viernes, 15 de agosto de 2014

Donnelly: "No descartamos armar una empresa recuperada"

Entrevista con el delegado de la imprenta Jorge Medina. "No queremos perder 430 puestos de trabajo", aseguró.
alt
Por Enrique de la Calle
APU: ¿Cuál es la situación en la empresa?
Jorge Medina: La empresa no se presentó en el Ministerio de Trabajo y por lo tanto no respetó la conciliación obligatoria. Nosotros sí la cumplimos. Entramos en la gráfica y pusimos a funcionar las máquinas. Un funcionario del Ministerio corroboró que nosotros fuimos a trabajar.
APU: ¿La idea es seguir trabajando?
JM: Queremos cumplir con la conciliación obligatoria. La que no está cumpliendo es la empresa que cerró sus puertas sin previo aviso. No sabemos qué hicieron sus dueños, si se fueron del país.
APU: ¿La Gráfica pidió la quiebra?
JM: Pidieron la quiebra el mismo lunes. No sé si ya está decretada.
APU: ¿Una de las posibilidades es convertir a la gráfica en una empresa recuperada?

JM: No descartamos ninguna opción. Esperamos que la empresa se presente y revierta la situación. Pero no descartamos alternativas. Rechazamos la quiebra porque no queremos perder nuestra fuente de trabajo. Estamos hablando de 430 trabajadores. Esta semana vamos a tener otra audiencia en el Ministerio para ver cómo se sigue.

Economía: ¿cuál es el legado kirchnerista?

Cuatro economistas heterodoxos analizan en AGENCIA PACO URONDO TV qué desafíos enfrentará el próximo gobierno en el plano económico. Opinan: Fernanda Vallejos, Benjamín Navarro, Agustín D'Attellis y Alejandro Robba.
http://www.innovationservices.philips.com/sites/default/files/imagecache/catalog_detail/ind1.jpg
Los economistas Fernanda Vallejos, Benjamín Navarro, Agustín D'Attellis y Alejandro Robba analizaron en AGENCIA PACO URONDO TV los desafíos de la economía argentina. Virtudes y cuentas pendientes del modelo kirchnerista.
Fernanda Vallejos (Gran Makro):
“El gobierno que asuma en 2015 va a recibir un gobierno muy diferente al que recibió Néstor Kirchner en 2003. Va a ser pura ganancia para cualquiera. Ese es el legado principal del modelo kirchnerista.”
“La obra de gobierno de Néstor y Cristina fue superior a lo que muchos soñábamos cuando fuimos convocados en 2003. En uno de los aspectos donde hay que profundizar tiene que ver con la informalidad laboral. En ese punto hay un largo camino para recorrer.”
“La agenda que se debe imponer a partir de 2015 tiene que ver con profundizar la industrialización. De ese modo se puede superar la restricción externa que hoy aqueja a la Argentina.”
Benjamín Navarro (Geenap):
“Hay que profundizar el desarrollo industrial y la distribución de la riqueza. Ahí aparece la discusión sobre el Estado.”
“En este tiempo se reconstruyeron las capacidades de intervención del Estado. Tenemos mejor Estado, más inteligente, que hace 10 años.”
“Si uno analiza lo que pasa con el sector industrial en relación a otros sectores de la economía argentina y lo compara con lo que pasó en la región, observa que el sector industrial en el país no cedió lugar frente a la producción primaria. El boom de los productos primarios desalienta la inversión en el sector industrial. En Argentina las políticas públicas luchan contra esa lógica.”
“Volvemos a tener problemas similares a los de las décadas de los 50 y los 60 porque volvemos a intentar un desarrollo industrial. La recuperación de YPF se vuelve central en el actual modelo”
“El modelo económico kirchnerista apuesta a ser competitivo no por salarios bajos”
Alejandro Robba (director de Economía de la Universidad de Moreno):
“No hubiera habido crecimiento económico todos estos años si el sector privado no hubiera crecido y ganado plata.”
“Por suerte, los empresarios no hacen lo que proponen algunos economistas que aparecen todo el tiempo en los medios de comunicación.”
"Hay empresarios que han ganado mucha plata pero no creen que eso pasó por las políticas macro que llevó adelante el Estado todos estos años. Creen que tienen rentabilidad solo por sus propias acciones.”
Agustín D'Attellis (Gran Makro, Universidad de Moreno):
“Soy optimista con el escenario macro-económico del país. En estos años se dieron cambios estructurales muy importantes, como la política de desendeudamiento, la creación de empleo, las mejoras en el consumo popular.”
“El empresariado no debería ver al salario como un costo sino como una fuente de demanda. Esa es la disputa cultural que estamos dando en estos años. Detrás de esta discusión hay una puja distributiva muy importante.”

