viernes, 11 de abril de 2014

Los piquetes del 10A

El autor reflexiona sobre los cortes organizados por organizaciones de izquierda para acompañar el paro de la CGT opositora. "¿Cuál debería ser el rol del Estado frente a los piquetes del 10 A?", se pregunta.
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Por Horacio Bustingorry
¿Cuál debería ser el rol del Estado frente a los piquetes del 10 A? Son razonables las voces que reclaman su accionar para garantizar el derecho al trabajo y la libre circulación. Sin embargo, lo más razonable es dejar que la jornada transcurra, y que la propia impotencia para extender la protesta de las organizaciones convocantes diluya la medida.
¿Sería pertinente que el Estado actúe para permitir el derecho al trabajo? Seguramente, pero en un país como Argentina, donde existe un comprensible y saludable rechazo a la represión, es necesario extremar medidas para evitar males mayores. De esta manera, no ocurrirían incidentes como los que dejaron un saldo de varios heridos (entre manifestantes y gendarmes) en el corte de la Panamericana. Es necesario recordar también, que el mayor ataque contra el derecho al trabajo lo generaron las políticas neoliberales de los 90, y que el piquete fue un gran instrumento de lucha para modificar ese estado de cosas, y crear las condiciones para que el kirchnerismo realizara su formidable política de descenso de la desocupación.
Lo central de la jornada del 10 A es que, hasta ahora, los cortes han tenido escasa convocatoria. Estamos ante un día atípico que dista mucho de repetirse sistemáticamente. En este contexto, no debería manifestarse tanto celo para evitar los piquetesmás cuando estas acciones vuelven a repetirse luego de haber transcurrido un año y medio desde el 20 N de 2012.
Lo que está detrás de la poca concurrencia y falta de acompañamiento a la medida es el programa ultraizquierdista de las organizaciones convocantes. Esbozan reclamos justos y expresan un síntoma del deterioro económico y social de los últimos dos años. Pero su postura antigubernamental y el nulo reconocimiento de todas las conquistas conseguidas durante el ciclo kirchnerista, no constituyen un programa compartido por la mayoría de la población. Testimonio de ello, son los cortes que tuvieron que ser levantados. Ante este panorama, dejemos que por su propia dinámica, los piquetes terminen diluyéndose.

"Barrionuevo, su empleado Moyano, y el 'paro' que festeja Magnetto"

