, y optarán a los ascensos y sueldos vencidos, toda vez que se presenten al General del Ejército Sitiador, o a los Comandantes y Justicias de la dependencia de mi mando en el término de 40 días contados desde la publicación del presente Decreto.

Art. 5 Los que continúen en su obstinación y rebeldía, después del término prefijado, son declarados traidores y enemigos de la Patria. De consiguiente, los que sean aprehendidos con armas, serán juzgados por una Comisión Militar y fusilados dentro de 24 horas.

Art. 6 El presente Decreto se circulará a todas las Provincias, a los Generales y demás Autoridades a quienes corresponda: se publicará por Bando en todos los Pueblos de la Unión, y se archivará en mi Secretaría de Estado y de Gobierno.

Buenos Ayres, Febrero 11 de 1814. Gervasio Antonio de Posadas - Nicolás de Herrera, Secretario

(Asambleas Constituyentes Argentinas, T. VI, 2° parte, p. 72)

PD, LOS DIRECTORIALES CENTRALISTAS UNITARIOS POR BRITANICOS COMIENZAN SU GUERRA CIVIL CONTRA LOS PUEBLOS FEDERALES DEL INTERIOR. GB

"NO SOMOS EMPANADAS" (Agresión anglo-francesa)

Politica imperialista

Agresiones de los anglo-franceses

Durante la agresión anglofrancesa, conocida en Europa la acción de Vuelta de Obligado, las noticias llegadas de parte de Moreno y Sarratea sobre la reacción producida en la prensa y en los gabinetes de Inglaterra y Francia eran alentadoras respecto al fin de la intervención anglo-francesa, pero en el teatro de las operaciones los marinos de Francia e Inglaterra seguían la lucha, con un mayor encono, que parecía resultado de rabia imponente.

Los hechos producidos en Montevideo y en Corrientes, la defección del paraguayo López, la serena y tenaz resistencia rioplatense a orillas del Uruguay y el Paraná, les hacían vislumbrar un fracaso estrepitoso al que, en su hábito de triunfar, no se resignaban, y redoblaban sus esfuerzos, que jamás dejaron de hallar respuesta en los argentinos y orientales.

Rechazados en sus primeras tentativas de efectuar desembarcos después de Obligado, los anglo franceses bombardearon furiosamente el campo del Tonelero durante 3 horas con balas de 64 mm. el 11 de febrero de 1846. A mediados de abril, Thorne, con una de las baterías volantes, pone en fuga al Philomel, y voltea la pieza del castillo de proa del Lizard, según confesión de los oficiales ingleses en sus partes a Hotham, y las fuerzas de Mansilla represan el pailebote El Federal, tomado en la bahía de Montevideo en julio del año anterior, y ahora mandado por el teniente Fagan.

Enfurecidos por esos contrastes los agresores redoblan sus atropellos. El 21 de abril asaltan el puerto de la Ensenada, cometiendo toda clase de atentados. El 29 de abril incendiaron el puerto de Atalaya. En el primer episodio, varado un buque atacante al retirarse, el oficial inglés levanta bandera de parlamento, pero al acercarse los argentinos son recibidos con fuego graneado, al que contestan matando al guardiamarina Wardlaw.

Ante estos atentados, Rosas decreta la pena de incendiarios prescripta en las leyes generales de pirateria, para los prisioneros que se haga a los anglo franceses empeñados en estas actividades.


No somos empanadas

Pocos días más tarde, al enterarse de Obligado, San Martín escribía a Guido:

Grand Bourg, 10 de mayo de 1846

Mi querido amigo:

Sarratea me entregó a mi llegada a ésta su muy apreciable del 12 de Enero; a su recibo ya sabía la acción de Obligado. ¡Qué iniquidad! De todos modos los interventores habrán visto por este “hechantillón” que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que el de abrir la boca: a un tal proceder, no nos queda otro partido que el de no mirar el porvenir y cumplir con el deber de hombres libres, sea cual fuere la suerte que nos depare el destino; que por mi íntima convicción, no sería un momento dudosa en nuestro favor, si todos los argentinos se persuadiesen del deshonor que recaerá sobre nuestra patria, si las naciones europeas triunfan en esta contienda, que en mi opinión es de tanta trascendencia como la de nuestra emancipación de la España. Convencido de esta verdad, crea usted mi buen amigo, que jamás me ha sido tan sensible, no tanto mi avanzada edad, como el estado precario de mi salud, que me priva en estas circunstancias ofrecer a la patria mis servicios, no por lo que ellos puedan valer, sino para demostrar a nuestros compatriotas, que aquella tenía aun un viejo servidor cuando se trata de resistir a la agresión la más injusta y la más inicua de que haya habido ejemplo...”

