sábado, 7 de septiembre de 2013
El mandato político de Fernando Abal Medina [En Militancia Política para la Liberación Nº 13]
El 7 de Septiembre de 1970 en William Morris, Pcia de Buenos Aires, morían en combate Abal Medina y Carlos Gustavo Ramus. Desde entonces, la militancia reconoce al 7 de septiembre como el Día del Montonero
Cuando un revolucionario ha caído a poco de comenzar su lucha, cuando un hombre ha muerto a los 22 años de edad, hay una sola forma correcta de valorar su aporte concreto a la guerra popular. A partir de las acciones realizadas y de las instancias organizativas promovidas, rescatar lo esencial de su proyecto político. En el caso de Fernando Abal Medina, esto no sólo es perfectamente posible, sino que, los rasgos esenciales de su concepción revolucionaria tienen una absoluta vigencia, como necesidad para la Argentina de hoy.
Fernando Abal Medina, era un claro y típico exponente de un militante revolucionario en un país semi-colonial. Su antidogmatismo, su heterodoxia ideológica, fruto de las distintas vertientes de su formación política, lo hacían naturalmente abierto a la comprensión de las formas específicas que los caminos de la liberación planteaban a los argentinos al fin de la década del 60. Su formación nacionalista le habla permitido la comprensión del pasado argentino y el rescate de una línea histórica de resistencia nacional representada por las montoneras del siglo XIX.
También eran claras en él la influencia de John William Cooke, al remarcar la potencialidad revolucionaria del peronismo, y de Juan García Elorrio, con el aporte del cristianismo camilista, forma de acceder al vasto mundo guevariano.
De esta amalgama ideológica, fraguada en el contacto con los sectores revolucionarios del peronismo — donde no hay que olvidar en aquel momento a la CGT A.— y sus naturales condiciones de jefe, va perfilándose el» futuro conductor de Montoneros. Para una correcta caracterización del mismo, debemos señalar como rasgos distintivos de su personalidad, su audacia sin límites y su voluntarismo ascendrado, que lo llevan a plantearse como posibles, acciones hasta entonces calificadas como utópicas.
Avanzando en el análisis, a partir de esta caracterización personal de Abal, podemos entonces preguntarnos cual era su proyecto político y que es lo que sobrevive del mismo, como necesidad de asunción expresa para la adopción de una clara línea por parte del campo revolucionario del Peronismo.
Nota de "Denuncia" Nº 10, órgano de Movimiento Antiimperialista por el Socialismo, México, 1 de junio 1978. Clic para ampliar
Debemos ubicarnos en el momento político en que se da la participación activa de Fernando Abal Medina. Son los momentos de mayor vacío político consecuencia del onganiato. La combatividad popular se encuentra totalmente adormecida. La burocracia sindical, con el claro proyecto de participacionismo, hace cola en las antesalas de la casa de gobierno de la mano de San Sebastián, para entregarse en brazos de la llamada revolución argentina. Perón, aislado en Madrid, no tiene juego político, y las bases peronistas, el pueblo trabajador no encuentra forma de expresión. El peronismo se encuentra acampado a la sombra de su Líder, y nada ni nadie parece encontrar el camino que revitalice las posibilidades revolucionarias.
Desde ya, que pequeños sectores del campo revolucionario, se plantean cumplir ese rol protagonice, sin que sus proyectos alcancen para transformar la realidad. La C.G.T.A. con Ongaro a la cabeza, en tanto enmarca su acción dentro del campo limitado del sindicalismo, limita su accionar a una labor de concientización. Las F.A.P., tras su experiencia de foco rural, se replantea su metodología de lucha, sin que su concreto operar altere la siesta colonial que vive la Argentina. Posteriormente al Cordobazo, esa impensable eclosión popular, demostró el grado de combatividad latente de las masas. Ese tremendo golpe espontaneísta a las estructuras del Sistema, constituyó sin lugar a dudas, una apelación a la conciencia de los revolucionarios argentinos de colocarse a la altura de las exigencias y al nivel de nuestro pueblo.
