domingo, 13 de abril de 2014

POLÍTICA • Domingo 13 de Abril de 2014 | 05:25 Ex funcionario del PRO imputado en el caso Beara, a punto de ser juez

 
 
Diego Farrell, director de Habilitaciones porteño cuando sucedió el derrumbe del boliche Beara en el que murieron dos adolescentes, está muy cerca de convertirse en juez. La Legislatura porteña tratará su expediente en dos semanas y si pasa el filtro de la Comisión de Ética y Acuerdos, su pliego para cubrir la vacante de un juzgado Contencioso Administrativo llegará al recinto. Para ser nombrado, Farrell necesita 31 votos. El ex funcionario fue sobreseído en la causa por el desmoronamiento del local bailable, pero la Cámara del Crimen revocó la medida hace más de un año. De todas formas, la jueza del caso, a pesar de los cuatro pedidos del fiscal, nunca lo citó a declarar.
 
Ariana Beatriz Lizarraga, de 21 años, y Paula Leticia Provedo, de 20, murieron el 10 de septiembre de 2010. Ambas habían ido a una fiesta en Beara, y el entrepiso del boliche del barrio de Palermo se derrumbó sobre sus cabezas. La tragedia desnudó una vez más el entramado de corrupción existente en la Dirección de Habilitaciones de la Ciudad. El lugar tenía permiso para realizar fiestas privadas, pero sin embargo funcionaba como un local bailable. Quien dirigía la dirección encargada de elaborar el permiso para que funcionara era Diego Farrell, hijo de Martín Farrell, hasta hace pocos meses juez de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial. El funcionario macrista renunció dos meses después de la tragedia, pero en 2012 participó de un concurso para cubrir vacantes en juzgados en lo Contencioso Administrativo de la Ciudad y quedó en el puesto número 15 del orden de mérito. El año pasado la Legislatura ocupó 14 luagres en tribunales capitalinos, pero la designación de Inés Weinberg de Roca como integrante del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad y su remplazo en la sala I de la Cámara en lo Contencioso Administrativo por Fabiana Schafrik, abrió una nueva posibilidad para Farrell. 
 
Las comisiones de Ética y Acuerdos y la de Justicia de la Legislatura comenzarán a decidir en pocos días el futuro del ex funcionario macrista. Su expediente, el 565 O-2014, llegó al Parlamento capitalino el 1 de abril pasado y, si no se trata dentro de los 60 días hábiles, el ex funcionario se convertirá automáticamente en juez. "Voy a pedir en cada reunión de justicia y de labor que se debata el pliego y que no se use la aprobación ficta", adelantó Paula Olivetto Lago, legisladora de la Coalición Cívica. La constitución porteña prevé que "los jueces y juezas son designados por el voto de la mayoría absoluta de la Legislatura, a propuesta del Consejo de la Magistratura (…) La Legislatura (…) debe pronunciarse dentro de los sesenta días hábiles, excluido el receso legislativo. Si vencido dicho plazo no se hubiere pronunciado, se considera aprobada la propuesta." Para la ex auditora "es un mal antecedente que el nombramiento de un juez se apruebe sin debate y sin escuchar a los padres de las víctimas. El camino corto del no debate es el que peor le hace a las instituciones y a la República." Sin el apoyo del macrismo es imposible que Farrell se convierta en juez. "Todo lo que entró en la junta ética se trató en tiempo y forma", aseguró Jorge Garayalde, diputado del PRO y presidente de la Comisión de Ética y Acuerdos. "Tenemos sesenta días, en diez o quince se trata el tema", precisó. "Podemos confirmar o denegar la postulación. Nuestra misión consiste en ver la idoneidad de la persona postulada para el cargo. Se analiza su currículum y luego se elaboran los dictámenes de mayoría y minoría", explicó el legislador. Garayalde anticipó que habrá una audiencia pública "donde puede anotarse todo el mundo. Luego pasa al cuerpo legislativo y se vota." Desde la jefatura de su bloque, no pudieron dar demasiadas precisiones sobre el tema. "Todavía no lo hemos tratado", aseveró Carmen Polledo en relación con el apoyo a la designación de Farrell. Un dirigente que suele mantener el bajo perfil deslindó de responsabilidades al Parlamento porteño. "Acá se tiene que hacer cargo el Ejecutivo, es una cuestión de ellos", confesó el legislador, a sabiendas del escándalo que provocará la designación de Farrell. Un hombre que camina desde hace tiempo los pasillos de la ex Fundación Eva Perón aclaró que la decisión de la Comisión de Ética no deberá guardar relación con el accionar judicial necesariamente. "Es un juzgamiento ético y moral, es político. No jurídico", recordó.
 
Farrell recibió una excelente noticia. La jueza que instruye la causa Beara, Alicia Iermini, le dictó el sobreseimiento, al igual que al resto de los funcionarios que estaban siendo investigados por el derrumbe.
Desde el Consejo de la Magistratura de la Ciudad aclararon que el pliego de Farrell no contó con el apoyo del presidente Juan Manuel Olmos. Incluso trascendió que "El gordo" envió cartas a varios legisladores recomendando que no aprobaran el nombramiento del ex director de Habilitaciones. De todas formas, su camino para ocupar uno de los juzgados porteños estuvo marcado por la buena fortuna. Poco tiempo antes de que el Consejo de la Magistratura elaborara las listas de aspirantes para enviarlas a la Legislatura, Farrell recibió una excelente noticia. La jueza que instruye la causa Beara, Alicia Iermini, le dictó el sobreseimiento, al igual que al resto de los funcionarios que estaban siendo investigados por el derrumbe. Lo curioso es que la magistrada hizo caso omiso de los cuatro pedidos del fiscal Andrés Madrea para llamar a declarar a Farrell y a los demás empleados de Habilitaciones. "Estoy pidiendo la indagatoria desde hace cuatro años y aún no hay una respuesta positiva de la jueza", le dijo a Tiempo Argentino el fiscal.
 
En 2013 la Cámara del Crimen revocó el sobreseimiento que favorecía a los investigados y un año después, en un disco rígido que no había sido peritado, aparecieron nuevas pruebas y escuchas telefónicas que indicaban el pago coimas para habilitar el boliche e incluso mencionaban a Farrell como parte del entramado, pero todavía ni el director de Habilitaciones ni ningún otro de los funcionarios pasó por tribunales.
 
