lunes, 14 de abril de 2014

En casa, con Juan Gelman

Toda antología es una puerta de entrada a una casa que tiene otras puertas que nos conducen a otras puertas de entrada y de salida. Son los mundos que en definitiva es el mundo. En estos días vienen al caso dos de esas puertas de entrada al mundo: Los nuevos. Selección de cuentistas, y El pan duro. Dos libros en los que descubrí a varios de los poetas que me acompañan, con más o menos frecuencia de lecturas, hasta el día de hoy.

Por José María Pallaoro*

Un adolescente, y su encuentro con la poesía del más grande poeta argentino de la segunda mitad del s. XX.

Nadie recuerda esa librería. De todos mis amigos, aquellos para quienes la lectura es parte fundamental de sus vidas y rondan un poco para arriba, un poco para abajo mi edad, nadie recuerda la librería de 42 entre 1 y 2 de La Plata. Cursaba los últimos años del secundario y cada tanto, cuando las monedas ahorradas al colectivo o al tren pesaban en el bolsillo, visitaba esa librería en un intento de encontrar, de descubrir tesoros. Y siempre ocurría. En estos días vienen al caso dos encuentros fundamentales. Uno, Los nuevos. Selección de cuentistas y poetas, Centro Editor de América Latina, 1968. Otro, El pan duro, Grupo de poesía, Ediciones la Rosa Blindada, 1963. En estos dos libros descubrí a varios de los poetas que me acompañan, con más o menos frecuencia de lecturas, hasta el día de hoy: Raúl Gustavo Aguirre, Edgar Bayley, Francisco Urondo, Juana Bignozzi, Hugo Gola, Alberto Szpunberg, Mario Trejo, Alejandra Pizarnik. Y por supuesto, Juan Gelman. Toda antología es una puerta de entrada a una casa que tiene otras puertas que nos conducen a otras puertas de entrada y de salida. Son los mundos que en definitiva es el mundo.

Mi padre, en su juventud había sido ebanista, construyó con madera de itín, allá por 1963, una pequeña biblioteca o repisa de tres estantes que se convirtió, una década después, en mi biblioteca. La repisa, creo que es correcto el término ya que en su tercera y segunda tabla sumando desde abajo no entraba un libro parado y tenía que acostarlos. A los quince años me sentí orgulloso de la tabla y media de libros míos, que había leído o que estaba por leer y donde yo era el hacedor de esos mundos por descubrir. Hoy, en mi taller, donde trabajo luego de volver del trabajo, esa repisa está cubierta con más de un centenar de libros, muy cerca del pequeño escritorio y de la computadora portátil, a un par de metros de la pared amurallada de libros, revistas y diarios. Comienzo a revisar esas antologías y algunos libros individuales de Gelman.

En Los nuevos. Selección de cuentistas y poetas, encontramos seis poemas de Gelman. Los primeros cinco extraídos de los libros Violín y otras cuestiones (“Un viejo asunto”), El juego en que andamos (“Límites”), Gotán (“El árbol” y “Camilo Cienfuegos”). El último de los poemas es “Foto”, incluido en la revista Zona de la poesía americana (editada por, entre otros, los poetas Edgar Bayley, César Fernández Moreno, Francisco Urondo y Alberto Vanasco), Buenos Aires, año, II, número 4, noviembre de 1964. El interés por este poema es que no fue recogido en libro individual ni en la obra poética de Gelman, por lo menos en las ediciones que poseo. Transcribo el poema:


FOTO

puse tu fotografía tu rostro en sombras sobre mi mesa
estás despeinada y dulce estás lejos
estás en ese agosto pensando en quién en qué sonriendo apenas
te describo para tenerte
como hace miles de años los hombres a los animales que querían cazar
pero nunca te sacaré de ese agosto junto al agua
o casas semiborradas al fondo o como objetos misteriosos
alrededor de tu pelo donde el sol se empecina sobre ti
como si fuera mi mano


Sabemos que el poema se publicó en la revista Zona…, que es anterior a noviembre de 1964, que no está en ninguno de los libros publicados por Gelman hasta ese momento. También sabemos que Gelman solía repetir títulos de los poemas. En Velorio del solo (1961), capítulo (o sección) Casos, encontramos un poema titulado “Foto” y otro con titulo similar: “Fotografías”. Transcribo los dos poemas, extraídos de ediciones Caldén, Buenos Aires, 1970, que incluye cuatro libros de Gelman: Violín y otras cuestiones, El juego en que andamos, Velorio del solo y Gotán.


FOTO

En la fotografía que tus ojos vuelven dulce
hay tu rostro de perfil, tu boca, tus cabellos,
pero cuando vibrábamos de amor
bajo el oleaje de la noche y el clamor de la ciudad
tu rostro es una tierra siempre desconocida
y está fotografía el olvido, otra cosa.


FOTOGRAFÍAS

Mirando en viejas fotos mi rostro en que no estás,
la mejilla en que estás como dolor, olvido,
pienso qué harán en China ahora
con tanta tristeza como se me caía,
o crecerá como otro otoño humano
lleno de oros, de dulzura,
con un fuego en el medio como tu nombre, o sea
crepitarás entre los lotos de Hangchaw bajo setiembre
como cuando encontré la justicia en el mundo
y era como tu rostro,
mejor dicho: te amo


Estos dos poemas no tienen diferencia con reediciones posteriores. Tomo por caso dos: Obra poética (Corregidor, 1984) y Velorio del solo (que incluye El juego en que andamos y Gotán, Página/12 – Seix Barral, 2011). Dejamos para otra oportunidad el comentario o análisis de estos tres poemas, más que interesantes, no solo por sus similitudes, sino porque éstas están dadas a partir que el poeta, para nosotros, está observando la misma fotografía.

La antología de El pan duro, editada según pie de imprenta en octubre de 1963, reúne a nueve poetas: Juana Bignozzi, Hugo Ditirambo, Juan Gelman, Luis Alberto Navalesi, Guillermo Harispe, Rosario A. Mase, Héctor Negro, Julio César Silvain y Alberto Wainer. Salvo los cuatro primeros, los demás, hasta ese momento, seguían formando parte del grupo El pan duro. Entre 1956 y 1963 publicaron diez libros. El primero de ellos, Violín y otras cuestiones. Hasta el momento de la antología El pan duro, Gelman (fundador del grupo del que formó parte hasta 1959) publicó tres libros más: El juego en que andamos, 1959; Velorio del solo, 1961 y Gotán, 1963, y se encontraba preso, junto a José Luis Mangieri y 

Navalesi, por los resabios del plan CONINTES (Conmoción Interna del Estado), durante la dictadura del abogado José María Guido (que tuvo en su equipo económico a personajes nefastos que se repiten de manera hereditaria en nuestra historia como Federico Pinedo y José Alfredo Martínez de Hoz). El libro está dedicado a Gelman, Mangieri, Navalesi, y además a José Pastafiglia y Lázaro Kanonich.

En la antología hay diez poemas de Gelman, ocho de ellos formarían parte de Cólera buey, cuya primera edición argentina es de 1971, y si no me equivoco, hay publicada una antología de este libro en Cuba en 1965, con prólogo de Mario Trejo; los dos restantes no fueron, hasta donde sé, recopilados posteriormente en libro. Lo curioso de estos dos poemas, “Sí” y “Sucede”, es que en Cólera buey aparecen dos textos con el mismo título (ya dijimos que Gelman suele repetir títulos de poemas). Transcribo los poemas de la antología de El pan duro:




los pequeños anísculos legislan
dictan el código de la poesía
disponen cuidadosos sus artículos
y los metros y los tonos convenientes

a ustedes grandes asnos
les está prohibido conocer
los pájaros los vientos las señales
los otros vivos de los ritmos futuros

llévenlos a la mar y corténles el cuello
por no ver tanta mar en esa mar
aterran los abismos
de las cajitas de los grandes asnos

adminículos calvos musicardos
colísimos asnísimos en sí
perfectamente nada en sus balcones
tejen sus telas discursivas
sin presentir sin advertir

las esmeraldas de la luz que estallan en sus babas

a veces me dan pena
estos (y otros) clientes del pasado
sus muertes les permiten
hablar con gran autoridad


SUCEDE

la desconocida que se arrojó a la calle desde el séptimo piso
me amaba hacía mucho y además
amaba cuatro flores
y un antiguo sombrero de verano

la desconocida dialogaba con ciertos edificios solamente
la habían visto mover su gran mujer como un escándalo una fiesta
algo caía de sus huesos como las hojas en otoño
su nostalgia de mí seguramente

lo supe al verla descansando por fin sobre el asfalto
con una cara tan igual a la mía cuando hablo del país
ninguna flor podrá crecerle nunca
y lo que hubo fue un gran lío de tránsito
uno que dijo se hizo moco
y la columna de aire que tiembla en esa esquina
y seguirá temblando los siglos de los siglos
como cuando la desconocida iba bajando
con un sombrero y cuatro flores
en representación de tanto olvido 


Colera buey se inicia con una breve introducción de Gelman (que no encontramos en la Obra poética ya citada). Dice gelman: “Este volumen reúne un poema al comandante Guevara y los restos de nueve libros inéditos escritos en un momento muy particular de mi vida.” Ese momento particular va desde 1962 hasta 1968. Y la selección de poemas de esos nueve libros los ha convertido en este “volumen” en secciones. El poema dedicado a Ernesto Guevara, el Che, corresponde a la sección 8, según orden del índice, y se llama Pensamientos, escrito en octubre de 1967. La selección de textos de los nueve libros (ahora secciones), son: El amante mundial (1962), Cólera buey (1963), Partes (1963), Rostros (1963), Otros mayos (1963), Perros célebres vientos (1963), Sefiní (1964-1965), Traducciones I. Los poemas de John Wendell. Los poemas de Dom Pero (1965-1968) y Traducciones II. Los poemas de Yamanokuchi Ando (1968).