Fernando Abal Medina aceptó el desafío. Entre la posibilidad que ofrecía el Movimiento Peronista en su realidad institucional —de integrarse a la política de conjunto, acompañando el proyecto de la burocracia— o plantear un proyecto alternativo revolucionario, el de Perón y las bases, el del peronismo real, Fernando Abal Medina opta por este último. Poco le importó que no se ajustara al metro patrón de la ortodoxia de los mediocres, que fuera calificado de descolgado o acusado de quedar al margen del Movimiento. Así nace Montoneros. De ahí surge el ajusticiamiento de Aramburu, de allí parte La Calera.
Detengámonos un momento en el Aramburazo, en su implicancia política coyuntural, apartándonos de su enorme significación, de reivindicación popular, de acto de justicia histórica. Implicó, la transformación más radical del curso natural de los acontecimientos políticos. Fue patear el tablero, transformar la realidad en la mas pura acepción revolucionaria, a partir de una clara voluntad de incidir sobre la misma de una lucida percepción de los hechos que producían una inmediata identificación popular, que los reconocían como parte de su lucha, y de una profunda fe, en el grado de conciencia de las masas peronistas y de la correspondencia entre ese pueblo y su Líder.-
Ese es en esencia el proyecto político de Fernando Abal Medina, que obligadamente debemos rescatar. Sus pautas esenciales, podemos sintetizarlas en:
Colchones - “Cuando Perón vuelve a la Argentina les ofrece a los montoneros el Ministerio de Bienestar Social y ellos no aceptan. De haberlo hecho, nos hubiéramos salvado de López Rega. Pero Firmenich le responde: ‘No levantamos las armas para andar repartiendo colchones’.” [Fernando Amato, autor de Setentistas. De La Plata a la Casa Rosada.]
1.— Asunción de la guerra popular
2.— Adopción de la lucha armada como la metodología que hace viable esa guerra popular, mediante formas organizativas superiores.
3.— Absoluta intransigencia con el Sistema.
4.— Incansable voluntad de transformar la realidad.
5.— Identificación de la burocracia, como formando ' parte del campo contrarrevolucionario.
6— Entronque efectivo en las luchas del pueblo
7.— Confianza ilimitada en la potencialidad revolucionaria de la clase trabajadora peronista
8.— Caracterización del General Perón, como conductor estratégico.
9.— Correcta evaluación sobre los amplios márgenes de posibilitantes de actuación dentro del Movimiento Peronista.
10.— Decisión de luchar hasta el costo de la propia vida
Esto es lo importante. Si Fernando no veía claro si correspondía definirse como brazo armado, foco irradiador de conciencia, u organización revolucionaria de masas. Eso hace mas a la discusión teórica posterior, que a la puesta en marcha de un proyecto político auténticamente peronista, auténticamente revolucionario.
En buena hora, los precursores, los militantes heroicos, dieron preeminencia al momento práctico, antes que a la caracterización teórica. Es lo que distingue un hecho revolucionario, de una intelectualización revolucionaria. A nuestro país, le sobran lectores de la realidad . El mandato transformador de Fernando, es una exigencia ineludible.
NOTA GRAMSCIANA DE SEPTIEMBRE: "La economía liberal y la economía socialista" (José Carlos Mariátegui)
"El capitalismo ha dejado de coincidir con el progreso"
-José Carlos Mariátegui.
"La economía liberal y la economía socialista".
No se concibe una revisión --y menos todavía una liquidación-- del marxismo que no intente, ante todo, una rectificación documentada y original de la economía marxista. Henri de Man, sin embargo, se contenta en este terreno con chirigotas, como la de preguntarse "por qué Marx no hizo derivar la evolución social de la evolución geológica o cosmológica", en vez de hacerla depender, en último análisis, de las causas económicas. De Man no nos ofrece ni una crítica ni una concepción de la economía contemporánea. Parece conformarse, a este respecto, con las conclusiones a que arribó Vandervelde en 1898, cuando declaró caducas las tres siguientes proposiciones de Marx: ley de bronce de los salarios, ley de la concentración de capital y ley de la correlación entre la potencia económica y la política. Desde Vandervelde que como agudamente observaba Sorel no se consuela (ni aun con las satisfacciones de su gloria internacional), de la desgracia de haber nacido en un país demasiado chico para su genio, hasta Antonio Graziadei, que pretendió independizar la teoría del provecho de la teoría del valor, y desde Bernstein, líder del revisionismo alemán, hasta Hilferding, autor del Finanzkapital, la bibliografía económica socialista encierra una especulación teórica, a la cual el novísimo y espontáneo albacea de la testamentaria marxista no agrega nada de nuevo.
