martes, 1 de julio de 2014

A 40 AñOS DE LA MUERTE DE PERON > DISTINTAS MIRADAS SOBRE EL 1º DE JULIO DE 1974 Análisis y recuerdos

Estela de Carlotto
Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo

CONMOVIDA POR LA JUVENTUD

La titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, recordó que el día que murió Juan Domingo Perón se sintió “muy conmovida” por ver cómo sus dos hijas, militantes de la Juventud Peronista, “sufrían por la muerte de su líder”, y llamó a los argentinos a “recordarlo como un hombre con virtudes y defectos que pasó a la historia por lo que hizo por su Patria”. “Eran momentos de un gobierno constitucional muy frágil y mi marido y yo sufríamos mucho por el compromiso militante de nuestras hijas”, relató. Recordó las “discusiones cariñosas con Claudia y con Laura, que eran defensoras a ultranza de Perón, y mi marido y yo, que estábamos en la vereda de enfrente”. Luego, dijo: “Comencé a valorarlo y a entender que había hecho muchísimo por su país, alentando a la juventud a participar y comprendiendo el desafío de gobernar después de una dictadura atroz que lo obligó a 18 años de exilio y a regresar con una salud quebrantada”.

Eduardo Jozami
Director del Centro Cultural Haroldo Conti

UNA LECTURA DESAPASIONADA

Eduardo Jozami, director del Centro Cultural Haroldo Conti que funciona en la ex ESMA, afirmó que “Perón fue un líder nacional que pensaba en un país con distribución del ingreso, más justo, con mayor participación de los asalariados en el PBI y con una idea de conducción política, de cómo se organizaba el país”. Agregó que a 40 años de su muerte, “es posible hacer una lectura más desapasionada, reconociendo tanto aspectos positivos de sus mandatos como hacer una lectura crítica de los últimos años de su gobierno”. “Su muerte implicó la desaparición de la única posibilidad de establecer un control relativo de la profunda crisis que había en el peronismo y de dar continuidad al gobierno iniciado en 1973. Desde sectores de JP y Montoneros existió una reacción muy dura contra Perón, se perdió de vista la significación global de su figura en una coyuntura muy crítica que imponía una visión sesgada del proceso”, agregó.

Dante Gullo
Diputado porteño

LA PERSECUCION

“La muerte de Perón vino a interrumpir un proceso de diálogo que iniciamos con él después del 1° de mayo (de 1974) y que se profundizó después del 12 de junio, cuando él dio su último discurso en la Plaza”, señaló el diputado porteño Dante Gullo, dirigente de la JP en los ’70. “Luego, cuando nos quedamos sin Perón, (José) López Rega e Isabel toman otro camino. Profundizan la persecución sobre nosotros con la Triple A y ya no hubo vuelta atrás.” “A mí, la muerte de Perón me sorprende en el comité nacional de la UCR, me encontraba en una reunión con (Ricardo) Balbín, armando una charla que íbamos a tener con sectores juveniles de ese partido. La idea era armar una reunión pública entre Perón, Balbín y las juventudes del peronismo y el radicalismo para fijar coincidencias. La muerte de nuestro conductor frustró todo.”

Horacio González
Director de la Biblioteca Nacional

UNA MEMORIA SOCIAL

“La coherencia del peronismo es la coherencia de una fuerza que acepta muchos matices y acepta que esos matices tengan una condensación en una figura central: Perón. Eso, de alguna manera, aparece depositado hoy en la figura de Cristina Fernández de Kirchner”, dijo el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, aunque diferenció entre los que arrean hacia el neoliberalismo bajo la cobertura del peronismo y los que ven al movimiento creado por Perón “como una memoria social que no se puede manipular”. El sociólogo y ensayista señaló que Perón habló de la “felicidad del pueblo y de la grandeza de la Nación, pero también hay un hilo de tragedia que mantiene viva la memoria”. Señaló que “si se habla de la tela profunda que hay en el peronismo, es necesario hablar de estas cosas. Porque finalmente explica su supervivencia, la complejidad de la historia del peronismo y el hecho evidente de que personas de izquierda hayan pasado a actuar en el peronismo”.

