lunes, 2 de febrero de 2015

01 de Febrero de 2015 Pocos casos han tenido la gravedad institucional de la muerte del fiscal Nisman Lagomarsino y la “pistola humeante”

El experto informático entró en la historia como un personaje secundario, pero cada día aparecen más detalles de un pasado dudoso que lo acercan a los manejos de los servicios y lo colocan en el punto de mira de la investigación.

Lagomarsino y la “pistola humeante”
Dudas. Las declaraciones de Diego Lagomarsino dejan presumir que sabe más de lo que cuenta.
Diego Lagomarsino, el misterioso personaje que le entregó una pistola calibre 22 al fiscal Alberto Nisman y fue la última persona que lo vio con vida, no sólo percibía 40.000 pesos por prestar servicios informáticos a la fiscalía de manera remota –es decir, sin concurrir a su lugar de trabajo–, sino que es el único miembro de esa unidad fiscal que no posee currículum presentado ante la Procuración. Desde que su nombre saltó a los medios de comunicación como la persona que le proveyó el arma con la que Nisman encontró la muerte, dos personas intachables como Marcelo Saín, fundador de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), y el abogado José Iglesias, padre de una de las víctimas de Cromañón, lo han identificado como agente de inteligencia, especialista en pinchaduras ilegales.
Si el fiscal Alberto Nisman estaba obsesionado por la seguridad informática de la dependencia a su cargo es impensable que se la haya confiado a una persona que conoció porque le hacía el mantenimiento de sus computadoras hogareñas, como sostienen Diego Lagomarsino y su abogado Maximiliano Rusconi. También es impensable que se le abonara un sueldo más elevado que a los adjuntos de Nisman, y que ni siquiera hubiese presentado un CV. Lagomarsino –que tiene más gastos de tarjeta que su abultado sueldo en la fiscalía– es representante en Argentina de la empresa Corporate IT Outsourcing Services, con sucursales en Chile y Miami. Sería bueno saber a quién pertenece esa compañía y qué clase de servicios presta, más allá de los que figuran en la web. 
Lo que los custodios de Nisman afirman, que Diego Lagomarsino era un asiduo visitante del fiscal. ¿Siempre iba a chequear las computadoras de Nisman? En ese caso, ¿por qué no hacía lo mismo con las terminales más sensibles de la Fiscalía? Los custodios sugieren que llevaba otras cosas.
Alguno de los custodios del fiscal sabía que Lagomarsino realizaba actividades no legales, amparado por su jefe verdadero, Antonio Stiusso, el ex director de Contrainteligencia de la Secretaría de Inteligencia, la ex SIDE, que acompañó como un “fantasma” la labor de Alberto Nisman en la causa AMIA.
Esa compañía le permitió al fiscal presentar extensos escritos, pero también constituyó su principal talón de Aquiles, porque no todo material de Inteligencia tiene validez probatoria en un proceso judicial.
El juez Rodolfo Canicoba Corral admitió ante el autor de esta nota que la SIDE, que debería haber funcionado como auxiliar de la Justicia para investigar el peor atentado de la historia argentina, se convirtió, en los hechos, en el conductor de la pesquisa de la Unidad Fiscal AMIA, a cuyo frente Néstor Kirchner había nombrado a Nisman en 2004.
Al igual que a Nisman, la causa AMIA catapultó a Stiusso a la fama, y al igual que a Nisman, luego ocasionó o contribuyó a su caída. La causa le proporcionó al espía más y mejores contactos con el FBI, la CIA, el Mossad israelí y los servicios alemanes.
Los WikiLeaks prueban que la línea de investigación promovida por Washington por medio de su embajada en Buenos Aires consistía en culpar a Irán. Era la línea que llevó adelante Stiusso y, por lo tanto, Nisman.
Tanto Lagomarsino como Nisman sabían que una vieja pistola 22 del año 1962 no es un arma defensiva y ni siquiera disuasoria para llevar en la gaveta, y menos “para proteger a sus hijas hasta el lunes” –como sostiene Lagomarsino–, porque las hijas de Nisman estaban en el exterior y el fiscal tenía comprado un pasaje de vuelta a Europa para la noche del lunes.
Si Nisman, verdaderamente, llamó el sábado a Lagomarsino para pedirle la pistola –y no otra cosa–, es más que evidente que el fiscal quiso dejarlo “pegado” a esa decisión que –según su ex esposa, la jueza Sandra Arroyo Salgado–, “otros le obligaron a tomar. Si Nisman realmente hubiese tomado libremente la decisión de quitarse la vida –por las razones que fuesen–, no sólo hubiese dejado cartas a sus hijas, sino al menos una posdata deslindando a Lagomarsino de toda responsabilidad por haberle facilitado la pistola. Nada de eso ocurrió. O mejor dicho, todo lo contrario: Nisman, u otra persona, dejaron a Lagomarsino con una pistola humeante en la mano. Todo un mensaje.
Si alguien quería conmocionar a la Argentina y al mundo entero con la muerte del fiscal Nisman, es indudable que lo logró sin mancharse con sangre.

01 de Febrero de 2015 El “gran hermano” global El futuro llegó hace rato, ya lo ves

En Argentina y en el mundo, las actividades de espionaje e inteligencia crecen en forma exponencial de la mano de reales, imaginadas o simuladas amenazas a la seguridad, la convivencia social y el patrimonio nacional.