Gelman ha dicho en diferentes oportunidades que es de escribir mucho y corregir poco, más que nada tachar, y que los poemas que no lo convencen van a parar, por lo general, al cesto de papeles. Creo recordar haber leído que entre el período que va desde El amante mundial hasta Sefiní, es decir, 1962-1965, escribió más de dos mil poemas (Gelman debió exilarse en 1975; en 1976 la dictadura militar allana la casa de Gelman y robó muchísimos poemas de este período). Apenas cerca de cien de esos dos mil poemas son los que se recopilan en el libro. Vayamos ahora a los poemas “Sí” y “Sucede”, los que aparecen como definitivos en Cólera buey. “Sí” se encuentra en la sección 2, la que da nombre al volumen. Y dice así:




celebrando su máquina
el emperrado corazón amora
como si no le dieran de través
de atrás alante de su porfía

alante de ala de volar
que no otra cosa intenta
molestándole piedras
como especie de pies pies

que piesan en vez de alar o cómo
sería el mundo el buey lo que se hija
si no nos devoráramos
si amorásemos mucho

si fuéramos o fuésemos
como rostros humanos
empezando de a dos
completos en el resto


Este es un poema más que interesante por diversos motivos. De la línea 2 y de la línea 4 de la primera estrofa surgen los títulos de dos libros muy posteriores de Gelman: El emperrado corazón amora (2011) y de atrásalante en su porfía (2009). Además, en el “Sí” de El pan duro, es evidente la mirada crítica de Juan Gelman hacia el partido del que formaba parte hasta ese momento y del cual se separó en 1964. El Partido Comunista Argentino bajaba línea sobre cómo se tenía que escribir poemas, hacer literatura; desde el buró político abogaban por una poesía completamente comprometida con lo social y político. Gelman no estuvo de acuerdo, y más allá de las discusiones internas que mantuvo con el partido, y de no haber dejado nunca de ser un poeta comprometido, les respondió bellamente:


“los pequeños anísculos legislan
dictan el código de la poesía
disponen cuidadosos sus artículos
y los metros y los tonos convenientes

a ustedes grandes asnos
les está prohibido conocer
los pájaros los vientos las señales
los otros vivos de los ritmos futuros”


En “Sucede” ocurre algo parecido. Ya leímos el texto de El pan duro, ahora nos toca el de Cólera buey, incluido en el capítulo 3, Partes:


SUCEDE

asaetado el delirante
contento de prez
alza la cola el vuelo su caballo
repite su color

¡ah gran caballero delitento
toda colez para al alzor!
¡qué amor para estos días!
¡qué repeteado su vuelísimo!

¡acaballáramos el tiempo y es lo mismo!
¡piafáramos paciencia
como pacallos que mismáramos
todos los animales de la sed!


En lo que respecta a los otros ocho poemas que aparecen en la antología El pan duro y que se incorporan a la edición definitiva de Cólera buey, podemos marcar algunos datos por lo menos curiosos. El poema “Ars poética” pasa a llamarse “Pars poética” formando parte del capítulo Partes. Del capítulo 5, Otros mayos, aparecen tres poemas, uno de los cuales pasa de titularse “Esta carta” a denominarse simplemente “Carta”. Hay cuatro poemas más que se incluyen en Cólera buey: “Épocas”, “Los amigos”, “Constancias” y “Gotán” (entre comillas en el original). El poema “Gotán” de El pan duro fue corregido posteriormente por Gelman. La versión de la antología es así:


“GOTÁN”

yo no escribí ese libro, en todo caso
me golpeaban me sufrían muchísimo
me sacaban palabras como sangre
yo no escribí ese libro, entiéndalo

así, estará mejor o muy peor
visto no más que la poesía
gira en sus propios brazos, nada
teniendo al fin que ver con ella

a ver testículos los míos vuelen
pero a ver sí se dejan de doler
hay que dejarme solo furia
bajo mis capas de tabaco

hay que dormirme el corazón
el dulce no da más
bestias de amor que me lo comen
yo nunca escribí libros


Gelman ha expresado que él escribe poemas, por eso ese “yo nunca escribí libros” cobra un significado especial. Si Gelman escribió libros o solo poemas que luego formaron parte de libros es un tema que supera este trabajo, aunque sería interesante intentar analizarlo en algún momento. Veamos ahora el poema “Gotán” como aparece en el capítulo 2, Cólera buey, que también da nombre al volumen.


“GOTÁN”

yo no escribí ese libro en todo caso
me golpeaban me sufríanme
sacaban palabras
yo no escribí ese libro entiéndanlo

así, estará mejor o muy peor
visto nomás que la poesía
gira en sus propios brazos nada
teniendo al fin que ver con ella

a ver testículos los míos vuelen
pero a ver sí se dejan de doler
hay que dejarme solo furia
bajo mis capas de tabaco

hay que dormirme el corazón
el dulce no da más
bestias de amor que me lo comen
yo nunca escribí libros


Posiblemente, el poema publicado en la antología del grupo de poesía El Pan duro, haya surgido de una versión no corregida por Gelman, leída y entregada a alguno de sus compañeros de militancia, y se haya editado sin el consentimiento de Gelman. Pero esto no podemos saberlo. Los cambios entre un poema y otro están dados, más que nada, en tachar lo que está de más, lo que es innecesario, y algún otro cambio formal que da una mejor respiración al texto.

De 1962 es el libro Gotán, que incluye un poema del mismo nombre (en este caso sin comillas), y que reproducimos por ser uno de los poemas más populares de Gelman:


GOTÁN

Esa mujer se parecía a la palabra nunca,
desde la nuca le subía un encanto particular,
una especie de olvido donde guardar los ojos,
esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo.

Atención atención yo gritaba atención
pero ella invadía como el amor, como la noche,
las últimas señales que hice para el otoño
se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos.

Dentro de mí estallaron ruidos secos,
caían a pedazos la furia, la tristeza,
la señora llovía dulcemente
sobre mis huesos parados en la soledad.

Cuando se fue yo tiritaba como un condenado,
con un cuchillo brusco me maté
voy a pasar toda la muerte tendido con su nombre,
él moverá mi boca por la última vez.


Para finalizar, en la librería de 42 entre 1 y 2 conocí a un empleado (ahora lamento haber olvidado su nombre), unos diez años más grande que yo que rondaba los 20; no era de extrañar que este flaco notara mi asidua concurrencia a la librería y el tipo de material que elegía, por eso es que fue guardando libros que acovachada en rincones inverosímiles (en realidad yo hacía lo mismo, porque no siempre tenía el dinero para la compra). Eran tiempos de la dictadura cívico-militar. Un día dejó de trabajar. Aunque no mucho después y aún en dictadura, esperando el colectivo en Centenario y Cantilo de City Bell, se detiene un auto, y reconozco al muchacho del volante, el flaco de la librería. Por supuesto, subo y me lleva hasta La Plata. Puso un casete de Silvio Rodríguez. Digo el nombre del trovador cubano, y el flaco me responde “Yo sabía que con vos no me había equivocado”. Ahí me cuenta que era guitarrista, que había tocado con César Isella y también con ¡Silvio Rodríguez! Le paso mi teléfono, llama un par de veces, aunque nunca más nos volvimos a ver. Aun espero encontrarlo para decirle lo mucho que le agradezco todos esos libros que guardó para mí.

City Bell, 16 de enero de 2014.

*Poeta

Fuente: La Tecl@ Eñe Revista Digital de Cultura y Política
http://lateclaene6.wix.com/revistalateclaene#!jos-mara-pallaoro/c14lk

ROBERT BURT, LA RELACION OPRESOR-OPRIMIDO Y UN NUEVO ORDEN SOCIAL El lugar de las minorías

Es profesor en la Facultad de Derecho de Yale. Su trabajo académico parte de esa disciplina y se combina con la historia, la sociología, el psicoanálisis y la medicina para indagar cómo las normas impactan en la sociedad. Dice que los momentos en los que ciertos grupos logran emanciparse son sólo intervalos de una estigmatización que no cesa. Negros, mujeres, gays e hispanos en la sociedad estadounidense.

Por Patricio Porta

A lo largo de la historia existen momentos en los que ciertos grupos estigmatizados logran emanciparse o sortear la subordinación. Sin embargo, estos momentos son intervalos entre episodios recurrentes de nuevas degradaciones. Este es el tema principal de “Orden social y mentes desordenadas”, el trabajo que el profesor estadounidense de la Escuela de Derecho de Yale Robert Burt presentó recientemente en Buenos Aires, invitado por la Universidad de Palermo. Su apuesta es quebrar la relación opresor-oprimido para crear un nuevo orden social y que los momentos de emancipación se conviertan en la norma.

En diálogo con Página/12, Burt explicó que desde la guerra revolucionaria –que liberó a Estados Unidos del dominio de Gran Bretaña– hasta la actualidad, los afroamericanos, las mujeres y los gays fueron los que lograron el reconocimiento legal de sus derechos y convulsionar parcialmente el orden jerárquico establecido. Si bien el sistema judicial contribuyó a cambiar parcialmente el estatus de estas minorías –y la percepción social mayoritaria hacia ellas–, sostuvo que la verdadera transformación se producirá cuando los opresores comprendan que también son víctimas de la opresión que promueven.