Norberto Galasso
Historiador

LA CRISIS MAS PROFUNDA

“La muerte de Perón, en gran medida, significó la crisis más profunda del peronismo, porque ya no habría nadie con capacidad para realizar lo que a él mismo le resultaba difícil: conciliar los componentes internos del movimiento”, analizó Norberto Galasso. El historiador ubicó al menemismo como la fase “antiperonista” del movimiento nacional, que “hegemonizado por intereses extranjeros lleva adelante la destrucción de todo lo positivo que había hecho Perón del ’45 al ’55, con sus políticas de liberación nacional e industrialización con inclusión social”. Opinó que con Néstor Kirchner se inicia un proceso de “reconstrucción del movimiento nacional con perfiles propios”. “Hay peronistas históricos, que dicen ‘yo apoyo a Cristina porque soy peronista’ y otros de la juventud que sostienen ‘nosotros no somos peronistas; somos kirchneristas; reconocemos la importancia del peronismo, pero somos otra cosa, un tercer movimiento histórico’.”

Lorenzo Pepe
Titular del Instituto Nacional J. D. Perón

LAS CHARLAS EN MADRID

“Aún hoy recuerdo el abrazo que me dio cuando llegué a su casa de Madrid (en febrero de 1966). Aún hoy me conmueve recordar ese abrazo, al que todavía puedo sentir. Yo sabía que me abrazaba el más grande de los hombres que la política argentina había parido”, recordó el dirigente peronista Lorenzo Pepe, titular del Instituto Nacional Juan Domingo Perón. Contó que las charlas duraban horas, mientras compartían un café, un cognac o un paseo por el jardín de la residencia, acompañado de sus perros caniches, “por los que sentía locura”. Recordó que Perón le dijo: “Mire, Lorenzo, lo que usted no consiga con un abrazo difícilmente lo consiga con una trompada. Un hombre persuadido lo acompaña a su jefe hasta el final del camino, mientras que un tipo obligado se le raja en la primera esquina”.

Taty Almeida
Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora

UNA EX GORILA

“Escuché la información por la radio, y no obstante no haber votado jamás al peronismo, su muerte me impactó”, dijo Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. El 1º de julio de 1974, Almeida no estaba en su casa en donde vivía –ya separada– con sus dos hijos, Fabiana y Alejandro, que sería desaparecido por la Triple A, un año después, bajo la presidencia de María Estela Martínez de Perón. Almeida dice que en esa época era “gorila”, ya que pertenecía a una familia en la que la mayoría de sus miembros eran militares, incluso la familia de su esposo, y con un padre que fue gobernador de la provincia de Entre Ríos durante el gobierno de Arturo Frondizi. “Estoy segura de que desde donde esté (Alejandro) debe decir ‘mirá esta gorilita de mierda en qué se convirtió, y en buena hora’.”

Los actos de hoy
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner encabezará hoy el acto conmemorativo a 40 años del fallecimiento del tres veces presidente de los argentinos, Juan Domingo Perón. Tendrá lugar en el Salón de las Mujeres de la Casa de Gobierno, con la presencia de invitados ligados a la historia del peronismo y a la vida personal y política de Perón.

El embajador ante Mercosur y Aladi, Juan Manuel Abal Medina, encabezará en Montevideo un homenaje en el que será el orador central. El acto consistirá en darle el nombre de Perón a la sala de representantes permanentes del bloque regional, en el edificio Mercosur de la capital uruguaya. Junto a Abal Medina, participarán del descubrimiento de una placa en recuerdo del fundador del justicialismo otros representantes ante el Mercosur y autoridades locales.