El Frente para la Victoria criticó mediante un comunicado la medida de fuerza propuesta por gremios opositores. El texto completo.
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Por el Frente para la Victoria (FpV)
Quienes suscribimos ésta declaración manifestamos nuestro repudio al paro convocado por Barrionuevo, Moyano y la Sociedad Rural.
La medida beneficia únicamente a las grandes corporaciones que pretenden detener el proceso de inclusión de los sectores históricamente olvidados de nuestra Patria, que encontraron justicia social desde el 2003 con la presidencia de Néstor y hoy con la de Cristina.
Aquel 25 de Mayo del 2003 fuimos convocados a construir un sueño que fue haciendo se realidad con las paritarias, la recuperación del sistema jubilatorio público, la negativa regional a integrar el ALCA, la política de desendeudamiento con el FMI y los fondos buitres, la asignación universal por hijo , la recuperación de YPF, Aerolíneas Argentinas, AySA y varias de nuestras líneas ferroviarias, los programas PROCREAR y PROGRESAR, los planes federales de vivienda y tantas otras políticas públicas que dan un horizonte de justicia social, soberanía política e independencia económica para los trabajadores y trabajadoras argentinas.
¿Qué dirían Perón y Evita de un paro apoyado por la Sociedad Rural?
Semejante condena no es necesaria, ya que son los mismos trabajadores y trabajadoras las que saben que nada bueno pueden esperar de un paro convocado por Barrionuevo, traidor consuetudinario del movimiento obrero, cómplice de la flexibilización laboral del menemismo y artífice del debilitamiento de las obras sociales sindicales. Peor aún, hoy acompañado por Hugo Moyano, quien habiendo podido cumplir el rol histórico de ser líder del movimiento obrero organizado en este momento de transformación, optó por el devaluado puesto de "culata" del gastronómico. De la Marcha Federal al paro de la SRA y Magnetto, sin escalas.  Cristina es la primera que asume responsabilidad ante los desafíos del futuro y la necesidad de defender y fortalecer los logros obtenidos y nos impulsa para que sigamos militando y profundizando este proyecto, porque lo que falta lo vamos a conseguir por este camino y no por el retorno al modelo neoliberal: "El derecho de huelga es un derecho que asiste a todos los trabajadores por imperio de la Constitución. Hay derecho de huelga, pero no de chantaje ni de extorsión".
Adhieren:
JULIAN DOMÍNGUEZ (DIP. NAC. FPV) - EDGARDO DEPETRI (DIP. NAC. FPV) – JORGE RIVAS (DIP. NAC. FPV) - JORGE BARRETO (DIP. NAC. FPV) - CAROLINA GAILLARD (DIP. NAC. FPV) - LAUTARO GERVASONI (DIP. NAC. FPV) - LEONARDO GROSSO (DIP. NAC. FPV) - ADELA SEGARRA (DIP. NAC. FPV) – CARLOS RAIMUNDI (DIP. NAC. NUEVO ENCUENTRO FPV) – OSVALDO ELORRIAGA (DIP. NAC. FPV) – GASTON HARISPE (DIP. NAC. FPV) - MARIA LUZ ALONSO (DIP. NAC. FPV) - ANDRES ARREGUI (DIP. NAC. FPV) - MARIA DEL CARMEN BIANCHI (DIP. NAC. FPV) - MARA BRAWER (DIP. NAC. FPV) - MARIA DEL CARMEN CARRILLO (DIP. NAC. FPV) - JUAN CABANDIE (DIP. NAC. FPV) - MARCOS CLERI (DIP. NAC. FPV) - DIANACONTI (DIP. NAC. FPV) - MONICA CONTRERA (DIP. NAC. FPV) - EDUARDO DE PEDRO (DIP. NAC. FPV) - ANABEL FERNANDEZ SAGASTI (DIP. NAC. FPV) - ARACELI FERREYRA (DIP. NAC. FPV) - ANDREA GARCIA (DIP. NAC. FPV) - MARIA TERESA GARCIA (DIP. NAC. FPV) - JOSEFINA GONZALEZ (DIP. NAC. FPV) - PABLO KOSINER (DIP. NAC. FPV) - CARLOS KUNKEL(DIP. NAC. FPV) - ANDRES LARROQUE (DIP. NAC. FPV) - MAYRA MENDOZA (DIP. NAC. FPV) - MARIO METAZA (DIP. NAC. FPV) - MARIO OPORTO (DIP. NAC. FPV) - MARIELA ORTIZ (DIP. NAC. FPV) - MARTIN PEREZ (DIP. NAC. FPV) – HORACIO PIETRAGALLA (DIP. NAC. FPV) - ADRIANA PUIGROSS (DIP. NAC. FPV) - CARLOS RUBIN (DIP. NAC. FPV) - MARCELO SANTILLAN (DIP. NAC. FPV) – MAURICIO GOMEZ BULL (DIP. NAC. FPV) JORGE FERRARESI (INT. AVELLANEDA) – JUAN JOSÉ MUSSI (INT. BERAZATEGUI) – ENRIQUE SLEZACK (INT. BERISSO) – GASTÓN ARIAS (INT. BRANDSEN) – GUSTAVO ARRIETA (INT. CAÑUELAS) – MARIO SECCO (INT. ENSENADA) – FERNANDO GRAY (INT. ESTEBAN ECHEVERRÍA) – OSCAR CICCO (INT. EZEIZA) – JULIO PEREYRA (INT. FLORENCIO VARELA) – FERNANDO ESPINOSA (INT. LA MATANZA) – DARIO DIAZ PEREZ (INT. LANÚS) – GUSTAVO SOBRERO (INT. LOBOS) – SANTIAGO CARASATORRE (INT. LOMAS DE ZAMORA) –FERNANDO CARBALLO (INT. MAGDALENA) – ANIBAL REGUEIRO (INT. PRESIDENTE PERÓN) – HERNÁN Y-ZURIETA (INT. PUNTA INDIO) – FRANCISCO GUTIERREZ (INT. QUILMES) – DANIEL DI SABATINO (INT. SAN VICENTE) – EMILIO PÉRSICO (SEC. GRAL. MOVIMIENTO EVITA) - LUIS D´ELIA (MILES) - MARTIN SABBATELLA (MESA NACIONAL NUEVO ENCUENTRO) – MILAGRO SALAS (ORG. TUPAC AMARU) - FEDERICO SUSBIELLES (UNIDOS Y ORGANIZADOS) - HERNÁN LETCHER (SEGUNDO CENTENARIO) - JORGE "QUITO" ARAGÓN (CORRIENTE NACIONAL MARTIN FIERRO) - MARCELO KOENING (CORRIENTE PERONISTA DESCAMISADOS) - PATRICIA FERNÁNDEZ (PERONISMO 26 DE JULIO) - PABLO PEREYRA (PARTIDO COMUNISTA CONGRESO EXTRAORDINARIO) – FEDERICO MARTELLI (MOVIMIENTO DE UNIDAD POPULAR) - CECILIA MERCHAN (CORRIENTE POLÍTICA Y SOCIAL LA COLECTIVA) - LÍA MÉNDEZ (PARTIDO HUMANISTA) - MARIO LOPEZ (PROYECTO NACIONAL) – ANDRES LOMBARDI (JACS) - HUGO "PÀJARO" COLAONE (MPA) - MARCELO "PACHA" VELASCO (CNP25) – KOLINA - CARTA ABIERTA - MARIANO RECALDE (LA CÁMPORA) FERNANDO "CHINO" NAVARRO (DIP. PROV. FPV BS. AS.) - JOSÉ OTTAVIS (DIP. PROV. FPV BS. AS.) - ADRIÁN GRANA (DIP. PROV. NUEVO ENCUENTRO FPV BS. AS.) - ALICIA SANCHEZ (DIP. PROV. FPV BS. AS.) - MIGUEL FUNES (DIP. PROV. FPV BS. AS.) - LUCÍA PORTOS (DIP. PROV. FPV BS. AS.) - CÉSAR VALICENTI (DIP. PROV. FPV BS. AS.) - GABRIEL GODOY (DIP. PROV. FPV BS. AS.) - ROCÍO GIACCONE (DIP. PROV. FPV BS. AS.) - FERNANDA RAVERTA (DIP.PROV. FPV BS. AS.) - MARCELO SAÍN (DIP. PROV. NUEVO ENCUENTRO FPV BS. AS.) - JORGE TAIANA (LEGISLADOR FPV CABA) - LORENA POKOIK (LEG. FPV CABA) – PAULA PENACCA (LEG. FPV CABA) - GABRIELA CERRUTI (LEG. NUEVO ENCUENTRO CABA) - JOSÉCAMPAGNOLI (LEG. NUEVO ENCUENTRO CABA) – PABLO FERREYRA (LEG. IZQUIERDA POPULAR CABA) NÉSTOR PIEDRAHITA (DIP. PROV. NUEVO ENCUENTRO MENDOZA) - JOSÉTESSA (DIP. PROV. NUEVO ENCUENTRO FPV SANTA FE) - LUCIANO DI NAPOLLI (DIP. PROV. FPV LA PAMPA) - JESÚS SALIM (DIP. PROV. FPV TUCUMAN) - MATÍAS BEZI (DIP. PROV. FPV SANTA CRUZ) - LUCAS ILARDO (DIP. PROV. FPV MENDOZA) - MARINA FEMENIA (DIP. PROV. FPV MENDOZA) - MARTÍN DOÑATE (DIP. PROV. FPV RÍO NEGRO) - GERARDO RICO (DIP. PROV. FPV SANTA FE) - MIRIAM DUARTE (DIP. PROV. PAYS NUEVO ENCUENTRO MISIONES)- RODOLFO CANINI (DIP. PROV. NUEVO ENCUENTRO NEUQUÉN) - MÓNICA MACHA (SEN. PROV. NUEVO ENCUENTRO FPV BS. AS.) - CECILIA COMERIO (SEN. PROV. FPV BS. AS.) - SANTIAGO CARRERAS (SEN. PROV. FPV BS. AS.) - MARINA MORETTI (SEN. PROV. FPV BS. AS.) -EDUARDO ANCONA (SEN. PROV. FPV BS. AS.) - ALEJANDRA NAMAN (SEN. PROV. NUEVO ENCUENTRO MENDOZA) - JUAN ZABALETA (CJAL. FPV HURLINGHAM) - MARIANO CASCALLARES (CJAL. FPV ALMIRANTE BROWN) – LEANDRO MARTIN (CJAL. FPV SAN ISIDRO) – GUSTAVO PIANTINO (CJAL. FPV TIGRE) - RAMOS PABLO (CJAL. FPV ESCOBAR) - CANTERO HUGO (CJAL. FPV ESCOBAR) - PEREZ JAVIER (CJAL. FPV ESCOBAR) - TOSSIO DANIEL (CJAL. FPV ESCOBAR) - CARRANZA LUIS (CJAL. FPV ESCOBAR) - DORTONA CLAUDIA (CJAL. FPV ESCOBAR) - ADRIAN ESLAIMAN (CJAL. FPV HURLINGHAM) - HILDA LOPEZ (CJAL. FPV HURLINGHAM) - MIGUEL QUINTEROS (CJAL. FPV HURLINGHAM) - CARMEN CITADINO (CJAL. FPV HURLINGHAM) - ERNESTO BENITEZ (CJAL. FPV HURLINGHAM) - PEREYRA MARIA ROSA (CJAL. FPV ESCOBAR) - HERNÁN SABBATELLA (CJAL. NUEVO ENCUENTRO FPV MORÓN) - VIRGINIA VEYGA (CJAL. NUEVO ENCUENTRO FPV MORÓN) - ROGELIA FRANCO (CJAL. NUEVO ENCUENTRO FPV MORÓN) - VÍCTOR CAMPAGNOLI (CJAL. NUEVO ENCUENTRO FPV MORÓN) - ANÍBAL FRANCO (CJAL. NUEVO ENCUENTRO FPV MORÓN) - MARCELO RÍOS (CJAL. NUEVO ENCUENTRO FPV MORÓN) - SILVANA SOEST (CJAL. NUEVO ENCUENTRO FPV MORÓN) - LAURA CLARK (CJAL. NUEVO ENCUENTRO FPV PERGAMINO) -MARIA MARTA DE LUCIA (CJAL. NUEVO ENCUENTRO FPV SALADILLO) - LUÍS JURY (CJAL. NUEVO ENCUENTRO FPV 25 DE MAYO) - DANIEL LARRACHE (CJAL. NUEVO ENCUENTRO FPV ITUZAINGÓ) - HÉCTOR SALATINO (CJAL. NUEVO ENCUENTRO FPV FLORENCIO VARELA) - MARIANO CAMILETI (CJAL. NUEVO ENCUENTRO FPV FLORENCIO VARELA) - MARCELA MAIDANA (CJAL. NUEVO ENCUENTRO FPV MERLO) - CLAUDIO ANZUATE (CJAL. FPV JOSE C PAZ) - RODOLFO TAILHADE (CJAL. FPV MALVINAS) - JUAN IGNACIO USTARROZ(CJAL. FPV MERCEDES) - MARIANELLA ARENILLAS (CJAL. FPV MERCEDES) - MARCELA VIGUERA (CJAL. FPV SAN MIGUEL) - MARCELA VENTURA (CJAL. FPV SAN FERNANDO) - PABLO RAMOS (CJAL. FPV ESCOBAR) - ROXANA LOPEZ (CJAL. FPV TIGRE) - SANTIAGO LAURENT (CJAL. FPV PILAR) - RAMIRO RAFER (CJAL. FPV RAMALLO) - ESTEFANÍA CORDOBA (CJAL. FPV SAN ANTONIO DE ARECO) - WALDEMAR GIORDANO (CJAL. FPV SALTO) - VANESA LOPEZ (CJAL. FPV LOMAS DE ZAMORA) - EMMANUEL GONZALEZ SANTALLA (CJAL. FPV AVELLANEDA) - JORGE ROMERO (CJAL. FPV FLORENCIO VARELA) - GABRIEL SANDOVAL (CJAL. FPV LANUS) - ALDANA DAMONE (CJAL. FPV LANUS) - DIEGO VIDELA (CJAL. FPV PEHUAJO) - MATIAS RODRIGUEZ (CJAL. FPV PEHUAJO) - LAURA BELUSCI (CJAL. FPV ALBERTI) - FERNANDO URETA (CJAL. FPV L. N ALEM - VEDIA) - MAIA LEIVA (CJAL. FPV JUNIN) - JUAN NIRICHE (CJAL. FPV JUNIN) - JUAN PABLO VISMARRA (CJAL. FPV BALCARCE) - ROGELIO IPARRAGUIRRE (CJAL. FPV TANDIL) - VICTOR CASANOVAS (CJAL. DOLORES) - GERAN CASTELLA (CJAL. FPV DOLORES) - JUAN CANO (CJAL. FPV CHASCOMUS) - JORGE VITALE (CJAL. FPV GRAL. BELGRANO) - FEDERICO AGUILERA (CJAL. FPV OLAVARRIA) - DIEGO YANSON (CJAL. FPV SALADILLO) - JUAN DEBANDI (CJAL. FPV TRES DE FEBRERO) - WALTER FESTA (CJAL. FPV MORENO) - JOSÉ PÉREZ (CJAL. FPV JOSÉ C. PAZ) - JÉSICA PENOVI (CJAL. FPV MORÓN) - JUAN PABLO LÓPEZ BAGGIO (CJAL. FPV MERCEDES) - LEONARDO RIAL (CJAL. FPV VICENTE LÓPEZ) - LEANDRO MARTÍN (CJAL. FPV SAN ISIDRO) - LEONARDO LIGNAZZI (CJAL. FPV ZÁRATE) - GABRIEL PEDRETI (CJAL. FPV SAN A. DE GILES) - EMILIANO TAMI (CJAL. FPV CARMEN DE ATECO) - AGUSTIN CASARES (CJAL. FPV SAN ANTONIO DE ARECO) - DIEGO BRIGATI (CJAL.FPV PERGAMINO) - TAMARA PERINI (CJAL. FPV AVELLANEDA) - JUAN FABIANI (CJAL. FPV ALTE. BROWN) - VALERIA BELLIZZI (CJAL. FPV ESTEBAN ECHEVERRIA) - SERGIO CABALLERO (CJAL. FPV ESTEBAN ECHEVERRIA) - JUAN PABLO NIRCHE (CJAL. FPV JUNIN) - JUAN PABLO CAPELLI (CJAL. FPV LOBERIA) - PABLO MARUCCI (CJAL. FPV BALCARCE) - IGNACIO FOSCO (CJAL. FPV TANDIL) - FELIX TOLOSA (CJAL. FPV GRAL. GUIDO) - MIGUEL ALBERTO CARRIZO (CJAL. FPV SAN CAYETANO) - ALEJANDRA CARLI (CJAL. FPV MIRAMAR) - SEBASTIAN GONZALEZ (CJAL. FPV MAIPU) - FERNANDO BENITEZ (CJAL. FPV MAIPU) - NANO CARA (CJAL. FPV LA PLATA) - FLORENCIA SAINTOUT (CJAL. FPV LA PLATA) -GILBERTO ECHEVERRÍA (CJAL. FPV ALVEAR CORRIENTES) - CRISTIAN PONT (CJAL. FPV CAA CATÍ CORRIENTES) - VERÓNICA NAVARRO (CJAL. FPV CORRIENTES CORRIENTES) - JUSTO ESTOUP (CJAL. FPV CORRIENTES CORRIENTES) - JUAN DOMINGO GONZALEZ (CJAL. FPV GOYA CORRIENTES) - SERGIO PANIAGUA (CJAL. FPV MONTE CASEROS CORRIENTES) - ADRIAN ROMERO (CJAL. FPV SAN LORENZO CORRIENTES) - SILVESTRE ROMERO (CJAL. FPV SAN LORENZO CORRIENTES) - DUARTE HECTOR (CJAL. FPV SANTA LUCIA CORRIENTES) - VICTOR HUGO OJEDA (CJAL. FPV SANTA LUCIA CORRIENTES) - MARIANO GIAMPAOLO (CJAL. FPV CONCORDIA ENTRE RIOS) - PAMELA SCIUTO (CJAL. FPV GUALEGUAY ENTRE RIOS) - JUAN MANUEL HUSS (CJAL. FPV PARANÁ ENTRE RIOS) - OSCAR RICARDO HUARTE (CJAL. FPV CARRO QUEMADO LA PAMPA) - DIEGO DELFINO (CJAL. FPV CATRILÓ LA PAMPA) - ANDREA SOSA (CJAL. FPV GRAL. ACHA LA PAMPA) - FRANCISCO BOMPARDRE (CJAL. FPV SANTA ROSA LA PAMPA) - PABLO TAFERNABERRI (CJAL. FPV TOAY LA PAMPA) - JUAN CRUZ OROZCO (CJAL. FPV VICTORICA LA PAMPA) - EMANUEL BARETTO (CJAL. FPV WATRACHE LA PAMPA) - DAMIAN REBOLLEDO (CJAL. FPV ALLEN RIO NEGRO) - ENZO DAMIAN REBOLLEDO (CJAL. FPV ALLEN RIO NEGRO) - ELVIN WILLIAMS (CJAL. FPV FRAY LUIS BELTRÁN RIO NEGRO) - ROSA OSES (CJAL. FPV INGENIERO JACOBACCI RIO NEGRO) - FABIAN INALAF (CJAL. FPV RÍO COLORADO RIO NEGRO) - RAMON CHIOCCONI (CJAL. FPV SAN CARLOS DE BARILOCHE RIO NEGRO) - MARILIN SACNEU (CJAL. FPV FIRMAT SANTA FE) - MARIANO COMINELLO (CJAL. FPV FRAY LUIS BELTRÁN SANTA FE) - HORACIO EDUARDO CAMPAGNUCCI (CJAL. FPV LAS PAREJAS SANTA FE) - JUAN CARLOS PRONOTTI (CJAL. FPV LAS PAREJAS SANTA FE) - MÓNICA ANA NOBILE (CJAL. FPV LAS PAREJAS SANTA FE) - VANINA MARIA DEL LUJÁN CIRIONI (CJAL. FPV LAS PAREJAS SANTA FE) - CESAR DARIO LOPEZ (CJAL. FPV LAS TOSCAS SANTA FE) - SMIKE FEDERICO (CJAL. FPV LAS TOSCAS SANTA FE) - CAROLINA MOREL (CJAL. FPV SANCRISTOBAL SANTA FE) - CRISTIAN BERBINI (CJAL. FPV SAN CRISTOBAL SANTA FE) - NORBERTO RUSCITTI (CJAL. FPV SAN JAVIER SANTA FE) - GUSTAVO ENRIQUE VOLKART (CJAL. FPV VILLA OCAMPO SANTA FE) - WALTER VUOTO (CJAL. FPV USHUAIA TIERRA DEL FUEGO) - HECTOR ENRIQUE MONTEROS (CJAL. FPV ALDERETES TUCUMAN) - DIEGO SALIN IBARRA (CJAL. FPV FAMAILLÁ TUCUMAN) - CHRISTIAN RODRIGUEZ (CJAL. FPV SAN MIGUEL DE TUCUMAN TUCUMAN)  GILDO ONORATO (SEC. ORG. NAC. MOV. EVITA) - ARIEL BASTEIRO (MESA NACIONAL NUEVO ENCUENTRO) - LUIS CACERES (MESA NACIONAL MOV. EVITA) - RAUL LORENZO (MESA NACIONAL MOV. EVITA) - ERNESTO "INDIO" PAILLALEF (MESA NACIONAL MOV. EVITA) – ESTEBAN CASTRO (CTEP) – MIGUEL GOMEZ (VIA CAMPESINA) – NATACHA GHERGO (MOV. EVITA) - NAHUEL BEIBE (CORRIENTE NACIONAL MARTIN FIERRO) - NICOLAS GAUDINO (CORRIENTE NACIONAL MARTIN FIERRO) - ALEJANDRO "COCO" GARFAGNINI (ORG. TUPAC AMARU) - JUAN MIGUEL GOMEZ PARODI (CORRIENTE PERONISTA DESCAMISADOS) - OSCAR GONZALEZ (SOCIALISTAS PARA LA VICTORIA) - JORGE PARDÉS (PARTIDO HUMANISTA) – ESTHER SOSA (PARTIDO HUMANISTA) - RAUL ZURITA (PJ HURLINGHAM) - JORGE CALVO (KOLINA) - ROSA YAPURA (FTE. TRANSVERSAL) - JORGE VERON (MOVIMIENTO MAYO) - RAFAEL BERECOECHEA (CORRIENTE NAC. DE LA MILITANCIA) - JOSE MARTINEZ (MARTIN FIERRO) - MARCOS CAFERRA (NUEVO ENCUENTRO) - CARLOS CARRETO (COPO) - EDUARDO MALAMUD (COPO) – CARLOS SANCHEZ (FTV) – CLAUDIO PALERMO (FTV) – OSCAR MATHOT (FTV) – JOSE RODRIGUEZ (FTV) – RUBEN PASCOLINI (FTV) – JOSE MARIA DI BELLO (FTV) - MARTIN GIANELLA (SEC. GRAL. FPV. TIGRE) – CECILIA GÓMEZ MIRADA (MUP) - MARIANO MAURE (MUP) - MARCELO VON SHMELING (MUP) - JOSÉ MARTINO (MUP) - LUIS PILO DÍAZ (MUP) - AGUSTÍN RAMPONELLI (MUP) - ROMINA RODRIGUEZ (MUP)

