lunes, 11 de marzo de 2013

"El juicio puso en evidencia a sectores políticos y económicos contemporáneos"

El diputado provincial, Carlos Luna, recordó la causa por los Mártires de Chamical, curas tercermundista asesinados por el Terrorismo de Estado. En ese marco, analizó el proceso de Memoria, Verdad y Justicia en la provincia. Por Nahuel Placanica I AGENCIA PACO URONDO: Queríamos charlar sobre un caso de DD.HH. en la provincia de La Rioja que se conoce como la Masacre de los Mártires de Chamical. Carlos Luna: Éste fue un incidente ocurrido en 1976. En ese año se producen dos acontecimientos muy graves en materia de violación de DD.HH., en Chamical. El primero, a fines del mes de julio, en el que son asesinados los curas Carlos de Dios Murias y Gabriel Longeville. El otro, pocos días más tarde, al final del Novenario, el 4 de agosto, es asesinado también Monseñor Enrique Angelelli. Aquellos asesinatos previos fueron, en el pensamiento del entonces obispo Angelelli, el aviso de lo que le podía pasar a él mismo de proseguir con una pastoral social. Cuando él llegó a La Rioja, comenzó con una prédica que chocaba muy fuerte con los intereses económicos, sociales y políticos de la Provincia. Cuando se produce el golpe, sin duda, era una de las víctimas más fáciles de identificar y -seguramente-, sobre quien iba a caer la persecución, como precisamente fue. Después de varias décadas, se ha hecho el juicio por aquellos asesinatos y, finalmente, hubo una condena. Hasta este momento, es el único juicio que ha tenido como escenario la provincia de La Rioja. Finalizó con la sentencia que imparte una condena sobre Luciano Benjamín Menéndez y sobre los jefes militares de la Base Aérea “El Chamical”, que dependía del Vicecomodoro Estrella. El jefe de la base, el Comodoro Aguirre, ya ha fallecido. También recayó la condena sobre Domingo Vera que era, en ese entonces, jefe de la policía de Chamical y el hombre que había, bajo su responsabilidad funcional, liberado la zona. APU: ¿Cómo fue el acompañamiento de la sociedad civil durante el transcurso de esos juicios? CL: La Rioja –y Chamical no es la excepción, diríamos que agrava la característica principal- es una provincia muy conservadora, muy atemorizada, donde el poder incide muy fuertemente y donde esto no se ha alterado sustancialmente en los últimos años. Lo que permitió el juicio al que hacemos referencia es poner en evidencia la connivencia de los sectores políticos con los militares de la época. Además, puso sobre la mesa el enorme entramado que existió en aquel entonces, y que pervive todavía, de intereses económicos y políticos que involucran a los actores contemporáneos, familias tradicionales que tuvieron que ver, prácticamente, con todos los regímenes políticos de los que se tenga memoria en la Provincia. La Rioja es una provincia que ha sufrido mucho y que, creo, guarda en su memoria colectiva los castigos de derrotas históricas que vienen de la época de los caudillos, pero que se han venido prolongando. Creo que esa característica no se ha alterado. La sociedad riojana ha mirado con mucha apatía, con mucho escepticismo, con mucho miedo, el tema del desarrollo de los juicios. Hubo muchísimas dificultades para que la gente declarase, aún cuando ya había avanzado muy fuertemente la democracia. Como dato casi al pasar, es importante decir que luego de que se produjeran las leyes de Obediencia Debida y Punto Final en el orden nacional, se produjo también la reacción de los grupos involucrados en las violaciones a los DD.HH. Éstos promovieron causas por injurias y calumnias contra los testigos y denunciantes en las causas y muchas veces obtuvieron en la Provincia sentencias favorables. APU: ¿Estos sacerdotes pertenecían a una línea tercermundista de la iglesia? CL: “Cura tercermundista”, “obispo rojo”, esas eran la acusaciones de la época. En el marco de un estudio académico, hice una investigación sobre la pastoral de Angelelli. Era un obispo conciliar. Evidentemente, fueron muy fuertes las conclusiones del Concilio Vaticano II en los encuentros latinoamericanos de Puebla y Medellín e influyeron notablemente en Angelelli y otros obispos de la época. No hay lugar a dudas de que él, procuró ser uno de los obispos que llevara a la práctica fuertemente los dictados del Concilio. Eso generó notables reacciones en buena parte de la comunidad e incluso de la propia comunidad católica local que se resistía a esos cambios. Sin duda, se inscribe en esa corriente pastoral. APU: Justamente esta semana (la entrevista fue realizada el martes 05/03) se elevó a juicio oral la causa por el Plan Cóndor. Quiero pedirte alguna reflexión sobre la llegada a esta instancia judicial en esta causa emblemática. CL: En líneas generales, creo que en muchos de estos casos no va a ser fácil –como lo decía la Presidenta refiriéndose a los caso de la AMIA y la Embajada de Israel-. Muchas veces, la cuestión de los juicios, el inicio, la prosecución, o el avance de los mismos, tiene un valor histórico y político. Es muy probable que en muchos de ellos las responsabilidades vayan a quedar diluidas por ausencia de los imputados, por el tiempo que ha pasado, pero creo que lo más importante, -y que también para eso sirve la actuación en la vía judicial-, es conocer la verdad de lo que pasó en todos los casos. Creo que uno de los grandes aportes a la historia argentina –y que lo ha hecho especialmente el ex Presidente Kirchner- fue permitirnos leer entre líneas y ver los trasfondos. Los gobiernos militares fueron en realidad dictaduras cívico-militares. Fueron conducidas y respaldadas por enormes intereses que están en la sociedad y que, muchas veces, usaron a los regímenes militares para llevar adelante otros fines. Este tipo de juicios tiene un objetivo paralelo, pero no menos importante que el estrictamente judicial: el conocimiento profundo de la verdad. GB

Cuando los futbolistas de Huracán apoyaron a Héctor Cámpora

Por José Luis Ponsico I Hace 40 años el técnico César Menotti y la mayoría de los jugadores de Huracán apoyaron la consigna "Cámpora al gobierno Perón al Poder" en una solicitada publicada en todos los diarios metropolitanos. No era muy común el vínculo de los futbolistas con la acción política. La hinchada de Huracán se manifestaba con cánticos en favor de la denominada Juventud Peronista y Tendencia Revolucionaria, ambas identificadas con el peronismo "de izquierda" en apoyo a la fórmula Cámpora-Solano Lima, Huracán en la segunda fecha del viernes 9 de marzo le ganó a Newell´s por 2 a 0 en el Parque Independencia de Rosario. Goles de René Houseman y Omar Larrosa, el primero llegado en febrero del´73 con 19 años y un futuro de notable futbolista por habilidad y destreza como puntero derecho. El "Globito" ganó el Metropolitano de "punta a punta". En la primera jornada del 2/3/73 ya había dado muestras de su poderío cuando goleó a Argentinos Júniors por 6 a 1, goles de Miguel Brindisi (2), Carlos Bábington (2) Omar Larrosa y el cordobés Eduardo Quiroga. Para Argentinos un joven José Pekerman. El Metro lo ganó Huracán con 46 puntos. Boca subcampeón, 42 y San Lorenzo tercero, 40 unidades. El torneo se disputó 34 fechas y al promediar el "globito" debió ceder a varios de sus atacantes a la selección nacional dirigida por Enrique Omar Sívori. Se jugaba la eliminatoria para el Mundial de Alemania´74. gb

"El Consejo de la Magistratura está en una etapa de crisis"

