"El conocido showman invitó a su programa de radio a Yusnaby Pérez, un supuesto 'bloguero independiente' cubano que reconocía abiertamente que es Cubanet quien paga sus crónicas contra el Gobierno de su país. Pero ni el presentador (Jorge Lanata) ni los otros tres entrevistadores del programa preguntaron al invitado qué es Cubanet, un dato que habría sido importante para la audiencia. Porque Cubanet es un proyecto creado por el Gobierno de EEUU y financiado, desde 1994, con asignaciones anuales de las agencias norteamericanas USAID y NED. Yusnaby Pérez, por tanto, no es un 'bloguero independiente', sino un asalariado altamente 'dependiente' de la Casa Blanca", aseguró Cuba Información
jueves, 13 de noviembre de 2014
En Cuba desmintieron "al showman argentino Jorge Lanata"
El portal "Cuba Información" criticó un reciente informe de Jorge Lanata.
"El conocido showman invitó a su programa de radio a Yusnaby Pérez, un supuesto 'bloguero independiente' cubano que reconocía abiertamente que es Cubanet quien paga sus crónicas contra el Gobierno de su país. Pero ni el presentador (Jorge Lanata) ni los otros tres entrevistadores del programa preguntaron al invitado qué es Cubanet, un dato que habría sido importante para la audiencia. Porque Cubanet es un proyecto creado por el Gobierno de EEUU y financiado, desde 1994, con asignaciones anuales de las agencias norteamericanas USAID y NED. Yusnaby Pérez, por tanto, no es un 'bloguero independiente', sino un asalariado altamente 'dependiente' de la Casa Blanca", aseguró Cuba Información
"El conocido showman invitó a su programa de radio a Yusnaby Pérez, un supuesto 'bloguero independiente' cubano que reconocía abiertamente que es Cubanet quien paga sus crónicas contra el Gobierno de su país. Pero ni el presentador (Jorge Lanata) ni los otros tres entrevistadores del programa preguntaron al invitado qué es Cubanet, un dato que habría sido importante para la audiencia. Porque Cubanet es un proyecto creado por el Gobierno de EEUU y financiado, desde 1994, con asignaciones anuales de las agencias norteamericanas USAID y NED. Yusnaby Pérez, por tanto, no es un 'bloguero independiente', sino un asalariado altamente 'dependiente' de la Casa Blanca", aseguró Cuba Información
JOSÉ HERNÁNDEZ
"Yo he conocido cantores
que era un gusto el escuchar;
mas no quieren opinar
y se divierten cantando;
pero yo canto opinando
que es mi modo de cantar".
("Martin Fierro)
José Hernándes nació el 10 de noviembre de 1834. Su padre se llamaba Rafael y pertenecía a una familia federal; su madre era Isabel Pueyrredón y pertenecía a una familia unitaria; el niño nació en el caserío de Perdriel, hoy partido de San Martín, y quedó al cuidado de sus tíos Victoria y Mariano Pueyrredón, cuando sus padres se fueron al campo para trabajar en una estancia de propiedad de Rosas. Hacia 1840 al arreciar la represión rosista contra los unitarios, los tíos de José deben emigrar, razón por la cual el niño queda a cargo de su abuelo paterno, José Hernández Plata, federal convencido. Según consta en archivos y diarios, estudió en el Liceo Argentino de San Telmo, dirigido por Pedro Sánchez hasta que abandona Buenos Aires aquejado por un mal al pecho, para reunirse con su padre en una estancia de Camarones. Previamente, en 1843, había muerto su madre, a la que no veía desde muy pequeño, y a la que probablemente no recordaba.
No es preciso destacar el clima de violencia política en que transcurrieron esos primeros años de la vida del poeta, así como los desgarramientos afectivos provocados también por razones políticas. Sea como fuere, junto a su padre logra cierta estabilidad y se despierta en él el amor al campo y el conocimiento del mundo campero. Entre tanto, había nacido su hermano Rafael, el que sería su primer biógrafo.
A la caída de Rosas, José se separa de su padre, que continúa en las faenas rurales hasta su muerte acaecida en 1857. José se interna en Buenos Aires, sacudida por todos los vientos después de Caseros. Su primera acción digna de ser recordada, y que al mismo tiempo implica una ruptura con sus padres, consiste en ponerse a las órdenes del coronel Pedro Rosas y Belgrano (hijo adoptivo de Juan Manuel), que enfrenta a las fuerzas de Hilario Lagos, militar rosista alzado contra el gobierno unitario de Valentín Alsina. Para algunos, el haber adoptado este partido guarda cierto paralelismo con la actuación de Pedro Rosas: en ambos sería algo así como un parricidio. De todos modos, la experiencia le abre el camino a la política y la batalla de San Gregorio en la que Lagos deshizo a sus represores, parece haber dejado en él ciertos recuerdos que, muy posiblemente, reaparecen en algunos versos de la primera parte del poema. O Para otros, esta forma de ingresar en la política se explica por su juventud y no tiene valor de definición; en todo caso, habla de la complejidad de los planteos después de Caseros, entre Buenos Aires, regida por unitarios (Mitre detrás de todos ellos), y la Confederación acaudillada por Urquiza.
Justamente, este conflicto separa hombres que en la oposición habían estado unidos, como Sarmiento yAlberdi; este último se convierte en el ideólogo de la Confederación e, indirectamente, serán sus ideas las que manejará en el futuro Hernández. Los rosistas no cejan en su intento de recuperar el poder hasta 1856 en que las tentativas de Flores y Costa terminan en la matanza de Villamayor por orden del gobernador Pastor Obligado. Pero antes, en 1854, el oficialismo vence a Lagos en El Tala, y Hernández, a raíz de un duelo, abandona las filas. En ese mismo año de 1856, según informa Beatriz Bosch (La Prensa, 1964), se lo encuentra en Paraná trabajando como empleado de comercio.
Otros biógrafos (Chávez) lo sitúan en Buenos Aires hasta 1858, y a partir de entonces en Paraná; Chávez, incluso, lo hace colaborar en La Reforma Pacífica, diario creado en 1856 y dirigido por Nicolás Calvo, jefe del Partido Reformista (confederacionista y federal, llamado "chupandino"), hecho que Beatriz Bosch pone en duda. Es lógico suponer, no obstante, que ya sea desde Paraná, ya desde Buenos Aires, simpatizaba con ese partido y que aún pudo colaborar desde lejos si en realidad no lo hizo desde cerca. El reformismo combatía contra el mitrismo, a cuyos partidarios se designaba con el mote de "pandilleros".
Los conflictos entre la confederación y Buenos Aires llegan a un grado extremo y se produce la Batalla de Cepeda, en la cual Hernández pelea como capitán. Triunfo de Urquiza, quien llega hasta San José de Flores. A continuación Hernández se retira del ejército y obtiene el cargo de oficial de contaduría, pasando poco después a ser taquígrafo del senado.
En Paraná lo bautizan "Matraca" que le dura hasta 1873 que empiezan a llamarlo "Martín Fierro".
Asiste a la convención reformadora de 1860, donde conoce a Sarmiento. Pero en la próxima vuelta el triunfo es de Bs. As; es en Pavón y la derrota de Urquiza es inexplicable; en sus filas revistan José y Rafael Hernández.
Disueltos los poderes de Paraná, Hernández se dedica al periodismo, en el Argentino, como tantos otros célebres argentinos. El 8 de junio de 1863 se casa con Carolina del Solar. En el mismo año es asesinado Angel Vicente Peñaloza, mítico montonero riojano, lo cual motiva una serie de artículos de Hernández recopilados con el título de Vida del "CHACHO" violento ataque a Sarmiento.
Posteriormente (febrero de 1867) se lo ve en Corrientes como ministro del gobernador López, federal y urquicista. Permanece allí, ocupando diversos cargos, hasta que López es derrocado en 1868 por fuerzas mitristas, ante la pasividad de Urquiza. Redacta el Eco de Corrientes y es decidido partidario de López Jordán, que asiste al gobernador López en la defensa de su gobierno. Desde ese diario combate la candidatura presidencial de Sarmiento pero ello no le impide trasladarse a Bs. As donde fundará el diario El Río de La Plata, decidido a oponerse a ese gobernante y cuyo programa parece un anticipo del Martín Fierro.
El diario sale durante ocho meses. Presumiblemente en octubre de 1870 regresa a Paraná para unirse a López Jordán. En 1872 regresa a Bs. As. vía Montevideo, luego de estar prófugo junto a López Jordán de una guerra declarada por Entre Ríos, preocupado por la peste del 71 ya que su familia residía en ese lugar. Allí recibe la visita de Antonio Lussich, que le muestra versos en "estilo campero".
El 28 de noviembre sale el poema que luego aparece en forma de folleto editado por la imprenta "La Pampa". A pesar de esto sigue su pelea con Sarmiento, huye a Montevideo donde se reencuentra con López Jordán; y Sarmiento pone precio a sus cabezas: $100.000 la de López Jordán y $1.000 la de Hernández.
En 1879 es elegido diputado provincial y edita La Vuelta Del Martín Fierro.
En 1881 publica su Instrucción del Estanciero, y en 1885 es elegido senador.
El 21 de octubre de 1886 murió en Belgrano. Sus últimas palabras dirigidas a su hermano Rafael fueron: Buenos Aires. Buenos Aires...
que era un gusto el escuchar;
mas no quieren opinar
y se divierten cantando;
pero yo canto opinando
que es mi modo de cantar".
("Martin Fierro)
José Hernándes nació el 10 de noviembre de 1834. Su padre se llamaba Rafael y pertenecía a una familia federal; su madre era Isabel Pueyrredón y pertenecía a una familia unitaria; el niño nació en el caserío de Perdriel, hoy partido de San Martín, y quedó al cuidado de sus tíos Victoria y Mariano Pueyrredón, cuando sus padres se fueron al campo para trabajar en una estancia de propiedad de Rosas. Hacia 1840 al arreciar la represión rosista contra los unitarios, los tíos de José deben emigrar, razón por la cual el niño queda a cargo de su abuelo paterno, José Hernández Plata, federal convencido. Según consta en archivos y diarios, estudió en el Liceo Argentino de San Telmo, dirigido por Pedro Sánchez hasta que abandona Buenos Aires aquejado por un mal al pecho, para reunirse con su padre en una estancia de Camarones. Previamente, en 1843, había muerto su madre, a la que no veía desde muy pequeño, y a la que probablemente no recordaba.
No es preciso destacar el clima de violencia política en que transcurrieron esos primeros años de la vida del poeta, así como los desgarramientos afectivos provocados también por razones políticas. Sea como fuere, junto a su padre logra cierta estabilidad y se despierta en él el amor al campo y el conocimiento del mundo campero. Entre tanto, había nacido su hermano Rafael, el que sería su primer biógrafo.
A la caída de Rosas, José se separa de su padre, que continúa en las faenas rurales hasta su muerte acaecida en 1857. José se interna en Buenos Aires, sacudida por todos los vientos después de Caseros. Su primera acción digna de ser recordada, y que al mismo tiempo implica una ruptura con sus padres, consiste en ponerse a las órdenes del coronel Pedro Rosas y Belgrano (hijo adoptivo de Juan Manuel), que enfrenta a las fuerzas de Hilario Lagos, militar rosista alzado contra el gobierno unitario de Valentín Alsina. Para algunos, el haber adoptado este partido guarda cierto paralelismo con la actuación de Pedro Rosas: en ambos sería algo así como un parricidio. De todos modos, la experiencia le abre el camino a la política y la batalla de San Gregorio en la que Lagos deshizo a sus represores, parece haber dejado en él ciertos recuerdos que, muy posiblemente, reaparecen en algunos versos de la primera parte del poema. O Para otros, esta forma de ingresar en la política se explica por su juventud y no tiene valor de definición; en todo caso, habla de la complejidad de los planteos después de Caseros, entre Buenos Aires, regida por unitarios (Mitre detrás de todos ellos), y la Confederación acaudillada por Urquiza.