Bourdieu: la miseria de los otros, la de todos

El sociólogo francés organizó una obra en los 90 que hoy se vuelve a leer. El libro pone en evidencia las consecuencias del neoliberalismo y cuestiona la idea de igualdad de oportunidades.
POR MARINA OYBIN
En 1993 Pierre Bourdieu dirigió y publicó una obra colectiva que iba a despertar la atención del mundo académico y también de la sociedad francesa en primer lugar y luego en otros países como el nuestro. En La Miseria del mundo, Bourdieu reunió testimonios de hombres y mujeres con profundas dificultades sociales en sus vidas en Francia, a principios de los 90. El exhaustivo trabajo, que incluye una voluminosa serie de entrevistas y análisis, y que llegó a ser un best-séller que vendió cien mil ejemplares en poco tiempo, ha sido reeditado (FCE). Es una obra fundamental para la sociología global y, claro, para la formación de los cientistas sociales argentinos. Cuatro sociólogos locales elogiaron, analizaron la recepción del texto en Francia y, en algún caso, cuestionaron su metodología. Es decir, abordaron una pregunta clave de la sociología respecto de la distancia con el entrevistado. Bourdieu no tuvo empacho en contradecir las corrientes positivistas de entonces que exigían una distancia extrema con el objeto de estudio. El libro también sirvió para provocar esta polémica y sacudir las raíces académicas de la investigación y llegar a una síntesis metodológica que con el tiempo, lógicamente, también se iba a cuestionar. El libro está vigente: analiza el sufrimiento social producto de transformaciones estructurales aún vivas y disecciona transformaciones estructurales.
Dirigido por Bourdieu, un equipo de más de quince prestigiosos sociólogos, como Patrick Champagne o Loïc D. Wacquant, trabajó durante tres años haciendo entrevistas que se presentan acompañadas por análisis teóricos y metodológicos. Hay también entrevistas y análisis realizados por el propio Bourdieu. Son testimonios intensos en relación a la dificultad que presentan algunos grupos para vivir plenamente. Las entrevistas, profundas, que llegan al núcleo del objeto de estudio, permiten acercarse a los actores sociales, a la miseria de otros, cuyos sentimientos devienen próximos.
“No lamentar, no reír, no detestar, sino comprender. De nada serviría que el sociólogo hiciese suyo el precepto spinoziano si no fuera también capaz de brindar los medios de respetarlo. Ahora bien, ¿cómo facilitar los medios de comprender, es decir, de tomar a la gente como es, sino ofreciendo los instrumentos necesarios para aprehenderla como necesaria, para necesitarla, al relacionarla metódicamente con las causas y las razones que tiene para ser lo que es? ¿Pero cómo explicar sin sujetar con alfileres? Cómo evitar, por ejemplo, dar a la transcripción de la entrevista, con su preámbulo analítico, el aspecto de un protocolo de caso clínico precedido por un diagnóstico clasificatorio?”, escribe Bourdieu.
Los ensayos y entrevistas permiten develar situaciones que vuelven verdaderamente miserable la vida de estos hombres y mujeres. Uno percibe que se trata de sujetos inmersos en estructuras sociales que comprimen sus vidas y las hacen dramáticas. Al tiempo, el Estado se aleja cada vez más. Son vidas que quizás podrían haberse vivido de otro modo, pero que sólo llegan a ser grises.
El mundo cercano
Bourdieu analiza cómo las nuevas transformaciones estructurales producen situaciones de sufrimiento social y de miserabilidad en amplísimas franjas de la población. No sólo en sectores marginales, sino en distintas categorías. A través de este libro uno puede acercarse a la miseria de una familia de inmigrantes argelinos en Francia, a los vecinos de una comuna operaria en los suburbios de París, a una mujer policía, un magistrado, un obrero comunista, una secretaria, un obrero especializado delegado de la CGT. Y la lista sigue con ejecutivos desocupados, estudiantes de los suburbios de París y una profesora de letras, entre muchos otros.
Con La miseria…
El sociólogo francés plantea la responsabilidad pública del intelectual. Imposible quedarse callado ante la situación que se vive. Lucas Rubinich, profesor de Sociología de la Cultura y Sociología General en la UBA, señala que lo valioso en esta obra es que sin perder la especificidad académica, Bourdieu intentó un diálogo con la sociedad. Ve en ese diálogo una relación con la responsabilidad pública del académico: no puede quedarse con ese conocimiento al interior de su propio grupo, tiene que salir y comunicarlo porque está previendo una catástrofe para grupos sociales enteros.
Denis Baranger, autor del libro Epistemología y metodología en la obra de Pierre Bourdieu dice: “Recientemente Patrick Champagne, integrante del equipo de investigación, señalaba en una conferencia cómo, aún cuando la sociología ha tenido siempre alguna vocación política, hubo en este caso una intención consciente de que sus resultados fueran directamente apropiables por la sociedad. El libro es un ejemplo de sociología pública, como Michael Burawoy denominaría luego a un estilo de sociología consistente en conocimiento reflexivo dirigido a una audiencia extra académica, sin que esto signifique desmerecer su valor para los científicos sociales, claro está”.
“Su preocupación -explica Rubinich- era cómo intervenir más allá de lo académico, cómo se puede relatar el sufrimiento de las poblaciones producto de las transformaciones estructurales del neoliberalismo. Hay una decisión de encontrar estrategias que permitan dar cuenta del sufrimiento de la manera más cruda posible: darle voz a los agentes sociales”.
Emilio Tenti Fanfani, investigador principal del Conicet y profesor titular de Sociología de la Educación en la Facultad de Ciencias Sociales (UBA), sostiene que la importancia de este trabajo, desde el punto de vista sociológico, radica en que, contrariamente a lo que solía afirmarse de la obra de Bourdieu -que era estructuralista y privilegiaba las dimensiones objetivas del análisis social (las cuestiones macro)- esta vez se adentra en las percepciones, en las representaciones, en las vivencias de actores que son representantes típicos de categorías sociales que sufren la cuestión social en la Francia contemporánea.
Como en una conjura, el análisis sociológico de La miseria del mundo viene a demostrar que muchos de los padecimientos no son culpa de quienes los sufren. De este modo, como sostiene Tenti Fanfani, el análisis sociológico puede tener cierto efecto terapéutico sobre los grupos que padecen. El sociólogo trata de mostrar que estas personas no son culpables de su miseria. Los libera de la culpa. ¿A qué tipo de miseria nos referimos? “No se trata de pobreza absoluta, esto es ausencia de recursos para satisfacer necesidades básicas, sino de pobreza relativa: la relación entre expectativas, aspiraciones, tendencia a la realización personal, lo que algunos llaman las necesidades post materialistas”, explica Tenti Fanfani. Son necesidades que exceden la vivienda, el alimento y el abrigo: necesidades de realización personal, sueños, aspiraciones, que encuentran obstáculos.
Impacto de la obra
Para Rubinich, la miseria impactó en todo el campo de las ciencias sociales: “En Francia, el intelectual es un personaje público. Toda la sociedad francesa tiene todavía, aunque haya cambios, una mirada del intelectual como una persona autorizada moralmente para hablar más allá de su especificidad”. En Francia, la recepción del libro no estuvo limitada al ámbito académico: “Se convirtió en un best-seller: vendió rápidamente 100 mil ejemplares. Además, algunos fragmentos de la obra fueron objeto de adaptaciones teatrales en no menos de seis oportunidades. También fue tema de un debate televisivo de gran audiencia con la participación de Abbé Pierre (figura emblemática del humanismo católico francés) y del propio Bourdieu. La obra misma se constituyó en un fenómeno social y se puede decir que cumplió con los propósitos que se planteaba Bourdieu”, dice Baranger.
Por su parte, Ricardo Sidicaro, investigador del Conicet, especialista en teoría sociológica y problemas sociopolíticos de la Argentina, considera que el libro tuvo más impacto en la sociedad civil que en el mundo académico, en especial en los sectores cultos que habían quedado huérfanos del marxismo. Por su lado, Rubinich delimita el contexto en que se produjo esta participación en la esfera política: “Bourdieu, enfant terrible del pensamiento académico francés como Sartre, salió de los ámbitos intelectuales para dar batalla en las calles, pero el contexto social fue diferente. Se relacionaba con Günter Grass y Edward Said, con nadie más. Nadie se interesaba por su propuesta. La de Bourdieu fue una batalla solitaria, sostenida en que las estructuras del campo cultural francés todavía habilitaban al intelectual a tener una voz crítica, aunque no fuera respaldado por movimientos sociales ni por el propio campo cultural. En términos políticos, fue una batalla absolutamente solitaria”.
Sidicaro sostiene que es criticable el modo en que se recolectó la información para el libro: “Hay una implicación directa entre entrevistado y entrevistador: las técnicas metodológicas de lo que debe ser la distancia entre entrevistador y entrevistado están rotas. Bourdieu coloca por delante las palabras de los propios actores. En el abc de la sociología está el no creerle a los actores: así nace la sociología. Este tipo de giro está vinculado al interés de plantear un tema en la escena pública”.
Tenti Fanfani no coincide con Sidicaro: Bourdieu apunta a analizar cómo los actores viven y experimentan sus situaciones y, al mismo tiempo, dar una explicación que trascienda lo individual. Si bien toma en cuenta el discurso y los relatos de los actores, no los considera como única verdad. “Creo -dice Tenti Fanfani- que siempre la búsqueda de Bourdieu fue integrar dos momentos del análisis: el momento de la subjetividad y el de la objetividad. No caer en el determinismo objetivista que considera que las explicaciones que los hombres nos damos acerca de nuestra vida, experiencia, no tienen ningún sentido. Bourdieu intenta considerar y articular como objeto de análisis la subjetividad de las personas. Incorporarlas como objetos de análisis, no tomarlas como verdades: los subtítulos que intercala en los distintos discursos más el texto que antecede las entrevistas presentan las claves sociológicas”. Y agrega: “Los actores no tienen la verdad, si no la sociología no tendría sentido. Es importante explicarse por qué estos individuos tienden, por ejemplo, a imputarse a sí mismos sus éxitos o fracasos. Todos estos actores entrevistados viven situaciones de sufrimiento social, quizás ellos no tienen las razones de su padecimiento. El sociólogo toma en cuenta las expresiones de este padecimiento y al mismo tiempo ofrece una clave interpretativa que solo la sociología con el distanciamiento puede ofrecer”.
Baranger señala que Bourdieu y sus colaboradores procedieron violando a sabiendas todos los preceptos positivistas normalmente aceptados para la recolección de datos: “Es así como, inspirándose en la técnica utilizada por William Labov para estudiar el habla de los negros en Harlem, los entrevistadores fueron incitados a seleccionar los informantes entre sus amigos o conocidos con el propósito de reducir al mínimo la distancia social y la violencia simbólica. De este modo se podría lograr una comunicación no violenta, apta para cumplir con la intención mayéutica de la entrevista a la vez que para lograr una suerte de efecto terapéutico sobre los propios entrevistados. Sin duda hay mucho de discutible en la metodología utilizada, lo que no hace más que agregarle interés a la lectura de una obra provocadora en múltiples sentidos”.
Para Rubinich no es pertinente desatar una discusión metodológica: para él, la de Bourdieu es una intervención política que interpela al propio campo cultural, al resto de la sociedad, a los partidos y a los intelectuales: “A veces hay implicación, no hay mucha preocupación por esa supuesta distancia con el entrevistado, hay un intento de comunicar de la manera más abierta posible”, señala Rubinich.
Hay que destacar que La miseria del mundo es una obra que supuso reuniones, discusiones. No es muy habitual este tipo de trabajo conjunto creado por un colectivo sociológico: no se trata de una suma de artículos, sino de un trabajo con un objetivo y lenguaje sociológico compartido. “Es una obra de una escuela de pensamiento sociológico que para mí es de las más creativas, de las más complejas. Además, la obra fue un best-séller. Eso es un gran logro: la sociología como ciencia social no tendría ningún sentido si sus productos no trascendieran al círculo de los iniciados, para que tenga impacto social hay que ir un poco más allá”, subraya Tenti Fanfani.
A la pregunta que se desprende del libro ¿qué intentan desde las clases dominantes? Tenti Fanfani no duda: imponer visiones individualistas del self-made man: la falsa idea de la igualdad de oportunidades. Establece, además, una diferenciación entre pobreza y miseria relativa que es fundamental en las sociedades capitalistas. “Vivimos en una sociedad que genera más expectativas que posibilidad de realizarlas: esto sigue produciendo sufrimiento y padecimiento social”.
MARINA OYBIN[Publicado en la Revista Ñ de Clarín]