“Cuando uno escucha a algunos economistas de los candidatos a presidente ve que no todos están de acuerdo con las políticas que se hicieron en estos años. En ese sentido puede haber un retroceso.”

https://www.youtube.com/watch?v=jwWHRNEgFxM

Canción del elegido Por Mariana Moyano

Podría haber sido la última imagen. ¿Y quién se anima a decir que no? La del cuerpo de su hija en el furgón. En esa comisaría para siempre inmunda de Isidro Casanova. Porque seguro que está grabada. Eso no se borra. Y podría haber sido la última. La que cancelara la posibilidad de seguir mirando. Pero no. Porque ella creyó.

Primero se los escupió en la jeta a ellos, a los que les dijo “¡Asesinos!”. Se los gritó. Y mientras los acusaba vio un Cristo, una figura de Jesús metida en ese mundo de mierdas. Ella lo apuntó con el dedo, miró al subcomisario y se lo dijo: “Ese, el que está ahí: él es quien los va a juzgar. Y los va a condenar para toda la eternidad”. Porque ella cree. Es religiosa. No practicante. Pero tiene un Dios.

Y podría haber sido la última imagen. Y que se le grabara tan a fuego que le paralizara las ganas, el ímpetu, la fuerza, la búsqueda. Pero no, dio vueltas, con pañuelo blanco. Protestó. Se quejó. Llevó a juicio. Y sonrió. Sonríe siempre. Y mucho. Y se ve, entonces, que no fue la última imagen.

Incluso había contado varias veces que tenía un portarretratos vacío esperándolo para, ahí, la última imagen. Eso puede que se le haya ocurrido cuando gracias a la ciencia hecha magia, con Clyde Snow, con quien supo que en su hija había habido un hijo. Y entonces la última imagen debía ser la de él. Y como creyó, buscó.

Y había encontrado 113 respuestas afirmativas. Y en cada anuncio hicieron la misma misa pagana. Ellas sentadas delante. Ellos coreando y arengando detrás. Es amorosamente esperanzador ver cómo deben ir corriendo la mesa cada vez más adelante porque atrás de ellas hay en cada anuncio uno más.

El mismo ritual que eriza la piel de la emoción. La gacetilla del anuncio prudente. El nombre. Algunos detalles en la conferencia de prensa. La historia política y de amor de sus padres. El relato de quiénes son sus abuelas y abuelos. Y el dato, que con el paso del tiempo se hace dardo: si aún alguna de ellas está viva para recibir al recién llegado, al último aparecido.

Las últimas veces Estela pidió especialmente que los tiempos y trámites se aceleraran. “Nos estamos poniendo viejas”, aclaró incluso dejando de lado la coquetería de la cual ella siempre hizo gala. Y es que cada vez más seguido informaban que una se había muerto, que otra estaba mal. Y hasta Estela andaba con alguna que otra nana.

Todos sabíamos que a quien ella buscaba era a Guido. Y hubiésemos dado todo por ayudarla. ¿Pero cómo? Si aunque gritáramos fuerte su nombre, él no iba a poder escuchar. ¿Cómo encontrarlo, si para todos él era un ser de la nada?

Pocas experiencias hay más ricas que leer de presente a pasado. Mirar con los ojos de hoy lo que fue escrito antes. Hace 100, 35 o 20 años. Hace unos meses o –como en este caso- hace un rato, cuando ocurre uno de esos hechos que corta la realidad en dos rebanadas: la del “antes de” y el “después de”.

Ojear sobre lo escrito en el pasado con un presente a favor que resuelve el acertijo, le aporta al vistazo, sabiduría. Pero leer sobre estos sucesos que quedan en la memoria como recuerdo doble: como evento en sí mismo, pero indivisibles de la evocación de dónde y qué estaba uno haciendo cuando lo supo, es ser dueño de la historia.

“Se cree que su compañero –el padre del hijo que Estela busca- era un militante de Montoneros. El padre de Guido, no obstante, se encontrará una vez que se encuentre a Guido”, le respondía María Eugenia Ludueña, autora de una biografía sobre Laura Carlotto al diario Tiempo Argentino en una nota del 22 de septiembre de 2013. Es una frase al pasar, dicha de soslayo. No es central en el texto. Es apenas un gesto de prudencia. Hace 11 meses. Hace 11 meses era eso. Hoy radica en ella –porque ya está él- la completa revelación.

Al igual que se aparece como el Aleph aquella carta de 1996 que huele tantísimo a premonición: "Despertarás un día sabiendo cuanto te quiso y te queremos todos. Y preguntarás un día dónde puedo hallarlos. Y buscarás en el rostro de tu madre el parecido y descubrirás que te gusta la ópera, la música clásica o el jazz como a tus abuelos. Escucharás Sui Generis o a Almendra, o Pappo, sintiéndolos en lo profundo de tu ser porque así lo sentía Laura. Despertarás, querido nieto, algún día de esa pesadilla, y nacerás para tu liberación. Te estoy buscando. Tu abuela Estela".

Es una frase al pasar, dicha de soslayo. No es central en el texto. Es apenas un gesto de esperanza. Hace 18 años. Hace 18 años era eso. Hoy radica en ella la completa revelación. Porque hay otra última imagen.

