jueves, 4 de abril de 2013

LUCIANO BENJAMIN MENEDEZ, EL GENOCIDA.

Notas anteriores Memoria Literatura Psicología Pensamiento Tango Pasión de Multitudes Mezcladito TESTIMONIO CONTRA LOS REPRESORES QUE ACTUARON EN LA PERLA “Sinvergüenzas, hijos de mala madre” Lo brindó José Solanille, un peón rural que vivía a 500 metros del centro clandestino de detención cordobés. Hizo un pormenorizado relato de las atrocidades que allí se cometieron. Contó de los fusilamientos y de las fosas comunes. Por Marta Platía El arriero José Julián Solanille, de 83 años, sólo encontró en su vocabulario de campesino insultos y descalificaciones para retratar a los autores de las torturas y el asesinato de cientos de personas; para describir los hedores de los cuerpos quemados, las fosas repletas de cadáveres y los aullidos de los prisioneros de La Perla. Un sitio que distaba, según precisó al dar su testimonio en el juicio por los crímenes cometidos en ese centro clandestino de detención, “a unos 500 metros” de donde se encontraba su propia casa. “A principios de 1976 –arrancó– yo vivía ahí con mi mujer y mis seis hijos ahí cerquita de la cárcel de La Perla. Desde el 24 de marzo lo que ya venía viendo empeoró: se llenó de gente la cárcel y empezaron los gritos todas las noches. Desgarradores gritos todas las noches, señor juez. Mi mujer tenía miedo, se quería ir de ahí. Pero yo no sabía dónde ir, dónde si ahí tenía trabajo. Ahí es cuando empecé a ver lo que estos atorrantes, sinvergüenzas, hijos de mala madre estaban haciendo.” Entre los imputados, Solanille reconoció a Luciano Benjamín Menéndez, a quien dijo haberle “tenido aprecio alguna vez”, ya que le calzó uno que otro caballo; al “Nabo” Ernesto Barreiro; al “capitán (Exequiel) Acosta”, alias “Rulo”; a Pedro Vergez, alias “Vargas”, y a Luis Manzanelli. Recordó cuándo escuchó por primera vez el apodo de Barreiro: fue por boca de la mujer de un paracaidista de apellido Baigorria. “Me acuerdo que el marido tenía un Chevy amarillo. Venían y este señor dejaba a la señora, que era muy linda, en mi casa. Una vez ella salió al campo con un termo y estaba cerquita de la cárcel. Se sentían gritos. Se escuchaban muchos gritos de chicas. Entonces los dos vimos pasar a Barreiro como a unos ocho metros. Ella me dijo entonces ‘ahí va el Nabo. Vas a ver cómo se va a acabar el griterío de las putas ésas’.” Barreiro se rió como si hubiese escuchado el mejor de los chistes. Pero su mano izquierda lo traicionó con un movimiento hiperkinético sobre su rodilla. El otro que no pudo con su propio cuerpo fue nada menos que Menéndez. Su pose impertérrita, pétrea, sostenida durante los seis juicios que lleva por delitos de lesa humanidad, estalló en añicos durante el testimonio de Solanille: estuvo sentado de lado en su butaca, el torso hacia adelante, el pecho casi tocándole los muslos en dirección al arriero. No quiso perder palabra de lo que dijo Solanille. Se molestó y masculló insultos por lo bajo en algunos pasajes, y varias veces levantó la mano para replicar. El juez le ordenó silencio. Sólo le admitió una queja: que el declarante “no debe calificar a los represores”. Pero ni eso lo tranquilizó: Solanille lo vio al frente de un fusilamiento masivo y dio cuenta de ello. “Estaba con otro compañero en la Loma del Torito. Habíamos visto la fosa cavada. Unos cuatro metros por cuatro. Tenían a toda la gente en dos filas. No sé, eran muchas personas. Como cien. Algunos vestidos, otros totalmente desnudos. Estaba Menéndez. El había llegado en un (Ford) Falcon blanco. Yo lo había visto. Sabía que se venía algo grande. Y ahí estaba, con su fusil. No lo vi disparar. Pero él dio la orden. La gente estaba encapuchada o vendada o tenían unos anteojos... Los que no tenían nada, los que podían ver, gritaban. Unos hasta corrieron. Pero los mataron por la espalda. Ahí nos rajamos con mi amigo. Estábamos cagados de miedo. Nos habíamos arrastrado hasta arriba de la loma, pero bajamos corriendo. Después se ve que los quemaron. Tiraron explosivos. El humo con ese olor espantoso se vino para mi casa. Era insoportable. Mi mujer y mis hijos se quejaban. Era horrible.” Solanille contó que días después pasó por el lugar y vio que habían tapado la fosa: “Se ve que estaba muy llena, porque sobró mucha tierra”. También recordó cuando una perrita que tenía comenzó a llevar a la cucha “huesos chiquitos, cabecitas muy chiquitas...”. Allí se quebró. Se cubrió los ojos celestes con una de sus manos y sollozó: “Perdónenme abuelas, pero la perrita traía manitos, bracitos, batitas celestes y rosas...” El ternero y los cadáveres en el pozo Solanille recordó también la vez que uno de sus terneros cayó en un pozo y lo rescataron con otro campesino y unos soldados: “Tenía más de 18 metros. El animalito estaba parado. Pero alrededor había muchos cuerpos. Era espantoso. Salía un olor horrible. Había mucha gente muerta. Cabezas, piernas, brazos retorcidos, una chica con el pelo despeinado, para adelante... Sacamos el ternero. Un olor bárbaro tenía... Cuando volvimos después con los jueces y la Conadep, costó encontrar ese pozo, porque le habían hecho una loza de material arriba, y habían construido una casa cerca. Pero yo sé bien que ahí abajo estaba el pozo donde se cayó el ternero”. El hombre dijo haber contado “más de doscientos pozos”, algunos grandes, otros más chicos. Todas tumbas. “Eran tumbas porque tiraban a la gente adentro y siempre sobraba tierra. A veces los enterraban tan mal que las lluvias lavaban el terreno y salían los huesos... Entonces los animales los agarraban. Los llevaban a mi rancho... Además el olor. Quemaban los pozos y, cuando había viento norte, el humo con ese olor de cristianos quemados llenaba mi casa. Con mi mujer discutíamos. Yo me había vuelto casi loco. Tanto que me fui a dormir a un rancho más adentro del campo para no tener tantos problemas. Ni una sola noche desde que vi todo eso me he podido olvidar de La Perla”, soltó. Y de nuevo los insultos “a estos vándalos, atorrantes, asesinos”. Contó, además, de “la primera y única vez” que vio pasar un helicóptero por La Perla. “Fue el 3 de mayo de 1976. Iba a caballo y vi que tiraron como dos bolsas de papas. Eran dos chicas.” Según Solanille, “algunas mujeres la pasaron muy mal, fueron muy maltratadas antes de que las mataran”. Dijo haber presenciado “una fiesta donde habían llevado a algunas chicas y las hacían chupar vino, se las tiraban unos con otros. Era espantoso”. Y también recordó un día que vio a “muchos jóvenes al sol, todos con los ojos vendados, las manos y los pies atados y, a un costado, llorando, a un chiquito de unos cuatro, cinco años”. Solanille dejó casi sin preguntas a la defensa. Tan contundentes fueron sus dichos, a pesar de que, como era previsible, se intentó aducir “su pérdida de memoria por la edad”. Una afirmación que hizo sonreír a más de uno en la sala, considerando la minuciosidad de su relato. Antes de terminar su declaración, memoró cuando una bala perdida casi lo mata a él: “Pero le dio a la yegüita en la que yo iba montado. Cuando me bajé, me manché con su sangre”. Furioso, volvió a darse vuelta y miró a los imputados. “Mire señor juez, los tengo acá, atrás, en mi espalda. Cuídeme, porque son capaces de cualquier cosa. Yo los he visto. De cualquier cosa.” Antes de levantarse de su silla, el arriero pidió que “el juez y los periodistas” tomaran nota de algo: “Quiero decir que donde todos murieron, yo resucité. El año pasado, el 24 de marzo, cuando fui a La Perla, me infarté. Y si no fuera por los chicos de HIJOS, no estaría acá. Ellos me salvaron y no me morí por diez minutos, me dijo el médico. Emiliano Fessia (encargado de ese espacio de la Memoria) y los chicos me salvaron. Tanta gente que murió ahí y ahí yo resucité”, repitió, ya casi como para sí mismo. Menéndez lo contemplaba, aún, doblado sobre sí mismo. La cara descompuesta, escuchando al único testigo que lo vio haciendo lo que todos saben que hizo y que el ex jefe del Tercer Cuerpo de Ejército no niega: dirigir y ordenar la tortura y la matanza de cientos de personas en el campo de concentración más grande que ha existido en Córdoba. El de Solanille ha sido uno de los testimonios más terribles y definitivos de los que se han escuchado en lo que va de este juicio. 03/04/13 Página|12

CIPAYOS

