domingo, 17 de marzo de 2013
LAS FUMATAS Y SUSCENIZAS, POR MARIO WAINFELD, OPINION
Psicología
Pensamiento
Tango
Pasión de Multitudes
Mezcladito
La fumata y sus cenizas
Un papa distinto, sus primeras señales. La alegría, las euforias, las dudas. La gravitación de la Iglesia en el sistema político argentino, su poder fáctico y legal. El accionar de la jerarquía en dictadura y en democracia. La oposición y sus ilusiones. La respuesta del Gobierno. La condición peronista, matices. Un futuro abierto, con riesgos imaginables.
Por Mario Wainfeld
La llegada del primer papa jesuita, no europeo, latinoamericano y argentino acumula novedades extraordinarias. La magnitud del cambio es inmensa, lo que fuerza a ser cauto en todo vaticinio sobre el porvenir. El papa Francisco eligió una presentación que entusiasmó a los fieles de la Iglesia Católica y a varios que no lo son. Habló en italiano y no en latín, se vistió con sotana blanca, esquivó las joyas, anduvo en bondi, usó la palabra “pueblo” en su primera aparición. Su mensaje alude a una Iglesia caminante, dora austera, cercana a los pobres, no a una ONG misericordiosa. Así dicho, sería una revolución respecto de la Iglesia de Roma, real y existente, arraigada desde hace cerca de medio siglo.
La euforia renovadora cundió entre los críticos de la jerarquía de las últimas décadas y en especial de los dos anteriores pontífices. Juan Pablo II y Benedicto XVI fueron los que armaron el padrón del Cónclave que ungió a quien fuera hasta entonces el arzobispo Jorge Mario Bergoglio. Es un dato que, acaso, tenga más relevancia que la que se le asignó, en promedio.
También se extasían los que colmaron de elogios esa etapa reaccionaria, filointegrista. Son reconvertidos, vaya a saberse si de buena o de mala fe.
En la Argentina la alegría es la emoción dominante y palpable. Su causa central es que Francisco está haciendo una promesa venturosa, de difícil concreción. Algunos la dan por ya cumplida con sus primeros gestos, hábilmente mediatizados. Puede haber algún ingrediente banal (parangones con la reina Máxima de Holanda) pero sería una necedad pensar que ése es el núcleo de la masiva buena onda.
Entre los que se regocijaron están los curas villeros de esta etapa, que pisan el barro y están cerca de los humildes. Los que se baten (con sus herramientas y criterios) por la dignidad de los pobres, los que luchan contra la proliferación del paco. El portal Mundo villa.com lo llama “el Papa villero” y pone muy en alto su condición de peronista.
La euforia también se expresa en los medios dominantes, incluyendo a La Nación, que siempre abominó de (y batalló contra) esos sectores y esa ideología.
Los líderes de nuestra región se suman a la alegría. El ecuatoriano Rafael Correa, de formación cristiana militante, es apologético. El vicepresidente venezolano Rafael Maduro, en un alarde de misticismo caribeño, vincula al recientemente fallecido presidente Hugo Chávez con la llegada de Francisco. El gobierno brasileño adopta otro estilo pero confluye con el tono de exaltación.
Esas voces suscitan el respeto y la atención del cronista, tanto como el beneplácito de tantas personas de a pie. Sobre la fe, nada debe decir quien es ajeno a la grey católica, solo respetarla en el marco de la libertad de creencias. Cabe, sí, puntualizar que la creencia católica, aunque mayoritaria, es una entre tantas en una república que, para ser democrática, debe ser laica.
La eventual incidencia en el escenario coyuntural de la Argentina y, sobre todo, la posibilidad de virtuales impactos en el sistema democrático sí atañen más a esta columna, que hará centro en esos tópicos.
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Primus inter pares: Hombre de cuna humilde, Bergoglio supo ascender peldaño a peldaño la jerarquía en la Argentina, llegando a ser el primero entre sus pares, sin desentonar entre ellos. Esto lo conecta a casi cuarenta años (una cifra irrisoria comparada con la eternidad, pero sensible en términos terrenales) de deplorable conducta de la cúpula eclesiástica. Llamarla “Iglesia” contradice el propio lenguaje católico, que incluye en el vocablo a los curas rasos y a todos los creyentes. La mención vale porque hubo una puja entre sectores, avivada al calor del Concilio Vaticano II, en la que triunfó la facción que Juan Pablo II y Benedicto XVI expresaron con rudeza y coherencia. Esa facción siempre fue mayoritaria. Fue instigadora, cómplice y ulterior encubridora de la última dictadura militar. No se habla acá especialmente de las acusaciones específicas contra Bergoglio, sino del comportamiento de la jerarquía.
Los grupos hegemónicos de la jerarquía no revisaron su conducta durante el período democrático, que va a cumplir 30 años. Tardaron décadas en hacer reconocimientos muy módicos. “No haber hecho lo suficiente contra...” es un planteo falaz, porque su responsabilidad es, caramba, haber hecho demasiado a favor. No se conoció autocrítica profunda, no se vio acto de contrición de los purpurados, mucho menos se reveló la frondosa información que, sin duda, poseen. El flamante Papa sumó su reticencia a la del conjunto, aun cuando declaró en juicio.
Ya en la etapa democrática, la jerarquía se opuso tenazmente a cualquier iniciativa de ampliación de derechos, de secularización de respeto a costumbres socialmente implantadas. El divorcio, el matrimonio igualitario, la designación de una jueza de la Corte partidaria de la interrupción legal del embarazo, el intento de veto a un ministro del gobierno del presidente Raúl Alfonsín por ser ateo... Los ejemplos son muchos y van en un solo sentido.
Bergoglio no desentonó jamás. Su verbo respecto del matrimonio igualitario fue tonante, discriminatorio e integrista. También fue puntal en el pedido de censura a la exposición de León Ferrari en el Centro Cultural Recoleta.
La jerarquía patea con dos piernas, lo que no es admisible en la esfera democrática: discute con todo derecho pero (sin él) se vale de la superioridad divina de su mensaje para imponer sus criterios, estética, ética y dogma a quienes no los comparten. Grupo de presión, lobby calificado, he ahí el rol que es forzoso limitar al máximo.
Un argumento socorrido es que Bergoglio pertenecía al ala moderada y que estaba forzado a hacer concesiones a los halcones como el obispo Héctor Aguer. Las internas existen, aliados de Aguer definieron alguna vez al ahora papa Francisco como “el obispo del silencio”, frente al kirchnerismo. La réplica frecuente, por ejemplo en el “caso Ferrari”, fue plegarse al mensaje más brutal.