En 2012 Iermini estuvo a las puertas de ser enjuiciada en el Consejo de la Magistratura por su desempeño en la causa del asesinato de Walter Bullacio, pero el voto del consejero abogado y hombre del PRO Alejandro Fargosi –y las ausencias de otros miembros del Consejo– le evitó un mal trago. "Fargosi la salvó a Iermini en el Consejo de la Magistratura, por eso nunca va contra funcionarios del PRO", analizó una fuente con acceso al expediente de Beara

SOCIEDAD • Especial Domingo • Viernes 11 de Abril de 2014 | 21:19 ◄ Por Gisela Carpineta Historias "con-ciencia": descubrimientos innovadores de investigadores argentinos

Si bien los une la pasión por su trabajo, el haberse formado en universidades públicas y el apostar a hacer ciencia en nuestro país, todos tienen un común denominador aún más fuerte: esa obstinación por lograr lo que se proponen. Capacidad, creatividad e inventiva criolla, son algunas de las características que nuestra generación dorada de científicos e investigadores locales, así como las futuras promesas, le muestra al mundo. 
Desde la búsqueda de la cura del cáncer hasta pequeños inventos para ayudar a personas con capacidades diferentes, estos argentinos entusiastas quieren abrir una ventana al mundo. ¿El objetivo? Dejar de ser exportadores de cerebros y que Argentina se convierta en un país al que se recurra para conseguir soluciones innovadoras. Con años de formación e investigación, y con la creatividad y la mira puesta en ese desafío, se proponen revolucionar la vida cotidiana y que la ciencia argentina vuelva a estar en boca de los países desarrollados.
La realidad es que hoy, lejos del "lo atamo' con alambre", existe una gran cantidad de científicos respetados mundialmente, como así también emprendedores y estudiantes universitarios que ponen su ingenio y creatividad para brindar un servicio a la comunidad. Así es como a puro pulmón estos jóvenes investigadores argentinos logran llevar a la práctica esa idea original pensada en la facultad y, a la vez, abrir una puerta en el mercado para su proyecto.
“Al principio tenía miedo de mostrarlo porque, como no había nada similar ya creado, tenía temor a ver cuál iba a ser la repercusión, la crítica o que pensaran que era un divague. Pero no, desde el diseño industrial se tienen herramientas para mejorar la vida de la gente y me parece importante que se usen en ese sentido, sumado a que, los que venimos de la universidad pública, tuvimos la posibilidad de estudiar gracias al aporte de todos los argentinos. Es un modo de devolverles algo”, afirma Danilo Gallo. Con 26 años, su proyecto de graduación lo llevó a resultar premiado en el concurso INNOVAR 2013, por haber creado un propulsor eléctrico de rescate para guardavidas.
ALGUNOS DESCUBRIMIENTOS CON SELLO ARGENTINO:
Casi la misma edad que Gallo tenía el Doctor en Química Biológica de la UBA e investigador del CONICET, Diego Croci, cuando se se incorporó hace una década al laboratorio de Gabriel Rabinovich, en el Instituto de Biología y Medicina Experimental. Después de cursar Ciencias Biológicas en la Universidad Nacional de Río IV, Croci llevó su tesis doctoral al IBYME, el organismo creado por el premio Nobel, Bernardo Alberto Houssay, hace 70 años.
Al preguntarse en ella porqué había tumores que no respondían a las terapias y se hacían resistentes, dio el primer paso para la investigación que, a comienzos de este año, colocó a la Argentina como tapa de la prestigiosa revista norteamericana Cell, algo con lo que sueña cualquier científico. La noticia fue que el equipo de Rabinovich, en su mayoría compuesto por jóvenes investigadores, abrió una luz de esperanza en la batalla contra el cáncer y descubrió la naturaleza de uno de los mecanismos de resistencia tumoral de ciertos tipos de cáncer y cómo revertirlo.
Doctor en Química Biológica de la UBA e investigador del CONICET, hace diez años, Diego Croci dio el primer paso para la investigación que abrió una luz de esperanza en la batalla contra el cáncer
Así como los argentinos supieron inflar el pecho por haber creado desde la birome hasta el by-pass, hoy es justamente un equipo local el que puede marcar un antes y un después en la lucha contra el cáncer. Desarrollado íntegramente en Argentina y patentado en nuestro país, casi diez años le llevó a Croci que esta investigación "made in Argentina" hoy ya esté en etapa probatorio en ratones. "Si bien teníamos muchos indicios para pensar que podía funcionar, no pensaba que iba a tener tanta repercusión", afirma en diálogo con INFOnews.
Diego Croci (primero desde la izquierda) junto al equipo liderado por Rabinovich
Diego Croci (primero desde la izquierda) junto al equipo liderado por Rabinovich
Para llegar hasta etapa, el equipo debió sortear una infinidad de encrucijadas pero los resultados, tarde o temprano, siempre fueron positivos. Al recordar cómo fue el día a día de esta larga investigación, Croci no puede evitar pensar que en ese momento sólo tenía 25 años: "En 10 años pasaron un montón de cosas, crecimos mucho, pero el común denominador es que está bueno. Este es un trabajo al que venís con ganas; te gusta lo que hacés, te interesa y es parte de vos. Están tus ideas y tu libido puestas ahí, es tu tesis doctoral, tu formación. Es más que venir a trabajar y entonces hay mucha carga emocional puesta en cada trabajo". 
Pedro Colinas, investigador del Conicet en la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP, lidera el grupo que halló un compuesto que "engaña" el crecimiento de la bacteria de la tuberculosis. Volvió al país en el 2001.
Para Croci, es esa pasión el motor necesario para pasar horas y horas trabajando hasta lograr el objetivo. "De hecho, lo hacemos con gusto. En el día a día, en términos generales, si bien hay momentos en que lo pasamos mal porque las cosas no salen y porque tenemos problemas más allá del trabajo, cuando miras a largo plazo comprobás que está bueno lo que hacemos. Me di el lujo de poder ser parte del laboratorio de Gabriel Rabinovich, que es lo mejor que me pudo pasar para mi formación". Por eso, no duda en afirmar que, si tuviese diez años menos, volvería a hacer lo mismo. 
Pedro Colinas (segundo desde la izquierda) junto al grupo del LADECOR
Pedro Colinas (segundo desde la izquierda) junto al grupo del LADECOR
 Casi con el mismo énfasis, Pedro Colinas, investigador del Conicet en el Laboratorio de Estudios de Compuestos Orgánicos (LADECOR) de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata, describe su trabajo: "Buscamos, investigamos y probamos, pero no es una carga. Tenemos la suerte de estar trabajando en algo que nos gusta y no todo el mundo puede decir lo mismo. Si bien los resultados no lo vemos plasmados inmediatamente y hay que respetar los tiempos de la ciencia, tenemos un aliento constante a seguir trabajando".
Con 45 años y graduado de la UNLP, lidera el grupo responsable del hallazgo de un compuesto que "engaña" el crecimiento de la bacteria de la tuberculosis. Mientras que el mundo busca una solución a esta problemática que, sólo en nuestro país, mata a 800 personas por año, estos científicos de La Plata encontraron una posible respuesta que lograría frenarla e inhibir su desarrollo. 
"Uno siempre imagina que es una enfermedad que ha desaparecido, pero no, está siempre presente. Si bien tenemos la vacuna contra la BCG, lo que pasa es que hay mucha gente que está inmunodeprimida o en situaciones de extrema pobreza y los sigue afectando", explica. En la actualidad y luego de tres años de trabajo, los resultados son más que optimistas. Sin embargo, el camino es largo: primero hay que probarlo en animales y luego en seres humanos, es decir un tiempo mínimo de 8 a 10 años. "No es una vacuna, no es un medicamento, lo que logramos es que la bacteria no siga creciendo, algo que hasta ahora no se podía frenar", afirma.
Pese a los malos augurios y que era "una de las peores épocas de nuestro país", Colinas decidió volver a la Argentina en 2001. Estaba trabajando en Alemania y, aunque recibía ofrecimientos del exterior, decidió regresar porque, afirma, cree firmemente en que tenemos la capacidad de demostrar que la ciencia argentina tiene mucho por ofrecer. "Tuve la suerte de poder trabajar dos años en Alemania y noté que tenemos una calidad a nivel internacional excelente. Nuestras capacidades son muy buenas. Comparado con los países más desarrollados, obviamente nos falta más equipamiento y financiamiento pero creo que si uno se propone algo y lucha por eso, lo va a conseguir finalmente", enfatiza.
Colinas: "Están dadas las condiciones para que la Argentina vuelva a trabajar por la Argentina"
Ya prestigiosos y con el aval de estos dos prometedores descubrimientos, alientan a los jóvenes a meterse en el mundo de la ciencia y recuerdan cuáles eran sus temores al comenzar su carrera. "Cuando empecé a pensar qué estudiar, mi duda era si iba a poder trabajar y tener una familia. Son preguntas que uno siempre se hace. Esta carrera está buenísima y hay más posibilidades que antes", alienta Croci. Y Colinas agrega: "En el camino, en la búsqueda por descubrir eso que plasmaste en un papel, uno a veces se desmoraliza. Pero si uno pone pasión, los resultados siempre aparecen".
¿Qué sienten al saber que de acá a 10 o 20 años, con estos descubrimientos, es un argentino el que puede cambiar el futuro de la humanidad? "A uno lo pone muy contento que una idea que uno tuvo en un papel se pueda llevar a la práctica. Siempre se piensa en los científicos como en personas que trabajan en su laboratorio, completamente alejados de la sociedad y no es así", sostiene Colinas.
"Ojalá suceda. Somos muy optimistas. Lo que sí sabemos es que de acá a 10 años esto no va a ser un hecho aislado porque deseamos que este tipo de contribuciones se escuchen dos o tres veces al año. Nuestra mayor aspiración es que en 10 años el mapa científico sea distinto y mucho más preponderante en el mundo de la ciencia, como lo tuvimos en los años ’50", coincide Croci. 
Danilo Gallo (26) es diseñador industrial recientemente egresado de la UNMP. La creación del propulsor eléctrico era su proyecto de graduación
Danilo Gallo (26) es diseñador industrial recientemente egresado de la UNMP. La creación del propulsor eléctrico era su proyecto de graduación
 Se trata de una nueva herramienta para el guardavidas en su tarea de rescate en el agua, que le permite llegar rápidamente a la víctima y trasladarla a la costa, lo que incrementa ampliamente sus posibilidades de supervivencia. Desarrollado con tecnologías locales ya presentes en el mercado y combinadas específicamente para esta tarea, fue creado por Danilo Gallo, diseñador industrial recientemente egresado de la Universidad Nacional de Mar del Plata. La creación de este dispositivo era su proyecto de graduación.
"La idea era buscar una solución y hacer un aporte a nivel local", recuerda. Sin embargo, a partir de la investigación, se dio cuenta de que no había nada similar en el mercado. "Me llamó la atención darme cuenta que nadie había desarrollado algo parecido, que nadie hubiese tomado esta problemática y que los guardavidas siguieran trabajando como siempre, con el cuerpo. Eso fue lo que me llevó a trabajar el triple en el proyecto".
 
