Por Armando Pérez de Nucci
[Fruto de dieciocho mil años de quehacer empíricoy mágico al servicio de la curación de las personas]
El folklore significa para nuestro país, la revalorización de lo auténticamente nuestro, de nuestras raíces y tradiciones mas puras, que se han mantenido a los largo de los siglos. Es el conjunto de tradiciones ,valores, símbolos, creencias y modelos que actúan como modelador de un grupo social y que actúa como sustrato para que los individuos que los forman puedan fundamentar su sentido de pertenencia. No obstante, las culturas no son homogéneas; dentro de ellas se encuentra grupos o subculturas que hacen parte de la diversidad al interior de las mismas en respuesta a los intereses, códigos, normas y rituales que comparten dichos grupos dentro de la cultura dominante. Es, en nuestro caso, las referidas a la identidad del noroeste argentino, inmersas en el conjunto vasto que representa la República Argentina. Así, hemos desarrollado idiosincrasias, tradiciones , movimientos y valores culturales propios que hacen a nuestra identidad , recibiendo los aportes de otras regiones, para llegar a constituir ese vasto conjunto que podemos llamar “el folklore argentino”. Algunos autores han comenzado a estudiar las identidades culturales no solamente como un fenómeno en sí mismas, sino como un fenómeno en oposición a otras identidades culturales. En esta corriente se considera que la identidad cultural se define por oposición a otras. En grupo se define a sí mismo como tal, al notar y acentuar las diferencias con otros grupos y culturas. Según esta corriente, cualquier cultura se define a sí misma en relación, o más precisamente en oposición a otras culturas. Así, la gente que cree pertenecer a la misma cultura, tienen esta idea porque se basan parcialmente en un conjunto de normas comunes, pero la apreciación de tales códigos comunes es posible solamente mediante la confrontación con su ausencia, es decir, con otras culturas, académicamente esto es conocido como la “otredad”. La “otredad” y la “mismidad” constituyen, entonces, parte de nuestra cultura nacional y su estudio es insoslayable Cuando se pretende hacer un estudio racional y coherente de los factores que constituyen nuestro folklore, que va a pasar de la pretendida ambición de muchos de hacer “un solo” folklore, y los que pensamos en la multiplicidad de raíces culturales que tiene nuestra Argentina, tan vasta y profundamente cultural. Definición de folklore implica, pues, un profundo sentido de contacto ” entre” culturas, sin que cada una de ellas pierda identidad, sino mas bien con la vista puesta, como hacemos con nuestra medicina folklórica , de articular concepciones, que mantienen su individualidad cada una, integrando un conjunto de pensamiento en cuanto a la acción y la producción cultural. Más aún, esas relaciones nunca son de igualdad, dado que nunca se manifiestan de manera aislada: la complicada red de relaciones creada por la superposición de relaciones políticas, económicas, científicas y culturales, convierte cualquier relación entre dos culturas en una relación desigual. Desigual no implica desproporcionada ni asimétrica, solamente se refiere a la heterogeneidad de pensamiento de cada región de nuestro extenso país, en un plano de igualdad intelectual.
Un elemento fundante y muy importante en la construcción de organizaciones que se han de encargar del tema folklore en nuestra sociedad, es el referido a la ética ya que la forma, tal vez, más evidente en que se muestra la identificación de los individuos con una cultura es en la aceptación de los valores éticos y morales que actúan como soportes y referentes para preservar el orden de la sociedad. Su aceptación y cumplimiento hacen más soportable las tareas que los individuos deben cumplir y, a la vez que conserva a los individuos en el grupo, limita la acción del indiferente y el peligro de los disidentes. En este sentido, se dice que los valores expresan la tensión entre el deseo (del individuo) y lo realizable (en lo social). Tal tensión es productiva mientras los individuos puedan representarse su propia existencia y darse una imagen estable y duradera de sí mismos, lo que es posible con una memoria atenta que reactualice e integre de manera permanente los acontecimientos fundantes de su propia identidad y los proyecte como orientación hacia acciones futuras responsables y creativas. Esta tensión es inmanente a todo imaginario social, ya que las tradiciones heredadas del pasado y las iniciativas de cambio del presente se expresan en ellos.
Del latín traditĭo, la tradición es el conjunto de bienes culturales que se transmite de generación en generación dentro de una comunidad. Se trata de aquellos valores, costumbres y manifestaciones que son conservados socialmente al ser considerados como valiosos y que se pretenden inculcar a las nuevas generaciones.La tradición, por lo tanto, es algo que se hereda y que forma parte de la identidad. El arte característico de un grupo social, con su música, sus danzas y sus cuentos, forma parte de lo tradicional, al igual que la gastronomía y otras cuestiones.
El folklore y aquello que se considera como parte de la sabiduría popular también pertenecen al campo de la tradición. Es importante destacar que, muchas veces, la tradición está asociada a lo conservador, ya que implica mantener en el tiempo ciertos valores. En este sentido, aquello que no es tradicional puede ser visto como extraño o rupturista.
Los sociólogos advierten, sin embargo, que la tradición debe ser capaz de renovarse y actualizarse para mantener su valor y utilidad. Esto quiere decir que una tradición puede adquirir nuevas expresiones sin perder su esencia.Por ejemplo, comoer un huevo de chocolate en Pascuas o turrón en Navidad, almorzar pasta los domingos io vestir de negro en señal de luto, son tradiciones extendidas en muchos países.
En el ámbito del derecho,la tradición es un acto que consiste en la entrega de una cosa a una persona física o jurídica. En este sentido, la tradición puede constituir un modo de transferencia.
En el caso de mi incumbencia, que es el de la medicina folklórica o tradicional del noroeste , la misma es fruto de dieciocho mil años de quehacer empírico y mágico al servicio de la curación de los habitantes de nuestra zona, manteniendo hasta nuestros días muchos de sus componentes originales y observando fenómenos de sincretismo religioso y científico imposibles de soslayar por el paso ineludible del tiempo y las costumbres imperantes a lo largo de siglos de existencia .La presencia de la bioética en la relación entre medicina folklórica y medicina científica es muy importante , ya que del equilibrio resultante entre ambas posibilidades de curar resulta esencial para lograr planes de salud que tengan en cuenta la idiosincrasia de los habitantes de nuestra región, sobre todo de aquellos grupos en los que -como he escuchado con alguna frecuencia en mi tarea investigativa- manifiestan con alguna frecuencia que a la zona donde viven “no llega el doctor” , hecho afortunadamente cada vez menos frecuente en el noroeste argentino , pero que evidencia una carencia que no puede ser llenada con planes que se ejecuten a mil trescientos o mas kilómetros de distancia y que no reflejan la cosmovisión de nuestros grupos autóctonos . No se puede legislar a distancia del problema y de espaldas a la realidad cotidiana de nuestros pueblos .
El Noroeste argentino es un área cultural de gran importancia, que ha recibido influencias directas e indirectas de las más importantes culturas andinas y ya hacia 1480 al llegar los Incas a la región, establecieron una serie de alianzas con los pueblos autóctonos, transmitiéndoles sus conocimientos y avances culturales y sanitarios y es justamente aquí donde los españoles al llegar encuentran una cultura médica avanzada que les permitió suplir la ausencia bastante frecuente de médicos que acompañaran a las expediciones colonizadoras . De esta manera, la medicina folklórica o tradicional del Noroeste Argentino tiene raíces que se hunden en la bruma de los tiempos y ha demostrado su eficiencia en muchos casos hasta nuestros días, siendo un valioso auxiliar de la medicina científica u oficial de nuestra zona.
Por otro lado, el protagonista de la medicina ha sido, y lo sigue siendo, el hombre cuyo corazón siempre ha latido de la misma forma debajo de la toga romana, la armadura medioeval o el poncho de nuestros paisanos. Es el mismo que habla a través de los testimonios vertidos en los textos que he escrito sobre el tema de la medicina tradicional y ha marcado un rumbo definitivo en el accionar de los médicos. A este respecto, dice T. Lambo, ex Director Adjunto de la organización Mundial de la salud que “los médicos brujos o curanderos tradicionales no son menos útiles que los psiquiatras y psicoterapeutas de los países occidentales. Los hombres se sienten cada vez más aislados y anhelan tener la oportunidad de hablar con alguien y dar rienda suelta a sus emociones. A pesar de la civilización tecnológicas, los hombres siguen necesitando participar en ritos, cualesquiera sea el culto al que pertenezcan…”.
La Medicina Folklorica o Tradicional de nuestra región reconoce la utilidad de sus curadores o chamanes y la eficacia de muchas de sus prácticas en la realidad que le toca vivir a los habitantes del noroeste .
Otro tema importante a analizar en este tópico de interacción y articulación de culturas del noroeste argentino, es el referente a la identidad cultural que debe regir nuestras acciones sociales.
Identidad puede ser definida como un conjunto de tradiciones, valores, símbolos, creencias y modelos que actúan como modelador de un grupo social y que actúa como sustrato para que los individuos que los forman puedan fundamentar su sentido de pertenencia. No obstante, las culturas no son homogéneas: dentro de ellas se encuentra grupos o subculturas que hacen parte de la diversidad al interior de las mismas en respuesta a los intereses, códigos, normas y rituales que comparten dichos grupos dentro de la cultura dominante.
Existen dos corrientes en antropología a la hora de abordar el fenómeno de la identidad cultural:
La perspectiva esencialista estudia los conflictos de identidad como algo inmanente y hereditario culturalmente. Esta aproximación considera que los diversos rasgos culturales son transmitidos a través de generaciones, configurando una identidad cultural a través del tiempo. Uno de los defensores de este modelo es el politólogo David Laitin, quien señaló que en la Guerra de los Balcanes, los serbios asesinaban croatas debido al odio ancestral que sentían por ellos, es decir, por una cuestión de identidad cultural heredada. Laitin afirma que la movilidad social e ideológica es posible, pero la cultural no.
La perspectiva constructivista, en cambio, señala que la identidad no es algo que se hereda, sino algo que se construye. Por lo tanto, la identidad no es algo estático, sólido o inmutable, sino que es dinámico, maleable y manipulable. Un ejemplo es Somalia, que hasta el año 1991 era un país homogéneo, étnica, cultural y lingüísticamente, pero a partir de ese año el país cayó en una guerra civil entre clanes debido, en parte, a una ruptura de la identidad cultural hasta entonces heterogénea.
Las críticas que se pueden hacer al modelo esencialista son que la cultura no es algo que se hereda totalmente, y por lo tanto, la identidad cultural tampoco puede ser heredada férrea e inflexiblemente. Si así lo fuera, todo el mundo lucharía contra todo el mundo, porque en algún momento del pasado siempre ha habido un conflicto entre dos o más grupos. Si así fuera, los ciudadanos de Pamplona, por ejemplo, seguirían luchando entre ellos, debido a que en el pasado se produjo un conflicto entre los ciudadanos de los tres burgos que formaban la ciudad. Por lo tanto, puesto que la cultura no es algo inmutable, sino que se transforma continuamente, la identidad cultural tampoco es algo inmutable y se transforma continuamente, convirtiendo a los que antes eran enemigos irreconciliables en un único pueblo y a los que antes eran un único pueblo en entidades culturales opuestas.
Respecto a la perspectiva constructivista, las críticas que se le pueden hacer son que la identidad cultural tampoco depende únicamente de factores coetáneos, sino que existe una transmisión modificable a lo largo del tiempo. No es simplemente una construcción que se realiza desde cero, sino que existe un sustrato básico sobre el que se trabaja y se moldea una identidad cultural determina.
Algunos autores han comenzado a estudiar las identidades culturales no solamente como un fenómeno en sí mismas, sino como un fenómeno en oposición a otras identidades culturales. En esta corriente se considera que la identidad cultural se define por oposición a otras. En grupo se define a sí mismo como tal, al notar y acentuar las diferencias con otros grupos y culturas. Según esta corriente, cualquier cultura se define a sí misma en relación, o más precisamente en oposición a otras culturas. Así, la gente que cree pertenecer a la misma cultura, tienen esta idea porque se basan parcialmente en un conjunto de normas comunes, pero la apreciación de tales códigos comunes es posible solamente mediante la confrontación con su ausencia, es decir, con otras culturas, académicamente esto es conocido como la “otredad”.
La dinámica de la auto-definición cultural implica un continuo contacto entre culturas. Más aún, esas relaciones nunca son de igualdad, dado que nunca se manifiestan de manera aislada: la complicada red de relaciones creada por la superposición de relaciones políticas, económicas, científicas y culturales, convierte cualquier relación entre dos culturas en una relación desigual.
El hecho mismo de que dentro de una cultura o práctica cultural exista la conciencia de una identidad común, implica que también hay un impulso hacia la preservación de esta identidad, hacia la auto-preservación de la cultura. Si la identidad es construida en oposición a los extraños, las intrusiones de otras culturas implican la pérdida de autonomía y por lo tanto la pérdida de identidad. Las convenciones compartidas en las que se basa una identidad son frecuentemente implícitas. Para que el funcionamiento interno de una cultura sea posible, ciertas reglas básicas y significados que subrayan su producción son generalmente dadas por hecho por los participantes.Identidad, cultura y medicina tradicional son, en folklorte, una rica veta de investigación y creación intelectual, que aeguran la pervivencia de nuestro pueblo en lo que a su mismidad se refiere. En el sentido de lo que acabo de expresar, es muy importante la puesta de marcha de instituciones tan valiosas como el Consejo Federal del Folklore de Argentina, que ya da fuertes pasos iniciales y creaciones inéditas y valiosas a partir de su creación como una muestra más de la fortaleza y el empuje de las provincias e instituciones que lo componen, desde su constitución en Salta hace unos meses y su consolidación durante el desarrollo del III Encuentro Nacional del Folklore entre el 22 y el 26 de Agosto.
ARMANDO M. PEREZ DE NUCCIDoctor en Medicina y en Filosofía. Autor de “La Medicina Tradicional del Noroeste Argentino” y ”Magia y Chamanismo en la Medicina Popular del NOA”
Publicado en Ideario7.com. Texto gentileza de Antonio Cruz (Santiago del Estero)