El futuro llegó hace rato, ya lo ves
En su edición del 26 de enero pasado, el periódico británico The Guardianpublicó un artículo cuyo título era “El espionaje masivo es una amenaza fundamental a los derechos humanos”. El texto cita extensamente un informe de la Asamblea parlamentaria del Consejo Europeo, formada por 47 países de la Unión Europea y del ex bloque soviético, manifestando su vívida preocupación por el “alcance ilimitado de las tecnologías de avanzada usadas por EE.UU. y el Reino Unido para recoger, almacenar y analizar datos privados de los ciudadanos”. El informe sugiere que la legislación británica que permite ese espionaje es incompatible con las leyes europeas sobre derechos humanos y está claramente en contradicción con el artículo 6 sobre el derecho a un juicio justo, el artículo 8 sobre el derecho a la privacidad y el 10 sobre la libertad de expresión. “Estos derechos son las piedras fundamentales de la democracia y su violación sin el adecuado control judicial pone en peligro la vigencia de la ley.” Y agrega que “la implementación de tales medidas de vigilancia” llevaría inevitablemente al uso de “leyes secretas, tribunales secretos e interpretaciones secretas de tales leyes”. El informe, que reconoce el “valiente aporte de la denuncia de Snowden en junio de 2013”, afirma que los organismos de inteligencia europeos trabajan en estrecha relación con la NSA (Agencia Nacional de Seguridad) norteamericana por lo menos desde 1990 y han llegado al extremo de espiar las comunicaciones telefónicas de la canciller alemana Angela Merkel. El resultado es que el poder de los servicios de información ha aumentado, la capacidad de control político ha disminuido y la “máquina desbocada de vigilancia” establece su propia dinámica y sus propias leyes. 
En Canadá, un informe de la cadena CBS afirma que la agencia oficial de espionaje electrónico revisa millones y millones de mails, de uploads y downloads de usuarios de Internet de todo el mundo para encontrar sospechosos de terrorismo e intentos de conspiraciones subversivas. La cadena revela detalles de los descubrimientos de Edward Snowden sobre el programa llamado “Levitation”, que permite a los analistas de inteligencia revisar de 10 a 15 millones de descargas y/o subidas a Internet cada día. La masa de información es tan abrumadora que incluso ocurren situaciones ridículas, como cuando un analista se vio confundido por la inclusión –seguramente azarosa– de un capítulo del programa televisivo Glee.
En la Argentina democrática también se dan situaciones que revelan la presencia abierta o encubierta de la actividad de inteligencia e información sobre la población civil. Uno de los casos emblemáticos es el de Américo Balbuena, un miembro de la Inteligencia de la Policía Federal que estuvo infiltrado once años en la agencia de noticias Rodolfo Walsh, perteneciente a la Red de Medios Alternativos. El legislador por Nuevo Encuentro y ex titular de la Policía de Seguridad Aeroportuaria Marcelo Saín ha hecho notar que la Policía Federal es el único cuerpo de seguridad que desde 1983 “no ha sufrido ningún tipo de reforma o modificación institucional que erradique sus enclaves autoritarios y la ponga a tono con los parámetros de la seguridad pública democrática”. Saín recuerda también que desde el decreto-ley 9021 de 1963 que creó la orgánica del “cuerpo de informaciones de la policía Federal” ha persistido un “verdadero servicio paraestatal de informaciones e inteligencia no sujeto a ningún tipo de contralor administrativo, judicial y parlamentario”. Sus miembros se encuentran habilitados para ejercer empleos en el ámbito público y privado para “poder infiltrase y hacer espionaje sobre integrantes, actividades, relaciones y circunstancias”, y –detalle no menor– tienen prohi­bido identificarse como integrantes de ese cuerpo. 
Por su parte, la Correpi (Coordinadora contra la represión policial e institucional) comprobó en reiteradas oportunidades la existencia de actividades de inteligencia policial paralegal. En 2004, por ejemplo, tras la represión a una movilización en Plaza de Mayo con el saldo de 102 detenidos, siete de ellos fueron procesados y encarcelados con prisión preventiva. La principal “pieza acusatoria” era un informe producido por el Departamento de Seguridad del Estado de la Policía Federal, basado en tareas de inteligencia y seguimiento sobre varias organizaciones con la inclusión de material fotográfico y “fichas” personales. El informe, firmado por el comisario Cantalicio Bobadilla, concluía que “todas esas organizaciones eran en realidad frentes de masas de una única organización clandestina que pretendía desestabilizar el sistema democrático”. 
Es innegable que la complejidad, los conflictos y la competencia existente en las relaciones entre Estados y al interior de los mismos obliga a mantener sistemas de información e inteligencia que permitan a los dirigentes contar con un cuadro preciso de los entornos políticos, de las amenazas actuales y potenciales para poder adoptar medidas adecuadas a la presevacion del interés nacional. Por razones que exceden largamente los alcances de esta nota, los organismos que deberían proveer en tiempo y forma tal información han degenerado en casi todo el mundo en Estados subterráneos incrustados dentro del Estado, obedientes a sus propias y clandestinas normas, amparados en el secreto de sus funciones, en la vastedad de sus recursos financieros y tecnológicos y la impunidad legalizada de sus acciones. 
En diciembre del año pasado, el Comité Selecto del Senado de EE.UU. sobre Inteligencia, el organismo de control parlamentario de las actividades de la comunidad informativa, produjo una detallada y contundente denuncia sobre las prácticas de tortura de la CIA, el organismo norteamericano de inteligencia exterior. Pese a la conmoción política y la repercusión periodística que produjo el informe, los resultados prácticos no fueron muy alentadores, sólo el compromiso del gobierno de velar para que dichas prácticas no se repitieran en el futuro. Loables intenciones de dudoso cumplimiento. 
Es que el poder e influencia de los servicios de información va de la mano de una masa gigantesca de recursos financieros, humanos y materiales. El sistema norteamericano de espionaje cuenta con dieciséis agencias, 107 mil empleados “legales” y un presupuesto combinado de 52 mil millones de dólares, de los cuales 14 mil son para la CIA y 10 mil para la NSA. 
En Inglaterra, el MI5 (Security Service) y el MI 6 (Secret intelligence Service), junto con el GCHQ (Government Communications Head Quarters), son los órganos de información de la Corona y disponen de 1.700 millones de libras anuales para sus actividades que están amparadas, igual que las de sus colegas de la CIA por el secreto y la impunidad. 
En las novelas clásicas de espionaje, cultísimos caballeros ingleses, fríos, eficientes y austeros soviéticos, extrovertidos y arrogantes yanquis y cerebrales franceses disputaban un juego de ajedrez sobre el tablero de la guerra fría. La penetración del dispositivo enemigo era el premio mayor. En nuestro mundo orwelliano los ojos y oídos de la electrónica operada por insensibles burócratas abarcan el mundo y sus adyacencias. Y cuando la técnica no basta, siempre se puede acudir a los artesanales recursos del garrote y la picana.

01 de Febrero de 2015 Un disparo en la oscuridad

El encadenamiento de hechos que precedieron y siguieron a la muerte del fiscal Alberto Nisman y el contexto de una campaña desestabilizadora. Entre la vieja Secretaría de Inteligencia y el proyecto de una Agencia Federal.