El presidente del Consejo de la Magistratura, Mario Fera, aportó su visión a la discusión sobre la democratización de la Justicia. En ese sentido, hizo un balance acerca del funcionamiento del órgano que preside, opinó sobre el uso de las cautelares y la independencia juidicial. Por Nahuel Placanica I AGENCIA PACO URONDO: ¿Qué rol cumple en Consejo de la Magistratura? ¿Cómo es su funcionamiento? Mario Fera: El Consejo de la Magistratura es un órgano creado por nuestra Constitución en la reforma de 1994 dentro del capítulo del Poder de la Nación. Es un órgano del Poder Judicial. Tiene la particularidad de que está integrado por distintos miembros, 13 en este momento, provenientes de distintos estamentos. Tres de esos miembros somos Magistrados, yo, soy Juez Nacional de Apelaciones de la Cámara de Trabajo. Las funciones principales que tiene el Consejo de la Magistratura, como organismo permanente del Poder Judicial, son básicamente cuatro. Por un lado, seleccionar postulantes a jueces. Tramitamos concursos, admitimos ternas y las remitimos al Poder Ejecutivo para que de esa terna elija quién va a ser el mejor candidato a juez. El Ejecutivo la remite al Senado, y si el éste le da el acuerdo, el Poder Ejecutivo dicta el decreto correspondiente. La segunda misión que tenemos es ejercer las facultades disciplinarias sobre los magistrados. Tenemos una comisión que se encarga de tramitar los procesos disciplinarios frente a las denuncias que promueva cualquier ciudadano que haya sido perjudicado por la conducta de magistrados siendo susceptible al encuadramiento en la causa. Si nosotros advertimos en ese procedimiento que la causal es muy grave, nos transformamos en acusadores ante un tribunal de enjuiciamiento que es otro órgano previsto por la Constitución Nacional. Es un órgano que se conforma ad hoc para resolver los casos que lleguen a juicio político. La tercera misión es la administración del Poder Judicial de la Nación y Federal. Nos encargamos de todos los insumos económicos, la parte de infraestructura y tecnología del Poder Judicial. Ante el Consejo de la Magistratura se tramitan todos los pedidos de la Justicia Nacional. Tenemos la administración de los centenares de edificios que están en Poder Judicial y todas las obras que se están realizando, así como todos los avances tecnológicos. La administración general la ejercemos en conjunto con la Corte Suprema pero es una misión específicamente atribuida por la Constitución al Consejo de la Magistratura. La cuarta, son las facultades reglamentarias que tenemos y que también la establece la Constitución. Dictamos los reglamentos que sean necesarios para la mejor organización de la justicia y para garantizar la independencia judicial. Esa tarea también es ejercida conjuntamente con la Corte Suprema porque después de la reforma constitucional de 1994, la Corte Suprema conserva en su rol de cabeza del Poder Judicial, una facultad reglamentaria y según los temas se ejerce separado conjuntamente con el Consejo de la Magistratura. APU: ¿Qué balance hace del funcionamiento del Consejo de la Magistratura desde su creación en el 94? MF: El Consejo de la Magistratura tiene de funcionamiento aproximadamente 15 años, es una institución joven dentro de nuestra vida histórica. En esos 15 años, se demoró unos primeros años para ponerlo en funcionamiento. Funciona desde noviembre del 98 y va a cumplir 15 años en noviembre de este año. En el año 2006 la ley tuvo una reforma: primero, estuvo integrado por 20 miembros, ahora lo está por 13. Todos estos años que pasaron, a pesar de su corta vida, tuvo distintas etapas. Las primeras estaban caracterizadas por definir cuál era su lugar dentro del Poder Judicial. Tuvo una etapa de fricción muy importante con la Corte Suprema hasta que los dos organismos se fueron acomodando. Finalmente la Corte Suprema tras distintas decisiones, puso en claro que su rol de cabeza del Poder Judicial había quedado intacto pese a la reforma constitucional y el Consejo de la Magistratura quedó ubicado como un organismo que tiene competencias específicas y exclusivas atribuidas por la Constitución como la selección de magistrados y las facultades disciplinarias. El resto de las competencias, la administración y la reglamentaria están repartidas con la Corte. Es una institución joven dentro del país, es difícil hoy hacer un balance pero hubo algunas etapas claves que atravesó el Consejo y que fueron marcando los distintos pasos. Hoy nos encontramos en una etapa que podríamos llamar, “crisis”. Hay una gran cantidad de vacantes en el Poder Judicial y en los últimos meses tuvimos algunos inconvenientes de orden político institucional que nos impidió terminar con algunos concursos. Eso dio lugar a una serie de cuestionamientos acerca del efectivo funcionamiento del Consejo de la Magistratura. Quedó a la vista que se trata de un órgano demasiado deliberativo y en algunos puntos quizás muy politizado. Esa politización muchas veces genera cierta parálisis o cierta dificultad para andar a la velocidad que esta sociedad necesita que el consejo funcione. Este año, 2013, me toca asumir la presidencia, desde febrero hasta febrero del año que viene. Me propuse como una de las primeras políticas a adoptar, recomponer el diálogo entre los consejeros que de alguna manera se vio deteriorado por lo que pasó en los últimos meses. De alguna manera se está logrando poder avanzar en los trámites que nos quedaron pendientes y que tienen alguna demora. Tenemos que dedicarnos fuertemente a las incumbencias exclusivas que tenemos, como la selección de candidatos a jueces y ejercicio de las facultades disciplinarias. Tenemos muchas vacantes en el Poder Judicial y la sociedad está reclamando que nosotros produzcamos las ternas, para eso se necesita darle mayor agilidad al concurso. En materia disciplinaria tenemos muchas cantidades de denuncias, cerca de 400 denuncias de los menos de mil magistrados que hay en la ciudad y federal en todo el país. Es una cantidad proporcionalmente muy significativa. Conversé con los presidentes de las comisiones de disciplina para poder agilizar los trámites en las dos comisiones. Y en materia de administración pienso hacer un fuerte trabajo como lo hice en la primera presidencia que me tocó en el año 2011, atendiendo requerimientos de infraestructura que tenemos muchos en todo el país, atendiendo temas de tecnología. En esto estamos avanzando muy fuertemente con la Corte Suprema en lo que es el nuevo software, programa de gestión del Poder Judicial de la Nación que ya estamos instalando y tenemos pensado tenerlo listo para los primeros meses del año que viene. En esto dimos un paso muy importante porque estamos modernizando el Poder Judicial en lo que es la gestión de los expedientes, tendiendo a lo que es el expediente digital, incorporando todas las nuevas tecnologías y entre ellas, estoy impulsando el tema de la rectificación electrónica. Además de otras herramientas que van a permitir que en los próximos años veamos los frutos porque va a cambiar mucho el desarrollo de las causas judiciales. APU: Una de las propuestas que empezó a surgir fue la posibilidad de que los integrantes del Consejo de la Magistratura sean elegidos por el voto popular. Está en discusión si es constitucional o inconstitucional. ¿Cómo ve esta iniciativa? ¿Se pueden realizar cambios? MF: La Presidenta de la Nación expresó algunas ideas con relación a la necesidad de cambios en el Poder Judicial que creo que son bienvenidas en la medida en que puedan propender a la mejora. En este sentido creo que tenemos que estar abiertos a lo que la titular del Poder Ejecutivo está expresando. De la misma manera lo que se avance en el ámbito del Poder Legislativo como expresión de otro poder político que también representa la voluntad popular, es necesario que sea escuchado y canalizado dentro del Poder Judicial porque esto de algún modo expresa lo que es el sentir social. Creo que las propuestas y en particular, la de la elección por el voto popular de los miembros del Consejo de la Magistratura, plantea un desafío dentro del Poder Judicial porque es una innovación y tenemos que esperar ver el proyecto completo que va a materializar esta idea como para poder dar una opinión seria al respecto. En lo que hace a la institucionalidad del proyecto, puede haber una ley en este sentido que reglamente la cláusula de la Constitución, que es concretamente el artículo 114 y es el que establece la integración y los modos de integración del Consejo de la Magistratura. Pienso que es necesario esperar el proyecto, no estoy en condiciones de descartar de plano desde el punto de vista constitucional, la idea expresada por la Presidenta de la Nación. La