Dicen los astrólogos, los que analizan el universo desde la ciencia de los números, los seguidores de Maha Kundalini (la gran Madre), los conocedores de la Cábala que hay números perfectos. Desde la impunidad más absoluta que nos otorga estar emborrachados de esa felicidad que no conoce de límites porque es colectiva, digamos que existen también, astrológica, numérica, universal y cabalísticamente los días perfectos. Como el martes, como este martes que empezó a transcurrir como uno más, pero que en su mitad parió uno de esos episodios que le suceden o protagonizan otros en su vida más privada, pero que se quedan adheridos a la de todos porque siempre que los rememoremos, como nota al pie resonará ese instante en que nos enteramos.

Apenas pasadas las 15 fue en mi caso. Un mensaje de una querida amiga. Trabajadora incansable, una de las fabricó bambalinas para que hubiera escenario. Me escribió desde su trabajo en Casa de Gobierno. Yo venía de –por un rato- ser sólo mamá. Plaza y calesita. Picnic y amiguitas. Y algún que otro intercambio con colegas y jefes a ver si eso que ese que hace que la nada sea trascendente porque -como en todo cocktail de veneno posmoderno- mezcla baile y función pública, correspondía que fuese o no columna de la jornada.

Y ahí otra vez el aviso del mensaje de texto. Por lo mismo, pienso. Cuestiones organizativas. Definiciones de la cotidiana. O alguna nimiedad. Un “más de lo mismo” un tanto molesto en un día soñado de sol. De esos con que el invierno nos imprime la certeza de que pronto llegaremos a la primavera. “Parece que encontraron al nieto de Estela”, leo. Con muchos signos de exclamación. Puestos al final, siempre al terminar la oración por esa maldita costumbre que se nos está volviendo regla toda por la instantaneidad del whatsapp y el SMS. “Escuchaste algo?”, me consulta.

Y el tiempo se paraliza. La vida supuestamente real se congela. El mundo de queda quieto. Y todo, todos confluimos en un solo punto. En ese más pequeño del universo, porque se trata de un hombre común. Sólo que con una historia que tiene que ver con el con el curso de nuestra Vía Láctea, con la historia enterrada. Estamos enfrente al durante 36 años buscado ser de la nada.

Nunca la había visto así. Se nota que a varios nos llamó la atención y nos detuvimos en su ya todo blanco cabello revuelto. Tenía sus rulos, tan de directora de escuela, torcidos, desordenados, como si en esa cabeza hubiera habido toqueteos y abrazos. “Él me buscó a mí”, repetía ante los micrófonos como una especie de mantra. “Se cumplió lo que decíamos las Abuelas, él me buscó a mí”.

En Buenos Aires el sol no podía ser más cálido, pertinente y respetuoso. Tan tibio estaba el ambiente que si uno se permitía la ensoñación hasta era posible sentirse en brazos de alguien. Había calor de comunión. Era la consecuencia directa del 99,999 que había dado como resultado la prueba de ADN. 99,999 por ciento de nosotros estaba sintiendo la misma tibieza.

No estuvo bien, nada bien, que pusieran a circular fotos del aparecido y de su padre, al instante en que se supo. La jueza que suele ser prudente en el caso de restituciones habló de más. Le jugó una pésima pasada el ego, la necesidad de participación. Hubiera estado bien con saberse parte –y vaya cual- como lo fuimos todos en ésta, una de las la historia colectivas más importantes de la década.

Esa misma tarde, con orden de los astros, de las causalidades y las jugadas que la historia política argentina nos tiene acostumbrados, estaba prevista la presentación de las Actas de la Juntas Militares en la TV Pública. Estela iba a estar ahí. Gracias a la vida que no pudo estar. Algo inconmensurablemente importante le estaba ocurriendo. “Pasó lo que las Abuelas siempre decimos. Él me buscó a mí”, resonaba. Y esa frase construía un puente. Desde el estudio Uno de la TV Pública a la sede de Abuelas, al corazón de Estela, al de Ignacio/Guido Montoya Carlotto, y al del 99,999 por ciento de personas de bien que no pudimos contener el llanto.

El ministro Agustín Rossi subrayó durante la presentación dos datos nada casuales: uno, que Bartolomé Mitre, el dueño del relato por más de doscientos años, sostenía que la historia sólo debía ser contada a través de documentos oficiales. Nos sonreímos con sorna. “No le puede hacer un gambito a estas actas –dijo- si quieren, de verdad, contar la historia”. Y contó también que en esos papeles figura cómo los hacedores de la macabra historia reciente discutían acerca del término “desaparecido” y cómo intentaban borrar también a esa palabra e instalar en su lugar fórmulas como “personas con paradero desconocido”, o “ciudadano con presunción de fallecimiento”. Un intento de pixelar lo ocurrido. Para que no hubiera última imagen.