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Leyes con historia: La gravitación de la Iglesia (digámosle así, para acortar) en el sistema político tiene una larga tradición, mal antecedente en un país con tantos desvaríos autoritarios. No opera sólo de facto, como se aludió en el apartado anterior. Legalmente, goza de una serie de prerrogativas exorbitantes. Si se las examina de a una, son inusuales en los países democráticos más arraigados. Si se las mira en combo, ranquean alto (y mal) a la Argentina.
El discurrir de la sociedad civil, afortunadamente, ha sido en pos de la libertad de cuerpos y mentes, de la diversidad, del ecumenismo y del mejor posicionamiento de las minorías. No se ha hecho lo suficiente pero sí mucho. No ha sido merced al poder privilegiado de la Iglesia sino dejándolo de lado o confrontando, cuando vino a cuento.
Recordemos algunas de las potestades reconocidas a la Iglesia Católica.
Una de las más gruesas es el intenso apoyo estatal y económico a su subsistema de educación privada. Las protestas de docentes que paralizan la iniciación normal de las clases en tantas provincias usan ese argumento, entre otros, como base de sus reclamos. El interés de la cúpula no es menor. Cuando Carlos Custer presentó sus credenciales de embajador argentino al papa Juan Pablo II se sorprendió por el interés del pontífice en discusiones salariales docentes en Argentina. El presupuesto propio depende de ellas. La anécdota es llamativa, para quienes piensan que es clavado que el papa Francisco no será un activo gestor en la Argentina.
Otra canonjía, mucho menos justificable, es que el Estado paga sueldos de obispos, seminaristas, párrocos de frontera y capellanes castrenses.
La ley que los regula rige desde tiempos de la dictadura. Los sueldos de capellanes de las Fuerzas Armadas son una rareza en la legislación comparada. Existen en Chile, donde la herencia del pinochetismo es potente.
Los obispos retirados por razones de edad o de salud perciben también un sucedáneo de jubilación, presentado como “asignación mensual y vitalicia”. No es exactamente una jubilación, porque no cobran aguinaldo y porque jamás hicieron aportes. Tampoco pagan el tan zarandeado Impuesto a las Ganancias.
Son muy escasos los países no integristas que reconocen esos privilegios. Desde luego que ni por las tapas existen en Uruguay, Francia y Estados Unidos, regímenes democráticos diversos que gozan de buena prensa.
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Reacciones: La presidenta Cristina Fernández de Kirchner viene actuando con lógica institucional. Ordenó a la Cancillería redactar velozmente un mensaje de salutación, conciso y respetuoso. El borrador estuvo a cargo del secretario de Culto Guillermo Olivieri y del ministro Héctor Timerman. La mandataria lo aprobó, se remitió. Cristina preparó el viaje acompañada por funcionarios y legisladores oficialistas y opositores. También será de la partida el presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti.
Tras un par de días de encomiable silencio, muchos dirigentes, legisladores o funcionarios kirchneristas incursionaron en el ditirambo elogioso al papa Francisco. Su condición de peronista y su presunta convergencia con las políticas socioeconómicas son la base del entusiasmo. Al cronista, cuya historia inscribe en esa pertenencia y cultura, le parece que la condición de peronista abarca demasiados significados y trayectorias. Peronistas fueron los presidentes Kirchner, Isabel Perón y Carlos Menem. Los dos ministros Taiana y Oscar Ivanissevich. José López Rega y John William Cooke. Carlos Ruckauf y el cura Carlos Mugica. Los que chocaron en Ezeiza. ¿Chicanea este escriba? Un poco, apenas, con fines ilustrativos. Pero sostiene que la garantía de calidad peronista peca de exceso de simplismo o fantasía. Y que durante la dictadura y el gobierno de Isabel, el peronismo estuvo en los dos extremos de la picana.
La dirigencia opositora se sintió en estado de gracia. La política doméstica adolece de exceso de vecinalismo, todo se lee en clave kirchnerismo-céntrica. Atisban en el papa Francisco la nueva gran esperanza blanca. Nadie lo dijo con tanto énfasis ni erudición como el sociólogo Eduardo Fidanza ayer en La Nación. “En términos sociológicos la Iglesia franciscana le disputará capital simbólico al kirchnerismo. Tiene con qué. Se inspira en los pobres. Sabe de pueblo y de política.” Y vaticina, feliz: “Francisco anuncia un nuevo tiempo. Laclau tendrá que confrontar con Ignacio de Loyola. Y me parece que el santo tiene todas las de ganar”. No se refiere a San Lorenzo de Almagro, que desde ayer adora la imagen del Papa modesto.
Festejos en las dos tribunas: por lo menos una se equivoca. Habrá que ver qué pasa en el corto plazo en la política doméstica. El cronista es avaro con las predicciones, cree que el futuro es sinuoso, incluso superando las decisiones de los grandes protagonistas.
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El riesgo: El mayor riesgo de un argentino empoderado súbitamente como papa, insiste este escriba, trasciende al oficialismo, aunque lo interpela. Consiste en que, al calor del nuevo clima, la Iglesia recupere espacios político-institucionales que se le han achicado. El alfonsinismo hizo esfuerzos para reducirlos, algo consiguió. De ahí que se lo motejara como “sinagoga radical” desde las filas de la derecha, que el alto clero también integra. El kirchnerismo constriñó más ese poder corporativo, entre varios. En parte por su gran intuición acerca de la imperiosa necesidad de fortalecer el poder político. En parte por contingencias coyunturales como fue la simpática iniciativa del obispo Antonio Baseotto de arrojar al mar a quienes piensan distinto.
La regresión, cuya primer área sensible podría ser la lucha por los derechos humanos, tiene tierra sembrada desde el vamos. Enlaza con la aciaga tradición local. Subsiste en muchos gobiernos provinciales, muchos de ellos de la escudería K. Se nota en las áreas sociales, educativas y de salud. Se palpa en la dificultad de aplicar el fallo de la Corte Suprema sobre aborto no punible, por mentar solo un ejemplo cercano.
Todo se dice en potencial, se repite. El cambio tremendo deja al analista sin precedentes a los que recurrir. ¿Qué esperar entonces sobre promesas de confluencia entre el movimiento popular más numeroso y Francisco? ¿O sobre las promesas de regeneración de la Iglesia carcomida por sus desvaríos, su intolerancia, la pedofilia y el lavado de dinero? Habrá que ver para saber. Y, aun, mociona el cronista, para creer.
mwainfeld@pagina12.com.ar
Anatema
Por Mario Wainfeld
Las denuncias sobre abusos sexuales cometidas por sacerdotes católicos motivaron un abroquelamiento de la Curia. Se las encasilló como parte de una campaña mundial de “descristianización”, se demonizó a los denunciantes. En términos prácticos y aun doctrinarios, la reacción promovida desde el Vaticano fue un abroquelamiento sectario. Cerrar filas, aun a costa de perder fieles. Se supone, se espera y hasta (con exceso de premura) se da por hecho que el papa Francisco viene para desandar todos esos pasos. No sería sencillo, sería promisorio.