integración y la elección de los miembros del Consejo de la Magistratura tiene distintos matices y no se puede juzgar en abstracto o sin conocer el proyecto en base al cual se va a materializar la idea. Creo que es bienvenida la idea de que la sociedad pueda tener alguna participación en el funcionamiento y la integración en el Consejo de la Magistratura. Esto a la vez tiene que ser acompañado por una mayor responsabilidad de la sociedad mediante los mecanismos que permitan una mayor cultura cívica. Es importante que la sociedad pueda conocer qué es el Consejo de la Magistratura, cómo actúa, quiénes lo integran, qué perfil tienen que tener sus integrantes. Que la sociedad comience a asumir la idea de qué perfil es necesario que tengan los jueces. Esto plantea una interacción con la sociedad, que le genera una mayor responsabilidad. En este sentido tomando en cuenta el equilibrio del cual tenemos que transitar para que cualquier reforma legal pueda tener una mejora, tenemos que acompañar los debates que puedan surgir y enriquecerlos. No hay que descartar que hay un proceso de reforma que surgió dentro del Poder judicial, hace más de 5 años. A partir del cambio de integración de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y el liderazgo que asumió en concreto la Corte, no sólo del Poder Judicial de la Nación, sino del resto de los Poderes Judiciales locales y provinciales. Hay que aclarar y esto es bueno que la sociedad conozca, que en Argentina coexisten 25 poderes judiciales, el de la Nación y el resto de los poderes judiciales de las provincias y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La Corte Suprema en este sentido adoptó un liderazgo y promovió una serie de cambios que ya estamos viendo y son palpables por la sociedad. En su momento, yo desde mi rol de Juez, de camarista y hoy como Presidente de la Magistratura, acompaño y trato de que ese proyecto se concrete, se desarrolle, se profundice, Apuntó a darle al Poder Judicial, políticas propias como poder del Estado a través de lo que fue el desarrollo del Centro de Información Judicial que es una agencia de noticias del Poder Judicial mediante la cual la sociedad puede conocer al instante las noticias y las decisiones más importantes que se toman en el Poder Judicial, no sólo el de la nación, sino también los provinciales. La Corte suprema desarrollo también las conferencias nacionales de jueces que son ámbitos en los que periódicamente se discute acerca de los poderes internos del Poder Judicial y de las necesidades de cambio. Ahí se adoptaron conclusiones que después se materializaron en acciones concretas lideradas por la Corte Suprema. Creó también una oficina para atender problemas sociales como la violencia doméstica. La oficina de la mujer para todo lo que tiene que ver con las discriminaciones de género. Y una serie más de acciones que hoy nosotros dentro del Poder Judicial estamos palpando. Por ejemplo, la interacción del Poder Judicial y los poderes provinciales, el contacto de la Corte Suprema con las instancias anteriores a la Corte, también la apertura al trabajo conjunto con la magistratura. Cuando fui presidente en el 2011 tuve un diálogo muy fluido con las autoridades de la Corte Suprema y hemos desarrollado en materia de administración, una política muy importante de infraestructura y tecnología. Hay un cambio importante en el Poder Judicial desde dentro y es necesario en este momento en nuestra sociedad entrelazarlo, conjugarlo con el proceso que también están reclamando los poderes políticos que son representativos de la voluntad popular. APU: Una de las lecturas que se hacía es que desde el retorno de la democracia, uno de los poderes que quedó pendiente en su democratización, fue el Poder Judicial, en relación al resto de los poderes. En esa línea una de las propuestas que dio vueltas durante la jornada de Justicia Legítima, fue la incorporación de organismos de Derechos Humanos al Consejo de la Magistratura. ¿Cómo analiza esa lectura? MF: Considero que el Poder Judicial es un poder inserto dentro del sistema democrático, por lo tanto, es un poder de la democracia. Lo que sucede es que tiene características que lo diferencian de los otros dos poderes políticos y esto es bueno que así sea. Porque el Poder Judicial no es un poder directamente derivado de la elección popular. Nuestro Poder Judicial está diseñado al modo del poder judicial norteamericano con algunas variantes como fue la creación del Consejo de la Magistratura. El funcionamiento sustancial es a través de mecanismos similares a los del poder judicial norteamericano. Un poder que tiende a consolidarse como un poder independiente y de alguna manera fortalecido. Las acciones de la Corte en esto de tener política propia van en esa dirección. Hay que conjugarlo con la idea del Consejo de la Magistratura como depositario de algunas facultades que en algún momento tenían los poderes políticos, como en la selección de los candidatos a jueces y otra que tenía la Corte como el ejercicio del poder disciplinario. Creo que en la medida que el consejo vaya transitando con sus distintos cambios en estos años la identidad se debe haber logrado. El diálogo, el debate me parece muy bueno para que esta inserción democrática del Poder Judicial se pueda dar en la mayor medida. Analizar los años transcurridos desde que recuperamos la democracia hasta ahora en el ámbito del poder judicial, puede tener varias visiones posibles. En un análisis rápido puedo decir que lo que veo es un cambio importante en la composición del Poder Judicial en los últimos años. A través de la reforma de la Constitución y el cambio de integración de la corte, hoy se ve estructuralmente distinto el Poder Judicial. Si alguien me hubiera preguntado hace 15 años, si nuestro Poder Judicial era corporativo, tendría una respuesta muy distinta a la que tengo hoy. Es importante cuando hablamos de corporación dentro del Poder Judicial o de no democratización, tendría que decir que no hay que confundir la generalidad con la patología. Hoy puedo decir que no es un poder corporativo, sino que es un poder inserto en un sistema democrático. Un poder que dentro del cual, por su propia estructura, existen algunas tendencias corporativas pero esas tendencias hoy son aisladas en contraste con la generalidad. A mi modo de ver, hoy no funcionan como un poder corporativo pero sí advierto que es importante abrir todos los espacios que puedan ser permeables a la voluntad popular para enriquecerlo y también a lo que es la integración de la política de Derechos Humanos. ¿De qué manera se puede lograr lo de los Derechos Humanos? Hoy tenemos una Corte de Justicia que tomó una postura muy importante, no sólo en sus fallos, sino en las tendencias que fue marcando al resto de los tribunales en materia de Derechos Humanos. Hoy tenemos un Consejo de la Magistratura que tiene una estructura especial dedicada a los Derechos Humanos que en mi presidencia anterior me ocupé de que se ampliara en el plano de la infraestructura y que desarrollara un sistema de video conferencia para desarrollar los juicios de lesa humanidad en todo el país. La estructura con la que contamos en el consejo de la Magistratura y el servicio que brindamos a los tribunales nacionales y federales en materia de desarrollo de juicios de lesa humanidad, nos ha dado resultados muy satisfactorios porque nos permitió en mucho menos tiempo, haber desarrollado y concluido causas de Derechos Humanos y haber obtenido condenas y teniendo en cuenta que estamos a décadas de lo que sucedió en nuestro país y que todos queremos ponerle un fin. Un fin como corresponde, dando justicia a través de las condenas a quién deba ser condenado. El hecho de que haya transcurrido décadas hace que hoy tanto los testigos como los imputados sean personas, inclusive los familiares y víctimas, de edades muy avanzadas. La celeridad en los juicios es prácticamente esencial. Desde ese punto de vista me ocupé de que no se perdiera tiempo en esto y que el Consejo de la Magistratura dotara de la infraestructura