domingo, 8 de septiembre de 2013

Lavado: investigan nexos de Clarín y otras fortunas con la banca suiza

Hernán Arbizu aportó al juez Casanello una lista con más de 300 nombres de personas y empresas que recibió en 2006 de parte de sus superiores del JP Morgan. Figuran Bagó, Fortabat, Costantini y la Universidad Católica, entre otros. Por: Leandro Renou y Ignacio Chausis El titular del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional Nº 7, Sebastián Casanello, empezó a analizar en las últimas horas un escrito que devela una posible conexión de las fortunas de la Argentina sospechadas de haber realizado operaciones de lavado de activos con la división de Banca Privada del banco suizo UBS, segmento del negocio que tiene como función facilitar a empresas e individuos determinadas estructuras societarias empleadas de manera habitual –tras su fachada legal– para fugar y lavar dinero. El miércoles último, Hernán Arbizu, el ex banquero del JP Morgan que confesó haber colaborado con actividades de lavado de dinero de grandes firmas con operaciones en la Argentina, presentó ante Casanello un lista con más de 300 nombres de empresas y personas físicas que presuntamente eran clientes del UBS y que el JP Morgan le entregó en 2006, con el objetivo de que convenciera a esos clientes para que trasladaran su dinero del banco suizo al estadounidense. En pocas palabras, robarle clientes a la competencia. La lista, que ya está en manos del juez y que fue enviada además a la Unidad de Información Financiera (UIF), proviene de la agenda de José Santamaría, ex banquero de UBS que se pasó a las filas del Morgan a principios de 2006, e incluye además de firmas nacionales como Clarín y sus directores, los Melhem, Bagó, Techint, Fort, Ledesma y Costantini, a otras empresas y personas físicas de Estados Unidos, España, Suiza, Paraguay, Uruguay y Venezuela. Todos ellos estaban en Banca Privada, un módulo de los bancos de inversión que el propio Arbizu calificó como el eje de la evasión, la fuga de capitales y el lavado de activos. En el escrito que presentó en su nombre el abogado que representa a Arbizu, Pablo Argibay Molina, el reo especifica que "ese banquero (Santamaría) pasó a trabajar del UBS al JP Morgan durante los comienzos del año 2006 aproximadamente, y cuando yo ingresé al JP Morgan a fines del año 2006, este mismo banquero me entrevistó y me hizo entrega del listado que adjunto al presente". Y agrega que "el listado que adjunto es una copia de la agenda telefónica que ese banquero tenía del UBS de clientes suyos en dicho banco y como no podía contactarse con los mencionados clientes debido a las cláusulas de confidencialidad, él me hizo entrega de dicho listado para que sea yo quien los contacte y así los traiga del UBS al JP Morgan". Además, aclaró que en el listado "se observarán personas y sociedades de distintos países, entre los que se encuentran Venezuela, Bélgica, Argentina, etc., y las mismas se corresponden a clientes y futuros clientes del UBS y del JP Morgan". La presentación del documento, según consigna el escrito, tiene que ver con que al momento de la última declaración de Arbizu ante Casanello en la causa "Autopistas del Sol SA, sobre averiguación de delito", el magistrado lo consultó sobre "personas que operarían con el Banco JP Morgan, el UBS y /o el Citibank". "Es así que me puse a buscar entre mis archivos y encontré un listado de teléfonos pertenecientes al banquero José Santamaría, de nacionalidad español y suizo, a quien yo ya conocía del Banco UBS", señala el texto de la presentación. Cabe destacar que Arbizu se desempeñó en la banca suiza antes de pasar al Morgan: de hecho, la monumental estafa que realizó triangulando dinero entre cuentas y que inició la megacausa de lavado de dinero más grande de la historia criminal argentina, se inició con el giro de dinero de dos cuentas del UBS a una del JP Morgan. De acuerdo a datos de su perfil en la red social Linkedin, Santamaría se desempeña actualmente como director de banca privada en el Deutsche Bank en la oficina de Nueva York, en Estados Unidos. La justicia deberá desentrañar ahora si efectivamente las empresas e individuos presentes en la nómina poseían cuentas en algunos de los dos bancos involucrados y si tales activos estaban debidamente declarados. El documento se suma a una importante cantidad de pruebas aportadas a la causa por la defensa de Arbizu, mientras se espera el resultado de los exhortos enviados a Suiza y Estados Unidos para corroborar algunas de las denuncias de Arbizu. ¿Qué material contiene el listado? Según el detalle al que tuvo acceso Tiempo Argentino, entre los cientos de personas jurídicas y físicas existentes en el documento hay algunas que ya han sido reconocidas como clientes del JP Morgan, como es el caso de la familia Costantini, propietaria del complejo Nordelta; el clan