Que los linchadores sepan: matar no es gratuito

La psicoanalista Miriam Maidana suma su voz al debate sobre los hechos violentos que conmovieron a la sociedad en estos días. "Lo que le sucedió a David, el chico linchado en Rosario, en los barrios periféricos sucede cotidianamente y hace años: se muelen los huesos", asegura.
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Por Miriam Maidana* (en el sitio Cosecha Roja)

Espero no romper el corazón de quienes puedan leer esto, pero lo que le sucedió a David, el chico linchado en Rosario, y luego a varios más –aunque sin llegar a la morgue- en los barrios periféricos sucede cotidianamente y hace años: se muelen los huesos. Porque alguien le quitó la novia a otro, por el fútbol, por deudas de drogas, por venganza, por rivalidad barrial.

La diferencia, que en este caso comienza a igualar, es que aquí los ejecutores son los habitantes de las buenas vecindades.

Supongamos por un momento que David efectivamente haya sido un “motochorro”. ¿Alguien podría pensar que salió a buscar hacerse rico al arrebatar bolsos? Los viejos ladrones de profesión los definen como “rastreros”, y se quejan de que han arruinado la “profesión”. La gente los detesta, la policía les cobra por dejarlos actuar. Porque no es muy difícil distinguirlos: las motos no tienen patente. Se las sacan para ir a “trabajar”.¿ Los botines? Celulares, zapatillas, tarjetas SUBE, fotos, agendas, libros y todo aquello que pueda contener una cartera, un bolso, una mochila. Pañales, inclusive. Porque las tarjetas de crédito y débito son denunciadas inmediatamente, así que ni siquiera sirven para comprar un lavarropas en cuotas.Y dinero no hay en las carteras.

Así, el botín más valioso son celulares y zapatillas.

Otra variable que iguala a las clases pudientes, medias y periféricas: todos quieren el celular grandote. Las zapatillas de más de mil pesos.

¿Cómo se sostendría, sino, el consumo y la propiedad privada, los bancos, el aparato de seguridad si no hubiera inseguridad y delincuencia?

A lo mejor habría que comenzar a ubicar un poco mejor las palabras: yo no registro tanto el Estado ausente. No es cierto. Pasa que de tanto mirarnos el ombligo pensamos que los delitos ocurren solo en Recoleta, Bo. Norte, San Isidro. No. En barrios y asentamientos los robos son también cotidianos. Y también les pegan tres tiros a un pobre tipo que espera un colectivo a las 4 de la mañana para robarle la mochila con $10 pesos.

Pero hagámonos cargo de que somos los mismos que diseñamos publicidades y políticas para ilusionarnos de que todos podemos ser iguales.

Un pibe que cobra un plan de $600 no es el mismo que recibe una beca para estudiar en una universidad cuya mensualidad ronda los $1500.

Así que continúo rompiendo corazones: hacer “justicia por mano propia”, matar a patadas a los pibes, no es gratuito. Y no lo puede llevar a cabo cualquiera. El tipo que se levanta una mañana y quema su casa para vengarse de su ex mujer no tiene un “rapto de locura”. Y las personas que golpean la cabeza de un pibe contra las baldosas hasta que se la parten tampoco.

Ni por un bolso de pañales ni porque mató a alguien pasado de pastillas.

Para eso existe la Ley, la justicia.

Habría que apagar un poco los televisores, dejar de regodearse un poco con los celulares de $5000 pesos y escuchar a personas como N., que tiene 5 hijos. Hace unos días se internó para tener a su última beba. N. trabaja en una parrilla, y con 8 meses de embarazo estuvo trabajando doce horas por día. Con las horas extras pudo equipar las mochilas de sus hijos, para cuando comenzaran el colegio.  El parto se le adelantó unos días, y a las pocas horas de que naciera la beba una vecina la llamó y le dijo que le habían robado la casa.

Cuando tuvo el alta fue y se habían llevado la garrafa, un televisor viejo y las mochilas con los útiles de los pibes.