Un disparo en la oscuridad
A dos semanas de la caratulada “muerte dudosa” del fiscal especial de la causa AMIA, Alberto Nisman, la investigación sobre las razones, las circunstancias y la manera en que dejó este mundo sigue a la espera del resultado de pericias claves que, quizás, puedan sacarla aunque sea un poco de la nebulosa en la que están envueltas. 
Lo que sí deja cada día menos espacio para las dudas es que esa muerte –ya se trate de un suicidio inducido, de un suicidio a secas o de un homicidio, como plantean las diferentes líneas de investigación– está jugando un papel clave de una estrategia destituyente, con la modalidad de los llamados “golpes blandos”, que incluye, previamente articuladas o simplemente atadas con alambre sobre la marcha, operaciones judiciales, mediáticas y de inteligencia. Porque a esta altura de los acontecimientos, sin estar mediada por la muerte de Nisman,  la denuncia por “confabulación criminal (para) decidir, negociar y organizar la impunidad de los prófugos iraníes en la causa AMIA con el propósito de fabricar la inocencia de Irán” realizada por el fiscal habría quedado enterrada como una mala pieza de dudosa construcción jurídica.
En este contexto, la decisión de Cristina Fernández de Kirchner de convocar sesiones extraordinarias en el Congreso Nacional para el tratamiento del proyecto de ley que disuelve la actual Secretaría de Inteligencia (SI) y propone la creación de una Agencia Federal de Inteligencia (AFI) –cuyo funcionamiento, por lo menos en la letra del proyecto, sería más transparente y acorde con la vida democrática– es indudablemente una maniobra defensiva del Gobierno pero, a la vez, abre la posibilidad de un importante salto en favor de la calidad institucional de la democracia argentina. “Esta es una deuda de la democracia. Tal vez me toca a mí hacer esta reforma. Hemos visto una suerte de calesita permanente de fiscales, jueces, medios de comunicación, que evidentemente ha quedado descubierta y que hay que cortar de cuajo”, dijo la Presidenta al anunciar el desmonte de la Secretaría de Inteligencia y el envío del proyecto de ley para su reemplazo por la AFI.

La secuencia. En medio del mar de especulaciones, falsas verdades, mentiras maquilladas, jugadas judiciales y bombardeo mediático montado alrededor de la muerte de Nisman y sus circunstancias, conviene recuperar una secuencia de hechos que puede servir de línea maestra para tratar de comprender lo que viene sucediendo.
 El 16 de diciembre, la Presidenta pidió las renuncias del jefe y el subjefe de la Secretaría de Inteligencia, Héctor Icazuriaga y Francisco Larcher, y designó para reemplazarlos al hasta entonces secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, y como segundo a Juan Martín Mena, hasta ese momento subsecretario de Política Criminal del Ministerio de Justicia. Con la llegada de las nuevas autoridades, fue también desplazado de su cargo el temible director de Reunión Interior de la SI, Antonio Stiusso, un hombre que había entrado en la ex SIDE en 1972 y hecho carrera durante la dictadura y los sucesivos gobiernos de Alfonsín, Menem, De la Rúa, Duhalde y Néstor Kirchner. Y un dato clave: desde hacía más de diez años, Stiusso era el agente de la SI que más estrechamente trabajaba con Nisman en la causa que investiga el atentado contra la AMIA.
 El 12 de enero, el fiscal Alberto Nisman regresó –inesperadamente o no– de un viaje que realizaba por Europa con una de sus hijas. En un mensaje de Whatsapp enviado a algunos de sus contactos más cercanos, Nisman explicó: “Debí suspender intempestivamente mi viaje de 15 años (se refiere al cumpleaños de su hija) a Europa con mi hija y volverme. Imaginarán lo que eso significa. A veces en la vida los momentos no se eligen. Simplemente las cosas suceden, y eso es por algo. Esto que voy a hacer ahora igual iba a ocurrir. Ya estaba decidido. Hace tiempo que vengo preparándome para esto, pero no lo imaginaba tan pronto. Me juego mucho en esto”. Del mensaje se desprende que Nisman no tenía previsto regresar para esa fecha. Sin embargo, la investigación de su muerte, a cargo de la fiscal Viviana Fein, pudo establecer que desde diciembre Nisman tenía un pasaje de vuelta a Buenos Aires para el 12 de enero. El mensaje y el dato son contradictorios, a no ser que Nisman hubiera ocultado a todos (incluida a su ex mujer, la jueza Sandra Arroyo Salgado, que también estaba en Europa) su intención de regresar para esa fecha.
 El 14 de enero, Nisman presentó una declaración denunciando a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, al canciller Héctor Timerman y a otros dirigentes políticos de encubrir a los iraníes acusados de haber sido los autores ideológicos del atentado contra la sede de la AMIA. La denuncia, que pedía la suspensión de la Feria Judicial, fue a parar al Juzgado de turno de María Romilda Servini de Cubría, quien rechazó el pedido.
 El 15 de enero, según el diario uruguayo El Observador, Stiusso viajó desde Montevideo –donde aparentemente descansaba desde poco después de haber sido desplazado de la SI– a Buenos Aires.
 El 18 de enero, el fiscal Alberto Nisman es hallado muerto con un disparo calibre .22 en la cabeza, en el baño de su departamento. Su cuerpo trababa la puerta del baño, impidiendo la entrada. El arma pertenecía a un colaborador informático de la Fiscalía, Diego Lagomarsino, quien declaró que Nisman se la había pedido el día anterior para protegerse.
 El 20 de enero, el Centro de Información Judicial publicó el texto completo de la denuncia de Nisman. Por su estructura y contenido, numerosos especialistas lo consideraron más un texto salido de las entrañas de un servicio de inteligencia que de la pluma de un fiscal de reconocida trayectoria y capacidad profesional.
 El 29 de enero, entrevistado por el periodista Luis Gasulla, de Perfil.com, el ex agente de la SIDE Luis Velázquez acusó a Stiusso de provocar la muerte de Nisman. “La persona que lo traicionó fue el mismo Jaime Stiusso, porque Nisman le pidió unas escuchas para completar el informe final y se las negó. Jaime le dijo que no. La denuncia es lo que dijo Pepe Eliaschev y había muchas cosas más que no aparecieron. Se vio víctima, padeció una puñalada trapera que la sufren todos los del entorno de Jaime. Se vio solo y se mató.”
Hasta aquí la sucesión de hechos, desprendida de toda la hojarasca confusional con la cual se la ha ido rodeando. Si se los pone en el contexto de una operación destituyente que articula maniobras de inteligencia, operaciones judiciales y campañas mediáticas, cualquier lector mínimamente avisado podrá sacar más de una conclusión.
Lo viejo y lo que vendrá. En la Argentina funcionan hoy más de una decena de servicios de inteligencia, además de la Secretaría de Inteligencia cuyo funcionamiento propone interrumpir el proyecto de ley anunciado por Cristina Fernández de Kirchner. La mayoría de ellos dependen de las Fuerzas Armadas y de Seguridad. Hasta hace poco, la SI era la más favorecida con los fondos destinados a tareas de inteligencia. En el Presupuesto de 2014, se le adjudicaron 1.874 millones de pesos, de los cuales 1.492 millones fueron destinados a pagar los salarios de un número desconocido de agentes. Sin embargo, en los últimos tiempos, la SI perdió ese lugar de privilegio, desplazada por el Servicio de Inteligencia del Ejército, desde donde se catapultó a la jefatura de la fuerza el general César Milani, acusado de crímenes de lesa humanidad.
Apenas recuperada la democracia, el gobierno de Raúl Alfonsín intentó depurarla, separando de su estructura a personal de las Fuerzas Armadas que la habían nutrido durante la dictadura. Pero para reformarla, a falta de expertos propios, buscó el asesoramiento de servicios secretos extranjeros, fundamentalmente franceses e israelíes, que no sólo colaboraron en la tarea sino que, al mismo tiempo, captaron agentes para su beneficio en la propia estructura de la entonces llamada SIDE. “El problema es que cuando subió el ex presidente Raúl Alfonsín al poder, al retorno de la democracia, se encontró con una Inteligencia taponada de militares. Dejó 1.200 agentes afuera, que son los que luego le hicieron la vida imposible con atentados y operaciones de prensa. El caso es que les encargó la reestructuración de los servicios de Inteligencia a la Securité francesa y al Mossad israelí. Esto es oficial, no un trascendido. Y ellos dejaron sus propios topos, y también los de la CIA”, denunció hace unos días, en una entrevista concedida al diario español Público, el abogado Juan Gabriel Labake, defensor de Alberto Kanoore Edul, acusado de comprar el vehículo que se utilizó en el atentado contra la AMIA.
En caso de aprobarse el proyecto de ley enviado por la Presidenta al Congreso (ver A favor y en contra del proyecto de ley), uno de los principales desafíos que enfrentará la nueva Agencia Federal de Inteligencia será la de formación de agentes con una capacitación profesional compatible con la vida democrática. En este sentido, el funcionamiento del área de Inteligencia de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, una fuerza creada por este gobierno, puede constituirse en una referencia importante.
El proyecto establece que el trabajo de la inteligencia nacional consiste en la obtención, reunión, sistematización y análisis de la información específica referida a hechos, riesgos y conflictos que afecten la seguridad de la Nación y sus habitantes. Y tipifica, específicamente, en qué consiste cada hecho para la prevención de amenazas internacionales provenientes del terrorismo, el narcotráfico, el tráfico de armas, la trata de personas, los cyber-delitos y los delitos contra el orden económico y financiero, así como también toda otra forma de criminalidad organizada en forma internacional. Además, se dispone que las actividades de inteligencia interna quedarán fijas a delitos federales graves. Se establece, también, que la Agencia será el órgano superior de estas tareas. Asimismo, la AFI será el órgano superior que estará a cargo de las tareas vinculadas con las escuchas que ordenen los jueces. Establece, además, la transferencia a la Procuración del Ministerio Fiscal, del Sistema de Observaciones Judiciales que hasta ahora estaba en el ámbito del Poder Ejecutivo.
Sólo en la práctica se verá si esta intención es capaz de romper con décadas de prácticas oscuras de millares de espías que, por lo general, han utilizado sus posiciones para favorecer intereses diferentes a los que marca la ley.

