martes, 13 de mayo de 2014

POLITICA AGRARIA DE ROSAS

"En la hacienda pública no hay suma de poderes", diría Rosas en la sala legislativa al reorganizar, en 1835, las funciones de la Contaduría. Seguía en esto la honrosa tradición de las autoridades españolas, que todo lo podía menos gastar un ochavo sin rendir cuentas. La política administrativa de Rosas consistió en los tres postulados que expuso en su mensaje inicial de 1835: estricta economía en los gastos, eficiencia en la administración, correcta recepción de la renta.

Rivadavia había hipotecado la tierra pública en garantía de la deuda externa; por eso no la pudo vender y debió movilizarla entregándola en enfiteusis. No fue una medida de progreso, como dicen algunos despistados: las concesiones de enfiteusis fueron en extensiones de cien leguas o más, y nunca se cobró el arrendamiento.

Rosas dictó varias leyes sobre tierras públicas. La Ley Agraria del 10 de mayo de 1836, que restableció la propiedad de la tierra (pasándose por alto la garantía del empréstito, como si no existiera): se daba opción de compra a los enfiteutas que poseían la tierra, pero pagando sus alquileres atrasados y abonando un "justo precio" por cada legua; si no lo hicieran, se la vendería en suertes de estancia (media legua por legua y media) a quien pagase mejor precio. Como la mayor parte de los enfiteutas no quisieron comprar, Rosas les anuló sus concesiones, el 28 de mayo de 1848, y puso en venta las "suertes de estancias", con aviso de remate en los periódicos. La respuesta de los enfiteutas fue la revolución de los estancieros del sur (que algunos llaman de "los libres del sur") de noviembre de 1839.

En marzo de 1838 había empezado el bloqueo francés y los negocios rurales no prosperaban. No hubo, por lo tanto, mayores compras de tierras. Entonces Rosas resolvió donarla "a quien quisiese trabajarla"; por decreto del 9 de noviembre de 1839 (dos días después de la victoria sobre los "libres del sur", en Chascomús) la repartió entre militares y civiles en fracciones que iban de seis leguas a tres cuartos. Como nadie, o muy pocos, tenían capital para poblar, la Casa de Moneda les abriría un crédito suficiente, con la garantía del Juez de Paz del partido.

"Rosas malbarató la tierra pública", han dicho los antirosistas; era un "régimen arbitrario", agrega Vicente Fidel López, “porque sólo sus partidarios políticos podían gestionar la garantía del juez de paz". Los documentos no dicen lo mismo.

La venta de tierras

No es cierto que Rosas haya hecho favoritismos a favor de los grandes terratenientes; el gobierno de Rosas facilitó la adquisición de la propiedad por los pequeños ocupantes y labradores. Poco después de votada por la legislatura de Buenos Aires la ley que autoriza al gobierno a vender 1.500 leguas cuadradas de tierra pública, entre la ocupada por enfiteutas "y demás baldías que pertenecen al Estado", según decía su Art. 19° (Registro oficial de 1836, ley del 10 de mayo de 1836, ed. de 1874, ps. 41?42;), Garrigós pasó a los Jueces de Paz la siguiente circular:

"El suscripto ha recibido orden del Excmo. Sr. Gobernador de la Provincia, nuestro ilustre Restaurador de las Leyes, Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas, para prevenir al Juez de Paz de San Antonio de Areco, que deseando S. E. el bienestar y felicidad de todos los habitantes de ese partido y muy especialmente el progreso en sus fortunas de los Hacendados y Labradores pobres que en él se hallan establecidos en clase de enfiteutas, ha dispuesto que el Juzgado de Paz de San Antonio de Areco, haciendo apersonar ante él a los vecinos del distrito de su cargo, que se hallen pobladores en terrenos del Estado, lo hagan saber.

Que deseando el gobierno mejorar su situación y que sean poseedores en propiedad de las tierras que ocupan en enfiteusis está dispuesto a dispensar toda la consideración posible a los pobres que no tuviesen fondos para pagar al contado el valor de dichas tierras.

Que para proceder a su compra deberá presentarse personalmente al Señor Ministro de Hacienda Don José M. Rosas en su misma casa sita de las cuatro esquinas de Santo Domingo, una cuadra para el Sud y de allí doblando al oeste a la cuadra y media sobre la derecha.

