El próximo presidente ve que el mundo se convierte en fragmentos, imágenes que no se detienen. No hay grandes relatos cuando se hace zapping. El país que viene está ahí adentro, girando en la cinta sinfín, no afuera. La TV por cable es el mundo que Menem quiere habitar. Ese ordenador social que disecciona y grilla nuestros gustos e intereses, según las reglas del mercado mundial popular conservador.
Hacia ahí miramos.
2.
Esa última noche estábamos mirando televisión y aparece el gordo Luis D’ Elia en un programa de cable. Estaban discutiendo quién iba a ser candidato a presidente, Néstor o yo. El gordo decía que le daba lo mismo, pero contó que Néstor hubiera dicho «Yo era un 4 en la facultad, Cristina, un 10». Entonces Néstor gritó: «¡Gordo traidor!»… Me dio tanta ternura cómo lo dijo, que yo salté y le di un beso en la boca. Después me dijeron que nunca me habían visto hacer eso con Néstor. Fue el último beso que le di, esa noche ¿Qué cosa rara, no? Por algo será…”
El matrimonio presidencial dirime la interna con un beso robado. Néstor no tenía que morir. Pero no podía parar. Para que la sociedad civil tuviera su merecido descanso post 2001, se necesitaba alguien que mirara los noticieros mientras caminaba en la cinta a la mañana. No me imagino a Néstor tres horas sentado mirando El señor de los anillos. La tele para él no era ocio ni distracción, menos una forma de ver el mundo, era simplemente un elemento de medición: ¿cuántos de los que nos votan están mirando Tinelli mientras baila el imitador de De Narváez?
Néstor Kirchner murió esa madrugada, después de ver a D’Elia en un programa de cable. Sin poder ver un partido de Racing con sus nietos. Sin lugar para el ocio. Sin lugar para la fantasía. Sin lugar para los débiles. Florencia le dice a Cristina: “Papá nunca se distraía, vos sí te distraés. Mirás vestidos, cuadros, películas, hablás conmigo”.
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Con Netflix estoy a full. Voy a hablar con el ingeniero porque me parece injusto esto. ¿Por qué no le ponés impuesto al que consume cable, por qué meterse con esto? Voy a pedir que lo reconsideren.”
En la era de la Ley de Medios, Cristina ve series por Internet y las comenta por Twitter. La tv on demand, las redes sociales, los smart tv, las tablets, las notebooks en doce cuotas, nos modifican como espectadores. Los medios participativos hacen que seamos parte, de alguna manera, de eso que estamos viendo. También nos constituimos como sociedad ahí, con un ojo en la cadena nacional y el otro siguiendo en simultáneo la catarata de tweets.
A través de las redes sociales la presidenta se declaró fanática de Game of Thrones. La saga épica en la que siete reinos luchan por ocupar el trono de hierro. ¿Mi personaje favorito?: la Madre de Dragones.” Daenerys Targaryen la Khaleesi. Aunque su aspecto la hace parecer frágil, lleva en su sangre la fuerza de una emperadora. Deja de ser hermana y esposa, para convertirse en la madre de los dragones y líder de un ejército que esclavos que va liberando a medida que conquista nuevas ciudades.
Cristina se identifica con la Evita del continente de Poniente y su épica guerrera. Poder, traición, sangre, sexo y dragones, se entremezclan en esta superproducción de escala mundial, que mide su popularidad en millones de espectadores, mientras se viraliza en las redes sociales.
El mundo ya no se ve a través de la cinta sin fin del zapping, ni caminando en la cinta a la mañana. La red nos permite ser parte del mundo sin abrir (demasiado) las importaciones.
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Entre mis pasatiempos se encuentran las plantas y las aves, la naturaleza y lo relacionado con ella, el cielo y el tiempo. Me gusta leer, conocer y saber sobre estos temas. Soy adepto a la lectura y a conversaciones de temas ajenos a la política, disfruto del diálogo espontáneo con la gente y con amigos de toda mi vida.” Es difícil pensar que Fernando De la Rúa alguna vez vio tv sentado en su sofá. Por eso se chocó con el decorado en el show de Videomatch.
Apágalo, enciéndelo / no puedo seguir así / acuéstate, levántate, apágalo, enciéndelo 
no puedo seguir así
* Poeta y militante bahiense