Según explica este marplatense, el equipamiento de los guardavidas no cambió mucho, salvo algunos que pueden llegar a usar moto de agua para el rescate. Sin embargo, al ser tan grandes no es práctico y además se necesita una estructura para trasladarlo hasta la costa, lo que tiene un costo muy alto comparado con un propulsor. Es por eso que recibió críticas favorables y lo han llamado desde diferentes provincias para ampliar el uso del propulsor al agua de río.
Si bien Gallo tiene todo el proyecto desarrollado, aún no llegó realizar el prototipo. "Mi deseo es estar produciéndolo cuanto antes y sé que va a tener una buena repuesta en el mercado porque no tiene nada que se le parezca. Siempre hay que tener fe en el proyecto, pero lo fundamental es ponerle mucha garra y contactarse con todas las personas que sean necesarias porque uno va creciendo durante ese proceso", aconseja.
En 1990, Aldo Marenco, hoy gerente General de Ecolab SRL, comenzó su carrera como ingeniero industrial y electrónico en la Universidad Nacional Tecnológica. Con más de 20 años de experiencia en el mercado, hoy carga orgulloso con el título de haber creado el primer ecodoppler diseñado y fabricado en Latinoamérica. El Terason 3000c Institucional además posee el 85% de los componentes nacionales y recibió el Premio Innovar 2013 como Producto Innovador, categoría Diseño.
Aldo Marenco, junto a su equipo de jóvenes innovadores, diseñó el primer ecodoppler nacional
Aldo Marenco, junto a su equipo de jóvenes innovadores, diseñó el primer ecodoppler nacional
"Hace tres años comenzamos con el proyecto de realizar un ecógrafo nacional. El año pasado presentamos el prototipo final para comercializar y no existe un ecodoppler de este tipo ni en Brasil ni en México, que son los dos países más importantes de fabricación de ecógrafos", explica.
Además de su uso conocido en el período de embarazo, también se emplea en diversos estudios médicos, como en el diagnóstico de dolores, hinchazones e infecciones en cualquier parte del organismo. El modo doppler permite al médico evaluar obstrucciones en el flujo sanguíneo y la visualización de tumores o malformaciones vasculares.

En estos 20 años "marcados por la pasión" por hacer el trabajo que le gusta, Marenco trabajó desarrollando ecógrafos en empresas multinacionales, hasta que en 2008 decidió llevar adelante su proyecto personal y fundó su propia empresa. Hoy el panorama es alentador: "Tenemos más de 60 equipos vendidos en el mercado y una gran expectativa para lo que es este año. Por ahora sólo estamos en el mercado nacional y estamos desarrollando el regional para, a mediados de julio, comenzar a comercializar en Latinoamérica".

"Lo fundamental es lograr que estas innovaciones lleguen al mercado. Es importante poder trabajar a nivel internacional, tener un producto que compita en toda la región. Hoy acceder a una línea de crédito del Ministerio de Ciencia y Tecnología es muy fácil, pero la clave es que tu proyecto sea bueno y claro", afirma.