–¿Qué cambios se produjeron en los últimos 50 años para que Estados Unidos tenga hoy un presidente negro?

–El momento clave es la decisión de la Corte Suprema de Justicia en el caso Brown contra el Consejo de Educación en 1954, que declaraba inconstitucional la segregación racial en las escuelas del país. Esto tuvo un impacto profundo, particularmente en los estados del sur, y rompió las barreras que habían sido impuestas entre negros y blancos. La gente del norte no entendía cómo los blancos del sur podían sostener esta situación. La educación estaba segregada y la humillación hacia los negros era constante. Pero esto cambió en los ‘60. Primero con la Ley de Derechos Civiles de 1964, que terminó con la discriminación en lugares públicos y que cortaba la asistencia federal a los colegios que mantenían la segregación. La Corte obligó al Congreso a hacer esto porque había una empatía con el reclamo del movimiento negro. Los senadores de los estados sureños, sobre todo, practicaban el filibusterismo para extender el debate y evitar la votación. Todas las votaciones se perdían porque sumaban a todos los senadores de los antiguos estados confederados. Pero de pronto, por primera vez, el filibusterismo fue derrotado en la Ley de Derechos Civiles. Un año más tarde, en 1965, se aprobó el derecho a voto. Esta lucha explica el camino de Obama a la presidencia.

–Sin la lucha por los derechos civiles, Obama nunca podría haber llegado a la Casa Blanca.

–Los negros tenían miedo. Era un miedo genuino. Era la época del Ku-Klux- Klan, que quemaban cruces y atacaban a los negros cuando desobedecían mínimamente el orden establecido. Un hombre negro podía ser asesinado por el solo hecho de mirar a una mujer blanca. El sur de Estados Unidos era un lugar horrible para vivir, aunque parecía tranquilo. En 1955, cuando Rosa Parks se niega a ir a la parte de atrás del colectivo, se produce la irrupción del movimiento por los derechos civiles. No sólo estaba la Corte para impulsar esos cambios, sino el movimiento negro que hacía oír su voz en las calles. Martin Luther King era partidario de una lucha no violenta, pero otros dentro del movimiento decían que esa estrategia no funcionaba y eso asustó a mucha gente. Pese a todo, la sociedad se iba abriendo. Las universidades, como Yale, Harvard y Princeton, reservaron vacantes para estudiantes negros. Antes, un negro no podía estudiar Derecho en Texas y tenía que mudarse a Oklahoma, donde los cursos estaban divididos entre blancos y negros. Y eso explica el porqué de Obama. Es un hombre muy inteligente que fue un estudiante destacado. Pero antes de 1954 nadie se hubiera fijado en alguien como él. Por su propia biografía, al ser hijo de un matrimonio mixto, tiene un manejo extraordinario de las relaciones entre negros y blancos y pudo despejar el temor de los blancos al Black Power.

–Del movimiento por los derechos civiles a la campaña por el matrimonio igualitario se observa la lucha y el empoderamiento de las minorías. ¿Qué papel juegan éstas en la sociedad norteamericana?

–La Corte ha jugado un papel facilitador para atender estas demandas y la presión de estos grupos. Hasta 1954, la Corte no estaba interesada en suprimir el orden establecido. Alguien me preguntó por qué se produjo ese cambio. La respuesta es que no tengo idea, pero es maravilloso. Felix Frankfurter, que era defensor del orden opresor, era el único miembro de la Corte que no estaba de acuerdo con este giro. El consideraba que el patriotismo y el respeto a la autoridad eran extremadamente importantes y que no había diferencia entre cristianos y judíos, blancos y negros, hombres y mujeres. Lo cual no tiene sentido. En 1943, la Corte argumentó que era inconstitucional obligar a los estudiantes a saludar a la bandera y jurar lealtad al país porque iba en contra de la Primera Enmienda, que consagra la libertad de culto y de expresión. Este es un cambio fundamental. Esta decisión fue tomada en medio de la Segunda Guerra Mundial y en plena ola de patriotismo. A partir de ese momento, la Corte comenzó a escuchar los reclamos de las minorías.

–¿Cómo se resuelve entonces el conflicto de intereses en una sociedad diversa?

–Ese problema no está resuelto. Sigue habiendo hostilidad hacia los negros. Pero ahora es hacia los negros que son pobres. Jesse Jackson se había presentado en las primarias en los ’80 pero nadie parecía prestarle atención. En cambio, cuando Obama apareció en escena, casi veinte años después de Jackson, lo tomaron en serio. Uno de los mayores retos cuando buscaba la nominación por el Partido Demócrata en las internas era el caucus de Iowa, un estado en donde casi no hay negros. Recuerdo que un alumno afroamericano me contó que su padre, un distinguido profesor universitario, le decía que Estados Unidos era un país profunda e incurablemente racista. Pero Eric, el alumno en cuestión, estaba en desacuerdo. Al día siguiente de las primarias en Iowa, Eric recibió un llamado de su padre: “Iowa es un estado asombroso. Un estado blanco votando a un hombre negro para presidente. Estaba equivocado, tenías razón. Aún hay racismo en nuestra sociedad y lo sabés. Pero hay esperanza de que haya una cura. No reconozco este país, es muy distinto al que conocí. Así que vos vivís en un país distinto, sos un afortunado”. Hay muchos problemas sin resolver. No es una sociedad abierta a los negros, a los convictos. No estamos en el paraíso. Pero es un país mucho mejor que décadas atrás, casi irreconocible.

–En su trabajo “Orden social y mentes desordenadas” usted afirma que hay momentos emancipatorios en los que algunos grupos consiguen liberarse de la estigmatización, pero que éstos no son definitivos. ¿Por qué?

–En la historia estadounidense hay tres momentos en que el orden establecido explotó. La guerra revolucionaria destruyó el control de la época colonial. La consecuencia no fue un nuevo orden, sino que la sociedad vivía sin un orden determinado, porque todo había estallado y nada estaba en su lugar. Había mucha incertidumbre, tanto para los grupos mayoritarios como para los oprimidos. La legislación esclavista del antiguo orden era extremadamente opresora. De pronto, los esclavistas se dieron cuenta de que tenían algo en común con sus esclavos. No era consistente la opresión, aunque distinta, que habían experimentado antes de la revolución. Hubo un compromiso para liberar a los esclavos, tal como sus dueños se habían liberado durante el proceso revolucionario. Pero pasaron 30 años hasta que los estados del norte abolieron la esclavitud. Es mucho tiempo. Estos estados no volvieron a modificar el estatus de los esclavos, pero tampoco se preocuparon por lo que sucedía en los estados del sur, muy conservadores, donde los negros seguían siendo esclavos. Y muchos esclavos del norte fueron enviados al sur. Por eso los momentos emancipatorios no son definitivos.

–¿Cuál era la situación de los pueblos originarios durante la revolución?

–Luego de la revolución, en vez de matar a los nativos, se decidió asimilarlos a la sociedad blanca y se firmaron tratados con ellos. Esto fue hasta la época de Andrew Jackson, que fue el primer presidente que no perteneció a la generación de los padres fundadores, como Washington o Jefferson. Jackson cambió la actitud hacia los nativos y comenzó a matarlos. Los despojó de sus tierras y emprendió un genocidio. A finales del siglo XIX, cerca del 80 por ciento de los indígenas había sido asesinado. Durante la guerra civil se produjo otra erupción. Los estados del norte decidieron luchar contra los del sur, pero no por la esclavitud sino por la unión. Durante la guerra, que comenzó en 1861 y terminó en 1865, se perdieron muchas vidas. Fue la guerra más sangrienta que vivió el país, en la que más civiles estadounidenses murieron, más que cualquier otra. Después de la guerra revolucionaria, los estados se habían unido voluntariamente, pero la guerra civil significó una integración forzada de 11 estados. Esta situación modificó dramáticamente el carácter de la sociedad, su impacto fue mayor que el producido luego de la guerra de independencia. Nuevamente hubo incertidumbre. Se esperaba un nuevo orden. En ese momento resurgió la empatía por los más débiles, los oprimidos, como los negros. Inmediatamente se produjo otro momento emancipatorio, cuando se aprobó la Constitución de 1865, que abolió la esclavitud, garantizó la ciudadanía para todos los esclavos liberados y la misma protección para todos. Este fue un cambio tremendamente importante. Después de la guerra civil, también cambió la estructura económica. El país se organizó a través de un sistema capitalista y comenzó entonces la lucha entre el capitalismo y los trabajadores. La Corte estaba del lado de los capitalistas, trataba de contener cualquier revuelta de los obreros. Todo esto para mantener el nuevo orden. Pero una vez que Franklin Roosevelt llegó a la presidencia, renovó la Corte y las cosas comenzaron a modificarse. Los jueces asumieron un nuevo rol al proteger especialmente a las minorías y a los trabajadores.

–¿Cómo impactó este cambio de la Corte Suprema en las minorías?

–La Justicia tenía que proteger más agresivamente a las minorías de los prejuicios de la mayoría. Eso lo dijo Harold Hitz Burton, que fue presidente de la Corte entre 1945 y 1958. Pero esta idea estaba inspirada en los grupos religiosos minoritarios, no en los negros, en las mujeres o en los gays. De los momentos caóticos o de desorden emerge la empatía por los grupos oprimidos, que dura cierto tiempo, pero no para siempre. Por otro lado, si bien los negros y las mujeres no son completamente libres, su situación cambió radicalmente después de 1954. Por ejemplo, las mujeres debían permanecer en el hogar, ser madres, estudiar para ser maestras, enfermeras, pero nunca para ser directoras, doctoras o ser la cabeza de una compañía. Cuando me gradué, había sólo tres mujeres en mi clase y a nadie le parecía raro. Ahora hay más mujeres que varones en las universidades. Pasa lo mismo en Argentina, donde tengo entendido que son más de la mitad.