Pero ese martes era el día perfecto. La genética –juro que no entiendo por qué en estos casos se empeña tanto- le hace ole a la construcción cultural que somos los seres humanos y el buscado y ocultado no sólo aparece, sino que se corporiza con un parecido físico a quien suponían y constatan como su padre que destroza el silencio de los asesinos, el ocultamiento de las pruebas, los cuerpos y los bebés y aquel intento mitrista de decirnos que la nuestra es sólo una larga lista de suposiciones, lejana a la suya, la historia documentada.

Él, como ese ser de la nada, como ese elegido de la canción, también supo la historia de un golpe y sintió en su cabeza cristales molidos. Supo de su condición de adoptado hace apenas dos meses. “Me enteré el día de mi cumpleaños”, explicó con precisión. Pero, como lo había hecho durante toda su exposición ante los medios (en su mayoría mediocres y no a la altura de la aparición), ajustó aún más la frase y aclaró: “el día en que yo festejaba mi cumpleaños”. Estaba haciendo la misma operación gramatical de conjugación política de verbos que unos minutos antes cuando esquivando el morbo del relato detallado e íntimo que le proponían la mayoría de las preguntas, sentenció: “hace dos días que sé quién de verdad soy, o quién no era”. Nadie habría podido cruzar temporal, gramatical y semánticamente pasado reciente hecho mentira con historia construida a base de fusilamiento y escamoteo con semejante exactitud.

Con los datos que ya daban vuelta pensé mucho en la frase que usó el muy irregular titular de la Sociedad Rural Argentina Luis Etchevere. “El campo es mucho más que campo” estaba escrito en el atril desde el que insultó hace pocos días a la democracia. Y pensé en que esta vez tenían razón: que el campo era mucho más que pampa húmeda; que esta vez –como le gustaba a Mitre- quedaba constatado con cuerpo, ADN y ojalá pronto documento, ese campo ponía las huellas dactilares en el delito.

Porque ahí giraba Olavarría, y el aparecido, y el entregador fallecido hace apenas unos meses, y la institución eclesiástica y los civiles y un joven músico que se preguntaba de dónde le venía ese amor por el piano, y la palabra que es dicha recién cuando fallece el poderoso porque habilita el decir, y la resolución en apenas horas y el apuro por la primicia y el llanto y la congoja y la conmoción pero esta vez alegre y el ir por la calle con la lágrima al límite del parpadeo pero no sentir vergüenza y Estela despeinada y Estela que lo abraza y el “Chau Abu inmediato” y el “yo soy Ignacio” pero conteniendo a Guido y en cómo el nieto de Rosa Roisinblit tuvo que ponerle coto y orden a las cámaras y los micrófonos y gritarles “¡eh, un poco de tranquilidad. Imagínense lo que es esto para él y ustedes todos a los gritos, por favor!”. Y silencio para verlo, para ver a la última imagen.

Ese mismísimo martes, aquel día único, ese día perfecto a minutos de la confirmación leí en una de las redes sociales: “Videla murió en la cárcel y Estela encontró a su nieto. EL mundo está hoy un poco más en orden”. Me sonó a definición perfecta, ajustada, exacta.

Ayer, cuando Ignacio/Guido crecía en estatura al no embadurnarse en preguntas que proponían detalles no necesarios aún, y pese a las trapisondas de la ignorancia vuelta interrogación, pude observar cómo alguien puede ser un ser de la nada y al mismo tiempo un elegido; cómo cuando expresó que “esto es una pequeña victoria en una gran derrota”, no estaba sino haciendo honor a aquello de que lo más terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida.

Al lado, durante todo el rato que él habló, calmo y pausado, preciso y prudente, bien lejos de la obscenidad y la pornografía de la palabra que a veces nos plantean estos tiempos, siempre la Abuela, esta vez SU Abuela. Ahora sí, ahí estaba esta, la que tanto anhelábamos fuese la última imagen. Y canté. Lo tararee para adentro. Y me sonreí sola cuando los vi irse, entre humo y metralla, contentos y desnudos. Ahí estaban: Iban matando canallas con su cañón de futuro.

Diario Registrado

El año en que el mundo empezó a cambiar Por Emir Sader

Hace un año Estados Unidos estaba listo para atacar a Siria, capítulo previo a un ataque a Irán, cediendo a las presiones de Israel. Era tan sólo un capítulo más en el escenario instaurado desde el final de la Guerra Fría, con el rol predominante incuestionable de EE.UU., que militarizó a todos los conflictos, de Afganistán a Libia, amenazando extenderlos a Siria e Irán.

Un año después, el cuadro internacional ha cambiado radicalmente. Salió de la agenda la posibilidad de bombardear a Siria, se iniciaron negociaciones de paz con Siria e Irán, con intermediación de Rusia y bajo la protesta aislada de Israel, Arabia Saudita y de Kuwait. Impotentes para intervenir, EE.UU. y la Unión Europea han tenido que aceptar, como hecho consumado, la decisión de Crimea de adherirse a Rusia. Tampoco logran controlar la rebelión de otras regiones de Ucrania que quieren seguir un camino similar.