A María Sol Fonollosa Villalba sólo le falta rendir un final para recibirse de diseñadora industrial en la Universidad de Buenos Aires. Junto a otras tres compañeras, todas de entre 25 y 26 años, le encontraron una vuelta distinta al clásico memotest y diseñaron el Memo Zoo, un juego de memoria sonoro para estimular a los niños ciegos en la edad temprana. Así, un trabajo práctico de la facultad las llevó a desarrollar, innovar y ayudar a través de un juego a esos chicos que, entre el primer y tercer año de vida, deben adaptarse al espacio y aprender a manejar distancias. 
Tras haber recorrido un centro de día para chicos no videntes, María Sol, Aimé Pratolongo, Mariana Beverati y Yanina Guinsburg, diseñaron este juego que, además, pretende ayudar a desarrollar otros sentidos como el auditivo y el tacto. “La idea del Memo Zoo es que la maestra los pegue en la pared y que luego los chicos recorran el espacio, toquen las texturas -que están en volumen- y escuchen el sonido. Así, ese chico sigue conociendo el espacio y lo relaciona con otras fichas que tocó anteriormente”, cuenta María Sol.
"Con ganas y pasión todo se puede", afirma María Sol Fonollosa, una de las ganadoras del premio "Innovación en las universidades"
"Con ganas y pasión todo se puede", afirma María Sol Fonollosa, una de las ganadoras del premio "Innovación en las universidades"
 Además, se trata de un juego tan práctico como económico. Con materiales de bajo costo como la goma eva, la idea es que sea en el mismo establecimiento educativo donde las maestras puedan armar las 12 piezas que contienen el juego y que cuenta con distintas temáticas: animales, ruidos de ciudad o sonidos del hogar.
Si bien María Sol muestra orgullosa el diseño, arma y desarma las piezas con el mismo entusiasmo que un chico, aún no pueden sacar el producto al mercado porque el diseño original es en base a tintas funcionales, tecnología que aún no está desarrollado en nuestro país. "Se está haciendo una planta para imprimir acá con esas tintas, pero por ahora debemos esperar. Ahora la espera nos desmotiva un poco porque las críticas nos demostraron que es una buena idea y queremos verla plasmada ya", explica.
"Lógicamente se puede hacer con otro tipo de tecnología, pero no es la idea justamente porque son las tintas funcionales lo que hacen que sea muy muy barato. Se supone que en un futuro va a haber impresoras de este tipo, por lo que en el mismo colegio o casa van a poder tener estas placas", cuenta, y explica que "en otras partes del mundo se usan estas tintas para cosas superficiales como publicidad, para que la gente toque un cartel y suene. Nuestra idea es aprovecharlo para algo más útil y que sea un aporte a la sociedad".
Ciencia para armar: panorama y desafíos
Si bien afirman que aún se está lejos de aquellos años '50 en los que Argentina se perfilaba como una de las estrellas mundiales en ciencia, los científicos Croci y Colinas remarcan que, desde la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, a fines de 2007, son notables los avances en la materia.
Sin embargo, ¿qué tan cerca estamos de que Argentina sea un país al que se recurra para obtener soluciones innovadores en ciencia? ¿Están dadas las condiciones? Con estos dos  ejemplos científicos el panorama parece ser alentador, pero ambos afirman que aún queda mucho camino por andar.
Croci: "Ojalá que en 10 años el mapa científico sea distinto y mucho más preponderante en el mundo de la ciencia, como lo tuvimos en los años ’50"
"Aunque estamos lejos de eso, estamos en el camino. No existe el cortoplacismo en ciencia pero al menos desde hace 10 años en Argentina se está queriendo avanzar en eso y los resultados se están viendo. Ya hay cambios sustanciales ", afirma Croci. Lejos de esos años en que Argentina era un país bueno pero como exportador de científicos, ideas y herramientas, sostiene que se está mirando más mundialmente lo que están haciendo los científicos argentinos y hasta se anima a pronosticar: "Todavía no está aceitado ese intercambio pero si seguimos en esta vía, en 10 o 15 años, quizás hasta seamos productores de ciencia. Tenemos todo para que esto pase y últimamente se está haciendo todo en el país para que eso pase así que estimo y deseo que eso pase".
Por su parte, Colinas coincide en que Argentina es un país con muchas capacidades y que, con el financiamiento adecuado, se está empezando a avanzar en ese sentido: "Tenemos muchos convenios con distintos países que nos permiten seguir adelante. Además, la formación de la universidad pública es excelente. Salimos muy bien preparados para trabajar en el mundo científico".
"Made in Argentina"
"El desafío es buscar soluciones al mundo pero desde acá, sin la necesidad de irse a desarrollar al exterior", remarca Colinas. Pero, ¿están dadas las condiciones para que la Argentina vuelva a trabajar por la Argentina? Este investigador cree firmemente en que sí. "La meta de todos los científicos es poder hacer algo que sea útil a la sociedad y que, todo lo que nos dieron a través de la universidad pública, vuelva a esa sociedad que nos sigue retroalimentando siempre".
En ese sentido, también remarca que la clave es seguir invirtiendo en el sector científico y trabajar "en la idea de que se puede, de que es posible estudiar en la universidad, que la educación pública es para todos. Nos falta acercarle a los jóvenes de secundario el mensaje de que todo el mundo puede estudiar. Con más o menor esfuerzo, con mayor o menor capacidad pero se puede estudiar".
No existe el cortoplacismo en ciencia, pero si seguimos en esta vía, en 10 o 15 años, quizás hasta seamos productores de ciencia", afirma Croci.
Croci también hace hincapié en la formación académica gratuita para lograr ese objetivo: "Más del 90 por ciento de la gente que trabaja en ciencia se formó en la universidad pública. Antes era más difícil acceder y no había sueldos para investigadores, sólo lo hacía el que se podía dar el lujo de hacerlo como hobby".
" Está habiendo un crecimiento muy importante y, además, en los últimos cinco años ha regresado mucha gente valiosa que estaba en el exterior y que van a empezar a dar frutos. Son personas muy capaces, inteligentes y con ganas de trabajar, así como los jóvenes que hoy apuestan a la educación pública", remarca Croci, el talento argentino que puede convertirse en una bisagra en la historia de la lucha contra el cáncer, uno de los grandes desafíos de los investigadores del mundo.
Infografías: Diego Pintos

◄ Por Daniel Enzetti De torturador a gerente de RR HH en una fábrica de electrodomésticos