lo más rápido posible para que los juicios se desarrollen. APU: Recordaba algo que dijo la Procuradora de la Nación, Gils Carbó, en el marco de la discusión sobre la independencia del Poder Judicial. Ella hablaba de dependencia tanto internas, por las propias reglas del sistema judicial, y dependencia de factores externos. ¿Comparte este análisis? MF: Sí, creo que la independencia tiene que ser entendida en el sentido más alto y más completo de la palabra. Cuando hablamos de independencia tenemos que ir redefiniendo el concepto a la luz de lo que es una interpretación dinámica. Hoy la independencia debe entenderse como la necesidad de un Poder Judicial independiente de todo tipo de factor ya sea político, económico, corporativo, inclusive también desde cualquier factor interno que surja dentro del Poder Judicial y que esté influenciado por cuestiones distintas de la que es el fortalecimiento sano del Poder Judicial. Yo no le tengo miedo a ese fortalecimiento del Poder Judicial por el miedo al corporativismo, sino que pienso que se puede y se tiene que fortalecer y lo tiene que hacer con mecanismo de control suficientes, internos y hasta podrían ser externos en la medida que no vulnere la independencia. El control externo más importante es el de la transparencia que permite que pueda ser visto por la sociedad y que pueda tener válvulas en los aspectos jurisdiccionales del Poder Judicial a través de la utilización de los recursos. Que éstos estén al alcance de la sociedad y de los interesados en cada caso, es decir, que tenga los recursos suficientes para ir transitando las distintas instancias en el plano procesal de un expediente concreto. También que haya canales disciplinarios abiertos para que cualquier conducta anómala dentro del Poder Judicial, pueda ser planteada, tratada y resuelta en los ámbitos institucionales. Para esto está el Consejo de la Magistratura, para tramitar denuncias, para que también la sociedad conozca cuando se tramita una denuncia, para que cualquier ciudadano pueda tramitarla y ver que se obtiene una respuesta. Me parece que en Argentina tenemos que aprender a usar las herramientas que el sistema mismo nos proporciona, confiar en esas herramientas y cuando éstas no funcionan bien, denunciarlo para que esto pueda llegar a mejorarse. En esto, creo que la apertura, la transparencia, nos va a dar el mejor termómetro que es cuando la sociedad empiece a utilizar estas herramientas y cuando funcionen de manera anómala, denunciarlas también. APU: Una de las propuestas que dio vueltas a partir del discurso de la Presidenta ante la Asamblea Legislativa se refiere a la utilización de las cautelares. Un análisis que hacía el presidente del AFSCA, era que las cautelares obstaculizan el normal funcionamiento democrático. ¿Cómo ve la utilización de este recurso? MF: Creo que las medidas cautelares son una herramienta de que dispone el Poder Judicial para casos excepcionales y para casos en los que se configuran circunstancias urgentes como el peligro de que una decisión judicial pueda llegar tarde dentro de un proceso. Tienen que ser utilizadas, precisamente, por la excepcionalidad para la cual fueron creadas. Si una medida que fue creada para la excepcionalidad se utiliza de una manera ordinaria, entonces se desnaturaliza. También es necesario que cuando se utilice una cautelar como medida excepcional, se piense en las consecuencias que puede producir, no sólo para las partes sino también para el conjunto de la sociedad. Sobre todo cuando se trata de una medida cautelar dictada respecto de un acto proveniente de un órgano cuyos actos se presumen legítimos. Creo que hay que tener una particular visión excepcional cuando, a través de una medida cautelar se innova en un acto proveniente de un poder cuyos actos se presumen legítimos. En esto existe una gran responsabilidad judicial, sobre todo de los jueces de las primeras y segundas instancias porque la responsabilidad que tienen es muy alta comparada con los efectos que esa medida puede producir. En este sentido, no vería mal que este tema se debata y que, a través del debate, se pueda lograr alguna modificación legal que pueda establecer reglas de juego más acordes al funcionamiento social. Creo que toda medida que propenda a que las medidas cautelares sean utilizadas como corresponde que lo sean, de acuerdo a la excepcionalidad y a las consecuencias que pueden traer sus efectos, sobre todo cuando son medidas innovativas, tiene que ser debatida, estudiada y mejorada. GB

Las olvidadas mujeres fortineras

Por Carlos Alberto Del Campo carlos.delcampo@argentina.com “Cuatro mil mujeres en la Conquista del Desierto. Recordemos a ellas y muchísimas mas que compartieron la dura vida de los fortines, padecieron hambre y frío dando a luz en los descampados, avanzando con los hijos en andas o colgados de su espalda. Restituyamos en la memoria a todas las mujeres que innombradas y silenciosamente forman parte de nuestras identidades”. Vera Pichel * “Sin ellas, la existencia hubiera sido imposible”. Comandante Prado * “Unas casadas por la iglesia, y otras detrás de la puerta. Sus viviendas, un rancho con un cuero de puerta; por todo racionamiento recibían una libra y media de carne y alguna onza de arroz, lo que unido a la parte del marido, cuando estaba presente en el campamento, les permitía mantenerse durante el día, ayudándose con un mate amargo… El agua y la leña las traían desde lejos, y siempre con sus hijitos a cuestas. Durante el año lavaban la ropa de la tropa a cambio de una parte de la quincena, que consistía en yerba, jabón, tabaco muy malo y dos pliegos de papel de fumar, raciones que, con la desaparición del indio, quedaron definitivamente suprimidas”. Eduardo Ramayón Ante una nueva conmemoración del Día de la Mujer bueno es recuperar para la memoria a aquellas mujeres que poblaron la vida de los fortines para quienes no hay memoria. Solo algunas pocas fueron rescatadas del olvido, Carmen Funes “La Pasto Verde” en la poesía de Marcelo Berbel (”zamba del coraje hecho mujer”), pero en su mayoría permanecen desconocidas. Son centenares de compatriotas que nutrieron la historia argentina en tiempos de la conquista efectiva del territorio argentino. Estas mujeres con destino inesperado tomaron parte de aquel ejército al que el gaucho fue enganchado de prepo. A ellas, les cupo un rol tan importante que contrasta con semejante olvido: podían ser mujeres de tropa o convertirse en humilladas víctimas del malón. Marcharon desde los límites de Córdoba, Santa Fe o Buenos Aires. A veces acompañando a sus hombres, cargando hijos y unas pocas ollas; otras caminando solas, leguas y leguas en la inmensa pampa. Compartían la vida de los fortines donde se padecía hambre y frío; no pocas dieron a luz en la vasta soledad y muchas formaron parte del cuerpo militar. Algunas tenían sueldo del Estado, que muy tarde o nunca percibían. Pelearon a la par de los milicos, hicieron de curanderas sólo con yuyos y tisanas, cuidaban los enfermos, lavaban la ropa, cocinaban, cazaban avestruces para comer y además combatían jugándose la vida a cada instante. Los únicos momentos de alegría era en ocasión de los bailes, alguna vez se batieron a duelo por su amor disputado. Se las llamó despectivamente chinas, milicas, cuarteleras o chusma. Algunas eran esposas, otras novias, muchas madres y hasta prostitutas. Dice Vera Pichel que “en mas de una oportunidad fueron agredidas con epítetos francamente degradantes”. Se trata de aquellas valientes mujeres argentinas que, escribiendo páginas de la historia nacional, no figuran en los partes de batallas en que participaron. Con ellas la historiografía está en deuda, probablemente le ha restado valoración a este proceso al que se lo condenó como “barbarie despreciable”. Bien lo señaló Osvaldo Guglielmino: “la generalizada ignorancia argentina sobre la materia procede de la exagerada centralización europeizante”. Algunas vivieron 10, 20 y hasta 40 años en los fortines, como Mamá Carmen, una negra que llegó a Sargento, de mayor bravía que muchos oficiales