Hace un año se anunciaba la normalización de la vida en Afganistán, Irak y Libia, con la retirada de tropas norteamericanas en los dos primeros y con realización de elecciones en los tres países. Hoy los tres se encuentran en avanzado estado de descomposición, sin Estados nacionales en Irak y Libia, con violencia en aumento en Afganistán. EE.UU. vuelve a bombardear Irak, intentando frenar la ofensiva de los sunnitas radicales hacia Bagdad.

Hace un año el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial todavía parecían reinar soberanos en la economía mundial. Un año después los Brics han fundado un Banco de Desarrollo y han creado un fondo de divisas para apoyar a países con dificultades.

Hace un año las potencias occidentales creían tener a Rusia sometida económica y políticamente. Hoy Rusia se ha vuelto un actor fundamental en las negociaciones de paz, como en los casos de Siria e Irán, así como un apoyo indispensable que EE.UU. necesita para su retirar sus tropas de Afganistán.

EE.UU. y Europa han decidido una serie de sanciones en contra de Rusia, pero la respuesta de ésta, con la suspensión de la compra de productos agrícolas de EUA y de la UE, sustituidas por compras a países de América latina, ha dejado a las potencias occidentales desconcertadas y en pánico, revelando toda su fragilidad. La posibilidad de corte de gas por parte de Rusia aterra a Europa. Mientras tanto, Rusia y China han firmado un acuerdo estratégico de largo plazo, que incluye el abastecimiento de gas a los chinos por treinta años.

Obama intentaba parecer lo suficientemente fuerte hasta un año atrás, amenazando resolver las crisis en Siria y en Irán mediante el uso de la fuerza. Hoy un consenso de opiniones, dentro y fuera de EE.UU., lo señala como un presidente impotente, incapaz de actuar en los múltiples frentes que lo involucran.

Hace un año, la hegemonía política, militar y económica de EE.UU. parecía consolidada. Un año después surge un bloque de fuerzas que apunta hacia la superación de esa hegemonía.

Todo ello –entre otras tantas cosas más– se ha dado en el espacio del año trascurrido desde agosto del 2013. Un año en que el mundo, que parecía tener su correlación de fuerzas congelada, ha empezado a moverse en otra dirección, en la dirección de un mundo multipolar.

Página|12

Paradojas de la sangre Por Cecilia Sosa *

Madres, Abuelas, hijos, hermanos, familiares de los ausentes han sido los guardianes del duelo en la Argentina. Y ese derecho ha sido animado por la sangre. En su búsqueda de los bebés nacidos en centros clandestinos de detención, las Abuelas de Plaza de Mayo tendieron a crear un fuerte vínculo entre sangre y verdad. Esta fue su estrategia pública, justa y tal vez necesaria, por más de tres décadas. Cada vez que un nieto era recuperado, esta narrativa sanguínea parecía confirmarse. Aun cuando el reencuentro con las familias biológicas no fuera sencillo, el poder de la sangre aparecía como garantía de filiación capaz de saldar mágicamente toda diferencia, una forma de justicia “natural” y hasta suerte de milagro divino. Sin embargo, el determinismo sanguíneo conlleva un peligro: que el vínculo biológico se presente como única forma de filiación posible. Ese riesgo se puso de manifiesto en el spot de Abuelas “No dejes a tus hijos con la herencia de la duda. Resolvé tu identidad ahora”, donde una joven madre acompañada por su eventual apropiadora lleva al bebé al pediatra. Allí, la definición de identidad parece desmerecer toda forma de cuidado más allá del biológico, hecho flagrante en un país pionero en matrimonio igualitario, ley de género y fertilización asistida. En este contexto, la aparición de Guido Montoya Carlotto/Ignacio Hurban resultó explosiva. Las reacciones en casas, calles y redes sociales; los miles de likes que recibió la foto del encuentro-36 años-después de la Abuela y el Nieto Más Famosos; en fin, “el milagro atendido” de la recuperación de Guido/Ignacio permitió avizorar un escenario más allá de la sangre. De manera insospechada, la ola de afectos que devino viral cuestionó las tendencias endogámicas de los familiares de la víctimas. Guido fue el nieto de todos. Los de afuera –los periodistas, para empezar– no eran de palo. “Guido, Guido”, insistían cuando el nieto en cuestión pedía “metele un Ignacio”. Todos querían ser parte de ese abrazo que se demandaba como casi derecho adquirido. Ese derecho en acto sorprendió a las propias Abuelas y un día antes encontró a Estela saludando desde el balcón cual heroína mundialista. ¿Qué hay detrás de esta corriente afectiva que pareció hermanar a tod@s por estos días? La pobre hipótesis del “famoseo” de Caparrós claro que no alcanza. La de la “memoria genética”, aunque encantadora, tampoco. El caso Guido logró poner en escena una vía alternativa para explorar las reelaboraciones del parentesco que se juegan en la Argentina contemporánea. Mostró una suerte de transferencia en los sentimientos de propiedad de la pérdida y también el ribete más recóndito de un duelo compartido. Si mostró que la sangre no miente, también rechazó el ADN como única forma de verdad. Recordó cómo, al decir de Judith Butler, el parentesco puede reunir “toda práctica de dependencia que negocia la reproducción de la vida y las demandas de la muerte”. Y de paso sugirió que el festejo y la alegría pueden emerger como el reverso más misterioso –y acaso salvador– de la pérdida. Así, la “euforia de estos días hermosos”, como dijo el nieto 114 en conferencia de prensa, llegó para brindar un lenguaje más fluido para repensar familia, herencia y memoria. Casi a pesar suyo, Guido/Ignacio ofreció una suerte de “coming out” colectivo para simbolizar la pérdida.