Fort, dedicado a la industria de las golosinas; Natalio Garber, ex dueño de Musimundo y uno de los afectados por la estafa de Arbizu; y los principales directivos del Grupo Clarín. Entre estos últimos sobresale José Aranda, uno de los accionistas mayoritarios del Grupo, quien junto al CEO Héctor Magnetto figura también en el listado original de 469 personas físicas y jurídicas presentado por Arbizu ante el titular del juzgado federal Criminal y Correccional Nº12, Sergio Torres, en 2008, a las que el ex banquero arrepentido les habría prestado sus servicios de lavador de dinero. Cabe recordar que Magnetto, Aranda y Lucio Pagliaro (también accionista y director del multimedios) fueron denunciados en mayo de este año ante la Procuraduría Adjunta de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac) por la supuesta existencia de once sociedades repartidas entre Panamá y el estado de Delaware, en Estados Unidos, reconocidos ambos como paraísos fiscales por el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI). Las firmas en cuestión son Lafone International Corp, Hazel International SA, Harland Investment SA, Tayben Consultants SA, Luarán SA, Rultand SA, Inmobiliaria Valdivia, AGEA, Semar, Lexsol, Noirland. Estas últimas tres firmas figuran entre las empresas que Arbizu ya denunció en 2008 y sobre las que Torres pidió informes a Suiza y a organismos internacionales. Otro de los que figura es Alejandro Scanavino, del área de contabilidad corporativa del holding y quien, junto al ex gerente Financiero y director Alejandro Urricelqui, oficiaba de interlocutor con Arbizu y otros ejecutivos del Morgan en materia del manejo de las cuentas del grupo de medios en el banco estadounidense. También aparece David Wroclavsky, quien fue gerente de contenidos del Grupo y uno de los creadores de Clarín.com. Asimismo, en la nómina aportada por los abogados de Arbizu sobresale la ex dueña de Loma Negra, Amalita Fortabat, que en 2005 vendió la cementera a la brasileña Camargo Correa por una cifra que es una incógnita pero que algunos cifran en torno de los U$S 1000 millones y de la cual no dejó un solo centavo en el país, bajo el atento asesoramiento del actual diputado Alfonso Prat-Gay, consejero familiar en la administración del millonario patrimonio. También figuran Laboratorios Bagó, la familia Priú –ex dueña de Petrolera San Jorge–, Sprayette, Juncadella, el Grupo Bunge & Born, Juan Navarro, del Exxel Group, Techint, Arcor, y Ledesma, entre otros nombres. En el listado –que data de 2006 y fue entregado a Arbizu para que robara clientes al UBS– también figuran ex funcionarios de la última dictadura cívico-militar, como Alejandro Reynal, ex vicepresidente del Banco Central. En septiembre del año pasado, Reynal fue citado a prestar declaración por la Sala II de la Cámara Federal porteña en el marco del pedido de reapertura de una causa por delitos de lesa humanidad promovida por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, que investiga el despojo del Banco Latinoamericano a su titular Eduardo Saiegh en 1980. En la actualidad, Reynal preside el directorio de MBA Lazard, firma dedicada al asesoramiento en banca de inversión y manejos de activos en Latinoamérica. « Las claves del caso  Se destapa la olla: en 2008, el banquero Hernán Arbizu cometió un fraude con cuentas que manejaba para JP Morgan. Ante el pedido de extradición de EE UU, se presentó ante el juez federal Sergio Torres y confesó su responsabilidad en el delito a fin de ser juzgado en la Argentina.  Otros tiempos de Lanata: uno de los primeros periodistas que se hizo eco del escándalo fue Jorge Lanata, quien publicó un extenso artículo en Crítica de la Argentina apuntándoles a los principales directivos del Grupo Clarín y detallando sus respectivas cuentas en paraísos fiscales.  Manual de procesos: en su autodenuncia, Arbizu aportó detalles del proceso usado por el segmento de banca privada del JP Morgan para captar y administrar activos no declarados de argentinos en el exterior. En muchos casos a través de paraísos fiscales.  La justicia inmóvil: a pesar de que brindó precisiones sobre cuentas, montos y operatorias de fondos sin declarar de grandes grupos económicos, la causa no registró movimiento alguno y estuvo paralizada casi cinco años, período en el cual Arbizu nunca fue llamado a declarar.  Investigación de Tiempo: la publicación de las "instrucciones de transferencia" (transacciones con cuentas offshore de personajes públicos y empresas) derivó en la creación de un nuevo expediente que recayó, por sorteo, en el Juzgado Federal Nº 7 a cargo de Casanello.  LLegan nuevas pruebas: Casanello aceptó a la UIF como querellante y tomó declaración a Arbizu. Entre las pruebas que aportó el ex banquero figuran los 117 mails contenidos en un celular que demuestran los vínculos con clientes y directivos del Morgan.