Justamente, este conflicto separa hombres que en la oposición habían estado unidos, como Sarmiento yAlberdi; este último se convierte en el ideólogo de la Confederación e, indirectamente, serán sus ideas las que manejará en el futuro Hernández. Los rosistas no cejan en su intento de recuperar el poder hasta 1856 en que las tentativas de Flores y Costa terminan en la matanza de Villamayor por orden del gobernador Pastor Obligado. Pero antes, en 1854, el oficialismo vence a Lagos en El Tala, y Hernández, a raíz de un duelo, abandona las filas. En ese mismo año de 1856, según informa Beatriz Bosch (La Prensa, 1964), se lo encuentra en Paraná trabajando como empleado de comercio.
Otros biógrafos (Chávez) lo sitúan en Buenos Aires hasta 1858, y a partir de entonces en Paraná; Chávez, incluso, lo hace colaborar en La Reforma Pacífica, diario creado en 1856 y dirigido por Nicolás Calvo, jefe del Partido Reformista (confederacionista y federal, llamado "chupandino"), hecho que Beatriz Bosch pone en duda. Es lógico suponer, no obstante, que ya sea desde Paraná, ya desde Buenos Aires, simpatizaba con ese partido y que aún pudo colaborar desde lejos si en realidad no lo hizo desde cerca. El reformismo combatía contra el mitrismo, a cuyos partidarios se designaba con el mote de "pandilleros".
Los conflictos entre la confederación y Buenos Aires llegan a un grado extremo y se produce la Batalla de Cepeda, en la cual Hernández pelea como capitán. Triunfo de Urquiza, quien llega hasta San José de Flores. A continuación Hernández se retira del ejército y obtiene el cargo de oficial de contaduría, pasando poco después a ser taquígrafo del senado.
En Paraná lo bautizan "Matraca" que le dura hasta 1873 que empiezan a llamarlo "Martín Fierro".
Asiste a la convención reformadora de 1860, donde conoce a Sarmiento. Pero en la próxima vuelta el triunfo es de Bs. As; es en Pavón y la derrota de Urquiza es inexplicable; en sus filas revistan José y Rafael Hernández.
Disueltos los poderes de Paraná, Hernández se dedica al periodismo, en el Argentino, como tantos otros célebres argentinos. El 8 de junio de 1863 se casa con Carolina del Solar. En el mismo año es asesinado Angel Vicente Peñaloza, mítico montonero riojano, lo cual motiva una serie de artículos de Hernández recopilados con el título de Vida del "CHACHO" violento ataque a Sarmiento.
Posteriormente (febrero de 1867) se lo ve en Corrientes como ministro del gobernador López, federal y urquicista. Permanece allí, ocupando diversos cargos, hasta que López es derrocado en 1868 por fuerzas mitristas, ante la pasividad de Urquiza. Redacta el Eco de Corrientes y es decidido partidario de López Jordán, que asiste al gobernador López en la defensa de su gobierno. Desde ese diario combate la candidatura presidencial de Sarmiento pero ello no le impide trasladarse a Bs. As donde fundará el diario El Río de La Plata, decidido a oponerse a ese gobernante y cuyo programa parece un anticipo del Martín Fierro.
El diario sale durante ocho meses. Presumiblemente en octubre de 1870 regresa a Paraná para unirse a López Jordán. En 1872 regresa a Bs. As. vía Montevideo, luego de estar prófugo junto a López Jordán de una guerra declarada por Entre Ríos, preocupado por la peste del 71 ya que su familia residía en ese lugar. Allí recibe la visita de Antonio Lussich, que le muestra versos en "estilo campero".
El 28 de noviembre sale el poema que luego aparece en forma de folleto editado por la imprenta "La Pampa". A pesar de esto sigue su pelea con Sarmiento, huye a Montevideo donde se reencuentra con López Jordán; y Sarmiento pone precio a sus cabezas: $100.000 la de López Jordán y $1.000 la de Hernández.
En 1879 es elegido diputado provincial y edita La Vuelta Del Martín Fierro.
En 1881 publica su Instrucción del Estanciero, y en 1885 es elegido senador.
El 21 de octubre de 1886 murió en Belgrano. Sus últimas palabras dirigidas a su hermano Rafael fueron: Buenos Aires. Buenos Aires...
OBRAS: Martín Fierro.
Una nueva conciencia. - Un folleto humilde en cuya portada puede leerse" El gaucho Martín Fierro, por José Hernández", fue impreso en la Imprenta de La Pampa en 1872. Siete años después la librería del Plata presenta la primera edición, adornada con diez minas, de la vuelta de Martín Fierro, del mismo autor. Entre ambas un‚ éxito de público, que no había tenido antecedentes en él Río de la Plata, ni por su extensión, ni por su composición social. En "Cuatro palabras de conversación con los lectores", que encabeza la Vuelta, Hernández informa que de la primera parte de su poema se han sucedido once ediciones, con un total de 48000 ejemplares. Anuncia, al mismo tiempo, que del presente folleto se tiraron 20.000 ejemplares. El hecho, que no dejó de despertar la perplejidad de sus contemporáneos, altera con un solo impulso la relación entre las obras que hasta ese momento habían sido escritas en la Argentina (o por argentinos) y para las que los románticos Echeverría y Gutiérrez habían propagandizado el nombre de literatura nacional. Ida y Vuelta de Martín Fierro confirmaban a la vez la popularidad de una forma (que luego se denominará gauchesca), la oportunidad de una denuncia sobre la condición social del gaucho, y la transformación literaria del saber y la experiencia rurales.
Cada una de estas tres líneas existían antes de Martín Fierro por separado y, en ocasiones, precariamente entrecruzadas. Pero su confluencia en el poema de Hernández produce un efecto nuevo, a la vez literario e ideológico. Podría agregarse: de ideología literaria, porque Martín Fierro -propone, en una estructura formal que no es la del realismo del siglo XIX, una representación realista. Cómo se produce esta alquimia en la escritura de un periodista y político de segunda fila, militante casi siempre en el bando de la derrota?
Hay que presuponer en Martín Fierro un nuevo tipo de conciencia. La mera yuxtaposición de las tres líneas enumeradas no podría haber producido ni la perdurabilidad estética ni la fuerza de su denuncia. O para decirlo más precisamente: que la fuerza de sus contenidos sociales provenga especialmente de su sorprendente ajuste verbal y narrativo, induce a pensar que José Hernández modifica, a veces de modo radical, tanto la tradición en la cual proyecta inscribirse, inaugurada por Hidalgo, como la denuncia que compartía con Diego Gregorio de la Fuente, con Nicasio Oroño, con Vicente Quesada, con Emilio Castro. Las flexiones particulares del programa social -las veremos enseguida- parecen anunciar la peculiar inscripción de su poema en la gauchesca, están destinadas a confirmar, al mismo tiempo, una comunidad cultural con el conjunto de saberes, decires y creencias rurales: la "sabiduría del pueblo", reivindicada en el Martín Fierro en oposición a la "ciencia" urbana: Porque esto tiene otra llave Y el gaucho tiene su ciencia.
Como palanca central de esta conciencia más intensa de lo rural literario y sociológico, en el Martín Fierro se elige un lenguaje. No se mimetiza ingenuamente por el acopio de interjecciones y modismos, ni por la prolijidad lexicográfica de acciones, costumbres, comidas y diversiones, con una jerga rústica que hablada por los gauchos significaría el alma de "lo gauchesco". La lengua del Martín Fierro está constituida por un conjunto no demasiado abigarrado de peculiaridades fonéticas, un puñado de arcaísmos y Americanismos y una sintaxis que elude la subordinación. Se define esencialmente por el sistema de metáforas (Hernández fue consciente de ello, como lo demuestra en sus prólogos), por el sistema de connotación, por los desplazamientos de la ironía.
El Martín Fierro, construyéndose a partir de las convenciones de la poesía gauchesca, las modifica por la recolocación de esas formas en una nueva ideología literaria y por la explicación de un programa social. Se ven enseguida los cambios operados en la convención y los desplazamientos de sentimientos, ideas, actitudes y enunciados. De este modo el material del poema, al organizar un sistema de ideas, una retórica, un saber rural y una lengua, se inscribe en la tradición gauchesca de Hidalgo a Ascasubi, pero diferenciándose de ella. Al mismo tiempo retoma los temas que Hernández haba expuesto en sus artículos en El Río de la Plata, proporcionándoles una fuerza demostrativa que se genera en las peripecias de la narración y en la perfecta representación literaria. Un nuevo tipo de conciencia sobre el gaucho (y no sólo sobre sus desdichas, sino más globalmente sobre lo rural) se impone al público culto después de la publicación del Martín Fierro, Y es, precisamente, este nuevo tipo de conciencia la que gana a sus oyentes rurales, los destinatarios de aquellos ejemplares del folleto que, según la versión ya clásica, lo compraban en las pulperías, entremezclado con cajas de velas y latas de sardinas.
Vida del "CHACHO".
"La Pampa".
La Vuelta Del Martín Fierro.
En 1881 publica su Instrucción del Estanciero.
Fuente: www.lagazeta.com.ar
Una nueva conciencia. - Un folleto humilde en cuya portada puede leerse" El gaucho Martín Fierro, por José Hernández", fue impreso en la Imprenta de La Pampa en 1872. Siete años después la librería del Plata presenta la primera edición, adornada con diez minas, de la vuelta de Martín Fierro, del mismo autor. Entre ambas un‚ éxito de público, que no había tenido antecedentes en él Río de la Plata, ni por su extensión, ni por su composición social. En "Cuatro palabras de conversación con los lectores", que encabeza la Vuelta, Hernández informa que de la primera parte de su poema se han sucedido once ediciones, con un total de 48000 ejemplares. Anuncia, al mismo tiempo, que del presente folleto se tiraron 20.000 ejemplares. El hecho, que no dejó de despertar la perplejidad de sus contemporáneos, altera con un solo impulso la relación entre las obras que hasta ese momento habían sido escritas en la Argentina (o por argentinos) y para las que los románticos Echeverría y Gutiérrez habían propagandizado el nombre de literatura nacional. Ida y Vuelta de Martín Fierro confirmaban a la vez la popularidad de una forma (que luego se denominará gauchesca), la oportunidad de una denuncia sobre la condición social del gaucho, y la transformación literaria del saber y la experiencia rurales.
Cada una de estas tres líneas existían antes de Martín Fierro por separado y, en ocasiones, precariamente entrecruzadas. Pero su confluencia en el poema de Hernández produce un efecto nuevo, a la vez literario e ideológico. Podría agregarse: de ideología literaria, porque Martín Fierro -propone, en una estructura formal que no es la del realismo del siglo XIX, una representación realista. Cómo se produce esta alquimia en la escritura de un periodista y político de segunda fila, militante casi siempre en el bando de la derrota?
Hay que presuponer en Martín Fierro un nuevo tipo de conciencia. La mera yuxtaposición de las tres líneas enumeradas no podría haber producido ni la perdurabilidad estética ni la fuerza de su denuncia. O para decirlo más precisamente: que la fuerza de sus contenidos sociales provenga especialmente de su sorprendente ajuste verbal y narrativo, induce a pensar que José Hernández modifica, a veces de modo radical, tanto la tradición en la cual proyecta inscribirse, inaugurada por Hidalgo, como la denuncia que compartía con Diego Gregorio de la Fuente, con Nicasio Oroño, con Vicente Quesada, con Emilio Castro. Las flexiones particulares del programa social -las veremos enseguida- parecen anunciar la peculiar inscripción de su poema en la gauchesca, están destinadas a confirmar, al mismo tiempo, una comunidad cultural con el conjunto de saberes, decires y creencias rurales: la "sabiduría del pueblo", reivindicada en el Martín Fierro en oposición a la "ciencia" urbana: Porque esto tiene otra llave Y el gaucho tiene su ciencia.