El comunicado del portavoz vaticano, Federico Lombardi, desmintiendo las denuncias de este diario y en especial de Horacio Verbitsky contradice el tono pacificador de los primeros mensajes del papa Francisco. Y parece reincidir en la desviación intolerante. Esta vez, referida a otra temática.
Las investigaciones de Verbitsky volcadas en sus libros, en artículos publicados en Página/12 (incluso en esta edición) no son opiniones. Acumulan documentos y testimonios rotundos, muchos develados por primera vez. En conjunto, son irrefutables. Tratar de desmentirlos con fundamentos y no con eslóganes exigiría un esfuerzo que Lombardi no ha hecho y seguramente no hará, porque quedaría en offside.
Su reproche está formulado en una terminología arcaica, que combina retórica propia de la Guerra Fría y ecos inquisitoriales. El vocero aduce que no hay condena penal contra Jorge Mario Bergoglio. Hombre leído e informado (los jesuitas siempre lo son), Lombardi sabe que en la Argentina hubo un contexto de impunidad que (con la breve interrupción del Juicio a las Juntas Militares) duró más de veinte años. Lo que está en debate son conductas y no sentencias, a las que recién ahora se está llegando.
La incoherencia del anatema se duplica porque el vocero acusa a este diario de realizar “campañas calumniosas y a veces difamatorias”. En algunos países (por ventura, no ya en la Argentina), esos hechos son delitos penales. En la Argentina son ilícitos civiles, por los que ni Página/12 ni Verbitsky han sido condenados.
Podría añadirse que no son las condenas las que mueven la aguja en la Curia, que sigue tutelando a delincuentes probados como el represor Christian von Wernich o el abusador Julio Grassi. Para las ovejas descarriadas del propio rebaño rige, por lo visto, un doble estándar.
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Las denuncias motivaron polémicas en la Argentina. Luchadores por los derechos humanos adujeron la inocencia del actual Papa. El Premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel fue uno de ellos, aunque puntualizó que “le faltó coraje para acompañar nuestra lucha”. Alicia Oliveira fue más enfática, por conocer de cerca al actual Papa.
En cambio, Estela de Carlotto subrayó la falta de compromiso de la jerarquía eclesiástica durante la dictadura y después.
Ese punto, formulado con la autoridad moral de Carlotto, desnuda una debilidad de quienes alegan que Bergoglio salvó muchas vidas, incluyendo las de los desdichados Yorio y Jalics. Si contaba con tanta influencia (no era pavada lograrlo en esos tiempos) y tanta información, no se explica por qué no denunció luego a los autores de las violaciones de derechos humanos. Ni suministró información, ni tuvo trato con los familiares de las víctimas, ni se esforzó para que hubiera sepultura digna para los desaparecidos. Tamañas pasividades no distinguen especialmente a Bergoglio, ya que estuvieron muy extendidas entre sus pares. Lo que da un contexto adecuado, pero no lo dispensa de responsabilidades.
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¿Influirá ese pasado cuestionable en el pontificado que viene? Quizá la magnitud de su nueva responsabilidad, el cambio cualitativo de su rol produzcan una mutación en el papa Francisco. No es imposible, casi nada lo es en la condición humana. La historia de la Iglesia es pródiga en ejemplos de hombres falibles (o cosas peores) que devinieron santos o ejemplos valiosos. Agustín de Hipona es el más clásico.
La Iglesia es una institución poderosa, que combina tradición e instituciones sólidas con la continua creación de figuras carismáticas. Cada papa que adviene llega con una promesa de cambio, que incluye el de su propio nombre. En este caso, como en tantos otros, se atribuyen virtudes excelsas al nombre elegido. Este papa llega con la promesa de ser un profeta que desbaratará mucho del pasado. La transición no es sencilla en términos terrenales, ya que requiere una sofisticada estrategia discursiva.
Un texto clásico de la sociología (La construcción social de la realidad, de Peter Berger y Thomas Luckmann) explica que quien se convierte debe “producir nuevas interpretaciones particulares del pasado (y) su significación”. Agrega que lo ideal para el individuo en cuestión sería que se olvidase todo por completo. Como olvidar por completo es muy difícil, lo mejor es “una reinterpretación radical... de la propia biografía pasada”. “Inventar cosas que no sucedieron resulta relativamente más fácil que olvidar las que sucedieron. Se pueden urdir e insertar hechos donde quiera que se necesiten para armonizar el pasado que se recuerda con el que se reinterpreta”.
Ese tipo de reconstrucción, no ya de la trayectoria del ahora papa, sino de la saga en la Iglesia durante la dictadura, puede ser funcional a varios fines. Hasta puede imaginarse alguno fenomenal como abrir sus archivos, realizar una autocrítica franca y extendida, pedir perdón a las víctimas. Es lo que proponen algunos obispos que se haga con quienes padecieron abusos sexuales. En ambos casos, muchas de las víctimas fueron integrantes de la propia comunidad católica
17/03/13 Página|12
GB
sábado, 16 de marzo de 2013
LA BLOGUERA CONTRAREVOLUCIONARIA.
Aparecen las “manos amigas” que financian gira de Yoani Sánchez
Por Luis Miguel Rosales
La gira internacional de la bloguera contrarrevolucionaria cubana Yoani Sánchez, financiada por “manos amigas” y personas que han pagado “colectas en Internet” para que nuestra pobre bloguera, cuyo humilde salario sobrepasa los 10 mil dólares mensuales, pueda desarrollar su viaje de 80 días por doce países, está poniendo en el tapete ideas muy interesantes que demuestran quiénes están detrás de dicho recorrido.
Su visita a Brasil, donde recibió un “no muy caluroso recibimiento” por parte de miembros de la solidaridad cubana, presentados por la “pacífica y plural disidente” como terroristas, quiso justificarla como financiada por “amigos desinteresados”, cuando realmente fue organizada y financiada por la Embajada norteamericana conjuntamente con los sectores de la derecha brasileña y los grandes medios de prensa opuestos al gobierno de Dilma Rousseff.
Ahora no puede decir que amigos estuvieron detrás de su visita en la República Checa, cuando ella misma se ha encargado de difundir que su estancia en ese país europeo fue organizada y pagada por la supuesta ONG People in Need (PIN), organización creada y financiada por la Fundación Nacional para la Democracia (NED), institución fachada de la CIA. A su lado en Praga siempre estuvo un funcionario de PIN, entre ellos Stanislav Skoda, editor del tema Cuba en esa institución, Tomas Trampota y Ondrej Jurik.