hombres, se recuerda que ante la inminencia de la invasión de un malón dijo: “muchachas: no permitan que los indios quiten la caballada, faldas abajo y a ponerse el uniforme”; Domiciana Correa, de Bahía Blanca, que llegó al Fortín junto a su esposo el Sgto. Contreras, tuvo 19 hijos, vivió 103 años y aún siendo octogenaria crió otros 10 niños; Mamá Culepina, una araucana afincada en el regimiento; Isabel Medina designada Capitán por valor en combate; Viviana Calderón, nieta del Cacique Manuel Grande, que vivió por muchos años en Azul. Cuando todo terminó muchas mujeres se quedaron para siempre en la vieja frontera. Si tuvieron suerte, el gobierno les entregó alguna parcela que no siempre pudieron sostenerla. Con la desaparición del indio ya no hubo pagas ni racionamiento para ellas fundadoras de pueblos nacidos alrededor de los Fortines, como La Pasto Verde, mujer de excepcional belleza, que además de haber participado en la Guerra del Paraguay estuvo en la fundación de Carhué, Puán y Trenque Lauquen. Carlos Alberto Del Campo * Vera Pichel. “Cuatro mil mujeres en la Campaña del Desierto” (Planeta, 1994) * Comandante Manuel Prado. “La Guerra al Malón” (Xanadu, 1976) Enviar a un amigo Compartir + Guardar GB

LA EDUCACION EN UN MUNDO LIQUIDO, AGENDA DE REFLEXION, ZYGMUNT BAUMAN

Por Bernabé SARABIA Para EL CULTURAL de El Mundo | Madrid Nacido en Poznan (Polonia) en 1925, Zygmunt Bauman tuvo que huir con su familia a la Unión Soviética cuando Polonia fue invadida en 1939 por los nazis. Participó en la Segunda Guerra Mundial como artillero y tomó parte en la batalla de Berlín en 1945. En 1954 comenzó su carrera académica en la Universidad de Varsovia. Purgado y desposeído de su nacionalidad en 1968, abandona Polonia. Tras enseñar en la Universidad de Tel Aviv en 1971 obtuvo una cátedra en Leeds. Desde entonces abandona el polaco y adopta el inglés como lengua escrita. Sobre la educación en un mundo líquido es el segundo libro de conversaciones publicado por Bauman. El primero fue un brillante y profundo diálogo con Keith Tester, catedrático de Teoría Social en la Universidad de Portsmouth (Polity Press, 2001). En esta ocasión es Ricardo Mazzeo, también dedicado a la docencia, la contraparte de esta serie de veinte entrevistas. Dichas conversaciones comenzaron con ocasión de la invitación recibida por Bauman para inaugurar un congreso celebrado en Rímini en 2009 bajo el título La calidad inclusiva de la escuela y finalizaron durante las conferencias que pronunció en Módena en septiembre de 2011. El marco temporal que circunscribe este conjunto de textos está marcado por el estallido de la burbuja económica y sus consecuencias. Miles y miles de jóvenes compartían, antes de la debacle, la creencia de que en lo alto de la pirámide social existía un hueco para ellos. Se creía que bastaba un título universitario para entrar en un sistema que prometía la felicidad a través del consumo. Desde los años 50 las expectativas sociales iban siempre al alza. En los tiempos malos que abuelos o padres debieron atravesar existían dificultades, pero a pesar de todo siempre se veía la luz al final del túnel. Para la generación de jóvenes que desde 2008 debe enfrentarse a la crisis, la luz está envuelta en tinieblas, no se vislumbra con claridad la salida. Educados en la idea de que podrían superar a sus padres por muy lejos que éstos hubieran llegado, la realidad les ha caído encima y deben enfrentarse a un mundo duro e inhóspito. Por otro lado, no han sido preparados para una economía de trabajos volátiles en el que el desempleo sobrevuela sus vidas. Los últimos treinta años registran una expansión gigantesca de la educación superior, un imparable crecimiento en el número de estudiantes y profesores. El título universitario era una promesa de trabajos atractivos. Sin embargo, la crisis y los recortes en los presupuesto educativos coinciden con un aumento tremendo de las matrículas universitarias, especialmente notorio en los estudios de postgrado. La promoción social a través de la educación, en opinión de Bauman, se ha quebrado. Los graduados tienen empleos muy por debajo de las expectativas generadas por sus títulos o, incluso, no tienen trabajo y continúan viviendo a la sombra de sus familias. Los afortunados que consiguen trabajar se ven envueltos en relaciones tensas o conflictivas con los jefes, los compañeros de trabajo o los clientes. En este penoso horizonte las nuevas tecnologías desempeñan un papel lleno de ambivalencia. Los ordenadores, las tabletas o los teléfonos inteligentes se introducen en casa, en los fines de semana o en las minivacaciones. Informan y nos conectan con los amigos o los seres queridos pero a la vez impiden la separación de la oficina, del trabajo o del jefe. Apenas queda excusa para no trabajar en sábado o domingo si hace falta completar un informe inacabado o el proyecto que debe entregarse el lunes. Con todo, el problema de fondo de la “crisis de la educación” no es instrumental. No se trata sólo de si la Universidad prepara mejor o peor para el futuro laboral de sus estudiantes. El desafío central para Bauman reside en que la esencia de la idea de educación, tal como estaba concebida a lo largo de la modernidad, se ha venido abajo. Se han puesto en tela de juicio los elementos constitutivos de la pedagogía tradicional. La naturaleza cambiante y sujeta a mutaciones imprevisibles, de la sociedad actual descoloca los viejos principios del aprendizaje. Principios que fueron concebidos para un mundo perdurable en el que la memoria era un activo positivo. Ya en el siglo XXI la memoria es vista como algo inútil, potencialmente incapacitante o, incluso, engañosa. El “mundo líquido” que presenta Bauman se caracteriza por su volatilidad, por el cambio instantáneo. En un mundo desregularizado e imprevisible los objetivos de la educación ortodoxa tienen un encaje lleno de dificultades. Los hábitos consagrados, las costumbres arraigadas, los marcos cognitivos sólidos o el elogio de valores estables, se convierten en impedimentos. El mercado del conocimiento ya no pide lealtad a largo plazo, vínculos duraderos o compromisos irrompibles. En el mercado abierto y desregulado puede ocurrir cualquier cosa y el éxito puede ser una derivada que nada tenga que ver con el esfuerzo educativo y que quizá no vuelva a repetirse. Grandes estrellas del firmamento mediático como Steve Jobs, Jack Dorsey, el inventor de Twitter, o Damien Hirst, ídolo del BritArt, han pasado por la experiencia del abandono escolar. En la sociedad de la información, el conocimiento se presenta en forma de cascada de datos e informaciones que con demasiada frecuencia son fragmentarios e inconexos. Cuando la cantidad de información tiende a aumentar y se distribuye a una velocidad cada vez mayor, la creación de secuencias narrativas se vuelve, como afirma Bauman, cada vez más difícil. La “cultura líquida moderna” ya no es una cultura de aprendizaje, es, sobre todo, una “cultura del desapego, de la discontinuidad y del olvido”. Sobre la educación en un mundo líquido es un brillante texto que encaja en lo que a lo largo de la última década Bauman ha definido como el tránsito a la postmodernidad, un tiempo en el que las personas han dejado de creer en las grandes promesas hechas por las modernas ideologías. Vivimos una “modernidad líquida”, entendida ésta como una “sociedad de consumidores individualizada y sin regulaciones”. Una sociedad en la que, pese a los muchos motivos de preocupación, no cabe caer para Bauman en la desesperación. Como en toda conversación el diálogo abandona y vuelve al hilo conductor. De ahí que el turno de palabras entre Bauman y Mazzeo se deslice hacia hechos que por su relevancia marcan el tiempo de la actualidad. La Primavera árabe o los movimientos que han florecido espontáneos al calor del descontento social y de Internet estos últimos años son pespuntes que dan color e interés a un texto que el lector quisiera con más páginas. [Texto gentileza de Ramón Vázquez]

O Donnell y lo que no estuvo según él en Vnezuela. Battista le responde.