José de San Martín (1)
La carta de San Martín a Guido no hacía más que reiterar sus juicios sobre la intervención, en la respuesta a Mr. Dickson. A principios de este año, Don Juan Manuel le acusó recibo en los términos siguientes:

La Encarnación en San Beníto de Palermo,

Mayo 20 (Mes de América) de 1846

Señor general D. José de San Martín.

Mi querido y respetable general:

Tanto más placer he tenido al leer la muy apreciable carta con que usted me favorece, datada en Nápoles el 11 de enero último, cuando ella trae á nuestra patria un recuerdo y un voto digno del heroico defensor de su independencia.

General: no hay un verdadero argentino, un americano que, al oír el nombre ilustre de usted, y saber lo que usted hace todavía por su patria y por la causa americana, no sienta redoblar su ardor y su confianza. La influencia moral de los votos patrióticos ~ericanos de usted, en las presentes circunstancias, como en el anterior bloqueo francés, importa un distinguido servicio a la independencia de nuestra patria y del continente americano, á la que usted consagró con tan glorioso honor sus florecientes días.

Me es profundamente sensible el continuado quebranto de la importante salud de usted Deseo se restablezca y conserve; y que le sea más favorable que hasta aquí el templado clima de la Italia.

Así enfermo, después de tantas fatigas, usted expresa la grande y dominante idea de toda su vida: la independencia de América es irrevocable, dijo usted después de haber libertado á su patria, Chile y al Perú. Esto es digno de usted.

Acepto con gratitud y alto aprecio sus benévolos votos por el buen éxito y honor de la actual contienda, y deseo á usted la mejor salud y felicidad.*

Soy respetuosamente de usted atento compatriota y amigo

Juan M. de Rosas (2)
En estas cartas que se transcriben, se nota el tono más encendido del Libertador, frente al tono de Rosas, cuya política era seguirles el doble juego a los gabinetes europeos, que mientras decían actuar domo “mediadores”, no desautorizaban a los jefes navales que llevaban adelante la agresión de la armada anglo-francesa. Así Rosas actuaba con firmeza en el Río de La Plata mientras preservaba un tono “amistoso” con los gabinetes europeos. Enterado de las desavenencias entre los gabinetes europeos, según le informaban Moreno y Sarratea, había dicho que ganaría la partida “con una resma de papel”

La carta norteamericana

Rosas contaba con otra carta para el juego, y era la amistad que demostraban los norteamericanos, que se mostraban celosos de la intervensiaon europea, y a su vez, programando el zarpazo a Tejas, no querían abrir otro frente en el sur. Así se lo informaba a Tomás Guido el representante argentino Carlos María de Alvear:

New York, 5 de enero de 1845.

Sr. General Don. Tomás Guido.

Mi muy querido general y amigo:

Este gobierno ha desaprobado completamente el atentado cometido por el capitán de (la) Congreso sobre nuestra escuadra, el cual será juzgado sin que se pueda responder de cuál será el castigo, pues este país es el de las impunidades; prestándose también el Presidente a darnos todas las satisfacciones e indemnizaciones si caso hubiere para ello; todo esto ha sido justo y fácil de obtener porque ningún interés nacional de éste país se veía en este atentado; a no ser así, creo que otra cosa sería, pues no tengo gran opinión de la justicia democrática, juzgando por lo que veo aquí.

La cuestión de Tejas se agita con gran calor y Méjico ha venido en esta crisis a posibilitar este drama con su impolítica e intempestiva revolución. Santa Ana se halla a la cabeza de 14.000 soldados de línea, y con un millón de pesos, que sacó de la capital; de 11 departamentos de que se compone la República, 5 han permanecido fieles, y se cree que si el ejército no le falta podrá triunfar del congreso; veremos lo que resulta; pero a buena cuenta este suceso ha venido a posibilitar la incorporación de Tejas, y si por acaso esta no se verifica durante el actual presidente, tendrá lugar con el nuevo, que tomará posesión del mando el 4 de marzo próximo. Así Méjico ha jugado tal vez su existencia futura.

Triste imprevisión de nuestra desgraciada raza española, y que recuerda la catástrofe de los griegos del Bajo Imperio, que viéndose amagados del alfanje musulmán no fueron capaces de poner un término a sus condiciones sino que desaparecieron del mundo.