Los trabajadores de la fábrica rosarina de electrodomésticos Liliana denunciaron que Marcelo Oscar Dorigón, actual gerente de Recursos Humanos de la empresa, es el mismo que en 1982 ordenó torturar a soldados argentinos en las Islas Malvinas. Dorigón es capitán retirado, y en aquellos tiempos fue destinado al conflicto bélico con el grado de subteniente. Participó en los combates de Dos Hermanas y Tumbledown con una sección de Tiradores agregada a la Compañía B del Regimiento de Infantería Nº 6 "General Lamadrid".
Según su propio perfil publicado en Internet, ingresó al Ejército en febrero de 1976 y se retiró en 1992 como capitán de la Escuela Superior de Guerra. Durante su carrera militar formó parte de distintas unidades de Infantería en Corrientes, Misiones y Catamarca. Además, fue jefe de Compañía en Campo de Mayo.
En febrero de este año, el personal de Liliana organizó diversas asambleas y movilizaciones para exigir la reincorporación de doce trabajadores y delegados despedidos. Incluso el Ministerio de Trabajo de la provincia de Santa Fe, junto con la delegación de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), habían apoyado el reclamo. Pero la convocatoria no pudo llevarse a cabo. Los operarios manifestaron que la oficina de Recursos en manos de Dorigón, "junto con personal de seguridad y psicólogos montaron un operativo sobre la ruta para parar a todos los trabajadores y obligarlos a conducirse hacia otra planta donde no realizan sus tareas".
Además de romper la asamblea, los delegados agregaron que el objetivo de los directivos apuntaba a amedrentar a los huelguistas "con la presencia del conjunto de la gerencia, escribanos, personal de seguridad y filmaciones". En una asamblea improvisada en la puerta de la empresa, "donde el apoyo a la lucha por la reincorporación de los despedidos fue unánime", los trabajadores señalaron al ex militar como el organizador de la maniobra, y recordaron que "está imputado bajo la acusación de haber enviado a torturar a un soldado combatiente de Malvinas".
En 2007, un grupo de ex combatientes presentó en el juzgado federal de Río Grande, Tierra del Fuego, una denuncia contra sus superiores –oficiales y suboficiales– por haber sido víctimas de violaciones a los Derechos Humanos en las Islas. El esqueleto de esa causa judicial, que hoy apunta a casi un centenar de genocidas identificados, fue una querella colectiva de ex soldados correntinos representados por el entonces secretario de Derechos Humanos de la provincia, Pablo Vassel. En uno de aquellos testimonios, que Tiempo Argentino publica en exclusiva (ver recuadro), Ángel Aníbal Ramírez relató que el subteniente Dorigón ordenó estaquear a un soldado chaqueño durante cinco horas por "hacer arder las tierras con unas ramas" para comer una oveja semicruda. 
Dorigón ordenó estaquear a un soldado chaqueño durante cinco horas por "hacer arder las tierras con unas ramas" para comer una oveja semicruda.
Ramírez nació en Esquina, Corrientes, y estuvo asignado como conscripto en el Regimiento de Infantería Nº 12 de Mercedes. Al estallar la guerra combatió en Darwin y en Puerto Argentino, y por orden de los superiores, era el encargado de guardar a sus compañeros muertos en grandes bolsas, "tipo un cajón, pero con cierre". En la entrevista que Vassel le realizó, filmada y cuya desgrabación textual figura en la causa, Ramírez agrega que "yo después de largo tiempo conté, cuando me tocó juntar, mis hermanos que quedaron en Malvinas, tanto ingleses como argentinos, meterle en la misma bolsa, como si fuera un cajón con cierre. Hacer un pozo y enterrarle todo junto ahí (sic), a veces eran tres o cuatro bultos, es como si yo agarro una valija, meté tanta ropa, me voy de viaje, ese no de viaje, era de viaje eterno."
El expediente, nutrido con el aporte de unos cien ex combatientes que denuncian crímenes y diferentes tipos de tortura –compañeros estaqueados, castigo físico y psicológico, falta de comida, simulacros de fusilamiento, golpes y soldados atados desnudos a la intemperie con temperaturas bajo cero– llegó a la Cámara de Casación Penal, que rechazó el planteo y declaró los hechos de Malvinas como prescriptos. En marzo de 2012, el Centro de ex Combatientes de La Plata (CECIM) presentó un recurso ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación para que el tribunal declare esos delitos como de lesa humanidad, pedido que todavía espera resolución.
Después de abandonar el Ejército, Dorigón pudo reciclarse en áreas de Recursos Humanos de empresas privadas. En su currículum destaca habilidades en "gestión integral de empresas, cumpliendo los objetivos operativos impuestos con mucha capacidad negociadora en aspectos comerciales y gremiales". Fue gerente en la cadena Coto y tuvo a cargo 750 personas en la empresa Centinela de Seguridad Privada, donde le confiaron "la reorganización del área de Operaciones".

"El subteniente dorigón mandaba a estaquear”
La siguiente es una síntesis del diálogo que Pablo Vassel mantuvo con el entonces soldado Angel Ramírez. El testimonio integra la querella contra efectivos argentinos acusados de torturar a ex combatientes en Malvinas.
–¿Al mando de quién estabas ahí?
–Subteniente Dorigón. Ahora no sé si sigue ahí o si no. Puede haber un apellido Dorigón. Sargento primero García, García hay muchos. Cabo Oloarda. Cabo primero, era un morocho, no me acuerdo. Monzón, teniente primero Elía.
–Todos ellos estuvieron con vos en Darwin.
–Primero estuvimos en el Ejército y después estuvimos en Darwin, y el cabo Lobarda, o algo así.
–¿El trato de estos superiores hacia vos y tus camaradas cómo era? ¿Hubo algún hecho excepcional?
–Cómo le puedo explicar, nosotros vivíamos haciendo guardia, del norte al este, del este al norte, del sur al oeste, yo no tengo estudios pero más o menos me acuerdo de lo que hacíamos. A mí no me tocó que me traten así, pero he visto por compañeros míos, los pateaban.
–Hay camaradas tuyos que contaron que hubo falta de comida por varios días.
–No, meses. A mí me tocó meses. Comíamos oveja cruda, carneábamos y la hacíamos a la llama. Usted sabe que la tierra en las Islas Malvinas, es como el carbón, es una tierra negra, vos hacés un pozo, un fuego, y es todo petróleo, arde eso. Nosotros comíamos la oveja a la llama, comíamos medio crudo y cocido.
–Ustedes sacaban las ovejas…
–Ellos tenían de chapa de zinc, tanto el techo como los costados, 100 kilómetros donde resguardaban las ovejas a la noche, el corral, era ancho y largo y tenían moto, moto tipo de triciclo, de mucha fuerza, de velocidad, ellos recorrían miles y miles de ovejas con dos motos, uno en cada punta. Teníamos hambre nosotros.
–¿Alguno de tus compañeros fue sancionado por hacer esto, comer ovejas?
–No, porque éramos muy inteligentes en tratar de que ellos no nos vean, nuestros mismos compatriotas argentinos, oficial, suboficial. Lo hacíamos como le llaman el cuatrerismo, pero no era cuatrerismo, era por hambre.
–¿Algún compañero tuyo fue sancionado por hacer esto?
–No, yo no fui sancionado.
–¿Algún camarada tuyo?
–Sí, yo vi.
–¿Qué viste vos?
–Lo estaquearon.
–¿Sabés cómo se llama tu compañero estaqueado o de qué lugar era?
–Me deja pensar dos minutos le puedo decir. Chaqueño, de Quitilipi.
–¿Cuánto tiempo estuvo estaqueado tu camarada chaqueño?
–En ese frío, habrá sido de las nueve de la mañana a la una de la tarde.
–El que hizo eso, ¿fue un sargento, un cabo, un oficial de los que nombraste?
–Giachino estaba también por ahí. El que hizo eso fue Dorigón, era subteniente, tiene una estrella acá, el teniente tiene dos, el teniente primero tiene tres. Ese subteniente Dorigón cuando yo hice la colimba, que salí a los siete u ocho meses por orden de mérito, yo era el ayudante de él, en el regimiento, yo iba, buscaba la comida en el Casino de Oficiales, le limpiaba la pieza. Cuando estábamos de civil como usted, conversábamos como usted, dentro del Ejército. Para eso le pagan, para respetar y ser respetado.
–Ahí el subteniente Dorigón es quien ordenó estaquear a tu camarada.
–Él no me dijo a mí, pero yo vi, póngale que este señor, ellos no te van a llamar delante a vos y le van a decir estaqueale a aquel, pero hay oídos finos que escuchan. Como yo era del regimiento ya que siempre lo atendía a él que era soltero, que vivía en el regimiento, en la pieza de los oficiales, era el subteniente Dorigón, y después de las Malvinas, qué cargo le habrán dado. De eso yo vi en las Malvinas, era un flaco alto, un tipo muy intelectual y mandaba a estaquear y mandó a estaquear.