Henri Man se entretiene en chicanear acerca del grado diverso en que se han cumplido las previsiones de Marx, sobre la descalificación del trabajo a consecuencia del desarrollo del maquinismo. "La mecanización de la producción --sostiene de Man-- produce dos tendencias opuestas: una que descalifica el trabajo y otra que lo recalifica". Este hecho es obvio. Lo que importa saber es la proporción en que la segunda tendencia compensa la primera. Y a este respecto de Man no tiene ningún dato que darnos. Unicamente se siente en grado de "afirmar que por regla general las tendencias descalificadoras adquieren carácter al principio del maquinismo, mientras que las recalificadoras son peculiares de un estado más avanzado del progreso técnico". No cree de Man que el taylorismo, que "corresponde enteramente a las tendencias inherentes a la técnica de la producción capitalista, como forma de producción que rinda todo lo más posible con ayuda de las máquinas y la mayor economía posible de la mano de obra" imponga sus leyes a la industria. En apoyo de esta conclusión afirma que "en Norteamérica, donde nació el taylorismo, no hay una sola empresa importante en que la aplicación completa del sistema no haya fracaso a causa de la imposibilidad psicológica de reducir a los seres humanos al estado del gorila". Esta puede ser otra ilusión del teorizante belga, muy satisfecho de que a su alrededor sigan hormigueando tenderos y artesanos; pero dista mucho de ser una aserción corroborada por los hechos. Es fácil comprobar que los hechos desmienten a de Man. El sistema industrial de Ford, del cual esperan los intelectuales de la democracia toda suerte de milagros, se basa como es notorio en la aplicación de los principios tayloristas. Ford, en su libro Mi Vida y mi Obra, no ahorra esfuerzos por justificar la organización taylorista del trabajo. Su libro es, a este respecto, una defensa absoluta del maquinismo, contra las teorías de psicólogos y filántropos. "El trabajo que consiste en hacer sin cesar la misma cosa y siempre de la misma manera constituye una perspectiva terrificante para ciertas organizaciones intelectuales. Lo sería para mí. Me sería imposible hacer la misma cosa de un extremo del día al otro; pero he debido darme cuenta que para otros espíritus, tal vez para la mayoría, este género de trabajo no tiene nada de aterrante. Para ciertas inteligencias, al contrario, lo temible es pensar. Para éstas, la ocupación ideal es aquélla en que el espíritu de iniciativa no tiene necesidad de manifestarse". De Man confía en que el taylorismo se desacredite, por la comprobación de que "determina en el obrero consecuencias psicológicas, de tal modo desfavorables a, la productividad, que no pueden hallarse compensadas con la economía de trabajo y de salarios, teóricamente probable". Mas, en esta como en otras especulaciones, su razonamiento es de psicólogo y no de economista. La industria se atiene, por ahora, al juicio de Ford mucho más que al de los socialistas belgas. El método capitalista de racionalización del trabajo ignora radicalmente a Henri de Man. Su objeto es el abaratamiento del costo mediante el empleo de máquinas y obreros no calificados. La racionalización tiene, entre otras consecuencias, la de mantener, con un ejército permanente de desocupados, un nivel bajo de salarios. Esos desocupados provienen, en buena parte, de la descalificación del trabajo por el régimen taylorista, que tan prematura y optimistamente de Man supone condenado.
De Man acepta la colaboración de los obreros en el trabajo de reconstrucción de la economía capitalista. La práctica reformista obtiene absolutamente su sufragio. "Ayudando al restablecimiento de la producción capitalista y a la conservación del estado actual --afirma-- los partidos obreros realizan una labor preliminar de todo progreso ulterior". Poca fatiga debía costarle, entonces, comprobar que entre los medios de esta reconstrucción, se cuenta en primera línea el esfuerzo por racionalizar el trabajo, perfeccionando los equipos industriales, aumentando el trabajo mecánico y reduciendo el empleo de mano de obra calificada.