María Seoane: “El círculo rojo es el establishment que busca la devaluación”

a escritora y periodista habló con La vida en particular sobre las afirmaciones de Mauricio Macri en relación a un grupo de poder que busca la desestabilización del país. María Seoane señaló que lo que el Jefe de Gobierno porteño señala como “el círculo rojo” es en realidad un reducido grupo de poder económico en el país, integrado por el “establishment” de las grandes empresas “devaluadoras”. Se trata de aquellas que buscan la desestabilización política y económica de la Argentina para lograr en ese contexto sus própios beneficios económicos y también políticos. En este marco la directora de Radio Nacional señaló que el problema surge a partir del momento en el que “Mauricio Macri se siente ninguneado por ese círculo rojo porque hoy la estrella de ese círculo es Sergio Massa” Si bien Seoane incluye a Macri dentro de ese círculo, no lo hace desde el punto de vista político sino económico” Por otra parte y al ser más específica sobre las intensiones de ese grupo de empresas devaluadotas, Seoane precisó que no se trata de la devaluación en sí misma, sino de la instauración de un modelo en el que estas empresas se ven beneficiadas. En este marco enumeró la fuga de divisas, la acumulación de riquezas en moneda extranjera y la especulación financiera. En pocas palabras, poder lograr que el país se endeude para que éstas empresas puedan hacerse de sus beneficios. En otro orden, Seoane se refirió a la actitud de los grandes medios de comunicación respecto de estos temas. Sostuvo que el Grupo Clarín se ha transformado en una corporación mediática que justamente responde a la defensa de éste núcleo empresarial anteriormente mencionado.

FEINMANN ALLENDE Y SU GORILADA DE SIEMPRE PARA EL GENERAL PERON.

CONTRATAPA Las grandes alamedas Por José Pablo Feinmann Ni que se haya convertido en la fecha de la caída de las Torres Gemelas evitará que –para nosotros, para los hombres y mujeres de América latina– el 11 de septiembre sea la fecha del golpe de Estado más detestable de los tantos que padecimos. Se trataba de un gobierno elegido democráticamente. Se trataba de un país con un ejército que –a diferencia de los de nuestro continente– había sido guardián del orden constitucional. Se trataba de un presidente que era un hombre noble, con ideas e ideales, un hombre honesto y un hombre valiente. Había tenido un gran apoyo de las masas obreras. Y una queja constante, un repudio sin tregua, del MIR, el principal grupo armado de Chile. Finalmente, todos los sectores de la sociedad –menos los obreros– se unificaron para voltearlo: el ejército, los medios de comunicación, los gremios, las clases altas, las clases medias y –con un empeño criminal, furibundo– los Estados Unidos de Nixon y Kissinger. Las clases medias inauguraron la modalidad de salir a la calle con cacerolas y atronar el país pidiendo la renuncia de Allende. Allende fue el más original, el más creativo de los líderes socialistas del siglo XX. Descreyó de la célebre dictadura del proletariado y eligió el camino democrático, pacífico al socialismo. Si ese camino fracasó, no menos fracasaron los otros. Con una enorme diferencia. Allende no dejó decenas o decenas de miles o millones de cadáveres tras de sí. Ni presos políticos tuvo. Confiaba en solucionar la antinomia entre socialismo y democracia, que el mandato de la dictadura del proletariado (que viene de las páginas de Marx y que éste asume como su mayor aporte a la teoría política) obliteraba. La derecha –beneficiada por los errores y por las muertes de los socialismos triunfantes y luego derrotados– no tiene rédito alguno para sacar de la experiencia de la Unidad Popular. Salvo que digan que nacionalizar el cobre equivale a fusilar enemigos políticos, o peor aún. En su último mensaje, don Salvador Allende dijo a su pueblo y a todos los pueblos de América: ¡Trabajadores de mi Patria!: Tengo fe en Chile y en su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán de nuevo las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores! La historia es nuestra y la hacen los pueblos. Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que por lo menos será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición. El criminal de guerra Richard Nixon y su secretario de Estado, Henry Kissinger, peor criminal de guerra aún, odiaban a Allende con una pasión enfermiza. En octubre de 1970, Nixon dijo sobre él palabras injuriosas: “That son of a bitch, that bastard...” Pero esa imagen de este hombre sereno –aunque capaz de encarnar la fuerza de un tornado–, que lo único que nos dejó, como pertenencia, fue el pedazo ensangrentado de uno de los vidrios de sus anteojos, este hombre maduro, con canas, que sale de La Moneda con casco de guerra y metralleta, para morir peleando, tal vez insensatamente, pero como él lo sentía, es, para mí, el símbolo más puro de la rebeldía, porque trató de cambiar el mundo por los caminos de la democracia y de la paz, y porque no pudo, porque los asesinos del poder internacional no lo dejaron, agarró una metralleta, se puso un casco de guerra y decidió (como esos bravos, legendarios marinos con sus barcos) hundirse con su causa. ¡Ah, don Salvador Allende, ojalá hubiera yo tenido alguna vez en mi patria un líder como usted! Simple, duro, pero sensible, amigo y compañero de la gente de su pueblo, sin sinuosidades, con una sola palabra, la misma de siempre, la que marcó la coherencia de sus días y, por si fuera poco, con ese coraje, don Salvador, que le hizo decir: De aquí no me voy, que sigan otros, no van a faltar, y van a llevarme en sus corazones como a un hombre puro, como a un guerrero y como a un demócrata que les va a henchir el pecho de orgullo y de exigencias perentorias. Porque, de ahora en más, todo chileno que sepa que tiene detrás la figura de Salvador Allende, sabe que no se viene a la vida a jugar, a gozar de las liviandades y las tentaciones, sino a meterle el alma y el cuerpo a las causas duras, las de la injusticia, las del hambre, las de la tortura y la muerte. Es mi legado. Lo es. Tenía la cara de un hombre bueno. Vestía de civil. No andaba ostentando armas ni uniformes bélicos. Se metía entre los obreros. Hablaba en sus asambleas. Les pidió, al final, que se cuidaran. Que no se dejaran sacrificar fácilmente por los carniceros que se cernían sobre Chile. Cuando Castro lo visitó le dijo que tenía que recurrir a la violencia si quería sostenerse. Allende no lo hizo. De la violencia se ocupaban los guerrilleros del MIR que, desde luego, lo acusaban de burgués conciliador. ¿Por qué se habrán preocupado tanto los de la CIA y Nixon y Kissinger por un burgués conciliador? ¿Por qué el ejército habrá bombardeado La Moneda? ¿Por qué el diario El Mercurio (al que Nixon le dio dos millones de dólares para desestabilizar su gobierno) lo atacó sin piedad ni vergüenza? ¿Por qué las conchetas chilenas, que son terribles, salieron con sus cacerolas para injuriarlo? ¿Sólo porque era un burgués conciliador? Los del MIR fueron funcionales a los golpistas que, salvo los que se fugaron, murieron todos, en el Estadio Nacional o en las más siniestras mazmorras, tan cruelmente como los líderes de la Unidad Popular. No, Allende no era un burgués conciliador. Era un socialista temible. Porque había elegido la democracia (el arma ideológica que la derecha cree suya) para ir hacia el socialismo. Pero, luego, hizo algo peor. Murió con su causa. Dejó, para el socialismo, un ejemplo moral incuestionable. Y murió sin perder sus esperanzas. El hombre libre volverá. Las altas alamedas lo esperan. Bajo ellas se fue Allende de este mundo.