Como palanca central de esta conciencia más intensa de lo rural literario y sociológico, en el Martín Fierro se elige un lenguaje. No se mimetiza ingenuamente por el acopio de interjecciones y modismos, ni por la prolijidad lexicográfica de acciones, costumbres, comidas y diversiones, con una jerga rústica que hablada por los gauchos significaría el alma de "lo gauchesco". La lengua del Martín Fierro está constituida por un conjunto no demasiado abigarrado de peculiaridades fonéticas, un puñado de arcaísmos y Americanismos y una sintaxis que elude la subordinación. Se define esencialmente por el sistema de metáforas (Hernández fue consciente de ello, como lo demuestra en sus prólogos), por el sistema de connotación, por los desplazamientos de la ironía.
El Martín Fierro, construyéndose a partir de las convenciones de la poesía gauchesca, las modifica por la recolocación de esas formas en una nueva ideología literaria y por la explicación de un programa social. Se ven enseguida los cambios operados en la convención y los desplazamientos de sentimientos, ideas, actitudes y enunciados. De este modo el material del poema, al organizar un sistema de ideas, una retórica, un saber rural y una lengua, se inscribe en la tradición gauchesca de Hidalgo a Ascasubi, pero diferenciándose de ella. Al mismo tiempo retoma los temas que Hernández haba expuesto en sus artículos en El Río de la Plata, proporcionándoles una fuerza demostrativa que se genera en las peripecias de la narración y en la perfecta representación literaria. Un nuevo tipo de conciencia sobre el gaucho (y no sólo sobre sus desdichas, sino más globalmente sobre lo rural) se impone al público culto después de la publicación del Martín Fierro, Y es, precisamente, este nuevo tipo de conciencia la que gana a sus oyentes rurales, los destinatarios de aquellos ejemplares del folleto que, según la versión ya clásica, lo compraban en las pulperías, entremezclado con cajas de velas y latas de sardinas.
Vida del "CHACHO".
"La Pampa".
La Vuelta Del Martín Fierro.
En 1881 publica su Instrucción del Estanciero.
Fuente: www.lagazeta.com.ar
miércoles, 12 de noviembre de 2014
Una crónica del juicio de Monte Quemado El grito santiagueño
La primera semana del juicio por el asesinato del joven campesino Cristian Ferreyra se dirimió entre la calle y el Tribunal. Largos debates y movilizaciones masivas, pedidos de nulidad y cortes de ruta, testimonios desgarradores y mucha prensa. Pero en Monte Quemado, ciudad cabecera del departamento Copo, ubicada en el extremo noreste de la provincia de Santiago del Estero, se siente que se está ante un juicio histórico.
Por primera vez un empresario sojero es acusado como responsable en un crimen cuyo trasfondo es el conflicto por la tierra. Al mismo tiempo, la participación como querellante del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase) transforma al proceso en un foro público de discusión sobre los agronegocios, sobre la violencia que genera el capitalismo extractivo, sobre la tenencia de la tierra y la producción de alimentos para la población.
El 16 de noviembre de 2011, Francisco Javier Juárez, nacido y criado en el Paraje La Firmeza, fue en su moto Honda Stone negra hasta el rancho de César Darío Godoy, ubicado en el Paraje Campo de Mayo. Juárez era empleado del empresario José Antonio Ciccioli. Y tenía una escopeta. Godoy había invitado a almorzar a su primo Cristian Ferreyra. Ambos formaban parte del Movimiento Campesino. Juárez entró al terreno, les pidió que salieran a conversar, y cumplió las amenazas que venía anunciando hacía varios meses. Los baleó. A sus 23 años, Cristian murió desangrado esa misma tarde, frente a su esposa Ángela Beatriz y su hijo Matías, de dos años. Darío sobrevivió de milagro.
Casi tres años después, el martes 4 de noviembre, la presidenta de la Cámara del Crimen de Primera Nominación, doctora Élida Suárez de Bravo, dio inicio al juicio con la lectura de la requisitoria elaborada por el Ministerio Público. Por decisión del Tribunal se alquiló un salón de fiestas que adaptaron para la ocasión. Los ochenta lugares previstos para el público se colmaron de veedores, periodistas e invitados de la querella. En primera fila se ubicó la enorme Nora Cortiñas. También llegaron respresentantes del CELS y de distintas organizaciones sociales y de derechos humanos. Afuera, una multitud de mil campesinos poblada de banderas y surgida del monte esperaba por justicia entre discursos, consignas y chacareras. Era una ampliación del campo de batalla en esta guerra por el m2.
La primera audiencia estuvo íntegramente dedicada a discusiones de tipo procedimental. De un lado, los tres abogados defensores presentaron sendos recursos de nulidad por supuestas incongruencias en la instrucción de la fiscalía, que fueron rechazados por el Tribunal. Por su parte, la querella, conformada por los representantes legales del Mocase, vio limitada su participación durante el proceso: podían presentar y controlar pruebas, pero no estaban autorizados a elaborar alegato ni proponer penas. Un desliz del equipo jurídico campesino durante la etapa de instrucción del proceso determinó esta decisión técnica con lamentables consecuencias políticas.
Enterados de la limitante interpuesta por el Tribunal, el Movimiento Campesino decidió cortar la ruta nacional 16. Los abogados Oscar Rodríguez (miembro de la APDH de La Plata) y Natalia Gramajo deliberaron con los militantes del Mocase cómo reaccionar. No les parecía justo que formalidades corporativas estuvieran por encima del derecho a querellar de los campesinos. El torniquete judicial se estrechaba y los excluía del proceso. Tal vez, un acto de fuerza podría conmoverlos. Así las cosas, se decidió continuar el debate al interior del recinto.
Oscar Rodríguez pidió a los jueces revisar el criterio. En una larga exposición, por momentos airada, enhebró argumentos académicos y jurisprudencias varias. Puso en primer plano el derecho de las víctimas y mencionó la importancia simbólica de su representado Sergio Ferreyra, que también fuera herido aquel 16 de noviembre, por su condición de militante del Mocase. Citó declaraciones, artículos y estatutos de legislaciones internacionales referidas a los derechos humanos que amplían el acceso a la Justicia. Aun así, los jueces resolvieron “no hacer lugar a la petición formulada porque de lo contrario el acusado se vería sorprendido por una acusación desconocida de la cual no pudo defenderse”.
Fue entonces cuando, desde el público presente en la sala, surgió un alarido de protesta. Deolinda Carrizo, más conocida como la Deo, llegada desde Quimilí, dijo: “Su Señoría: ahí aparece el Mocase, el Movimiento Campesino de Santiago del Estero está metido en ese expediente. ¡Queremos tener nuestra voz!”. La presidenta del Tribunal respondió desde su micrófono: “Si me permite, señora, el Movimiento Campesino está representado por sus abogados. ¿Ustedes piden justicia? Dejennos seguir”. Otra vez Oscar Rodríguez pidió la palabra, para insistir con su reclamo. “Les pido a los compañeros del Movimiento Campesino que escuchen en silencio, pero el tribunal debe también escuchar al pueblo y especialmente a su parte más humilde, porque la democracia es disenso y hay que asumir ese conflicto. Señora presidente, yo represento la palabra del Movimiento Campesino en este juicio y exigimos nuestro derecho a alegar”. Aplausos. La jueza pidió silencio. Se enojó. La Justicia privilegiaba guardar sus formas.
Sobre el final de la jornada fueron llamados a declarar los seis imputados por el crimen. Además del asesino Francisco Javier Juárez, se acusa a sus hermanos Walter y Victor Hugo Juárez, y a Mario y Carlos Abregú, como miembros de la banda parapolicial al servicio del empresario José Antonio Ciccioli. Todos se negaron a hablar.
Durante el miércoles 5 y el jueves 6 se escucharon numerosos testimonios que hicieron foco en reconstruir los hechos y sus motivaciones. Emotivos y determinantes fueron los de Mirta Noemí Salto (la madre), Ángela Beatriz Juárez (la viuda) y Sergio Javier Ferreyra (el primo).
Mirta contó que, mientras agonizaba, Cristian le confesó: “Mamita, me han baleado porque le dije que las tierras son nuestras”. Describió con detalles la trama mafiosa articulada en los parajes rurales por el jefe Ciccioli, su capataz Demetrio Palomo (excluido del juicio por problemas de salud) y la banda de los Juárez y los Abregú. Enumeró las amenazas recibidas. Y concluyó con una exigencia: “A mí me han hecho doler. El dolor es mío y lo llevo en las entrañas. Necesito que me hagan justicia. Es gente perversa, que mata por un pedazo de tierra. Y todavía hoy me siguen amenazando”.
La declaración de Ángela Beatriz fue esperada con expectativas. Además de concubina del joven asesinado, Ángela es prima-hermana de los principales acusados. Luego del traumático suceso ella decidió alejarse del Movimiento Campesino, aceptó los consejos y la ayuda del ex gobernador de la provincia Gerardo Zamora y eligió representante legal propio. Sin embargo, su testimonio confirmó los principales elementos presentados por la acusación: que el ataque de Francisco Javier Juárez y su banda había sido anunciado y planificado; que la orden, las armas y el financimiento fueron provistas por el empresario Ciccioli; que el origen del problema no fue ninguna riña entre vecinos sino un conflicto por la tierra. Además dijo que su hijo Matías, todavía hoy, a sus cinco años, recuerda que a su padre “lo mataron como a un perro”.
A su turno, Sergio hizo énfasis en la conflictividad que vienen padeciendo hace varios años en la zona, desde la llegada de los abanderados del agronegocio. Con un tono enérgico y montuno, casi salvaje, que descolocó a los magistrados, mencionó los intentos anteriores de empresarios salteños por desmontar el campo de San Bernardo, lindero a sus territorios. Explicó lo que significa la resistencia y la organización campesinas. Y especificó con precisión que el arma usada por Javier Juárez era una Itaka recortada corrediza, calibre 12, grande, muy distinta a las escopetas que suelen utilizar los pobladores cuando salen a cazar.
En Monte Quemado, dos ideas distintas de lo que debe ser la justicia se han articulado. El Estado y las comunidades. La ilustración y lo plebeyo. La burocracia y la lucha social. El monte y la ciudad. El recelo es mutuo. También el interés en congeniar. El punto en discusión es la responsabilidad del poder económico. Esto recién comienza y vale la pena prestar atención.
Por primera vez un empresario sojero es acusado como responsable en un crimen cuyo trasfondo es el conflicto por la tierra. Al mismo tiempo, la participación como querellante del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase) transforma al proceso en un foro público de discusión sobre los agronegocios, sobre la violencia que genera el capitalismo extractivo, sobre la tenencia de la tierra y la producción de alimentos para la población.
El 16 de noviembre de 2011, Francisco Javier Juárez, nacido y criado en el Paraje La Firmeza, fue en su moto Honda Stone negra hasta el rancho de César Darío Godoy, ubicado en el Paraje Campo de Mayo. Juárez era empleado del empresario José Antonio Ciccioli. Y tenía una escopeta. Godoy había invitado a almorzar a su primo Cristian Ferreyra. Ambos formaban parte del Movimiento Campesino. Juárez entró al terreno, les pidió que salieran a conversar, y cumplió las amenazas que venía anunciando hacía varios meses. Los baleó. A sus 23 años, Cristian murió desangrado esa misma tarde, frente a su esposa Ángela Beatriz y su hijo Matías, de dos años. Darío sobrevivió de milagro.