Solo un botón de muestra de la dependencia de PIN con la NED, entre los años 2006 y 2011 según los informes anuales de la institución yanqui, PIN recibió de la NED 675 077 dólares (http://www.ned.org/where-we-work/la…) para publicar artículos contra Cuba, organizar eventos anticubanos, brindar asesoría, asistencia técnica y material a grupos contrarrevolucionarios en Cuba. Parte importante del dinero recibido ha sido utilizado para financiar, a través de emisarios, a los llamados disidentes cubanos, en especial a Yoani Sánchez.
Se está cumpliendo con este trabajo tras bambalinas de la NED a través de People in Need en lo que a Yoani Sánchez se refiere, lo recogido en su “Estrategia2012”, documento donde esta organización reconoce sin tapujos que una de los principales objetivos para el año 2012 y los subsiguientes era “continuar y de ser posible incrementar su apoyo a los demócratas en países como Cuba”. ¿Nos extrañaría entonces que People in Need estuviera financiando la visita de la superbloguera a la República Checa y le haya organizado una cargada agenda de trabajo? Imagino que también haya sido entrenada por sus mentores para evitar chascos como el ocurrido en Brasil.
Pero no esperemos que la contrarrevolucionaria vaya a reconocer que la NED, o quienes están detrás de esta organización: el gobierno norteamericano, son sus verdaderos empleadores. Ella es tan “ingenua” o cree que el mundo está lleno de ingenuos que se tragan sin chistar todo lo que ella dice y escribe o le dicen y le escriben.
En Praga, bajo el manto de la CIA, perdón, de People in Need, Yoani coincidió con otra estrella en ascenso de la disidencia cubana, Eliécer Ávila, también de gira en Europa, financiada, según él, por amigos que tiene en el Viejo Continente. El encuentro en tierra checa no es casual, ha sido bien organizado y planificado por los servicios especiales norteamericanos. Es interesante que mientras se han reducido los viajes de los europeos debido a la crisis económica, los “perseguidos disidentes” cubanos logran colectas que les permite realizar viajes que ningún simple trabajador europeo o norteamericano puede dar.
Fue una visita “turística” bien cargada, como puede verse en los tuitts enviados por Yoani Sánchez, donde participó en varios eventos y fue incluso recibida por el canciller checo. ¿Cuántos blogueros en el mundo pueden hacer gala de tantos reconocimientos?
Dentro de su periplo por tierras checas “impartió” una conferencia en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Carolina de Praga, titulada “Los medios de comunicación y el periodismo independiente cubano”. A diferencia de Brasil se realizó en un lugar cerrado, con apeneas 50 participantes, donde habían algunos amigos de Cuba que emplazaron a Yoani con preguntas que esta, bien asesorada por la CIA, perdón, PIN, declinó responder dejando que fuera Eliécer Ávila, mucho más preparado que ella, se encargara de tratar de justificar lo injustificable.
Al parecer la idea es no dejar que Yoani siga exponiendo su capacidad limitada de razonamiento cuando es emplazada en público, momento en que se ve obligada a dar respuestas contradictorias, evasivas y breves, sin sustancia, lo que evidencia que ella es más de lo mismo en el espectro de la contrarrevolución cubana.
La sumisión de ambos contrarrevolucionarios hacia sus amos siempre se hizo explícita. Nunca dudaron de dejar bien claro su agradecimiento a la Embajada Checa en Cuba por permitirles acceder a Internet y por facilitarles recursos (interprétese dinero necesario para darse una buena vida en Cuba y acceso libre a Internet) y así desarrollar su “enfrentamiento” al gobierno cubano.
No nos extraña la “coincidencia” de ambos contrarrevolucionarios se hayan reencontrado en Praga. Eliécer se convirtió en el apoyo de Yoani en Praga, él, mucho más preparado que ella, respondía todo aquello que ella era incapaz de responder y ella era quien hablaba para la prensa y televisión checa, como lo hizo, con más penas que glorias, en la entrevista transmitida en los canales públicos de la televisión checa CT-1 y CT-24, sin ningún impacto fuera del país y con poca credibilidad al interior.
Tampoco es coincidencia que la Editorial Random House de “forma muy generosa” se haya hecho cargo de la publicación de los bodrios “Habana Real” y “Cuba Libre. Vivir y escribir en La Habana”, ambos de Yoani Sánchez. Estamos hablando de una editorial vinculada al Pentágono y que por encargo del gobierno de EEUU ha publicado libros dirigidos a demonizar gobiernos como el de Venezuela, Cuba y otros países que no se subordinen a los designios norteamericanos. ¿Cómo una total desconocida” como Yoani tiene acceso a esta editorial? ¿Quién financia esto? Por supuesto que los mismos que están financiando la gira de la multipremiada bloguera, que nos son para nada personas sencillas que admiran la obra de ese gran fraude que es Yoani Sánchez.
La gira de Yoani se ha convertido en un verdadero circo, con una estrella mediática que ha demostrado no estar a la altura de lo que quieren sus amos yanquis. Estos ven azorados como la “estelar bloguera” no es capaz de comportarse en público cuando es cuestionada, dando respuestas que no son del agrado de sus patrones. Es por ello que le han creado nuevos “Lazarillos de Tormes”, papel desarrollado en República Checa por Eliécer Ávila.
Ahora en México siguen las diatribas de Yoani. Resulta ser que, según sus propias palabras, tomadas de EFE, ella es “…pro Cuba, no tengo ninguna relación con un Gobierno de otro país… No veo por qué mi nombre tiene que estar vinculado a otro país, del que además tengo muchas críticas”. ¿A cuáles críticas se refiere Yoani Sánchez? No recuerdo haber leído nunca en su blog un post de apoyo al movimiento Ocuppy Wall Street cuando era brutalmente reprimido por la policía; tampoco sus cuestionamientos por la existencia de un centro de torturas en la Base Naval de Guantánamo (excepto sus tibias palabras en Brasil). ¿Acaso sus críticas son contra el bloqueo o a favor de la liberación de los Cinco Héroes? En la realidad con críticas como estas no se llegará muy lejos.
¿Cómo es posible que Yoani diga que no está ligada a ningún gobierno extranjero? Entonces cómo puede justificarse que tenga libre acceso a las embajadas de la República Checa y de Suiza, donde accede libremente a Internet. Eso solo se hace recibiendo órdenes de sus respectivos gobiernos. ¿Acaso ignora Yoani que la NED responde directamente al gobierno de Estados Unidos? Particularmente no entiendo como puede decir esto cuando el propio ex jefe de la SINA, Michael Parlmy, llegó a decir que se molestaría mucho si aparecieran publicados por Wikileaks cables que reflejaran sus encuentros con Yoani Sánchez. ¿Por qué tanto temor?
(Tomado de Miradas encontradas)
Cubadebate
GB
leonardo bof y francisco el restaurador.