Si aquel video institucional de Abuelas parecía ofrecer una salida única a la pregunta por la identidad, el “fenómeno Guido” mostró cómo las respuestas son siempre múltiples, contradictorias y sin duda, incómodas. Que, como dice Jacques Derrida, la pregunta por el nombre propio es una aporía por-venir (tanto como el Ignacio-Guido). Que las formas de reparación afectivas son parte de procesos abiertos e inconclusos que permean a la sociedad en su conjunto. Que el ADN puede ser apenas el punto de partida de un aluvión de emociones colectivas.

Al impugnar la idea de verdad como exclusivamente biológica, el caso del nieto 114 logró empujar hacia adelante la paradoja de la posdictadura: una obsesión por la sangre que puede mostrar su veta conservadora. Así, ayudó a imaginar formas de intimidad que extienden el linaje de la “familia herida” más allá de sus víctimas directas. El nieto-primo-sobrino de tod@s mostró cómo la experiencia de duelo contribuye a la reconstrucción de comunidades ampliadas. Su aparición, acaso mágica, acaso milagrosa, ofrece una visión de aquellas formas de filiación que se abren más allá de la sangre. Estos nuevos modos de encuentro hablan de nuevas condiciones de supervivencia. Hablan de comunidades que enlazan pasado y presente, placer y pérdida. Frente la inscripción reduccionista de lo sanguíneo como estrategia para hacer frente al pasado traumático, la aparición de Guido/Ignacio promete otro relato, otra ficción lanzada al futuro: una red de parientes no unida por la sangre sino por un deseo de estar juntos. Una comunidad de parientes por-venir donde asoma, frágil, vacilante, una forma de parentesco extendida.

* Doctora en Drama, investigadora de la Universidad de East London. Su libro Queering Acts of Mourning in the Aftermath of Argentina’s Dictatorship. The Paradoxes of Blood (Tamesis Books) saldrá en septiembre.

15/08/14 Página|12

Es el tercer juicio de la megacausa La cena en la que un piloto habló de sus crímenes

En el juicio oral por los crímenes cometidos en la ESMA, comenzaron a declarar los testigos por los vuelos de la muerte. Hoy fue el turno de un piloto holandes, que compartió una cena en Indonesia Julio Poch, donde les contó cómo habían arrojado personas desde los aviones.

Por Infojus Noticias

Cuando en una cena de trabajo, en 2003, el piloto holandés Tim Eisso Weert escuchó a su colega, el argentino Julio Poch, decir que a los “terroristas había que haberlos matarlos”, se levantó de la mesa, pero su jefe aéreo lo obligó a sentarse otra vez. Weert no quiso ser cómplice de los crímenes de lesa humanidad y denunció los dichos de Poch ante sus superiores. En 2011, lo hizo ante el juez federal de instrucción Sergio Torres y hoy declaró ante el Tribunal Oral Federal 5 de Comodoro Py, que juzga los delitos que ocurrieron en la ESMA durante la última dictadura cívico militar. Poch, de 62 años, presenció la audiencia.

Por videoconferencia desde Holanda, Weert le contó a los jueces argentinos que conoció a Poch en 1988, cuando entró a trabajar como piloto en la compañía Transavia, una empresa aérea franco-holandesa.También dijo que compartieron un vuelo, él como instructor y Poch como copiloto, en 1990. Dijo que lo consideraba“como una persona muy respetuosa y tranquila”.

El 2 de diciembre de 2003, junto a otros pilotos compartieron una cena en la ciudad indonesa de Bali. La comida fue en la playa y estaba también la esposa de Poch, Grethe. El testigo contó que durante la cena las conversaciones – en inglés- eran sobre temas sin demasiada importancia. “En un momento, se hizo un comentario del suegro de nuestro príncipe heredero (Jorge Zorreguieta, padre de la entonces princesa Máxima)”, dijo Weert. Se hablaba de la dictadura militar. “Los holandeses dijimos que Zorreguieta tendría que haber sabido de los desaparecidos, porque él había sido funcionario de Agricultura. A lo que Poch respondió que él no sabía nada. Julio dijo que en una guerra hay gente que muere. No supe qué decir y me quedé mirando mi plato”. La conversación siguió. Poch dijo que a los “terroristas” los tiraban al río. “Dijo que los montoneros eran terroristas, y que no se merecían menos que eso”. Weert le preguntó por qué no devolvieron los cuerpos a los familiares. Poch le respondió que las madres tendrían que haber sabido que sus hijos eran “terroristas” y que no tendrían que haberlos dejado salir de noche. “Poch hizo un comentario muy fuerte que escuchó toda la mesa: `Tendríamos que haberlos matado a todos´. Eso causó un gran impacto e hice mi último comentario: ´Fue muy inhumanno ejecutar a personas así”. Poch agregó que estaban drogados. Se refería a la aplicación de pentotal, una droga que adormecía a los secuestrados.