–En 2003, la Corte derogó la ley que criminalizaba las relaciones entre personas del mismo sexo en Texas. Ese fue un caso paradigmático para el colectivo lgbt en Estados Unidos.

–Sí, la Corte dijo que esa ley violaba la Constitución por criminalizar a los adultos del mismo sexo que tenían relaciones sexuales en la privacidad de sus hogares. En 1986 la Corte sostenía que no había en la Constitución ningún elemento que aprobara o protegiera las relaciones entre dos personas del mismo sexo, que los homosexuales eran de una naturaleza diferente. En opinión de la Corte, por 5 votos a favor y 4 en contra, se criminalizó este tipo de relaciones. En 2003, en el caso Lawrence vs. Texas, la Corte revisó el fallo de 1986 y reconoció que fue un error en su momento.

–Esta decisión fue clave para comenzar la lucha por el matrimonio igualitario en todo el país.

–Ahora hay 18 estados que permiten el matrimonio entre personas del mismo sexo. Hasta hace cuatro años, los abogados por los derechos lgbt se mantenían fuera de las Cortes federales porque creían que la Corte no extendería los derechos de esta minoría. Por eso luchaban estos casos en cada Corte estatal. Seis meses después del fallo de 2003, la corte de Massachusetts declaró que la Constitución estatal estaba más abierta a las minorías que la Constitución federal. Según la interpretación de la Constitución de Massachusetts –porque modificarla es virtualmente imposible–, el estado debía garantizar el derecho al matrimonio a las parejas del mismo sexo. Hago énfasis en el caso de Massachusetts porque demuestra que no es imposible. En Utah, Oklahoma y Virginia las cortes estatales están estudiando estos casos. Ante el silencio de la Corte Suprema, el trabajo lo están haciendo las cortes de cada estado. Si el tema llegara a la Corte Suprema, no sé cuál sería la votación.

–¿Por qué en un estado de derecho parece tan difícil llevar a la práctica el concepto de igualdad?

–La palabra igualdad es curiosa. Si tomamos en cuenta el matrimonio gay, el concepto de igualdad, en uno de sus sentidos, supone tratar a todos de la misma forma. ¿Pero el matrimonio gay es lo mismo que el matrimonio heterosexual? Bueno, no lo es. El matrimonio heterosexual es entre un hombre y una mujer. Y el matrimonio gay es entre dos hombres o entre dos mujeres. Es un asunto complicado. El matrimonio gay busca la igualdad, pero no la libertad. Las personas que no creen en el matrimonio gay pueden decir: “Hagan lo que quieran, tengan sexo con un perro si quieren, pero no me pidan que celebre su matrimonio”. Las parejas gays le piden a la Corte que les otorgue el mismo estatus que a las parejas heterosexuales. Pero la Corte sabe que no puede hacer eso y es porque lleva tiempo cambiar la mentalidad de la gente. Pensemos en Utah, un estado mormón.

–Sí, pero lo que se discute en ese caso es la posibilidad de obtener los mismos derechos en el marco de una sociedad secular y de una Constitución que reivindica la igualdad legal de todos sus ciudadanos. ¿No cree que la Corte puede ayudar a acelerar ese cambio de mentalidad, como lo hizo en su momento con los derechos de los afroamericanos o las mujeres y la cuestión del aborto?

–Sí, si la Corte toma una posición favorable, que es lo que debería hacer, también puede contribuir a un cambio de mentalidad. Y es que estamos cerca de un nuevo orden. La mayoría de mi generación aprueba el matrimonio entre personas del mismo sexo, pero tu generación está abrumadoramente a favor. En Estados Unidos, la mayoría está a favor. Cuando tengas 75 años, la mentalidad de toda la sociedad habrá cambiado. ¿Pero hay que esperar tanto? No lo creo, aunque hay que darle tiempo. Con esto no digo que las parejas gays sean completamente diferentes de las heterosexuales, pero la igualdad no te lleva a la libertad. Lo que te lleva a ese camino es el respeto por la igualdad, y eso se llama democracia.

–¿Cómo cree que los derechos lgbt o de otras minorías pueden contribuir a liberar al resto de la sociedad?

–En la relación entre opresores y oprimidos, los opresores experimentan la opresión como los oprimidos. Parece algo cínico al decirlo. Los blancos del sur están tan oprimidos como los negros del sur. Pero esto no significa que debamos sentir simpatía por los opresores blancos. Lo que quiero decir es que a los blancos les costó mucho mantener una relación de subordinación con los negros. Es un desgaste psíquico. Lincoln decía que había que liberar a los esclavos para garantizar la libertad de los hombres libres. Los opresores tienen que entender que es por su propia integridad –la opresión los lastima– que se deben derribar esos muros. Una de las formas de que lo entiendan es que la Corte Suprema regule esta confrontación de una manera pacífica. Se deben suprimir las políticas que puedan ser herramientas para perpetuar esa opresión. ¿Pasa todo el tiempo? No. ¿Pasa fácilmente? No. ¿Es un cambio rápido? Nunca. Pero sucede. Pasa con los negros, con los gays, con las mujeres.

–¿Piensa que la relación entre opresores y oprimidos se dirime en términos legales, más allá de la norma cultural dominante?

–Sí. De hecho, no mencioné la situación de otro grupo oprimido: los trabajadores. La Corte Suprema no ayudó a resolver ese problema. La bota está en el cuello de los trabajadores, porque Estados Unidos tiene problemas económicos serios, relacionados con la competitividad. Pero esto se puede sortear en parte por la opresión de los capitalistas sobre los trabajadores. La Corte ha jugado un papel negativo a la hora de regular estas relaciones.

–Algo parecido ocurre con los inmigrantes.

–Se los deshumaniza y se les niega la ciudadanía. Lo mismo que pasaba con los negros. ¿Qué hacemos con los mexicanos o los guatemaltecos? Primero hay que reconocer que son grupos oprimidos. La Corte Suprema debe derribar el estatus del inglés como única lengua nacional y reconocer el español. Es un mundo competitivo, de flujos migratorios y movimiento constante. Mi opinión es que se les debe dar la ciudadanía. Es un mundo globalizado. Lo que pasa en Crimea, por ejemplo, puede afectar a Estados Unidos. Hace 70 años no hubiese tenido sentido. Pero un mundo de gobernanza global sí lo tiene. Las naciones están en una posición muy débil ahora. La Corte puede hacer algo al respecto. Y también el Congreso. Los padres de los chicos que nacen en Estados Unidos deberían acceder a la ciudadanía automáticamente.

–¿Por qué dice que los convictos son el nuevo grupo estigmatizado en su país?

–La tarea principal es identificar a aquellos grupos que son perpetuos perdedores. Luego se los excluye. Parece una posición extrema, pero no lo es. Cuando ves cómo se trata a los negros, ves que se les niega virtualmente su condición humana. No se les reconoce la posibilidad de existir como seres humanos. Esto es válido para los criminales y también para los discapacitados y los homosexuales, que son relegados al margen de la humanidad. El caso de las mujeres es más complicado, pero se las ve como otro tipo de humanidad que necesita ser supervisada de un modo especial. Sin embargo, y vuelvo a mi ejemplo favorito, la sociedad estadounidense eligió a un presidente negro. Nadie elegiría a una persona que está fuera de la condición humana como presidente. Nadie votaría a un perro como presidente. Entonces, hemos decidido que no todos los negros son iguales. La paridad entre negros y blancos en las cárceles se está acercando desde el año pasado. La población carcelaria ya no es sinónimo de población negra. ¿Pero cómo tratamos a los convictos en Estados Unidos? Bueno, tenemos la pena de muerte, así que los matamos. Eso es poner a la persona por fuera de la condición humana. También está esta nueva política que les niega a los presos la libertad condicional, que significa que no tenés la capacidad de asociarte o relacionarte con las personas que están fuera de las cárceles y acorde a la ley. Pero incluso si llegás a obtener la libertad condicional cada estado se asegura de que no puedas, por ejemplo, votar. Y eso, en Estados Unidos, se parece bastante a negar la humanidad de las personas.

–Después de Obama, ¿imagina un presidente abiertamente gay, o judío o mujer?

–No sé qué pasará con Hillary Clinton. Pero en las primarias que ganó Obama era increíble ver que los dos candidatos del Partido Demócrata eran un hombre negro y una mujer. Admiro a Hillary Clinton, creo que es una mujer muy inteligente y que fue una gran secretaria de Estado. Lideró la reforma de salud durante la presidencia de su marido, así que creo que tiene la capacidad para ser presidenta. Quizá sea una vuelta al pasado, porque probablemente compita con Jeff Bush. Será volver nuevamente a una alternativa Clinton-Bush. Pero creo que será nuestra próxima presidenta. Por otra parte, Joe Lieberman, que es judío, fue el candidato a la vicepresidencia de Al Gore en 2000. Eso quebró una barrera. Yo soy culturalmente judío, pero no en términos religiosos. Pero él es profundamente religioso. No hacía campaña los sábados, ni atendía el teléfono, que es algo que los judíos religiosos hacen. ¿Está preparado el país para un presidente judío? Lieberman se presentó nuevamente, aunque no es mi político favorito, no es mi judío favorito. Estoy en desacuerdo con él en la mayoría de los temas. Pero Hillary se lo ha ganado. Sé que la gente puede estar un poco cansada, pero la experiencia es algo importante. Dirán que sacó ventaja por estar casada con un ex presidente. Pero fue más que primera dama.