El Papa Francisco llamado a restaurar la Iglesia
Por Leonardo Boff*
En las redes sociales había anunciado que el futuro Papa se llamaría Francisco. Y no me equivoqué. ¿Por qué Francisco? Porque San Francisco comenzó su conversión al oír al Crucifijo de la capilla de San Damián decirle: "Francisco, ve y restaura mi casa, mira que está en ruinas" (San Buenaventura, Leyenda Mayor II, 1).
Francisco tomó al pie de la letra estas palabras y reconstruyó la iglesita de la Porciúncula, en Asís, que aún existe en el interior de una inmensa catedral. Después se dio cuenta de que era algo espiritual restaurar la «Iglesia que Cristo rescató con su sangre» (ibid.). Fue entonces cuando comenzó su movimiento de renovación de la Iglesia, presidida por el Papa más poderoso de la historia, Inocencio III. Comenzó a vivir con los leprosos y del brazo de uno de ellos iba por los caminos predicando el evangelio en lengua popular y no en latín.
Es bueno saber que Francisco nunca fue sacerdote sino laico solamente. Sólo al final de su vida, cuando los Papas prohibieron a los laicos predicar, aceptó ser diácono a condición de no recibir ningún tipo de remuneración por el cargo.
¿Por qué el cardenal Jorge Mario Bergoglio ha elegido el nombre de Francisco? Creo que ha sido porque se dio cuenta de que la Iglesia está en ruinas por la desmoralización debida a los diversos escándalos que han afectado a lo más precioso que ella tenía: la moral y la credibilidad.
Francisco no es un nombre, es un proyecto de la Iglesia, pobre, sencilla, evangélica y desprovista de todo poder. Es una Iglesia que anda por los caminos junto con los últimos, que crea las primeras comunidades de hermanos que rezan el breviario bajo los árboles con los pajaritos. Es una Iglesia ecológica que llama a todos los seres con las dulces palabras de «hermanos y hermanas». Francisco fue obediente a la Iglesia y a los papas y al mismo tiempo siguió su propio camino con el evangelio de la pobreza en la mano. Entonces escribió el teólogo Joseph Ratzinger: «El no de Francisco a ese tipo imperial de Iglesia no podía ser más radical, es lo que podríamos llamar una protesta profética» (en Zeit Jesu, Herder 1970, 269). Francisco no habla, simplemente inaugura lo nuevo.
Creo que el Papa Francisco tiene en mente una iglesia fuera de los palacios y de los símbolos del poder. Lo mostró al aparecer en público. Normalmente los Papas y Ratzinger principalmente ponían sobre los hombros la muceta, esa capita corta bordada en oro que sólo los emperadores podían usar. El Papa Francisco llegó sólo vestido de blanco. En su discurso inaugural se destacan tres puntos, de gran significado simbólico.
El primero: dijo que quiere «presidir en la caridad», algo que se pedía desde la Reforma y los mejores teólogos del ecumenismo. El Papa no debe presidir como un monarca absoluto, revestido de poder sagrado, como prevé la ley canónica. Según Jesús, debe presidir en el amor y fortalecer la fe de los hermanos y hermanas.
El segundo: dio centralidad al Pueblo de Dios, como destaca el Concilio Vaticano II, pero dejado de lado por los dos papas anteriores en favor de la jerarquía. El Papa Francisco pide humildemente al pueblo de Dios que rece por él y lo bendiga. Sólo después él bendecirá al pueblo de Dios. Esto significa que él está allí para servir y no para ser servido. Pide que le ayuden a construir un camino juntos y clama por fraternidad para toda la humanidad, donde los seres humanos no se reconocen como hermanos y hermanas sino atados a las fuerzas de la economía.
Por último, evitó todo espectáculo de la figura del Papa. No extendió ambos brazos para saludar a la gente. Se quedó inmóvil, serio y sobrio, yo diría, casi asustado. Solamente se veía una figura blanca que saludaba con cariño a la gente. Pero irradiaba paz y confianza. Mostró humor hablando sin la retórica oficialista, como un pastor habla a sus fieles.
Vale la pena mencionar que es un Papa que viene de Gran Sur, donde están los más pobres de la humanidad y donde vive el 60% de los católicos. Con su experiencia como pastor, con una nueva visión de las cosas, desde abajo, podrá reformar la Curia, descentralizar la administración y dar un rostro nuevo y creíble a la Iglesia.
*Leonardo Boff nació en Concórdia, Brasil, en 1938, es teólogo y filósofo, autor de "Proteger a Terra-cuidar da vida: como evitar o fim do mundo", Record 2010, entre otros.
Información de Leonardo Boff en Wikipedia: www.es.wikipedia.org/wiki/Leonardo_Boff
Columnas semanales de Leonardo Boff: http://servicioskoinonia.org/boff
Página web de Leonardo Boff: http://leonardoboff.com
HAY UNA NUBE NEGRA SOBRE EL, ESTELA CARLOTO.
ESTELA DE CARLOTTO, PRESIDENTA DE ABUELAS DE PLAZA DE MAYO, HABLO SOBRE EL PAPA
“Hay una nube negra sobre él”
“La Iglesia Católica argentina no ha dado ni un paso para colaborar con la verdad, la memoria y la justicia”, dijo Carlotto. Habló de las dificultades de las Abuelas para acercarse a la jerarquía eclesiástica y del caso De la Cuadra.
”Le damos un voto de confianza pero no olvidamos esa nube negra que todavía está sobre Bergoglio.” Lo dijo Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, al referirse a la relación del ahora Papa con la dictadura cívico-militar. Según Carlotto, Jorge Bergoglio, ahora Francisco, pertenece a “una Iglesia que oscureció al país” porque “su jerarquía fue partícipe, cómplice y ocultadora, directa o indirectamente”. La titular de Abuelas habló con representantes de medios extranjeros en la sede del organismo de derechos humanos acompañada por Estela de la Cuadra, cuya familia hizo gestiones infructuosas ante el ahora Papa para conocer el destino de la niña que su hermana Elena parió en cautiverio.
“Es una historia muy triste, que entinta a toda la Iglesia Católica argentina, que no ha dado ni un paso para colaborar con la verdad, la memoria y la justicia. Bergoglio pertenece, y hoy representa, a esa institución”, dijo Carlotto. Al tiempo que agregó que “ahora es Papa y hay una especie de satisfacción porque la Argentina figura como país civilizado, conocido y reconocido”. Carlotto enfatizó que “esa satisfacción nacional confunde un poco, una razona que Bergoglio nunca habló ni se nos acercó a las Abuelas para ayudarnos, ha ayudado en otros temas, muy lacerantes, pero no en el nuestro”.