En torno de lo que no estuvo bien Por Vicente Battista Acabo de leer “No estuvo bien”, la nota de Santiago O’Donnell que publicó Página/12 el domingo. Advierto que, con argumentos que acaso fundamenta, se inquieta porque el gobierno de Venezuela ocultó lo que se creía era la convalecencia de Chávez, que O’Donnell bien podría llamar agonía. El mundo entero sabía que Chávez estaba pasando por un trance muy duro, del que tenía muchísimas más posibilidades de quedarse por el camino que salir victorioso. Esta última circunstancia inquietaba enormemente a la oposición, de ahí que a voz en cuello pidiesen información minuto a minuto del enfermo, no porque les preocupara su estado de salud, sino para recuperar el poder que habían perdido en las urnas. Recordemos que a Fidel Castro, desde que en 2006 se hizo pública su enfermedad, numerosos medios del mundo entero lo vienen matando sin mayor éxito. El diario El País de España no vaciló en publicar una foto falsa de Chávez a fin de que no quedasen dudas de cuál era el estado del presidente y, de paso, demostrar de qué modo el Estado que presidía Chávez ocultaba la verdadera verdad. A O’Donnell, con razón, le inquieta el modo en que ciertos regímenes encubren la salud de sus funcionarios. Dice: “Salvo en Corea del Norte, Irán, Cuba y países por el estilo, cuando una persona importante se enferma, ni hablar el presidente, se estila que el médico que lo trata o jefe del equipo médico informe periódicamente sobre el estado de salud del paciente”. Tal vez convenga recordar que el desatino de ocultar la enfermedad del presidente, del rey, del primer ministro, del ayatola o de cómo se denomine a quien sostenga el poder, es común en todos los gobiernos, sin que importe la ideología política que cada uno de ellos sustente. El líder es quien sostiene el poder y la debilidad de ese líder supone la debilidad del país. Desde 1981 hasta 1995, nada se dijo en el Palacio del Eliseo acerca del cáncer de próstata que sufría el presidente Mitterrand: el gobierno de Francia guardó silencio durante catorce años. Un silencio idéntico al que supo tener la Casa Blanca durante el mandato de Ronald Reagan: a lo largo de diez años el gobierno de los Estados Unidos de América ocultó el mal de Alzheimer que padecía su presidente; el sinceramiento vino después de su muerte, en las exequias fúnebres, la viuda Nancy Reagan declaró: “Mi familia y yo queremos que el mundo sepa que el presidente Ronald Reagan falleció después de diez años con la enfermedad de Alzheimer”. Confieso que no soy un asiduo lector de las notas de O`Donnell, pero doy por descontado que en su momento habrá denunciado, con el fervor que ahora lo hace, los silencios de Francia y de los Estados Unidos de América. Noto que también le preocupan las intrigas palaciegas que, dice, se están produciendo en torno de quien debería presidir el gobierno de Venezuela hasta el 14 de abril, fecha fijada para las nuevas elecciones. No quiere que se produzca, doy por descontado, una suerte de fraude electoral similar al que permitió que George Bush se quedara con la presidencia de los Estados Unidos de América, que le correspondía asumir a Al Gore y que, no dudo, O’Donnell habrá denunciado en su día. En “No estuvo bien” se pregunta si los ocultamientos y las mentiras del actual régimen venezolano se hacen con el fin de “preservar los grandes logros de la Revolución Bolivariana”. Omite informar acerca de esos logros y de inmediato ofrece un inventario de terror que incluye “el fracaso económico, el dólar en negro, la inflación record, la criminalidad record, la corrupción, las valijas, las patotas armadas que fungen de milicias chavistas, la Corte Suprema de mayoría automática, el odio hacia Estados Unidos cuando le vende todo su petróleo a Estados Unidos, el enfrentamiento con las organizaciones nacionales e internacionales de derechos humanos, ignoremos que no hubo dictador en el mundo que Chávez no abrazara”. Aquí me detengo porque por fin advierto que O’Donnell está mirando una Venezuela distinta a la que ven millones de venezolanos. Me refiero a esos hombres, mujeres, niños y niñas que desde hace días sufren por la muerte de su líder, pero que, por fortuna, no se quedan únicamente en el dolor: han recuperado la dignidad perdida, aprendieron a leer y a escribir, sienten real orgullo de su país y no están dispuestos a perder ni un poquito así de todo lo que han conquistado. El próximo 14 de abril demostrarán, sin violencia, que todo estuvo bien.

LA REVISTA SOMOS Y EL RELEVO DEL TIO CAMPORA.