"Decir que Malvinas fue una guerra absurda es un eslogan"

Entrevista de Tiempo Argentino a Rosana Guber, investigadora del CONICET. La antropóloga trabaja en su tercer libro sobre el conflicto, una etnografía con pilotos de la Fuerza Aérea. Cuestiona la actitud progresista de no prestarle atención a la guerra y sostiene que los soldados no fueron actores pasivos, mera "carne de cañón".


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Tiempo Argentino
 
Las reflexiones de Rosana Guber suelen incomodar. No por provocación o por cinismo. La molestia es producto, en general, de su apuesta por el método etnográfico. Por atreverse a preguntar a aquellos que no "merecen" ser consultados y encontrar en sus respuestas rupturas con el sentido común. Hace más de diez años, la antropóloga decidió meterse con uno de los temas más espinosos de la historia argentina, la cuestión Malvinas, un símbolo en el que se condensan contradictorios aspectos del ser nacional.
 
Después de ¿Por qué Malvinas? y De chicos a veteranos, libros donde explica la construcción de esa causa nacional y las paradojas que suscitó la guerra en algunos de sus protagonistas, Guber inició un trabajo etnográfico con pilotos de la Fuerza Aérea que participaron del enfrentamiento bélico, con el objetivo de discutir las interpretaciones que homologan el poder militar con el poder político, y que conciben lo sucedido en Malvinas como una extensión de la guerra antisubversiva. En La Experiencia, Guber cuestiona además la idea de que fue un suceso absurdo y la imagen del conscripto como "pura víctima". "La cuestión es qué le hacemos decir a Malvinas y qué nos puede decir", alerta en diálogo con Tiempo Argentino. 
 
–¿Por qué estudiar la guerra? 
 
–Por varias razones. Primero, porque la guerra es una actividad humana muy enigmática. En la historia de la antropología, la guerra recibió muchas explicaciones. La vincularon al control de poblaciones, la entendieron como una forma de producción económica, como expresión de las tensiones de una sociedad o como una exacerbación de la masculinidad. Lo cierto es que todos los pueblos hicieron la guerra, como víctimas, como victimarios o las dos cosas. La guerra es un proceso político organizado por los Estados, que involucra a toda la población, todos los recursos del aparato estatal y del sistema civil. Muchas veces se piensa que es una actitud progresista no prestarle atención a la guerra, pero es un error.
 
–Y en el caso argentino, ¿qué devela un análisis de este tipo? 
 
–En la Argentina no había involucramiento en guerras desde la Triple Alianza. Está asumido que los militares lo único que sabían hacer era reprimir gente indefensa y que cuando llegaron a enfrentarse, corrieron todos despavoridos. Y eso no es verdad. Eso no quiere decir que hicieron bien las cosas. Habría que analizar en términos de armas, saberes, fuerzas, medios. Incluso las Fuerzas Armadas no son la misma cosa: tienen historias diversas, medios, conocimientos y destrezas distintos. Y hay especialidades. En la Fuerza Aérea no es lo mismo alguien que está en transporte que alguien que está en salvamento y exploración, o quien pilotea un avión de caza. Es distinto quien va equipado con misiles de quien lleva bombas convencionales. Cumplen distintas funciones. Además, el rol de las Fuerzas Armadas en la vida nacional no empezó en 1976, ni fue simplemente represivo. También sirvió para otras cosas y fue vital para el desarrollo y la integración del país. 
 
–¿Pero rescatar su saber militar en ese período no implica un riesgo? 
 
–¿De que sea leído como un modo de contrarrestar la crítica? ¿Por qué no puedo convivir con la complejidad, aceptar que hubo una fuerza que hizo las cosas bien, que se desempeñó muy por encima de lo previsible según su experiencia y sus recursos bélicos? ¿Por qué no puedo entender que el ser humano es capaz de las dos cosas y de muchas más en el medio? No me preocupa si lo que yo investigo es simplificado como laudatorio o promilitar. Eso ya corre por cuenta de los lectores. Yo estoy tratando de entender qué significó la guerra para los argentinos en muchos aspectos y trato de centrarme en quienes la protagonizaron. Por esa idea del riesgo, casi no se hace investigación sobre el mundo militar en América Latina. Si uno compara los estudios sobre Derechos Humanos y los estudios sobre desempeño militar en el escenario bélico internacional, es una proporción de uno a 100. La gente no quiere meterse en un tema espinoso, tiene miedo a apasionarse y a querer entender desde otro punto de vista. Pero si uno acepta que el ser humano y las sociedades son complejos, uno puede atreverse a entender quiénes somos, y de qué fuimos y somos capaces. El militar es un ser humano, es bueno recordarlo. Tiene aciertos, errores, y se maneja con una lógica con la que me puedo comunicar.
 
–Entonces, se lo pregunto al revés, ¿para qué hacerlo?
 
–Porque son una herramienta del Estado, porque involucran recursos, porque sirvieron al desarrollo argentino y porque la guerra fue protagonizada por gente, y en esa época por jóvenes de 19 y 20 años de población masculina. Porque el sistema del Servicio Militar Obligatorio funcionaba desde 1901 y fue un importante instrumento para la socialización de jóvenes que habitaban en lugares aislados o que, sin estar aislados, creían que todo el país era como las grandes ciudades. Era una forma de que muchos jóvenes conocieran al Estado y se conocieran entre sí. Y ahí estoy pensando en los jóvenes universitarios de clase media, de las grandes ciudades. Otra cosa, además, es desconocer cómo piensa el militar. ¿Por qué hacerlo? Porque hay distintas mentalidades militares. Y, finalmente, porque hubo un militar que tuvo una enorme injerencia en la vida argentina. Si no entiendo a los militares, no entiendo a Perón ni al peronismo. 
 
–¿Por qué sostiene que no hubo una extensión de la guerra antisubversiva al escenario bélico?
 