Casi tres años después, el martes 4 de noviembre, la presidenta de la Cámara del Crimen de Primera Nominación, doctora Élida Suárez de Bravo, dio inicio al juicio con la lectura de la requisitoria elaborada por el Ministerio Público. Por decisión del Tribunal se alquiló un salón de fiestas que adaptaron para la ocasión. Los ochenta lugares previstos para el público se colmaron de veedores, periodistas e invitados de la querella. En primera fila se ubicó la enorme Nora Cortiñas. También llegaron respresentantes del CELS y de distintas organizaciones sociales y de derechos humanos. Afuera, una multitud de mil campesinos poblada de banderas y surgida del monte esperaba por justicia entre discursos, consignas y chacareras. Era una ampliación del campo de batalla en esta guerra por el m2.
La primera audiencia estuvo íntegramente dedicada a discusiones de tipo procedimental. De un lado, los tres abogados defensores presentaron sendos recursos de nulidad por supuestas incongruencias en la instrucción de la fiscalía, que fueron rechazados por el Tribunal. Por su parte, la querella, conformada por los representantes legales del Mocase, vio limitada su participación durante el proceso: podían presentar y controlar pruebas, pero no estaban autorizados a elaborar alegato ni proponer penas. Un desliz del equipo jurídico campesino durante la etapa de instrucción del proceso determinó esta decisión técnica con lamentables consecuencias políticas.
Enterados de la limitante interpuesta por el Tribunal, el Movimiento Campesino decidió cortar la ruta nacional 16. Los abogados Oscar Rodríguez (miembro de la APDH de La Plata) y Natalia Gramajo deliberaron con los militantes del Mocase cómo reaccionar. No les parecía justo que formalidades corporativas estuvieran por encima del derecho a querellar de los campesinos. El torniquete judicial se estrechaba y los excluía del proceso. Tal vez, un acto de fuerza podría conmoverlos. Así las cosas, se decidió continuar el debate al interior del recinto.
Oscar Rodríguez pidió a los jueces revisar el criterio. En una larga exposición, por momentos airada, enhebró argumentos académicos y jurisprudencias varias. Puso en primer plano el derecho de las víctimas y mencionó la importancia simbólica de su representado Sergio Ferreyra, que también fuera herido aquel 16 de noviembre, por su condición de militante del Mocase. Citó declaraciones, artículos y estatutos de legislaciones internacionales referidas a los derechos humanos que amplían el acceso a la Justicia. Aun así, los jueces resolvieron “no hacer lugar a la petición formulada porque de lo contrario el acusado se vería sorprendido por una acusación desconocida de la cual no pudo defenderse”.
Fue entonces cuando, desde el público presente en la sala, surgió un alarido de protesta. Deolinda Carrizo, más conocida como la Deo, llegada desde Quimilí, dijo: “Su Señoría: ahí aparece el Mocase, el Movimiento Campesino de Santiago del Estero está metido en ese expediente. ¡Queremos tener nuestra voz!”. La presidenta del Tribunal respondió desde su micrófono: “Si me permite, señora, el Movimiento Campesino está representado por sus abogados. ¿Ustedes piden justicia? Dejennos seguir”. Otra vez Oscar Rodríguez pidió la palabra, para insistir con su reclamo. “Les pido a los compañeros del Movimiento Campesino que escuchen en silencio, pero el tribunal debe también escuchar al pueblo y especialmente a su parte más humilde, porque la democracia es disenso y hay que asumir ese conflicto. Señora presidente, yo represento la palabra del Movimiento Campesino en este juicio y exigimos nuestro derecho a alegar”. Aplausos. La jueza pidió silencio. Se enojó. La Justicia privilegiaba guardar sus formas.
Sobre el final de la jornada fueron llamados a declarar los seis imputados por el crimen. Además del asesino Francisco Javier Juárez, se acusa a sus hermanos Walter y Victor Hugo Juárez, y a Mario y Carlos Abregú, como miembros de la banda parapolicial al servicio del empresario José Antonio Ciccioli. Todos se negaron a hablar.
Durante el miércoles 5 y el jueves 6 se escucharon numerosos testimonios que hicieron foco en reconstruir los hechos y sus motivaciones. Emotivos y determinantes fueron los de Mirta Noemí Salto (la madre), Ángela Beatriz Juárez (la viuda) y Sergio Javier Ferreyra (el primo).
Mirta contó que, mientras agonizaba, Cristian le confesó: “Mamita, me han baleado porque le dije que las tierras son nuestras”. Describió con detalles la trama mafiosa articulada en los parajes rurales por el jefe Ciccioli, su capataz Demetrio Palomo (excluido del juicio por problemas de salud) y la banda de los Juárez y los Abregú. Enumeró las amenazas recibidas. Y concluyó con una exigencia: “A mí me han hecho doler. El dolor es mío y lo llevo en las entrañas. Necesito que me hagan justicia. Es gente perversa, que mata por un pedazo de tierra. Y todavía hoy me siguen amenazando”.
La declaración de Ángela Beatriz fue esperada con expectativas. Además de concubina del joven asesinado, Ángela es prima-hermana de los principales acusados. Luego del traumático suceso ella decidió alejarse del Movimiento Campesino, aceptó los consejos y la ayuda del ex gobernador de la provincia Gerardo Zamora y eligió representante legal propio. Sin embargo, su testimonio confirmó los principales elementos presentados por la acusación: que el ataque de Francisco Javier Juárez y su banda había sido anunciado y planificado; que la orden, las armas y el financimiento fueron provistas por el empresario Ciccioli; que el origen del problema no fue ninguna riña entre vecinos sino un conflicto por la tierra. Además dijo que su hijo Matías, todavía hoy, a sus cinco años, recuerda que a su padre “lo mataron como a un perro”.
A su turno, Sergio hizo énfasis en la conflictividad que vienen padeciendo hace varios años en la zona, desde la llegada de los abanderados del agronegocio. Con un tono enérgico y montuno, casi salvaje, que descolocó a los magistrados, mencionó los intentos anteriores de empresarios salteños por desmontar el campo de San Bernardo, lindero a sus territorios. Explicó lo que significa la resistencia y la organización campesinas. Y especificó con precisión que el arma usada por Javier Juárez era una Itaka recortada corrediza, calibre 12, grande, muy distinta a las escopetas que suelen utilizar los pobladores cuando salen a cazar.
En Monte Quemado, dos ideas distintas de lo que debe ser la justicia se han articulado. El Estado y las comunidades. La ilustración y lo plebeyo. La burocracia y la lucha social. El monte y la ciudad. El recelo es mutuo. También el interés en congeniar. El punto en discusión es la responsabilidad del poder económico. Esto recién comienza y vale la pena prestar atención.
Movimientos globales El proyecto europeo en un mundo revuelto
Bruselas no logra hacer pie en una coyuntura turbulenta: Alemania entró en recesión, Rusia desafía su alianza con la OTAN y el terrorismo del Estado Islámico jaquea al bloque.
Alemania está técnicamente en recesión y no crea empleo. Estancamiento puro y duro. Son los datos de la oficina federal de estadística del año 2012 (crecimiento del PIB, 0,4%) y del 2013 (0,1%). Cifras fundamentales de su (engañosa) contabilidad, que en Alemania vienen siempre rodeadas de toda una sinfonía de índices del Instituto IFO, sobre la “confianza empresarial” (casi siempre en aumento) y el “buen ambiente” del raquítico consumo interno nacional. El número de empleados está estancado, las cifras de desocupación (3 millones) siguen sin moverse y el número de horas trabajadas ha retrocedido (un 0,3%) en ambos años. Desde 2008, el PIB alemán ha crecido un 2,2%. A eso antes se le llamaba estancamiento. ¿Ha venido para quedarse?
No es que creamos en su “crecimiento”. Ese desastre consiste en consumir más de lo que el planeta es capaz de generar y transferir una factura inconmensurable a las futuras generaciones. La política de austeridad de los últimos años parece condenar a Europa a un largo proceso de estancamiento a la japonesa. Quizá el “crecimiento” se ha acabado. El estancamiento puede ser una buena noticia, una invitación a reformar las engañosas contabilidades basadas en el incremento del PIB que ignoran la degradación humana del cambio global; en el clima, en los océanos, en los ecosistemas, y, por supuesto, en las sociedades.
Sin creer en ello, lo que constatamos es la contradicción de su disparatada doctrina: la estrategia europea para continuar alimentando ese errado ídolo no funciona. Toda la construcción austeritaria del eje Berlín-Bruselas, con sus vasallos incondicionales en Madrid, y sus comparsas, socialdemócratas o conservadores, un poco por todas partes, se viene abajo a la luz de las cifras alemanas que pasaban por ser ejemplo continental. ¿En nombre de qué se va a justificar ahora la prioridad del pago a los causantes del casino? Por mucho que se reste a la esfera social no hay “crecimiento”. ¿Cómo van a seguir justificando el recorte?
El otro gran vector europeo del momento es el Acuerdo comercial con Estados Unidos, negociado en secreto en nombre de los europeos, para incrementar la primacía de las finanzas y las transnacionales sobre el control público, es decir todo aquello que está en el origen de la crisis. La crisis del proyecto europeo es la suma de esos dos vectores; el estancamiento, por un lado, y el esfuerzo manifiestamente antidemocrático por incrementar la regresión humana, por el otro. Es la fórmula perfecta para la desintegración que propone la tecnocracia oligárquica de Bruselas. Las sociedades de consumidores cada vez más desiguales (entre ellas y en su interior) que componen la UE, difícilmente volverán a apoyar un “proyecto europeo” privado de la promesa de prosperidad y visto cada vez por más gente como la autopista de la involución, el recorte y la desposesión. Pero, ¿se rebelarán?
En Francia, el país con la tradición social más despierta de Europa, la resistencia de la sociedad a las “reformas” –cuando “reforma” en el actual contexto solo puede equivaler a “cambio a peor”– y las acusaciones de “conservadurismo” –que, tratándose del propósito de conservar lo que queda de derecho laboral y de soberanía, es todo menos denigratorio–, confluyen en un panorama turbio. Por un lado el Partido Socialista está en vías de “psoización” o “pasokización”, por el otro las aguas de ese más que justificado desencanto generacional con la “gauche” (recordemos que su abrazo al neoliberalismo, vía el europeísmo, data de 1983 con Mitterrand) las recoge más el ultraderechista Frente Nacional de la señora Le Pen que el Front de Gauche de Mélenchon y compañía. No es que la sociedad gire hacia la ultraderecha, es que el Frente Nacional tiene mayor credibilidad antisistema incluso que el Front de Gauche salpicado por sus parentescos con una gauche sin credibilidad: el PCF sigue empeñado en pactar con las “fuerzas sanas” del PS, un partido de gente favorecida, como los verdes alemanes, en el que “la mitad de los miembros son cargos electos y la otra mitad aspirantes a serlo”, explica un observador. Partido Socialista del que el propio Mélenchon fue miembro y ministro del gobierno hasta no hace mucho.
Mélenchon, un líder potente, menos brillante que Oskar Lafontaine pero con la ventaja de que predica en terreno mucho más fértil para la rebelión, no cree en la “unión de la gauche”, sino que va más allá: llama a “reunir al pueblo” por encima de partidos para iniciar un proceso constituyente. Palabras mayores. Dice que las de 2017, “no serán unas elecciones, sino una insurrección”... Aún es pronto para vislumbrar hacia dónde evolucionará toda esa bien fundada cólera que hay en la sociedad francesa, que ya no se expresa a través de los canales tradicionales vigentes desde el siglo XIX: las fuerzas políticas y los sindicatos, sino por medio de movimientos parecidos a una jacquerie como el de los bonnets rouges. Esa cólera se ha expresado también en decenas de atentados e incendios, apenas noticiados, contra sedes de hacienda un poco por todo el país, o en las movilizaciones conservadoras de la manif Pour Tous que tanto recuerdan al Tea Party. En Halluin, localidad de 20.000 habitantes del norte de Francia, el alcalde explica que se han quemado 23 coches en dos semanas. Es el tipo de sucesos de la crónica de provincias que no llegan a París. El alcalde de Halluin, de derechas, le pide a Hollande que en lugar de meterse en guerras contra el Estado Islámico, envíe policías a su ciudad...