Lo más importante 
AFI. El proyecto plantea la creación de una Agencia Federal de Inteligencia en lugar de la Secretaría de Inteligencia.
Escuchas. El sistema de Observaciones Judiciales pasará a la órbita de la Procuración.
Contacto. Los vínculos de cualquier funcionario con la AFI se harán sólo a través de los directores del organismo.
Plazo. La Presidenta solicitó que el proyecto establezca un plazo de 90 días para entrar en vigencia.
Datos. Se crearán bancos de protección de datos y archivos para controlar la información.
Penas. se establecerán penas de 3 a 10 años de prisión para toda persona que intercepte, capte y 
desvíe ilegalmente las escuchas ordenadas por la Justicia.

01 de Febrero de 2015 ¿Cambió algo el espionaje?

Cuando se inicie el debate parlamentario sobre el proyecto de ley para la creación de la Agencia Federal de Inteligencia, ¿se ventilarán cuáles serán las doctrinas que guiarán el trabajo de los espías en el futuro?

¿Cambió algo el espionaje?
En 1930, el arquitecto Alejandro Bustillo terminó el sobrio edificio Martínez de Hoz ubicado en 25 de Mayo y avenida Rivadavia. Unos años después, Bustillo encaró el edificio de la Casa Central del Banco Nación, ubicado frente al edificio Martínez de Hoz. Cuentan que desde la oficina del Presidente de la Nación podía verse la oficina del Presidente del Banco y que solían comunicarse por señas, el hombre que manejaba los destinos del país con el hombre que manejaba los dineros. Lo interesante es que el Estado compró, en 1940, el edificio Martínez de Hoz para ocuparlo con los espías. Es decir, desde la Casa Rosada, a través de algunos pasadizos subterráneos, podían ir y venir los agentes que se ocupaban también de cosas subterráneas. En estos días, agitados, en que la Presidenta decidió enviar un proyecto de ley para modificar la actividad de los espías, cabe preguntarse si cambiará no sólo la sede, con olor a la rancia oligarquía, sino también los objetivos y métodos de las tareas que hacen los espías. 
Antes de entrar en la vertiginosa coyuntura, vale la pena detenerse en alguno de los documentos secretos que cada tanto llegan a manos de algún periodista y que revelan qué hicieron los espías argentinos en la época en que José Alfredo Martínez de Hoz era ministro de Economía. El facsímil que acompaña este artículo es una de las páginas de los protocolos que manejaban los agentes de inteligencia del destacamento de inteligencia 101 que operaba en La Plata en los tiempos de la última dictadura y que actuaba con otras bandas provenientes de la ultraderecha de esa ciudad y con otras fuerzas armadas y de seguridad. Cabe consignar que hay una diferencia muy grande entre los servicios de inteligencia estatales y los grupos de choque que circunstancialmente resultan funcionales al Estado. Así como la Concentración Nacional Universitaria sirvió para el matonaje y los crímenes en los setenta, la Liga Patriótica hizo lo propio en las huelgas de la Semana Trágica y la Patagonia Rebelde, también en alianza con fuerzas militares.
Nótese, en primer lugar, que las actividades de contrainteligencia de aquellos años tenían por objeto dos países limítrofes (Brasil y Chile) con los cuales las grandes potencias alimentaron conflictos froterizos, el Reino Unido –por Malvinas– y tres países del arco llamado socialista, la URSS, Cuba y Nicaragua. No es ningún secreto que este organigrama –salvo el Reino Unido– estaba en sintonía con los mandamientos de la Escuela de las Américas y con las actividades de la CIA en América latina. La pregunta parece obligada: ¿cambió en algo el esquema de alineamiento de la inteligencia vernácula que, entre otras cosas, espía gremialistas que trabajan en empresas norteamericanas o que borró las pistas de los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA a la medida de las visiones de la CIA y la Mossad?
Cuando se inicie el debate parlamentario sobre el proyecto que enviará la Casa Rosada al Senado en estos días, uno de los puntos salientes será el traspaso de las escuchas telefónicas de las tareas de los espías a la Procuración General de la Nación. Pero, ¿se ventilarán cuáles son las doctrinas que guiarán el trabajo de la inteligencia? Hay en la Argentina una Escuela Nacional de Inteligencia donde, se supone, quienes la cursan deben aprender geografía, relaciones internacionales, falsificación de documentos y fabricación de explosivos, entre otras materias. Pero, en un tiempo donde las tensiones mundiales se expresan entre quienes se alinean con el Pentágono y la Casa Blanca y quienes no, la sociedad debería saber en qué doctrinas y teorías abrevan quienes cumplen tareas de inteligencia. Hasta ahora, cada vez que aparecen escenarios complejos como el de la lucha contra la narcocriminalidad y la investigación de la AMIA, la autonomía de la inteligencia vernácula parece escasa. Quienes se dedican a esos temas suelen argumentar la dependencia en tecnologías sofisticadas. Eso es cierto pero no es el fondo del asunto. En América latina –por ser el patio trasero de la diplomacia y la inteligencia de Estados Unidos– los cuadros de las fuerzas de seguridad y las agencias de espionaje siguen bajo la tutela de infinidad de programas de intercambio y capacitación de distintas agencias norteamericanas. Otro elemento sobre el que debería debatirse es sobre lo que este documento titula como “AS” y que significa Antisubversión. El protocolo no tiene eufemismos: puede verse un rubro que es “Ejecución de AS”. En los juicios por delitos de lesa humanidad abundan los testimonios sobre las ejecuciones sumarias y desaparición de personas. No hay, sin embargo, una explicación sobre cuáles eran los protocolos –como éste– usados en esos años por los espías y en qué se han modificado. Lo que es más inquietante: no se sabe en realidad cuántos de los agentes de inteligencia de aquellos años lograron perduran hasta estos días. Se habla mucho de Antonio Stiuso y se da por cierto que su ingreso a la SIDE fue en 1972.