N. pensó su venganza: fue a hablar con los pesados del barrio y les dijo que sabía quienes le habían robado, aprovechando que ella estaba en el hospital y sus hijos al cuidado de otras personas. Les pidió que le devuelvan $ 10 por día, hasta cubrir lo que le habían sacado.

El otro día, cuando vino al hospital, ya había juntado $ 40.

N., que ha convivido con la muerte toda su vida, sabe que unos golpes no resuelven nada.

Ojalá los linchadores anónimos puedan ponerse a pensar que no es gratuito matar a personas, y que el efecto “copia” no alivia el momento en que se queden solos a pensar en lo que hicieron.

Cuando Eduardo Vazquez, de Callejeros, quemó a su mujer hasta matarla, era un caso aislado. Un año después, 48 personas habían intentado matar a sus mujeres quemándolas.

Así que hay que empezar a hablar un poco más: es el tiempo en que el cuerpo se (ex)pone de modo salvaje. A menos palabra, más acto.

Y matar a alguien no deja de ser un asesinato, lo ejecute la clase que sea…
* La autora es psicoanalista

Ni caverna ni laberinto: Biblioteca; por Eduardo Grüner

Publicamos en exclusiva uno de los ensayos que se suman a la versión ampliada de Un género Culpable. La práctica del ensayo: entredichos, preferencias e intromisiones de Eduardo Grüner (Ediciones Godot).
http://www.edicionesgodot.com.ar/sites/default/files/styles/tapa_del_libro_interna_detalle/public/genero-culpable-v5.jpg