En España, donde finalmente la indignación se está organizando –esa es la ventaja con Francia, en todo lo demás se va claramente por detrás–, sigue incubándose la tormenta perfecta: un big bang en el que saltan por los aires todas las instituciones sobre las que se apoyó la modélica transición. ¿Será Grecia el detonante, con una victoria electoral de Syriza que cuestione la legitimidad de la deuda e inspire la contestación de toda la región? De momento, allá se vuelven a pagar intereses astronómicos por la deuda.
Ese panorama de latente polvorín tiene su correspondiente política exterior. Una política violenta. Dos crímenes de distinta envergadura marcaron la crónica estival: la última masacre de Gaza a cargo de Israel, con una destrucción inmensa, 2.000 muertes palestinas (la mayoría civiles, entre ellas 500 niños y 13 periodistas), y la guerra que Estados Unidos y la Unión Europea apadrinan en Ucrania contra Rusia.
En Palestina todo fue según el guión habitual: comprensión y apoyo occidental al decimonónico colonialismo del Herrenvolk israelí hacia los subhumanos (Untermenschen) palestinos, todo ello acompañado del establecimiento de 7500 colonos más en tierra ocupada de Cisjordania en el primer semestre del año: ya son 382.000. El crimen no es la ampliación de esta ocupación, sino la ocupación misma. Suma y sigue.
En el frente del Este el derribo sobre el cielo de Donetsk del vuelo de Malaysia Airlines (MH17) en el que perecieron 283 pasajeros y 15 tripulantes el 17 de julio de 2014. El examen del tono con el que los medios de comunicación rusos informaron de aquel suceso dejó la sensación de que se trató de un criminal error de los rebeldes de Ucrania Oriental, pero, pasado el intercambio de acusaciones, por razones desconocidas se ha dejado de hablar del asunto. Si en el caso del crimen de Gaza, la impunidad es lo corriente, en un avión cargado de pasajeros holandeses de primera clase, lo es mucho menos. Tarde o temprano esto traerá cola judicial. No es este el mayor misterio de la serie Malaysia Airlines...
Mientras tanto, el ejército ucraniano ha sido batido en el frente de Donetsk y la criminal chapuza euroatlántica en Ucrania comienza a cobrarse sus facturas. Los encargos a la industria alemana cayeron un 5,7% en agosto en relación con el mes anterior. Fue en julio cuando la Unión Europea estableció, por primera vez desde la guerra fría, sanciones directas contra Rusia. Con la eurozona económicamente estancada por su propia política económica y con China enfriada, las sanciones contra Rusia son la guinda que corona el pastel al que nos ha llevado la política de austeridad alemana. Al mismo tiempo, el “Consejo de Seguridad” de la Unión Europea (es decir, la OTAN, otro concepto que debemos a Pepe Escobar), confirmaba en su cumbre de septiembre en Gales el intento de Estados Unidos de aprovechar la crisis inducida con Rusia para integrar la Europa del Este con mayor fuerza en su esfera. El resultado es ambiguo.
Formalmente no miembros, Suecia y Finlandia pasan a ser países “anfitriones” de la OTAN, se crea una “fuerza de reacción rápida” con varios miles de hombres para ser desplegada de urgencia y se apoyan las sanciones. Al mismo tiempo, por doquier señales de descomposición y recomposición en las placas tectónicas imperiales.
En Berlín un debate, que apenas trasciende a los medios de comunicación, sobre la necesidad de reformular el vínculo con Estados Unidos. Durante veinte años Europa ignoró los intereses de seguridad rusos y sus reiteradas quejas, conforme la OTAN se saltaba, una tras otra, todas las “líneas rojas” formuladas por Moscú. Llegados a Ucrania, cuando el forzado cambio de régimen en Kíev y el avance de la OTAN a las mismas fronteras de Moscovia, han hecho reaccionar defensivamente al Kremlin, esa reformulación está al rojo vivo. Merkel se debate ahora entre la necesidad de una entente con Moscú y su disciplina atlántica.
No es que creamos en su “crecimiento”. Ese desastre consiste en consumir más de lo que el planeta es capaz de generar y transferir una factura inconmensurable a las futuras generaciones. La política de austeridad de los últimos años parece condenar a Europa a un largo proceso de estancamiento a la japonesa. Quizá el “crecimiento” se ha acabado. El estancamiento puede ser una buena noticia, una invitación a reformar las engañosas contabilidades basadas en el incremento del PIB que ignoran la degradación humana del cambio global; en el clima, en los océanos, en los ecosistemas, y, por supuesto, en las sociedades.
Sin creer en ello, lo que constatamos es la contradicción de su disparatada doctrina: la estrategia europea para continuar alimentando ese errado ídolo no funciona. Toda la construcción austeritaria del eje Berlín-Bruselas, con sus vasallos incondicionales en Madrid, y sus comparsas, socialdemócratas o conservadores, un poco por todas partes, se viene abajo a la luz de las cifras alemanas que pasaban por ser ejemplo continental. ¿En nombre de qué se va a justificar ahora la prioridad del pago a los causantes del casino? Por mucho que se reste a la esfera social no hay “crecimiento”. ¿Cómo van a seguir justificando el recorte?
El otro gran vector europeo del momento es el Acuerdo comercial con Estados Unidos, negociado en secreto en nombre de los europeos, para incrementar la primacía de las finanzas y las transnacionales sobre el control público, es decir todo aquello que está en el origen de la crisis. La crisis del proyecto europeo es la suma de esos dos vectores; el estancamiento, por un lado, y el esfuerzo manifiestamente antidemocrático por incrementar la regresión humana, por el otro. Es la fórmula perfecta para la desintegración que propone la tecnocracia oligárquica de Bruselas. Las sociedades de consumidores cada vez más desiguales (entre ellas y en su interior) que componen la UE, difícilmente volverán a apoyar un “proyecto europeo” privado de la promesa de prosperidad y visto cada vez por más gente como la autopista de la involución, el recorte y la desposesión. Pero, ¿se rebelarán?
En Francia, el país con la tradición social más despierta de Europa, la resistencia de la sociedad a las “reformas” –cuando “reforma” en el actual contexto solo puede equivaler a “cambio a peor”– y las acusaciones de “conservadurismo” –que, tratándose del propósito de conservar lo que queda de derecho laboral y de soberanía, es todo menos denigratorio–, confluyen en un panorama turbio. Por un lado el Partido Socialista está en vías de “psoización” o “pasokización”, por el otro las aguas de ese más que justificado desencanto generacional con la “gauche” (recordemos que su abrazo al neoliberalismo, vía el europeísmo, data de 1983 con Mitterrand) las recoge más el ultraderechista Frente Nacional de la señora Le Pen que el Front de Gauche de Mélenchon y compañía. No es que la sociedad gire hacia la ultraderecha, es que el Frente Nacional tiene mayor credibilidad antisistema incluso que el Front de Gauche salpicado por sus parentescos con una gauche sin credibilidad: el PCF sigue empeñado en pactar con las “fuerzas sanas” del PS, un partido de gente favorecida, como los verdes alemanes, en el que “la mitad de los miembros son cargos electos y la otra mitad aspirantes a serlo”, explica un observador. Partido Socialista del que el propio Mélenchon fue miembro y ministro del gobierno hasta no hace mucho.
Mélenchon, un líder potente, menos brillante que Oskar Lafontaine pero con la ventaja de que predica en terreno mucho más fértil para la rebelión, no cree en la “unión de la gauche”, sino que va más allá: llama a “reunir al pueblo” por encima de partidos para iniciar un proceso constituyente. Palabras mayores. Dice que las de 2017, “no serán unas elecciones, sino una insurrección”... Aún es pronto para vislumbrar hacia dónde evolucionará toda esa bien fundada cólera que hay en la sociedad francesa, que ya no se expresa a través de los canales tradicionales vigentes desde el siglo XIX: las fuerzas políticas y los sindicatos, sino por medio de movimientos parecidos a una jacquerie como el de los bonnets rouges. Esa cólera se ha expresado también en decenas de atentados e incendios, apenas noticiados, contra sedes de hacienda un poco por todo el país, o en las movilizaciones conservadoras de la manif Pour Tous que tanto recuerdan al Tea Party. En Halluin, localidad de 20.000 habitantes del norte de Francia, el alcalde explica que se han quemado 23 coches en dos semanas. Es el tipo de sucesos de la crónica de provincias que no llegan a París. El alcalde de Halluin, de derechas, le pide a Hollande que en lugar de meterse en guerras contra el Estado Islámico, envíe policías a su ciudad...
En España, donde finalmente la indignación se está organizando –esa es la ventaja con Francia, en todo lo demás se va claramente por detrás–, sigue incubándose la tormenta perfecta: un big bang en el que saltan por los aires todas las instituciones sobre las que se apoyó la modélica transición. ¿Será Grecia el detonante, con una victoria electoral de Syriza que cuestione la legitimidad de la deuda e inspire la contestación de toda la región? De momento, allá se vuelven a pagar intereses astronómicos por la deuda.
Ese panorama de latente polvorín tiene su correspondiente política exterior. Una política violenta. Dos crímenes de distinta envergadura marcaron la crónica estival: la última masacre de Gaza a cargo de Israel, con una destrucción inmensa, 2.000 muertes palestinas (la mayoría civiles, entre ellas 500 niños y 13 periodistas), y la guerra que Estados Unidos y la Unión Europea apadrinan en Ucrania contra Rusia.
En Palestina todo fue según el guión habitual: comprensión y apoyo occidental al decimonónico colonialismo del Herrenvolk israelí hacia los subhumanos (Untermenschen) palestinos, todo ello acompañado del establecimiento de 7500 colonos más en tierra ocupada de Cisjordania en el primer semestre del año: ya son 382.000. El crimen no es la ampliación de esta ocupación, sino la ocupación misma. Suma y sigue.
En el frente del Este el derribo sobre el cielo de Donetsk del vuelo de Malaysia Airlines (MH17) en el que perecieron 283 pasajeros y 15 tripulantes el 17 de julio de 2014. El examen del tono con el que los medios de comunicación rusos informaron de aquel suceso dejó la sensación de que se trató de un criminal error de los rebeldes de Ucrania Oriental, pero, pasado el intercambio de acusaciones, por razones desconocidas se ha dejado de hablar del asunto. Si en el caso del crimen de Gaza, la impunidad es lo corriente, en un avión cargado de pasajeros holandeses de primera clase, lo es mucho menos. Tarde o temprano esto traerá cola judicial. No es este el mayor misterio de la serie Malaysia Airlines...
Mientras tanto, el ejército ucraniano ha sido batido en el frente de Donetsk y la criminal chapuza euroatlántica en Ucrania comienza a cobrarse sus facturas. Los encargos a la industria alemana cayeron un 5,7% en agosto en relación con el mes anterior. Fue en julio cuando la Unión Europea estableció, por primera vez desde la guerra fría, sanciones directas contra Rusia. Con la eurozona económicamente estancada por su propia política económica y con China enfriada, las sanciones contra Rusia son la guinda que corona el pastel al que nos ha llevado la política de austeridad alemana. Al mismo tiempo, el “Consejo de Seguridad” de la Unión Europea (es decir, la OTAN, otro concepto que debemos a Pepe Escobar), confirmaba en su cumbre de septiembre en Gales el intento de Estados Unidos de aprovechar la crisis inducida con Rusia para integrar la Europa del Este con mayor fuerza en su esfera. El resultado es ambiguo.
Formalmente no miembros, Suecia y Finlandia pasan a ser países “anfitriones” de la OTAN, se crea una “fuerza de reacción rápida” con varios miles de hombres para ser desplegada de urgencia y se apoyan las sanciones. Al mismo tiempo, por doquier señales de descomposición y recomposición en las placas tectónicas imperiales.