En ese momento cambió la postura corporal del señor Poch, se puso nervioso. Weert le echó en cara: “Qué pena me da que tuvieras que haber hecho esas cosas”. Poch reaccionó muy enojado y nervioso. “Su reacción me confirmó la idea que tuve, de que había participado”. Después de ese episodio, Weert denunció los dichos de Poch ante su jefe.

En 2011, declaró ante el juez de instrucción Sergio Torres y le dibujó un croquis con la ubicación de los comensales de esa cena.Ese mismo año, Weert recibió mensajes de texto con insultos y amenazas. Y también contó que el hijo de Poch, Andy, se subió a su auto y habló una hora sobre la acusación contra su padre, y le pidió que la modificara.

Poch seguía la declaración de Weert desde la primera fila de la defensa, al lado de su abogado particular Gerardo Ibáñez. El imputado que suele ir siempre, Ricardo Miguel Cavallo, pidió permiso para no ir estos días al juicio, y entre el público había una veintena de estudiantes secundarios. En el palco superior de la sala, un familiar saludó a Poch, y lo abrazó cuando terminó la audiencia.

Poch y su camino judicial

Por las denuncias de Weert y otros compañeros holandeses, en 2008, lajusticia argentina solicitó a Holanda el arresto y extradición de Poch. Recién en 2010, Poch fue extraditado y ante el juez Torres negó toda relación con los vuelos de la muerte. Alegó que sus ex compañeros de trabajo habían intencionalmente malinterpretado sus palabras.

En mayo de 2010, Torres lo procesó y le dictó prisión preventiva; le imputó el delito de “privación ilegítima de la libertad”. Cinco meses después, la Cámara Federal revocó su procesamiento y le ordenó al juez que dicte una nueva resolución, señalando que del pronunciamiento revocado “no surge mínimamente acreditada la vinculación del imputado integrando el Grupo de Tareas” represivas que operó en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA)”. En diciembre de ese año, Poch fue excarcelado, pero volvió a prisión meses después cuando Torres volvió a procesarlo.

Problemas de traducción

La pantalla de la sala de audiencias se dividió en seis. Tanto en Holanda, como en Comodoro Py y en los penales federales en los que están detenidos los imputados se podía seguir la transmisión. En una de las pantallas estaba el tribunal argentino; en otra el testigo; en otras tres los funcionarios holandeses, una jueza, una traductora fiscal y un abogado defensor. Las últimas dos estaban en blanco. La traducción español-holandesa fue una interpretación consecutiva, en lugar de simultánea. Esto provocó que se duplicara el tiempo de declaración. Esto también significó que la traducción no fuera literal. Y también sumó confusión la declaración del testigo en inglés, cuando recordó frases textuales dichas en la cena con Poch, en noviembre de 2003.

Durante la audiencia, al menos dos veces la magistrada holandesa corrigió a la traductora y le dijo que había omitido decir una parte. El abogado defensor Gerardo Ibáñez también aportó a la confusión cuando le preguntó al testigo por la conjunción de los verbos en singular y en plural que había usado. Para cubrir la audiencia, vinieron al país representantes de cuatro canales holandeses. Después de varias idas y venidas con el Tribunal, no pudieron filmar lo que más querían: las declaraciones de los holandeses.

La tortura Por Eduardo Galeano

La palabra mártir viene del griego, y significa: el que da testimonio. En los años de la dictadura militar brasileña, fray Tito (foto) dio testimonio de indignación entre los indignos, y fue por ellos encarcelado y atormentado una vez y dos y muchas veces. Después, marchó al exilio.

Se fue, pero se quedó. Estaba libre en Francia, pero seguía preso en Brasil. Nada sabían de geografía los sacerdotes y los amigos que le decían y repetían que el país de sus verdugos quedaba lejos, al otro lado del océano. El era el país donde sus verdugos vivían.

Durante más de tres años, no le dieron tregua. En los conventos de París y de Lyon y en los campos del sur de Francia, sus verdugos le pegaban patadas en el vientre y culatazos en la cabeza, le apagaban cigarrillos en el cuerpo desnudo, le metían picana eléctrica en los oídos y en la boca.