Simplemente cipayos Por Eduardo Di Cola* “Preocupa en Washington la economía de Argentina” titula el diario Clarín una nota del 29 de marzo pasado. Si piensa que son norteamericanos los que opinan dando fundamentos a la nota en cuestión se equivoca. Es cierto que los análisis críticos son realizados en Washington. Pero quienes lo hacen son argentinos. En el clima de la Eurozona planteando el corralito financiero como sucede en Chipre, Italia no puede formar gobierno, España, Portugal, Grecia, Irlanda, Bulgaria y Eslovenia entre otros con endeudamientos, desocupación y ajustes crecientes, no se entiende la obsesiva actitud de algunos argentinos de andar por el mundo criticando a nuestro país. Tienen derecho a hacerlo. Pero si fueran realmente honestos en sus apreciaciones a la par de efectuar las críticas debieran agregar el contexto internacional en la que nos encontramos. No tendría que resultarles ajeno el crecimiento de la desocupación con recortes en la inversión pública y en los presupuestos de salud y educación con que los países centrales les están haciendo pagar las consecuencias a sus ciudadanos. Crisis que por otra parte nos trasladan. Todo ello con el agravante que en esta oportunidad las críticas la realizan en el preciso momento en que Argentina se está defendiendo de la voracidad de los fondos buitre ante los estrados judiciales de Nueva York. A esta altura se estará preguntando quienes son los argentinos que en estas circunstancias asumieron esta actitud. Uno de ellos seguramente le resultará desconocido, Héctor Schamis, graduado en la UBA, actualmente profesor adjunto del Centro para Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Georgetown de Washington. Su posición es contraria a los procesos de gobiernos populares que está viviendo Latinoamérica, defensor de Repsol y férreo opositor a la nacionalización de YPF. Típico personaje que intentando aparecer con un barniz intelectualoide, en realidad su fortaleza y por lo que lo contratan es para que como latinoamericano defienda los intereses del capital concentrado, y levante su voz en contra de los propios gobiernos de Latinoamerica que se defienden del neoliberalismo salvaje desarrollando políticas que le permitan mayores márgenes de autonomía en sus decisiones. El otro es más conocido, se trata de Miguel Kiguel. Fue funcionario del área económica en distintos períodos, la última durante la gestión De la Rúa. En esa etapa fue quién llevó adelante las gestiones con los acreedores, los bancos internacionales que asesoraban a la Argentina en el canje y con los organismos multilaterales de crédito. Estos datos son más que suficientes para ubicarse de quien se trata. Es decir estamos refiriéndonos a un ex funcionario que tuvo su oportunidad y que lamentablemente para nuestro país terminó en un estruendoso fracaso de cuyos resultados todavía estamos pagando las consecuencias. Estos dos argentinos son lo que con sus “análisis y declaraciones” dan pié para que luego se diga en forma grandilocuente “En Estados Unidos critican a Argentina” o afirmaciones similares. Unos por cuestiones culturales, otros por intereses económicos, algunos con clara intencionalidad, otros por idiotas útiles, pero lo cierto es que una y otra vez se repite con obsesiva persistencia la actitud de argentinos que siempre terminan parados en la vereda opuesta a la de los intereses de nuestro país. * Diputado Nacional (MC) GB

LA CATEGORIA MOVIMIENTO NAIONAL POR FRANCICO PESTANHA.

Movimiento Nacional; una categoría de la periferia Por Francisco José Pestanha* “Los unitarios presumían desalojar todos los elementos primitivos de la nación política: los federales anhelaban domesticarles y filtrarles la luz gradualmente y dar al país formas estables y resistentes” José Manuel Estrada Las formas de gobierno han ido mutando a lo largo de la historia de la humanidad como así también los modos de representación y legitimación del poder político. Si bien corrientemente suele sindicarse a la griega como la civilización que concibió la noción de “democracia” - en occidente - la emergencia de regímenes sustentados en la “representación popular” tal como los conocemos en la actualidad, comenzarán a surgir hacia fines del siglo XVIII merced a las aspiraciones de un sector social - la burguesía – que en la medida que acumulaba excedentes de capital, aspiraba a obtener espacios de representación en las instancias estaduales. La necesidad de expandir su influencia, llevará a las burguesías europeas a emprender contra los regímenes absolutistas sustentados en componentes aristocráticos. Posteriormente, ya hacia fines del siglo XIX, la “cuestión social” originada en la explotación de grandes masas de trabajadores merced a la expansión capitalista contribuirá a crear - en un marco de profundas tensiones y convulsiones - un clima que inducirá a la posterior ampliación de los márgenes de representación. Los libros escolares suelen dar cuenta de tales tensiones señalando algunos hitos que dieron origen al surgimiento de las democracias sustentadas en la soberanía o voluntad popular. Así suelen citarse por ejemplo la declaración de los derechos del hombre (1776), la sanción de la constitución de los Estados Unidos (1787) y la Revolución Francesa (1789). Algunos textos se animan también a referir a las tesis de Francisco de Vittoria sobre la soberanía popular y de otros integrantes de la escolástica española. No obstante tales referencias, será el liberalismo clásico, cosmovisión derivada de la doctrina iluminista, el que desde una perspectiva individualista nutrirá “ideológicamente” la revolución burguesa en el continente europeo. Por su parte, en la medida que se fueron operando avances contra las autocracias, los partidos políticos irán consolidándose como mediadores en dicho sistema de representación. Mientras tales circunstancias acontecían hacia adentro de una Europa que empezaba a sufrir transformaciones estructurales en sus modos de producción económica y en el sistema de construcción de legitimidades, otros fenómenos de igual o mayor importancia, incidirán no solo hacia adentro del continente sino hacia el afuera. Me refiero a las formas colonialistas e imperialistas. Mientras que el colonialismo vulgarmente es definido como un sistema de sujeción de un estado o comunidad respecto a otro a través de formas violentas o sutiles, el imperialismo, según alguna de las doctrinas que suelen analizar sus caracteres esenciales, constituyó una fase superior del capitalismo - y en tanto - el origen de las formas imperiales para quienes sostienen esta tesis, será atribuido al proceso de acumulación y concentración de excedentes de capital y caracterizado, como un sistema de exploración, explotación y conquista a través de la sutileza o la violencia de nuevos “mercados” que a fin de promover la reproducción de tales excedentes. Reconociendo la existencia de profundas disidencias teóricas respecto al origen y a las características de ambos fenómenos, y haciendo expresa abstracción al sistema de relaciones de poder que caracterizaban el devenir de las distintas civilizaciones precolombinas, tanto el colonialismo y como el imperialismo Europeos, constituirán “objetivamente” formas de sujeción y dominación que - en lo que respecta a nuestra América - empezarán a manifestarse hacia finales del siglo XV merced al proceso de expansión de Europa hacia esta región. En ese orden de ideas es menester señalar que un conocimiento cabal de la relación existente entre los acontecimientos históricos, políticos, sociales y culturales producidos en Europa en tiempos posteriores - en especial - el proceso de conformación del sistema capitalista y la consecuente acumulación y concentración del capital, la revolución industrial, las formas colonialistas e imperialistas que asumieron los estados europeos, el surgimiento de la burguesía como factor de poder, las reivindicaciones de ésta en cuanto a la modificación del régimen social y político y el surgimiento del capital financiero, bien pueden contribuir a dar cuenta de los conflictos y tensiones producidas en nuestra región respecto a las formas de construcción y legitimación del poder político. La conformación del estado argentino a partir de la sanción de un texto constitucional, que - entre otras cuestiones - brindo un marco institucional a la argentina, no constituyó un acontecimiento precedido por sucesos placenteros. Muy por el contrario, nuestro estado nacional emergerá a consecuencia de décadas de guerras civiles y enfrentamientos entre facciones, donde una de ellas, ciertamente heterogénea, se impondrá sobre la otra consagrando un sistema de representación política similar al que las burguesías europeas habían instituido en el viejo continente a fin de garantizar su influencia en los estamentos estatales. La entente triunfadora establecerá una forma “específica” de delegación del poder que receptará el dogma impuesto por el liberalismo. El artículo 22 de texto constitucional rezará entonces "El pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta Constitución”. Los partidos políticos consecuentemente asumirán - como en Europa - el rol de mediadores en el marco de un esquema de representación limitadísimo. Habrá que esperar hasta el año 1994 oportunidad en que, los partidos, adquirirán rango constitucional consagrándose como “instituciones fundamentales del sistema democrático”. Mientras el centro de las tensiones en el continente europeo irá girando primero en torno del conflicto burguesía – aristocracia, y posteriormente merced a la expansión capitalista, la explotación laboral y el surgimiento de las tesis marxistas y socialistas, entre el proletariado y la burguesía, en la periferia para los integrantes de una prolífica corriente de pensamiento argentino autodenominado “nacional” que integraron entre otros autores Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz, Fermín Chávez y Jorge Abelardo Ramos, la tensión (contradicción) principal estará vinculada en nuestro país a la presencia e influencia activa de otra metrópoli - Gran Bretaña - no solamente en la economía también en la realidad política y cultural del país. La pérdida para Inglaterra de sus colonias en América del Norte en 1776 y las condiciones establecidas por sus libertadores, determinaran inmediatamente a los ingleses a buscar nuevas extensiones geográficas donde garantizarse la provisión de las materias primas necesarias para sostener su revolución industrial. La región de Sud América por sus condiciones naturales y por qué no políticas, comenzará a constituir para los Británicos un objetivo vital aunque ya previsto en algunos planes oficiales y extraoficiales muy anteriores a la independencia