En Berlín un debate, que apenas trasciende a los medios de comunicación, sobre la necesidad de reformular el vínculo con Estados Unidos. Durante veinte años Europa ignoró los intereses de seguridad rusos y sus reiteradas quejas, conforme la OTAN se saltaba, una tras otra, todas las “líneas rojas” formuladas por Moscú. Llegados a Ucrania, cuando el forzado cambio de régimen en Kíev y el avance de la OTAN a las mismas fronteras de Moscovia, han hecho reaccionar defensivamente al Kremlin, esa reformulación está al rojo vivo. Merkel se debate ahora entre la necesidad de una entente con Moscú y su disciplina atlántica.
Entre Moscú y Pekín, un idilio ambiguo. Moscú hace ver que considera a China como su alternativa de repuesto a la Unión Europea, cuando en realidad el sueño de Putin sigue siendo llegar a un acuerdo con Merkel que integre a Rusia en la “seguridad continental” (el problema de Merkel es que eso tiene un precio con Washington, de ahí las vacilaciones). Respecto a China, algo parecido: quienes ya dan por hecho un bloque ruso-chino opuesto a Occidente, ignoran la enorme desconfianza que China suscita en Moscú desde los años setenta. En el Kremlin, en el ejército y en el espionaje (incluso en la sinología soviético-rusa), siempre ha habido una corriente que consideró a China como el “principal peligro”. El sueño de Pekín es alcanzar algún tipo de acuerdo, un modus vivendi, no con Rusia, sino con su principal quebradero de cabeza: Estados Unidos. Tanto Rusia como China tienen cartas marcadas en el juego de su idilio. Aunque una locura del tamaño de una guerra occidental contra Irán, podría cambiar el sentido de muchos sueños.
Nueva espiral de caos junto a los pozos de petróleo, la sangre vital de ese crecimiento que ha costado la desaparición de la mitad de los animales salvajes del planeta en solo cuarenta años. Hagamos memoria.
El resultado de la segunda guerra de Irak (la de Bush, hijo) fue un país dividido en reinos de taifas controlados por sunitas, chiítas y kurdos, con el gobierno de Bagdad reducido a una camarilla corrupta alimentada por dinero americano, explica Peter van Buren, un ex funcionario del Departamento de Estado norteamericano que participó en la “reconstrucción” de Irak. El precio de tan magnífico resultado fue el siguiente, recuerda; 25.000 millones para entrenar al ejército iraquí, 60.000 millones para la “reconstrucción”, 2 billones para la guerra, 4.500 soldados de Estados Unidos muertos y más de 32.000 heridos. A todo ello hay que sumar un verdadero holocausto iraquí que las diferentes estimaciones cifran entre 190.000 y un millón de muertos.
En Afganistán la cuenta de costes, humanos y económicos, y resultados alcanzados, es igualmente reveladora: trece años después los talibán siguen dominando gran parte del territorio y la mayoría del ejército occidental está haciendo las maletas. La estrategia occidental contra el “Estado Islámico” continúa sobre la estela de esos mismos desastres. Nacido entre las ruinas de Siria, primero fue subvencionado y armado y ahora es bombardeado. ¿Puede concebirse algo más demencial?
Los dos componentes esenciales de esta obra de arte son el militarismo más la “diplomacia de la exclusión”: acuerdos internacionales para bombardear (creando nuevas víctimas civiles y desastres parejos a los que en su día generaron la actual crisis), que dejan siempre fuera a los países y organizaciones capaces de contribuir a acuerdos pacificadores, sea Siria, Rusia e Irán, o Hamas, Hezbollah u otros.
Esta estrategia –si se puede llamar así a algo tan disparatado en su desastrosa reiteración– es tan contradictoria como sugiere el hecho de que en esta excluyente coalición bombardera figuren países como Turquía, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos que desde el principio financiaron y armaron –incluso con recursos químicos propagandísticamente achacados al adversario, como explicó el periodista Seymour Hersh en otro gran informe silenciado– al extremismo sunita contra el régimen sirio, convirtiendo en guerra abierta la fractura de Siria que con una genuina diplomacia (la que reúne en la negociación a todas las partes implicadas con un objetivo de evitar violencia) podría haberse evitado.
Esos países, “estaban tan decididos a derrocar a el-Assad y a promover una guerra entre sunitas y chiítas, que inundaron con centenares de millones de dólares y miles de toneladas de armas a cualquiera que luchara contra él”, reconoció cándidamente el vicepresidente de Estados Unidos, Joseph Biden, en una charla ante estudiantes de Harvard el pasado 2 de octubre. La consideración fue disciplinadamente silenciada por los medios de comunicación, aunque Biden no dijo lo principal: que Washington y sus agencias formaban parte de “esos países” y que el “Estado Islámico” ha sido producto de los métodos habitualmente empleados por Estados Unidos en la región desde 1979. Fue entonces cuando, ante la revolución iraní y la intervención de la URSS en ayuda del régimen laico afgano, se decidió promocionar y organizar una “internacional radical sunita”, de la que los talibán, al-Qaeda y el Estado Islámico han sido epígonos más o menos desmadrados. Primero se financia, organiza y arma al sujeto para utilizarlo contra un adversario, luego, cuando el sujeto (talibán o Al Qaeda) se vuelve contra uno, se le combate. La película del Estado Islámico es una vieja reposición. La novedad es la rapidez del giro: entre 1979 y el 11-S neoyorquino pasaron más de 20 años. Ahora, entre el apoyo a la oposición siria y el combate a su principal vector, apenas pasaron tres años. La misma rapidez en el paso de los amigos que se arma y financia convertidos en amenaza, se observa en Libia.
El auge del tradicionalismo religioso radical y de derechas representado por el actual integrismo tiene, naturalmente, raíces propias, pero no se entiende sin recordar la sistemática destrucción de la izquierda árabe que Occidente, y especialmente Estados Unidos, vino practicando durante la guerra fría, cuando casi todos los movimientos de liberación nacional árabes eran laicos y “progresistas”, lo que solía llevar implícito la voluntad de salvaguardar sus recursos naturales de la rapiña extranjera, y, lo que era aún más grave, utilizar esos recursos hacia el desarrollo de sus propias poblaciones o proyectos nacionales.
Mucho de todo eso fue recordado por el presidente iraní, Hassan Rujani, en el discurso que pronunció el 25 de septiembre ante la Asamblea General de la ONU, igualmente silenciado, pese a la actualidad del más que moderado sentido común que expresó:
“Todos aquellos que tuvieron un papel en la financiación y apoyo de estos grupos terroristas deberían reconocer sus errores que condujeron al extremismo, deberían disculparse no solo ante las pasadas generaciones sino hacia las futuras”. (…) “la experiencia de la creación de Al-Qaeda, los talibán, y otros grupos extremistas, ha demostrado que esos grupos no pueden ser utilizados contra Estados adversarios, manteniéndose al mismo tiempo inmune a las consecuencias. La repetición de estos errores, a pesar de tantas y tan costosas experiencias, es desconcertante”.
Y como resumen, una constatación: se cumple, en todos los frentes, el pronóstico de Immanuel Wallerstein acerca de la volatilidad de esa multipolaridad que sucede al mundo de la guerra fría. El mundo de ahora es, verdaderamente, aún más convulso y revuelto que el anterior. El fin de la bipolaridad ni siquiera ha traído pasos significativos en materia de armas de destrucción masiva. Tanto en las relaciones internacionales, como en el calentamiento global –y en el cambio global en general– se observa la misma peligrosa dinámica de aceleración.
Nueva espiral de caos junto a los pozos de petróleo, la sangre vital de ese crecimiento que ha costado la desaparición de la mitad de los animales salvajes del planeta en solo cuarenta años. Hagamos memoria.
El resultado de la segunda guerra de Irak (la de Bush, hijo) fue un país dividido en reinos de taifas controlados por sunitas, chiítas y kurdos, con el gobierno de Bagdad reducido a una camarilla corrupta alimentada por dinero americano, explica Peter van Buren, un ex funcionario del Departamento de Estado norteamericano que participó en la “reconstrucción” de Irak. El precio de tan magnífico resultado fue el siguiente, recuerda; 25.000 millones para entrenar al ejército iraquí, 60.000 millones para la “reconstrucción”, 2 billones para la guerra, 4.500 soldados de Estados Unidos muertos y más de 32.000 heridos. A todo ello hay que sumar un verdadero holocausto iraquí que las diferentes estimaciones cifran entre 190.000 y un millón de muertos.
En Afganistán la cuenta de costes, humanos y económicos, y resultados alcanzados, es igualmente reveladora: trece años después los talibán siguen dominando gran parte del territorio y la mayoría del ejército occidental está haciendo las maletas. La estrategia occidental contra el “Estado Islámico” continúa sobre la estela de esos mismos desastres. Nacido entre las ruinas de Siria, primero fue subvencionado y armado y ahora es bombardeado. ¿Puede concebirse algo más demencial?
Los dos componentes esenciales de esta obra de arte son el militarismo más la “diplomacia de la exclusión”: acuerdos internacionales para bombardear (creando nuevas víctimas civiles y desastres parejos a los que en su día generaron la actual crisis), que dejan siempre fuera a los países y organizaciones capaces de contribuir a acuerdos pacificadores, sea Siria, Rusia e Irán, o Hamas, Hezbollah u otros.
Esta estrategia –si se puede llamar así a algo tan disparatado en su desastrosa reiteración– es tan contradictoria como sugiere el hecho de que en esta excluyente coalición bombardera figuren países como Turquía, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos que desde el principio financiaron y armaron –incluso con recursos químicos propagandísticamente achacados al adversario, como explicó el periodista Seymour Hersh en otro gran informe silenciado– al extremismo sunita contra el régimen sirio, convirtiendo en guerra abierta la fractura de Siria que con una genuina diplomacia (la que reúne en la negociación a todas las partes implicadas con un objetivo de evitar violencia) podría haberse evitado.
Esos países, “estaban tan decididos a derrocar a el-Assad y a promover una guerra entre sunitas y chiítas, que inundaron con centenares de millones de dólares y miles de toneladas de armas a cualquiera que luchara contra él”, reconoció cándidamente el vicepresidente de Estados Unidos, Joseph Biden, en una charla ante estudiantes de Harvard el pasado 2 de octubre. La consideración fue disciplinadamente silenciada por los medios de comunicación, aunque Biden no dijo lo principal: que Washington y sus agencias formaban parte de “esos países” y que el “Estado Islámico” ha sido producto de los métodos habitualmente empleados por Estados Unidos en la región desde 1979. Fue entonces cuando, ante la revolución iraní y la intervención de la URSS en ayuda del régimen laico afgano, se decidió promocionar y organizar una “internacional radical sunita”, de la que los talibán, al-Qaeda y el Estado Islámico han sido epígonos más o menos desmadrados. Primero se financia, organiza y arma al sujeto para utilizarlo contra un adversario, luego, cuando el sujeto (talibán o Al Qaeda) se vuelve contra uno, se le combate. La película del Estado Islámico es una vieja reposición. La novedad es la rapidez del giro: entre 1979 y el 11-S neoyorquino pasaron más de 20 años. Ahora, entre el apoyo a la oposición siria y el combate a su principal vector, apenas pasaron tres años. La misma rapidez en el paso de los amigos que se arma y financia convertidos en amenaza, se observa en Libia.
El auge del tradicionalismo religioso radical y de derechas representado por el actual integrismo tiene, naturalmente, raíces propias, pero no se entiende sin recordar la sistemática destrucción de la izquierda árabe que Occidente, y especialmente Estados Unidos, vino practicando durante la guerra fría, cuando casi todos los movimientos de liberación nacional árabes eran laicos y “progresistas”, lo que solía llevar implícito la voluntad de salvaguardar sus recursos naturales de la rapiña extranjera, y, lo que era aún más grave, utilizar esos recursos hacia el desarrollo de sus propias poblaciones o proyectos nacionales.