Y no se callaban nunca. Fray Tito había perdido el silencio. En vano deambulaba buscando algún lugar, algún rincón del templo o de la tierra, donde no resonaran los truenos de esas voces atroces que no lo dejaban dormir, ni lo dejaban rezar las oraciones que antes habían sido su imán de Dios.
Una noche, escribió: «Es mejor morir que perder la vida». Lo encontraron colgado de la copa de un álamo.

“Cuando se seque el río de mi infancia, el dolor secará”
Por Frei Betto*

El 10 de agosto se cumplieron 40 años de la trágica muerte de Fray Tito de Alencar Lima (foto), ocurrida en L’Arbresle, al sur de Francia. En su dolor quedó registrado lo que el militarismo brasilero produjo de más hediondo y, en él, se refleja la venerable indignación de cuantos piensan la política como expresión colectiva de los principios éticos.

En el sufrimiento de Tito se inscribe la esperanza de todos los que creen en la política como mediación de utopías liberadoras. Preso, en noviembre de 1969, en la ciudad de São Paulo, acusado de ofrecer infraestructura a Carlos Marighella, Tito fue sometido a “la palmatoria” y a choques eléctricos, en el DEOPS, en compañía de sus cofrades.

En febrero del año siguiente, cuando ya se encontraba en manos de la Justicia Militar, fue retirado del Presidio Tiradentes y llevado a la Operación Bandeirantes, mas tarde conocida como DOICODI, en la calle Tutoia. Durante 3 días, golpearon su cabeza contra la pared, le quemaron la piel con brasa de cigarros y le dieron choques eléctricos por todo el cuerpo, en especial, en la boca, “para recibir la hostia”, gritan los verdugos.

Fernando Gabeira, preso a su lado, acompaña todo. Quieren que Tito denuncie a quien le ayudó a conseguir la casa de campo de Ibiúna para el congreso de la UNE (Unión Nacional de Estudiantes), en 1968, y firme un testimonio aseverando que los dominicos participaron de asaltos a bancos. En el límite de su resistencia, con la hoja de afeitar que le dieron para afeitarse, Tito se corta la arteria interna del codo izquierdo. Fue socorrido a tiempo en el hospital militar, en Cambuci.

Las incesantes torturas no abren la boca del fraile dominico de 28 años de edad, mas le marcan el alma. Se cumple la profecía del capitán Albernaz, de la Oban (‘Operación Bandeirante’): si no habla será quebrado por dentro, pues sabemos hacer las cosas sin dejar marcas visibles. Si sobrevive, jamás olvidará el precio de su silencio.

En diciembre de 1970, incluido en la lista de presos políticos canjeados por el embajador suizo Giovanni Bucher, secuestrado por la VPR (Vanguardia Popular Revolucionaria) de Lamarca, Tito es desterrado del Brasil por el gobierno del general Médici. De Santiago de Chile viaja para París, sin jamás recuperar su armonía interior. En las calles de la capital francesa, “veía” el espectro de sus torturadores. Transferido para L’Arbresle, próximo a Lyon, en su estrecho cuarto del convento construido por Le Corbusier, Tito se estremecía a los gritos del padre golpeado en el DOPS (Departamento de Orden Política Social), gemía a los gritos de la madre colgada en el ‘pau-de-arara’, se asustaba de miedo a los espasmos de sus hermanos electrocutados, se contorcía en escalofríos bajo el fantasma del delegado Fleury. Su mente naufragaba en delirios.

Tito no recupera, en el exilio, la paz que le fue secuestrada. El día 10 de agosto de 1974, un extraño silencio se hizo latente bajo el cielo azul del verano francés, envolviendo hojas, vientos, flores y pájaros. Nada se movía. Entre el cielo y la tierra, bajo la copa de un álamo, se balanceaba el cuerpo de Fray Tito, colgado en una cuerda.

El suicidio fue su gesto de protesta y de reencuentro, con el otro lado de la vida, de la unidad perdida. Dejó registrado en las páginas de su Biblia que “es mejor morir que perder la vida”.

De retorno al Brasil, en marzo de 1983, los restos mortales de Fray Tito tuvieron una solemne acogida en la catedral de la Sé, en una celebración presidida por el cardenal D. Paulo Evaristo Arns. Hoy, reposan en Fortaleza. No se apagó, todavía, la luz de su ejemplo.

“Cuando seque el río de mi infancia,
el dolor secará.
Cuando sequen los arroyos cristalinos de mi ser,
mi alma perderá su fuerza.
Buscaré, entonces, pastajes distantes,
ahí donde el odio no tiene un techo para reposar.
Levantaré, allí, una tienda junto a los bosques.
Todas las tardes, me echaré en la hierba,
y en los días silenciosos haré mi oración.
Mi eterno canto de amor:
expresión pura de mi angustia más profunda.
En los días de primavera,
cogeré flores,
para mi jardín de la nostalgia.
Así exterminaré el recuerdo
de un pasado sombrío”.

(Escrito por Frei Tito en Francia, el 12 de octubre de 1972)

* Frei Betto es escritor y teólogo, el anterior es un fragmento de un artículo publicado en el 30 aniversario de la muerte de Frei Tito.