El viraje K que preocupa a Massa y Van Der Kooy

Ganancias y seguridad, dos banderas opositoras resignificadas por el kirchnerismo. Además, el ministro portador de republicanismo sano. Por: Roberto Caballero Después de leer atentamente los resultados de las PASO, el kirchnerismo en campaña intenta disputar palmo a palmo con los distintos candidatos que propone el orden conservador para no resignar en las urnas de octubre las mayorías parlamentarias necesarias para gobernar hasta el 2015. Esto explica sus últimos movimientos. Si Alejandro Granados tiene que ser el ministro de Seguridad bonaerense para asegurar que los intendentes del mayor distrito electoral no den el salto en garrocha al massismo, lo será. Del mismo modo que fue Martín Redrado, y no Mercedes Marcó del Pont ni Carlos Kunkel, el presidente del BCRA de Néstor Kirchner, durante toda su etapa fundacional. Si hay que gravar la renta financiera para aumentar el mínimo no imponible de Ganancias, se hará ahora, aprovechando que los opositores agitaban esa idea para correr por izquierda al gobierno. En lo sustancial, el kirchnerismo también sigue siendo, como lo fue en toda esta década de cambios, un vector peronista emancipador que interpreta los desafíos con convicciones, aunque evitando transitar las arenas de la política con las rigideces de cualquier religión. Podrá gustar más o menos lo que decide en una coyuntura expresa, será más o menos comprensible para su militancia ideológicamente más comprometida y encuadrada, pero siempre va a dar la pelea en la cancha que hay, y no en la que desea imaginariamente. Cuando Cristina habló de "titulares y suplentes" su mensaje tuvo un destinatario claro: el "círculo rojo" del que habla Mauricio Macri, que no es otra cosa que el enjambre corporativo que da por agotado su ciclo vital. Con ese discurso desafiante y las mesas de diálogo posteriores, Cristina expuso a los dueños del poder y del dinero y descubrió las piezas electorales del engranaje pretendidamente sucesorio puesto en marcha. En simultáneo, tomó la decisión de apoyarse en intendentes y gobernadores peronistas que no son del agrado del refinado paladar del kirchnerismo premium, pero hubiera sido más reprochable para su conducción cederlos a las estrategias del conservadurismo pejotista, agazapado detrás de las candidaturas de Sergio Massa y, en menor medida, Francisco De Narváez. Dos de sus últimas resoluciones, la suba del Impuesto a las Ganancias y la batería de medidas más o menos ortodoxas contra la inseguridad, buscan restar predominancia en la agenda a las ofertas electorales del bloque de poder que se ve predestinado a remplazar al kirchnerismo, siguiendo la letra fría del artículo 90 que impide la reelección presidencial. El objetivo de las últimas medidas no es tanto que el FPV resulte rotundamente victorioso en una elección de medio término, donde la dispersión del sufragio es tradición, sino garantizar el número de diputados y senadores que respondan a su estrategia en el Congreso, neutralizando el avance de un nuevo Grupo A con ínfulas dañinas para la gobernabilidad de sus últimos dos años de mandato. Con llegar al 30% de los votos, le alcanza. No es imposible. Las lecturas sobre un viraje o desconcierto ideológico no tienen anclaje en la realidad. Por fuera de las consignas y el encandilamiento que estas producen en el activismo, el pragmatismo conducente existe en los liderazgos políticos que se resisten a ser testimoniales. Las acusaciones de oportunismo de parte de la oposición mediática están intoxicadas de gataflorismo: no bajar Ganancias está mal y subir el tope es electoralista; no hablar de la seguridad es ocultarla y hablar de ella es demagogia. Nada nuevo bajo el sol. Con dos movidas tácticas, que amargaron incluso el análisis de Eduardo Van Der Kooy en el piso de TN, el kirchnerismo logró complicar la velocidad de marcha de Massa, interpeló a sus votantes menos convencidos de traicionar a la presidenta que apoyaron en 2011 e incorporó a su acción proselitista una demanda concreta, como la de seguridad, que surge como asunto primordial en todas las encuestas. Con esto, si algún sector doctrinario del armado oficial amenazó con escandalizarse, el massismo completo comenzó a preocuparse de veras. Granados obtuvo un ministerio ahora, no en el 2015. Para cauterizar el potencial drenaje de dirigentes, su designación parece acertada. Su currículum genera suspicacias atendibles. Pero mejorar la gestión de su antecesor en el área, el penitenciario Ricardo Casal, duramente cuestionado por los organismos de Derechos Humanos, no parece tan difícil. El proyecto de largo plazo de Daniel Scioli, cuya intensidad kirchnerista siempre está en debate, necesita que Massa pierda adeptos. Si va a ganar, que sea por un margen escaso. El cristinismo y el sciolismo necesitan de lo mismo: por eso Granados es ministro. Lo realmente importante es que todo el tinglado del peronismo provincial hoy aliado del kirchnerismo sostiene en la práctica una larga lista de diputados nacionales confeccionada en la Casa Rosada, de la que Martín Insaurralde es figura insigne por decisión presidencial. Lo mismo ocurre con los gobernadores y los candidatos al Senado. El rumbo general que imprime Cristina al proceso no sufre variaciones estratégicas. La mayoría parlamentaria oficial que aumentó el tope de Ganancias, gravó la renta financiera especulativa y los dividendos de las empresas del "círculo rojo" para tapar el bache fiscal, logrando incluso los votos del moyanismo, que se desmarcó así de su alianza con De Narváez, votante en contra. Y la propia UCR habilitó sus votos para sumarse a la iniciativa de la reapertura del canje de deuda propuesto por el Poder Ejecutivo, tras el fallo antiargentino de la Cámara de Apelaciones de Nueva York. Esta movida concitó el apoyo a la postura nacional de "Madame Lagarde", la titular del FMI, en plena reunión del G-20. Los dichos de Insaurralde sobre la baja de la edad de imputabilidad para los menores en conflicto con la ley penal, más allá del modo desprolijo en que se echó a rodar, responden a una demanda de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que condenó hace un mes a nuestro país por mantener vigente un sistema vejatorio que aplica penas de mayores a menores desde la época de la dictadura cívico-militar. No se trata de mano dura, ni de garantismo extremo: es la Convención de los Derechos del Niño, a la que Argentina adhiere por manda constitucional, la que impone los requisitos de una nueva normativa que contemple la singularidad de los chicos en conflicto con la ley penal. Hoy son falsamente inimputables hasta los 18, pero cumplida esa edad se les aplica el rigor de las penas previstas por Código Penal como si el delito lo hubiesen cometido de adultos. En adelante, según el proyecto en estudio del kirchnerismo, serán imputables –aún no está decidida la edad tope– aunque cumplirán penalidades específicas y diseñadas para menores, con finalidad de reinserción. En algún sentido, analizando el escenario filoso donde el oficialismo retomó la iniciativa tras las PASO, se puede trazar un paralelo con las escenas inmediatas a la designación de Jorge Bergoglio como Papa. La primera reacción del núcleo más intransigente del kircherismo fue la de impugnarlo por sus antecedentes, hasta que la presidenta bajó otra línea de trabajo no principista. El antikirchnerismo buscaba un Papa opositor entonces, como ahora necesita de un peronismo dócil a las corporaciones que vertebre un potencial armado poskirchnerista. En ambos casos, Cristina decidió no ser funcional a los deseos opositores: ni se peleó con el Papa como se esperaba, ni salió con el kirchnerómetro a acosar a intendentes y gobernadores que quieren juego propio. A veces, impedir los éxitos del adversario equivale a asegurarse los propios. PORTADORES DE REPUBLICANISMO SANO. Lo que sigue es una escena imaginaria, o no tanto. Un ministro de la Corte Suprema de Justicia se detiene ante un grupo de periodistas y les explica que los tiempos que corren son tristes, porque hay mucha corrupción y faltan líderes virtuosos; y remata épicamente, rodeado de micrófonos, diciendo que lo que está haciendo falta, en realidad, son conductores políticos de la talla de Juan o Eva Perón. Sería un escándalo. Una falta de independencia reprochada de modo airado. La intromisión de una ideología política facciosa en el lustroso Palacio de Tribunales. Es opinable, claro, pero los mastines de la prensa hegemónica se encargarían de despellejar a su señoría hasta convertirlo en jirones. Para peor, el mismo ministro, puesto a opinar sobre un expediente candente que llegó al máximo tribunal, revela que el fallo definitivo estará resuelto después de las elecciones de octubre, y no antes, transparentando que las decisiones judiciales se subordinan al calendario electoral. Sería un escándalo todavía mayor. Su señoría no sólo tiene su corazoncito político, sino que además dice en público que los integrantes de un poder del Estado como el judicial deben escuchar primero el dictamen de las urnas y recién después expedirse sobre la constitucionalidad de una norma votada en el Parlamento, trámite que ya lleva cuatro años en veremos. Si su señoría fuera kirchnerista, toneladas de adjetivaciones negativas hubieran censurado su proceder. Si, además, se tratara de un ministro que goza de la permanencia en su cargo gracias a la mayoría automática del menemismo, desoyendo el artículo 99, inciso 4 de la Constitución Nacional, que por edad se lo impide, los diarios tradicionales lo estarían asociando a las perversidades de una secta destructiva. Esto, en el mejor de los casos. Porque si eligieran ensañarse con su edad, le atribuirían una historia clínica morbosamente irremontable. Sin embargo, Carlos Fayt hizo algo parecido esta semana, durante una reunión donde fue premiado por la Federación Argentina de Colegios de Abogados (FACA), y nadie se agarró la cabeza ni se sintió moralmente agraviado. La fábrica de prestigio funciona así. Lo que está permitido a algunos, está vedado a los otros, los que no son del club republicano. Estos pueden sacar a relucir sus preferencias políticas, influir en la esfera del debate público desde la supuesta neutralidad de su cargo y permitirse jugar con la idea de que la asepsia es inexistente cuando de fallos jurídicos se trata, y la vida sigue sin percances ni críticas altisonantes. Según Carlos Fayt, vivimos rodeados de corrupción, un poco a la deriva por falta de liderazgos como los de Lisandro de la Torre y Juan B. Justo (no habló de Perón ni de Eva, eso fue una licencia narrativa del autor de estas líneas), y que si quieren saber cómo van a fallar los supremos cuando se sienten a resolver el pleito por la constitucionalidad de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, tendrán que esperar a ver cómo queda el mapa político después de las elecciones legislativas. Lo dijo y agua va. Fayt puede decir que es socialista, comentar ante el presidente de la FACA, el denarvaísta Ricardo De Felipe, que hay enriquecimientos ilícitos –que no denuncia en sede penal–, revelar el tiempismo político del máximo tribunal, sentirse eterno en su ministerio contradiciendo a la propia Constitución Nacional y no por eso ser cuestionado ni cosechar diagnósticos de salud temerarios, como sí ocurre, por ejemplo, con la presidenta. Los portadores sanos de republicanismo, como Fayt, cuentan con esa ventaja frente al resto de los hombres públicos. En otros tiempos, está claro, el actual decano de la Corte fue el ala progresista del tribunal. Su dictamen sobre "real malicia" sentó jurisprudencia y de la buena. No se puede negar eso. Tampoco ignorar que quedó atrapado en una lógica decimonónica de fantasmal factura desde la que reprende al sistema político en su conjunto. El ministro decano fue a la FACA a recibir halagos. Es humano, se sintió como en casa. Hubiera sido elogiable que les preguntara a sus anfitriones por qué la federación de hombres del Derecho calló durante la dictadura, es decir, durante la supresión total de los derechos sociales y políticos, mientras los abogados que se jugaban con los hábeas corpus eran desaparecidos en los campos de exterminio de Videla & Cía. Fayt no los fue a inquirir por haber desertado de la denuncia en tiempos donde hacía falta ese coraje del que alardean ahora sus socios. Fue a recibir un galardón, seguramente convencido de que lo merece, y eludió interpelar a los premiantes por asuntos graves, sobre los cuales no se han expedido todavía. En Chile y en Brasil, los cómplices civiles del terrorismo de Estado están comenzando a pedir disculpas por la complicidad u omisión con las violaciones de Derechos Humanos. ¿Podría haber impulsado Fayt una autocrítica de la FACA? Hubiera sido interesante escucharlo. Sobre todo, porque dos días después, hasta la Corte chilena pidió perdón por el rol de sus integrantes durante el régimen dictatorial de Pinochet. Claro que Fayt, cuando tuvo que expedirse por la inconstitucionalidad de las leyes de impunidad en nuestro país, también se opuso. A veces la coherencia no es un valor. Fayt, sin embargo, aprovechó la premiación para descargar los mismos lugares comunes de aquellos que dejan a las instituciones maltrechas, aun desde el discurso republicano. Hoy los políticos se enriquecen, los de ayer eran mejores. Si así fuera, como juez está obligado a denunciarlos con nombre y apellido, pero en honor a la verdad dio la impresión de que Fayt apoyó un prejuicio generalizado, sin precisiones ni evidencias. Tampoco las obtuvo cuando actuó como instructor de la causa por el atentado a la Embajada de Israel, que sigue impune después de 21 años. Al respecto, en una entrevista, él mismo se justificó: “Luego del atentado, hubo algunos pequeños problemas con la comunidad. Me cuestionaron por más que hice cuanto pude en la investigación de la Embajada de Israel. Yo no estoy ofendido. Estoy acostumbrado a las ingratitudes (…) De manera que les puedo asegurar que hice lo humanamente posible para que se hicieran las cosas bien, y así se hicieron. Aquella, también, fue una tarea a la que dediqué mucho tiempo y muchas esperanzas, sin pretender nada." Y sin encontrar mucho, tampoco. Alguna vez, Don Arturo Jauretche recordó a un abogado joven que pretendía integrarse a FORJA. Lo escuchó atentamente y después le recomendó alistarse en el socialismo reformista de Nicolás Repetto y Juan B. Justo. Era Carlos Fayt, que le hizo caso. Ese sector del socialismo apoyó luego con proclamas y dirigentes el gobierno de facto surgido del Golpe del '55. Américo Ghioldi, Alicia Moreau de Justo, Repetto y Ramón Muñiz se integraron, incluso, a la Junta Consultiva Nacional convocada por los dictadores para darle una pátina plural al proceso, del que Alfredo Palacios fue embajador en Uruguay. Pese a todo, sus figuras atravesaron las décadas siguientes como portadores de un sano republicanismo. Como Fayt. La historia es así. La ganan los que la escriben. El editorial de La Nación que atribuyó a Perón la culpa del golpe sangriento que sufrió es un buen ejemplo de esta reescritura permanente del pasado a favor del orden conservador. En cualquier otro país, los socialistas que hubieran apoyado un golpe y la proscripción de una mayoría política durante 18 años, dejarían de llamarse socialistas. Pero acá reciben premios de "doctores" y sus pares los saludan al grito de "Maestro".

VIERNES, 6 DE SEPTIEMBRE DE 2013 PERFILES > ROSA SCHONFELD DE BRU La tenaz

Por Marta Dillon No es lo mismo la muerte que la desaparición, aun cuando se haya arrastrado durante más de 20 años la certeza de que en ese silencio, en esa falta de abrazo, en ese detenerse del tiempo en una foto en la que todo habla de pasado está la muerte. No es lo mismo, Rosa Schonfeld de Bru lo sabe. A veces, dice, mira ese programa en la tele, uno en que las familias se encuentran después de haber estado veinte o treinta años separadas y cae en la trampa de ese juego de las lágrimas: ¿y si le tocara a ella? ¿Y si hubiera algún error? ¿Si el milagro le fuera otorgado y Miguel pudiera levantarla en el aire en la vuelta de un abrazo? Es esa “esperancita” la que más duele. Es esa luz que titila y no se apaga y a la que su añoranza va a quemarse como los insectos. Es la falta de cuerpo, la falta de duelo. Y también es, para la mamá de Miguel Bru, torturado hasta la muerte en la comisaría novena de La Plata y desaparecido después y hasta ahora, el motor de una búsqueda que no cesa. A ella no le alcanza con que se haya condenado a los autores materiales –los policías Justo López y Walter Abrigo– y a los responsables de la comisaría –con penas que apenas alcanzaron los ocho meses de prisión efectiva–, no le alcanza que el Estado haya reconocido su responsabilidad dimensionándola con una suma de dinero que Rosa dispuso para la fundación que lleva el nombre de su hijo. Quiere que aparezcan sus restos, recién entonces podría terminar la búsqueda. Y no la lucha. Porque esta mujer de 65, menuda, de voz frágil y convicciones fuertes cree que hay dolores peores que la desaparición y la muerte y es que a eso le siga el anonimato. “Escuchando a otras mamás, otras historias, llegué a pensar que no estábamos tan mal. Porque en definitiva, nunca estuve sola, estuvieron los amigos y compañeros de mi hijo que me abrieron los ojos y me sostuvieron y supieron cómo rescatar a mi hijo de esa otra tumba, la de la impunidad.” Todavía se acuerda, cómo olvidarlo, cuando un compañero de Miguel vino a decirle que habían encontrado su ropa y su bicicleta, cuánto tardó en darse cuenta de que ese dato era definitivo, que su ausencia no era voluntaria, que la tragedia estaba sacudiendo los cimientos de todo lo que creía posible. “Porque yo en lo primero que pensé fue en la policía, no como responsable, pensé que había que ir a la policía a hacer la denuncia. Mi marido era policía.” Contra su sumisión de ama de casa y madre de cinco hijos siempre con la mesa puesta y la paciencia flexible tuvo que levantarse. “Me convertí en una mujer autónoma, me dejé educar por los amigos y compañeros de mi hijo, nunca va a ser suficiente lo que les pueda agradecer incluso por actos que entonces me parecían inútiles, como colgar un cartel en el Concejo Deliberante de La Plata que decía ‘¿Dónde está Miguel?’. Y pensar que es ahí donde ahora se discutió y se aprobó poner una baldosa con su nombre frente a la comisaría donde lo mataron. Creo que tendría que haber una baldosa por cada víctima de la violencia institucional. Y la va a haber, como con los desaparecidos”, promete cuando todavía escucha los últimos acordes de la orquesta infantil que tocó en su homenaje cuando la declararon Personalidad Destacada en los Derechos Humanos en la Ciudad de Buenos Aires. Son demasiadas víctimas para estas tres décadas de democracia, lo sabe aunque no puede recitar un número de memoria. La memoria le sirve para otras cosas, le sirve para seguir en el camino. Le sirve también para plantar su modesta bandera de victoria: a Miguel lo detuvieron y lo torturaron después de que él presentara una denuncia por un allanamiento ilegal y violento en su contra. Le aplicaron el submarino seco no para que hable, sino para que calle, para cubrirse, para proteger la impunidad de los uniformados. “Y ahora yo me pregunto qué sentirán esos tipos a los que seguimos llamando asesinos con nombre y apellido, qué sentirán ahora, veinte años después, cuando el nombre de mi hijo se sigue pronunciando.” Cuando su madre, sin cansarse, lo sigue buscando.

Círculo Rojo con nombre y apellido

Juan Carr en Duro De Domar. Hambre cero.