El relevo de Cámpora Los hechos que rodearon el relevo del presidente Cámpora siempre tuvieron perfiles brumosos. A diez años de aquellos sucesos, SOMOS habló con protagonistas claves y consiguió revelar la intimidad del proceso. Las dos reuniones en Gaspar Campos. Los cargos contra Cámpora. La enfermedad de Perón. La restitución del grado militar. [Revista Somos, septiembre 1983] El charter ya perforaba la madrugada sobre el Atlántico, cuando Perón sintió una llamarada de dolor debajo de las costillas. Le pareció que era ese problema duodenal que de tanto en tanto lo ponía en jaque y por eso echó mano a las pastillas de alcalino que siempre llevaba con él. Pero esta vez no le calmaron el dolor. Atrás, en la cabina, venía un mundo de gente y allí Cámpora -el presidente- prodigaba su prolija sonrisa ajeno a la escena que en ese momento vivía su jefe. Y también, por supuesto, ajeno a la otra escena que no muchas horas después iba a vivir, nervioso y congestionado, en la casa de Gaspar Campos. -El general está con frío. La calefacción está muy baja -dijo el presidente de la Cámara de Diputados. -¿A usted le parece, Lastiri? -inquirió, preocupada, Isabel. Lastiri le acercó un vaso de whisky y al rato el general empezó a sentirse mejor. Y no sólo él, sino también las otras cinco personas que viajaban en el compartimiento: Isabel Perón, Raúl Lastiri, el ministro Antonio Benítez y las mujeres de ambos. Perón había tenido una angina de pecho. Había caminado por la mortal comisa del infarto. En Ezeiza ya habían empezado los desórdenes, que dejarían como saldo decenas de muertos, cuando el avión llegó a Porto Alegre. El vicepresidente -pero entonces presidente en ejercicio- se comunicó con Cámpora: -El charter no puede aterrizar en Ezeiza -resolvió Vicente Solano Lima. Cámpora discutió un momento con el vicepresidente. No podía creer o entender lo que estaba pasando. El charter aterrizó en Morón. Allí, Perón se encaró con el ministro Esteban Righi: -La culpa la tiene usted, chiquilín, que no ha sabido hacer las cosas. Algunos testigos aseguran que Perón, visiblemente enojado, lo increpó con algo más que ese chiquilín despectivo al ministro del Interior del presidente Cámpora. En el fárrago, las crónicas de ese día -informadas de apuro y tangencialmente- maliciaron no sin cierta puntería: ". . .el general Perón no estaría bien de salud" y ". . .el ministro Righi habría presentado la renuncia". Pero durante casi una veintena de días -hasta que la noticia fue anticipada por Solano Lima a un grupo de periodistas casi exactamente a las diez y media de la noche del jueves 12 de julio de 1973- ignoraron que en los hechos Cámpora ya había perdido el puente de mando de la Casa Rosada en la mañana del 21 de junio, justo un día después de la matanza de Ezeiza. Las razones más íntimas que impulsaron a Perón a designar a Héctor J. Cámpora, primero su delegado personal y más tarde candidato a la Presidencia, seguirán siendo materia de polémica. Se ha hablado de su docilidad, de sus largos años de militancia, de su lealtad al jefe. Pero días pasados, un ex ministro del gabinete de Cámpora, también ex ministro del gabinete de Perón y hombre de la vieja guardia peronista añadió otro argumento: "¿Por qué Cámpora? Habrá otras razones. No las niego. Pero ésta fue fundamental: Cámpora era un hombre al que las Fuerzas Armadas -para decirlo gráficamente- no lo tragaban por nada del mundo. Y Perón calibró que si los militares terminaban aceptando a Cámpora, con él no tendrían después el más mínimo problema". Perón pasó la noche del 20 de junio en la residencia de Olivos. El 21, muy temprano y sin que Cámpora fuera enterado, salió de la quinta presidencial por la puerta 5 eludiendo la gruesa guardia periodística. Un poco después llegó a su casa de Gaspar Campos 1065. Entre las 7 y las 8 y media de la mañana empezaron a sonar los teléfonos en las casas de los ministros del gabinete de Cámpora. Pero no en la de todos. El mensaje, detrás del cual bien pudo haber estado la propia voz de José López Rega, era muy simple: -Véngase a Gaspar Campos que el general quiere hablarle. El gabinete se reunió con la notoria ausencia de Esteban Righi, ministro del Interior, y de Juan Carlos Puig, ministro de Relaciones Exteriores. Era el ala izquierda de Cámpora, otro notorio ausente en los primeros tramos de la reunión. Los ministros estaban apichonados, sentados a esa mesa ubicada en una de las salas de la planta baja de Gaspar Campos. "Imagínese -recordó días atrás ante SOMOS uno de aquellos ex ministros-. El jefe nos estaba diciendo que no le era grato el mundo que rodeaba a Cámpora. Que contrariaba no sólo sus ideales sino también sus propósitos. Quería un gobierno serio, prudente. Grato a la mayoría de los argentinos. Y bueno, al fin y al cabo, aunque nosotros éramos de la vieja guardia, lo cierto era que también éramos los ministros de Cámpora." Todo parece sugerir que Cámpora notó rápidamente en Olivos la ausencia de Perón que era más madrugador que él. Inmediatamente se puso en marcha hacia Gaspar Campos. Cuando entró, Perón ya estaba hablándole a sus ministros. Era una atmósfera de enorme tensión. El edecán, coronel Corral, quiso retirarse. Pero Perón, adelantando un tanto su mano, lo detuvo: -No. No. Quédese. Era obvio que quería tener un testigo militar. "Entonces -recordó ante SOMOS uno de los asistentes a aquella reunión cumbre- el general le reprochó a Cámpora, en términos muy duros, la infiltración izquierdista en el gobierno. Y le criticó los nombramientos que, dentro de esa tendencia, había producido. Perón levantaba el dedo índice mientras hablaba. Yo nunca lo había visto así. Estaba muy enojado, muy disgustado. Estaba marcada ya la ruptura con Cámpora." La reunión duró algo menos de una hora. Los cronistas apostados a dos cuadras de la casa de Gaspar Campos (no era posible acercarse más) detectaron la llegada de algunos de los ministros. Pero eso, claro está, era algo natural: al fin y al cabo Perón estaba de vuelta en el país. Sin embargo esa reunión había sido crucial. El día 23 los cronistas también vieron pasar rumbo a la casa de Perón a Benito Llambí, director de ceremonial de la Cancillería. Pareció una visita de rutina. Pero en ese encuentro Perón le ofreció el Ministerio del Interior. Entre la vieja guardia peronista se comenta que Perón había sugerido los nombres de Antonio Benítez para la cartera de Interior y posiblemente a Llambí para Relaciones Exteriores. Pero Cámpora, presionado por la Tendencia, negoció los nombres de Righi y Juan Carlos Puig. Cuando subió Lastiri, éstos fueron los dos únicos cambios que se produjeron en el gabinete. Llambí fue a Interior y Juan Vignes a la Cancillería. Esa noche del 21 de junio de 1973 Perón pronunció un enérgico discurso. Lo armó sobre el esqueleto que había preparado ya en España para redondear con la improvisación tras su llegada a Ezeiza. Tal vez (siempre se pensó así) en cuanto conoció los trágicos desórdenes corrigió algunos párrafos y añadió otros. En ese discurso llamó a un acuerdo nacional ("...Este es un problema que lo arreglamos entre todos los argentinos o no lo arregla nadie. Por eso deseo hacer un llamado a todos para que comencemos a ponemos de acuerdo...") y lanzó sugestivos dardos: - Los peronistas tenemos que retomar a la conducción de nuestro movimiento, ponerlo en marcha y neutralizar a los que pretenden deformarlo desde abajo o desde arriba. - Deseo advertir a los que tratan de infiltrarse en los estamentos populares o estatales que por ese camino van mal. - A los enemigos embozados, encubiertos o disimulados, les aconsejo que cesen en sus intentos, porque cuando los pueblos agotan su paciencia, suelen hacer tronar el escarmiento. La noche del 26 de junio Perón volvió a sentir los dolores que lo habían asaltado en el avión. A la mañana siguiente se levantó tarde. En la planta baja lo esperaba Osvaldo Carena, médico de la Fundación Eva Perón: - Discúlpeme que lo haya hecho esperar, doctor. Pero tuve una mala noche. El dolor en el pecho era fuerte v tuve que abrir una ventana para poder respirar. El médico no tuvo dudas: -General, vamos a volver arriba por el ascensor y se va a quedar en cama. Le voy a hacer un electrocardiograma. El electro no dio las señales corrientes de un infarto, pero tampoco era normal. De todos modos exámenes posteriores lo confirmaron. El doctor Pedro Cosio al pie de la escalera donde estaban Isabel y López Rega, les dijo