Méjico tiene en este país un terrible y formidable enemigo. Dios quiera no lo sea también para otros pueblos, pues el poder que tiene y aumenta diariamente despliega con tal descaro la inmoralidad política más descarada, y la ambición más insaciable que nos hi presentado ningún pueblo; no le bastan mil y cien leguas de costa ni un país capaz de contener 300 millones de habitantes; no son más que 18 hoy día y vea Vd. como se lanzan; lo singular de todo es que si Vd. ve sus diarios; y si Vd. oyese sus oradores de club, que son a millones, oiría Vd. decir que este país está destinado a hacer desaparecer la raza impura española y portuguesa que habita el nuevo mundo para ser regenerado por la raza sajona, que no parará su invasión progresista sino en el Cabo de Hornos. Tan grande como es esta extravagancia, puedo asegurar a Vd. que es muy raro el americano que no crea que este será el resultado final.

Los apuros de Montevideo y la sabia disposición de fortificar los pueblos de campaña aseguran aunque con algún retardo el triunfo de Oribe, y de nuestro Gobierno. Dios quiera venga este resultado lo más pronto posible. Nosotros tenemos en el Imperio un formidable vecino como habrá visto Vd. por sus inmensos recursos y aumento progresista, uniendo a esto, hallarse sus habitantes más aptos a conservar una organización social que facilita su forma de gobierno monárquico; así pues no es prudente que nuestra escasa población se debilite más y más por una prolongada guerra; y las victorias pasadas, ni deben adormecernos, ni darnos ilusión sobre el poder del Imperio; habiendo vencido todas la crisis durante la minoridad del Emperador, el gobierno se irá consolidando cada ve más; además la localidad del Brasil, que da a la capitalina una gran superioridad sobre cada una de las otras partes del Imperio, le sirve admirablemente para conservar la unión, y sostener el gobierno.

Se nos ha dicho aquí, que Paza fugó a Santa Catalina…ansiosamente deseo saber el resultado de esto, que descubrirá a fondo, la política del gobierno imperial; es tan visible la ventaja que le resulta a este de nuestras discordias para su malhadado deseo, también de engrandecerse sin necesidad a costa nuestra, que desearía por sus propios intereses y el nuestro siguiese la única marcha que a todos acomoda, de lealtad y franqueza.

Aquí estamos cubiertos de nieve, y hielo, de muchos compromisos, y poco agradables para una avanzada, pero es preciso resignarse. Hágame Ud. el gusto de ponerme a los pies de su señora; de dar mis finos recuerdos a sus señores hijos, y de disponer como guste del afectuoso cariño de este su sincero amigo Q.B.S.M.

Carlos María de Alvear (3)

La resma de papel

Pese a la agresión armada, Rosas no abandona aquel tono de tranquila energía que parece su actitud estereotipada ante las tremendas dificultades que enfrentaba. El 4 de junio de 1846 las baterías volantes de Mansilla ocasionan tremendos daños a la escuadra de 12 buques de guerra que convoyando 95 barcos mercantes bajaba el Paraná de regreso a Montevideo. Los anglo franceses perdieron en la ocasión más hombres que en Obligado, sin infligir a los defensores, bajas equivalentes.

Por su parte Rosas seguía deshojando su resma de papel, para desbaratar la intervención con su acción diplomática basada en la exhibición de la fuerza, al mejor estilo europeo. Habiendo sabido del atentado contra Luis Felipe y del que salió ileso en abril, redactó una nota de congratulaciones cuya entrega supeditó al estado de las relaciones francoargentinas en el momento que ella llegara a manos de Sarrateas2,héla aquí:

Mientras tanto, para desbaratar la intervención aprovechando las disidencias europeas, Rosas seguía utilizando su “resma de papel”, para felicitar al Rey de Francia por haberse salido ileso de un atentado:

Buenos Aires, junio 30 de 1846

El General Juan Manuel de Rosas

A su Majestad Luis Felipe, Rey de los Franceses

El vivo interés que me anima por la conservación de la preciosa vida de V.M., y de su Real Familia, me induce a felicitar alta y cordialmente a V.M. por haberse salvado, mediante un nuevo favor visible de la Divina Providencia, también S.M. la Reina, y varias, augustas personas de su Real Casa y Corte, de la atroz tentativa de un asesino bárbaro.

La muy afortunada preservación de tan importantes vidas es un motivo de íntima satisfacción y contento para mí. Sinceramente complacido, uno al júbilo e interés que la Francia y las naciones del mundo atestiguan a V.M., el mío propio, y el de mis queridos hijos.

Ruego a Dios Nuestro Señor continúe dispensando su divina protección a V.M. y a su Real Familia, bendiga benignamente su reinado, y aumente la felicidad y gloria de V.M. y de la Francia.

Juan M. de Rosas

El vaticinio San Martín
Libertador General San Martin.    General San Martin
Las potencias europeas, terminarían aceptando las condiciones de Rosas en los términos impuestos a la misión Hood, y desagraviando el pabellón nacional con la salva de 21 cañonazos. Dominaban parcialmente las aguas, pero se sentían impotentes de actuar en tierra para torcerle el brazo a la Confederación, tal como lo había vaticinado el máximo estratega americano en carta a Federico Dickson:


Sr. D. Federico Dickson, cónsul general de la
Confederación Argentina en Londres.