Respecto de la actitud de la Iglesia en los primeros años de la búsqueda de su hija Laura, recordó que cuando su marido acudió a monseñor Antonio Plaza, “uno de sus secretarios le pidió una fortuna”. También mencionó que en las visitas del Papa a la Argentina “las Abuelas fuimos a las avenidas por donde iba a circular el papamóvil, esperando su bendición y que nos viera, el pañuelo blanco era el símbolo, y el Papa miraba para otro lado. Y les daba la comunión y la confesión a los genocidas. Recién el papa Juan Pablo II nos recibió en 1998 a las Abuelas. No fue fácil pero hubo un grupo de la Iglesia que posibilitó ese encuentro, monseñor Estanislao Karlic, José María Arancedo, Jorge Casaretto, Justo Laguna, ellos nos llevaron para dejarle al Papa la carpeta, darle la mano y pedirle por los niños. La respuesta fue que sabía de este drama y que ‘todos oramos por ellos’”.
Carlotto dijo que “con esa oración volvimos para ver qué oración hacía la Iglesia, si la Iglesia de acá hablaba de una vez de estos chicos, y no escuchamos nada. Entonces llegamos al día de hoy, que tenemos el papa argentino, que es miembro de esa Iglesia que nunca habló, nunca nos convocó. A esa satisfacción de que sea un argentino, por el optimismo y el respeto que tenemos las Abuelas, le deseamos que sea un buen Papa, que cumpla con el apostolado y que no se olvide que es argentino y latinoamericano, que no se olvide de dónde viene, él viene de una familia humilde y no puede haber ignorado lo que pasó en nuestro país”.
En relación con las denuncias puntuales que implican al ahora papa Francisco, Carlotto dijo que “hay sombras sobre Bergoglio, que están en dos libros, uno del fundador del CELS Emilio Mignone sobre la Iglesia y la dictadura, y otro del periodista Horacio Verbitsky. Se lo acusa de haber entregado a dos sacerdotes, también dicen que los salvó, dado que sobrevivieron, pero Bergoglio los habría entregado”. Agregó que en el caso de la desaparecida Elena de la Cuadra, se lo acusa de haber dicho a sus familiares que “no busquen más a aquella niña (el bebé que tuvo en cautiverio) porque está en buenas manos, que dejen a esos niños porque se pagó mucho por ellos”, recordó Carlotto. Destacó que “en el testimonio que tuvo que dar hace muy poco tiempo niega esa conversación. Y dice que hasta el año ’90 no sabía lo que pasaba en el país, lo cual nos resulta un poco increíble siendo que en 1985 hubo un juicio fenomenal en Argentina donde se juzgó y condenó a las juntas de la dictadura cívico-militar. Esto fue más que público, entonces cómo puede decir que ignoraba lo que pasaba”.
Pero Carlotto manifestó que espera que “ahora que es Papa haga honor al lugar que ocupa y haga cosas que debe y tiene que hacer. Quienes lo eligieron evidentemente hacen abstracción de que acá, si bien no lo vamos a comparar con otros obispos, como (el secretario del vicariato castrense Emilio) Graselli, que convivían con la dictadura, a él se lo acusa de decir que ignoró, que no sabía, y de que habría entregado a algunos sacerdotes. Pero no está condenado”. Y destacó que “la sociedad argentina registra méritos de humildad, de solidaridad con las víctimas de Cromañón y de la trata de personas, que compra el diario, que toma el subte, que es un ciudadano sin protocolo y simple, además del predicamento que tiene entre los católicos argentinos”.
16/03/13 Página|12
PAPAS POR BRUCHSTEIN, OPINION
Papas
Por Luis Bruschtein
Hay algo desproporcionado en tener un papa argentino, es algo que impresiona y no deja de sorprender. Y también es desproporcionada la conferencia de prensa del Vaticano contra Página/12. Todo parece llevado a una escala casi galáctica. Federico Lombardi, el portavoz papal, apuntó contra una “izquierda anticlerical” por las acusaciones contra el papa Francisco por su actuación durante la dictadura, que se publicaron en Página/12 a partir de una investigación de Horacio Verbitsky y agregó algunos comentarios más sobre “medios especializados en campañas difamatorias” o en “acusaciones poco creíbles”.
En realidad, no se trata de una izquierda anticlerical –seguramente en el diario habrá más de uno–, sino de dos sacerdotes jesuitas que fueron secuestrados y torturados durante la dictadura, y ya en democracia hicieron esas denuncias, a las que se sumaron los familiares de otros laicos, militantes cristianos, que fueron secuestrados en esa oportunidad, la mayoría de los cuales continúan desaparecidos.
En un sentido riguroso, más que de complicidad, los testimonios hablan de omisión, de cerrar los ojos, o de retirar la protección de la Iglesia a los secuestrados en esa oportunidad, acusados de integrar las organizaciones guerrilleras. En contrapartida, hay otras declaraciones que reivindican la actitud de Bergoglio durante la dictadura, protegiendo a fugitivos y ayudando a escapar a otros. Estos testimonios tienen la misma veracidad que los otros y no son contradictorios entre sí.
Claro que el fiel de esa balanza termina por inclinarse durante los años en que fue arzobispo de Buenos Aires y cardenal primado de la Argentina, cuando prefirió no reunirse ni convocar a los organismos de derechos humanos y, por el contrario, abrir uno de los conflictos más duros del gobierno kirchnerista con el obispo castrense Antonio Baseotto, defensor de secuestradores y represores de la dictadura. Los derechos humanos se convirtieron en una temática central en la transición hacia una democracia plena y, bajo su báculo, la Iglesia argentina no tuvo ningún gesto importante en ese sentido.
En todo caso, la actuación del entonces jefe de los jesuitas, Jorge Bergoglio, se encuadró en la actitud de toda la cúpula de la Iglesia, en este caso sí de complicidad con los jefes militares, al aceptar calladamente la práctica de horror y exterminio que estaban llevando a cabo. Esa política los llevó incluso a aceptar el asesinato de uno de sus hermanos, el obispo Enrique Angelelli, y presumiblemente también del entonces obispo de San Nicolás, Carlos Ponce de León.
Todas estas situaciones fueron publicadas por Página/12 y afirmar que se trata de una “campaña de desprestigio” orquestada por “una izquierda anticlerical” constituye una pobre defensa. No se trata de un argumento sostenido con pruebas que puedan demostrar que no ocurrieron los hechos cuyo relato les ofende. Después de la dictadura, la Iglesia argentina quedó “en capilla”, como se suele decir.
Cualquier hecho relacionado con la Argentina de los últimos cuarenta años está indefectiblemente atravesado por los derechos humanos. No era tan fácil advertirlo a la salida de la dictadura. Es probable que los que asumieron esa importancia, lo hicieron más por sensibilidad que por una visión a largo plazo. La Iglesia como estructura no tuvo esa sensibilidad y reaccionó más con cola de paja que como Iglesia. Ese lugar, desde los católicos fue entonces ocupado en parte por laicos como Augusto Conte y Emilio Mignone entre otros, e incluso por algunos obispos como Jorge Novak, Jaime de Nevares y Esteban Hessayne, que eran permanentemente hostigados por las altas jerarquías. Estos obispos ya fallecidos no fueron reemplazados por otros altos prelados en su importante lugar en los derechos humanos. Ese espacio tampoco lo ocupó Bergoglio ni alentó a ningún otro obispo a que lo hiciera durante todos los años que estuvo al frente de la Iglesia argentina.