¿POR QUE ROBERT BURT?
La emancipación como norma
Por Patricio Porta

Robert Burt es profesor graduado de la Facultad de Derecho de Yale, en New Heaven (Connecticut), donde vive actualmente. Su trabajo académico parte del derecho y se combina con la historia, la sociología, el psicoanálisis y la medicina, para indagar cómo las normas impactan en la sociedad. Entre sus libros más conocidos se destacan La muerte es ese hombre que toma nombres: Intersecciones de la medicina, el derecho y la cultura americanas –que problematiza la relación entre la ley y las cuestiones morales que implican el suicidio asistido, el aborto y la pena de muerte– y En la vorágine: Dios y la humanidad en los conflictos –en el que compara la teoría política que subyace en los textos bíblicos y el sistema jurídico en el que se basan los gobiernos seculares.

En La Constitución en conflicto está plasmada la principal preocupación de Burt: la incompatibilidad entre supremacía judicial, gobierno de las mayorías e ideal democrático. En sus páginas cuestiona el rol de la Corte Suprema de Estados Unidos y la interpretación de la Constitución en pos de la igualdad política y social de los ciudadanos. El interés por el estatus de las minorías, y su inserción en los poderes del Estado lo llevó a escribir Dos jueces judíos: Parias en la tierra prometida, que analiza la llegada de Louis Brandeis y Felix Frankfurter (ambos judíos) a la Corte Suprema de un país mayoritariamente protestante en tiempos de exaltación patriótica y supremacismo racial.

Como profesor en las universidades de Michigan y Chicago, dicta cursos en los que discute los privilegios de los WASP (blancos, anglosajones y protestantes) y examina las transformaciones en la sociedad estadounidense en el último medio siglo. “En 1960, cuando me gradué de la universidad, era impensable que 50 años más tarde Estados Unidos fuera gobernado por un presidente negro, un vicepresidente católico, y –quizá lo más sorprendente de todo– una Corte sin ningún juez protestante, integrada en su totalidad por seis católicos y tres judíos (entre ellos tres mujeres y un hombre negro).” En su trabajo “Pertenecer en América: Cómo entender el matrimonio entre personas del mismo sexo”, explica que el enfrentamiento entre los defensores y detractores del matrimonio igualitario en Estados Unidos gira en torno de una identidad convencional que se está diluyendo y que ninguna de las partes parece cuestionar.

Influido por Michel Foucault y Judith Butler, Burt adopta posturas más cercanas a la teoría queer, aunque pone en el centro la jurisprudencia para entender los avances de ciertas reivindicaciones en el marco de las sociedades democráticas. Además, se sirve de Sigmund Freud y Jacques Lacan para mostrar los procesos psicológicos que dominan las mentes de los opresores y, a su vez, los costos que tiene perpetuar la opresión para estos grupos. Toda su obra busca pensar un orden que se reconfigura al calor de las luchas de los oprimidos, el reconocimiento de las minorías por parte de las mayorías en el Estado de derecho y la lógica de un mundo racional y secular.

14/04/14 Página|14
 


Scioli y su Leviatán Por Conrado Yasenza*

Daniel Scioli, Gobernador de la Provincia de Buenos Aires desde hace más de seis años, decretó el sábado 5 de Abril pasado la Emergencia de Seguridad por el término de 12 meses con el objetivo de “aplicar todo el peso del Estado sobre los delincuentes”, y comunicó que para ello reincorporará al servicio a 15.000 retirados pertenecientes a la fuerza provincial y del Servicio Penitenciario, además de convocar a personal privado de seguridad para coordinar acciones con la policía (todos sabemos que las agencias privadas de seguridad son negocios montados por ex-comisarios retirados o expulsados de las fuerzas). Allí la doctrina Granados, actual Ministro de Seguridad, quien encarna la continuación por los mismos medios de la política de connivencia y administración del delito desde el aparato burocrático policial que el Gobernador delegó, anteriormente, en el ex Ministro de Seguridad y Justicia provincial, el Alcalde Mayor Ricardo Casal. Pero esta conexión tiene su raíz en una matriz de autoformación represiva y autoritaria de la policía provincial que se remonta a los años de la dictadura cívico militar y la policía de Ramón Camps, y que ya en democracia se prolongó en el “meter bala a todos los delincuentes” decretado por el ex - Gobernador de la provincia, Carlos Ruckauf, quien fuera Ministro del Interior durante el gobierno de Isabel Martínez de Perón, cargo desde el cual firmó los decretos de “exterminio de la guerrilla” antes de que se produjera el golpe militar de 1976.

Es importante destacar que este anuncio se realizó en un clima de fogoneo mediático del miedo que alcanzó su mayor grado de irresponsabilidad profesional con la cobertura del delito de homicidio agravado por alevosía (el asesinato del joven rosarino de 18 años, David Moreira, a manos de una turba en banda enfurecida) y los intentos de ejecución civil de jóvenes que robaron un reloj, en un caso, y una cartera, en otro, es decir, delitos contra la propiedad privada. Quien escribe estas líneas no desconoce los hechos de inseguridad, robo y arrebato que se producen realmente. Pero cree que los modos de resolver esos hechos no pueden ser canalizados a través del odio y el uso de la violencia, sino a través de un sistema judicial, del debido proceso, que es una garantía constitucional. Si la discusión pasa por la ineficiencia del sistema jurídico, la sociedad, a través de sus representantes, deberá darse una discusión sobre la reforma del Código Penal. Ahora bien, tampoco podemos avalar como sociedad que es lo mismo robar que no robar. Pero esta concepción debe abarcar todas las formas de delito.

Pero también es importante marcar que Scioli hizo su presentación del plan de emergencia un día sábado, es decir, tapa segura de los diarios del domingo, y en un contexto de campaña política con miras a las elecciones presidenciales del 2015. En ese sentido, la carrera hacia la presidencia la viene ganando el “renovador” Sergio Massa, quien haciendo gala de un discurso de demagogia punitiva, marca la agenda política y mediática sin la responsabilidad y el desgaste de gobernar. Con un ojo puesto en esa ventaja que el frentista de derecha le lleva al Gobernador de la provincia (podríamos decir un liberal-moderado, o un exponente de la derecha moderada, por ahora), y con el otro puesto en el clima social en el que impera el pánico multiplicado desde los medios concentrados de comunicación, es que Scioli decidió otorgar y nutrir de más poder a una institución burocratizada que se autogobierna y autocontrola. Es decir, nada queda de la reforma llevada a cabo por el ex Ministro de Seguridad, Carlos Arslanián, quien decidió asumir el control político de las fuerzas para diseñar un sistema de seguridad público acorde con políticas de seguridad social, y que a su vez desarmó las castas de privilegio que creaban desigualdades hacia el interior de la institución, eliminando los cuadros paralelos de oficiales y suboficiales. Esta reforma encontró su fin en el enfrentamiento político que Ruckauf emprendió contra Arslanián.

El decreto de Emergencia de Seguridad emitido por Scioli tiene varias falencias, o por lo menos, puntos discutibles. Entre ellos, la inversión de 600 millones de pesos, que forman parte de las utilidades del Banco de la Provincia de Buenos Aires, para la compra de chalecos antibala, armamento, municiones y móviles policiales ( mil móviles equipados, 30.000 chalecos antibalas y 10.000 armas con sus municiones) El dato llamativo es que hasta hace una semana asistimos a un conflicto gremial docente debido a la negativa del Gobernador a acordar un aumento salarial del orden del 30 por ciento, aludiendo que la provincia no contaba con los recursos necesarios. Pero una vez decretada la emergencia de seguridad, se disponen de 600 millones de pesos para efectuar las compras descritas y sin median licitación pública alguna, es decir, se usa ese monto de dinero con total discrecionalidad.

Pero además, se refuerza y se le otorga aún más poder a una institución altamente sospechada de connivencia con el delito, y de probada administración del circuito delictivo, que no se ha reformado, que se autogobierna, y que exhibe una demostrada inclinación a la utilización de jóvenes pobres para la comisión de delitos como también a la ejecución (gatillo fácil) de esos jóvenes cuando se niegan a trabajar para la policía. Imposible dejar pasar por alto que es la misma policía que mediante la extorsión, el abandono de sus funciones y la instigación a cometer saqueos, obtuvo un aumento en sus haberes en diciembre de 2013.

Otro de los anuncios que merece ser discutido es el de la creación de ocho alcaidías para “descomprimir la situación de las comisarías” que siguen alojando detenidos, en su mayoría jóvenes pobres, sin condena y a pesar de las denuncias que se han hecho en contra de esa situación. Un minucioso trabajo estadístico realizado por la Procuraduría contra la Violencia Institucional (Procuvin), a cargo del Fiscal Abel Córdoba, arrojó datos que demuestran la gravedad del caso: tres de cada cuatro personas detenidas bajo la órbita de la justicia federal no tiene una condena firme. Cito parte del informe: “En total, la cifra asciende a 10.043 detenidos, ya que además el SPF se encarga de alojar a los procesados en las diferentes jurisdicciones: la federal, nacional y provinciales. La Justicia Federal registró la peor cifra. De los 3376 presos, sólo el 27% tuvo una sentencia definitiva.” Los jóvenes y las mujeres resultaron ser los sectores más vulnerables. El anuncio de la construcción de alcaidías y unidades para 3000 presos se sustenta, al entendimiento de quien escribe, en una decisión política del Gobernador orientada a que haya más detenidos. Datos duros: “La provincia de Buenos Aires tiene la mitad de los presos del país, unos 33.000, muy por encima del promedio nacional. La provincia tiene 235 presos cada 100.000 habitantes, muy por encima de los 147 del promedio del país”

Un dato que, paradojalmente, Sicoli podría haber usado a su favor es que el delito en la provincia ha disminuido. Según la propia estadística criminal elaborada por la Dirección de Prevención del delito de la Provincia de Buenos Aires, indica que el homicidio doloso descendió de 2008 al 2012 un 21 por ciento. En 2008 hubo 1500 y en 2012, 1196.