–Esa idea de extensión del terrorismo de Estado se sostiene en la figura emblemática del soldado conscripto arrastrado al campo de batalla sin entrenamiento ni equipamientos necesarios y como objeto de apremios. Pero, otra vez, una guerra es un fenómeno complejo, con situaciones de caos que genera permanentemente el enemigo. Toda la cuestión logística, del hambre, del frío, son privaciones inherentes a una guerra. ¿Esas fallas fueron hechas adrede contra el soldado en tanto civil? Cuando se habla de los campos clandestinos se habla de una persecución político-ideológica. Cuando te vas a la guerra, no está claro ese pasaje. Hubo abusos de autoridad, pero hubo superiores que se sometieron a las mismas condiciones que sus soldados. La imagen del militar que lo único que sabe hacer es reprimir a gente inocente y por eso va a Malvinas y hace lo mismo con los civiles bajo bandera, es una caricatura. No te la podés pasar torturando a un soldado porque, entre otras cosas, se te viene el enemigo. Esa lógica es de una simpleza que no resiste el análisis histórico. 
 
"Las organizaciones de ex soldados, incluso las más antimilitaristas, ubican la memoria del soldado en una posición activa y hasta de resistencia".
–¿Pero los soldados no fueron víctimas, "carne de cañón"?
 
–No fueron puramente pasivos. Las organizaciones de ex soldados, incluso las más antimilitaristas, ubican la memoria del soldado en una posición activa y hasta de resistencia, contra los apremios y contra los enemigos. Estamos hablando de jóvenes de 20 años que no hicieron un prolongado adiestramiento militar, que tenían un año de conscripción en tiempo de paz, y algunos con mero trabajo de oficina, pero que servían a la patria y fueron a la guerra. ¿Son puro objeto de sus superiores? Los escritos testimoniales de los ex soldados están lejos de ser unívocos o lineales. Y no me refiero a las películas sino a sus propios escritos. La jerarquía militar es dura, y en la guerra es más dura. Y hubo castigos desmedidos, pero también soldados que aman a sus ex jefes y se encuentran, aunque tengan diferencias políticas. Yo creo que no indagar qué fue Malvinas para los soldados y los suboficiales y oficiales es desterrar al sinsentido una parte muy relevante de la historia argentina. La que hizo posible 1982 y lo que pasa después. Decir que fue una guerra absurda es un eslogan, pero no una verdad histórica ni un hecho de justicia. 
 
–¿Qué es lo que ellos tienen para decir sobre la guerra?
 
–Muchos pilotos, por ejemplo, y para pasar a los netos profesionales, explican: "Fui a hacer mi trabajo. Para eso me formaron y para eso el pueblo argentino pago mi carrera." Y ahí hay un dilema. Porque decir que fue un trabajo implica restarle toda su dimensión heroica, es la rutinización de la profesión militar en tiempos de paz y de guerra. Pero una persona que fue a hacer la guerra por ahí perdió una pierna, una facultad o la vida. En el caso de los pilotos, algunos se empeñaron en ir aun cuando no les correspondía. Uno de ellos cayó en combate y algunos vicecomodoros fueron en misiones de ataque pese a la reticencia de sus subalternos.
 
–Como fuera, el dilema inescindible de todo esto es la relación del conflicto y sus protagonistas con la dictadura. ¿Qué dicen de eso?
 
–La estructura militar está basada en la orden; si estás adentro, respondés. Si no, te vas. Si, además, vos ingresaste al sistema militar, lo hacés porque te interesa la estructura y la guerra, además de tener un trabajo seguro, casa y comida. No estamos hablando de una Argentina con el 30% de la población desempleada. Quienes eran militares en 1982 hubieran tenido otras opciones en el mercado laboral. Por otro lado, Malvinas, en 1982, no era una causa militar, sino una causa de todos los sectores políticos e ideológicos dentro y fuera del país. Desde 1833, escriben sobre Malvinas José Hernández, Paul Groussac, Alfredo Palacios, Atahualpa Yupanqui, José Pedroni. La marcha de Malvinas es de 1943. En 1966 está el Operativo Cóndor. Era una causa nacional y popular que el régimen aprovechó, trató de instrumentar y se fue con ella. Porque la causa lo condujo, la gente que no podía estar en la calle. El entusiasmo malvinero era también el de la concordia; después de tantos años de conflicto, la posibilidad de estar del mismo lado. Una causa que hablaba de la dignidad de la nación, una causa anticolonialista. Perú y Venezuela apoyaron activamente durante el conflicto, a pesar de que ninguno de los dos está sobre el Atlántico Sur. Los mineros bolivianos se alistaron como voluntarios. Hay mucho más que la cuestión doctrinaria nacionalista.
 
–¿De dónde viene ese carácter nacional y popular?
 
–La gente ubica esa referencia en la escuela, pero yo revisé la revista del magisterio hasta poco después del peronismo, y desde 1970 hay un solo artículo sobre las Islas Malvinas. Hoy tampoco se sabe qué decir sobre Malvinas, ni desde lo histórico ni desde lo geográfico. ¿Cómo circuló entonces la cuestión? Yo creo que en la soberanía sobre Malvinas se jugaba algo de la soberanía nuestra, interior, política y social, algo que era sustentado por distintas ideologías políticas. Hay una anécdota de unos conscriptos en el ara San Antonio que, cuando escuchan al contraalmirante Busser decir que recuperarían Malvinas, dicen: "¡Pero si las Malvinas son argentinas!" Entonces, buscan en el mapa y no las encuentran, porque buscan en la costa de Brasil. Sin embargo, sabían que eran argentinas.
 
–¿La causa cambia su contenido después de la guerra? 
 
–La causa Malvinas no va a volver a ser lo que fue. A la causa le pasó lo mismo que a la gente que fue a la guerra: fue tomada y tocada por lo militar. Los grupos de ex combatientes, hasta los más antimilitares, tienen un soldado con un fusil en su emblema, no la paloma de la paz. Malvinas tiene una impronta militar ineludible porque así fue nuestra historia. Uno podría preguntarse si la historia se equivoca, pero la historia es la nuestra y es lo que es. Personalmente, no estoy de acuerdo con quienes desmerecen la importancia de Malvinas en la actualidad. Porque son un espacio colonial británico con un elemento desestabilizador, una base militar. Decir que la cuestión Malvinas depende de la decisión de los isleños oculta esta imposición militar y hasta la blanquea. ¿Es la decisión de los isleños sostener la base? No puedo expurgarla de lo militar, ni de lo colonial.
 
La frontera entre lo militar y lo civil
 
Si la investigación de Rosana Guber ya es delicada por el tema, la complica aún más el hecho de que ella sea mujer, "civil", académica, no familiarizada con la vida y la lógica militar salvo en las ideas, generalmente negativas, que los argentinos guardan de las Fuerzas Armadas como factores de poder en la historia del país. En ese sentido, su trabajo se fue transformando en una traducción entre dos mundos que se conocen poco, y se quieren menos, un desafío que ella misma explicita en su libro La Experiencia, dirigido a los pilotos militares y a los antropólogos y científicos sociales con quienes comparte las herramientas analíticas, pero no algunas de sus visiones.
 