Los organismos defensores de los derechos humanos en Argentina, que han sido tan importantes desde el punto de vista espiritual y simbólico para la construcción democrática, apenas han tenido relación con Bergoglio. Esa relación era prácticamente imposible en la medida en que no hubiera una visión autocrítica de lo actuado en la dictadura y se mantuviera la protección sobre curas como Christian Von Wernich, que participó en interrogatorios a prisioneros que después fueron exterminados. Von Wernich fue condenado por la Justicia, pero la Iglesia encabezada por Bergoglio nunca tomó una medida de castigo.
En ese sentido no ha sido la decisión más feliz del nuevo papa Francisco encarar su relación con los derechos humanos como jefe de la Iglesia con esta desmentida pobre, que además no desmiente nada sino que agrede al mensajero, al medio que publicó una información que no estaba oculta, sino que ningún otro quiso publicar. Estaríamos fritos si hablar de los derechos humanos fuera solamente una prerrogativa de sectores de izquierda anticlerical. Desde el punto de vista del desarrollo histórico de este país, los derechos humanos pasaron a tener una importancia fundamental y les fue mal a los que intentaron negar esta realidad, en especial a la Iglesia argentina, que tendría que haber ocupado el mismo lugar que ocupó la Iglesia de Chile en este aspecto. Si fue un error, nunca es tarde para subsanarlo.
La conferencia de prensa del sacerdote Federico Lombardi descalificando a este medio pareció desmesurada y hasta poco meditada. Aquí en Argentina, otros periodistas y medios más poderosos que Página/12 se han victimizado y rasgado las vestiduras por el supuesto atentado a la libertad de prensa cuando la presidenta Cristina Fernández criticó alguna de sus publicaciones. Página/12 ha polemizado con otros presidentes, como lo puede hacer ahora sin necesidad de victimizarse. Solamente hizo una denuncia de ese tipo cuando se amenazó o se tomaron medidas concretas contra el diario.
Un papa argentino tiene una proyección insondable para Argentina. Es muy difícil predecir cualquier consecuencia, porque la escala está sobredimensionada. Y mucho tendrá que ver la forma en que el papa Francisco encare el mundo desde ese lugar tan difícil de líder espiritual de 1200 millones de personas. Siempre fue vertical, de absoluta disciplina hacia la jerarquía en una organización que viene de dos reinados muy conservadores y derechistas, como los de Juan Pablo II y Benedicto XVI, que representaron la globalización y la hegemonía del neoliberalismo en el planeta. Su lealtad a esa estructura de poder definió su cuestionada actitud con la dictadura. Pero la herencia que recibe ahora de los dos papas anteriores es un Vaticano envuelto en escándalos financieros y de corrupción, y con innumerables denuncias por hechos de pedofilia. Mientras Juan Pablo II y Benedicto XVI se encargaban de perseguir y desplazar a los obispos progresistas, se fueron creando esos nichos de corrupción que impregnan a la curia vaticana. Esto no lo dice la izquierda anticlerical sino que se comenta en todos los corrillos de Roma. Se dice incluso que el Vaticano necesitaba un hombre con la austeridad, la astucia y el carácter de Bergoglio para limpiar estas vergüenzas. A Francisco le toca un mundo diferente del que vivieron Juan Pablo II y Benedicto XVI. El cardenal Bergoglio fue parte de la visión del mundo que expresaron esos dos papas. Francisco tiene la posibilidad, y hasta se diría que la obligación, de dar su propia versión si quiere rescatar al Vaticano de su crisis. Pero la desmentida de ayer lo pone más en el camino agotado de sus antecesores.
16/03/13 Página|12
gb
UN PAPA DEL NUEVO MUNDO.
Un papa del Nuevo Mundo
La Iglesia se ha ido a hacer las Américas con la ayuda inestimable de los cardenales de EE UU
Por Francisco G. Basterra | El País
Un europeo del Imperio austrohúngaro, Antonin Dvorak, compuso la famosa sinfonía Nuevo Mundo inspirado tras una estancia de varios años en Estados Unidos en la última década del siglo XIX. Hoy el nuevo mundo tiene un Papa latinoamericano. El papado en un audaz movimiento geoestratégico cambia de continente, de Europa a América, a la América hispana, adelantándose a la sentida necesidad de un nuevo orden mundial. Habíamos digerido el desplazamiento del centro de gravedad hacia Asia, pero el traslado no funciona en sentido único. La todavía sorprendente renuncia del papa Benedicto ha provocado un tsunami, de alcance aún desconocido, cuya primera oleada se vio el miércoles por la noche en el balcón central del Vaticano al aparecer el nuevo papa Francisco, argentino, una simple cruz de metal sobre el pecho, con unos gestos inusuales. “Vengo del fin del mundo”, fueron sus primeras palabras a una audiencia asombrada. En solo unos minutos quedó claro que apuntaba el principio del fin de la Iglesia Católica envejecida y anclada en Italia, eurocéntrica, que se abría a los otros, los que hasta ahora contaban poco en el reparto mundial, los más heridos por la desigualdad, ese 1% de la población que tiene lo que el 99% necesita.
Resulta sugerente la rápida reacción del presidente Obama felicitándose por el papa de Buenos Aires y compartiendo el júbilo con millones de hispanoamericanos (los hispanos son ya la primera minoría de EE UU), comparada con la falta de reflejos de la España oficial ante el ascenso de un papa iberoamericano. La Iglesia se ha ido a hacer las Américas, con la ayuda inestimable de los cardenales norteamericanos. El papa ya no es solo el obispo de Roma. Desde la óptica de la política internacional este es un significado mayor de la elección del cardenal Bergoglio, jesuita, como el nuevo papa Francisco. El nombre, otra acertada novedad. El Vaticano, aunque un estado minúsculo, no llega a medio kilómetro cuadrado, el madrileño parque del Retiro tiene 1,18 kilómetros cuadrados, ejerce un extraordinario poder e influencia mundiales. La elección de un papa, que no es solo el líder espiritual de los católicos, es una historia de poder, que fascina globalmente a través de la televisión, con enorme repercusión en las redes sociales.