norteamericana. Los estrategas Ingleses desde tiempo atrás venían evaluando hipótesis alternativas que previeran la perdida de alguna de sus colonias - y su diplomacia - preparando el campo para tal eventualidad. Las fallidas intervenciones militares de 1806-1807 en el río de la plata y la aplastante derrota en la Guerra del Paraná (1845) señalarán a los británicos que el camino de la intervención directa en esta región del mundo era dificultoso y altamente costoso en recursos y vidas humanas. Comenzará entonces a desplegarse una estrategia perspicaz que culminará no ya en la clásica formulación imperial directa mediante el establecimiento de un gobierno de facto. Merced a sutiles pericias caracterizadas fundamentalmente por el establecimiento de alianzas con los sectores mas privilegiados (terratenientes), Inglaterra impondrá en estos territorios un modo de imperialismo “informal” que presupondrá “…la transición gradual desde la dependencia sostenida por mecanismos de coacción política, a una dependencia económica basada en un conjunto de presiones ejercidas por la vía diplomática, y consolidada mediante la influencia comercial, cultural y económica británica en los países periféricos, cuya condición de existencia fue la activa colaboración de las elites locales, convencidas de la superioridad del sistema de libre cambio”1. Argentina representara de esta forma “…un caso ejemplar donde el dominio británico se ejercía sin necesidad de coacción política”2 Bien vale recordar en ese orden de ideas que entre 1870 y 1941 el Reino Unido de Gran Bretaña liderará las inversiones externas en la región, constituyendo nuestro país, para los autores inscriptos en el liberalismo clásico, en el “aliado” más importante del Reino Unido en Latinoamérica. Se sostiene con certeza que Argentina “…será el destino prioritario de los productos manufacturados británicos en la región, y el mayor proveedor de materias primas y alimentos. No sólo el volumen del comercio entre ambos países se había incrementado notablemente sino también su valor. Gran Bretaña había contribuido en la caída del imperio español, seguido de su liderazgo en un nuevo sistema dominación global basado en la acumulación de capital”3. Tal como lo acreditaron luminarias como Raúl Scalabrini Ortiz, José Luis Torres, y los hermanos Julio y Rodolfo Irazusta, el destino de nuestro país, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, comenzará a sujetarse a ignominiosos lazos de dependencia económica con la corona Británica, vínculos que no circunscribirán “exclusivamente” al campo de las materialidades, sino que se extenderán al ámbito de lo cultural y lo simbólico. Algunos intelectuales locales ejercitaran una feroz defensa este tipo de relación, argumentando que se sustentó en una “reciprocidad” que redundó en beneficio para ambas partes. Muy por el contrario otros, principalmente, latinoamericanos apelando a fundamentos disímiles afirmarán que se trató de un régimen de sujeción donde la beneficiaria absoluta será la Metrópoli. Así por ejemplo el intelectual brasileño Celso Furtado atribuirá el “…fracaso del desarrollo económico latinoamericano al control británico de la tecnología y del capital. El estudio de Cardoso y Faletto sobre la economía latinoamericana en el siglo XIX se inscribirá en el mismo paradigma (…) También se destacaba que la fuerte dependencia argentina del mercado inglés provocó, en gran medida, las dificultades experimentadas por nuestro país a partir del momento en la capacidad exportadora de Gran Bretaña comenzara a declinar4. Entre las corrientes intelectuales que impugnaron y combatieron esta relación que entenderán enmarcada en un contexto de asimetría absoluta, estará la ya mencionada corriente del pensamiento nacional, matriz que abrevará básicamente en la tensión establecida entre imperialismo y nación, y que determinará como corolario luego la dicotomía: liberación o dependencia. Radicalmente opuesta a las tesis sustentadas por la superestructura intelectual imbuida por un liberalismo acrítico que pregonaban las “bondades” de la relación descripta, y también a otras provenientes de vastos sectores de la izquierda vernácula que intentaban replicar en nuestro país la contradicción burguesía - proletariado proponiendo como vía de escape la revolución proletaria, el pensamiento nacional surgirá con una fuerte impronta anticolonialista y antiimperialista”5. Para los autores inscriptos en esa matriz el “país real”, después de las batallas de Caseros y Pavón, será gobernado por una elite oligárquica asociada a los intereses extranjeros que cultivarán una clara inclinación hacia prácticas librecambistas. Este entramado impedirá para alguno de los referentes de esta corriente la realización efectiva de un mercado interno, la emergencia de una clase burguesa dotada de conciencia nacional con aspiraciones industrialistas, circunstancias ambas, que entre otras, contribuirán a mantener una estructura de sujeción infranqueable. Sus representantes más lúcidos sostendrán que la salida progresiva al conflicto inherente en las sociedades periféricas y dependientes no será la lucha por la supremacía de una clase social sobre otra, sino la consolidación de un “movimiento” cultural, social y político que se planteará como objetivo primario la ruptura de los lazos de esa dependencia. Está noción con el tiempo irá madurando hacia una tesis que sostendrá que para que el proceso de liberación llegará a buen término, era necesaria la estructuración de un conglomerado integrado, entre otros factores, por la pequeña burguesía, sectores obreros organizados, el campesinado, cuadros políticos desencantados con los con las estructuras partidarias tradicionales, empresariado local, el ejército, la Iglesia y otras comunidades religiosas y empleados estatales. El primer peronismo asumirá nítidamente la forma movimientista así como también algunos de sus precedentes como el primer Yrigoyenismo, conteniendo en su seno una impronta que emergerá de la contradicción Nación-Imperio. Mientras que para los intelectuales comprometidos con el ideario republicano, centralista y oligárquico, los partidos tradicionales y los sectores de la izquierda cosmopolita, la noción de movimiento será asociada inmediatamente a regímenes como el fascismo o el nacional socialismo, desde el pensamiento nacional, la idea de un movimiento nacional estará asimilada a una épica emancipadora. La contradicción entre lo nacional y lo antinacional no hará más que refrescar aquella vieja tesis yrigoyenista orientada en la antítesis entre régimen y causa. Hernández Arregui integrante de esta corriente sostendrá en referencia a esta última afirmación que: “La causa –lo nacional- era el pueblo argentino sin distinción de clases que resistió las invasiones inglesas y en 1810 consiguió la libertad política.” 6 Bien vale señalar que la contradicción principal determinada por un sistema de sujeción al que autores como Abelardo Ramos caracterizarán específicamente como semicolonial irá determinando el surgimiento de formas novimientistas en otros estados latinoamericanos. Argentina será uno de pocos países donde a pesar de los insistentes rechazos proferidos por el academicismo cientificista, el “movimiento”, irá adquiriendo paulatinamente status de “categoría conceptual”. A partir de ella se intentará dar cuenta de un fenómeno que no solo asumirá centralidad a nivel histórico y político como respuesta a las formas colonialistas o imperialistas, sino también se intentará explicar a la pertinaz crisis del sistema tradicional de partidos políticos. El carácter movimientista del ese primer peronismo solo puede ser analizado y abarcado desde las circunstancias históricas y políticas concretas al momento de su surgimiento - es decir - en el marco de su raíz contextual - y además - a la luz de la propia tradición filosófica ibero-americana. Como brillantemente señala Armando Poratti “La imbricación de filosofía y acción resulta en nuestra América de su mismo carácter esencial de mestizaje. Fue el único lugar donde la expansión europea mezcló su sangre con las etnias nativas, a lo que agregaron los africanos y otras fuentes múltiples. El mestizo es en sí mismo una resultante no dialéctica, una unidad de diferencias reales y tal vez contrarias. La tarea de pensar nuestro continente no podía ser hecha desde afuera por la filosofía occidental, cuyo aparataje conceptual no estaba en condiciones de captar ni las profundidades originarias ni las peculiares contradicciones americanas. Pero tampoco por las sabidurías de los pueblos originarios, ajenas a la dinámica europea que también constituye al mestizo, y cuya alta cultura, por lo demás, la conquista había en buena medida anulado. Lo cual significa, inmediatamente, que no pueden excluirse ni las categorías filosóficas occidentales ni los saberes ancestrales, ni, puede agregarse, la resultante de los complejos saberes étnicos y populares que han confluido en nuestras tierras7.Autores como Manuel Urriza sostienen con certeza que el peronismo surgió a la vida del país como una “genuina expresión de las luchas anticolonialistas de la época. La épica anti colonialista que nutrirá el emerger de ese primer peronismo encontrara su génesis en diversas expresiones culturales. Será entonces desde la cultura popular desde donde germinara el núcleo de resistencia contra un régimen de dependencia disfrazado sutilmente bajo un manto de independencia ficticia y de instituciones republicanas excluyentes. Ya a fines del siglo XIX y principios del XX la cuestión identitaria y el anhelo de independencia comenzarán a aparecer en las manifestaciones artísticas, y posteriormente, en las producciones literarias. Este emerger irá in crescendo hacia mediados del siglo XX. Para Juan W Wally8 en las primeras décadas de ese siglo un notable contingente de artistas e intelectuales comenzaran – mediante sus obras - a denunciar nuestra dependencia económica y cultural, y a formular diversas alternativas cuestionando firmemente, entre otros tantos factores, el sistema de representación política consagrado por la Constitución. Este aspecto desgraciadamente poco abordado en nuestros claustros, llevara a Fermín Chávez a sostener que "…. desentrañar las ideologías de los sistemas centrales, en cuanto ellas representan fuerzas e instrumentos de dominación, es una de las tareas primordiales de los trabajadores de la cultura en las regiones de la periferia”. Esta tesis que esbozara en textos como “Historicismo e iluminismo en la cultura argentina” y en otras similares Chávez sostendrá que la dependencia económica y cultural de nuestro país encontrará en la conciencia nacional un verdadero límite, señalando enfáticamente que es a través de la cultura popular donde la conciencia nacional ha resistido bajo formas ciertamente atípicas e imperceptibles inclusive para algunos consagrados hombres de ciencia. Como señalamos anteriormente, el peronismo desde sus orígenes adquirirá una impronta movimientista y en tanto asumirá el desafío de convocar a todos los sectores que compartieran las grandes líneas orientadoras que seguiría su futura gestión. Así radicales, nacionalistas, socialistas y conservadores - entre otros tantos - integrarán la infraestructura de un “primer peronismo” que si bien se expresará “formalmente” a través del Partido Laborista y la Unión Cívica Radical “Junta Renovadora”, luego a partir del Partido único de la Revolución Nacional, y finalmente a través del Partido Peronista, presupuso “algo más” que una simple estructura partidaria. Ese “algo más” determinará que el justicialismo “no adopte formas tradicionales de organización y adquiera una dinámica constitutiva más amplia, más significativa, mas inclusiva y más poderosa que una simple organización partidaria, cuyo objetivo principal se orientará fundamentalmente hacia la demolición de todos y cada uno de los lazos de dependencia. Tales circunstancias ocasionaran además que el peronismo como movimiento, sea dificultosamente encasillable dentro de los cánones conceptuales de la teoría política del viejo mundo9. El espacio donde operará el movimiento peronista será el de la comunidad integralmente concebida con una vocación totalizadora (comunidad organizada) donde la estructura partidaria será una institución más, a la que se apelara coyunturalmente. Nótese que Perón “hará especial hincapié en las organizaciones libres del pueblo (verdaderas formas de “autoorganización espontánea” de la sociedad) las que darán sustancia al movimiento y le imprimirán su dinámica liberadora”10. Así, el ideario anticolonialista que expresará el peronismo al decir de Urriza dará cauce a las masas populares pero no “por dentro”, sino “al margen” del sistema partidocrático tradicional. A fin de comprender cabalmente este fenómeno bien cabe continuar citando algunas de las reflexiones de Urriza: “El objetivo de liberación es ideológicamente definitorio dada la implantación histórica de estos movimientos en un continente estructuralmente dependiente y trae como consecuencia que, como en toda empresa independentista nacional, los movimientos agrupen en función de la pertenencia a la nación más que de la pertenencia a una clase. Esta circunstancia los hace policlasistas y, aunque predominantemente se componen de los sectores populares y obreros, no están atados a dogmatismos de clase; es decir, son más nacionales que clasistas. Precisamente, el contenido nacionalista que portan es criticado por ciertas perspectivas internacionalistas y esa característica, sumada mecánicamente a la circunstancia de que varios de los líderes populares provienen de las fuerzas armadas, basta para que algunas versiones los tilden de “militaristas”, “nazis” o “fascistas”.”11. Recordemos que Perón con la vocación docente que lo caracterizaba alguna vez definió la dinámica del movimiento de esta forma: “Nosotros no somos un partido político sino un gran movimiento nacional, y, como tal, hay en él hombres de distinta extracción. Por mi parte, siempre cuento una anécdota de algo que me sucedió en la etapa inicial de nuestro movimiento. Cuando empecé a organizarlo había hombres que tenían una proveniencia de la derecha y en realidad eran de la reacción de la derecha (…) Del otro lado, había algunos de izquierda y hasta un poquito pasados a la izquierda (…) Pues bien: un día vino un señor de la derecha y me dijo: `General, usted está metiendo a todos los comunistas`. No se aflija -le respondí-: yo pongo a ésos para compensarlos con usted, que es reaccionario (…). Los movimientos populares y masivos como el nuestro no pueden ser sectarios. El sectarismo es un factor de eliminación y es poco productivo cuando un movimiento de masas comienza a eliminar prematuramente a aquellos que no piensan como el que lo forma. Vale decir, resulta necesario ver esa enorme amplitud sin ningún sectarismo. Los sectarismos son para los partidos políticos pero no para los movimientos nacionales como el nuestro”. La desaparición física del conductor del justicialismo trajo aparejadas diversas consecuencias, y a la vez, numerosos desafíos para sus seguidores - en especial - aquellos que se refieren a la formulación de modalidades para la legitimación de las nuevas camadas de dirigentes. Han transcurrido más de tres décadas de tal acontecimiento, y – para muchos- el debate respecto la forma movimientista se encuentra pendiente. En aquellos que consideran que la fase emancipatoria de nuestro país no ha sido resuelta aún, perdura el debate respecto a si la organización a través de la figura del movimiento mantiene aun plena vigencia. Cabe señalar que cuando el tres veces presidente de los argentinos al regresar definitivamente al país manifestó que para un “argentino no había nada mejor que otro argentino”, “que el año 2000 nos encontraría unidos o dominados” y que su “único heredero era el pueblo”, no solamente estaba indicando que había llegado la hora de establecer mecanismos para surgimiento de nuevos liderazgos, sino que enunció una serie de imperativos - que a su criterio - deberían orientar el futuro accionar del movimiento hasta entonces por él conducido. Entre ellos se encuentra la fina advertencia que, más allá de las circunstancias coyunturales, debía darse continuidad a la épica emancipadora y preservar el carácter movimientista sea la forma o modalidad que esta asuma. En ese sentido debe recordarse que para Perón la técnica política es la “antitesis de la politiquería”. Nosotros sostuvo en alguna oportunidad “…queremos que cada Argentino conozca el panorama del país; que cada argentino este impulsado hacia los objetivos de la nacionalidad: que cada argentino se interese por la cosa pública como si se tratara de su propia casa, porque la patria señores, es la casa grande de todos los hermanos de esta inmensa familia argentina”12 Anticipamos en este trabajo en forma sucinta cuales fueron los antecedentes y algunos caracteres básicos que fueron constituyendo la idea de “movimiento” sosteniendo además que éste adquiere status de “categoría conceptual a la luz de la tradición filosófica latinoamericana”. En posteriores intervenciones intentaremos descomponer esta “categoría” a fin de fundamentar con mayor profundidad lo aquí señalado. 1 Norma Lanciotti y Andrea Lluch: Universidad de San Andrés. “Gran Bretaña y Argentina: Inversiones, empresas y relaciones económicas (1870-1975c.). Balance historiográfico y agenda de investigación. En: http://www.udesa.edu.ar/files/UAHumanidades/DT/DT48-LANCIOTTILLUCH.PDF 2 Norma Lanciotti y Andrea Lluch: Universidad de San Andrés…. Ibídem. 3 Norma Lanciotti y Andrea Lluch: Universidad de San Andrés…. Ibídem. 4 Norma Lanciotti y Andrea Lluch: Universidad de San Andrés…. Ibídem. 5Respecto a esta ultima matriz Jorge Enea Spilimbergo inscripto en la denominada Izquierda Nacional llamará al fenómeno “ley de Inercia”, que básicamente significaba transpolar la cosmovisión y las categorías europeas para analizar desde allí la realidad argentina. 6 Hernández Arregui Juan José: “La Formación de la conciencia nacional”. Editorial Plus Ultra, 1973 7 Armando Poratti: “Perón filósofo”. En www.nomeolvidesorg.com 8 Wally, Juan W: “Generación Argentina de 1940: grandeza y frustración” . Editorial Dunken. 9 Pestanha Francisco José: “Movimiento o partido”. En http://www.agendadereflexion.com.ar. 10 Pestanha Francisco José: “Movimiento o partido”. ibídem 11 Urriza Manuel: “Movimiento o partido”: El peronismo: en http://www.nuso.org/upload/articulos/1211_1.pdf 12 Juan Perón; Discurso del 25-07-1949 . En “Juan Perón el Peronismo y la Soberanía”. Cuadernos del Pensamiento Nacional. Fermín Chávez. Año 1991. * Francisco José Pestanha es docente y ensayista. Es Profesor Titular del Seminario “Pensamiento Nacional y Latinoamericano” en la Universidad Nacional de Lanús y Miembro de número del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano “Manuel Dorrego”. (Publicado en revista “Escenarios”. Abril 2013) GB

LA DERECHA SE AMONTONA.

Encuentros derechistas en Argentina De invasiones silenciosas y cumbres amenazantes Por Stella Calloni La inminente realización de dos cumbres internacionales de la Fundación Libertad en Rosario y Buenos Aires, que convocará a un nutrido staff derechista internacional, es un llamado a seguir de cerca el pensamiento y el accionar de los poderes hegemónicos respecto a los gobiernos soberanos de la región. La constatación de la enorme popularidad del fallecido presidente de Venezuela Hugo Chávez Frías, demostrada en su funeral que se transformó en uno de los mayores homenajes que se haya visto en el mundo, y contó con la presencia de presidentes delegados de América Latina, el Caribe y el mundo, no ha servido para reflexionar a sus enemigos políticos, empeñados en planes y campañas desestabilizadoras y golpistas. Por supuesto que a la cabeza de estas conspiraciones externas e internas, puestas al descubierto por la inteligencia venezolana, están los medios de comunicación masiva. Desacreditación y falsedades sobre el candidato oficial Nicolás Maduro, elegido por el propio Chávez para sucederlo, lo que es apoyado masivamente por el pueblo venezolano, cuya conciencia política sobre su país y el momento histórico que está viviendo América Latina, se expresó en miles de respuestas políticas certeras y didácticas al periodismo, que con buenas o malas intenciones abordó en las calles a infinidad de personas durante el funeral. Esto causó sorpresa en el mundo, especialmente en aquellos influenciables por los medios que manipulan, desinforman, falsean la verdad hasta el punto de autoengañarse en muchos casos. La colectiva expresión de un pueblo despierto, convencido por la realidad de los cambios que ha vivido, desconcertó también a algunos analistas que lo mostraban como un “dictador” o, en todo caso, que "había quedado encerrado en su propio discurso", o víctima de los divisionismos internos. Durante los 14 años de la gestión de Chávez, uno de sus mayores logros fue la participación activa y movilización permanente de ese pueblo, que fue forjando una conciencia militante y muy clara sobre quien es el enemigo externo que dominó el escenario con violencia en nuestros países, y quienes son sus cómplices internos, y que intentan seguir haciéndolo en este siglo. Esta es una enorme enseñanza en una América que, como Venezuela, está asediada por muchas amenazas. Cada paso emancipador que da América Latina, y que fortalece a cada uno de los países de la región, es analizado como un "peligro" para los que, desde fines del siglo XIX, cercenaron las independencias nacientes, en su proyecto imperial de expansión y dominación regional, que costó miles de muertos. Las amenazas sobrevuelan especialmente en los países donde sus gobernantes han elegido caminos soberanos y han logrado una integración con características emancipadoras, un derecho de todos nuestros pueblos vulnerado durante siglos. El poder hegemónico no se resigna a aceptar gobiernos que trabajan en favor de recuperar soberanías, derechos y esencialmente responder a las necesidades de sus pueblos, arrojados tantos años al arrabal de la exclusión. Los desestabilizadores eternos Por estos días se anuncia la llegada a nuestro país de una serie de personajes de la derecha mundial y regional, que han participado en los planes y estrategias de dominación de nuestros pueblos y en la generación de golpes de Estado e invasiones en nombre de democracias y libertades que no existieron. La llamada Fundación Libertad, con sede principal en Rosario y otras ciudades del interior, pero también en distintos países de América Latina, realizará aquí una Cumbre entre el 8 y 12 de abril próximos. Será en Rosario y en Buenos Aires, en este último caso por invitación especial del jefe de Gobierno de esta capital, Mauricio Macri, dirigente de la derechista Propuesta Republicana (PRO). Macri y una buena parte de su equipo conforman la Fundación Pensar, también como la Libertad dependiente de financiamiento externo. El staff derechista internacional curiosamente estaba en Rosario en marzo de 2008, en el marco del paro patronal y desestabilizador protagonizado por la llamada Mesa de Enlace que encabeza la poderosa y eternamente golpista Sociedad Rural. ¿Era casual esta presencia de personajes, todos representantes de Fundaciones ligadas estrechamente y financiadas por las que manejan los servicios de inteligencia de Estados Unidos, (CIA) y de algunos de sus aliados? En esos momentos escribí un informe sobre estas fundaciones (Revista 2010, La Plata). En una parte señalo que dependen de las “centrales”, como la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID en sus siglas en inglés) o la National Endowment Foundation (NED) -que aparece entre nosotros como destinada a “financiar” la democracia- y otras similares con sede en Estados Unidos y en Europa. Se las conoce como “la cara social de la CIA” desde los años 80, y trabajan en toda la región “financiando proyectos, movimientos y oposiciones (supuestamente) democráticas”. Es una invasión silenciosa pero de enorme actividad. Han creado una interminable red de Fundaciones, como Libertad (FL), que estuvo detrás del mal llamado “conflicto del campo”, un intento de golpismo en 2008. Esta Fundación hizo cursos para productores medianos y pequeños algunos de los cuales fueron ganados para los proyectos neoliberales, como se vio con la Federación Agraria Argentina. En la investigación realizada surge que “también Uno América, -conformada por militares de todas las dictaduras de América Latina, para luchar ahora contra los gobiernos progresistas del continente- como la Libertad, están asociadas a la “Heritage Foundation”, cuyos integrantes redactaron los Documentos de Santa Fe 1, 2, 3, 4, entre otros, trazando los planes de política exterior estadounidense desde la visión más oscuramente ultraconservadora e intervencionista en nuestra región. Tanto la FL, como Uno América o Pensar, tienen también lazos con la Fundación para el Análisis Económico Social (Faes), que dirige el ex presidente de España José María Aznar, y la Fundación Internacional para la Libertad, presidida por el escritor peruano-español Mario Vargas Llosa y de conocida actuación en contra los gobiernos democráticos de la región. La lista es infinita, pero además nos muestra lo que significa la enorme red de injerencia en América Latina. La investigación lleva a increíbles asociaciones, como algunas coaliciones locales que se autoerigen en “cívicas y democráticas”, pero trabajan para intereses externos. Uno de los propósitos actuales en Argentina es una fuerte campaña contra la Ley de Medios Audiovisuales, que se niega a cumplir el monopólico Grupo Clarín y que es una de las leyes más trabajada colectivamente por universidades, sindicatos, profesionales, intelectuales y otros. También volverán a criticar y mentir sobre los procesos populares en América Latina, que despectivamente llaman "gobiernos populistas", usando este término despectivamente. Vienen con todo y no es casual. Este es un año electoral (legislativas) en Argentina al que dan mucha importancia y en otros países de América Latina. Vienen con planes y una cosa es lo que hacen públicamente siempre en términos desestabilizadores para nuestros gobiernos, y lo que planifican y pactan en secreto, como se ha descubierto en muchos países donde se detuvo a tiempo el golpismo. Es clave conocer este accionar que lleva a intentar destruir lo que tan sacrificadamente estamos construyendo. Télam GB

EDUARDO LUIS DUHALDE, EL INTELECTUAL MILITANTE.

A UN AÑO DE LA MUERTE DE EDUARDO LUIS DUHALDE El intelectual militante El ex secretario de Derechos Humanos es recordado en estas páginas por Rodolfo Mattarollo, quien trabajó con él. También se reproduce un texto inédito de Duhalde, uno de sus últimos escritos, redactado en colaboración con Guido Croxatto como “declaración de principios” del Centro de Estudios Enrique Marí. Por Eduardo L. Duhalde y Guido L. Croxatto La memoria es el derecho “Más allá del foso no hay nada. Se sabe porque hay que decirlo. Arena negra extendida. Allí pueden caber millones. Errantes e inmóviles. Sin verse ni oírse jamás. Sin tocarse jamás. Es todo lo que se sabe. Profundidad del foso. Ver desde el borde todos los cuerpos colocados al fondo. Los millones que aún permanecen allí.” Beckett ¿Qué pasaría si el día de mañana las potencias se pusieran de acuerdo en derogar o en desconocer –por cualquier argumento retórico– la Declaración Universal de los Derechos Humanos?, ¿acaso dejarían de existir estos derechos? Vivimos un cambio. Este es un cambio global de paradigma (en filosofía, y en teoría política) que se produjo en los últimos 50 años. No antes. Esto es lo que Ferrajoli llama “derecho sobre el derecho”: la rigidez de las constituciones. Los límites sustanciales –y no ya sólo formales– a la omnipotencia política del legislador: ya no se puede legislar sobre cualquier cosa. (Ni de cualquier manera.) Entramos en un ámbito esencial (el ámbito de los derechos humanos) que configura lo que Ferrajoli denomina “la esfera de lo indecidible” (ya no se puede decidir, por ejemplo, que los judíos no son personas, o que los extranjeros no tienen los mismos derechos o que los crímenes de lesa humanidad pueden y deben quedar impunes). Esto hiere a veces la susceptibilidad de los Estados. Y, sin embargo, es de entender que de esto depende el futuro de la democracia. Este es un nuevo límite. En efecto, los derechos humanos son esa esfera de lo “indecidible”: son algo sobre lo cual ni los Estados ni los pueblos ni nadie puede “decidir” u otorgar impunidad: ¿por qué? (y determinar ese por qué va a ser uno de los objetivos de este Centro Marí). Porque ya está decidido: deben ser respetados. Esto es lo que Rorty llama “la cultura histórica de los derechos humanos”. El fundamento que emerge de su práctica. A esto se refiere Bobbio cuando habla –un poco confusamente– de un “tiempo de los derechos”. Este es ese tiempo. Un paso fundamental (como la abolición de la esclavitud o la abolición de la tortura, o los derechos de la mujer, etc.) en la historia de la humanidad. Estos pasos se advierten rara vez con el nacimiento de figuras jurídicas esenciales y propias como la de genocidio (que le debemos a Rafael Lempkin) y más aún, con la figura de la imprescriptibilidad. Hay ciertos delitos que ya no prescriben, los delitos de lesa humanidad se ligan, de manera fuerte, como vemos, con otro término esencial de la ecuación política actual, y que enriquece al derecho argentino: la memoria. No hay derechos humanos sin memoria. La memoria es parte de este cambio de paradigma en el derecho. La memoria viene a complementar y a enriquecer a la democracia liberal. El auge de los derechos humanos tiene mucho que ver con el respeto y la promoción (algunos dirán también con el abuso) de la memoria. Así como la impunidad tiene mucho que ver con la desaparición, el olvido, la muerte y el silencio, dar vuelta la página, como dice Günter Grass irónicamente, en El discurso de la pérdida, la memoria tiene que ver con la presencia, el derecho, la palabra, y la vida. Argentina está en ese camino. El Centro Marí es una reflexión con un fin práctico. Como decía Adorno en Mínima moral, “lo único que le queda a la filosofía es responsabilizarse”. Esa es la única filosofía que según Adorno podemos hacer, no ya filosofía de los grandes sistemas (códigos y valores, ya que todos los sistemas terminaron o se hundieron en Auschwitz), sino hacer filosofía desde los fragmentos. Las ruinas. Los escombros. Y el dolor. Este era el dilema de la filosofía alemana. Pero también es el dilema de la filosofía argentina: responsabilizarse. Entre todos estamos pensando cómo entender esa responsabilidad. El tema de la responsabilidad del filósofo no es un tema nuevo: es un tema que preocupaba al mismo Platón, el problema de la responsabilidad es un problema que está en los orígenes mismos de la filosofía, para quien el descenso del filósofo, en la alegoría de la caverna, es un término ético esencial: debe liberar al otro de sus cadenas. Debe mostrar las cadenas que el otro no ve. Debe cooperar. Debe bajar de la nube. Debe ayudar. Debe actuar. Debe comprometerse. ¿Qué otra cosa sino ésa son los derechos humanos? Decíamos que la desaparición responde a esta lógica de inhibir la denuncia en un plano que excede al Estado asesino. El Estado es consciente. Por eso es el típico crimen del siglo XXI. El desaparecido es una víctima que no puede hablar. Que carece del derecho más esencial de todos los derechos: la palabra. Su cuerpo mudo, muerto, es un testimonio. Pero se lo priva, incluso, de eso: de su muerte. Este es el extremo del horror. Pero en su lugar tenemos otra cosa: su desaparición (forzada) no prueba nada. Ya no basta con matar, ahora también hay que hacer desaparecer, porque ya no bastan las leyes de autoamnistía que el derecho internacional (caso Barrios Altos) tiene por inválidas. El poder soberano no se justifica a sí mismo. Teme. El poder teme y el poder que teme se vuelve peligroso, como advierte Eugenio Zaffaroni, porque se vuelve fácilmente asesino. Oculta y niega los cuerpos. Oculta y niega la verdad. Se vuelve impune. Los derechos humanos no han tenido una historia fácil. Nosotros lo sabemos. Los jóvenes lo saben. El valor de los derechos no es un tema aislado. Es el único que le debe preocupar a una democracia. Hoy muchas democracias seleccionan. Dividen ciudadanos. Algunos tienen derechos. Otros no. Algunos discuten con otros argumentos la idea de que los derechos son universales. Este es en efecto un debate actual en Alemania, en Italia, en Francia. El pasado vuelve. Pensemos, por ejemplo, en las reacciones conservadores de Edmund Burke, Bonald o De Maistre a la Revolución Francesa. Para el obispo De Maistre, la sola idea de “derechos del hombre” universales era una idea “del diablo”, le parecía de una “injusticia extrema” que venía a alterar el “orden divino”. Le pareció absurdo y peligroso a Bonald que todos los hombres tuvieran derechos. Le parecía (nada menos que la propia idea de derechos) una “injusticia extrema” contra la tradición. De Maistre también hablaba o creía hablar desde la moral “correcta”. Desde “la verdad”. No son muy distintos de los argumentos que escuchamos ahora. Sólo que ahora es más difícil darse cuenta. Porque no se dice “que los hombres no tengan derechos”. Se usa un lenguaje diferente, se habla del “costo social”, del “mal necesario”, del “daño colateral”, de la “productividad”, de la eficiencia. El que va perdiendo espacio es el derecho. Por eso pensamos este centro como espacio abierto para elaborar entre todos una definición del Derecho. La memoria es el derecho. Permítanme comentar, antes de seguir, una versión del argumento de la nueva página de la historia. Günter Grass se ha referido a él en su Discurso de la pérdida, y se refiere con ironía a esos alemanes que desde los medios incitaban a todos a “mirar sin vacilar para adelante, solo para adelante” (que a nadie se le ocurra mirar para atrás): en esta versión se sostiene que el pasado debe ser olvidado –incluso un pasado tan palpable y vivo y criminal como el genocidio nazi– rápidamente para que el futuro anhelado pueda empezar. O recomenzar de nuevo. Hay que “dejar paso” a lo nuevo. Esconder el cadáver. Barrer las heridas rápidamente. Como si el propio dolor no tuviera sus tiempos. Los artefactos obsoletos deben ser dese-chados y sustituidos por otros nuevos. No importa cuán encomiable sea en el campo de la tecnología, esta actitud (este simplismo, esta versión sesgada) está completamente fuera de lugar en relación con la historia de un país, como dice Agnes Heller, “que es tanto recordar y conservar el pasado cuanto proyectar el futuro”. Muchos dicen que nosotros defendemos “el pasado”. No es así. Nosotros defendemos vivamente el futuro. No se puede pasar la página sin catarsis y no hay catarsis si se barren los crímenes bajo la alfombra. Sigue el dolor. La idílica página nueva de la historia no estará limpia, después de todo. La decisión de no encausar a los agresores no produce el olvido del odio, el resentimiento y los agravios personales. Una democracia que otorga impunidad, que duerme con la impunidad, que camina y almuerza junto a la impunidad, que es ella impune, entonces niega un derecho. Y niega a la misma democracia. Defender los derechos humanos es la forma que encontramos nosotros para defender la democracia. Todavía hay un largo camino por hacer. Lo haremos nosotros y lo harán los jóvenes. Por eso pensamos este centro de reflexión sobre los derechos humanos Enrique Marí. Sobre el Derecho. Porque todavía hay una definición pendiente en la sociedad argentina. Una pregunta que no obtuvo respuesta. La memoria trabaja con aquello que no ha sido. Nosotros también. Ese impedimento, eso que no ha llegado a ser, también tiene derechos. Voces. Sentidos. Palabra. Un nombre. Nosotros sabemos bien que no estamos acá porque nos interesa el pasado (lo que han rebautizado muchos como “el pasado”, está de moda decir “el pasado”). Estamos acá porque nos interesa el presente. Estamos acá porque nos interesa el futuro. Porque no podemos borrar. Porque no admitimos la impunidad. Por Rodolfo Mattarollo * Un hombre de magnitud incomparable “Mientras los hombres aún respiren y los ojos puedan ver el día.” William Shakespeare, soneto 18. Junto al desgarramiento, la sorpresa. Porque cuesta admitir la muerte de alguien tan entrado en la vida, tanto por la intensidad de su presencia como por su manera de volcarse hacia lo público. En el universo de los derechos humanos faltará durante mucho tiempo esa personalidad de magnitud incomparable. La escena política argentina, en la que evoluciona el entonces joven Duhalde, se transforma en los años sesenta, sin los cuales, solía él decir, los hoy casi legendarios años setenta serían inexplicables. Hay épocas de revolución y épocas de contrarrevolución. Aquélla era una época de revolución. Un tiempo de resistencia que llamaba a adoptar diversas formas de lucha ante la planificada destrucción, por la dictadura de Juan Carlos Onganía, de acendradas conquistas económicas y sociales, pero también políticas, educativas y culturales del pueblo argentino. Bajo la dictadura de Lanusse, la Argentina vive el vértigo de vísperas indescifrables, para algunos anuncian el socialismo, para otros la vuelta del líder: insurrecciones parciales en grandes ciudades del interior preceden el accionar de las organizaciones político militares, surge un sindicalismo clasista y combativo –en el que se destaca la figura unitaria de Agustín Tosco y el sindicalismo antiburocrático de la CGT de los Argentinos–, aparecen los “curas del Tercer Mundo”, se practica el periodismo de investigación y se multiplican los movimientos sociales. Además, cobran un protagonismo que no abandonarán las organizaciones de derechos humanos e irrumpen como una fuerza de la naturaleza los familiares de los presos políticos y de los primeros desaparecidos, integrantes de comisiones que luchan, como se decía entonces, “contra la represión y la tortura”. En ese panorama juegan un papel esencial, entre los nuevos actores, los periodistas y los abogados. Reuniendo ambas condiciones dos personalidades resumen las virtudes de inteligencia y audacia de toda una generación: Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde, recreados en los inefables personajes Barrantes y Barroso de Megafón o la Guerra, la última novela de Leopoldo Marechal. Raro privilegio el de contar con semejante retratista. Eduardo Luis buscó constantemente la síntesis entre el pensamiento nacional y popular y los enfoques clasistas en la interpretación de nuestra breve y cruel historia. Seguramente, el repaso de sus textos mostrará su vinculación con la lectura gramsciana del marxismo y su relación con “los nuevos movimientos sociales”. Su estrecha vinculación ideológica con John William Cooke debería ocupar un sitio central en toda reflexión sobre su vida y su obra, como su fecunda colaboración intelectual y política con Rodolfo Ortega Peña. En Argentina y en América latina no siempre es fácil ser contemporáneo del propio presente. El lo fue. En Néstor Kirchner descubrió, cuando pocos lo veían, un destino, el del hombre que transformaría un país. Se encontró lejos de correr la suerte de ese personaje de Stendhal que estuvo en la batalla de Waterloo sin saberlo, como parece ocurrirles hoy a ciertos compañeros de luchas pasadas. Imposible sintetizar aquí cuarenta años de amistad inquebrantable, con picos de intensos períodos de militancia en común, incluidas esas decisivas etapas de la Comisión Argentina de Derechos Humanos (Cadhu) en el exterior y la de organización y puesta en marcha de la nueva Secretaría de Derechos Humanos en la Argentina a partir de 2003. Eduardo Luis escribió tempranamente en el exilio el primer análisis integral de la violación de los derechos humanos por la dictadura militar de 1976 y su finalidad reordenadora, el establecimiento de una “pedagogía del terror”. El trabajo fue publicado en Madrid antes del Mundial del ’78 bajo el título Argentina, Proceso al Genocidio. En ese tiempo acuñó la caracterización de la última dictadura como “terrorismo de Estado” y polemizó con la encubridora interpretación de una Junta Militar dividida entre “moderados” y “pinochetistas”. Su nombre, y el de algunos de nosotros, la primera línea de los que integrábamos la dirección de la Cadhu en el exterior, fueron incluidos en listas ampliamente difundidas por los medios masivos de máximos responsables de la llamada por la dictadura “campaña antiargentina en el exterior”, claro reconocimiento del papel que jugaba la Cadhu en la lucha democrática. Eduardo Luis sintió que la suerte o un destino enteramente humano nos había otorgado ese don raro que es una segunda oportunidad en la vida, de la que hablaba con frecuencia. En su caso fue la suerte excepcional de poder contribuir como secretario de Derechos Humanos de la Nación a modelar una política de Estado de derechos humanos en los períodos presidenciales de Néstor Carlos Kirchner, en el que lo acompañé como subsecretario, y de Cristina Fernández de Kirchner. Cuando los grupos de tareas recorrían desenfrenados las calles de Buenos Aires, los primeros meses de la dictadura, cuando ya habían sido secuestrados nuestros compañeros, los abogados Mario Hernández, Roberto Sinigaglia y tantos otros, o el escritor Haroldo Conti, para citar sólo a algunos de entre los miles de detenidos-de-saparecidos del terrorismo de Estado, recién en septiembre de ese fatídico año de 1976, Eduardo Luis decide dejar el país. Antes de que transcurriera un mes desde su muerte escribí un poema del que incluyo cuatro líneas con las que termino esta breve evocación de su memoria: Y sin embargo quedan los recuerdos Ese fuego sin fin de mil campañas Que no se borrará de la memoria Mientras los ojos puedan ver el día * Embajador de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) en Haití. 03/04/13 Página|12 Nota relacionada: A los 72 años murió ayer el secretario de Derechos Humanos

NO TOQUEN AL COLON POR MEMPO GIARDINELLI.

¡No lo toquen a Colón! Por Mempo Giardinelli En estos días de furias y mal tiempo, mientras los sojeros argentinos retienen el grano esperando que el peso se devalúe, el Gobierno no se decide a refundar la Junta Nacional de Granos y en Nueva York es inminente el rechazo de la oferta a los fondos buitre –todo ello para alegría de Clarín y La Nación–, son muy pocos los compatriotas que se preocupan por el traslado de la estatua de Cristóbal Colón a Mar del Plata. Lo que resulta un disparate doble: por un lado que se quiera quitar al navegante genovés que en 1492 inauguró nuestra historia moderna y nos trajo la lengua que hablamos –además de horrores y atropellos, desde ya, que la Historia viene juzgando– del hermoso emplazamiento donde está desde hace un siglo. Y, por el otro, que el asunto no le importa a casi nadie, a pesar de que el magnífico monumento está donde está por donación de la colectividad italiana, la que más inmigrantes aportó a nuestra ciudadanía y de la cual desciende la mayoría de los argentinos de origen europeo. Conviene recordar que fue esa colectividad la que encargó la realización de la obra al escultor Arnaldo Zocchi (1862-1940), no por cualquier motivo, sino en ocasión de la conmemoración del Centenario de la Revolución de Mayo. Y para despejar aún más la ignorancia que parece haber ganado a quienes tomaron la desdichada decisión del traslado, hay que decir que la donación fue aceptada por el Congreso de la Nación mediante la Ley Nº 5105 del 26 de agosto de 1907. Si bien el monumento fue inaugurado recién en junio de 1921 –el retraso se debió a la Primera Guerra Mundial, pero también a ciertas ya entonces desarrolladas taras nacionales–, el espacio verde que lo rodea a espaldas de la Casa Rosada fue proyectado y construido como parte del Paseo de Julio por el célebre arquitecto y paisajista francés Carlos Thays (1849-1934). Con el nombre de Plaza Colón, fue inaugurada en 1904, en 1911 se construyeron las terrazas y escalinatas que derivaban hacia el río y en 1921 se terminó el arreglo de jardinería, justo para la apertura al público. Según informaciones que recibo de una organización civil ejemplar llamada ¡Salvemos las estatuas!, el monumento consta de 623 toneladas de bloques de mármol de Carrara y la estatua de Colón fue colocada sobre una base de más de 20 metros de altura. “La complejidad del monumento –aseguran– hace que los expertos preservacionistas consideren riesgosísimo el traslado del monumento, mucho menos a una ciudad balnearia como Mar del Plata, exponiéndolo al ambiente marino altamente agresivo para los materiales de construcción, incluido el mármol.” Como sea, y más allá de si el desatino de trasladarlo fue decisión del gobierno nacional o del municipal, la remoción no es sino una muestra más del errado, estúpido concepto argentino del verbo “gobernar”, entendido como “el que gana hace lo que quiere con la cosa pública”, en lugar de “el que gana la cuida y administra temporariamente”. Hace un siglo la comunidad italiana en nuestro país donó, además, y como parte del conjunto monumental, una cripta ubicada bajo la estatua, en cuyo interior se guardan objetos donados a la Argentina, como un cofre con un ladrillo de la casa natal genovesa de Colón y un bloque de mármol romano labrado, extraído del monte Palatino. Según consta en el Archivo de Monumentos y Obras de Arte del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el monumento es propiedad de la Capital de la República, pero no por eso nos es ajeno a los 40 millones de habitantes de este país. La mayoría de los cuales, no lo dudo, suele estar en desacuerdo con este tipo de mudanzas de la Historia que nos es común. Y en esta opinión no tiene nada que ver el justificado homenaje a Juana Azurduy, que también merece que se emplace el monumento donado por el gobierno de la hermana República de Bolivia, pero en otro lugar. Me disculparán los lectores porteños, pero no puedo ver en este desatino otra cosa que lo que en 23 provincias argentinas se suele llamar “otra porteñada”. Porque hay casi tres millones de kilómetros cuadrados de territorio nacional donde colocar a la heroica generala. Y si debe ser en Buenos Aires, sobran espacios públicos. Y lo que también fastidia de esto, finalmente, es esa otra, igualmente necia manía argentina de cambiar no sólo emplazamientos sino incluso los nombres de calles y avenidas. Como si la Historia se pudiera mutar, o imponer, a gusto de coyunturales gobernantes, legisladores, concejales o jefes de Gobierno. Que nunca alcanzan a ver que por este camino sus imposiciones serán también cambiadas, en décadas venideras, por otros, igualmente autoritarios administradores civiles. No es así como se afianza una identidad nacional. 04/04/13 Página|12 GB

MAURIZIO NECESITA DESCANSAR. Y NOSOTROS DE EL.

EL JEFE DE GOBIERNO PORTEñO, MAURICIO MACRI, JUSTIFICO SU VIAJE A BRASIL “Necesito unos días de descanso por año” Macri explicó los motivos del viaje por el que la inundación en la ciudad lo encontró fuera del país. Ayer, el jefe de Gobierno buscó mostrarse activo e insistió con la necesidad de realizar obras para evitar los desastres. Mauricio Macri salió a defender fuertemente su derecho a las vacaciones en Trancoso, Brasil, de las que volvió raudo cuando se inundó la ciudad de Buenos Aires. “Soy un servidor público y como tal necesito unos días de descanso por año”, afirmó el jefe de Gobierno en declaraciones radiales. El mandatario buscó mostrarse activo ayer: comenzó la mañana con una conferencia de prensa, se sacó fotos en las zonas de las inundaciones y lo llamó al gobernador bonaerense, Daniel Scioli, para ofrecerle ayuda en las tareas de rescate en La Plata. Macri dijo que las obras públicas para evitar las inundaciones deberían ser coordinadas con el gobierno nacional y el bonaerense. Desde el kirchnerismo le contestaron con un pedido de interpelación, para que vaya a la Legislatura a dar explicaciones. Promediaba una conversación en el programa de radio de Jorge Rial cuando el conductor le dijo a Macri “con cariño” que no se podía tomar vacaciones mientras esté en la función pública. Macri, de inmediato, se mostró muy ofuscado. Le dijo a Rial que no coincidía con él. Las palabras se le amontonaban en la boca para responderle. “No me tomé más que cinco días en el verano, porque teníamos alertas durante el verano. Entonces dije ‘me voy a quedar acá’”, relató Macri. Le argumentó que cuando se va no apagan la luz en el gobierno porteño, sino que hay “todo un equipo a cargo” y “una jefa de Gobierno”, en referencia a la vicejefa María Eugenia Vidal. No pudo mencionar, en cambio, al secretario general Marcos Peña y al jefe de Gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta, porque ambos estaban también de vacaciones. Larreta, en París. “Soy un ser humano, tengo familia y también necesito descansar”, se victimizó Macri, muy ofuscado. Por la mañana, el jefe de Gobierno dio una conferencia de prensa en la que dijo que “la Ciudad seguirá trabajando sin pausa para asistir a todas las personas afectadas por el grave temporal de la madrugada de ayer”. El jefe de Gobierno insistió en que las obras del arroyo Vega y el Medrano –que tenía ya preadjudicadas en 2009– las debería hacer en coordinación con el gobierno nacional y el bonaerense “para poner en marcha las obras”. Los canales aliviadores que se debían hacer estuvieron paralizados cuatro años, hasta que el gobierno porteño consiguió que la Legislatura votara otra forma de financiamiento que no implicaba poner a la coparticipación federal como garantía. Las obras que deberían iniciar en el arroyo Vega están esperando la autorización del financiamiento del Banco Mundial. Para el Medrano, no hay aún un proyecto. Son los dos cauces que atraviesan el norte de la ciudad, y especialmente los barrios inundados. “Vamos a seguir trabajando intensamente, hemos renovado los equipos para la emergencia, pusimos servicios adicionales de limpieza, estamos instalando volquetes y comenzamos a reparar todos los daños que esto ha provocado en el espacio público”, señaló Macri, quien intentó mostrarse activo luego de su retorno de sus vacaciones en Trancoso, Brasil. Los funcionarios porteños debieron llamarlo tres veces hasta que lo convencieron de que era conveniente que retornara. Informó que ya fueron desagotados casi todos los pasos bajo nivel en Saavedra, Núñez y Villa Urquiza. “Estamos en contacto con la Secretaría de Energía, que está trabajando con Edesur y Edenor para restablecer el suministro eléctrico lo más pronto posible”, dijo sobre la falta de electricidad que todavía sufren muchos en la ciudad de Buenos Aires. Macri anunció también que el Banco Ciudad duplicará las líneas de crédito subsidiadas para los damnificados por las inundaciones. El jefe de Gobierno indicó que los montos se elevarán a 120 mil pesos para consorcios a través de líneas a tres años subsidiadas al 13 por ciento de interés, a 60 mil para comercios y a 40 mil para residentes domiciliarios. En la misma conferencia, informó que estuvo en diálogo con Scioli y le ofreció ayuda de los cuerpos de emergencia porteños. También dijo que no tuvo ninguna llamada de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Y, como quien no quiere la cosa, mencionó la tragedia de Once. 04/04/13 Página|12 GB