Mucho de todo eso fue recordado por el presidente iraní, Hassan Rujani, en el discurso que pronunció el 25 de septiembre ante la Asamblea General de la ONU, igualmente silenciado, pese a la actualidad del más que moderado sentido común que expresó:
“Todos aquellos que tuvieron un papel en la financiación y apoyo de estos grupos terroristas deberían reconocer sus errores que condujeron al extremismo, deberían disculparse no solo ante las pasadas generaciones sino hacia las futuras”. (…) “la experiencia de la creación de Al-Qaeda, los talibán, y otros grupos extremistas, ha demostrado que esos grupos no pueden ser utilizados contra Estados adversarios, manteniéndose al mismo tiempo inmune a las consecuencias. La repetición de estos errores, a pesar de tantas y tan costosas experiencias, es desconcertante”.
Y como resumen, una constatación: se cumple, en todos los frentes, el pronóstico de Immanuel Wallerstein acerca de la volatilidad de esa multipolaridad que sucede al mundo de la guerra fría. El mundo de ahora es, verdaderamente, aún más convulso y revuelto que el anterior. El fin de la bipolaridad ni siquiera ha traído pasos significativos en materia de armas de destrucción masiva. Tanto en las relaciones internacionales, como en el calentamiento global –y en el cambio global en general– se observa la misma peligrosa dinámica de aceleración.
07 de Noviembre de 2014 El paraíso de la evasión
Más de 300 multinacionales tienen acuerdos con Luxemburgo para pagar menos impuestos.
Pepsi, Ikea, FedEx y otras 340 empresas multinacionales han firmado acuerdos secretos con Luxemburgo que les permiten reducir drásticamente sus facturas fiscales globales pese a que su presencia en el Gran Ducado es testimonial. Estas compañías han desviado cientos de miles de millones de beneficios hacia el pequeño país centroeuropeo, una operación que les ha ahorrado miles de millones en impuestos, según la revisión de 28.000 páginas de documentos confidenciales realizada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) y un equipo de más de 80 periodistas de 26 países.
Las grandes compañías consiguen enormes ahorros fiscales creando complejas estructuras legales y contables para mover sus beneficios desde los países donde tienen su sede o donde desarrollan su actividad a Luxemburgo, un país conocido por su bajísima imposición tributaria. De hecho, en algunos casos, han conseguido tipos efectivos inferiores al 1%, según muestran los documentos a los que ha tenido acceso la investigación.
Esta documentación consiste en varios cientos de acuerdos fiscales privados y secretos, conocidos como tax rulings o comfort letters, que Luxemburgo ofrece a las empresas que buscan un tratamiento fiscal favorable.
Así, por ejemplo, FedEx consiguió una estructura que sólo gravaba el 0,25% de sus ingresos y dejaba libre de impuestos el 99,75% restante. “Una estructura luxemburguesa es una forma de reducir los ingresos provenientes de cualquier país”, según Stephen E. Shay, profesor de fiscalidad internacional de Harvard y ex funcionario del Tesoro de Estados Unidos. A su juicio, el Gran Ducado “combina una enorme flexibilidad para constituir esquemas de reducción de impuestos con unos tax rulings vinculantes para su Gobierno. Es como la tierra prometida”.
En estos acuerdos aparecen empresas de todo tipo de sectores: capital riesgo, inmobiliaria, banca, industria, farmacia, etc. Entre los nombres más conocidos figuran Accenture, Abbott Laboratories, AIG, Amazon, Blackstone, Deutsche Bank, The Coach, H.J. Heinz, JP Morgan Chase, Burberry, Procter & Gamble, Carlyle o la Abu Dhabi Investment Authority.
Por su parte, las autoridades luxemburguesas aseguran que el sistema de acuerdos fiscales privados del país es irreprochable. “De ninguna manera son acuerdos de amigos”, ha declarado a ICIJ Nicolas Mackel, consejero delegado de Luxembourg for Finance, una agencia cuasigubernamental. “El sistema fiscal luxemburgués es competitivo; no hay nada injusto o inmoral en él”, según Mackel. “Si las empresas logran reducir sus facturas fiscales a un tipo muy bajo, no es un problema de un solo sistema fiscal, sino de la interacción de muchos sistemas fiscales”.
La publicación de estos documentos se produce en un momento muy delicado para el pequeño país, que tiene una población de sólo 550.000 habitantes pero la renta per cápita más alta del planeta. En medio de la investigación comunitaria sobre estos acuerdos, su ex primer ministro, Jean-Claude Juncker, acaba de estrenarse en la presidencia de la Comisión. Juncker era el líder del gobierno de Luxemburgo cuando se aprobaron muchas de las ventajas fiscales del país, pero, desde su nuevo cargo, ha prometido mano dura con estas artimañas. Ahora bien, afirma también que el régimen de su país “es totalmente acorde a la normativa europea”.
Según la legislación luxemburguesa, los asesores fiscales de PwC y de otras firmas pueden presentar a las autoridades propuestas de estructuras societarias diseñadas para conseguir ahorros fiscales y firmar con ellas un documento escrito que les asegura que su plan será aprobado por el Ministro de Finanzas. “Se trata de llevar tu planificación fiscal al gobierno y recibir su bendición por anticipado”, según Richard. D. Pomp, profesor de normativa fiscal en la Universidad de Connecticut. “Y la mayoría la reciben. Luxemburgo tiene un departamento fiscal muy laxo”.
Estos acuerdos privados son legales en Luxemburgo, pero pueden ser objeto de disputas jurídicas fuera del país, si las autoridades fiscales de otros países los consideran inadecuados. Según el Ejecutivo del Gran Ducado, estas “decisiones fiscales por adelantado” existen en otros países como Alemania, Francia y Reino Unido, y no chocan con la legislación comunitaria siempre que todos los contribuyentes que se encuentran en una situación similar sean tratados igual.
Un portavoz de PwC afirma que la investigación del ICIJ está basada en información “obsoleta” y “robada”, “y su sustracción está en manos de las autoridades competentes”. Añade que su asesoramiento fiscal se ofrece “de acuerdo con las leyes y tratados aplicables a nivel local, europeo e internacional, y está sometido a un código de conducta fiscal de PwC Global”.
La mayoría de las empresas que aparecen en los archivos descubiertos provienen de Estados Unidos y Reino Unido, seguidas por las de Alemania, Holanda y Suiza. No hay ninguna española, aunque sí muchas que invierten o hacen negocios en nuestro país. La mayoría de los tax rulings se firmaron entre 2008 y 2010. Algunos de ellos salieron a la luz por primera vez en una investigación de Edouard Perrin, de la cadena de TV francesa France 2, en 2012, pero la mayoría de los documentos de PwC no habían salido a la luz hasta ahora.
Entre ellos se encuentran también algunos acuerdos firmados por KPMG, y es de suponer que PwC no tiene el monopolio de la prestación de este servicio. Los medios asociados a ICIJ han cotejado los acuerdos con expertos que dejan claro que estas empresas y sus asesores han desarrollado estrategias agresivas para reducir impuestos, usando Luxemburgo en combinación con otros países de baja tributación como Gibraltar, Delaware e Irlanda
Las grandes compañías consiguen enormes ahorros fiscales creando complejas estructuras legales y contables para mover sus beneficios desde los países donde tienen su sede o donde desarrollan su actividad a Luxemburgo, un país conocido por su bajísima imposición tributaria. De hecho, en algunos casos, han conseguido tipos efectivos inferiores al 1%, según muestran los documentos a los que ha tenido acceso la investigación.
Esta documentación consiste en varios cientos de acuerdos fiscales privados y secretos, conocidos como tax rulings o comfort letters, que Luxemburgo ofrece a las empresas que buscan un tratamiento fiscal favorable.
Así, por ejemplo, FedEx consiguió una estructura que sólo gravaba el 0,25% de sus ingresos y dejaba libre de impuestos el 99,75% restante. “Una estructura luxemburguesa es una forma de reducir los ingresos provenientes de cualquier país”, según Stephen E. Shay, profesor de fiscalidad internacional de Harvard y ex funcionario del Tesoro de Estados Unidos. A su juicio, el Gran Ducado “combina una enorme flexibilidad para constituir esquemas de reducción de impuestos con unos tax rulings vinculantes para su Gobierno. Es como la tierra prometida”.
En estos acuerdos aparecen empresas de todo tipo de sectores: capital riesgo, inmobiliaria, banca, industria, farmacia, etc. Entre los nombres más conocidos figuran Accenture, Abbott Laboratories, AIG, Amazon, Blackstone, Deutsche Bank, The Coach, H.J. Heinz, JP Morgan Chase, Burberry, Procter & Gamble, Carlyle o la Abu Dhabi Investment Authority.
Por su parte, las autoridades luxemburguesas aseguran que el sistema de acuerdos fiscales privados del país es irreprochable. “De ninguna manera son acuerdos de amigos”, ha declarado a ICIJ Nicolas Mackel, consejero delegado de Luxembourg for Finance, una agencia cuasigubernamental. “El sistema fiscal luxemburgués es competitivo; no hay nada injusto o inmoral en él”, según Mackel. “Si las empresas logran reducir sus facturas fiscales a un tipo muy bajo, no es un problema de un solo sistema fiscal, sino de la interacción de muchos sistemas fiscales”.
La publicación de estos documentos se produce en un momento muy delicado para el pequeño país, que tiene una población de sólo 550.000 habitantes pero la renta per cápita más alta del planeta. En medio de la investigación comunitaria sobre estos acuerdos, su ex primer ministro, Jean-Claude Juncker, acaba de estrenarse en la presidencia de la Comisión. Juncker era el líder del gobierno de Luxemburgo cuando se aprobaron muchas de las ventajas fiscales del país, pero, desde su nuevo cargo, ha prometido mano dura con estas artimañas. Ahora bien, afirma también que el régimen de su país “es totalmente acorde a la normativa europea”.
Según la legislación luxemburguesa, los asesores fiscales de PwC y de otras firmas pueden presentar a las autoridades propuestas de estructuras societarias diseñadas para conseguir ahorros fiscales y firmar con ellas un documento escrito que les asegura que su plan será aprobado por el Ministro de Finanzas. “Se trata de llevar tu planificación fiscal al gobierno y recibir su bendición por anticipado”, según Richard. D. Pomp, profesor de normativa fiscal en la Universidad de Connecticut. “Y la mayoría la reciben. Luxemburgo tiene un departamento fiscal muy laxo”.
Estos acuerdos privados son legales en Luxemburgo, pero pueden ser objeto de disputas jurídicas fuera del país, si las autoridades fiscales de otros países los consideran inadecuados. Según el Ejecutivo del Gran Ducado, estas “decisiones fiscales por adelantado” existen en otros países como Alemania, Francia y Reino Unido, y no chocan con la legislación comunitaria siempre que todos los contribuyentes que se encuentran en una situación similar sean tratados igual.
Un portavoz de PwC afirma que la investigación del ICIJ está basada en información “obsoleta” y “robada”, “y su sustracción está en manos de las autoridades competentes”. Añade que su asesoramiento fiscal se ofrece “de acuerdo con las leyes y tratados aplicables a nivel local, europeo e internacional, y está sometido a un código de conducta fiscal de PwC Global”.
La mayoría de las empresas que aparecen en los archivos descubiertos provienen de Estados Unidos y Reino Unido, seguidas por las de Alemania, Holanda y Suiza. No hay ninguna española, aunque sí muchas que invierten o hacen negocios en nuestro país. La mayoría de los tax rulings se firmaron entre 2008 y 2010. Algunos de ellos salieron a la luz por primera vez en una investigación de Edouard Perrin, de la cadena de TV francesa France 2, en 2012, pero la mayoría de los documentos de PwC no habían salido a la luz hasta ahora.