Lo sucedido nos recuerda que cada vez menos cosas giran ya alrededor del Viejo Continente, ensimismado en los procedimientos y perdida de vista la insuperable idea de una integración cada vez más estrecha, a manos de una absurda y egoísta, por ineficaz, obtusa renacionalización de las políticas europeas. Reventada la centralidad europea, la llegada del papa 266 de la historia señala algo trascendente desde el punto de vista temporal. Ya está aquí un nuevo mundo con un reparto más equilibrado y generoso de roles. ¿Por qué siempre el presidente del banco mundial tiene que ser un estadounidense y el del FMI, un europeo? Europa se encoge un poco más mundialmente y confirma el peligro de su desaparición paulatina de la pantalla del radar global. Antes de la mitad de siglo, solo un 7% de la población mundial será europea; ya el 80% del crecimiento económico procede de otros continentes. La Iglesia Católica, con más reflejos que otras instituciones civiles, ha decidido abrirse al optimismo, a los más jóvenes en otros continentes, que le den la energía perdida y necesaria para afrontar sus problemas.
La más antigua y mayor multinacional del mundo, con 1.200 millones de clientes, 1 millón de empleados, decenas de millones de voluntarios, una red de distribución planetaria, un logo universalmente reconocido, una operación de éxito en los mercados emergentes (Schumpeter en The Economist), ha utilizado su profunda crisis como trampolín para sorprender. El voto de una senado de ancianos cardenales, los hombres de rojo, emitido bajo la severa mirada del Dios todopoderoso y juzgador pintado por Miguel Ángel en el techo de la capilla Sixtina, decantándose por un hombre humilde que recuerda un poco al papa Roncalli, con aspecto de párroco de pueblo, ha hecho soñar por un instante, y no solo a los creyentes, que otra Iglesia es posible; más evangélica, más colegial, más cercana a la original. Han sido creativos: el papa Francisco ha llegado para algo más que gestionar el declive del catolicismo. Rotundo fracaso predictor de los vaticanistas y de los medios de comunicación. ¿Cómo es posible que nadie reparara que el arzobispo de Buenos Aires estuvo a punto en el cónclave de 2005 de cerrar el paso al papado del cardenal Ratzinger? Esta operación de sustitución de un papa que dimite, por su incapacidad de someter a una curia plagada de escándalos, no se puede haber preparado en una semana. ¿Cuánto ha tenido que ver la mano del papa emérito en este desenlace? La Iglesia católica le ha dado la vuelta al mapamundi.
fgbasterra@gmail.com
El País
la santa alianza por eduardo febbro.
La Santa Alianza
Por Eduardo Febbro
Desde Ciudad del Vaticano
El Vaticano es una caja fuerte que contiene secretos planetarios, entre ellos muchos archivos con documentos clave sobre los episodios más cruentos de la dictadura argentina de 1976. La controversia entre el papa argentino, ampliada por la intervención del portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, tiene casi la misma raíz que llevó el año pasado a la explosión del escándalo de los Vatileaks y a la posterior renuncia de Benedicto XVI: la santa alianza sellada en los años ’70 y ’80 entre el Vaticano y el ex presidente norteamericano Ronald Reagan. Esa colusión entre los intereses de la primera potencia mundial y los de la Santa Sede inauguró un período de casi cuatro décadas de corrupción, apoyo a dictaduras militares, financiamiento secreto de movimientos anticomunistas –Polonia con Solidaridad– y sostén ideológico de regímenes sucios. Uno de los operadores iniciales de esa “santa alianza” no es otro que el arzobispo, cardenal y diplomático Pio Laghi. Hombre de siniestras referencias, Laghi fue nuncio apostólico en la Argentina entre 1974 y 1980, o sea, en plena dictadura. Sus actividades en el país están marcadas por el sello de la acusación de haber colaborado a sabiendas con la dictadura de Videla y compañía. En 1997, Pio Laghi fue denunciado ante la Justicia italiana por las Madres de Plaza de Mayo en su calidad de cómplice en la desaparición de opositores durante la dictadura.
Sobre el papel de Laghi hay muchas versiones, pruebas y contrapruebas, personas decentes que lo defienden y otras que lo incriminan. El 27 de abril de 1995 Laghi declaró: “¿Cómo podía saber que estaba tratando con monstruos capaces de arrojar personas desde un avión y otras atrocidades similares? Se me acusa del espantoso delito de omisión, miedo o denuncia cuando mi único pecado era la ignorancia de lo que verdaderamente estaba pasando”. Sin embargo, no es únicamente su paso por la Argentina y lo que hizo o no hizo para ayudar a los perseguidos Pio Laghi sino, también, lo que construyó después: Pio Laghi es el arquitecto del acercamiento entre Washington y el Vaticano con el único propósito de combatir un enemigo común: la Teología de la Liberación. En 1980, Juan Pablo II nombró a Pio Laghi delegado apostólico en los Estados Unidos y luego pro nuncio. Laghi se encargó de remodelar el Episcopado apoyándose en los obispos fieles a al línea del papa polaco y también de iniciar la purga de los partidarios de la Teología de la Liberación.
Es un rompecabezas encontrar en Roma un religioso con nombre y apellido que hable sobre lo que subyace en los actos de Pio Laghi. Bajo el anonimato, algunos, ya muy ancianos, describen a Laghi como “el hombre orquesta del silencio”. Silencio quiere decir concretamente el hombre que organizó la protección global de los actos de la Iglesia durante la dictadura mediante la confiscación de documentos, es decir, archivos. Es la existencia de esos archivos la que le valió a Jorge Bergoglio ser citado a declarar como “testigo” por la magistrada francesa Sylvia Caillard. Esta abogada del Tribunal de Gran Instancia de París envió en 2011 una Comisión Rogatoria a Buenos Aires para que Bergoglio declarara sobre la posible existencia de archivos capaces de elucidar el asesinato del sacerdote francés Gabriel Longueville. Para muchos especialistas de la diplomacia vaticana, la Nunciatura de Buenos Aires jugó un papel central en el ocultamiento de los documentos relativos a la desaparición de personas. Horacio Verbitsky ya reveló cómo la Conferencia Episcopal de Argentina había informado al Vaticano que los desaparecidos eran exterminados por la Junta Militar. El documento secreto que la Conferencia Episcopal Argentina envió al papa Pablo VI da cuenta de un encuentro entre los obispos Raúl Primatesta, Juan Carlos Aramburu y Vicente Zazpe y el general Videla. La conversación tuvo lugar en abril de 1978. Videla fue claro al decir que los “desaparecidos ya están muertos”. El obispo Primatesta le dijo al dictador: “La Iglesia quiere comprender, cooperar, es consciente del estado caótico en que estaba el país” y también es consciente “del daño que se le puede hacer al gobierno con referencia al bien común si no se guarda la debida altura”. El Vaticano tiene en su poder documentos con infinitas memorias del horror. No sería inoportuno que abriera esas arcas para que no haya tantos asesinos impunes y tantas dudas sobre lo que hicieron o no los representantes de la Santa Sede en los países sometidos a la represión.
16/03/13 Página|12
gb
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