El Instituto de Altos Estudios Juan Perón, que preside el dirigente del peronismo porteño Eduardo Valdés, realizará un acto desde las 16.30 en la Biblioteca Nacional, Agüero 2502. En la ocasión se inaugurará además una escultura de Juan y Eva en tamaño real, que “honra la memoria y la historia de amor del general y su entrañable compañera”, en el lugar que ocupó la residencia presidencial hasta el año 1955 y que fue demolida por ese motivo. Participarán Cristina Alvarez Rodríguez, a cargo del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Eva Perón-Museo Evita; el diputado radical Leopoldo Moreau, el presidente del PRO de la Ciudad de Buenos Aires Horacio Rodríguez Larreta, el director de la Biblioteca Nacional Horacio González y el titular del PJ porteño Víctor Santamaría.

Las 62 Organizaciones Peronistas, que lidera el dirigente sindical Gerónimo Venegas, invitó a referentes de todo el arco político nacional a otro acto de homenaje a Perón a realizarse en la sede de Independencia 3060, desde las 18.30. El denominado brazo político del movimiento obrero invitó al encuentro al titular del Partido Socialista y diputado nacional Hermes Binner, al senador nacional y titular de la UCR Ernesto Sanz y al secretario general de la CGT Azopardo, Hugo Moyano, entre otros.

El bar temático Un Café con Perón invita a “conocer la historia y ver al general”, en la planta baja de la antigua casona que fue parte de la residencia presidencial hasta 1955, en Austria 2395. Allí el anfitrión es el propio Juan Domingo Perón, al que puede verse sentado en una de sus mesas, con un ambo blanco color crema, camisa blanca y moño negro, pelo engominado y con una sonrisa eterna. Un Café con Perón, que se inauguró en 2010 luego de un cuidadoso trabajo de restauración que rescató sus pisos de damero, la boisserie y los vidrios biselados de sus ventanales, ofrece un recorrido histórico, con fotos y objetos de la época en la que Perón y Eva vivieron en esa casona, y también de libros que edita Pueblo Heredero, la editorial del Instituto, que recorren la vida de Perón, su filosofía y su obra.

01/07/14 Página|12
 

Discurso de Perón en Plaza de Mayo (17 de agosto de 1955)

El último discurso de Perón.

Regreso definitivo de Peron a la Argentina.mp4

ESTOY ORGULLOSO DE MI GENERAL- Leonardo Favio

HASTA SIEMPRE MI GENERAL

lunes, 30 de junio de 2014

La calidad cipaya Por Eduardo Aliverti



El procesamiento de Amado Boudou era lo que faltaba para acentuar el regodeo con que una oposición unánime observa –y promueve– las dificultades gubernamentales.

La situación judicial del vicepresidente y el afiebrado escenario con los fondos buitre son mostrados como pieza única de un horizonte que, inevitablemente, terminará en el fin de ciclo. Es mejor separar los tantos. Boudou seguirá su curso en los tribunales, en una causa mediatizada hasta el cansancio y que arroja la sensación de que hubo ciertos manejos turbios, tal vez más ligados a decisiones políticas mal operadas o informadas que a concreciones de cohecho pasivo o efectivo. Una lectura atenta, de lo que dicen y escriben tras el fallo de Lijo quienes vienen motorizando la campaña contra el vice, anuncia que es muy complicado probar la ruta del dinero eventualmente mal habido. De todas maneras: problema de Boudou. De ahí en adelante, colegir que su suerte implica la de Cristina y la del Gobierno en su conjunto es francamente temerario. Aquí y en todas partes se dan affaires de este tenor, y entre nosotros, en particular, la “maldición del vice” es una constante histórica, sin que en todos los casos –ni mucho menos– ello haya influido decisivamente en el decurso estructural de las cosas. ¿Cambia en algo la política de todos los días, según fuere el destino del implicado? Es una pregunta que deberían hacerse quienes dan por descontado que ya mismo debe hablarse de crisis institucional, o de golpe letal. Sobran los antecedentes acerca de que la marcha de la economía, y su derivado de fortaleza política y consenso social, son intensamente más determinantes que los avatares o destino de un funcionario. Desde ya, el caso de Boudou impacta por su rango jerárquico y por ser la “creación” política de una Presidenta que pudo haberlo imaginado como su sucesor. Pero sacudón, sorpresa, error de cálculo, decepción, interrogantes, desconcierto, no son ni de lejos, necesariamente, lo mismo que crisis. Se dio un combo entre el episodio Ciccone y la tormenta buitresca, para no decir que se lo produjo. La puntería del fallo de Lijo, acaecido en uno de los pasajes más convulsos del toma y daca con Griesa y sus amiguitos, despierta suspicacias comprensibles.

Como la mayoría de los artículos periodísticos de estos días, éste es escrito en simultáneo con lo que esté negociándose en Nueva York. Pero ninguna cosa resuelta por estas horas, a zanjarse en las próximas, ahora mismo, o en poco tiempo, va en perjuicio de ciertas seguridades que pueden tenerse. Si el análisis –de la orientación que fuere– pasa en lo primordial por quién y cómo acierta el resultado en esta suerte de bingo, ajedrez, póquer, se pierde de vista que lo esencial es si se aplica, o no, la manera más eficaz para defender los intereses argentinos. Atado con eso, lo segundo que debería tenerse en cuenta (dicho con ingenuidad premeditada, por supuesto) es la urgencia de apartar prejuicios ideológicos y manipulaciones noticiosas. El Gobierno puede haber cometido numerosos errores técnicos en la sustanciación de este proceso contra los buitres, pero no está en duda que dio pelea, que continúa brindándola y, si se quiere y sobre todo, que venía cumpliendo lo que el establishment reclamaba: cerró los acuerdos con Repsol y el Club de París, modificó la composición del índice inflacionario, cumplió a rajatabla los arreglos del canje de deuda, se preocupó por cuidar el volumen de ese alter ego neoliberal que son las reservas monetarias. Esas acciones y gestos llevaron a comentaristas de izquierda –y del propio campo conservador– a hablar de giro kirchnerista a la derecha. Más luego, los amigos de Griesa fallaron en contra. Se adujo irresponsabilidad del gobierno argentino, ausencia de profesionalismo negociador, precipicio inevitable. Los voceros mediáticos opositores, y tras ellos el coro de la dirigencia política, revelan un placer intenso por este cerco. Les es indisimulable la alegría de pensar que puede estarse frente a un panorama turbulento, desgastante. Ya no importan los yerros de sus pronósticos. No esperaban ni por asomo que la Corte Suprema estadounidense le dibujara a la Argentina el peor escenario posible. Creyeron, y así lo expresaron sus dichosos mercados, en un fallo que dejara la cuestión de fondo para más adelante. Después, se satisficieron con el pelotazo en contra. Más tarde se deleitaron con las contradicciones declarativas de referentes gubernamentales, incluida Cristina. El jueves, en principio, no tuvieron claro dónde calzarse porque la decisión de pagar lo comprometido –a la mayoría de bonistas que sí entraron en los arreglos de 2005 y 2010– los descolocó. Se preguntaron –y vale preguntarlo– si acaso no fue una movida muy ingeniosa dejar el fardo entre Griesa, los buitres, los arreglados y el banco neoyorquino donde se depositan los pagos. Luego sobrevino la advertencia de que eso es jugar con fuego porque Su Señoría podría embargar los fondos para traspasarlos a los buitres. Y se enfrascaron en que el Gobierno había dicho que no depositaría nada, como si en choques de semejante porte fuera exigible anticipar las jugadas o no cambiar decisiones. Confundidos, ganaron tiempo hablando de confusión. Apenas unas horas, en verdad, porque el viernes Griesa resolvió inmovilizar pero no embargar y convocó a una negociación, que se desarrolla al momento de leerse estas líneas.