Que por conducto de dicho Señor Ministro deben hacer las propuestas al gobierno de los plazos en que se comprometen a pagar el valor de las tierras que posean en enfiteusis, cuyos expedientes traerán consigo los que lo tuvieren para lo que puedan ser necesarios para la formación de la escritura de venta.

Que ésta será: con arreglo al artículo cuarto de la Ley de la Honorable Junta de Representantes, fecha 10 del 19 mes de América del presente año; es decir que en todos los campos al interior del Salado el valor de cada legua cuadrada es de 5.000 $, de cuatro mil, desde la margen exterior del Salado, hasta la línea que corre por la falda interior de la Sierra del Volcán y Tandil, Laguna Blanca, Fuerte Mayo y Federación y de tres mil la legua cuadrada de las tierras que se hallan al sud de esta línea por manera que una suerte de estancia de media legua de frente y una y media de fondo en los campos del interior del Salado, tendrá de valor 3.750 $ de nuestra moneda corriente, tres mil pesos en la misma moneda, una suerte igual de estancia desde la margen exterior del Salado hasta la línea antes referida que corre por la falda interior de las Sierras de Volcán y Tandil, Laguna Blanca, Fuerte Mayo y Federación y 2.250 $ de moneda corriente la suerte de estancia que se halla al Sud de esta línea.

Después de esto ordena S. E. al infrascripto prevenga al Juez de Paz que manifieste a los enfiteutas que prescindiendo del mayor anhelo y satisfacción con que se trabaja en lo que es propio, su mismo interés debe aconsejarles el poseer en propiedad las tierras del Estado que ahora ocupan en enfiteusis, puesto que si pierden esta oportunidad para hacerse de una riqueza positiva, y del inmenso bien que resulta una tierra propia (donde todo lo que se trabaja y planta es para provecho y recreo permanente del propietario, sus hijos y sucesores sin que le asista el desconsuelo que debe mortificar al arrendador de una tierra ajena) en adelante les será absolutamente difícil poder hacerse de la propiedad mencionada que hoy pueden realizar con la mayor comodidad y ventaja, y haciendo por otra parte, desde el momento del contrato una ganancia efectiva, porque el precio señalado es muy bajo, comparado con el verdadero valor del día.

A más de esto, debe tenerse presente que por el art. 59 de la mencionada ley del 19 del mes de América del presente año, se prefija que pasado el año entrante 1837 en que finaliza el actual contrato enfitéutico el canon será doble del que actualmente rige, y pagado en la moneda que entonces forme la circulación legal; y estando como está dispuesto el Gobierno a restablecer la circulación metálica, para cuya operación prepara las medidas conducentes, claro es que será entonces pagado el canon en plata, y el duplo de lo que ahora se paga en deuda clasificada cuyas consideraciones deben decidir a los enfiteutas por su propio bien a aceptar el beneficio con que hoy les brinda la Divina Providencia, facilitándoles adquirir en propiedad por un precio ínfimo en papel las tierras que en adelante tomarán un mayor valor, lo que fácilmente se deja percibir desde que se nota que al ramo de pastoreo y labranza se dedican con toda preferencia a otros negocios los habitantes del País, en virtud de las ventajas que ofrece.

Debe también entrar como una principal parte en aquellas consideraciones que el gobierno está resuelto a propender a que más adelante se alce el precio de las tierras para todos aquellos enfiteutas que hayan sido indiferentes u omisos en aprovechar de tan favorable oportunidad y que por ello no hayan dirigido en tiempo oportuno sus propuestas al gobierno.

Todo lo que por disposición de S. E. comunica a Ud. el infrascripto a los efectos prevenidos. Dios guarde a Ud. muchos años."

Agustín Garrigós (1)
El reparto de parcelas que en nuestro tiempo serían latifundios, pero que entonces eran minifundios, contribuyó a confundir el gobierno de Rosas en su política agraria, con los de sus antecesores y sucesores, declarados enemigos de los de abajo, y partidarios de "la parte sana y esclarecida de la población” según la expresión corriente.

Rosas colonizó la tierra en pequeñas fracciones, y se les dio dinero y facilidades a los pobladores, y, desde luego, el enemigo político o el indiferente no pudieron optar a ella, pero debe comprenderse que la única garantía posible era la conducta personal, porque no se podía hipotecar la tierra, que nada o muy poco valía. El Juez de Paz del partido garantizaba con su palabra que el peticionante era “buen federal” y en esa garantía política estaba todo. Si no cumplía por sequías o epidemias, un testimonio del juez bastaba para prorrogar la letra; si era por otros motivos, el juez debería explicarle al gobernador por qué había llamado “buen federal” a un tramposo. Y mejor era para éste escaparse a Montevideo.

(1) (Orden de S.E. al Juez de Paz de Areco, del 20 de agoste de 1836. Irazusta, Julio. Vida Política de Juan Manuel de Rosa a través de su correspondencia, t.VII, p.151)


Fuentes:

- Irazusta, Julio. “Vida política de Juan Manuel de Rosas a través de su correspondencia”.t.VII
- Castagnino Leoonardo J.M. de Rosas. La ley y el orden
- Castagnino Leonardo. Juan Manuel de Rosas, Sombras y Verdades
- Obras citadas.
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar

El pedido de “coloniaje ingles” - Mision Alvear-Garcia ante Lord Strangford

El Alto Perú había pertenecido al Virreynato del Río de La Plata, y su irreparable separación parecería incomprensible, si no se tuvieran en cuentan ciertos aspectos, como la incorregible envidia de Rivadavia hacia San Martín, y el permanente boicot a la campaña libertadora por parte de “Rivadavia y sus satélites”, que no eran otros que los miembros de las logias con la que San Marín se había enfrentado. Y detrás de las logias, estaba el imperio británico. (Ver la Logia Lautaro)

Rivadavia era incapaz de lealtad, honestidad o siquiera buenas maneras en sus relaciones con los hombres que lo rodeaban con quienes estaba obligado a llevar los negocios de la comunidad. Odiaba a los hombres que eran más notables o tenían más éxito que él. No encontraba nada demasiado maligno que decir sobre San Martín y Bolívar.” (Gran Bretaña y Argentina en el siglo XIX. H.S.Ferns. p.178)

El Alto Perú pertenecía a la influencia del Río de La Plata, no solo territorialmente sino por afinidades y sentimientos, a tal punto que en godo Tacón castigaba severamente en Chuquisaca, a quien vistiese prenda celeste.

Muchas vidas rioplatenses se perdieron luchando en aquellas tierras contra el dominio español, pero las logias de “ilustrados porteños” no querían “ser libres”, sino “cambiar de dueños”, pasando del dominio español al dominio comercial inglés.

El 28 de enero de 1815, el secretario del Consejo de Estado parte en misión secreta a Río de Janeiro e Inglaterra. Lleva Pliegos de Carlos Maria de Alvear, para ser presentados ante Strangford y Castlereagh, diplomático y ministro del gobierno Ingles. El pliego de Alvear ante Strangford, (bastante extenso), tiene muchos párrafos significativos... “D. Manuel García, mi consejero de Estado, instruirá a V.E. de mis últimos designios con respecto a la pacificación y futura suerte de esta Provincias. (...) el país no está en edad ni estado para gobernarse y necesita una mano exterior que lo dirija (……) En esta circunstancia la generosa Nación Británica puede poner un remedio eficaz a tantos males acogiendo en sus brazos a estas Provincias que obedecerán a su Gobierno y recibirán sus leyes con el mayor placer...”

El Pliego de Alvear para Castlereagh era más claro todavía, y tenía algunos párrafos elocuentes…”Estas Provincias desean pertenecer a la Gran Bretaña, recibir sus leyes, obedecer a su Gobierno y vivir bajo su influjo poderoso. Ellas se abandonan sin condición alguna a la generosidad y buena fe del pueblo inglés, y yo estoy dispuesto a sostener tan justa solicitud para librarlas de los males que la afligen. Es necesario que se aprovechen estos momentos. Que vengan tropas que impongan a los genios díscolos, y un jefe autorizado que empiece a dar al país las formas que sean beneplácito del Rey y de la Nación, a cuyos efectos espero que V.E. dará los avisos con la reserva y prontitud que conviene para preparar oportunamente la ejecución””(Al Vizconde Strangford, representante de S.M.B. ante Brasil. 15 de enero de 1815. Original en la Facultad de Filosofía y Letras de la Ciudad de Bs.As. Archivo García.)

Esto, que es un directo pedido de “coloniaje”, es visto por Mitre con su “singular forma de ver y contar la historia” y lo llama simplemente “pedido de alianza o protectorado”.

Como Alvear no logra que Inglaterra se haga cargo “a cara descubierta” del coloniaje político, ya que prefería el coloniaje comercial, Alvear ofrece se lo ofrece confidencialmente a Bolívar. En carta al general Santander fechada en Chuquisaca el 11 de noviembre de de 1825, el propio Bolivar revela las intenciones de Alvear:

“…la reunión de las república argentina y boliviana, llevando toda ella mi nombre; él no abandona este proyecto por nada y menos aún de llamarme a fijar los destinos del Rio de La Plata: él dice que sin mí su patria vacilará largo tiempo y que, exceptuando cuatro individuos, el gobierno como el pueblo me desean como un ángel de protección” (Carta de Bolívar a Santander. Prudencio, Roberto. Bolívar y la fundación de Bolivia. Casa Municipal de la Cultura. La Paz. 1977)


El boicot a San Martín

Bernardino RivadaviaAnte la falta de apoyo del gobierno porteño, San Martín sede el mando a Bolivar en Guayaquil, y se retira a su chacra de Mendoza, donde sigue siendo hostigado por “Rivadavia y sus satélites”, violándole la correspondencia y hasta con un complot para asesinarlo.

Mientras San Martín permaneció en Mendoza, retirado en su chacra, Rivadavia y el gobierno de Buenos Aires lo hostilizó de todas formas. Primero le puso un mucamo como espía de sus movimientos y luego hasta le violaba su correspondencia privada. El propio San Martín se lo confiesa a O´Higgins en carta del 2º de octubre de 1827:

“...Mi separación voluntaria del Perú parecía me ponía al cubierto de toda sospecha de ambicionar nada sobre las desunidas Provincias del Plata. Confinado en mi hacienda de Mendoza, y sin más relaciones que algunos vecinos que venían a visitarme, nada de esto bastó para tranquilizar la desconfiada administración de Buenos Aires; ella me cercó de espías; mi correspondencia era abierta con grosería...”(Altamira, Luis Roberto: “San Martín. Sus relaciones con don Bernardino Rivadavia”. Impresiones Pellegrini 1950. Museo Histórico Nacional. Su Correspondencia)

El 16 de agosto de 1828 el mismo O´Higgins lo conformaba en carta a San Martin:

“...ejerzan enhorabuena su rabia inquisitorial en nuestra comunicaciones privadas que ellos no encontrarán otra materia más que la misma firmeza y honradez que no han podido contradecir de nuestra vida pública. Hasta la evidencia se podría asegurar que las ocho o diez cartas que veo por su apreciable del 29 de septiembre del año pasado se han escamoteado como las que he escrito a Ud. paran en poder del hombre más criminal que ha producido el pueblo argentino. Un enemigo tan feroz de los patriotas como Don Bernardino Rivadavia estaba preparado por arcanos más oscuros que el carbón para humillarlos y para degradación que su desastrosa administración ha dejado a un pueblo generoso, que fue la admiración y baliza de las repúblicas de América Sudeste. Hombre despreciable que no solo ha ejercido su envidia y encono contra Ud. no queda satisfecha su rabia, y acudiendo a la guerra de zapa, quiso minarme en el retiro de este desierto, donde por huir de ingratos busco mi subsistencia y la de mi familia con el sudor de mi frente...”(Altamira, Luis Roberto. Ibidem) (JS.p.36)

También a Martiniano Chilavert le refiere San Martín sobre los ataques y calumnias que recibía por parte de la prensa rivadaviana. En carta del 1° de enero de 1825 le decía:

“...A mi regreso de Perú establecí mi cuartel general en mi chacra de Mendoza, y para hacer más inexpugnable mi posición, corté toda comunicación (excepto con mi familia), y me proponía en mi atrincheramiento dedicarme a los encantos de una vida agricultora y a la educación de mi hija, pero ¡vanas esperanzas! En medio de esos planes lisonjeros, he aquí que el espantoso “Centinela” (periódico rivadaviano) principia o hostilizarme; sus carnívoras falanges se destacan y bloquean mi pacífico retiro. Entonces fue cuando se me manifestó una verdad que no había previsto a saber: que yo había figurado demasiado en la revolución para que se me dejara vivir tranquilamente” (Comisión Nacional del Centenario. Documentación del archivo San Martín. Tomo I )

San Martín decide trasladarse a Buenos Aires a darle el último adiós a su esposa que agonizante reclamaba su asistencia. Pero San Martín debe postergar su viaje ante la certeza de un complot para interceptar su viaje para prenderlo o asesinarlo, y en carta a Guido del 27 de abril de 1828 dá cuenta de ello:

“¿Ignora Ud por ventura que en el 23, cuando por ceder a las instancias de mi mujer de venir a Buenos Aires a darle el último adiós, resolví en mayo venir a Buenos Aires, se apostaron en le camino para prenderme como a un facineroso, lo que no realizaron por el piadoso aviso que se me dio por un individuo de la misma administración”. (Altamira, Luis Roberto: “San Martín. Sus relaciones con don Bernardino Rivadavia”. Impresiones Pellegrini 1950. Museo Histórico Nacional. Su Correspondencia)

El 12 de agosto falleció la mujer de San Martín en ausencia de su esposo.

Así agradecían los “civilizados” al libertador de medio continente, mientras los “bárbaros”, según la definición sarmientina, le ofrecían su ayuda y gratitud; el gobernador “bárbaro” Don Estanislao López le remite al siguiente correspondencia:

“Se de una manera positiva por mis agentes en Buenos Aires que a la llegada de V.E. a aquella capital será mandado juzgar por le gobierno en un consejo de guerra de oficiales generales por haber desobedecido sus órdenes en 1817 y 1820, realizando en cambio las gloriosas campañas de Chile y Perú. Para evitar este escándalo inaudito y en manifestación de mi gratitud y del pueblo que presido, por haberse negado V.E. tan patrióticamente en 1820 a concurrir a derramar sangre de hermanos con los cuerpos del Ejército de los Andes que se hallaban en la provincia de Cuyo, siento el honor de asegurar a V.E. que a su solo aviso estaré en la provincia en masa a esperar a V.E. en El desmochado para llevarlo en triunfo hasta la plaza de la Victoria”. (Altamira, Luis Roberto. Ibidem)

En esta agradecida y emotiva carta, Estanislao López se refería a la desobediencia de San Martín a Rivadavia, que pretendía que regresara para aplastar a las provincias del interior. San Martín en cambio prefirió libertar medio continente, dejando las manos libres a López y Ramírez para que destrozaran a Rondeau en Cepeda.

San Martín en esta oportunidad, tal vez debió aceptar el ofrecimiento de López, y aplastar a “Rivadavia y sus satélites” que tanto mal le harían a la América toda. Decide en cambo su regreso solo, vestido de poncho, en una diligencia que por precaución desvía su camino, entrando en silencio en Buenos Aires el 4 de diciembre de 1823, sin desfile triunfal ni saludo de una Buenos Aires ingrata y desagradecida. Es el camino al exilio, con su hija en brazos.


La República de Bolívar

Simón BolivarTerminada guerra de emancipación, el lugarteniente de Bolivar, Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre, convoca a una asamblea el 9 de Febrero de 1825, para que los representantes de la provincias del Alto Perú decidieran su destino. Esta decisión de Sucre no es aprobada por Bolívar, partidario de mantener la integridad política de los virreynatos, entre ellos el del Río de la Plata a quien pertenecía el Alto Perú. Bolívar le recrimina a Sucre la decisión, indicándole que no deben desgajarse aquellas provincias del Río de La Plata.

En obediencia a Bolívar, Sucre dirige una carta al Gobierno de Buenos Aires, donde le informa:

“El general Olañeta, negándose a su reunión con nosotros, ha persistido en sostener la causa del Rey, y nos hemos visto obligados a pasar el Desaguadero y emplear la fuerza para destruirlo y arrancarle el país. Libertada la mayor arte de este territorio, y sin un gobierno propio que se encargue de su dirección, en circunstancia que las Provincias Argentinas no han organizado aún su gobierno actual, y en que el Perú nada dispone respecto de estos pueblos, he creido de mi deber como americano y como soldado, convocar a una asamblea de estas provincias que arreglando un gobierno puramente provisorio, evite las fracciones, los partidos y la anarquía, y conseve el territorio en el mejor orden”.

Increíblemente, el 9 de mayo de 1825, el Congreso Argentino le responde a Sucre, renunciando a esas provincias:

“…es voluntad del Congreso General y Constituyente que las provincias del Alto Perú queden en plena libertad para disponer su suerte, según crean convenir mejor a sus intereses y a su felicidad”.

Esta increíble respuesta incentivando la segregación del Alto Perú, no puede explicarse sino en las directivas del “genio invisible” para valcanizar la América hispana, y en las ambiciones centralistas porteñas que miraban hacia Europa dando la espalda al interior, y talvez temieran la perdida de su liderazgo ante un territorio que para entonces doblaba en población a las Provincias Argentinas. Lo mismo había sucedido con la Banda Oriental.

Sucre hizo conocer a Bolívar esta asombrosa abdicación porteña, pero éste insiste en sus argumentos para no segregar el Alto Perú deL Río de La Plata:

“Ni usted ni yo ni el Congreso mismo del Perú ni de Colombia, podemos romper la base del derecho público que tenemos reconocido en América. Esta base es que los gobiernos republicanos de fundan entre los límites de lso antiguos vierreinatos, capitanías generales o presidencias como la de Chile. El Alto Perú es una dependencia del Virreinato de Buenos Aires, dependencia inmediata como la de Quito de Santa Fe”.

Pero la actitud egoísta y cretina de los porteños, daría como resultado la segregación de aquellos territorios, con el nombre de “República de Bolivar”, más tarde “Bolivia”.´

"...Sería de no acabar si se enumeraran las locura de aquel visionario (Rivadavia) y la administración de un gran número de mis compatriotas, creyendo improvisar en Buenos Aires la civilización europea con sólo los decretos que diariamente llenaba lo que se llama el Archivo Oficial. Yo espero que Chile seguirá la marcha sólida que ha emprendido y que sus reformas las hará con pasos de tortuga” (Carta de San Martin al chileno Don Pedro Plenzueos. el 25 de agosto de 1844)


La pérdida de Tarija: otra vez Alvear

A pesar de la inaudita renuncia de Buenos Aires a los territorios del Alto Perú, Bolivar entendía que la región de Tarija estaba histórica y comercialmente unida a la región de Salta y por lo tanto a las provincias del Río de La Plata, y así se lo hace saber a Sucre, cuando aquel visita. Ante al voluntad de Bolivar, se incian negociaciones y se nombran como representantes a José Maria Serrano por parte de Tarija y a Carlos Maria de Alvear por parte de Buenos Aires.

Durante la estadía de Alvear en Chuquisaca, con la ayuda de su colaborador (el hijo de Díaz Vélez), Alvear escalaba los muros del Conventos de las Mónicas, para mantener relaciones con una monja, hermana del plenipotenciario boliviano José María Serrano.

Se conoció el asunto, y fue grande el escándalo. El mariscal Sucre aprovechó para ayudar a Alvear a que regrese precipitadamente a Buenos Aires el 17 de agosto de 1826, perdiéndose territorio de Tarija.

Fuentes y bibliografía:
- Arze Aguirre, René. Participación popular en al Independencia de bolivia. Don Bosco. La Paz. 1979
- Bulnes, Gonzalo I. Bolívar en el Perú. Biblioteca Ayacycho, Madrid, 1919.
- Cárcano, Miguel Ángel. La política internacional en la historia argentina. Eudeba. Bs.As.1973.
- Denegri Luna, Félix. Memoria militar del General Pezuela (1813-1815) Lima, 1955.
- Eguiguren, Luis Antoni. La revolución de 1814 en el Cuzco. Lima, 1914.
- Finot, Enrique. Nueva historia de Bolivia. La Paz, 1948.
- Lecuna, Vicente. Documentos referentes a la creación de bolivia. Ed. Gobierno de Venezuela, Caracas, 1975.
- Moreno, Gabriel René. Últimos dias coloniales en al Alto Perú. La Paz, 1940.
- Pinilla, Sabino. La creación de Bolivia. Universidad Mayor de San Andrés. La Paz, 1977.
- Rodríguez Casado, Vicente, y Lohamann, Guillermo. Memoria del Gobierno del virrey Jaquín de la Pzuela. Sevilla, 1947.
- Siles Salinas, Jorge. La independencia de Bolivia. Mapfre, Barcelona, 1992.
- Vazquez Machicado, Humberto, José de Mesa, Teresa Gisbert, Carlos de Mesa. Manuela de historia de Bolivia. La Paz, 1988.
- Obras citadas.
- La Gazeta Federal: www.lagazeta.com.ar 

LA GUERRA DEL CHACO (1933). (Por Eduardo Galeano)

10 de mayo de 1933: Paraguay le declara la guerra a Bolivia

1933 Campos Jordán La Guerra del Chaco

Están en guerra Bolivia y el Paraguay. Los dos pueblos más pobres de América del Sur, lo que no tienen mar, los más vencidos y despojados, se aniquilan mutuamente por un pedazo de mapa. Escondidas entre los pliegues de ambas banderas, la Standard Oil Company y la Royal Dutch Shell disputan el posible petróleo del Chaco. Metidos en la guerra, paraguayos y bolivianos están obligados a odiarse en nombre de una tierra que no aman, que nadie ama: el Chaco es un desierto gris, habitado por espinas y serpientes, sin un pájaro cantor ni una huella de gente. Todo tiene sed en este mundo de espanto. Las mariposas se apiñan, desesperadas, sobre las pocas gotas de agua. Los bolivianos vienen de la heladera al horno: han sido arrancados de las cumbres de los Andes y arrojados a estos calcinados matorrales. Aquí mueren de bala, pero más mueren de sed. Nubes de moscas y mosquitos persiguen a los soldados, que agachan la cabeza y trotando embisten a través de la maraña, a marchas forzadas, contra las líneas enemigas. De un lado y del otro, el pueblo descalzo es la carne de cañón que paga los errores de los oficiales. Los esclavos del patrón feudal y del cura rural mueren de uniforme, al servicio de la imperial angurria. Habla uno de los soldados bolivianos que marcha hacia la muerte. No dice nada sobre la gloria, nada sobre la patria. Dice, resollando: - Maldita sea la hora en que nací hombre.

Céspedes

Contará Augusto Céspedes, del lado boliviano, la patética epopeya. Un pelotón de soldados empieza a excavar un pozo, a pico y pala en busca de agua. Ya se ha evaporado lo poco que llovió y no hay nada de agua por donde se mire o se ande. A los doce metros, los perseguidores del agua encuentran barro líquido. Pero después, a los trinta metros, a los cuarenta y cinco, la polea sube baldes de arena cada vez más seca. Los soldados continúan excavando, día tras día, atados al pozo, pozo adentro, boca de arena cada vez más honda, cada vez más muda; y cuando los paraguayos, también acosados por la sed, se lanzan al asalto, los bolivianos mueren defendiendo el pozo, como si tuviera agua.

Roa Bastos

Contará Augusto Roa Vastos, del lado paraguayo, la patética epopeya. También él hablará de los pozos convertidos en fosas, y del gentío de muertos, y de los vivos que sólo se distinguen de los muertos porque se mueven, pero se mueven como borrachos que han olvidado el camino de su casa. Él acompañara a los soldados perdidos, que no tienen ni una gota de agua para perder en lágrimas.

1935 Camino de Villamontes a Boyuibe Después de noventa mil muertos

Después de noventa mil muertos, acaba la guerra del Chaco. Tres años ha durado la guerra, desde que paraguayos y bolivianos cruzaron las primeras balas en un caserío llamado Masamaclay -que en lengua de indios significa lugar donde pelearon dos hermanos. Al mediodía llega al frente la noticia. Callan los cañones. Se incorporan los soldados, muy de a poco, y van emergiendo de las trincheras. Los haraposos fantasmas, ciegos de sol, caminan a los tumbos por campos de nadie hasta que quedan frente a frente el regimiento Santa Cruz, de Bolivia, y el regimiento Toledo, del Paraguay: los restos, los jirones. Las órdenes recién recibidas prohiben hablar con quien era enemigo hasta hace un rato. Solo está permitida la venia militar; y así se saludan. Pero alguien lanza el primer alarido y ya no hay quien pare la algarabía. Los soldados rompen la formación, arrojan las gorras y las armas al aire y corren en tropel, los paraguayos hacia los bolivianos, los bolivianos hacia los paraguayos, bien abiertos los brazos, gritando, cantando, llorando, y abrazándose ruedan por la arena caliente.

Fuente: Eduardo Galeano - Memoria del Fuego 3 (1986)

ANIMALES A LA GUERRA Mandan cada vez más animales a la guerra y crece la polémica

POR RICARDO BRAGINSKI

Los ejércitos de diferentes países alistan desde perros kamikazes hasta insectos ciborg. Fuerte rechazo de entidades proteccionistas.
Abejas detecta-bombas. Un proyecto en desarrollo en los Estados Unidos.
12/05/14
La vida militar tiene sus propias reglas y rutinas bien exigentes. Lo sabe todo aquel que pasa por sus filas. Y también los perros, delfines, mulas, camellos, elefantes, palomas y hasta insectos que están siendo entrenados o modificados genéticamente para entrar en batalla. Casi todos los ejércitos del mundo echan mano a ejemplares del reino animal para que cumplan con sus misiones. La posible guerra de delfines en Crimea –entre las unidades de mamíferos marinos militarizados de los Estados Unidos frente a los rusos– actualizó el debate acerca del uso de animales en conflictos bélicos.
“Uno de los primeros en utilizar animales en forma estratégica para la guerra fue Aníbal, que cruzó los Alpes sobre grandes elefantes con colmillos. El objetivo fue amedrentar por el tamaño y la ferocidad. Claro que después quedaron lentos y dejaron de ser útiles”, explica a ClarínFranciso Baleirón, coronel (R) del Ejército Argentino.
Fue sólo el inicio. Entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial los ejércitos exprimieron su creatividad –también su maldad, dirían muchos– para pensar posibles usos de animales en la guerra.
Entre los más polémicos se puede ubicar a los perros antitanques (o perros bombas), utilizados por la Unión Soviética durante la Segunda Guerra. “A esos perros se les daba de comer siempre debajo de un tanque. Después los llevaban al frente y no se les daba comida por 20 días. Ni bien aparecía un tanque enemigo, se los soltaba, cargados con explosivos. Por efecto Pavlov, los perros iban debajo del tanque. Ahí los detonaban a distancia”, cuenta Baleirón.
“El uso de animales en la guerra no sólo es cruel sino cobarde, ya que los animales no tienen oportunidad de negarse y en el caso de los perros aman tanto a los humanos que dan su vida por nosotros”, afirma Martha Gutiérrez, presidenta de la Asociación para la Defensa de los Derechos del Animal.
Carlos Fernández Balboa, de la Fundación Vida Silvestre, pone el foco en las especies silvestres a los que se extrae de la naturaleza. “Hay que proteger especialmente a éstos últimos, aunque debo aclarar que estamos en contra de toda guerra”, dice Fernández Balboa.
Además de los perros, durante las guerras mundiales se utilizaron mucho las palomas mensajeras. Pero su misión era la de carteros, o “informantes”. Ahora, se les calza cámaras con el objetivo de que filmen territorios enemigos.
Los delfines también están siendo alistados. Los Estados Unidos los usaron en la Guerra de Vietnam y la Operación Libertad Iraquí, según el sitio Mother Nature Network. Baleirón cuenta que son inteligentes y fáciles de entrenar, como los perros. Por eso se los aprovecha como “kamikazes”. Van en busca de comida debajo de los barcos enemigos, y son detonados a la distancia. Y son capaces de detectar explosivos en mar.
“Si bien todo esto ha causado a los animales padecimientos y la muerte, los entrenamientos no han sido menores. Correr por kilómetros, trepar enrejados, nadar en ríos, atravesar terrenos casi cenagosos, llevar carga pesada, sin mencionar las bombas que explotan llevándose al animal consigo, ha sido practicado largamente por los animales. Y no siempre el esfuerzo fue compensado con abundante alimento, agua y el descanso reparador”, dice Gutiérrez, de la Asociación para la Defensa de los Derechos del Animal (ADDA).
La investigación no se detiene. La Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa de los Estados Unidos, ahora está probando con insectos ciborg, cuya misión será la exploración de zonas peligrosas. La energía generada por los propios insectos –por el calor de sus cuerpos o el movimiento de sus alas– será empleada para el suministro de cámaras de vídeo, micrófonos o cualquier otro tipo de sensores. La idea es que salgan a buscar y recabar información.
Mientras tanto, en el Laboratorio de Los Álamos, buscan que las abejas salgan a detectar bombas. La especie melífera tiene un olfato extraordinario, y el objetivo es que puedan rastreen determinadas sustancias, tanto en el campo de batalla como en aeropuertos

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