Nápoles, 28 de diciembre de 1845.

Señor de todo mi aprecio:

Por conducto del caballero Yackson se me ha hecho saber los deseos de usted relativos á conocer mi opinión sobre la actual intervención de la Inglaterra y Francia en la República Argentina; no sólo me presto gustoso a satisfacerlo, sino que lo haré con la franqueza de mi carácter y la más absoluta imparcialidad; sintiendo sólo el que el mal estado de mi salud no me permita hacerlo con la extensión que requiere este interesante asunto.

No creo oportuno entrar á investigar la justicia ó injusticia de la citada intervención, como tampoco los perjuicios que de ella resultarán á los súbditos de ambas naciones con la paralización de las relaciones comerciales, igualmente que de la alarma y desconfianza que naturalmente habrá producido en los Estados sudamericanos la ingerencia de dos naciones europeas en sus contiendas interiores, y sólo me ceñiré á demostrar si las dos naciones intervinientes conseguirán por los medios coactivos que hasta la presente han empleado el objeto que se han propuesto, es decir, la pacificación de las dos Riberas del Río de la Plata. Según mi íntima convicción, desde ya diré á usted no lo conseguirán; por el contrario, la marcha seguida hasta el día no hará otra cosa que prolongar por un tiempo indefinido los males que se tratan de evitar y sin que haya previsión humana capaz de fijar un término á su pacificación: me explicaré:

Bien sabida es la firmeza de carácter del jefe que preside la República Argentina; nadie ignora el ascendiente muy marcado que posee sobre todo en la vasta campaña de Buenos Aires y resto de las demás provincias; y aunque no dudo que en la capital tenga un número de enemigos personales, estoy convencido que bien sea por orgullo nacional, temor, o bien por la prevención heredada de los españoles contra el extranjero, ello es que la totalidad se le unirán y tomarán una parte activa en la actual contienda: por otra parte, es menester conocer (como la experiencia lo tiene ya demostrado) que el bloqueo que se ha declarado, no tiene en las nuevas repúblicas de América (sobre todo en la Argentina) la misma influencia que lo sería en Europa: él sólo afectará un corto número de propietarios, pero la masa del pueblo que no conoce las necesidades en estos países, le será bien indiferente su continuación. Si las dos potencias en cuestión quieren llevar más adelante las hostilidades, es decir, declarar la guerra; yo no dudo un momento podrán apoderarse de Buenos Aires con más o menos pérdida de hombres y gastos, pero estoy convencido que no podrán sostenerse por mucho tiempo en posesión de ella: los ganados, primer alimento, o por mejor decir, el único del pueblo, pueden ser retirados en muy pocos días á distancias de muchas leguas; lo mismo que las caballadas y demás medios de transporte; los pozos de las estancias inutilizados, en fin, formando un verdadero desierto de 200 leguas de llanuras sin agua ni leña, imposible de atravesarse por una fuerza europea, la que correrá tantos más peligros á proporción que ésta sea más numerosa, si trata de internarse.

Sostener una guerra en América con tropas europeas, no sólo es muy costoso, sino más que dudoso su buen éxito tratar de hacerla con los hijos del país; mucho dificulto y aun creo imposible encuentren quien quiera enrolarse con el extranjero.

En conclusión: con 8.000 hombres de caballería, del país y 25 o 30 piezas de artillería, fuerzas que con mucha facilidad puede mantener el general Rosas, son suficientes para tener en un cerrado bloqueo terrestre á Buenos Aires, sino también impedir que un ejército europeo de 20.000 hombres salga á 30 leguas de la capital, sin exponerse á una completa ruina por falta de todo recurso; tal es mi opinión y la experiencia lo demostrará, á menos (como es de esperar) que el nuevo ministerio inglés no cambie la política seguida por el precedente.

José de San Martín
Referencias:

(1) Gaceta Mercantil del 8 de agosto de 1846
(2) Museo Histórico Nacional, San Martín, Su correspondencia, Ba. As., 1910. ps. 135 136; y Editorial Ayacucho, Madrid. 1919. ps. 158-159.
(3) Archivo de la nación. Archivo del general Guido. Leg.11; carta del 5 de enero de 1845

                            



Fuentes:

- Leonardo Castagnino Juan Manuel de Rosas. La ley y el orden
- Castagnino Leonardo Juan Manuel de Rosas, Sombras y Verdades
- Irazusta Julio. Vida política de Juan Manuel de Rosas.t.V.p.143-261-332)
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar