lunes, 21 de abril de 2014

Periodismo: el mejor oficio del mundo

alabras pronunciadas por el periodista y escritor colombiano Gabriel García Márquez, quien falleció hoy a los 87 años, ante la 52a asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa en Los Ángeles, EEUU en octubre de 1996.
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Por Gabriel García Márquez
A una universidad colombiana se le preguntó cuáles son las pruebas de aptitud y vocación que se hacen a quienes desean estudiar periodismo y la respuesta fue terminante: “Los periodistas no son artistas”. Estas reflexiones, por el contrario, se fundan precisamente en la certidumbre de que el periodismo escrito es un género literario.
Hace unos cincuenta años no estaban de moda las escuelas de periodismo. Se aprendía en las salas de redacción, en los talleres de imprenta, en el cafetín de enfrente, en las parrandas de los viernes. Todo el periódico era una fábrica que formaba e informaba sin equívocos, y generaba opinión dentro de un ambiente de participación que mantenía la moral en su puesto. Pues los periodistas andábamos siempre juntos, hacíamos vida común, y éramos tan fanáticos del oficio que no hablábamos de nada distinto que del oficio mismo. El trabajo llevaba consigo una amistad de grupo que inclusive dejaba poco margen para la vida privada. No existían las juntas de redacción institucionales, pero a las cinco de la tarde, sin convocatoria oficial, todo el personal de planta hacía una pausa de respiro en las tensiones del día y confluía a tomar el café en cualquier lugar de la redacción. Era una tertulia abierta donde se discutían en caliente los temas de cada sección y se le daban los toques finales a la edición de mañana. Los que no aprendían en aquellas cátedras ambulatorias y apasionadas de veinticuatro horas diarias, o los que se aburrían de tanto hablar de los mismo, era porque querían o creían ser periodistas, pero en realidad no lo eran.
El periódico cabía entonces en tres grandes secciones: noticias, crónicas y reportajes, y notas editoriales. La sección más delicada y de gran prestigio era la editorial. El cargo más desvalido era el de reportero, que tenía al mismo tiempo la connotación de aprendiz y cargaladrillos. El tiempo y el mismo oficio han demostrado que el sistema nervioso del periodismo circula en realidad en sentido contrario. Doy fe: a los diecinueve años –siendo el peor estudiante de derecho– empecé mi carrera como redactor de notas editoriales y fui subiendo poco a poco y con mucho trabajo por las escaleras de las diferentes secciones, hasta el máximo nivel de reportero raso.
La misma práctica del oficio imponía la necesidad de formarse una base cultural, y el mismo ambiente de trabajo se encargaba de fomentarla. La lectura era una adicción laboral. Los autodidactas suelen ser ávidos y rápidos, y los de aquellos tiempos lo fuimos de sobra para seguir abriéndole paso en la vida al mejor oficio del mundo… como nosotros mismos lo llamábamos. Alberto Lleras Camargo, que fue periodista siempre y dos veces presidente de Colombia, no era ni siquiera bachiller.
La creación posterior de las escuelas de periodismo fue una reacción escolástica contra el hecho cumplido de que el oficio carecía de respaldo académico. Ahora ya no son sólo para la prensa escrita sino para todos los medios inventados y por inventar.
Pero en su expansión se llevaron de calle hasta el nombre humilde que tuvo el oficio desde sus orígenes en el siglo XV, y ahora no se llama periodismo sino Ciencias de la Comunicación o Comunicación Social. El resultado, en general, no es alentador. Los muchachos que salen ilusionados de las academias, con la vida por delante, parecen desvinculados de la realidad y de sus problemas vitales, y prima un afán de protagonismo sobre la vocación y las aptitudes congénitas. Y en especial sobre las dos condiciones más importantes: la creatividad y la práctica.
La mayoría de los graduados llegan con deficiencias flagrantes, tienen graves problemas de gramática y ortografía, y dificultades para una comprensión reflexiva de textos. Algunos se precian de que pueden leer al revés un documento secreto sobre el escritorio de un ministro, de grabar diálogos casuales sin prevenir al interlocutor, o de usar como noticia una conversación convenida de antemano como confidencial. Lo más grave es que estos atentados éticos obedecen a una noción intrépida del oficio, asumida a conciencia y fundada con orgullo en la sacralización de la primicia a cualquier precio y por encima de todo. No los conmueve el fundamento de que la mejor noticia no es siempre la que se da primero sino muchas veces la que se da mejor. Algunos, conscientes de sus deficiencias, se sienten defraudados por la escuela y no les tiembla la voz para culpar a sus maestros de no haberles inculcado las virtudes que ahora les reclaman, y en especial la curiosidad por la vida.
Es cierto que estas críticas valen para la educación general, pervertida por la masificación de escuelas que siguen la línea viciada de lo informativo en vez de lo formativo. Pero en el caso específico del periodismo parece ser, además, que el oficio no logró evolucionar a la misma velocidad que sus instrumentos, y los periodistas se extraviaron en el laberinto de una tecnología disparada sin control hacia el futuro. Es decir, las empresas se han empeñado a fondo en la competencia feroz de la modernización material y han dejado para después la formación de su infantería y los mecanismos de participación que fortalecían el espíritu profesional en el pasado. Las salas de redacción son laboratorios asépticos para navegantes solitarios, donde parece más fácil comunicarse con los fenómenos siderales que con el corazón de los lectores. La deshumanización es galopante.
No es fácil entender que el esplendor tecnológico y el vértigo de las comunicaciones, que tanto deseábamos en nuestros tiempos, hayan servido para anticipar y agravar la agonía cotidiana de la hora del cierre. Los principiantes se quejan de que los editores les conceden tres horas para una tarea que en el momento de la verdad es imposible en menos de seis, que les ordenan material para dos columnas y a la hora de la verdad sólo les asignan media, y en el pánico del cierre nadie tiene tiempo ni humor para explicarles por qué, y menos para darles una palabra de consuelo. “Ni siquiera nos regañan”, dice un reportero novato ansioso de comunicación directa con sus jefes. Nada: el editor que antes era un papá sabio y compasivo, apenas si tiene fuerzas y tiempo para sobrevivir él mismo a las galeras de la tecnología.
Creo que es la prisa y la restricción del espacio lo que ha minimizado el reportaje, que siempre tuvimos como el género estrella, pero que es también el que requiere más tiempo, más investigación, más reflexión, y un dominio certero del arte de escribir. Es en realidad la reconstitución minuciosa y verídica del hecho. Es decir: la noticia completa, tal como sucedió en la realidad, para que el lector la conozca como si hubiera estado en el lugar de los hechos.
Antes que se inventaran el teletipo y el télex, un operador de radio con vocación de mártir capturaba al vuelo las noticias del mundo entre silbidos siderales, y un redactor erudito las elaboraba completas con pormenores y antecedentes, como se reconstruye el esqueleto entero de un dinosaurio a partir de una vértebra. Sólo la interpretación estaba vedada, porque era un dominio sagrado del director, cuyos editoriales se presumían escritos por él, aunque no lo fueran, y casi siempre con caligrafías célebres por lo enmarañadas. Directores históricos tenían linotipistas personales para descifrarlas.
Un avance importante en este medio siglo es que ahora se comenta y se opina en la noticia y en el reportaje, y se enriquece el editorial con datos informativos. Sin embargo, los resultados no parecen ser los mejores, pues nunca como ahora ha sido tan peligroso este oficio. El empleo desaforado de comillas en declaraciones falsas o ciertas permite equívocos inocentes o deliberados, manipulaciones malignas y tergiversaciones venenosas que le dan a la noticia la magnitud de un arma mortal. Las citas de fuentes que merecen entero crédito, de personas generalmente bien informadas o de altos funcionarios que pidieron no revelar su nombre, o de observadores que todo lo saben y que nadie ve, amparan toda clase de agravios impunes. Pero el culpable se atrinchera en su derecho de no revelar la fuente, sin preguntarse si él mismo no es un instrumento fácil de esa fuente que le transmitió la información como quiso y arreglada como más le convino. Yo creo que sí: el mal periodista piensa que su fuente es su vida misma –sobre todo si es oficial– y por eso la sacraliza, la consiente, la protege, y termina por establecer con ella una peligrosa relación de complicidad, que lo lleva inclusive a menospreciar la decencia de la segunda fuente.
Aún a riesgo de ser demasiado anecdótico, creo que hay otro gran culpable en este drama: la grabadora. Antes de que ésta se inventara, el oficio se hacía bien con tres recursos de trabajo que en realidad eran uno sólo: la libreta de notas, una ética a toda prueba, y un par de oídos que los reporteros usábamos todavía para oír lo que nos decían. El manejo profesional y ético de la grabadora está por inventar. Alguien tendría que enseñarle a los colegas jóvenes que el casete no es un sustituto de la memoria, sino una evolución de la humilde libreta de apuntes que tan buenos servicios prestó en los orígenes del oficio. La grabadora oye pero no escucha, repite –como un loro digital– pero no piensa, es fiel pero no tiene corazón, y a fin de cuentas su versión literal no será tan confiable como la de quien pone atención a las palabras vivas del interlocutor, las valora con su inteligencia y las califica con su moral. Para la radio tiene la enorme ventaja de la literalidad y la inmediatez, pero muchos entrevistadores no escuchan las respuestas por pensar en la pregunta siguiente.
La grabadora es la culpable de la magnificación viciosa de la entrevista. La radio y la televisión, por su naturaleza misma, la convirtieron en el género supremo, pero también la prensa escrita parece compartir la idea equivocada de que la voz de la verdad no es tanto la del periodista que vio como la del entrevistado que declaró. Para muchos redactores de periódicos la transcripción es la prueba de fuego: confunden el sonido de las palabras, tropiezan con la semántica, naufragan en la ortografía y mueren por el infarto de la sintaxis. Tal vez la solución sea que se vuelva a la pobre libretita de notas para que el periodista vaya editando con su inteligencia a medida que escucha, y le deje a la grabadora su verdadera categoría de testigo invaluable. De todos modos, es un consuelo suponer que muchas de las transgresiones éticas, y otras tantas que envilecen y avergüenzan al periodismo de hoy, no son siempre por inmoralidad, sino también por falta de dominio profesional.
Tal vez el infortunio de las facultades de Comunicación Social es que enseñan muchas cosas útiles para el oficio, pero muy poco del oficio mismo. Claro que deben persistir en sus programas humanísticos, aunque menos ambiciosos y perentorios, para contribuir a la base cultural que los alumnos no llevan del bachillerato. Pero toda la formación debe estar sustentada en tres pilares maestros: la prioridad de las aptitudes y las vocaciones, la certidumbre de que la investigación no es una especialidad del oficio sino que todo el periodismo debe ser investigativo por definición, y la conciencia de que la ética no es una condición ocasional, sino que debe acompañar siempre al periodismo como el zumbido al moscardón.
El objetivo final debería ser el retorno al sistema primario de enseñanza mediante talleres prácticos en pequeños grupos, con un aprovechamiento crítico de las experiencias históricas, y en su marco original de servicio público. Es decir: rescatar para el aprendizaje el espíritu de la tertulia de las cinco de la tarde.
Un grupo de periodistas independientes estamos tratando de hacerlo para toda la América Latina desde Cartagena de Indias, con un sistema de talleres experimentales e itinerantes que lleva el nombre nada modesto de Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano. Es una experiencia piloto con periodistas nuevos para trabajar sobre una especialidad específica –reportaje, edición, entrevistas de radio y televisión, y tantas otras– bajo la dirección de un veterano del oficio.
En respuesta a una convocatoria pública de la Fundación, los candidatos son propuestos por el medio en que trabajan, el cual corre con los gastos del viaje, la estancia y la matrícula. Deben ser menores de treinta años, tener una experiencia mínima de tres, y acreditar su aptitud y el grado de dominio de su especialidad con muestras de las que ellos mismos consideren sus mejores y sus peores obras.
La duración de cada taller depende de la disponibilidad del maestro invitado –que escasas veces puede ser de más de una semana–, y éste no pretende ilustrar a sus talleristas con dogmas teóricos y prejuicios académicos, sino foguearlos en mesa redonda con ejercicios prácticos, para tratar de transmitirles sus experiencias en la carpintería del oficio. Pues el propósito no es enseñar a ser periodistas, sino mejorar con la práctica a los que ya lo son. No se hacen exámenes ni evaluaciones finales, ni se expiden diplomas ni certificados de ninguna clase: la vida se encargará de decidir quién sirve y quién no sirve.
Trescientos veinte periodistas jóvenes de once países han participado en veintisiete talleres en sólo año y medio de vida de la Fundación, conducidos por veteranos de diez nacionalidades. Los inauguró Alma Guillermoprieto con dos talleres de crónica y reportaje. Terry Anderson dirigió otro sobre información en situaciones de peligro, con la colaboración de un general de las Fuerzas Armadas que señaló muy bien los límites entre el heroísmo y el suicidio. Tomás Eloy Martínez, nuestro cómplice más fiel y encarnizado, hizo un taller de edición y más tarde otro de periodismo en tiempos de crisis. Phil Bennet hizo el suyo sobre las tendencias de la prensa en los Estados Unidos y Stephen Ferry lo hizo sobre fotografía. El magnífico Horacio Verbitsky y el acucioso Tim Golden exploraron distintas áreas del periodismo investigativo, y el español Miguel Ángel Bastenier dirigió un seminario de periodismo internacional y fascinó a sus talleristas con un análisis crítico y brillante de la prensa europea.
Uno de gerentes frente a redactores tuvo resultados muy positivos, y soñamos con convocar el año entrante un intercambio masivo de experiencias en ediciones dominicales entre editores de medio mundo. Yo mismo he incurrido varias veces en la tentación de convencer a los talleristas de que un reportaje magistral puede ennoblecer a la prensa con los gérmenes diáfanos de la poesía.
Los beneficios cosechados hasta ahora no son fáciles de evaluar desde un punto de vista pedagógico, pero consideramos como síntomas alentadores el entusiasmo creciente de los talleristas, que son ya un fermento multiplicador del inconformismo y la subversión creativa dentro de sus medios, compartido en muchos casos por sus directivas. El solo hecho de lograr que veinte periodistas de distintos países se reúnan a conversar cinco días sobre el oficio ya es un logro para ellos y para el periodismo. Pues al fin y al cabo no estamos proponiendo un nuevo modo de enseñarlo, sino tratando de inventar otra vez el viejo modo de aprenderlo.
Los medios harían bien en apoyar esta operación de rescate. Ya sea en sus salas de redacción, o con escenarios construidos a propósito, como los simuladores aéreos que reproducen todos los incidentes del vuelo para que los estudiantes aprendan a sortear los desastres antes de que se los encuentren de verdad atravesados en la vida. Pues el periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad. Nadie que no la haya padecido puede imaginarse esa servidumbre que se alimenta de las imprevisiones de la vida. Nadie que no lo haya vivido puede concebir siquiera lo que es el pálpito sobrenatural de la noticia, el orgasmo de la primicia, la demolición moral del fracaso. Nadie que no haya nacido para eso y esté dispuesto a vivir sólo para eso podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia, como si fuera para siempre, pero que no concede un instante de paz mientras no vuelve a empezar con más ardor que nunca en el minuto siguiente.

APU

Ni "Gaturro" ni "Nik" son modelos para nuestros niños, por José Machain

Por José Eduardo Machain
Me dirijo a Uds. para expresarles la profunda preocupación (que también hago saber a quienes copio -que estimo que compartirán- estas líneas, todas/os ellas/os referentes indiscutibles en la defensa y promoción de derechos de las infancias en Argentina), por la utilización de la imagen del personaje de historieta conocido como “Gaturro” en la campaña impulsada por UNICEF Argentina, dirigida a los/las estudiantes de las Escuelas de la República Argentina: “APRENDO JUGANDO. MI ESCUELA GANA” (ver imagen adjunta N° 01), según consta en la web oficial del Organismo, como en el perfil oficial del Organismo en la red social Facebook.
Motiva esta carta el hecho que no considero que tal personaje de historieta sea conveniente tomar como referencia o modelo para la niñez y la adolescencia, avalado por UNICEF. Debido a diferentes expresiones que su autor, Cristian Dzwonik –cuyo alias es “Nik”- pone en boca del personaje; y hasta manifestaciones expresadas tanto en las viñetas humorísticas que publica periódicamente en medios de comunicación, como en perfiles (reconocidos como propios por el autor) en las redes sociales; las cuales distan muchos de los mensajes que podrían considerarse virtuosos en la construcción subjetiva y de ciudadanía de nuestras infancias.
Existen diversos ejemplos (algunos de los cuales quedan ilustradas en imágenes que adjunto) en donde quedan de manifiesto mensajes discriminatorios, descalificatorios, haciendo apología del olvido (ver imagen adjunta N° 02) y la desmemoria (ver imagen adjunta N° 03), en vísperas de la conmemoración del “24 de marzo”, frente a la revalorización de la Memoria que la sociedad Argentina -en su gran mayoría- ha asumido como propia en un país donde aún quedan cientos de niños/as (hoy adultos) con identidades suplantadas en el marco del Plan Sistemático de Robos de Bebes de la última Dictadura Cívico-Militar (1976-1983) según lo definiera la Justicia Argentina. O agraviantes (ver imágenes adjuntas N° 04 y 04a) hacia millones de ciudadanos/nas argentinos/as que piensan o valorizan a determinadas figuras políticas, sociales y culturales de forma muy diferente a lo que lo hace el Sr. Dzwonik. Todos estos ejemplos, representan la exaltación de las ironías políticas (despreciando a las mayorías populares), el individualismo y la descalificación hacia los demás. Todo lo opuesto a un modelo recomendable para niños/as y adolescentes.
En tal sentido, cabe recordar la reflexión que otro humorista gráfico, Miguel Rep, hiciera en columna suya publicada en el año 2002 titulada “DiscrimiNación” (Diario Página/12, 31/05/2002) en la cual repudiaba la viñeta que el humorista Nik (Cristian Dzwonik) publicara en el Diario La Nación el día 26/05/2002; la cual, mediante un montaje fotográfico (ver imagen adjunta N° 05) constituye una muestra clara de discriminación, violencia de género y denigración hacia la entonces Ministra de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la República Argentina, Graciela Camaño; y en la cual era parte del mensaje descalificador la propia imagen del personaje de historieta en cuestión: “Gaturro”.
Otro capítulo que merece tomarse en referencia a la hora de expresar esta preocupación, son las acciones y/o valores que quedan representados y habilitados en el Portal de Juego infantil, denominado “Mundo Gaturro” (www.mundogaturro.com), el cual es parte constitutiva de la campaña de referencia.
Para empezar, destacar que “Mundo Gaturro” es un MMORPG (juego multijugador masivo en línea), apunta al público infantil, y la “jugabilidad” depende bastante de microcompras extras que los pequeños consumidores cautivos exigirán a sus padres (vía compras con Tarjetas de Crédito): ropas, accesorios, beneficios, juegos, etc.
Si bien el acceso y creación de usuario es gratuito, como varios juegos y acciones a desarrollar por el niño/a, la accesibilidad a los juegos más atractivos o a la adquisición de “bienes" u “objetos” depende de la adquisición de un Pasaporte. Un “Pasaporte mensual” para acceder a este maravilloso mundo felino cuesta desde $40.- en adelante.
Sorprende entonces que el concurso “gratuito” patrocinado por UNICEF Argentina esté incentivando y promocionando el ingreso a un Portal de Juegos para el mundo Infantil, en donde se destaca la propensión al consumo. A esto se debe recordar la proliferación del “merchandising” relacionado con la marca “Gaturro” en muñequitos, yogures, agendas, almohadones, muebles, avisos institucionales, relojes, zapatillas, juguetes, tazas, útiles escolares y teléfonos; siendo el protagonista de más de 50 libros, de obras de teatro, video juegos y aplicaciones para celulares.
En dicho portal, claramente asociado a la comercialización de productos y servicios relacionados al personaje y a su autor, se han detectado –por parte de madres y padres de niñas y niños usuarios- situaciones no virtuosas desde una perspectiva de derechos.
Por mi función institucional, he sido receptor de innumerables mensajes de padres alarmados por situaciones que han tomado conocimiento a partir del ingreso de sus hijos/as a dicho Portal. Ejemplo de ello es lo que describe Daniel, padre de una niña usuaria:
“…el juego consiste en realizar actividades que otorgan puntos a los niños, estos puntos acumulados les permiten comprar objetos, hacer una casa mas grande, compra objetos de lujo, etc. Si los padres autorizan mediante el uso de la tarjeta de crédito se puede obtener más puntos (dinero). El juego re crea lo peor del consumismo, generándose entre los niños una competencia por tener más, acumular más que los otros, de hecho hay niños ricos (los que han comprado puntos) y niños pobres. Como en el juego los avatar de los niños pueden interactuar se producen maltratos de los niños acaudalados hacia los niños "pobres". Me di cuenta hace unos días al observar la secuencia del juego, cuando mi hija de 8 años estaba jugando y vi como un "inocente" gatito, le decía al gatito de mi hija "hola pobre". Es un juego que re-crea lo peor de desigualad social, dado que los niños desean tener una casa más grande con varias habitaciones, llena de objetos incluso se pueden comprar hasta diamantes, pero solo unos pocos niños lo logran. Las casas de los niños más pobres no son visitadas por los otros niños/gatitos y viceversa, es un juego perverso escondido en la supuesta inocencia de Gaturro, he hablado con mi hija al respecto y ya por suerte no lo juega más.”
O lo que Clarisa describe “espantada”, que:
“…el juego incita a que los niños le pidan a su padres la tarjeta de crédito para acceder a más niveles de juegos!”
Otro papá, Carlos, relata que en el juego:
“…está habilitada la “estafa”, mi hijo me describió la posible operatoria. Dado que existen las transacciones entre los usuarios, es posible que el “vendedor” finalmente no entregue el objeto acordado, sino que pueda cambiarlo por otro de “menor valor”, quedando así configurada la “estafa”. Obviamente no lo dejé seguir jugando allí”
Sería oportuno que los equipos técnicos de la Oficina de UNICEF en Argentina puedan realizar una evaluación de calidad del Portal y corroborar las experiencias descriptas.
Huelga ahondar, ante especialistas en temáticas de infancias de la envergadura de Uds., en las implicancias que conlleva que un Organismo Internacional de tanto prestigio como UNICEF resalte determinadas imágenes o personajes como modelos, y la incidencia que esto produce en la recepción y asimilación de los discursos y mensajes que dichas referencias, avaladas por UNICEF, significan para la ciudadanía en general y para los niños, niñas y adolescente en particular.
Todo lo expuesto con anterioridad refuerza el pedido a UNICEF Argentina para que reconsidere seguir utilizando y asociando su imagen a la del personaje de historieta “Gaturro” como a su autor Cristian Dzwonik –alias “Nik”-, que claramente no representan un camino virtuoso de comunicación para los fines y objetivos que tiene vuestro Organismo.
Saludo a Uds. muy respetuosamente
* El autor es Consejero por la Legislatura - Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, CABA, miembro del Consejo Asesor de la Comunicación Audiovisual y la Infancia (CONACAI-AFSCA) y Secretaría Infancia y Adolescencia – Mov. Evita Capital

“Jesús fue un campesino: su lucha contra el poder se basó en la cultura del campesinado”

Entrevista con el teólogo Ruben Dri, a partir de su último libro: Jesús y María, una relación conflictiva (Editorial Biblos). "Uní la historia de María con la de las Madres de Plaza de Mayo. Son historias que se han repetido, cada cual a su manera", describió.
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Por Camilo Carboneli y Juan Ciucci
AGENCIA PACO URONDO: ¿Por qué un libro sobre Jesús y María, sobre una relación que ve usted conflictiva?
Ruben Dri: En realidad, ese tema forma parte de una preocupación más general de la que me vengo ocupando hace mucho tiempo. Tiene que ver con el compromiso que asumimos como curas para el tercer mundo. La referencia fundamental es Jesús de Nazaret. A partir de ese compromiso que asumimos, fuimos redescubriendo el compromiso de Jesús. Cuando uno revisa algo revisa en realidad su propia historia. Hice una revisión de cómo me enseñaron a mí el cristianismo, la figura de Jesús, etc. La madre que formó a Jesús, una madre judía, ve el compromiso de su hijo que asume un compromiso que lo puede llevar a un destino trágico. Qué hace la madre frente a esa situación. Me interesaba esa relación. María tiene el conflicto que tienen todas las madres. Después yo lo uní con las Madres de Plaza de Mayo. Cuando escuchaba a Hebe, tenía presente a mi madre y a María. Son historias que se han repetido, cada cual a su manera. Hay un trasfondo común.
APU: El conflicto tiene que ver con cómo una madre se enfrenta a ese destino que supone trágico de su hijo.
RD: La madre naturalmente quiere salvar a su hijo, con lo cual quiere sacarlo del compromiso que asumió, por lo tanto se vuelve un obstáculo para él y su proyecto. A partir de eso releo los textos que tantas veces había leído. Cuando a mi me toca la clandestinidad, ahí es que descubro la clandestinidad de Jesús. Nunca había pensado en eso antes, a pesar de haberlo leído en los textos, en los que también está esa relación conflictiva de María con Jesús. María cree que su hijo se volvió loco. Siempre fuimos formados en la idea de que María acompañó a Jesús en su proyecto. Es una mentira histórica. Descubro que el enfrentamiento de María y su familia con Jesús fue muy fuerte. Jesús desconfía de su propia familia. Eso está muy claro en el evangelio de Juan. Jesús les miente a sus hermanos. Con esto no quiero descalificar a María, todo lo contrario.
APU: Porque su objetivo es recuperar la figura de María.
RD: Recuperarla pero contando su verdadera historia. Hay un momento en que María se convierte, no sólo adhiere al proyecto de Jesús sino que se vuelve una militante de ese proyecto. Recuperamos a María como una figura que apoya un proyecto popular, de los sectores populares. Es importante distinguir esto: la realidad histórica de María de su realidad simbólica. Lo mismo para Jesús. Jesús y el Cristo. El Cristo es el Jesús que nos apropiamos para nuestras luchas. Pero no me lo puedo apropiar de cualquier manera. María y Jesús pasan a ser símbolos que pueden ser apropiados de maneras distintas. Pretendo apropiarme de ese símbolo a partir del proyecto histórico de Jesús. Lo mismo pasa con María. Es una tarea importante si queremos que el proyecto popular sea transformador: para ello, sus símbolos deben ser reinterpretados en ese sentido. Hay una lucha hermenéutica. Los símbolos pueden servir para dominar o para liberar.
APU: En ese sentido: ¿Cuál ha sido la actitud de la Iglesia Católica en relación a María?
RD: La iglesia – institución nunca pudo recuperar esas figuras de un modo liberador. Como institución es propia de los sectores dominantes. Ahora, dentro de esa institución hay muchas contradicciones, hay sectores que han rescatado estos símbolos en función de las luchas populares.
APU: Habló de la conversión de María. También analiza la conversión de las Madres después de la muerte de sus hijos.
RD: Hay un debate que yo dejo abierto en el libro. ¿Cuándo ocurre la conversión de María? El único texto que indica que María estuvo al pie de la Cruz es el evangelio de Juan. En el evangelio de Lucas, que recupera a María en su aspecto revolucionario, no pone a María al pie de la Cruz. Probablemente, la conversión de María se produce después de la muerte de Jesús. La muerte del hijo engendra a la madre como militante. Ahí hay una relación con las Madres de Plaza de Mayo. Hebe lo ha dicho muchas veces.
APU: Ese temor de María lo relaciona con las represiones concretas del Imperio Romano contra las milicias campesinas. No hay un temor simbólico, sino bien concreto.
RD: Claro. El temor de María no era el temor abstracto de una madre. Era un temor real. Era la represión del imperio romano. Las penas que daban eran tremendas. A Jesús lo acusan de atentado contra el Estado romano. Es correcta esa acusación.
APU: En su libro hay un análisis de los diferentes evangelios, de la función que cada uno de ellos cumple.
RD: El evangelio de base es el de Marcos, que es profundamente anti-imperial. Él propone que Jesús es hijo de Dios. En los evangelios de Mateos o Lucas, no aparece con tanta claridad la tensión entre María y Jesús. En el evangelio de Juan, por ejemplo, hay datos que son históricos.
APU: En el caso de Juan se refiere a la ironía juánica, como modo de escritura.
RD: Se habla de sus dos niveles. De uno histórico y de otro simbólico. Es muy interesante lo que dice Juan sobre las Bodas de Caná. Según esa narración, Jesús habla con los discípulos del bautista, después se los saca al bautista y se los lleva a una fiesta. Manifiesta dos proyectos diferentes. El de Juan era ascético, rigorista, basado en la abstinencia. El de Jesús, en cambio, se basa en la fiesta popular.
APU: ¿Qué lugar le da Jesús a la mujer en su movimiento transformador?
RD: Uno de los aspectos fundamentales del proyecto de Jesús tiene ver con cuestionar la familia patriarcal. Hay una crítica fuerte a la dominación machista. Y se da la paridad de la mujer en relación con el hombre en la participación del movimiento. Hay que trabajarlo en los textos. Cuando se redactan los evangelios, ya pasado bastante tiempo, hubo presión de la sociedad para reprimir aspectos radicales de los planteos de Jesús. La liberación de los esclavos era posible porque estaba el estatuto del liberto. La sociedad contemplaba que un esclavo podía dejar de serlo. Pero no había ningún estatuto de liberación de la mujer: o pertenecía al padre o a su marido. Por eso lo tremendo del divorcio.
APU: La participación de la mujer, además, vinculada con el rito, tomando un lugar más protagónico.
RD: Hay textos que hablan abundantemente de la participación de la mujer en paridad con el hombre. Jesús no fue sacerdote, no ordenó ningún tipo de sacerdocio. Los primeros grupos cristianos no tenían sacerdotes, eran muy horizontales, no había jerarquía. La Iglesia jerárquica que se va construir en el siglo IV o V se va a construir en contra de ese proyecto.
APU: En otra de las partes habla de Cristo como campesino pobre, y le da mucha relevancia a ese aspecto.
RD: Jesús fue campesino. Eso es muy importante. El perteneció a la aldea de Nazaret. Vivían en cuevas, en una situación de mucha pobreza. No fue carpintero. José podría saber poner alguna puerta, pero no sé qué casa tendría puerta en esa época. Eran campesinos. Su movimiento, por eso, tiene base campesina. El movimiento que él hace contra el poder sacerdotal e imperial se basa en la cultura campesina. Por eso las parábolas de Jesús son netamente campesinas. Jesús construye un movimiento. Lo he investigado en otros libros. La liberación viene de abajo hacia arriba. Jesús es la periferia.
APU: ¿Cómo se actualizan estas discusiones?
RD: Nosotros creemos que el proyecto popular se debe construir desde abajo hacia arriba. Hay que crear poder popular desde abajo. Ese fue el proyecto de Jesús. La religión puede servir para dominar o para liberar. No se la puede sacar. Es parte de la construcción del sujeto. Debe ser parte de la construcción del movimiento popular.
APU: ¿Cómo ve en ese contexto la aparición del Papa Francisco, que ha generado tanta expectativa en los sectores populares?
RD: Hay que ponerlo en su verdadero contexto. Él no está haciendo una revolución en la Iglesia. Para ello debe recuperar las comunidades de base, que cuestionan a la Iglesia sacerdotal. En la medida que hace determinados gestos, sirve al movimiento popular. No hay que confundirse: no es el proyecto que nació con el Concilio Vaticano II. Pero hay aspectos positivos sobre los cuales trabajar.
APU: ¿Ve posible un nuevo Concilio Vaticano?
RD: No veo bases en la Iglesia para hacerlo. Cuando se hace el Concilio Vaticano II había muchos movimientos en la Iglesia que hoy no los hay. Nunca se sabe. No hay que cerrar las puertas.
APU: Hablamos de María y de las mujeres. ¿Se abren posibilidades para que haya una mayor participación femenina en la Iglesia?
RD: Creo que sí. Bergoglio cerró las puertas para el sacerdocio para las mujeres. Pero en su proyecto está darle a la mujer mayor participación. Habrá que esperar.

Álvaro Uribe: el verdadero patrón del mal

Los investigadores Norberto Emmerich y Joanna Rubio revisan la historia del ex mandatario colombiano. "En los 90 Uribe y Pablo Escobar eran amigos cercanos y socios comerciales. Pero mientras Escobar murió en 1993, Uribe se convirtió en presidente", describen.
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Por Norberto Emmerich (Prometeo – IAEN – Ecuador) y Joanna Rubio (Univ. de Guadalajara, Dep. de Estudios Políticos y Gobierno)
En los años 90 Alvaro Uribe Velez y Pablo Escobar Gaviria eran amigos cercanos y socios comerciales. Pero mientras Escobar murió en un enfrentamiento policíaco en 1993, Uribe se convirtió en presidente de Colombia. ¿Quién fue el verdadero patrón del mal?
Hablar del ex presidente colombiano Álvaro Uribe es hablar de sus logros sociales en Antioquía y de corrupción, es hablar del senador estrella de 1990 y del escándalo de los “falsos positivos”, es hablar de libertad económica y dependencia de Estados Unidos. Es claro que hablar de Uribe es hablar de poder y de narcotráfico.
Uribe aplicó en Colombia lo que aprendió en un curso de Resolución de Conflictos en una escuela afiliada a Harvard (aunque la página de presidencia en Colombia dice que tiene una especialización en administración y gerencia de la Universidad de Harvard) y llevó un paso más allá los procesos de negociación con los grupos del narcotráfico.
En los Acuerdos de Santa Fe de Ralito, en el año 2003, Uribe puso sobre la mesa las reglas para pactar con  el crimen organizado (paramilitares), en un proceso que significó un intento de cooptación de estos grupos por parte del Estado. Entre líneas el gobierno de Uribe aceptó su relación con el narcotráfico con el fin de encontrar un punto de equilibro.
En los hechos, y a pesar de las expresiones, no hubo una guerra contra el narco sino que se pactó con él para obtener un cambio del régimen de acumulación. Y así lo dejó claro el líder las AUC, Salvatore Mancuso, en su discurso del 28 de julio de 2004 al Congreso de la Nación: “la razón por la que iniciamos esta negociación política no está muy lejos del sentido común, y por eso genera solidaridad. Creemos que hoy se está trabajando en la dirección adecuada para el fortalecimiento del Estado y sus instituciones. Es la gran oportunidad de otorgar un voto de confianza en el futuro de nuestro país, sumándonos a 44 millones de personas empeñadas en la construcción de una democracia más legítima y de un Estado más fuerte, más eficiente, más justo y más responsable”.
De narcos y paramilitares
Pero más honesta era la alianza entre el líder paramilitar Carlos Castaño con el narcotraficante Orlando Henao, que estaba presente en todo el nordeste del país hasta el litoral Pacífico, desde la frontera de Panamá hasta la frontera con el Ecuador.
Carlos Castaño declaró sin miramientos que financiaba su movimiento con las ganancias de los cocaleros, aunque se mostró más discreto sobre los aportes de los actores económicos financieros del establishment.
En la zona de Catatumbo se desplazaba en un helicóptero que jamás fue detectado por los aviones de la Fuerza aérea colombiana ni por los radares norteamericanos. Por otro lado, contrariamente a lo que sucedía con las FARC y el ELN, los paramilitares no figuran en la lista de organizaciones terroristas elaborada por el gobierno de Estados Unidos. Phil Chicola, jefe de la Oficina de Asuntos Andinos del Departamento de Estado, lo explicó: “de acuerdo con la ley estos grupos deberán cometer acciones que amenacen los intereses nacionales de Estados Unidos para poder ser incluidos formalmente en la lista”. La posterior inclusión de los paramilitares entre las organizaciones terroristas del Departamento de  Estado, demorada hasta el límite de lo soportable, terminó por generar una crisis en la organización de Carlos Castaño y desencadenó su renuncia a la conducción militar.
Pero la alianza de narcos y paramilitares incluía también a las Fuerzas Armadas: en 1997, 1998 y 1999 una investigación del gobierno encontró evidencia de que los oficiales del ejército trabajaban íntimamente con los paramilitares bajo el comando de Carlos Castaño.
Compartían inteligencia, planificación y llevaban adelante operaciones conjuntas, proveían armas y municiones, apoyo con helicópteros y ayuda médica, coordinados sobre una base diaria. Algunos de los oficiales involucrados permanecían en servicio activo y al comando de tropas.
En los Acuerdos de Santa Fe de Ralito el gobierno estuvo representado por Luis Carlos Restrepo, especialista en Psiquiatría, nombrado por Uribe como Alto Comisionado para la Paz en el año 2002. Estos Acuerdos expresan con una claridad que no se ha logrado en otro país, excepto en Estados Unidos, la lógica de acumulación económica capitalista en relación al crimen en general y al narcotráfico en particular. En este sentido, la “solución” al problema del narcotráfico no implica su disolución sino un salto hacia adelante, una incorporación dentro del sistema, mediante el mecanismo de cooptación de oligarquías competitivas. Se creó el escenario para que un proceso de acumulación capitalista primitivo, como es típicamente el narcotráfico, se convierta en una acumulación capitalista normal. En la realidad este acuerdo impulsa un marco de impunidad en torno a los crímenes de lesa humanidad o al narcotráfico. La reparación de las víctimas no resultó eficiente y algunas de las personas que la reclamaron han sido perseguidas o asesinadas. Esto significa que los acuerdos de cooptación no incorporan a todos los sectores “convocados”, sino solo a quienes sobreviven a la competencia inducida por la cooptación. Porque esta cooptación se da a “destiempo”, cuando el Estado nacional ya está medianamente conformado. E implica (o debería implicar) el uso abrumador de la violencia estatal. Los sectores más aburguesados del crimen organizado se convirtieron en terratenientes del oriente colombiano, la droga siguió circulando sin interdicciones y el narcotráfico dejó de ser un actor político. Pero los sectores más “populares”, la mano de obra armada, quedaron relegados bajo la persecución jurídica y militar. Engrosaron luego las actuales Bacrim.
El 7 marzo de 2006 siendo Restrepo aún comisionado por la paz, montó una falsa desmovilización de 62 guerrilleros del frente “Cacica Gaitana” de las FARC. Según varios testimonios recopilados por el periódico el País[1], varios indigentes y desempleados (que incluían algunos pocos guerrilleros) recibieron un pago de 250 dólares para disfrazarse como miembros de las FARC y participar del montaje. Como consecuencia del escándalo la Fiscalía General de la Nación abrió una investigación contra Restrepo. Sin embargo el ex comisionado para la Paz abandonó el país y fue declarado “preso ausente”.
Cooptación sí, guerra no
México tomó nota de la política de Uribe. El presidente mexicano Enrique Peña Nieto y su gabinete decidieron no seguir la estrategia calderonista de guerra contra el narcotráfico. México, con grandes dificultades, está buscando llegar a acuerdos con estos grupos delictivos no solo para coaptarlos sino también para integrarlos al régimen político.
Álvaro Uribe fue un presidente que decidió pactar con el narcotráfico como una forma racional de ingresar al PIB una rama productiva que estaba operando en forma ilegal. Bajo una racionalidad netamente capitalista utilizó el ejercicio del poder para implementar un cambio radical en la economía política de Colombia.
La cooptación violenta significó un 46% de pobreza, 29 millones de personas; un 17,8% de indigencia, 9 millones de personas; un índice de desempleo del 12,8%; 32 pueblos aborígenes, sobre un total de 102, en riesgo de extinción; un índice de 59,2 en la escala de desigualdad social de Gini, el país más desigual del continente; la reducción de la participación de los trabajadores en el PBI nacional al 32%; 78.000 presos, 80% de ellos entre 18 y 29 años; en el año 2009 Colombia tenía 29.000 menores detenidos en virtud del Código de la Infancia; un gasto de defensa equivalente al 14.2% del PBI en el año 2010; 38.255 desaparecidos en el período 2007-2009; desplazamiento forzado de 2.4 millones de personas; utilización de la población civil en el conflicto armado bajo las modalidades de red de informantes, soldados por un día, estudiantes informantes, taxistas informantes, etc.; un alto grado de impunidad, con 35.353 paramilitares desmovilizados pero solo 698 de ellos siendo procesados; 1.200 casos de ejecuciones extrajudiciales investigadas por la Fiscalía General de la Nación; 7500 presos políticos, la mayoría por montajes judiciales.
El precio que pagará Uribe por hacer el trabajo sucio de la cooptación del narcotráfico, traducido luego en una apertura al capital internacional, todavía es impredecible. Fue el presidente que, con la política de los “falsos positivos” de su ministro de Defensa Juan Manuel Santos, disfrazó a por lo menos 3.500 muertos civiles como guerrilleros. Y el que “comunicó” la guerra contra las FARC como una guerra contra el narcotráfico a pesar de que mientras combatía a unos, negociaba con los otros.
Para Estados Unidos se estaba convirtiendo en un peligroso cabo suelto. La oligarquía financiera necesitaba un período de transición democrática y las transnacionales necesitaban convertir las grandes áreas despejadas por Uribe en zonas de producción de agrocombustibles y de recursos naturales. Necesitaban eliminar impuestos, una reforma laboral, optimizar la inversión extranjera, mayor seguridad jurídica y estabilidad fiscal. Por lo tanto se requería remover a la mafia del poder estatal. Todos los candidatos presidenciales del post uribismo eran manejables para estas tareas. Solo Gustavo Petro, como fue evidente años después, se salía del libreto, sobre todo cuando planteaba democratizar la tierra adquirida ilegalmente por los narcos.
Tras los acuerdos con los paramilitares/narcotráfico el campo colombiano recuperó lentamente la actividad productiva de plátano, yuca, arroz, hortalizas y frutas. Las negociaciones promovieron el ingreso de los líderes paramilitares al escenario político. Un estudio realizado por la Misión de Apoyo Electoral (MOE) reveló que de los últimos trece presidentes del Senado, sólo Claudia Blum de Barbieri no tenía conexiones con los paramilitares[2].
Finalmente varios miembros del Senado fueron sentenciados por la Corte de Justicia: Mario Uribe, que el 21 de febrero del 2011 fue condenado a siete años y seis meses de prisión por alianzas con el exjefe paramilitar Salvatore Mancuso. Miguel Pinedo, condenado a nueve años de prisión al comprobarse que se alió con Hernán Giraldo Serna, alias el 'Patrón' o el 'Viejo', para llegar al Congreso. Luis Humberto Gómez Gallo, condenado el 25 de mayo de 2011 a nueve años de cárcel por sus nexos con el bloque Tolima de las AUC, a través de su comandante 'Elías'. Javier Cárceres, exsenador del Bolívar que fue condenado el 11 de abril del 2012 a nueve años de cárcel por sus reuniones con el jefe paramilitar 'Juancho Dique' en el año 2003.
En la Cámara de Diputados la situación era aún peor, 133 parlamentarios fueron investigador por sus nexos con los paramilitares. Los diálogos de paz concluyeron sin mayor éxito en 2007, apenas en su fase inicial. No se pudo estabilizar y consolidar la mesa formal de negociación de paz, incluso tras las 7 rondas de diálogo realizadas. Para su éxito era necesario un reconocimiento político del adversario, lo que no era políticamente viable.
El verdadero patrón del mal hizo su trabajo, y aunque puede caer en desgracia en cualquier momento, todavía es considerado “el gran colombiano”.

[1]Diario El País,15 de febrero de 2012. “La ‘Cacica Gaitana’ no es la única desmovilización falsa": ex guerrillero de Farc, http://www.elpais.com.co/elpais/colombia/noticias/del-cacica-gaitana-unica-desmovilizacion-falsa-ex-guerrillero (13/04/2014).
[2]Diario El Tiempo, 24 de Julio del 2012, De 13 expresidentes del Senado, 12 investigados por 'parapolítica'. El Tiempo. http://www.eltiempo.com/justicia/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-12061682.html (14/04/2014).

La cultura durante el bloqueo francés

Por Manuel Gálvez
La Argentina de 1838 no puede soportar un largo bloqueo. El país sólo produce lo suficiente para comer. De Europa viene lo que necesitamos para vestirnos, salvo los ponchos y otros tejidos; para construir las casas y amueblarlas; para cultivar el espíritu; para curar los males del cuerpo. El gaucho puede vivir en un ranchito y alimentarse con un zoquete de carne. Pero no el hombre de las ciudades. El bloqueo puede traer la miseria, la desesperación y la muerte. Lo saben nuestros enemigos. En 1840, el ministro Thiers dirá en la Cámara de Diputados de Francia que el bloqueo “reducirá a una enojosa situación, a una situación casi desesperada, a los habitantes de Buenos Aires”.
Ha comenzado el martirio de los argentinos. Ni vendrá de Europa lo necesario para vivir, ni el Gobierno, suprimidas las entradas de aduana, podrá pagar a los empleados, ni comprar armas, municiones y caballos para el ejército que combate contra Bolivia. Habrá que alcanzar la sobriedad del gaucho. Pero la patria se mantendrá libre. Juan Manuel de Rosas va a defenderla con uñas y dientes. Preparémonos para asistir a su obra maestra, a la mayor de sus grandezas. Sólo su poderosa energía, su patriotismo, la dureza de su mano, su genio organizador y su finísimo talento diplomático pueden realizar estos milagros: vivir sin recursos, aplastar a los traidores y a los débiles que no soportan las privaciones, y vencer a la primera nación del mundo.
¿Cómo recibe el ánimo de Rosas la noticia del bloqueo? Con indignación y con resolución de resistirlo. Se sobrepone serenamente a todos los peligros y acepta el duelo. Y como conoce, desde 1829, las maquinaciones de algunas cortes europeas contra las naciones americanas, sabe que este atropello de Francia es una agresión contra la independencia de América. La causa argentina es una causa americana.
Los unitarios -incomprensivos, como todos los fanáticos de una doctrina- imaginan que a Rosas le place el conflicto, y aun que él mismo lo ha provocado, para aumentar su poder, vengarse a gusto y ejercer a mansalva su barbarie ingénita. No piensan que para él esta lucha puede resultar una catástrofe. Su patria corre el riesgo de ser arruinada y perder su independencia; y si alguien la ama es él. Y él mismo puede perder su prestigio, el gobierno, sus bienes y su propia vida. Un cobarde o acomodaticio, sin fe en sí mismo ni en su pueblo, sin confianza en la justicia, cedería. Pero Rosas no cederá. El cree en la justicia humana y en la justicia de Dios.
Medidas drásticas
Apenas comenzado el bloqueo francés de 1838, Rosas encara, enérgica y rápidamente, el problema de la falta casi absoluta de recursos. Reduce el número de los empleados y disminuye los sueldos. El presupuesto de la Universidad, fijado en más de treinta y cinco mil pesos anuales, para 1838, baja a dos mil novecientos; el de la Inspección de Escuelas, de cuarenta mil cuatrocientos sesenta a dos mil trescientos. Economiza cuatrocientos mil en el de Gobierno. Suprime del presupuesto a la Casa de Expósitos y a los hospitales.
No las escuelas ni la Universidad, como mienten sus adversarios. Lo que desaparece es la gratuidad de la enseñanza. Cada alumno pagará una cuota proporcionada, hasta cubrir el presupuesto del establecimiento. El que no pague será despedido; y solo en caso de no reunirse la cantidad necesaria se cerrará la escuela. “¡Odio a la cultura!”, declamarán sus enemigos. No, sino necesidad de existir y de ser libres. Más importa la independencia que el saber. Más de un siglo y medio después, todos opinamos como Rosas. Pero los unitarios de su tiempo creen que la cultura es más necesaria que la independencia.
Empréstito Voluntario
Para la enseñanza como para otros renglones de la administración, Rosas cuenta con el dinero de los pudientes. Este procedimiento democrático de imponer a los ricos las grandes cargas, ya lo ha hecho otras veces, como al empezar la guerra con Bolivia. En los días anteriores a la declaración del bloqueo, ha logrado el mayor éxito: un nuevo empréstito voluntario. ¿Ha ordenado Rosas secretamente, por medio de sus adictos, que todos contribuyan a costear las escuelas y los hospitales? Sólo sabemos que se reúnen sumas considerables. Algunos entregan una cantidad por una vez. La mayoría se suscribe con cantidades mensuales, semestrales o anuales. En La Gaceta publícanse nombres y cifras. Y ningún hospital ni ninguna escuela deja de funcionar un solo día.
No se cierra sino el Colegio de Huérfanos. Los niños no son abandonados en la calle sino distribuidos entre familias de buena situación. El de Huérfanas se sostiene, desde el primer día, con el producto del trabajo de las alumnas y llegará a obtener saldos favorables. Años después, en mejores tiempos, Rosas le acordará una subvención mensual.
La Universidad sigue funcionando normalmente. Los profesores no cobran sueldo. Si se suprimen cátedras es por no haber quien las dicte. Cuando la situación mejora, la Universidad recibe cortas partidas. El número de los graduados en Medicina, que fue de treinta y dos el último año del primer gobierno de Rosas, se reduce a una cifra que varía entre seis y uno por año. En Jurisprudencia, en uno de los últimos años del gobierno de Rosas, se reciben doce. La disminución de los estudiantes se explica. En su mayoría, las familias distinguidas son unitarias o federales enemigas de Rosas, y sus hijos emigran jovencitos al Uruguay o al Brasil.
Los unitarios y sus diversos aliados, culpables directos de que al Gobierno le falten recursos para las más exigentes necesidades, y los falsificadores de nuestra historia, pintan a Rosas como a un enemigo de la cultura, que se aprovecha del bloqueo y de las guerras para suprimir las escuelas y la Universidad y así dominar mejor al pueblo barbarizado.
Fuente: Gálvez, Manuel - Vida de Don Juan Manuel de Rosas[Texto gentileza de Revisionismo histórico argentino]
http://criticarevisionista.blogspot.com.ar/

EL PAIS › UN ESTUDIO OFICIAL MUESTRA QUE SOLO EN EL TRES POR CIENTO DE LAS CAUSAS POR DROGAS SE INVESTIGA EL CONTRABANDO Una política minorista

Por Irina Hauser
Se supone que el narcotráfico es un tema clave, preocupante y prioritario en la agenda pública. Sin embargo, las estadísticas dicen que sólo en un tres por ciento de las causas judiciales sobre drogas investigan el contrabando propiamente dicho. Así surge de un estudio de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar) que muestra que si bien el sistema judicial ocupa la mayor parte de su trabajo y sus recursos en infracciones a la ley de estupefacientes en comparación con otros delitos, lo hace apuntando siempre a los eslabones más débiles, a los perejiles, a quienes
poseen cantidades menores para consumo personal. En la provincia de Buenos Aires llegaron a aumentar un 200 por ciento las causas por tenencia de droga para autoconsumo. Es una de las consecuencias, según interpreta el documento, de la vigencia de la ley que “desfederalizó” los casos de menor cuantía, y que concentró las pesquisas en manos de los jueces, fiscales y policías locales. Pero lo más impactante es que a la vez cayeron en picada las investigaciones más complejas destinadas a desbaratar el crimen organizado (y con él todas sus devastadoras consecuencias sociales) a pesar de que nunca estuvo en duda de que debían tramitar en la Justicia federal.

Perejiles y afines

Los números globales indican que un 38 por ciento de las causas de drogas apuntan a perseguir la tenencia para consumo personal; le sigue el comercio de drogas, con un 35 por ciento, y luego otros delitos relacionados como transporte y almacenamiento; y último de la lista está el contrabando. En algunas jurisdicciones hay más fanatismo por las investigaciones de este rubro si se compara con otros delitos: en Rosario son el 68 por ciento de las causas, el 66 por ciento en Córdoba, 64 por ciento en Mendoza y 61 por ciento en Resistencia. Excepto “la Chicago argentina”, las otras tres jurisdicciones lideran también el ranking de pesca de pequeños consumidores, junto con la Ciudad de Buenos Aires, donde este rubro abarca el 41 por ciento de las causas de drogas. De por sí en Capital está el número más alto de causas por droga en relación con la población: hay 271 cada 100 mil habitantes. Estas cifras están tomadas de registros de causas del año 2012. Pero el informe también incluye un análisis comparativo que comienza antes, en 2005.
Es común escuchar entre especialistas que la tenencia de droga para consumo personal está despenalizada de hecho, que esto viene ocurriendo hace años y más aún desde el fallo de la Corte (Arriola), de agosto de 2009, que declaró inconstitucional su castigo. Sin embargo, la policía sigue realizando detenciones por la simple tenencia (dando por hecho que existe la duda de para qué va a usar la droga), y se abre un expediente judicial que implica todo un proceso burocrático, hasta que finalmente un juez dicta el sobreseimiento invocando el fallo supremo. De este modo, el sistema dedica la mayor parte de sus esfuerzos y recursos a perseguir gente que terminará absuelta. Uno de los datos que aporta la Procunar es que la mayoría de las investigaciones las inician las fuerzas de seguridad. El número duro indica que es así en el 67 por ciento de los casos pero el propio informe aclara que la cifra real sería del 80 por ciento.
Esto significa que en la mayoría de los casos es la policía u otra fuerza la que selecciona a quien busca, atrapa y denuncia para iniciarle una causa de drogas. El sistema judicial se convierte así en una segunda etapa de selección. Para ese entonces, la persona detenida habrá sido subida a un patrullero, demorada o encarcelada y, por ende, posiblemente estigmatizada. La Procunar aún no terminó de analizar el impacto a nivel penitenciario pero es sabido que, especialmente en territorio bonaerense, ha habido un incremento ostensible de la población carcelaria vinculada a este fenómeno. Es común que se den excarcelaciones para mostrar resultados. En el caso de las mujeres, por ejemplo, desde la Asociación Intercambios han estimado un 80 por ciento de aumento.
Hay lugares donde, más allá de la tendencia, hay más investigaciones por comercio que por tenencia para consumo. En Corrientes, por ejemplo, son el 85 por ciento de las causas del rubro. Los expertos lo atribuyen, en este caso, a una mayor presencia de fuerzas de seguridad, como la Gendarmería, dedicada al tema. En Mar del Plata, son el 68 por ciento de las causas; en San Martín, una zona de concentración narcocriminal, 64 por ciento; en Bahía Blanca son el 61 por ciento de las causas.
Las dos jurisdicciones donde más se persigue el contrabando de estupefacientes son Posadas, cercana a una frontera caliente, con un ocho por ciento de causas penales focalizadas en este delito, y la Ciudad de Buenos Aires, con el 14 por ciento. Llama la atención en ciertas ciudades la escasa cantidad de causas por contrabando: en Bahía Blanca, que tiene puerto (lo que la hace un punto vulnerable) no tiene ninguna causa por contrabando de drogas; en Rosario hay dos y en San Martín hay cuatro.
En números totales, la Ciudad de Buenos Aires, que a su vez es una de las ciudades con mayor densidad de población, concentra la mayor cantidad de causas de droga en general de todo el país (23.473) según los datos de 2012. Le siguen otras ciudades fuertes: Mendoza (3203 causas), Córdoba (2860 causas) y Rosario (2283).

Políticas fallidas

Hubiera sido casi impensable un operativo como el de la semana pasada en Rosario, donde se instaló un cuerpo de fuerzas federales (Gendarmería, Prefectura y Policía Federal) en zonas copadas por grupos narcos, si rigiera allí la desfederalización de las investigaciones, como ocurre en territorio bonaerense, en Córdoba y desde enero último en Salta. Por ley, en esos lugares, en los casos de drogas de menor cuantía, las investigaciones están en manos exclusivamente de la policía y la justicia locales.
La primera iniciativa para desfederalizar la Ley de Estupefacientes fue fruto de un proyecto del ex gobernador bonaerense Felipe Solá, aprobado en diciembre de 2005 y vigente en la actualidad. Fue presentado como una gran oportunidad para que la Justicia provincial investigara a quienes venden, por ejemplo, marihuana o bochitas de cocaína en escuelas, barrios, clubes y boliches y que la Justicia federal se dedicara a la narcocriminalidad. Pero no fue así.
Según la Procunar, ya en los debates parlamentarios se vislumbraba el fracaso. No sólo porque se apuntarían los cañones a los más débiles, sino porque se avecinaban dudas o disputas por la competencia para investigar. Cuando se comercializan estupefacientes en dosis fraccionadas para llevar al consumidor, se abre un “abanico de zonas grises”. ¿A quién se ataca allí? ¿A la organización, a los dealers, a los consumidores? La ley, además, no prevé mecanismos de interacción entre la Justicia provincial y la federal nacional. Si hubiera para investigar algo más grande detrás de un kiosquito de drogas tal vez la Justicia federal ni se entera. Y en este contexto, evalúan en la Procunar, se da un enorme poder a las policías provinciales para decidir hasta cuestiones de competencia.
La desfederalización causó que en la provincia de Buenos Aires entre 2005 y 2008 se redujeran abruptamente los expedientes penales por violación a la Ley de Estupefacientes que entraban a la Justicia federal allí afincada. Eran 10.044 las causas iniciadas justo antes de la aprobación de esa reforma, y quedaron 631 tres años después. Este resultado era esperable. En 2005, la Justicia federal bonaerense concentraba el 40 por ciento de todas las causas de drogas, mientras que la ciudad de Buenos Aires, el 35 por ciento, y el resto del país, 25 por ciento. Para 2008, la relación era: tres por ciento en la provincia, 49 por ciento, Capital Federal, 48 por ciento, el resto.
Lo que sorprendería después fue que aquella “merma implicaría que más del 30 por ciento de las causas iniciadas por estupefacientes en todo el país saliera de la Justicia federal”, según la Procunar. Es decir que el fenómeno bonaerense repercutía por todos lados.
Pero incluso dentro de la provincia de Buenos Aires lo que sucedió en el ámbito de la Justicia federal fue que no sólo disminuyeron las causas motivadas por delitos desfederalizados, sino todos los demás vinculados a grandes o aceitados grupos criminales, lo que incluye delitos en los que jamás estuvo en discusión que la competencia no era provincial sino nacional.
Las cifras del período 2005-2008 sobre la investigación de delitos federales son elocuentes:
- La tenencia con fines de comercialización tuvo una merma del 88 por ciento (de 2315 se pasó a 270).
- El comercio simple cayó un 89 por ciento (de 1181 a 126 causas).
- El comercio agravado por la intervención de tres o más personas descendió de 25 causas a siete.
- El almacenamiento simple, de 23 causas a cuatro.
- La organización y financiamiento de tráfico pasó de 23 causas a cinco.
- Y el transporte agravado (por intervención de algún funcionario) bajó de una causa a ninguna.
La Procunar advierte que el gran problema que estas cifras revelan es que “la posibilidad de acceder al conocimiento de ilícitos más complejos se ha reducido significativamente”.
¿Qué ocurrió con los delitos de drogas que quedaron a cargo de la Justicia provincial? Acorde con la tendencia, todo se focalizó en los consumidores y hubo un crecimiento exponencial de las cifras. Mientras en el resto del país las causas para tenencia para consumo personal aumentaron un 61 por ciento entre 2005 y 2008, en el ámbito de las fiscalías federales de la provincia de Buenos Aires saltarían de ser 2500 a 7484: el incremento fue casi de 200 por ciento. El informe agrega que se observa que algunos hechos que en el ámbito federal son tomados como figuras penales menores en la provincia se computan como tenencia con fines de comercialización.
La Procunar ha intentado desalentar la desfederalización en provincias que intentan aplicarla y entregará su informe a diputados y senadores para que aprecien que, según estas estadísticas que ellos manejan en base simplemente a los registros de causas penales, dejan en claro que las investigaciones judiciales, muchas de ellas manejadas directamente por los jueces, no están apuntando al narcotráfico, por el que la Corte Suprema y la Iglesia han manifestado enorme preocupación.
En este contexto, tampoco ha disminuido el consumo de drogas (ver aparte). La procuraduría afirma que “la reducción del conjunto de problemáticas asociadas a los estupefacientes a definiciones sectorizadas, ancladas en una visión anacrónica de la seguridad, desarticuladas del resto de las agencias estatales y de la sociedad civil, han derivado en propuestas que han fracasado sistemáticamente en el intento de reducir el consumo; a la vez –como en el caso de la ley de desfederalización– han promovido un entramado institucional complejo que a nuestro entender impide construir una política criminal uniforme sobre la materia”.
La distribución geográfica de las causas federales.

EL PAIS › OPINION Okupas del lenguaje

Por Sandra Russo
Imagen: DyN.
A Hugo Moyano lo acompañaban, sentados a su diestra y su siniestra –que no es sólo un modo de decir a su derecha y a su izquierda, sino también una primera pista de que en el lenguaje “común y corriente” late pimpante una ideología– Luis Barrionuevo y Pablo Micheli. Era la conferencia de prensa posterior al paro general del 10 de abril. El líder camionero, ante una pregunta sobre la peculiaridad –por decirlo así– del espectro político que había aglutinado, hizo una especie de chiste sobre “qué es la izquierda, qué es la derecha”, encogido de hombros, como si de verdad no fueran nada, como un Fukuyama con quince años de atraso. Hay algo que uno ha aprendido con el tiempo, pero se puede aprender de otras maneras: cuando se niega la existencia de la izquierda y la derecha, la batuta la tiene la derecha.
Empezaban los ’90 cuando desde Washington y con apellido japonés, llegaban noticias sobre el fin de las ideologías. Era el preámbulo del desembarco masivo de tecnócratas, CEOS y consultores puestos a reemplazar a la política, de la mano de un tipo de dirigentes fabricados como yogures con lactobacilos, que se presentaban como “modernos”. Lo antiguo era ser de izquierda o de derecha, “sobreideologizarse”, que era como se le decía a lo ideológico. Todo era un enorme centro corrido de lugar, en eso consistía el Pensamiento Unico: en la materialidad de la falta de partidos políticos dispuestos a alguna heterodoxia.
Se ha dicho –lo afirma el académico brasileño Denis de Moraes– que el
neoliberalismo fue derrotado políticamente en buena parte de la región hace una década, pero que en lo cultural nunca retrocedió, sino que apenas debió hacerles lugar a otros discursos a los que, no obstante, desde entonces intenta arrinconar nuevamente en la impugnación o la supresión. Los conglomerados de medios son en la actualidad el soporte de los grandes bastiones de la cultura neoliberal. Desde ese foco discursivo neurálgico, hasta apenas unas semanas, se insinuaba a través de columnistas y dirigentes del peronismo opositor, que “la gente” ya estaba canchera y bien dispuesta para que le recortaran el salario. Burdos, puros ’90. Pero como olas contrapuestas que terminan salpicando a los costados, la principal consigna del paro general fue “No al ajuste”. Como si los dirigentes que habían ensayado la hipótesis de que “la gente” ya está lista para otro noventazo, respaldaran alguna candidatura en sus antípodas. Pero no, respaldan la misma candidatura tras la que se alinea el principal sector sindical que convocó a ese paro. Quizá sea, ésa, una señal de que incluso en la batalla cultural el neoliberalismo ha debido retroceder unos casilleros. Quizá sea, ésa, una grieta argumentativa en la que se puede observar una percepción colectiva que probablemente derive de una memoria histórica reciente, en relación con los únicos planes que tiene para este país parte de una oposición que presenta credenciales en Washington y se perfila como el Mariano Rajoy que hace dos años lanzó su memorable “haré cualquier cosa que sea necesaria, aunque no me guste y aunque haya dicho que no la iba a hacer”.
Pasando en limpio: la última vuelta de rosca del discurso político mediático dominante es un “No al ajuste” moyanista o un Marcelo Bonelli acusando al ministro de Economía de “ortodoxo”. Al mismo tiempo que se insinúa el borramiento de la izquierda y la derecha, el giro en sí mismo es un falso corrimiento de la derecha hacia la izquierda: ahora son ellos los luchadores contra el neoliberalismo, que es lo ellos mismos representan. Es todo un poco alienante.
En la España que le daba salida al socialismo porque de socialismo ya no tenía nada, hace un par de años, tres investigadores de la Universidad Complutense y de la Universidad Rey Juan Carlos –Gonzalo Abril, María José Sánchez Leyva y Rafael Tranche– publicaron en el diario El País un artículo titulado “La ocupación del lenguaje”, en la que describían cómo la derecha se encaminaba a la hegemonía cultural de la que aquí supimos una década antes. En él describen y explican cómo la derecha usurpa palabras y consignas que provienen de las luchas en su contra, y cómo generan una ocupación del lenguaje.
Los investigadores señalan algunas de esas estrategias de ocupación simbólica que tenían lugar en la España que en 2012 se acomodaba para recibir de lleno la crisis neoliberal que hoy la ahoga. Aquí las conocemos. Llegaron hace mucho más tiempo que a España y todavía se observan.
La creación y propaganda de conceptos. Aparecen nuevas nociones que trazan nuevos mapas de la vida pública y sus conflictos. Un derecho se vuelve “privilegio”. “Libertad” se une semánticamente a “seguridad”. “Invertir en seguridad es garantizar tu libertad”, era el slogan de la Bescam en Madrid. Se enmascaran las políticas de ajuste con eufemismos como el de llamar “Plan de Garantía de los Servicios Sociales Básicos” a un programa de recorte de servicios. Se imponen las muletillas, que reemplazan a las argumentaciones, bajo la lógica de que “la gente” se aburre “del cotorrerío” y quiere “sentido común”. A propósito, es un hallazgo de ese estudio advertir que en una democracia nadie puede adjudicarse la portación del “sentido común”, si por “común” no se entiende “ordinario”, sino “compartido”, o “colectivo”.
La usurpación de la terminología del oponente. Los investigadores afirman que “nadie es dueño del lenguaje, pero las expresiones se adscriben legítimamente a tradiciones, relatos o identidades políticas determinadas”. La derecha usurpa la terminología de la izquierda, la contrarresta a su favor y la capitaliza con su poder de comunicación hegemónica. “Cambio” es una palabra que ningún dirigente de derecha se priva de usar.
La estigmatización de algunos colectivos. Médicos, docentes, empleados públicos, estudiantes, desocupados: la ocupación del lenguaje torna los antiguos derechos del Estado de Bienestar en “privilegios” por culpa de los cuales “otros” se ven perjudicados. Los despidos masivos son precedidos por la estigmatización de los trabajadores públicos. “Desprestigiándolos se puede activar un malestar social basado en el rencor, la envidia y el miedo, y socavar la reputación de lo público para justificar su liquidación.” Citan a un empresario farmacéutico español, Grifols, que hace dos años propuso crear centros de plasma para que los desocupados pudieran donar sangre a cambio de 60 euros por semana. Como se recordará, en los ’90 hubo una larga lista de casos de desocupados que intentaban vender sus órganos en un clímax de desesperación.
Un método de argumentación basado en la simpleza y la comprensión inmediata. Las frases cortas funcionan como esquemas mentales y permiten su uso en la vida cotidiana, ya apropiadas por parte del consumidor de discurso. Casualmente, los investigadores citan a la presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez Camacho, que en 2012, defendiendo políticas de recortes, había dicho “No es una cuestión de izquierdas o derechas, sino de sentido común”. En ese caso, como en los casos que nos ocupan en esta latitud por estos días, la cuestión sigue siendo de izquierda o de derecha, aunque atravesemos esta curiosa performance discursiva en la que el zorro se pone la caperuza y grita “cuidado con el zorro”.