"Pensé que esas notas me podrían ayudar a comunicar a cada cual por qué puede serles útil su lectura y, sobre todo, la disposición a comprenderlo como una forma distinta de comprender Malvinas y acaso nuestro país. Pensé que esas notas podrían ser el punto de partida para que este volumen condense una perspectiva sumamente difícil en la Argentina: la mirada recíproca de dos mundos que se han vivido como ajenos y enfrentados y que, sin embargo, siguen siendo partes ineludibles de nuestro devenir nacional", reflexiona Guber, quien además llama a relativizar la frontera entre lo civil y lo militar.
 
¿Kamikazes o pilotos de caza? 
 
Fueron los tripulantes de las fragatas de la Royal Task Force quienes primero se refirieron a los pilotos argentinos como kamikazes. Al recordar las misiones de ataque especial japonesas contra la flota aliada al finalizar la Segunda Guerra Mundial (1944-1945), los británicos demostraban su perplejidad ante las atrevidas incursiones de los aviones de caza argentinos. ¿Cómo explicar, si no, la entrega de estos oficiales que, desde el punto de vista británico, sólo podían atacar pagando con la muerte? 
La comparación es, sin embargo, engañosa.
 
Los aviones argentinos no eran bombas; sus cabinas no iban cargadas de explosivos para estrellarse, con avión y piloto, contra las fragatas, como sí ocurrió en Japón. Los argentinos debían lanzar sus bombas casi rozando los buques o, en sus palabras, "ponerlas con la mano" para inmediatamente hacer "el escape". 
 
Los tokkotai (verdadero nombre de los protagonistas de las misiones de "ataque especial") tenían entre 17 y 23 años de edad y eran, en un 95%, miembros rasos de las fuerzas armadas japonesas y hombres reclutados por la fuerza con una elevada proporción de estudiantes universitarios, todos ellos entrenados apresuradamente. Los pilotos argentinos eran en su totalidad oficiales profesionales habilitados en sus sistemas de armas; tenían entre 24 y 40 años y, cuanto menos, seis años de vida aeronáutica continua y permanente. 
 
Los jóvenes japoneses, pese a las historias desfiguradas que luego contó Occidente desde el film Tora! Tora! Tora!, no fueron a las misiones creyendo que morirían por el Emperador sino porque habían sido forzados para ello.
 
Los oficiales argentinos no fueron a las misiones fanatizados por la gloria eterna y el reconocimiento público. Aceptando que la muerte era posible como parte de su trabajo, fueron a cumplir las órdenes porque así lo habían aprendido cuando decidieron ser profesionales militares; fueron también porque sus compatriotas –militares y civiles bajo bandera– enfrentaban al mismo enemigo en las islas; fueron incluso porque estaban convencidos, como el resto de los argentinos, que las Islas Malvinas eran argentinas; y sobre todo, fueron porque, concluida la guerra, iban a volver a casa.

ROSARIO

SOCIEDAD • Domingo 13 de Abril de 2014 | 07:18
El desembarco de las fuerzas federales de seguridad en Rosario nació para simbolizar la soberanía estatal sobre un territorio gobernado hasta entonces por el crimen organizado. A tal efecto fueron movilizados 3000 efectivos en 800 vehículos.
 
Su infraestructura incluye siete helicópteros, un avión, 50 perros antidrogas y un sistema de comunicaciones con tecnología de punta. Y se trata –según sus hacedores– del operativo más ambicioso de la historia policial argentina.
 
En resumidas cuentas, su acto iniciático en los arrabales rosarinos más picantes se tradujo en 89 allanamientos; su saldo: 26 arrestos y el secuestro de cuatro kilos de cocaína, además de cuatro revólveres, dos máscaras de gas y 70 mil pesos. Apenas un anticipo, cómo para consolidar la ocupación. 
 
En el aspecto coreográfico, el asunto en sí tiene cierta reminiscencia con lo adelantado por la Escuela de Guerra de los Estados Unidos en cuanto a cómo serán los conflictos bélicos en el siglo XXI: "La guerra estará en las calles, en las alcantarillas, en los rascacielos y en las casas expandidas que forman las ciudades arruinadas del mundo."
 
Pero, en este caso, el conflicto reconoce un segundo frente: la corrupción estructural de la policía santafesina, cuyo saneamiento –o, al menos, su neutralización– es ahora un imperativo para normalizar la lucha del Estado contra las organizaciones volcadas al delito.
 
La banda de Los Monos se hizo fuerte en los barrios del sur rosarino. Tanto es así que el ascendente cártel de la familia Cantero trajo aires renovadores a la actividad delictiva.
El escenario es, por demás complejo. En los '90, la banda de Los Monos se hizo fuerte en los barrios del sur rosarino. Tanto es así que el ascendente cártel de la familia Cantero trajo aires renovadores a la actividad delictiva, al diversificar sus negocios con crímenes por encargo, usuras y extorsiones. Para ello, su ya finado líder, Claudio "El Pájaro" Cantero, logró tejer una serie de alianzas tácticas con diferentes grupos de poder: policías, barrabravas, empresarios y políticos. Así amplió su estructura y extendió su dominio a gran parte de la ciudad. Y de una forma exponencial. 
 
Lo cierto es que la instalación pública de esta historia se desató a fines de 2012, cuando el comisario Hugo Tognoli, se convirtió en el primer jerarca de una fuerza policial que termina tras las rejas por sus vínculos con redes de narcotráfico. Como música de fondo, una virulenta interna entre bandas –con 160 muertos en ese año y 264, en 2013– sacudía la siesta rosarina. En definitiva, aquella guerra dejó al desnudo una alteración del vínculo entre la policía y los sindicatos del crimen. 
 
Hasta ese momento, sus actividades estaban sometidas a las normas de la recaudación policial. Un modo eficaz de graduar los niveles de la violencia urbana. Sin embargo, en algunas coyunturas, las actividades reñidas con la ley –en virtud al desarrollo geométrico de sus actores– superan con creces la capacidad de regulación ejercida por los uniformados, provocando una implosión institucional. 
 
Lo que está en riesgo, entonces, es nada menos que la subordinación de dichos grupos al poder de "gorra". Las mafias que logran extenderse en determinados ámbitos geográficos comienzan a establecer vínculos de paridad con sus antiguos mandantes de azul. Y en algunos casos, estos dejan de ser gerentes para convertirse en simples empleados.
 
No habría en tal fenómeno otro factor que un creciente mercado minorista en manos de una estructura de venta al menudeo no menos creciente y con un sólido dominio territorial. Eso es, justamente, lo que pretende desbaratar la task force encabezada por Sergio Berni. 
 
Tal vez su estrategia esté inspirada en la experiencia carioca de la UPP (Unidad de Policía Pacificadora), la fuerza militarizada de Río de Janeiro que, con previo aviso, invaden las favelas y se quedan.
 
Sus incursiones se remontan a comienzos de 2011 y, por cierto, lograron reducir la hegemonía comercial del narco. Pero ahora, la comparten con las llamadas "milicias"; es decir, grupos integrados por policías, militares y bomberos que, en sus ratos libres se dedican a imponer el "orden".
 
Es de suponer que, en Rosario, Berni sabrá conjurar tales desviaciones.