Entre ellos se encuentran también algunos acuerdos firmados por KPMG, y es de suponer que PwC no tiene el monopolio de la prestación de este servicio. Los medios asociados a ICIJ han cotejado los acuerdos con expertos que dejan claro que estas empresas y sus asesores han desarrollado estrategias agresivas para reducir impuestos, usando Luxemburgo en combinación con otros países de baja tributación como Gibraltar, Delaware e Irlanda
“Los otros países están perdiendo dinero”. "Es la primera vez que vemos el verdadero funcionamiento de Luxemburgo como un paraíso fiscal", asegura Richard Brooks, exinspector de Hacienda británico y autor del libro El gran robo fiscal, que ha ayudado a ICIJ a revisar algunos de los documentos. "Los países que están perdiendo dinero no saben nada de esto, no saben cómo funciona en absoluto".
El mes pasado, en un prestigioso evento en el Metropolitan Club de Nueva York, Pierre Gramegna, el ministro de Finanzas luxemburgués, afirmó de forma tajante que "Luxemburgo no es un paraíso fiscal. Lo digo alto y claro". La respuesta del auditorio fue una sonora carcajada. Lo cierto es que más de 170 de las 500 empresas de la lista Fortune tienen una oficina en el país. Se estima que en 2012 las compañías de EEUU transfirieron 95.000 millones de dólares de sus beneficios fuera de su país a Luxemburgo, sobre los que pagaron 1.040 millones, apenas el 1,1%.
Estos acuerdos privados son legales en Luxemburgo, pero pueden ser objeto de disputas jurídicas fuera del país, si las autoridades fiscales de otros países los consideran inadecuados. Según el Ejecutivo del Gran Ducado, estas "decisiones fiscales por adelantado" existen en otros países como Alemania, Francia y Reino Unido, y no chocan con la legislación comunitaria siempre que todos los contribuyentes que se encuentran en una situación similar sean tratados igual.
Un portavoz de PwC afirma que la investigación del ICIJ está basada en información "obsoleta" y "robada", "y su sustracción está en manos de las autoridades competentes". Añade que su asesoramiento fiscal se ofrece "de acuerdo con las leyes y tratados aplicables a nivel local, europeo e internacional, y está sometido a un código de conducta fiscal de PwC Global".
La mayoría de las empresas que aparecen en los archivos descubiertos provienen de EEUU y Reino Unido, seguidas por las de Alemania, Holanda y Suiza. No hay ninguna española, aunque sí muchas que invierten o hacen negocios en nuestro país. La mayoría de los tax rulings se firmaron entre 2008 y 2010. Algunos de ellos salieron a la luz por primera vez en una investigación de Edouard Perrin, de la cadena de TV francesa France 2, en 2012, pero la mayoría de los documentos de PwC no habían salido a la luz hasta ahora.
El mes pasado, en un prestigioso evento en el Metropolitan Club de Nueva York, Pierre Gramegna, el ministro de Finanzas luxemburgués, afirmó de forma tajante que "Luxemburgo no es un paraíso fiscal. Lo digo alto y claro". La respuesta del auditorio fue una sonora carcajada. Lo cierto es que más de 170 de las 500 empresas de la lista Fortune tienen una oficina en el país. Se estima que en 2012 las compañías de EEUU transfirieron 95.000 millones de dólares de sus beneficios fuera de su país a Luxemburgo, sobre los que pagaron 1.040 millones, apenas el 1,1%.
Estos acuerdos privados son legales en Luxemburgo, pero pueden ser objeto de disputas jurídicas fuera del país, si las autoridades fiscales de otros países los consideran inadecuados. Según el Ejecutivo del Gran Ducado, estas "decisiones fiscales por adelantado" existen en otros países como Alemania, Francia y Reino Unido, y no chocan con la legislación comunitaria siempre que todos los contribuyentes que se encuentran en una situación similar sean tratados igual.
Un portavoz de PwC afirma que la investigación del ICIJ está basada en información "obsoleta" y "robada", "y su sustracción está en manos de las autoridades competentes". Añade que su asesoramiento fiscal se ofrece "de acuerdo con las leyes y tratados aplicables a nivel local, europeo e internacional, y está sometido a un código de conducta fiscal de PwC Global".
La mayoría de las empresas que aparecen en los archivos descubiertos provienen de EEUU y Reino Unido, seguidas por las de Alemania, Holanda y Suiza. No hay ninguna española, aunque sí muchas que invierten o hacen negocios en nuestro país. La mayoría de los tax rulings se firmaron entre 2008 y 2010. Algunos de ellos salieron a la luz por primera vez en una investigación de Edouard Perrin, de la cadena de TV francesa France 2, en 2012, pero la mayoría de los documentos de PwC no habían salido a la luz hasta ahora.
07 de Noviembre de 2014 Turismo espacial Un cementerio en Marte
Se acaban de cumplir cien años de la epopeya del Endurance, la más heroica y hermosa de la historia de las exploraciones, que dio comienzo con un anuncio insensato insertado en la prensa británica. Se me saltan las lágrimas y se me encogen los testículos con sólo recordarlo: “Se necesitan hombres para viaje arriesgado. Poco sueldo, mucho frío, largos meses en total oscuridad. Peligro constante, sin garantía de regreso. En caso de éxito, reconocimiento y gloria”. En el reclamo de Shackleton sólo había una errata: la fama y la gloria llegaron aunque la expedición fue un completo fracaso, ya que el casco del Endurance ni siquiera llegó a tocar el continente antártico.
Más de cinco mil personas se ofrecieron voluntarias para aquella extraordinaria odisea, de los cuales el propio Shackleton seleccionó personalmente a ventiséis. Creía que esa estirpe aventurera ya estaba extinguida para siempre, que nunca iba a leer un anuncio parecido en nuestra triste época de comerciantes y tenderos. Por eso me ha emocionado tanto encontrarme con el proyecto Mars One, que pide voluntarios para establecer la primera colonia en Marte en un viaje sin garantía de ida y sin billete de regreso. Poco importa que la NASA no considere factible el proyecto al menos hasta dentro de veinte años, ni que un grupo de científicos del MIT, aun dando por hecho el inconcebible salto hasta el planeta rojo, lo haya descartado ante la inclemencia de la atmósfera marciana. Lo increíble, lo maravilloso es que más de doscientas mil personas se hayan ofrecido voluntarias (muchas de ellas zumbadas, como reconoce uno de los organizadores) y que 705 ya han superado la primera criba. Entre ellos hay catorce españoles, suponemos que no sólo desesperados ante esta España sucia y esquilmada y que han optado por el desierto rojo en lugar de por el desierto mariano. Me imagino que son hombres (y mujeres, porque hoy también hay mujeres) del linaje de Cook y Magallanes, de Livingstone y Ladrillero, mujeres y hombres a quienes su lugar de nacimiento se les ha quedado pequeño y precisan ver mundo. Concretamente, otro mundo. La perspectiva más halagüeña que se les ofrece a tales viajeros es una tumba con vistas al sistema solar y una línea en los libros de historia.
Ante las nulas posibilidades de retorno, la aventura a la que más recuerda este ensueño marciano no es, por desgracia, la odisea de Shackleton, sino el intento de colonización del Estrecho de Magallanes en la expedición de Sarmiento de Gamboa. Más de doscientos españoles quedaron abandonados a su suerte en los canales de Tierra de Fuego durante uno de los pasajes más dramáticos y desconocidos en esa no poco desconocida (y aún menos leída y estudiada) saga mal denominada Descubrimiento de América.
Habrá mucha gente, la inmensa mayoría quizá gente sensata y sedentaria que se pregunte qué sentido tiene ir a Marte sólo para fundar un cementerio. Pero tiene todo el sentido: es la sed de aventura, el motor de sueños, el empuje de la razón que nos hace furiosamente humanos. Exactamente el mismo impulso que nos llevó a cruzar el mar, a subir las montañas, a salir de las cavernas. Cuando entrevisté en Cracovia a un octogenario Stanislaw Lem, me sorprendió oírle decir que la NASA había rechazado el viaje a Marte porque allí no había nada de interés y que él estaba de acuerdo. El propio Lem se había rebatido a sí mismo en Retorno de las estrellas, una extraordinaria novela donde un astrofísico justifica su inútil periplo espacial preguntándose si Amundsen buscaba diamantes en el polo. “Por supuesto que Amundsen sabía que en el Polo Sur no había nada. Una posibilidad probada” dice el joven Lem, por boca de su augusto astrofísico, “eso es lo que significa nuestro viaje: que es lo más difícil que puede hacerse en un momento dado”. ¿Por qué viajar a Marte? La mejor respuesta la resumió Mallory cuando expresó su ferviente deseo de escalar el Everest: porque está ahí.
Más de cinco mil personas se ofrecieron voluntarias para aquella extraordinaria odisea, de los cuales el propio Shackleton seleccionó personalmente a ventiséis. Creía que esa estirpe aventurera ya estaba extinguida para siempre, que nunca iba a leer un anuncio parecido en nuestra triste época de comerciantes y tenderos. Por eso me ha emocionado tanto encontrarme con el proyecto Mars One, que pide voluntarios para establecer la primera colonia en Marte en un viaje sin garantía de ida y sin billete de regreso. Poco importa que la NASA no considere factible el proyecto al menos hasta dentro de veinte años, ni que un grupo de científicos del MIT, aun dando por hecho el inconcebible salto hasta el planeta rojo, lo haya descartado ante la inclemencia de la atmósfera marciana. Lo increíble, lo maravilloso es que más de doscientas mil personas se hayan ofrecido voluntarias (muchas de ellas zumbadas, como reconoce uno de los organizadores) y que 705 ya han superado la primera criba. Entre ellos hay catorce españoles, suponemos que no sólo desesperados ante esta España sucia y esquilmada y que han optado por el desierto rojo en lugar de por el desierto mariano. Me imagino que son hombres (y mujeres, porque hoy también hay mujeres) del linaje de Cook y Magallanes, de Livingstone y Ladrillero, mujeres y hombres a quienes su lugar de nacimiento se les ha quedado pequeño y precisan ver mundo. Concretamente, otro mundo. La perspectiva más halagüeña que se les ofrece a tales viajeros es una tumba con vistas al sistema solar y una línea en los libros de historia.
Ante las nulas posibilidades de retorno, la aventura a la que más recuerda este ensueño marciano no es, por desgracia, la odisea de Shackleton, sino el intento de colonización del Estrecho de Magallanes en la expedición de Sarmiento de Gamboa. Más de doscientos españoles quedaron abandonados a su suerte en los canales de Tierra de Fuego durante uno de los pasajes más dramáticos y desconocidos en esa no poco desconocida (y aún menos leída y estudiada) saga mal denominada Descubrimiento de América.
Habrá mucha gente, la inmensa mayoría quizá gente sensata y sedentaria que se pregunte qué sentido tiene ir a Marte sólo para fundar un cementerio. Pero tiene todo el sentido: es la sed de aventura, el motor de sueños, el empuje de la razón que nos hace furiosamente humanos. Exactamente el mismo impulso que nos llevó a cruzar el mar, a subir las montañas, a salir de las cavernas. Cuando entrevisté en Cracovia a un octogenario Stanislaw Lem, me sorprendió oírle decir que la NASA había rechazado el viaje a Marte porque allí no había nada de interés y que él estaba de acuerdo. El propio Lem se había rebatido a sí mismo en Retorno de las estrellas, una extraordinaria novela donde un astrofísico justifica su inútil periplo espacial preguntándose si Amundsen buscaba diamantes en el polo. “Por supuesto que Amundsen sabía que en el Polo Sur no había nada. Una posibilidad probada” dice el joven Lem, por boca de su augusto astrofísico, “eso es lo que significa nuestro viaje: que es lo más difícil que puede hacerse en un momento dado”. ¿Por qué viajar a Marte? La mejor respuesta la resumió Mallory cuando expresó su ferviente deseo de escalar el Everest: porque está ahí.
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