La Corte Suprema de los Estados Unidos y dos instancias previas produjeron unas sentencias que están en línea con la necesidad de escarmentar a la Argentina, por haber ejercido un papel de nación soberana desde un patio trasero que, en partes, se volvió insumiso. Esa resolución no encuentra unanimidad en el corazón de los grandes poderes del mundo. Decenas de gobiernos amigos o simplemente sensatos expresaron su apoyo al país, pero no se trata sólo de ellos. Con sus desniveles expresivos, todos en su medida y armoniosamente, el FMI, el Papa, el Banco Mundial, el Departamento de Justicia del gobierno de los EE.UU. y el Consejo de Relaciones Exteriores del mismo país, Francia, China, más de un centenar de diputados británicos, manifestaron su alarma por un fallo cuya hostilidad ubicaría en conflicto a los propios especuladores financieros de la globalización concentrada. El Financial Times editorializó que el dictamen es, literalmente, una extorsión. The New York Times, aunque con prosa más moderada, señaló más o menos lo mismo. Nadie podría creer seriamente que en su mayor parte defienden a Argentina por razones de respeto patriótico, tanto como debe apuntarse que si están preocupados no es por nada. Es porque el sapo que tragaron, con la reducción de acreencias más enorme de la historia, les resulta menos perjudicial que una imagen prepotente capaz de desatar otras rebeldías “a la argentina”. El autor no cree que el verdadero temor de estas gentes sea la desestabilización del sistema financiero internacional, por vía de poner en riesgo las reestructuraciones de deuda. De hecho, no hay litigios con los países que firmaron acuerdos de ese tipo. El recelo es lo mucho peor que podría ser, para sus intereses, que un gobierno, latinoamericano, firme, desate solidaridades y apoyo social inconvenientes. Nada de todo eso es reflejado por los parlantes mediáticos de una derecha local centrada, solamente, en gozar con la adversidad del gobierno argentino. Un gobierno que, mucho más que el bolsillo, les afectó sus símbolos. Parte de sus ganancias también, por vía del lucro cesante que implica no arrodillarse ante cada exigencia. Pero lo central pasa por lo otro, desde el cuadro bajado de Videla hasta que en la escena internacional hay mucho o algo de pelea contra el mero costumbrismo de las relaciones carnales. No pueden soportarlo. Ni eso ni, para el caso, que el gran patrón universal también tiene contradicciones desafiantes.

Argentina es un país de esos que llaman emergentes, con un potencial productivo descomunal. Todos quieren hacer negocios aquí. La diferencia con otros tiempos, bien cercanos, es que hay un gobierno que pone ciertas condiciones en lugar de ceder así como así. Y que el Imperio lo sigue siendo, pero sin estar en la comodidad absoluta que las versiones fukuyamistas de la historia imaginaron hace nada más que veinte años y pico. Eso es desconcertante para opinadores de derechas y grupos de poder, cuya incapacidad de enfrentar desafíos ideológicos es análoga a la de esas gentes de izquierdas que se quedaron en la Guerra Fría, o en la fútil sencillez de resolver el poder a favor de las masas sin preguntarse con cuál correlación de fuerzas se lo hace. Sin embargo, el desconcierto de nuestra derecha no llega al punto del reconocimiento intelectual de su parte; ni, mucho menos, al de un simple criterio de gobernabilidad razonable, por el cual puedan establecerse parámetros de una acción nacional conjunta que al cabo los beneficiaría a ellos mismos, en un futuro gobierno de signo diferente de éste, si es por encontrar un camino de deudas despejado. Todo lo contrario. Con alguna excepción que pudiere corresponder, y en la que no valdría la pena reparar porque en el mejor de los casos son voces tímidas, insignificantes, se han lanzado con deleite a maldisimular sus ansias de default, de inestabilidad institucional, de socavamiento político.

¿Les conviene, visto desde su misma especulación electoralista? ¿No sería demasiado obvio, con el adicional del procesamiento de Boudou justo ahora, que estamos ante un armado, un aprovechamiento, una zancadilla obscena? Se diría, con todas las dudas posibles, que ni siquiera son cipayos inteligentes.

30/06/14 Página|12