INTROMISIONES
Ni caverna ni laberinto: Biblioteca
Si se le pidiera, no digamos a lo que suele llamarse un intelectual, sino simplemente a un/a argentino/a medianamente culto/a y lector/a de los suplementos culturales, alguna asociación literario-filosófica con la palabra “Biblioteca”, es altamente probable que una de las primeras que emergería es con La Biblioteca de Babel de Borges. Y, por supuesto, la imagen tópica para esa biblioteca sería la del Laberinto. Se trata de una iconografía tan establecida (en el sentido de lo que podría pensarse como un establishment iconográfico) que sería difícil imaginarse una figura diferente, para no decir opuesta: ¿cuál sería, en efecto, esa oposición, cuando el propio Borges ha sugerido que el peor de los laberintos -porque es estrictamente imposible pensar una salida para él-, es la línea recta? La combinación entre el laberinto lingüístico de Babel y la unicidad, la pureza lineal de la recta (traduciendo: esa lengua divina y originaria a la que, según Walter Benjamin, aspira en última instancia toda traducción, desde el inicio entonces postulada como tareaimposible), solo podía ser una ocurrencia borgiana: se trata, en efecto, de dejarnos sin salida, pero no al borde de la desesperación, sino en el equilibrio inestable de la ironía.
Y está bien que así sea, y que quede claro: demasiado fácilmente se piensa en la biblioteca borgiana como en un solemne y oscuro recinto del saber donde el destino inexorable del ser humano es perderse, o bien morir aplastado por el peso de la letra. Demasiado poco, al contrario, se piensa en la biblioteca como en un lugar para el juego, incluido ese juego de aporías que plantea permanentemente preguntas que de antemano se sabe que no tendrán (que no puedentener) respuesta, pero donde el placer está en, simplemente, participar del juego.
1.
Por supuesto: no es cuestión, tampoco, de descuidar la dimensión peligrosa de la iconografía, el Minotauro acechando en el centro del Laberinto, por así decir (y en la recta, extensión sin centro, ¿diremos que el monstruo está en todos y cada uno de sus puntos?). La continuación de la metáfora, pues, nos llevaría a una nueva iconografía: la del laberinto bibliotecario como una serie infinita de bifurcaciones que impiden el acceso al monstruoso centro del Saber: a un vacío de sentido, al agujero negro de una nadificación del conocimiento; la Biblioteca es aquí proliferante y manierista silva de significantes que –parafraseando a Nietzsche- se erige como “barrera que defiende de un Horror fundamental”. Y el recorrido laberíntico es entonces un ritual iniciático de esos que los antropólogos llaman apotropeicos: ceremonia en la que se invocan y se convocan los fantasmas más inquietantes justamente para mantenerlos a raya; en la que la lectura  potencialmente infinita (¿no se dice acaso que cuanto más se lee menos se sabe, puesto que la incorporación de conocimiento multiplica geométricamente la percepción de la propia ignorancia?) abre nuevas ventanas a la Nada, al mismo tiempo que impide caer inadvertidamente en la oscuridad del pozo.
El laberinto, como lo ha mostrado Ernesto De Martino, deviene aquí el obstáculo que separa el mundo de los vivos del de los muertos, de esa Alteridad radical constituida por aquel vacío de sentido en su centro, el límite interno que garantiza la no contaminación entre las dos esferas, pero que simultáneamente hace que una se remita a la otra. El aspecto lúdico del recorrido, entonces, y como suele suceder, es la “inversión en lo contrario” de la más profunda seriedad.
Es sintomático, en efecto, que tan a menudo, en la historia de la cultura, la iconografía del laberinto aparezca asociada a la de la caverna. Los filólogos han rastreado incluso, en el origen de la palabra, una combinación entre ambas: labirion y labrinda son términos que reenvían a la minería, al angustiante (y tan frecuentemente laberíntico) descenso a, como se dice, “las entrañas de la tierra”, esa suerte de regressum ad uterum que pocos pueden proponerse impunemente. Solo unos poquísimos elegidos (el shamán de la tribu, digamos) son realmente capaces de hacer ese viaje iniciático hasta sus últimas consecuencias: de atravesar el laberinto para operar ese retorno a la Indiferencia de un no-saber que los purificaría de la culpabilidad de las palabras entremezcladas, del pecado babélico. Ese, y solo ese, es el verdadero Sabio: el que luego de fatigar (insistámonos borgianos) todos los laberintos de todas las bibliotecas posibles, accede a la oscuridad central del Templo.
Es fácil ver que esta iconografía es simétricamente inversa a la de la canónica alegoría de la Caverna de Platón (ya anticipada, sin embargo, desde extremos opuestos del arco presocrático, por Heráclito y Parménides), en la que el Sabio es el capaz de ascender trabajosamente desde las sombras a la Luz. La Biblioteca como recinto del Saber es aquí el espacio amplio y luminoso, bañado por el Sol de la purísima Idea: al revés de aquellas otras iconografías, ahora es la Caverna la que es ella misma un laberinto de sombras atravesando el cual se llega no a un Centro, sino al espacio “claro y distinto” de la Verdad. Sería inútil insistir sobre el (sospechoso) poder de semejante metáfora y su exitosa historia en la cultura occidental, hasta el punto de que toda una época pudo ser calificada -con el excesivo optimismo de una voluntariosa inteligencia- de Siglo de las Luces. Que todo un siglo pueda ser así pensado como el recinto de una inmensa Biblioteca, profusamente iluminada y con sus enciclopédicos saberes al alcance de cualquier “ciudadano universal” no es poca declaración sobre la autoconfianza de una era en haber finalmente despejado hasta la última de las sombras de la Caverna: chapeaux. Pero, lamentablemente, las cosas no son tan simples: la luz excesiva, es sabido, produce ceguera, y ya aprendimos, por Adorno y Horkheimer entre otros, los riesgos de transformar nuestros saberes luminosos en los mitos más oscuros, más incontrolables.
2.
La Biblioteca requiere pues, cautela en su uso. Como el Museo, esconde en sus laberintos demasiadas metáforas sobre las cuales resbalar hacia la Nada -que es la última de las metáforas-. “Esconde” no es, en verdad, la expresión más feliz. Habría que decir, más bien: disimula su movimiento, fingiendo una quietud casi mineral que descansa en las estanterías -en la Biblioteca- o que cuelga de las paredes -en el Museo-. Como si esa pretendida estabilidad pudiera sustraer las lecturas, las miradas, a la máquina picadora de carne de la Historia: al tiempo-ahora -la noción es, por supuesto, también de Benjamin- de un “instante de peligro” en el que la lectura actual de cualquier clásico polvoriento hace ruinas de su sentido originario para producir lo nuevo -que es exactamente lo opuesto de la novedad-. En la Biblioteca o en el Museo, en los modos bajo los cuales solemos pensar esas “instituciones” (la Caverna y el Laberinto, para reducirlos a esos polos hermanados), el peligro mayor es el efecto ilusorio que aquella estabilidad provoca: el de estar a resguardo de todo peligro.
De allí, quizá, la responsabilidad enorme -tan poco frecuentemente tenida en cuenta- del Custodio del Laberinto, del Guardián de la Caverna (¿los llamaremos el Bibliotecario, el Curador?, esos designadores de oficio parecen a veces escasos para dar una idea cabal de la enormidad de la tarea de Cura -si se nos perdona el abuso heideggeriano- que esos funcionarios enfrentan).
En un artículo pasmoso, John Berger habla de la función histórica del Museo (y lo que dice, salvo detalles menores, es perfectamente extensible a la Biblioteca). Sus principales diatribas recaen sobre el Curador, al que trata como un sujeto condescendiente, snob, perezoso: está dulcemente prisionero de la fantasía -más bien un fantasma, cuando se quiere darle densidad psicoanalítica- de que se le ha pedido que acepte como una grave responsabilidad cívica el prestigio de tener la “propiedad” putativa de los objetos (libros, obras de arte) contenidos en el edificio que custodia. Porque, en efecto, esos objetos -al menos en la Modernidad- son concebidos ante todo como (así se dice) un “patrimonio”; vale decir: una propiedad. Desde luego: el Bibliotecario o el Curador “ideal-típico” tiene la íntima convicción de que es preferible que esos objetos sean propiedad del Estado, de la Comuna, del Barrio (y por su intermedio, del “público”) que de los sujetos privados. Pero aun así, propiedad se quedan.
Por lo tanto, alguien debe ocupar el lugar de “propietario”, digamos, honorario. No es común, en este espacio de reconocimientos imaginarios, que el Custodio-propietario recuerde que los libros o las obras de arte, antes de ser una propiedad (pública o privada) son la expresión de unaexperiencia humana, de una praxis muchas veces llevada al borde mismo de lo que tolera el uso normalizado, “institucional”, de las palabras o de las imágenes. Lo cual es, finalmente, bastante lógico: nadie podría ser Custodio de la Experiencia; eso es algo que cada quien -cada lector, cada contemplador de una obra de arte- tiene que volver a hacer por sí mismo, sin vigilancias externas, sin recorridos preestablecidos. El Custodio solo puede serlo de objetos acabados, cerrados a todo re-comienzo (su propia raison d’être está inscripta en el “fetichismo de la mercancía”, aunque esta sea no-transable). El Custodio conserva lo que ya está allí; y si “adquiere” algo nuevo -un incunable, una edición princeps, un simple ejemplar de una revista literaria del pasado- lo hace impensadamente bajo la misma modalidad: la del producto terminado, y no la del proceso de producción.
Esta actitud, al decir de Berger, no es que sea inútil, ni perversa: es sencillamente anacrónica. Proviene del ya aludido Siglo de las Luces, de aquella optimista concepción del conocimiento que confiaba en que la mera existencia de los Objetos del Saber bastara (aunque esto ya no lo diga Berger, al menos no de esta manera) para orientar a los sujetos en el Laberinto, para alumbrar las tinieblas de la Caverna. Era un momento de todavía incipiente formación de un “público” para la Biblioteca o el Museo: no extraña, entonces -aunque sí debería extrañar la tozuda supervivencia de esta idea-, que ese público fuera, casi necesariamente, representado como una masa pasiva a la que había que hacerle disponibles esos objetos encarnadores de la Sabiduría, el Gusto, el Valor Espiritual. Lo cual supone, claro, que se trata de bienes escasos, poseídos solo por unos pocos privilegiados, o ahora por el Estado que hace “bienestar” cultural con sus súbditos. Esta lógica, es fácil verlo, reproduce “microfísicamente” la diferencia “macro” entre propietarios y no propietarios, entre “pudientes” e impotentes; tal vez sea por eso que el que acude a la Biblioteca o al Museo (o, tanto da, a los recitales ofertados por algún Municipio) tan a menudo esté en la posición del desposeído cultural que recibe una benévola caridad.
Para permanecer benjaminianos: estamos hablando, desde ya, del aura del objeto; de ese atributo que lo hace infinitamente inalcanzable aun dentro de la más estrecha intimidad con él -no en vano Benjamin compara esta posición a la del enamoramiento-. El Bibliotecario y el Curador son los custodios del Ser del aura; los que cuidan que esa posición no sea jamás alterada por los avatares, las contingencias, los imponderables, los vértigos de la experiencia de la lectura o de la mirada (la Caverna y el Laberinto se revelan aquí como los desvíos de ese aura en cuyo centro está la Nada). Su misión trascendental es la de conservar lo que Lukács hubiera llamado la actitud  “contemplativa”, “estática” frente a la obra. O lo que Marcuse hubiera llamado la “cultura afirmativa”. O lo que Adorno hubiera llamado el “pensamiento identitario”. Etcétera. Podríamos hacer multiplicarse ad nauseam las citas; pero ninguna acumulación de comillas nos salvaría de vernos enfrentados a un delicado dilema, casi imposible de resolver en las condiciones actuales. Y es que la civilización (occidental) actual, con su deslizamiento rizomático –cuando no bombardeante- de mercantilizadas y globalizadas novedades virtuales, quizá esté produciendo la paradoja de que pronto la verdadera actitud “revolucionaria”, al menos en el campo relativamente autónomo de la cultura, sea precisamente la del conservador que procura resguardar la otrora rica -aunque deshistorizada y estática- experiencia “burguesa” de la contemplación.
Si ello fuera así, el Bibliotecario y el Curador ya no serían solamente los guardianes del aura, sino también, y por las mismas razones, los sacerdotes del templo erigido en respeto de las cosas de este mundo, de las materias que, para bien o para mal, hayamos sabido conseguir. Desde ya, si fuera así, ello sería al mismo tiempo el testimonio de una enorme derrota. O, en el mejor de los casos, de la obcecación defensiva de aquel Caballero de El Séptimo Sello de Bergman, que, ante la imposibilidad de seguir resistiendo el llamado de la Muerte, decía: “Está bien, voy; pero bajo protesta”.
3.
Aunque fuera a modo de delirio utópico -¿qué hipótesis, incluso de las más rigurosas, no lo fue en algún momento?-: ¿tenemos alguna alternativa? El propio Berger conjetura, para el Museo (o para la Biblioteca), la necesidad de un impulso imaginativo que vaya en sentido contrario del estatismo aurático: hay que concebir esos objetos como emancipados de la mística (mejor: del fetichismo) que está adherida a ellos en tanto artículos de propiedad. Entonces sería posible verlos como expresiones del proceso de su propia elaboración de una experiencia (digamos: como Works-in-progress) antes que como productos. Verlos, en fin, como acción antes que como realización.
Esto significa que en el Museo o la Biblioteca de la praxis (el Museo o la Biblioteca que intentara romper la lógica de lo práctico-inerte, para ponerlo a la manera sartreana) los objetos deberían ser expuestos, puestos a disposiciónusados, en el contexto de una intersección de procesos: el proceso técnico-intelectual histórico de su producción, el proceso biográfico-psicológico de su autor, el proceso retórico y estilístico de sus efectos de escritura y de lectura, el proceso de sudiálogo con otros libros semejantes, el proceso de permanente renovación de sus lecturas, el proceso de los debates que una lectura actual pudiera generar, y así sucesivamente. Idealmente, cada libro que se leyera en una Biblioteca debería estar “procesado” por el movimiento de todos esos contextos (sería el equivalente del Museo-Máquina de Frank Lloyd Wright, donde cada cuadro es contemplado simultáneamente contra el telón de fondo de todos los demás,  desplazando continuamente el foco de atención entre las épocas, los estilos, las sociedades, incluso las subjetividades).
Semejante construcción, incluso en la Argentina, solamente en Buenos Aires, movilizaría una gigantesca, densa trama de recursos intelectuales. Requeriría, por ejemplo, el trabajo de una legión de investigadores de por lo menos cinco o seis de las actuales Facultades de la UBA (Filosofía y Letras, Ciencias Sociales, Psicología, Arquitectura, Ingeniería, Ciencias Económicas). Varias generaciones de subsidios Ubacyt, Conicet o lo que fuesen aplicadas a: 1) reconstruir la historia (social, económica, cultural, política) de cada libro, de la época que lo produjo y de las épocas en que fue leído, discutido, criticado, teorizado; 2) llevar a cabo la etnografía, la sociodinámica, la psicografía y si fuera posible el psicoanálisis de todos los lectores del libro, de sus rituales, de sus actitudes, de sus respuestas, de sus obsesiones; 3) con estos insumos de información, reconstruir por entero el edificio de la Biblioteca: imaginar y diseñar nuevos recintos, espacios de circulación permanente de los lectores y de los libros, pasadizos secretos para ciertas lecturas, esquinas de encuentros inesperados con el libro que no se buscaba, entradas sorpresivas a mesas de debate a las que no se esperaba ir (y salidas discretas de aquellas a las que sí se ha asistido). En suma: una Biblioteca giratoria, semoviente, en permanente transformación, sin Centro, excéntrica; y donde, claro está, fuera el Lector -no el Bibliotecario- el que supiera dónde está su libro.
Esto ya no sería Caverna ni Laberinto: a lo sumo, Rompecabezas; donde el espacio vacío noespanta, sino que intriga: convoca a imaginarle un sentido, a producir significación. Y seríaekklesia, ágora, asamblea, fiesta: una romería, incluso una kermesse, de lectores entrando y saliendo por puertas y pasillos como en un vaudeville de Feydeau. Biblioalbergue transitorio, sin turnos fijos. El que quisiera ponerse solemne y marmóreo, tendría derecho a hacerlo, tanto como el que quisiera disfrazarse con el traje de época del libro que está leyendo. Lo que importaría sería otra cosa: el libro ya no sería monumento ilustrado, propiedad exquisita, sublimación hueca, emblema de riqueza, símbolo de distinción, autoconciencia iluminada, humillación esotérica, limosna de saberes. Sería, sencillamente, praxis social, experiencia vital. Cuanto más efímera, mejor: para hacer lugar a la siguiente.