El análisis de este tipo de documentos –que por cierto deberían ser desclasificados o rescatados de los expedientes donde se juzgan criminales de lesa humanidad– debería aportar al debate sobre los cambios en los organismos de inteligencia. Una advertencia para quienes no conocen nada sobre esto y, lo mismo, pretenden descubrir primicias informativas: los cursos de formación de espías se empeñan en capacitar a sus agentes en la desinformación y la contrainformación. Ambas maniobras tienden a ocultar la verdad y a producir cambios en la agenda de la información pública. La desinformación apunta a crear confusión mientras que la contrainformación consiste en replicar a un emisor o a una corriente de pensamiento. Una de las historias apasionantes de esta última fue creada por el periodista y escritor Rodolfo Walsh quien, además, ocupó un alto cargo en la organización Montoneros en temas de Inteligencia. Walsh creó la Agencia de Noticias Clandestinas (Ancla), que difundía de modo muy rudimentario datos destinados a desnudar los crímenes de la dictadura. Lo interesante es que Walsh quiso confundir a los mandos del Ejército, sembrando algunas pistas para que creyeran que Ancla era un boletín originado en espías del Servicio de Información Naval. Las noticias de Ancla llegaban al escritorio de muchos periodistas de los grandes medios quienes tiraban puntualmente al cesto de basura esos boletines. Por esos años, el fervor de muchos editores y el miedo reinante eran casi suficientes como para relevar de la tarea de espiar uno a uno a los periodistas. Aquel intento de Walsh se explica como un método excepcional en tiempos dictatoriales. Él mismo lo explicó en el primer párrafo de su carta abierta a la junta militar, dada a conocer en marzo de 1977: “La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años”.
¿Dónde aprender Inteligencia? No todos los cursos para espías son en las sombras. Concretamente, la Secretaría de Inteligencia cuenta con una Escuela Nacional de Inteligencia, creada por el dictador Juan Carlos Onganía en 1967, cuya sede desde 1982 está en uno de los barrios más coquetos de Buenos Aires, en Libertad 1235, en un petit hotel que alguna vez fue del presidente Victorino de la Plaza, uno de los prohombres de la Argentina conservadora. En varios documentos todavía se cita a Silvia Cucovaz de Arroche, licenciada en Geografía y profesora en varias universidades, como su directora. 
La Facultad de Derecho de la Universidad de La Plata ofrece un curso de post-grado en Ayacucho 132, también en la Ciudad de Buenos Aires. El director es Miguel Ángel Tello y una de las catedráticas es la mencionada Cucovaz. La currícula del curso –anual– es ilustrativa de cuántas cosas es preciso saber para ser un espía consumado: Inteligencia, Inteligencia Estratégica, Metodología de la Investigación, Inteligencia Digital, Seguridad Humana, Seguridad Societaria y Defensa Nacional, Visión Estratégica Mundial y Tendencia del Sistema Internacional, Contexto Político Nacional: Argentina, Derechos Humanos, Planeamiento Estratégico, Terrorismo, Narcotráfico, Lavado de dinero, Crimen Organizado, Proliferación de Armas Pequeñas y de Destrucción Masiva, Migraciones Ilegales, Delitos Informáticos, Inteligencia Competitiva y Económica, Inteligencia Científico-Tecnológica e Inglés.
Es difícil saber cuánto pesa la formación académica en la vida diaria de espías que hacen cosas tan diversas como analizar conflictos bélicos en Medio Oriente o escuchar conversaciones telefónicas de ministros, sindicalistas o periodistas. Sin embargo, es interesante reparar en el artículo “El nuevo imperio”, del profesor Tello, que se nutre de una bibliografía que nada tiene en común con la visión complaciente con el país más poderoso de la Tierra. Tello cita entre otros a Atilio Borón, Michael Hardt y Antonio Negri.
Por último, una frase pronunciada por un psicoanalista puede resultar una síntesis poco esperanzadora pero dura, como suelen ser las que dicen estos profesionales en el consultorio. “Debemos concluir –le dijo el analista a un paciente– que el mundo está manejado por espías. Putin en Rusia y, hace unos años, Bush en Estados Unidos”. Efectivamente, Vladimir Putin llegó a ser el hombre más importante de la Rusia post-soviética tras haber hecho carrera en la KGB y luego al frente del Servicio Federal de Seguridad; es decir, la continuidad de la KGB. En cuanto a George Bush padre, antes de llegar a la presidencia, estuvo un tiempo al frente de la CIA. Habría que preguntarle al psicoanalista qué relación hay entre el inconsciente colectivo y los métodos engañosos y perversos que utilizan los espías. Porque pocos personajes de la ficción resultaron más fascinantes que James Bond en la historia del cine.