Su mejor experiencia moderna la ha sacado, sin embargo, de Norteamérica, tierra de promisión, cuya vitalidad capitalista lo ha hecho pensar que "el socialismo europeo, en realidad, no ha nacido tanto de la oposición contra el capitalismo, como. entidad económica, como, de. la lucha contra ciertas circunstancias que han acompañado al nacimiento del capitalismo europeo; tales como la pauperización de los trabajadores, la subordinación de clases sancionada por las leyes, los usos y costumbres, la ausencia de democracia política, la militarización de los estados, etc.". En los Estados Unidos el capitalismo se ha desarrollado libre de los residuos feudales y monárquicos. A pesar de ser ése un país capitalista por excelencia, "no hay un socialismo americano que podamos considerar como expresión del descontento de las masas obreras". El socialismo, en conclusión, viene a ser algo así como el resultado de una serie de taras europeas, que Norteamérica no conoce.
De Man no formula explícitamente, este concepto, porque entonces quedaría liquidado no sólo el marxismo sino el propio socialismo ético que, a pesar de sus muchas decepciones; se obstina en confesar. Mas he aquí una de las cosas que el lector podría sacar en claro de su alegato. Para un estudioso serio y objetivo --no hablemos ya de un socialista-- habría sido fácil reconocer en Norteamérica una economía capitalista vigorosa, que debe una parte de su plenitud e impulso a las condiciones excepcionales de libertad en que le ha tocado nacer y crecer, pero que no se sustrae, por esta gracia original, al sino de toda economía capitalista. El obrero americano es poco dócil al taylorismo. Más aún, Ford constata su arraigada voluntad de ascensión. Pero la industria yanqui dispone de obreros extranjeros, que se adaptan fácilmente a las exigencias de la taylorización. Europa puede abastecerla de los hombres que necesita para los géneros de trabajo que repugnan al obrero yanqui. Por algo, los Estados Unidos son un imperio; y para algo Europa tiene un fuerte saldo de población desocupada y famélica. Los inmigrantes europeos no aspiran, generalmente, a salir de maestros obreros, remarca Mr. Ford. De Man, deslumbrado por la prosperidad yanqui, no se pregunta al menos si el trabajador americano encontrará siempre las mismas posibilidades de elevación individual. No tiene ojos para el proceso de proletarización, que también en Estados Unidos se cumple. La restricción de la entrada de inmigrantes no le dice nada.
El neo-revisionismo se limita a unas pocas superficiales observaciones empíricas, que no aprehenden el curso mismo de la economía, ni explican el sentido de la crisis post-bélica. Lo más importante de la previsión marxista --a concentración capitalista-- se ha realizado. Social-demócratas como Hilferding, a cuya tesis se muestra más atento un político burgués como Caillaux (V. Oú va la France?) (2) que un teorizante socialista como Henri de Man, aportan su testimonio científico a la comportación de este fenómeno. ¿Qué valor tienen al .lado del proceso de concentración capitalista, que confiere el más decisivo poder a las oligarquías financieras y a los trusts industriales, los menudos y parciales reflujos de manera escrupulosa registrados por un revisionismo negativo, que no se cansa de rumiar mediocre e infatigablemente a Bernstein, tan superior, en forma evidente, como ciencia y como mente, a sus presuntos continuadores? En Alemania, acaba de acontecer algo en que deberían meditar con provecho los teorizantes empeñados en negar la relación de poder político y poder económico. El Partido Populista (Deustche Volkspartei), castigado en las elecciones, no ha resultado, sin embargo, mínimamente disminuido en el momento de organizarse un nuevo ministerio. Ha parlamentado y negociado de potencia a potencia con el Partido Socialista, victorioso en los escrutinios. Su fuerza depende de su carácter de partido de la burguesía industrial y financiera; y no puede afectarla la pérdida de algunos asientos en el Relchstag (3), ni aún si la social-democracia los gana en proporción triple.
Lenin, jefe de una gran revolución proletaria, al mismo tiempo que autor de obras de política y economía marxistas del valor de El Imperialismo, última etapa del Capitalismo --hay que recordarlo porque de Man discurre como si lo ignorase totalmente-- plantea la cuestión económica en términos que los "reconstructores" no han modificado absolutamente y que siguen correspondiendo a los hechos. "El antiguo capitalismo --escribía Lenin, en el estudio mencionado-- ha terminado su tarea. El nuevo constituye una transición. Encontrar "principios sólidos y un fin concreto" para conciliar el monopolio y la libre concurrencia, es evidentemente tratar de resolver un problema insoluble". "La democratización del sistema de acciones y obligaciones, del cual los sofistas burgueses, oportunistas y social-demócratas, esperan la "democratización" del capital, el reforzamiento de la pequeña producción y muchas otras cosas, no es en definitiva sino uno de los medios de acrecer la potencia de la oligarquía financiera. Por esto, en los países capitalistas más avanzados o más experimentados, la legislación permite que se emitan títulos del más pequeño valor. En Alemania la ley no permite emitir acciones de menos de mil marcos y los magnates de la finanza alemana consideran con un ojo envidioso a Inglaterra, donde la ley permite emitir acciones de una libra esterlina. Siemens, uno de los más grandes industriales y uno de los monarcas de la finanza alemana, declaraba en el Reichstag el 7 de junio de 1900 que "la acción a una libra esterlina es la base del imperialismo británico".
El capitalismo ha dejado de coincidir con el progreso. He aquí un hecho, característico de la etapa del monopolio, que un intelectual tan preocupado como Henri de Man de los valores culturales, no habría debido negligir en su crítica. En el período de la libre concurrencia, el aporte de la ciencia hallaba enérgico estímulo en las necesidades de la economía capitalista. El inventor, el creador científico, concurrían al adelanto industrial y económico, y la industria excitaba el proceso científico. El régimen del monopolio tiene distinto efecto. La industria, la finanza comienzan a ver, como anota Caillaux, un peligro en los descubrimientos científicos. El progreso de la ciencia se convierte en un factor de inestabilidad industrial. Para defenderse de este riesgo, un trust puede tener interés en sofocar o secuestrar un descubrimiento. "Como todo monopolio --dice Lenin-- el monopolio capitalista engendra infaliblemente una tendencia a la estagnación y a la corrupción: en la medida en que se fijan, aunque sean temporalmente, precios de monopolio, en que desaparecen en cierta medida los estimulantes del progreso técnico y, por consiguiente, de todo otro progreso, los estimulantes de la marcha adelante, surge la posibilidad económica de entrabar el progreso técnico". Gobernada la producción por una organización financiera, que funciona como intermediaria entre el rentista y la industria, en vez de la democratización del capital, que algunos creían descubrir en las sociedades por acciones, tenemos un completo fenómeno de parasitismo: una ruptura del proceso capitalista de la producción se acompaña de un relaja- miento de los factores a los que la industria moderna debe su colosal crecimiento. Este es un aspecto de la producción en la que el gusto de de Man por las pesquisas psicológicas podía haber descubierto motivos vírgenes todavía.
Pero de Man piensa que el capitalismo más que una economía es una mentalidad, y reprocha a Bernstein los límites deliberados de su revisionismo que, en vez de poner en discusión las hipótesis filosóficas de que partió el marxismo, se esforzó en emplear el método marxista y continuar sus indagaciones. Hay, pues, que buscar sus razones en otro terreno.
NOTAS:
(1) Tercer capítulo del trabajo de Mariátegui: "Defensa del marxismo", Lima, junio de 1974.
(2) ¿A dónde va Francia?
(3) El antiguo parlamento Alemán.
Obamatitis Por Luis Bruschtein
Obama tiene el physique du rol, pero le faltó el rol y solamente le quedó el physique. Es afroamericano, simpático, profesional exitoso y carismático. Tendría que haber sido el hombre de las causas progresivas en los Estados Unidos, pero no dio ninguna pelea y asumió las reglas de juego de los que supuestamente venía a desplazar. Es importante que un afroamericano haya llegado a la presidencia de uno de los países donde había leyes racistas hasta hace muy poco, pero no alcanza. Es peor ver a un afroamericano tratando de hacer con Siria lo mismo que hizo George Bush con Irak. Sobre todo porque la minoría a la que representa por el color de su piel fue humillada y explotada por los mismos intereses que ahora empujan a la guerra para humillar y explotar a otros pueblos.
En la mesa del G-20, en San Petersburgo, estuvo sentado junto a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. La mujer no podía evitar la cara de disgusto. El espionaje de la potencia norteamericana sobre su gobierno y su país fue más alevoso de lo que se había descubierto en un primer momento. Fue un espionaje político, económico y comercial. Incluso se descubrió que las primeras explicaciones que le dieron al gobierno brasileño fueron puras mentiras. El gobierno de Brasil está enojado con el de Estados Unidos y canceló el viaje de una delegación que debía preparar una visita de Rousseff a Washington.
Obama está obsesionado con su ataque a Siria. Subordinó los temas de su política exterior a ese punto específico. En el G-20 se negó a respaldar la crítica argentina a los fondos buitre, en represalia por la posición sensata de la Cancillería argentina a favor de la paz y contra la guerra. Si no lo apoyan en su cruzada, él no apoya ninguna otra causa por más justa que sea. La Presidenta logró que en la declaración final de la reunión, el término de “paraísos” fiscales fuera reemplazado por el de “guaridas” fiscales. La protección de la Justicia norteamericana a los fondos buitre convierte a los Estados Unidos en una “guarida” de ese tipo. El síndrome Obama es un clásico de la política, donde a veces es mejor un dirigente honesto de la derecha que un pseudoprogresista que juega para la derecha con un discurso de izquierda. Algo que también sucedió en Argentina con el gobierno pseudoprogresista de la Alianza. Había llegado para hacer cambios, pero fue tan neoliberal como el de Carlos Menem. El presidente norteamericano era el hombre que llegaba para poner fin a la aventura en Irak y Afganistán y, en cambio, las tropas de su país siguen desplegadas en Medio Oriente, igual que sigue la cárcel de Guantánamo. Ahora está a punto de lanzar un ataque aéreo contra Siria. Seis de cada diez personas en Estados Unidos están contra la guerra. La oposición y algunos demócratas también. Pero la presión del complejo militar industrial y de sus aliados de Arabia Saudita en la guerra de recuperación de espacios tras el fin de la Guerra Fría es más decisiva. Los países que habían sido aliados de la URSS en Medio Oriente, Egipto, Libia e Irak, fueron cayendo uno tras otro y ahora le toca el turno a Siria.
El falso progresista es una figura conocida en Argentina. La otra figura que se repite son las grandes operaciones de prensa. Se han hecho películas esclarecedoras. Millones de personas las vieron. Una de las más conocidas fue Mentiras que matan, con Dustin Hoffman. Y sin embargo, los mismos mecanismos se repiten una y mil veces, las mentiras se hacen evidentes y aun así mucha gente prefiere creerlas. Cuando Irak invadió Kuwait, para sensibilizar al pueblo norteamericano que no respaldaba la intervención de su ejército en ese conflicto, se fraguó un falso ataque de tropas iraquíes contra una nursery kuwaití, donde estas supuestas tropas tiraban al piso las cunitas de los recién nacidos. En la segunda invasión hicieron creer que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva. Y después se demostró que eran todas mentiras pero la invasión ya se había producido. Estas ficciones tan burdas solamente podían hacerse creíbles con la complicidad de las grandes multimedia internacionales. Semanas y semanas difundiendo la misma falsedad de diferentes maneras hasta que la convierten en parte del paisaje, algo que a nadie se le ocurriría cuestionar porque aparece publicado y difundido a través de los medios masivos de comunicación. Es tan extraña la forma en que funcionan estos mecanismos que hasta un sector de la izquierda muchas veces termina siéndoles funcional.
Esas mismas operaciones se han aplicado por los grupos dominantes en todos los países, incluyendo a la Argentina, para poner o sacar gobiernos o preparar escenarios para golpes de Estado. Y se siguen practicando en la actualidad.
Ni siquiera hay originalidad. Ni son técnicas nuevas ni dispositivos desconocidos. Aun así es tan efectivo el mecanismo que a nadie se le ocurre hacerse las preguntas más elementales. Por ejemplo: ni en Irak ni en Libia, al igual que en Siria, existían oposiciones fuertes y de repente aparecieron ejércitos enteros armados, uniformados y bien alimentados, llamados “libres”, o “democráticos” o “de oposición”. No se trata de grupos relativamente pequeños de guerrillas como cuando hay una oposición genuina. Se trata de ejércitos regulares de miles de combatientes que necesitan ser reclutados, pagados, armados, alimentados, alojados y transportados y que surgen en forma repentina.
Tantos soldados expertos surgidos de la nada. En Indonesia y Chechenia se denunció que muchos de los terroristas más buscados se reunieron ahora en Siria. También hay de Afganistán y Pakistán. En esos países ni siquiera se habla árabe, aunque también hay mercenarios provenientes de otros países de la región. Son grupos sunnitas extremistas, enemigos de los chiítas y alauitas, con relaciones históricas con los servicios secretos de Arabia Saudita, como fue en su momento Al Qaida. Muchos ya pasaron por Libia. Resulta paradójico, pero en estas guerras, y en su afán por alcanzar su objetivo final que es el gobierno chiíta de Irán, Estados Unidos actúa aliado con grupos vinculados a Al Qaida.