Con relación a las excarcelaciones, allí el gobernador se sumergió en un berenjenal de interferencias de jurisdicciones y posibles pedidos de inconstitucionalidad. Cito un párrafo de la nota publicada por Raúl Kollman, en Página 12 del día domingo 6 de Abril pasado: “Scioli anunció esfuerzos para bloquear las excarcelaciones. El primer obstáculo es que se podrán dictar después de una audiencia oral y pública, con restricciones para reincidentes y los que hayan usado armas. Según dicen desde el Poder Judicial, el Ejecutivo puede conseguir esa restricción mediante una ley de la Legislatura, ya que las excarcelaciones están normadas por el Código de Procedimientos que es provincial. Aún así, habrá pedidos de inconstitucionalidad y mucha polémica en la Justicia. En cambio otras propuestas lanzadas ayer (NdR: por el sábado), como una ley poniendo penas no excarcelables y de cumplimiento efectivo por tenencia o portación de armas de fuego sin autorización equiparando calibres de armas civiles con armas de guerra, requiere de una ley nacional. Lo mismo ocurre con la referencia al Régimen Penal Juvenil que proponen impulsar, aunque justamente la provincia de Buenos Aires tiene un régimen en esa materia.”

Una más de las medidas anunciadas como parte del paquete que contiene la decretada Emergencia de Seguridad, es la que prohíbe que dos personas viajen en una moto. Esta medida entra en la llamada modalidad de “motochorros” y convierte en sospechoso virtual a todo el que viaje en moto con un acompañante. La medida detalla que se dispondrán restricciones horarias y zonas de circulación “sin acompañantes en las motos y el uso obligatorio del chaleco reflectante y casco con patente para acompañantes” que puedan movilizarse en los lugares habilitados. Una normatización jurídico-política de los circuitos o territorios de circulación por los cuales pueden desplazarse ciertas personas y otras no. Podríamos imaginarnos una suerte de micropolítica de las fronteras en donde el Estado es transformador y capturador de los territorios de desplazamiento, como un modo de gobernabilidad a través del control del territorio.

Pero sin entrar demasiado en las profundidades de las exploraciones filosóficas realizadas por Deleuze, Guattari y Foucault, esta medida decretada por el Gobernador Scioli, choca de frente con la realidad de miles de habitantes que usan ese medio de locomoción para ir a sus trabajos o para llevar y traer a sus hijos a la escuela.

Para finalizar, de la exclusión (sólo un párrafo final en su discurso) o de la inclusión a través de más y mejor educación o de más y mejor justicia, nada y poco. Scioli tampoco condenó con firmeza, los casos en donde la sociedad civil asesinó, o lo intentó, a personas sospechadas, sin proceso, investigación o juicio alguno, de delincuentes. David Moreira, el joven asesinado en Rosario, no contaba con antecedentes penales, tenía trabajo en blanco y estaba desarmado. Hay algo claro: La barbarie desatada en estos días, donde civiles en manada asesinaron, o lo intentaron en casos similares, a otros (la patria es el otro resuena con la contundencia de un bombo averiado desde la propia entraña) ha marcado la agenda política, azuzada desde los medios masivos de comunicación, en una dirección que, para este cronista, resulta preocupante porque convalida, de alguna manera, el asesinato selectivo y a manos de civiles, lo que coloca a la sociedad ante un grave deterioro social. Se han roto diques culturales de contención a la barbarie - como ya ocurrió en las manifestaciones caceroleras - que nos confrontan con un clima de degradación social e individual. Matar a golpes y patadas a un delincuente, a un presunto sospechoso, no es justicia, ni linchamiento, ni mano propia; es un delito grave y calificado. Si esto es lo que propone un sector de nuestra sociedad, incluidos políticos y medios de comunicación, estamos ante un clima regresivo que nos emparenta con la vigencia del terrorismo de Estado y con un clima social pre-medieval.

*Periodista. Director de la Revista La Tecl@ Eñe http://lateclaene.wix.com/la-tecla-ene


Fuente: Agencia Paco Urondo
http://agenciapacourondo.com.ar/secciones/mas-informacion/14270-scioli-y-su-leviatan.html

HISTORICA E INOLVIDABLE PRESENTACION DEL INDIO SOLARI EN GUALEGUAYCHU La más redonda de las misas indias

Por María Daniela Yaccar
Desde Gualeguaychú
Hay un joven cubierto de barro prácticamente hasta el pecho. Un charco de lodo le acaba de succionar una zapatilla. Después, le secuestra la otra. Adiós: se las traga la tierra. El pibe se revuelca, se desespera, como si estuviera luchando contra algún ánima maldita que nadie más ve. Se nota que está un poco fisura, habla solo y no se resigna. Alrededor se le ríen. De pronto, él no es la única persona llena de barro. Hay cientos, miles de hombres y mujeres chapoteando en lodo. Varios pierden su calzado, se tambalean, caen, y el recital del Indio Solari parece otra cosa. Una catástrofe, una película bélica. Lo que sucede en el escenario es realmente épico, hermoso, imperdible –el gran artista del rock nacional se reúne con Semilla Buccarelli, Sergio Dawi y Walter Sidotti–, pero algunos de los fieles están como desangelados.
Cientos se van mientras suena la nostálgica “To beef or not to beef”, cerca del fin. Es obvio que no es porque quieren. Encima, se pierden parte de aquel momento tan importante, y a pesar de tanto sacrificio, económico y humano. Ocurre lo siguiente: al llegar al hipódromo tras una larga y apretada caminata, la multitud –jóvenes ante todo, pero también niños y personas grandes– se choca con un charco gigante de fango e intenta atravesarlo. En la odisea muchos pierden su calzado, el par o sólo una de sus zapatillas, lo cual no hace diferencia. Otros deciden: “yo ni en pedo paso”. Después, como mofándose, zapatillas arruinadas resurgen del pantano. Algunos no las recuperan jamás y siguen andando descalzos. Una lona cubre apenas la entrada al predio. Más adelante en las dieciséis hectáreas hay un círculo completamente vacío. Otra pileta de lodo, todavía más grande.
Los cuatro días anteriores al recital llovió en Gualeguaychú, pero esta noche –pese al alerta meteorológico anunciado– no cae una gota. El drama está en las consecuencias que dejaron las precipitaciones. Muchos fanáticos pagaron su entrada de 350 pesos para ver el show desde el asfalto. Y no hay una buena distribución de las pantallas: están todas cerca del escenario y muy bajas. En un momento suena “Beemedobleve”, uno de los mejores temas de Pajaritos, bravos muchachitos –el disco que se está presentando, cuarto del Fisgón Ciego– y entonces el Indio canta lo que todos experimentan esta noche: que “el barro se hace cruel, nos viene a sepultar”. Eso es justo lo que ocurre. A ninguno de estos 170 mil cuerpos humanos el barro le está resultando indiferente, y eso por más que salten y canten y griten y hagan pogo. Hay felicidad e incomodidad en dosis similares. Solari canta “Todos a los botes” y “Beemedobleve” después de tener que admitir la realidad que está viviendo su público: “Mucha gente trabajó para este recital, pero el barro quedó”. Sus canciones siguen siendo un oráculo.