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Fiscales, servicios y periodistas

Cronología incompleta de una denuncia judicial y su deriva. El rol de los medios opositores. La propuesta del Gobierno Nacional y el cambio de etapa.
Por Conrado Yasenza*
Enero ha sido, casi siempre, un mes durante el cual los medios de comunicación no tienen material sensible, en términos políticos y económicos, sobre el cual escribir. Diciembre de 2014 transcurrió sin que se cumpliesen los pronósticos de caos social y económico.  La tan mentada cláusula RUFO (Rights Upon Future Offers) quedó sin efecto y la Argentina no entró en default, aunque lejos está aún de solucionarse la cuestión de los bonistas acreedores que entraron en la re-estructuración de la deuda y la pelea con los fondos buitre. No hubo rebelión policial, tampoco colapso energético del tenor de los cortes de luz ocurridos el año pasado. Las ventas en los comercios y shoppings aumentaron considerablemente, los centros turísticos registran llenos en su capacidad de alojamiento,  y el Banco Central aumentó sus reservas en el orden de los 30.700 millones de dólares .
Pero algo ocurrió en Enero, un hecho que tuvo derivaciones que adelantaron el año calendario en política y que conmocionó al conjunto de la sociedad argentina. Un hecho grave porque implica la muerte de un fiscal de la Nación cuyos vínculos con los servicios de inteligencia y la embajada de los Estados Unidos de Norteamérica han quedado evidenciados en los mails que Santiago O´Donnell reveló en su libro Argenleaks, y grave también por el impacto institucional que la denuncia del fiscal causó. ¿Puede hablarse de un intento de golpe institucional? Es probable y no puede descartarse debido a la saga de intentos de quiebre que los gobiernos kirchneristas – a veces, creando las condiciones de posibilidad por errores de apreciación política propios – han tenido que enfrentar. Este episodio es aún más grave, por las características propias del caso y por la utilización en clave de espectáculo irresponsable – tirar sangre ha dicho el operador político Fernando Carnota en TN – que combina muerte, intriga, sangre y conspiraciones. Aún más desestabilizante que la alzada agromediática de 2008. Pero además, con los datos geopolíticos y regionales que existen como dato duro, más este aporte a la confusión generalizada, ¿quién puede negarle a los lectores o escuchas que piensen en la posibilidad de nuevas formas de operar para quebrar un proceso institucional? ¿O no lo han expresado hasta renombrados políticos y gremialistas vernáculos?
Cronología incompleta de una denuncia y sus derivas:
12 de enero: el fiscal federal Alberto Nisman regresó anticipadamente de sus vacaciones de Holanda.
14 de enero: Nisman formalizó mediante una declaración la denuncia en la que acusó a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y al canciller Héctor Timerman de encubrir a los iraníes acusados de haber sido los autores ideológicos del atentado contra la sede de la AMIA. La acusación de encubrimiento se basó en, según Nisman, la redacción del Memorando de Entendimiento con Irán por medio del cual el Gobierno argentino hacía cesar los “alertas rojos” e iniciaba transacciones económicas con Irán comprándole petróleo y vendiéndoles granos y soja.  Nada de esto ocurrió: No sólo no se incrementó el comercio con Irán sino que resultó casi inexistente; los alertas rojos no cayeron y el ex secretario general de Interpol, Ronald Noble, ratificó las afirmaciones de Cancillería en cuanto a que no existió ningún pedido argentino para bajar los alertas rojos contra funcionarios iraníes imputados en la causa AMIA – se aclara que esa potestad le corresponde al juez que las solicitó -, y sostuvo que las afirmaciones del fiscal Alberto Nisman eran falsas. El canciller Héctor Timerman leyó el día viernes 16 de enero,  una carta firmada por el ex secretario general de Interpol en la que el funcionario desmintió  las afirmaciones del fiscal Alberto Nisman.
El mismo 14 de enero el fiscal fue convocado por la Comisión de Legislación Penal de la Cámara de Diputados para el día 19 para que brindara información sobre su denuncia.
18 de enero: Nisman fue encontrado muerto en su departamento del edificio Le Parc, ubicado en Puerto Madero. El cuerpo del fiscal fue hallado en el baño con una perforación de bala de calibre pequeño (22) en la cabeza.
19 de enero: El juez federal Ariel Lijo regresó anticipadamente se sus vacaciones para habilitar la feria judicial y así disponer de medidas urgentes para asegurar la prueba de las escuchas telefónicas en las que se fundan la denuncia realizada por Nisman.
La investigación de la causa quedó en manos de la fiscal Viviana Fein, titular de la Fiscalía Nacional en lo Criminal de Instrucción N°45.
La Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, a través de la Secretaria de Inteligencia de la Nación, decidió desclasificar la identidad de los agentes mencionados en la denuncia que el fiscal presentó. El trámite se realizó a través de dos notas que fueron enviadas por el titular de la Secretaría de Inteligencia, Dr. Oscar Parrilli, a la jueza federal María Servini de Cubría.
Ese mismo día la Presidenta de la Nación publicó una carta abierta en su perfil de Facebook que tituló: “AMIA. Otra vez: tragedia, confusión, mentira e interrogantes” Hacia el final del escrito, la Presidenta se preguntó "¿Quién fue el que ordenó volver al país al Fiscal Nisman el día 12 de Enero, dejando inclusive a su pequeña hija sola en el aeropuerto de Barajas, interrumpiendo vacaciones familiares y licencia en el trabajo que habían comenzado el 1ro de Enero y debían finalizar más allá del 20?".