que ante un infarto, por chico que fuera, era necesario internar al enfermo en un área de cuidado intensivo. Entonces encontró esta respuesta insólita y sugestiva: De ninguna manera. De ninguna manera -casi gritó López Rega-. Esto va en detrimento del prestigio político del general. Cómo van a elegir presidente a un enfermo. . . Perón estuvo en cuidado intensivo durante cinco días. No hubo recaídas y a la semana se retiró al médico de guardia. Los miembros del gabinete y el propio vicepresidente Vicente Solano Lima recibieron una sorpresiva convocatoria que al parecer piloteó (por lo menos en algunos casos) Raúl Lastiri: debían concurrir a una reunión de gabinete a realizarse en Gaspar Campos. Fue el miércoles 4 de julio de 1973 y la información oficial aseguró que se había tratado la ley de ministerios. No fue así. Perón recibió a los funcionarios en la planta baja, los convidó con café, departió apenas unos momentos casi protocolares y subió al primer piso. Isabel Perón se sentó en una de las cabeceras de la mesa, en el espacioso comedor de la casa de Gaspar Campos. A su lado se sentó Cámpora. Del otro, se ubicó López Rega. Solano Lima ocupó la restante cabecera flanqueado por dos ministros influyentes: José Ber Gelbard, que timoneaba la economía, y Ángel Federico Robledo, que desde Defensa piloteaba el sutil rumbo que terminaría -pocos días después- con la restitución al viejo caudillo del grado y los honores en el Ejército. López Rega se frotó las manos y empezó a hablar. "Fue una reiteración de cargos contra Cámpora -reveló días pasados a SOMOS uno de los asistentes-. Criticó la gestión del presidente que había dado lugar a la inserción en el gobierno de grupos jóvenes de extrema izquierda." La exposición del todopoderoso ministro de Bienestar Social duró unos ocho o diez minutos. Cámpora tenía la cara congestionada. El lunes pasado, en su departamento de la Avenida Santa Fe al 1500, el ex vicepresidente Vicente Solano Lima recordó ante SOMOS algunos pormenores de aquella tensa reunión: -¿Cómo se defendió el presidente Cámpora? -Dijo que había sido elegido presidente con la conformidad del general Perón. Que le era leal. Y que si alguna vez discrepaba, elevaría su renuncia inmediatamente. Dijo además que él había recorrido todo el país y que había logrado la certidumbre de que el pueblo quería ser gobernado por el señor general don Juan Domingo Perón, como él decía siempre. -¿Quién habló más tiempo, él o López Rega? -El habló menos que López Rega. Se defendió con gran fervor. Reiteró una y otra vez que él se ajustaba a lo que Perón resolviera y que había sido siempre profundamente peronista. Lo cual era verdad. -Pero ya López Rega había producido la crisis. -Claro. Entonces pidió la palabra Robledo. Y yo dije: "Señor ministro: me siento aludido por las palabras que se han pronunciado aquí. Le pido que difiera por un momento el uso de la palabra". Me dijo que sí y entonces yo dije: "Como lo ha señalado el señor presidente de la Nación, el pueblo argentino quiere ser gobernado por el general Juan Domingo Perón. Para que ello sea posible presento en este mismo acto mi renuncia indeclinable de vicepresidente". Porque si renunciaba Cámpora y yo no renunciaba, la presidencia me tocaba a mí. Los ministros sabían ya de qué se trataba porque para eso habían estado en la reunión del 21 de junio. Y Solano Lima también. Había mantenido una conversación previa con Perón en la que entre otros temas políticos el viejo caudillo sacó a relucir algunos otros reproches al presidente Cámpora. Las renuncias, que recién estallaron en los titulares de los matutinos del viernes 13 de julio se produjeron, en realidad, en esa reunión ampliada de gabinete del miércoles 4. Allí se formó, entonces, una comisión que, presidida por Solano Lima e integrada por los ministros Benítez y Righi, tomó en sus manos la solución de los últimos detalles, que no eran pocos. Había algunos interrogantes sobre la instrumentación legal que requeriría el previsible traspaso del poder a Juan Perón. En el Congreso, la demanda de textos constitucionales a la biblioteca parlamentaria fue formidable. Es que la cuestión no era fácil. El artículo 72 de la Constitución especifica que en caso de enfermedad, ausencia de la Capital Federal, muerte, renuncia o destitución del presidente, el Poder Ejecutivo será ejercido por el vicepresidente. Solano Lima ya había allanado este camino. Pero además estaba la ley de acefalía, sancionada en 1868. Y esta ley especificaba que la sucesión correspondía al presidente provisional del Senado, en segundo término al presidente de la Cámara de Diputados y en tercer lugar, al titular de la Corte Suprema de Justicia. El senador Alejandro Díaz Bialet era el señalado por los textos legales. Pero este parlamentario no pertenecía al círculo más íntimo de Perón. La solución fue encontrada rápidamente: Díaz Bialet pediría licencia para realizar una misión oficial en el exterior cuya duración se prolongaría lo suficiente como para justificar que asumiera como presidente de la Nación el titular de la Cámara de Diputados, Raúl Lastiri, yerno de José López Rega. Se informó entonces que Díaz Bialet cumpliría una misión en el exterior para fijar la posición argentina en la IV Conferencia de Países No Alineados. La reunión, en la que Díaz Bialet asumió el rango de embajador extraordinario y plenipotenciario en misión especial, empezó el 29 de agosto, en Argel. Ya no había escollos y la Asamblea Legislativa que debía aceptar las renuncias de Héctor J. Cámpora y de Vicente Solano Lima -y al mismo tiempo ungir a Raúl Lastiri- se reunió el viernes 13 de julio. A las 10 de la mañana las galerías del recinto rebosaban de público fácilmente reconocible como del sector gremial, poco dispuesto a ceder espacio ante una posible embestida de los sectores de izquierda que ya habían levantado el slogan: "el pueblo ya lo dice, Cámpora es el vice". Es que unas 48 horas antes, desde Corrientes, el vicegobernador bonaerense -y caudillo metalúrgico- Victorio Calabró había lanzado una proclama que retumbó en todo el país: "Estando el general Perón en la Argentina, no puede ser presidente de la República nadie más que él. No puede ser sólo poder. Debe ser a corto plazo, ya, gobierno y poder". A las cuatro de la tarde entró al recinto el grueso de los legisladores. A las ocho y media, la Asamblea Legislativa consagró a Lastiri en la Presidencia. Se entonó el Himno y se dio por levantada la sesión. En la calle, algunos se entusiasmaban con la posibilidad de la fórmula Perón-Balbín. Asaltado por los periodistas Balbín (que estaba al tanto de los hechos) dijo: "Aquí pasa como con el muchacho que dice estar de novio y todos lo saben. . . menos la novia. El único que no lo sabe soy yo". Pero se guardó la picardía rápidamente y con tono serio apuntó: "Esto no hace a la determinación de un hombre". No sólo los nombramientos fuera de línea (que por supuesto no se detenían en el escalón ministerial) pudo achacarle Perón a Cámpora. En menos de 30 días de gobierno se habían sumado los motines en las cárceles, el erp y los montoneros habían copado el aeropuerto de Tucumán, muchos ejecutivos extranjeros dejaban el país, en pocas semanas se habían sumado más de una docena de secuestros personales, y un avión de Aerolíneas había sido desviado hacia Cuba. Pero si esto era preocupante no lo era menos la vigorosa infiltración que los sectores de ultraizquierda estaban llevando a cabo en los organismos estatales que, además, al menor conflicto se paralizaban o eran tomados por el personal o por activistas. Había una visible pugna interna entre las fracciones del peronismo que Cámpora no alcanzaba a gobernar. La situación era realmente dramática y tocó el nervio político de Perón: había venido dispuesto a dar su toque en las grandes líneas de gobierno, pero la situación lo impulsó a relevar a Cámpora y tomar las riendas en sus manos. Estaba enfermo y eso lo entristecía, pero Cámpora, a las 11 de la mañana del jueves 12 de julio le alegró también la vida: le había llevado el decreto que le restituía el grado y los honores en el Ejército Argentino. Automáticamente pasaba también a retiro, pero ya se sentía mejor cuando el martes 10 recibió la visita del comandante Jorge Raúl Carcagno y al día siguiente la del almirante Carlos Alvarez y la del brigadier general Héctor Luis Fautario. Roberto Fernández Taboada y Pedro Olgo Ochoa. Fuente: www.magicasruinas.com.ar GB