Vamos las bandas

Hay una relación inversamente proporcional entre el bajón que producen el frío y el estado del predio y lo que acontece en el escenario. Este ritual tiene un doble carácter. Es, a la vez, sublime y mágico; duro y cruel, como si lo bueno y lo malo dependieran lo uno de lo otro. Como si no hubiese modo de experimentar la magia sin atravesar la hostilidad. Lo sugirió Artaud, que pensó al teatro desde la crueldad. Lo dijo Nietzsche: “es tan rico el placer que tiene sed de dolor”. También el Indio: “el placer es tan oscuro como el culo de un topo negro”, “donde hay dolor habrá canciones”. Los que van a verlo saben, en parte, a lo que se someten. Por lo pronto, se someten a muchos sufrimientos previstos. Este no fue el caso: nadie imaginaba un campo así. A los que no se quedan a dormir en la ciudad les espera un viaje de horas con –mínimo– los pies húmedos. Antes, una caminata extensa hasta llegar al micro, el auto o la combi. Pero, a la par y paradójicamente, están teniendo una posibilidad única, la de ser testigos de un hecho histórico. Están viendo (los que pueden ver algo, el resto escucha) a cuatro de los Redondos. Llegar al pico de una montaña debe ser parecido. La gloria después del padecimiento.
Hace casi una década que la gente se amontona en las misas indias pidiendo por la vuelta de los Redondos, cantándoles a los Redondos, con remeras de los Redondos, con tatuajes de los Redondos, poniendo al palo temas de los Redondos en la calle, en la previa de fernet, cerveza, faso, vinito y asado. Pero, hasta este sábado, las misas venían siendo indias, no redondas. Esta vez pasa lo de siempre: el público camina hacia el hipódromo y corea “vamo’ lo’ Redó”, sin cuestionarse mucho. Quiere eso. Quieren eso los que nunca vieron a los Redondos por una cuestión generacional y quieren eso los que se enorgullecen de haber ido a Racing, Cemento o Huracán. Y el Indio debe estar al tanto de esto. Por algún motivo, viene mezclando en sus recitales temas nuevos, de sus trabajos como solista, con hits redondos (en este caso son diecisiete contra diez, respectivamente). El orden que elige no es producto del azar, tampoco. Va intercalando inteligentemente. De hecho, suele provocar el orgasmo colectivo terminando con “Ji ji ji”. Hay, pareciera, una suerte de transacción implícita. El Indio canta sus canciones nuevas –más oscuras, densas, difíciles y menos festivas–, pero no puede, no debe, bajo ningún punto de vista, para no desencantar, obviar esa parte de la historia que todos recuerdan con nostalgia. Incluso los que no la vivieron.
La cosa viene funcionando desde 2005 de modo metonímico: el signo por la cosa significada, la parte por el todo. Indio igual Redondos. Entre público y cantante media una ilusión, sostenida por su talento, su carisma, su creatividad inagotable y su pasado. No obstante, este 12 de abril ocurre algo distinto a todo lo que viene ocurriendo en los recitales del ahora llamado Fisgón Ciego: comparten escenario Dawi, Semilla, Sidotti y él. Y nadie podrá olvidar jamás que escuchó a ese saxo, ese bajo, esa batería y esa voz en vivo, en comunión, trayendo y atrayendo un misterio del pasado que ningún teórico puede terminar de explicar. El pasado es lo que los une pero los músicos eligen arrancar por lo último, y eso esperanza: el primer tema que hacen juntos es “La pajarita pechiblanca (scherzo)”, el último de Pajaritos..., elaborado conjuntamente. Luego, viajan directo a los ochenta, con “Ya nadie va a escuchar tu remera” y el inédito “Nene nena”. Y, como era de esperar, dan por terminada la noche con “Ji ji ji”.
El público está emocionalmente dividido: las demás crónicas cuentan que cerca del escenario hay una fiesta. En cambio, los cansados comienzan a abandonar el predio cuando los ex Redondos se retiran la primera vez, incluso antes. Aunque falte una pieza fundamental, esta noche será recordada por muchos como la más redonda de las misas indias. Aunque falte ese imposible: la guitarra furiosa y hendrixiana. Otra parte del todo.

El hombre ilustrado

“Cada vez somos más”, goza el Indio, y comienza un lindo viaje, no tan predecible, por algunos de los mejores temas de los cuatro discos de su etapa solista, incluyendo, claro, varias novedades de 2013 (“Chau Mohicano”, “A los pájaros que cantan sobre las selvas de Internet”, “Había una vez” y “A la luz de la luna”, además de “Beemedobleve”). En sus recitales cada vez se notan más las diferencias entre sus temas nuevos y los que cantaba con los Redondos (que, según él, son todos suyos): los de ahora exigen otro tipo de escucha, generan un clima enrarecido –pocos seguidores saben las letras–, más apocalíptico y todo está más enfocado hacia la voz. La banda que lo acompaña, Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, es súper potente y prolija: Gaspar Benegas, Baltasar Comotto (guitarras), Marcelo Torres (bajo), Hernán Arramberri (batería), Alejo von der Pahlen y Sergio Colombo (saxo), Ervin Stutz (trompeta y trombón), Miguel Angel Tallarita (trompeta) y Pablo Sbaraglia (teclados). Déborah Dixon cantó “Blues de la libertad”. A los 65 años, el compositor sigue inventando síntesis perfectas: “con los puños en alto deseando al final hacer la revolución con una canción de amor”.
A Solari se lo ve más cómodo cantando los temas ricoteros que los actuales. Con la voz tiene sus momentos. El, muchas veces se ha quejado de cómo lo perjudica el clima. Esta noche hay errores, rítmicos y también de afinación. Y hay temas de esta década en soledad, como “Black Russian”, de El perfume de la tempestad, que en vivo no terminan de funcionar, porque lo más bello es cómo él trabaja las distintas voces, cosa que no puede traducir en un recital. Pero la calidad del canto del Indio no es lo más importante de este hecho. Obviamente, este acontecimiento excede cuestiones técnicas. Por arriba de eso están lo sociológico, lo político, lo cultural, lo cuasi religioso. Lo que muestra el documental Piedra que late. Y el Indio, a esta altura, es más que un cantante. Es un guía, un líder espiritual y también político elegido por cada vez más personas que dicen que lo seguirán hasta la luna.
El cantante dice nada más que esto sobre el barro: que hubo hombres trabajando con máquinas y que el barro quedó acá. Podría explayarse un poco más. Hay miles de personas que vinieron a verlo y que se encuentran no con un designio de la naturaleza, sino con un descuido de seres humanos que les impide transitar por el terreno, ver y escuchar el recital como corresponde. Y son miles de personas que pagaron por eso, y que merecen otra cosa (y no por pagar). No es justo para un público que le devuelve tanta devoción.
En el recital, el Indio habla de otras cosas. Suele bajar línea respecto de ciertos temas, dar alguna recomendación. “La memoria es el paraíso que tenemos”, exclama, luego de recordar a los veintiún desaparecidos de Gualeguaychú y dedicar el recital a las Madres de Plaza de Mayo, que el 30 de abril cumplirán 37 años de lucha. En otro momento toca otro tema serio: recomienda al público la realización del test del VIH. Antes de entonar “Me matan limón”, bromea: “Bueno, vamos a hacer el tema de una novela”, en alusión, claro, a Escobar, el patrón del mal. Se supo que el vocalista se negó a usar su voz para reivindicar la pelea de la Asamblea Ciudadana Ambiental contra Botnia, argumentando, mediante una carta firmada por él y su manager, que “ha sido una constante su determinación de que sus shows sean exclusivamente de índole artística”.

La luna vamo’ a copar

Las cifras oficiales afirman que a este recital asistieron 170 mil personas, número que supera al de 2013 en Mendoza: 120 mil. El del sábado fue el recital con entradas pagas más grande de la historia argentina. Desde que el Indio se presentó por primera vez como solista en el Estadio Unico de la Plata, en 2005, la cantidad de espectadores fue en ascenso. Entonces, los shows comenzaron a realizarse en espacios abiertos de gran capacidad, como autódromos o hipódromos.
Hay un momento en el que la masividad empezó a ser más importante que la calidad de los espectáculos o la comodidad del público en los recitales del Indio. Solari hereda de PR la cultura del aguante. Pero no estaría mal preguntarse cuál es el límite. Qué grado de oscuridad tolera el placer. Si, en medio de la polémica por la exención impositiva que le concedió el Concejo Deliberante, la productora En Vivo Group S.A. reveló que gastó 20 millones de pesos para acondicionar el predio, entre otras cosas, no se termina de entender por qué el terreno presentaba esas condiciones. Es algo que tendrá que repensar el público, pero, sobre todo, los organizadores del espectáculo.
En contraste, el del Indio parece ser un público poco problemático. El sábado, antes del show, esta cronista conversó con dos periodistas del diario El día que destacaban esa condición de los visitantes, quienes colmaron hoteles y se instalaron en carpas por los espacios públicos de la ciudad, pero sin molestar a nadie. Sólo una parte de la sociedad de Gualeguaychú estaba enojada ante el desembarco “indígena”. El periodista Daniel van der Veken (Fortuna Web), por ejemplo, hizo correr la versión de que los ricoteros se habían comido un pato de la laguna del Parque Unzué y un pony.
Todas estas cosas fue el recital del Indio en Gualeguaychú el sábado por la noche: el recital más grande de la historia del rock argentino, la más redonda de todas las misas indias, la más poblada y, posiblemente, una de las más problemáticas.

Gente como “uno” Por Horacio Cecchi

Uno de los huecos de los proyectiles en el vidrio de la Blazer. El autor de los disparos huyó.

Debo aclarar que antes de escribir esta columna volví a hacer un paneo por Internet buscando títulos, tapas, fotos con sangre, gritos de horror, y, por sobre todo, reclamos por ausencia del Estado, por la sensación de inseguridad, por el clamor de justicia, y por aquello de las garantías y derechos vulnerados por la “delincuencia”. Y apenas encontré algunos titulitos que iban más por el lado de la sorpresa que por otra cuestión.

No encontré títulos del tipo “justicia por mano propia”, mucho menos “linchamiento” (término indeseable, para nada neutro, pero se hace pasar por tal), ni tampoco del tono correctivo de la “paliza”. ¿Qué condiciones no se daban, que fue lo que no se ajustó de los hechos para que no se produjera el bombardeo mediático con aquella “justificación aunque esté mal” porque la gente “está alterada”? Pero si hubo un muerto, un disparo en la cabeza, algo infinitamente más grave que el manotazo a una cartera. ¿Acaso esta muerte no importa a los medios? Al contrario, según la perspectiva que promueve la idea de inseguridad, esa que otorga el derecho en emergencia de aplicar palizas correctivas, aunque se sepa que está mal, pero bueh, según esa perspectiva esta muerte debería producir hervor en la sangre mediática. Un hombre que viajaba en su camioneta 4x4 Blazer, con su familia, a pasar un domingo donde fuera. “Gente como uno.” No lo digo por la víctima y sus familiares, que a esta hora deben pasar por una oscuridad horrorosa. Lo digo por la indiferencia de los medios.

¿Qué es lo que los calla y apenas si pueden anoticiar con toda la incredulidad del “esto no es posible, esto no puede pasar”?

Creo que la diferencia está puesta otra vez en el otro. El único dato que se contaba anoche, a la hora de escribir esta opinión, sobre quien disparó, es que conducía un Gol y que mantuvo una discusión, aparentemente, de pares.