20 de enero: La jueza Fabiana Emma Palmaghini, del juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción N° 25, fue designada en la causa por la muerte del Fiscal Alberto Nisman.
También el día 20, el Centro de Información Judicial (CIJ) publicó la versión completa de la denuncia presentada por el fiscal Alberto Nisman ante el juez Ariel Lijo.
El titular de la Bersa calibre 22 que apareció junto al cuerpo del fiscal entró en escena: Diego Lagomarsino, técnico informático de 35 años. El hombre explicó que Nisman “le pidió el arma para su seguridad porque tenía miedo.” En el programa matinal de Raúl Kollman en Radio del Plata, Marcelo Saín, creador y ex interventor en Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA)  se preguntó por qué no se investigaba más a fondo Diego Lagomarsino, ya que le facilitó el arma calibre 22 al fiscal especial de la causa AMIA, Alberto Nisman, y fue el último en tomar contacto - en dos oportunidades en el mismo día - con el fiscal. Además afirmó que no era un simple técnico informático y que recordaba que mientras estuvo al frente de la PSA, Lagomarsino le ofreció sus servicios como informante, ofrecimiento que fue desechado.
22 de enero: la Presidenta publicó en las redes sociales un texto fijando su posición sobre la denuncia del fiscal. En ese texto escribió una frase polémica que aumentó la discusión mediática sobre la comunicación oficial. “Lo usaron vivo y después lo necesitaban muerto. Así de triste y terrible” afirmó la Presidenta.
El secretario de Seguridad Sergio Berni ordenó que se iniciara un sumario administrativo a los custodios del fiscal (Policía Federal Argentina). La Presidenta había pedido que se investigara cómo habían actuado el día de la muerte del fiscal.
Aprovechamientos:
Hasta aquí una cronología no completa sobre los hechos que aún están siendo investigados. Hubo un tratamiento irresponsable sobre los acontecimientos que se sucedieron por parte de los medios del grupo Clarín y por sectores de la oposición política al gobierno nacional.
Algunas acciones, rayanas con la farsa: El diputado nacional y precandidato presidencial del Frente Renovador (FR), Sergio Massa, anunció que su espacio político se presentaría  como "querellante" en las causas vinculadas con el atentado a la AMIA y con el  "encubrimiento" por parte de la presidenta Cristina Fernández y el canciller Héctor Timerman denunciado por el fiscal Alberto Nisman, con el fin de "garantizar el funcionamiento y el ordenamiento" y –según el ex intendente de Tigre– para que "la sociedad se sienta representada.  El candidato Massa tendría que haberse informado  más ya que sólo los particulares damnificados pueden ser parte querellante o bien asociaciones que intervienen en delitos de lesa humanidad como el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS)
El periodista Jorge Lanata hizo una particular interpretación de la participación popular. Dijo “Lo que acá se está diciendo es ‘mataron a Nisman’, y prefiero adherir a la intuición popular”.
La diputada nacional Elisa Carrió (Coalición Cívica-ARI) lanzó una más de sus tantas hipótesis: “Fueron a buscar el maletín que este señor tenía en sus manos, se lo llevaron y dejaron la sangre y un hombre muerto”.
Derivas y espías:
La conmoción causada por la muerte del fiscal Nisman desplazó del centro de atención social, político y judicial – una vez más – la investigación sobre la causa AMIA, el atentado terrorista internacional más cruel que sufrió la Argentina, en el cual murieron 85 personas y 300 quedaron heridas. Como consecuencia no deseada por las laberínticas estructuras del espionaje nacional, el caso Nisman puso de relieve la función y las zonas grises de los Servicios de Inteligencia. La discusión sobre la necesidad de regular los servicios de inteligencia junto a las agencias privadas nacionales e internacionales, es una deuda de la democracia que ningún gobierno ha abordado con profundidad. Los servicios constituyen una suerte de”paquete cerrado” que incide en operaciones de orden conspirativo y que suelen quebrar las leyes políticas que reglamentan su funcionamiento, dictadas por el Congreso Nacional. Hablamos de "zonas grises" o placas tectónicas de los servicios de inteligencia que se extienden por cada una de las ramas de las fuerzas,  además de la Policía Federal y Provincial: La Armada cuenta con su Servicio de Inteligencia Naval (SIN), la Fuerza Aérea con el SIFA y el Ejército con su viejo servicio secreto militar, que se llamó Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) desde el 45 hasta el 69, que fue reorientado por Onganía para la Doctrina de Seguridad Nacional y lo bautizó Batallón 601. Así funcionó hasta el 31 de diciembre del 86. Desde inicios del 87 se llamó Centro de Reunión de Inteligencia Militar, bajo la órbita de la Jefatura II del Ejército, hasta el año pasado conducida por el General César Milani, quien también tuvo bajo su órbita a la División de Inteligencia del Estado Mayor de la Defensa J-2, la Compañía de Comandos 601 y el desmantelado Batallón 601. Todos estos datos los aporta Claudio Mardones en su nota La inteligencia argentina, niño prodigio(Revista Crisis).
El caso Nisman reveló que el fiscal trabajaba con un grupo operativo especialmente dedicado a él para realizar escuchas “pertinentes a la causa”, estructura organizada por el agente Antonio Horacio Stiles/Stiuso, alias “Jaime”, “El Ingeniero” o “El petiso”, quien forma parte de los servicios de inteligencia desde la dictadura cívico militar y que pasó por todos los gobiernos constitucionales.  La denuncia presentada por el fiscal se basa casi exclusivamente en estas escuchas y en recortes de notas periodísticas.
Servicios y periodismo