Nadie se pregunta quién financia esos ejércitos que requieren presupuestos mayores aun que los ejércitos de cualquier país, porque están en operaciones y tienen que reponer armamento en forma continua. Como si existieran por milagro y fueran mantenidos por las almas caritativas. Se necesitan cientos de millones de dólares todos los días, semanas y meses para mantenerlos. Nadie se pregunta de dónde salieron o quién los financia porque la información masiva los ha naturalizado y de tanto machacar termina por incorporarlos como algo que no requiere explicación.
Primero la información demoniza el blanco, en este caso el gobierno sirio. No se trata de defender ese gobierno, pero sí de poner en duda esa campaña cuyo objetivo es justificar la intervención extranjera. Como parte de esa campaña, todos los días, las agencias difunden masacres y barbaridades supuestamente cometidas por el gobierno al mismo tiempo que aparecen estos ejércitos libres. Las denuncias son usadas para justificar el misterioso surgimiento de estas fuerzas militares. Y luego, para preparar la intervención de las potencias.
El ataque con armas químicas en un suburbio de Damasco, que es usado por Obama para justificar un ataque aéreo, se produjo cuando el gobierno empezaba a derrotar a sus opositores. No había usado antes esas armas, y no parecía necesitado de hacerlo en ese momento. Por el contrario, la oposición sí lo necesitaba para darle un motivo a Obama para acudir en su ayuda. Sin respaldo militar abierto de las potencias, la oposición y su ejército de mercenarios estarían a punto de ser derrotados como hubiera ocurrido en Libia si no invadían las potencias europeas.
La posición del papa Francisco coincide con la del gobierno argentino. No se trata de defender a ningún gobierno, sino de evitar una invasión de las potencias que podría hacer estallar a toda la región.
EL PAIS › LA HISTORIA DE LOS DESAPARECIDOS Y SECUESTRADOS DE UN COLEGIO PARROQUIAL La represión en el Ceferino
Un grupo de alumnos, docentes y preceptores de un colegio parroquial de zona norte fueron secuestrados en 1976 y llevados a la ESMA. Habían organizado un centro de estudiantes. Hoy se realizará un homenaje.
Por Irina Hauser
“Uno no dimensionaba mucho lo que era hacer un centro de estudiantes en una escuela religiosa en esa época”, piensa en voz alta Adriana Suzal. Tal vez, repasa ahora, lo empezó a entrever después de octubre de 1976 cuando en cuestión de días la secuestraron a ella, a su novio, a su hermana, a compañeros y sus parejas, a docentes y preceptores, todos del mismo colegio parroquial, el Ceferino Namuncurá de Florida. Unos meses antes habían asesinado en un operativo a Esperanza Cacabelos, que era profesora de historia, y secuestrado a su hermano José Antonio. Excepto Esperanza, que murió acribillada, los demás estuvieron secuestrados en la ESMA. Los que sobrevivieron se reencontraron este año y contactaron a familiares de quienes siguen desaparecidos y hoy a las 14 pondrán dos baldosas en la puerta de la escuela para recordarlos.
Adriana, hoy una psicóloga de 56 años, pertenecía a un grupo de alumnos que habían fundado el centro de estudiantes y que vivía en riña con el director, que lo impugnó e intentó ponerle una conducción propia. Ya había egresado cuando dos autos la esperaron a la salida de su trabajo en un laboratorio. Eran las cuatro de la tarde, del 7 de octubre, cuando vio los vehículos en guardia, pero no se le cruzó por la cabeza que se la llevarían a ella. Caminó unos metros y no alcanzó a voltearse cuando la llamaron por su nombre y su apellido que ya tenía los ojos tapados y estaba en viaje a hacia la ESMA. El mismo día fue secuestrado su novio, Ricardo Domizi, que era un maestro tutor del Ceferino.
A lo largo de dos días la sometieron a interrogatorios y simulacros de fusilamiento, previo hacerla llamar a su casa para decir que estaba con el novio. “Me preguntaban si militaba y tenía nombre de guerra, me confrontaban con mi novio y decían que querían hablar con Norma, mi hermana”, recuerda. Al día siguiente la secuestraron a Norma Suzal, su hermana, que tenía 17 años, cursaba quinto año en el Ceferino y llevaba el ímpetu de la lucha estudiantil calcado. En el mismo operativo, a las seis de la mañana fueron secuestradas dos amigas y compañeras suyas, Gabriela Petacchiola y Elizabeth Turrá, además de Eduardo Degregori, quien fue preceptor. Tres días después fueron llevados a la ESMA otra compañera de Norma, Cecilia Cacabelos, su hermana Ana María y Guillermo León, que era preceptor. Gabriela militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y Norma junto con otras amigas habían asistido a algunas reuniones. Cecilia y José estaban en la Juventud Peronista (JP).
Norma, que hoy es actriz y tiene 54 años, recuerda que unos hombres de fajina y con armas largas entraron a su casa en la calle Las Heras por la fuerza con el libreto del operativo antidrogas; su mamá intentó impedir sin éxito que se la lleven. A su hermanita de 13 años le apoyaron una Itaka en la cabeza. Cuando arrastraron a Norma a la calle, alcanzó a ver que la cuadra estaba tomada por las fuerzas represivas. Divisó un auto de color rojo y un camioncito de reparto de alimentos adonde la subieron. En el centro clandestino supo que había allí más gente de la escuela. Pero después que recuperó la libertad no vio a nadie.
Las hermanas Suzal estuvieron años sin poder hablar de lo que les había pasado. “Siempre tuve la carga de haber sobrevivido, la pregunta sin respuesta de por qué me liberaron a mí a los pocos días y no a otros”, confiesa Adriana. La recuperación de la ex ESMA y el acto de 2004 llevaron a las Suzal a que empezaran a contar más. Los hijos de Adriana recién escucharon su historia completa en el juicio oral, este año.
Norma dio por primera vez testimonio en el primer juicio de ESMA, en 2010. “Después no paré de preguntarme por todos los demás, hasta que en diciembre se me ocurrió poner baldosas”, cuenta. Escribió a Barrios por la Memoria de Almagro y la mandaron a hablar con quienes habían empezado a instalar las baldosas en Zona Norte. Escribió un e-mail y resultó que quien se había empezado a ocupar del tema era Gerardo Salcedo. “Soy el hijo de Esperanza Cacabelos y Edgardo Salcedo”, le dijo. Esperanza, la profesora de historia asesinada, junto con su marido. Norma la recordaba como “una genia”, “nos hacía leer Las Venas Abiertas de América latina”. “Fue increíble: le estaba pidiendo a Gerardo sin saber quién era poner una baldosa por su mamá”, dice Norma.
Gerardo estaba con sus papás en el piso 11 de un departamento en Palermo cuando los mataron. Tenía dos años (hoy tiene 39) y lo habían dejado en la bañadera, tapado con un colchón. Su papá militó en Tacuara y a comienzos de los setenta convirtió su casa en una unidad básica de la JP. “Con el golpe, dejó su trabajo en EnTel., donde era delegado de Foetra. Mi mamá dejó de dar clases de historia. Los mataron el 12 de julio de 1976 con un gran despliegue de ametralladoras y hasta un helicóptero”, cuenta. El estuvo cinco días en el Hospital Fernández. Cuando su abuelo lo fue a retirar a una comisaría, le dijeron: “Menos mal que vino ahora porque si no ya no lo encontraba”.
Por lo que reconstruyó, Gerardo cree que “quien era la máxima autoridad del Ceferino, Salmeron, delató o entregó a los chicos”. Adriana dice: “Podemos imaginar la complicidad civil, no sólo eran los jefes de empresas, a las escuelas mandaban los manuales para detectar a estudiantes subversivos”.
Norma, Adriana y Gerardo armaron una red con el resto de los sobrevivientes y los familiares y pensaron cómo convencer al actual cura del colegio de instalar las baldosas. Después de insistir lo consiguieron: las baldosas llevarán los nombres de Cecilia y José Antonio Cacabelos, Gabriela Petacchiola, de Esperanza Cacabelos y Eduardo Degregori. Las van a colocar en la puerta del establecimiento hoy después del mediodía, en un acto declarado de Interés Municipal.
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