La diferencia está a la vista. No hay un otro ajeno para los medios. Dicen “es uno de los nuestros”, una discusión violenta, se baja al plano individual. No hay problemas de niveles sociales y, por lo tanto, para los medios y para quienes deciden decretos de emergencia, no hay problemas de inseguridad, aunque el individuo armado provocó más dolor que todos los ladronzuelos que intentaron manotear una cartera y fueron apaleados como si ellos hubieran dado muerte.

Claro, toda esta perspectiva mía se iría al tacho si mañana, de pronto, se informara que quien disparó y huyó había robado previamente el auto, por ejemplo. Entonces habrá sido el disparo artero de un delincuente, según fuentes policiales.

horaciolqt@yahoo.com.ar


LO MATARON DE UN TIRO EN LA CABEZA DELANTE DE SU FAMILIA
Una discusión de tránsito fatal
Conducía una camioneta Chevrolet Blazer. Viajaba junto a su esposa, sus hijas y un yerno. Discutió con otro automovilista que, al rato, sacó un arma, disparó tres veces y uno de los proyectiles impactó en su cráneo y le provocó la muerte.

Un hombre de 55 años que conducía una camioneta fue baleado ayer por otro automovilista, durante una discusión de tránsito, en el límite entre la Capital Federal y el partido bonaerense de San Martín, del lado provincial. El agresor escapó, aparentemente hacia la provincia. La Federal inició un operativo en su búsqueda.

Alrededor de las 8.30 de ayer, personal de la comisaría 47ª de la Federal llegó al lugar, en el cruce de Diagonal 79 y calle Rodríguez Peña, de la localidad de Villa Lynch que, si bien es jurisdicción de la Bonaerense, su ausencia derivó en un llamado a los de azul. En el lugar, ubicado frente a la estación Migueletes de la ex Línea Mitre de trenes y a unos 30 metros de avenida General Paz, hallaron una camioneta Chevrolet Blazer color gris, que se encontraba estacionada con dos de sus ruedas sobre la vereda. A bordo del vehículo estaba su conductor, identificado como Alejandro Dall’Alio, con un disparo en la cabeza, y alrededor ya desbordado el límite de la desesperación, su esposa, sus hijas y un yerno.

De acuerdo a la denuncia inicial, Dall’Alio se movilizaba por la colectora de la General Paz, mano al Riachuelo, junto a sus familiares. En algún momento comenzó un entredicho con el ocupante de un Volkswagen Gol rojo, quien extrajo un arma de fuego y le efectuó al menos tres disparos. Hay dos versiones que no modifican el final: que uno de los balazos rebotó en el parante de la camioneta Blazer e impactó en el cráneo de Dall`Alio, y la otra, que lo impactó directamente. Se supone que alcanzó a seguir su marcha en dirección a Villa Lynch hasta que se subió a la vereda. El agresor escapó a bordo del Gol en dirección a provincia.

Los familiares de la víctima se quejaron ante los policías que el personal médico demoró entre 30 y 40 minutos en llegar a auxiliar a Dall’Alio, quien fue encontrado ya sin vida por el Servicio de Atención Médica de Emergencias (SAME), cuya jurisdicción es en territorio porteño, pero intervino debido a la gravedad del hecho. Por su parte, personal policial especializado y del SAME brindó asistencia psicológica a la familia, mientras que personal de la Unidad Criminalística de la Policía Federal trabajó en la escena del crimen y estuvo a cargo del levantamiento del cadáver, entre otros peritajes de rigor.

Inicialmente, los parientes que acompañaban al conductor asesinado no pudieron aportar a los investigadores datos precisos sobre lo ocurrido. Después de una primera inspección ocular en la escena del crimen y sus alrededores, la policía tampoco halló cámaras de seguridad que hayan podido captar imágenes del incidente.

La causa por el homicidio quedó a cargo del fiscal de Instrucción porteño Andrés Madrea y del juez del mismo fuero Eduardo Daffis Niklison, quien dispuso, entre otras medidas, el secuestro de la camioneta Blazer, que, en la tarde de ayer, fue llevada hasta la sede de la comisaría 47ª, en el barrio de Villa Urquiza.

14/04/14 Página|14

De cuando la CIA calificó a Fidel de "agitador peronista" Por José Steinsleger

Sabido es: en el bogotazo (Colombia, abril de 1948), fusil en mano, Fidel Castro (21 años) recibió su "bautismo de fuego". Acontecimiento toral de nuestra América que… ¿inexplicablemente?, continúa interpretándose con enfoques seudoliberales, o bien con las premisas ideológicas impuestas por la llamada guerra fría (1946-89).

Paradójicamente, con razonamientos más fecundos, tocó al propio Fidel explicar la trascendencia de un hecho que guarda vigencia plena con la ofensiva política que el imperio desata en nuestros días contra Venezuela y Argentina (entrevista con el historiador colombiano Arturo Alape, El bogotazo: memorias del olvido, Casa de las Américas, La Habana, 1983).

Cuba vivía entonces la etapa final del corrupto gobierno de Ramón Grau San Martín (1944-48) y el líder opositor del Partido del Pueblo ("ortodoxo"), Eduardo Chibás, arengaba al pueblo con la consigna que Jorge Eliécer Gaitán, el mítico líder liberal de Colombia, pronunciaba para sus discursos contra los conservadores: "¡A la carga!"

No obstante, y así como hoy ante el chavismo y la revolución bolivariana, el imperio alucinaba frente a la prédica latinoamericanista que el gobierno de Juan Domingo Perón difundía a través de sus embajadas (1946-52). Algunos de los viejos, por ejemplo, recuerdan al agregado laboral Luis Priori, quien había invitado a Santiago Touriño y Emilio Carrillo Ruiz, de la Federación de Estudiantes Universitarios de Cuba (FEU), a los cursos de verano de la Universidad de Buenos Aires.

Simultáneamente, la ONU celebraba en La Habana la primera gran conferencia sobre comercio y empleo (diciembre/marzo 1947/48), ocasión en la que la FEU aplaudió las denuncias del embajador y escritor argentino Diego Luis Molinari (1889-1966), jefe de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado. “La política comercial de Estados Unidos –dijo– va dirigida a impedir la industrialización de América Latina”.

Molinari calificó al capitalismo yanqui de "telaraña de Shylock, apretando el corazón de las multitudes hambrientas". Y en nombre de la delegación, se negó a firmar el Acuerdo Internacional de Tarifas y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés precursora de la Organización Mundial de Comercio). Así como tampoco ratificó el ingreso de Argentina al FMI y al Banco Interamericano de Reconstrucción y Fomento.

Por su lado, los jóvenes de la FEU andaban con otros problemas. ¿Cómo financiar –se preguntaban– el primer congreso estudiantil de América Latina, tarea a la que el joven dirigente comunista Alfredo Guevara (1925-2013) se había comprometido en el primer encuentro mundial de estudiantes de Praga (1947)?

El presidente de la FEU Enrique Ovares, Guevara, Fidel Castro, Rafael del Pino (no confundir con el general traidor) y Santiago Touriño se reunieron con Molinari en la embajada argentina. Y allí coincidieron en varios puntos: democracia en la República Dominicana azotada por la tiranía de Trujillo, independencia de Puerto Rico, devolución del canal de Panamá, soberanía sobre las islas Malvinas y, por sobre todo, solidaridad antimperialista, independencia y espíritu político de unidad distante de los intereses de Washington y Moscú.

En Buenos Aires, Molinari expuso la iniciativa al canciller Juan Carlos Bramuglia (1903-62), ideólogo y artífice de la "tercera posición". Días después, la FEU recibió el telegrama que esperaban: Perón asumía el financiamiento del Congreso estudiantil, con pasajes aéreos, hoteles y alimentos para los delegados.

En principio, el encuentro estudiantil tendría lugar en Buenos Aires. Pero luego, y para lograrse un "marco propicio", Perón dispuso que tuviera lugar en Bogotá, donde Washington había convocado a la novena Reunión de cancilleres para constituir la Organización de Estados Americanos (OEA).

El dirigente estudiantil peronista Antonio Cafiero emprendió una gira para lograr la adhesión en otros países. En Lima, con gran entusiasmo, la misión se entrevistó con Laura Meneses (1894-73), esposa del líder independentista de Puerto Rico Pedro Albizú Campos (1891-1965).

En el hotel Nacional de La Habana, el grupo de Cafiero y la FEU coordinaron los aspectos del magno evento estudiantil. Que, a la postre, no pudo realizarse por el asesinato de Gaitán y el consecuente estallido social que en las calles de Bogotá dejó un millar de muertos y cinco mil heridos en tres días.

En su libro Últimas noticias de Fidel Castro y el Che (Ed. Vergara, 2007), el periodista argentino Rogelio García Lupo, uno de los fundadores de Prensa Latina y acucioso investigador de documentos desclasificados de la CIA, asegura que entre las policías de Estados Unidos y América Latina se subrayaba "la peligrosidad de un joven agitador peronista (sic), nacido en Cuba".

Ya como senador nacional, Ca­fiero volvió a estar con Fidel en La Habana (1995). Escribe: "Recordaba (Fidel) aquellos episodios hasta en sus mínimos detalles" ( Clarín, 28/8/06). El político cuenta que charlaron durante horas, en las que expresó que como peronista discrepaba de la posición del gobierno de Carlos Menem, pero que nada podía hacer para cambiar esa situación. A lo que Fidel respondió: "Se agradecen los gestos, no los resultados".

La Jornada, México