El primer apólogo chino

Por Leopoldo Marechal
El maestro Chuang tenía un discípulo llamado Tseyü, el cual, sin abandonar sus estudios filosóficos, trabajaba como tenedor de libros en una manufactura de porcelanas. Una vez Tseyü le dijo a Chuang:
-Maestro, has de saber que mi patrón acaba de reprocharme, no sin acritud, las horas que pierdo, según él, en abstracciones filosóficas. Y me ha dicho una sentencia que ha turbado mi entendimiento.
-¿Qué sentencia? -le preguntó Chuang.
-Que “primero es vivir y luego filosofar” -contestó Tseyü con aire devoto-.
¿Qué te parece, maestro?
Sin decir una sola palabra, el maestro Chuang le dio a Tseyü en la mejilla derecha un bofetón enérgico y a la vez desapasionado; tras lo cual tomó una regadera y se fue a regar un duraznero suyo que a la sazón estaba lleno de flores primaverales.
El discípulo Tseyü, lejos de resentirse, entendió que aquella bofetada tenía un picante valor didáctico. Por lo cual, en los días que siguieron, se dedicó a recabar otras opiniones acerca del aforismo que tanto le preocupaba. Resolvió entonces prescindir de los comerciantes y manufactureros (gentes de un pragmatismo tan visible como sospechoso), y acudió a los funcionarios de la Administración Pública, hombre vestidos de prudencia y calzados de sensatez. Y todos ellos, desde el Primer Secretario hasta los oficiales de tercera, convenían en sostener que primero era vivir y luego filosofar. Ya bastante seguro, Tseyü volvió a Chuang y le dijo:
-Maestro, durante un mes he consultado nuestro asunto con hombres de gran experiencia. Y todos están de acuerdo con el aforismo de mi patrón. ¿Qué me dices ahora?
Meditativo y justo, Chuang le dio una bofetada en la mejilla izquierda; y se fue a estudiar su duraznero, que ya tenía hojas verdes y frutas en agraz.
Entonces el abofeteado Tseyü entendió que la Administración Pública era un batracio muy engañoso. Advertido lo cual resolvió levantar la puntería de sus consultas y apelar a la ciencia de los magistrados judiciales, de los médicos psiquiatras, de los astrofísicos, de los generales en actividad y de los mas ostentosos representantes de la Curia. Y afirmaron todos, bajo palabra de honor, que primero había que vivir, y luego filosofar, si quedaba tiempo. Con mucho ánimo, Tseyü visitó a Chuang y le habló así:
-Maestro, acabo de agotar la jerarquía de los intelectos humanos; y todos juran que la sentencia de mi patrón es tan exacta como útil. ¿Qué debo hacer?
Dulce y meticuloso, Chuang hizo girar a su discípulo de tal modo que le presentase la región dorsal. Y luego, con geométrica exactitud, le ubicó un puntapié didascálico entre las dos nalgas. Hecho lo cual, y acercándose al duraznero, se puso a librar sus frutas de las hojas excesivas que no dejaban pasar los rayos del sol. Tseyü, que había caído de bruces, pensó, con el rostro en la hierba, que aquel puntapié matemático no era otra cosa, en el fondo, que un llamado a la razón pura. Se incorporó entonces, dedicó a Chuang una reverencia y se alejó con el pensamiento fijo en la tarea que debía cumplir.
En realidad a Tseyü no le faltaba tiempo: su jefe lo había despedido tres días antes por negligencias reiteradas, y Tseyü conocía por fin el verdadero gusto de la libertad. Como un atleta del raciocinio, ayunó tres días y tres noches; limpió cuidadosamente su tubo intestinal; y no bien rayó el alba, se dirigió a las afueras, con los pies calientes y el occipital fresco, tal como lo requiere la preceptiva de la meditación.
Tseyü estableció su cuartel general en la cabaña de un eremita ya difunto que se había distinguido por su conocimiento del Tao: frente a la cabaña, en una plazuela natural que bordeaban perales y ciruelos, Tseyü trazó un círculo de ocho varas de diámetro y se ubicó en el centro, bien sentado a la chinesca. Defendido ya de las posibles irrupciones terrestres, no dejó de temer, en este punto, las interferencias del orden psíquico, tan hostiles a una verdadera concentración. Por lo cual, len la órbita de su pensamiento, dibujó también un círculo riguroso dentro del cual sólo cabía la sentencia: “Primero vivir, luego filosofar.”
Una semana permaneció Tseyü encerrado en su doble círculo. Al promediar el último día, se incorporó al fin: hizo diez flexiones de tronco para desentumecerse y diez flexiones de cerebro para desconcentrarse. Tranquilo, bajo un mediodía que lo arponeaba de sol, Tseyü se dirigió a la casa de Chuang, y tras una reverencia le dijo:
-Maestro, he reflexionado.
-¿En qué has reflexionado? -le preguntó Chuang.
-En aquella sentencia de mi ex patrón. Estaba yo en el centro del círculo y me pregunté: “¿Desde su comienzo hasta su fin no es la vida humana un accionar constante?” Y me respondí: “En efecto, la vida es un accionar constante.” Me pregunté de nuevo: “Todo accionar del hombre no debe responder a un Fin inteligente, necesario y bueno?” Y me respondí a mí mismo: “Tseyü, dices muy bien.” Y volví a preguntarme: “¿Cuándo se ha de meditar ese Fin, antes o después de la acción?” Y mi respuesta fue; “antes de la acción; porque una acción libre de toda ley inteligente que la preceda va sin gobierno y sólo cuaja en estupidez o locura.” Maestro, en este punto de mi teorema me dije yo: “Entonces, primero filosofar y luego vivir.”
Tseyü no aventuró ningún otro sonido. Antes bien, con los ojos en el suelo, aguardó la respuesta de Chuang, ignorando aún si tomaría la forma de un puntapié o de una bofetada. Pero Chuang, cuyo rostro de yeso nada traducía, se dirigió a su duraznero, arrancó el durazno más hermoso y lo depositó en la mano temblante de su discípulo.
Leopoldo Marechal
Cuento perteneciente a su libro “Cuaderno de navegación” del año 1966, Buenos Aires, Sudamericana, páginas 7 a 11. Texto gentileza de El Arca digital.
*Marechal nació en Buenos Aires el 11 de junio de 1900 y murió el 26 de junio de 1970. Fue un poeta, dramaturgo, novelista y ensayista, además de ejercer como bibliotecario, maestro y profesor de enseñanza secundaria. En la década del 20 formó parte de la generación que se nucleó alrededor de la revista Martín Fierro. En la primera etapa de su vida literaria prevaleció la poesía. Publicó Los aguiluchos (1922) y Días como flechas (1926), inclinándose hacia el vanguardismo, pero en sus Odas para el hombre y la mujer (1929), afirma su voz propia y el equilibrio entre la novedad y lo clásico, libro con el que obtuvo el Primer Premio Municipal de Poesía. Entre sus numerosas obras figuran:Antígona Vélez (estrenada en 1951 (Primer Premio Nacional de Teatro). Adán Buenosayres (1948). El banquete de Severo Arcángelo (1965). Megafón, o la guerra (1970). Historia de la calle Corrientes (1937). Descenso y Ascenso del Alma por la Belleza (1939). Cuaderno de navegación (1966). El rey Vinagre (1926). El Niño Dios (1939). Narración con espía obligado (1966).