Es allí donde entra el confuso episodio  que evidencia la relación de los servicios con algunos periodistas. Fue Damián Patcher, periodista de la versión digital del diario Buenos Aires Herald, quien recibió de una fuente de su confianza la noticia de que algo ocurría en el departamento del fiscal y que luego se transformó en la confirmación de la muerte del fiscal. Patcher tuiteó la madrugada del 19 de enero que Nisman se hallaba muerto en su departamento, sin consultarlo con las autoridades tanto de la edición impresa como de la versión .com del Herald, para luego escribir una nota ya supervisada por ambos editores promediando las 2 y 30 de la madrugada. Hoy Patcher se encuentra en Israel. Se fue del país comunicándole al diario InfoBae que temía por su vida y que – según relató el editor jefe del Herald, Sebastián Lacunza en el programa de Marcelo Zlotowiazda en Radio del Plata- esto se lo habría comunicado un agente de inteligencia.
Permítame el lector un grado de sospecha, por única vez y basada en la información o el relato que realiza Pachter hoy en La Nación, bajo el título Por qué escapé de la Argentina, relato grotesco que no produce otro efecto que alimentar falsas hipótesis y especulaciones. Patcher habla de tuiter, de sus 420 seguidores iniciales que hoy son 10.000 (lo cual habla a las claras en qué mundo vivimos: En el de las industrias tecnológicas que formatean las estructuras del "ser" y "estar" en el mundo a través de ellas) Pero además relata una serie de intrigas que mentan amigos, fuentes, espías, al Gobierno Nacional operándolo con amenazas, publicaciones sobre su destino y sobre su regreso al país y enigmas sin fundamentación sobre qué hubiese ocurrido si no escribía ese tuit.  Entonces las preguntas: ¿Quién es Patcher? ¿Por qué le dieron información vital, sensible, a un ignoto periodista de una punto.com que "tenía 420 seguidores en tuiter" como todo dato? El propio Lacunza dice que Damián vivió su semana profesional más importante. ¿La "garganta profunda" de Patcher no podría tener fuertes vínculos con La Nación o Clarín? ¿Por qué se eligió a un diario de minorías y escrito en inglés para dar una información crucial? Como corolario Patcher afirma: " No tengo idea de cuándo volveré a Argentina. Ni siquiera sé si quiero volver. Lo que sí sé es que el país donde nací no es el país feliz del que solían hablarme mis abuelos judíos. Tras abandonar Argentina, descubrí que el Gobierno seguía publicando información errónea sobre mí. La cuenta de Twitter de la Casa Rosada publicó detalles del pasaje de avión que había comprado, y afirmó que me proponía regresar al país el 2 de febrero. Decían que en realidad no había escapado. La fecha de regreso de mi pasaje es para diciembre. Argentina se ha convertido en un lugar oscuro gobernado por un sistema político corrupto. Todavía no he logrado entender todo lo que me pasó en las últimas 48 horas. Nunca imaginé que mi regreso a Israel sería así"
Cuántas dudas deja este periodista que ya se encuentra en Tel Aviv: Periodista desconocido que tiene una gran fuente en la que confía, lo tuitea, se aterra, inicia un periplo de viajes tratando de escapar de los servicios, lo ayuda su amigo X, le sacan una foto al agente, la conserva, se escapa  a Israel y afirma que no cree que regrese al país.
Así es que le pedimos al público que crea en el periodismo, que éste es responsable o que debe serlo ante un hecho de máxima gravedad y hoy La Nación publica la nota de Patcher que da tanto para una película de "intriga internacional", como para un libro de "non fiction" o una clara operación político-periodística. Como me dijo un querido  y excelente periodista al que consulte sobre este hecho – no revelo su nombre porque fue una consulta personal y no deseo comprometerlo – “hay demasiada gente que siente que tiene sus cinco minutos de gloria y también un pequeño número de gente que tiene vínculos secretos. Algunas veces, ambas cosas coinciden”
Se sabe, las teorías conspirativas existen y casi siempre están al “servicio” de los deseos de quienes la pergeñan. Y esas teorías y deseos se reconfiguran en un mundo en el cual las industrias tecnológicas han puesto en crisis paradigmas propios del siglo XX. Entre ellos la experiencia metafísica del ser  y sus modos de estar en un mundo de representaciones simbólicas que están siendo reemplazadas por representaciones virtuales y virales.
Final:
Es un momento clave para realizar una profunda reforma sobre los Servicios de Inteligencia y es este gobierno quien debe hacerlo. El mismo que puso al frente de la Fiscalía Especial para la AMIA a Alberto Nisman, el mismo que tuvo en su área de agentes operativos a Stiuso hasta diciembre del año pasado, el mismo que a  través del ex presidente Néstor Kirchner inició en 2003 el proceso  de desclasificación de archivos de inteligencia; el mismo que desde agosto de 2006 “dejó sin efecto el carácter secreto de todas las leyes reservadas” (Claudio Mardones). Fueron los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández  quienes  a partir de 2008 desclasificaron los nombres del Personal Civil de Inteligencia que se desempeñó en los tres servicios secretos de las fuerzas armadas entre 1976 y 1983. Es el Gobierno de la Presidenta Cristina Fernández, que en Cadena Nacional del día 26 de Enero anunció la disolución de la SI (Secretaría de Inteligencia) y envío al Congreso un proyecto de Ley para crear la Agencia Federal de Inteligencia. Tomar la iniciativa, un rasgo característico de los gobiernos kirchneristas. Como tituló su nota el abogado y miembro de la Liga por los Derechos Humanos, Rodolfo Yanzón: “Un mensaje hacia el futuro”. Hacia el gobierno que vendrá.
*Periodista. Director de la Revista La Tecl@ Eñe http://lateclaene.wix.com/la-tecla-ene